El trasvase de los 1.053 hectómetros cúbicos de agua que pretendían hacer el gobierno de Aznar por “mandato” de las cementeras, banca y ladrillería varia, al que la inmensa mayoría de la población aragonesa se opuso con uñas y dientes, y que aparentemente paralizó el Gobierno de Zapatero, tiene que ver poco, si se comparan cantidades de hectómetros a trasvasar, con el que ha decidido hacer ahora el propio Zapatero a Barcelona a espaldas de los aragoneses que “sólo” son 30. Pero con consentimiento del Presidente de Aragón, Marcelino Iglesias del PSOE, anti trasvase nato, pero sólo de labra palabrita. La demagogia es eso: palabra palabrita para engañar al personal y conseguir votos.
El Ministro de Aznar que dijo en Zaragoza que el trasvase del Ebro se haría por huevos no andaba muy descaminado el hombre, pero no porque personalmente él tuviera muchos, salvo que fueran de gallinas, que éstas si que tienen huevos, sino porque aquí estamos más por el rumbo y tronío que otra cosa.
Cuando Aznar en la plaza de toros tomándonos por tontos nos decía que el trasvase del Ebro se haría sin tocar sus aguas, tenía más razón que su ministro, igual que cuando llamó a los aragoneses cazurros.
Los tiros van por ahí, por tontos y por cazurros, que es lo que le permite a Zapatero tomar el atajo y hacer con el agua del Ebro lo que se le pone en los cojones, como si el agua fuera de su propiedad y Aragón la corrala donde de vez en cuando viene a comer bogavantes sin que pase nada. Pagando los bogavantes el Ayuntamiento de Zaragoza, o sea, nosotros.
Pero compréndame el lector, si los pueblos de Aragón que no tienen todavía agua para beber no exigen que la tubería que va a llevar el agua a Barcelona pase primero por esos pueblo, no soy yo quién para joderle el negocio a Zapatero, ni para exigirles a Marcelino Iglesias, Presidente de Aragón, ni al aspirante al mismo del PP, Gustavo Alcalde, que dimitan como dijeron de palabra palabrita que harían si se llegaran a trasvasar las aguas del río Ebro.
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El Ministro de Aznar que dijo en Zaragoza que el trasvase del Ebro se haría por huevos no andaba muy descaminado el hombre, pero no porque personalmente él tuviera muchos, salvo que fueran de gallinas, que éstas si que tienen huevos, sino porque aquí estamos más por el rumbo y tronío que otra cosa.
Cuando Aznar en la plaza de toros tomándonos por tontos nos decía que el trasvase del Ebro se haría sin tocar sus aguas, tenía más razón que su ministro, igual que cuando llamó a los aragoneses cazurros.
Los tiros van por ahí, por tontos y por cazurros, que es lo que le permite a Zapatero tomar el atajo y hacer con el agua del Ebro lo que se le pone en los cojones, como si el agua fuera de su propiedad y Aragón la corrala donde de vez en cuando viene a comer bogavantes sin que pase nada. Pagando los bogavantes el Ayuntamiento de Zaragoza, o sea, nosotros.
Pero compréndame el lector, si los pueblos de Aragón que no tienen todavía agua para beber no exigen que la tubería que va a llevar el agua a Barcelona pase primero por esos pueblo, no soy yo quién para joderle el negocio a Zapatero, ni para exigirles a Marcelino Iglesias, Presidente de Aragón, ni al aspirante al mismo del PP, Gustavo Alcalde, que dimitan como dijeron de palabra palabrita que harían si se llegaran a trasvasar las aguas del río Ebro.
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