(Tres patas de un banco: José Ignacio Gorigolzarri; Francisco González y Angel Cano)
Un fallo lo tiene cualquiera, incluso cien o quinientos. Por fallos que no quede.
Ocurre que cuando un empresario emprende un negocio, y por un fallo o mal cálculo, el mismo no funciona, pierde el dinero y adiós muy buenas. Y así cien o quinientas veces, todas las veces que el empresario desee. Y por mi como si se la pica un pollo, allá él con su dinero y con la suya.
El negocio bancario es otra cosa. Para empezar el que pasa por ser el propietario no es tal, sólo posee una ínfima parte del capital del banco, pero por la martingala legal se hace dueño. El capital que arriesga en el negocio tampoco es capital propio, y más todavía, si por avaricia de los que pasan por ser sus propietarios, después de enriquecerse ellos, pierden todo el capital invertido que no era de su propiedad, y dejan al banco a borde de la banca rota, mediante otra martingala legal, el gobierno de la nación mete el cazo en el cajón de los dineros públicos, y le da a los mismos que han llevado al banco al borde de la ruina unos cuantos miles de millones más para que se sigan enriqueciendo a costa del banco, o sea, a costa del dinero de los pequeños accionistas y del dinero público que el gobierno pone a su disposición.
Y, claro, la banca no es solo la cueva del caco, donde Botín, por ejemplo, del Santander, que le viene de herencia de su señor padre, se enriquece, enriquece y enriquece, que a su vez le deja en herencia a su hija, alta ejecutiva que es la mujer del mismo banco, la costumbre familiar de seguir enriqueciéndose, mientra que España, gracias a la banca y a los políticos que la sirven, y a la cosa sindical, que para esto es muy apañadita ella, hay once millones, once, de trabajadores que no llegan a los mil euros al mes. Lo que no tiene la banca, al igua que el gobierno y dirigentes de la cosa sindical es un gran poso de dignidad. Dignidad personal, y por ello, no cabe acusarlos de tener dignidad.
La banca también es agradecida. Algún dinero del que roba, pero de muy buenas maneras y muy legal, eso sí, que la banca la ley que le interesa la cumple y hace cumplir escrupulosamente, sabe que ha de repartirlo con algunos de sus mamoncillos menores. Es el caso de José Ignacio Goirigolzarri.
José Ignacio Gorigolzarri, de 55 años (todo un chaval, mamonazo, pero un chaval) ex consejero del BBVA se acaba de prejubilar con un sueldo anual de 4.280.000 euros. Este pajaruelo se va a llevar al año lo equivalente a lo que ganan 571 personas que tengan el salario mínimo interprofesional.
Y la razón de ello es bien simple, aunque ya se que no se lo van a creer del todo. Es ella, que José Ignacio Gorigolzarri come, mea, y duerme (no me consta que haga más cosas, me refiero a las marranadas pecaminosas) 571 veces más que cualquiera que tenga el salario mínimo interprofesional, y por eso tiene que ganar 571 veces más, compréndanlo, porque de su comprensión depende la chicha de este artículo.
Pero no se vayan a pensar que la cosa queda aquí. Que José Ignacio Gorigolzarri, de 55 años del BBVA, cobra eso ahora y para ir haciendo boca hasta la jubilación dentro de cinco años, fecha en la que le acabarán de soltar la mosca del todo y que equivaldrá a 7.007 salarios de los del salario mínimo interprofesional. Una hijoputez como un banco de grande, pero si para entonces José Ignacio Goirigolzarri come 7.007 veces más que le vamos a hacer…
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Ocurre que cuando un empresario emprende un negocio, y por un fallo o mal cálculo, el mismo no funciona, pierde el dinero y adiós muy buenas. Y así cien o quinientas veces, todas las veces que el empresario desee. Y por mi como si se la pica un pollo, allá él con su dinero y con la suya.
El negocio bancario es otra cosa. Para empezar el que pasa por ser el propietario no es tal, sólo posee una ínfima parte del capital del banco, pero por la martingala legal se hace dueño. El capital que arriesga en el negocio tampoco es capital propio, y más todavía, si por avaricia de los que pasan por ser sus propietarios, después de enriquecerse ellos, pierden todo el capital invertido que no era de su propiedad, y dejan al banco a borde de la banca rota, mediante otra martingala legal, el gobierno de la nación mete el cazo en el cajón de los dineros públicos, y le da a los mismos que han llevado al banco al borde de la ruina unos cuantos miles de millones más para que se sigan enriqueciendo a costa del banco, o sea, a costa del dinero de los pequeños accionistas y del dinero público que el gobierno pone a su disposición.
Y, claro, la banca no es solo la cueva del caco, donde Botín, por ejemplo, del Santander, que le viene de herencia de su señor padre, se enriquece, enriquece y enriquece, que a su vez le deja en herencia a su hija, alta ejecutiva que es la mujer del mismo banco, la costumbre familiar de seguir enriqueciéndose, mientra que España, gracias a la banca y a los políticos que la sirven, y a la cosa sindical, que para esto es muy apañadita ella, hay once millones, once, de trabajadores que no llegan a los mil euros al mes. Lo que no tiene la banca, al igua que el gobierno y dirigentes de la cosa sindical es un gran poso de dignidad. Dignidad personal, y por ello, no cabe acusarlos de tener dignidad.
La banca también es agradecida. Algún dinero del que roba, pero de muy buenas maneras y muy legal, eso sí, que la banca la ley que le interesa la cumple y hace cumplir escrupulosamente, sabe que ha de repartirlo con algunos de sus mamoncillos menores. Es el caso de José Ignacio Goirigolzarri.
José Ignacio Gorigolzarri, de 55 años (todo un chaval, mamonazo, pero un chaval) ex consejero del BBVA se acaba de prejubilar con un sueldo anual de 4.280.000 euros. Este pajaruelo se va a llevar al año lo equivalente a lo que ganan 571 personas que tengan el salario mínimo interprofesional.
Y la razón de ello es bien simple, aunque ya se que no se lo van a creer del todo. Es ella, que José Ignacio Gorigolzarri come, mea, y duerme (no me consta que haga más cosas, me refiero a las marranadas pecaminosas) 571 veces más que cualquiera que tenga el salario mínimo interprofesional, y por eso tiene que ganar 571 veces más, compréndanlo, porque de su comprensión depende la chicha de este artículo.
Pero no se vayan a pensar que la cosa queda aquí. Que José Ignacio Gorigolzarri, de 55 años del BBVA, cobra eso ahora y para ir haciendo boca hasta la jubilación dentro de cinco años, fecha en la que le acabarán de soltar la mosca del todo y que equivaldrá a 7.007 salarios de los del salario mínimo interprofesional. Una hijoputez como un banco de grande, pero si para entonces José Ignacio Goirigolzarri come 7.007 veces más que le vamos a hacer…
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