miércoles, 17 de diciembre de 2025

Revolución – Rebelión social

 


Revolución – Rebelión social

 

Prudenci Vidal Marcos

El Viejo Topo

16 de diciembre de 2025

 

Puede que, aun sin saberlo, estemos inmersos en una silenciosa e inefectiva revolución fundamentada  por el rechazo político-social de las políticas neoliberales que el sistema institucional ha llevado a cabo. La “politización de lo social” ha provocado una crítica al sistema político institucional: las instituciones se ponen en entredicho por la utilización política que se hace de ellas, porque los objetivos y medios definidos por los pactos constitucionales, por la cultura atávica, son reemplazados por objetivos partidistas algunos de ellos caducos e inaceptables, porque una sociedad madura no puede regresar a la intransigencia incapacitando a la población y negando la posibilidad de realizar los objetivos de igualdad, justicia y progreso.

Negar la capacidad colectiva de las personas para transformar sus condiciones de vida para lograr una existencia mejor puede hacerse de forma coercitiva o mediante el silencio y la resignación. Y nuestra sociedad está sumida en un pesimismo que ve como irremediable la situación real del país: trabajadores pobres, 29,2% de pobreza infantil, aumento geométrico de los sin vivienda, solo 350.000 trabajadores con convenio, un “país en venta” para las fondos de inversión extranjeros…

Ante la precariedad laboral resulta que la conflictividad es la más baja de todos los tiempos: 2.024= 707 Huelgas. Afectados 252.723 trabajadores de 22 millones. Menos huelgas sectoriales y de empresa. ¿Por qué ante tanta precariedad laboral tenemos tan poca conflictividad? ¿Estamos dispuestos a avanzar en nuestras reivindicaciones? ¿Qué papel están ejerciendo los sindicatos? Hay que preguntarse por todo ello y no refugiarse en el individualismo [yo estoy bien, los demás…]

En Catalunya el 58% de los hospitales públicos dependen de la sanidad privada habiendo aumentado un 38% en la última década. Pero la sanidad pública asume más del 95%  de los tratamientos más costosos (trasplantes, grandes quemados, neonatos de poco peso…) mientras que los centros concertados tienen “una atención selectiva”. De ser un recurso excepcional ha pasado a convertirse en una práctica estructural, desviando una parte creciente del presupuesto sanitario público a empresas que responden al beneficio y no al interés general. Y lo que revoluciona a las conciencias es que se aluda a esta prácticas en aras a la” libertad”. ¿La libertad de quién?

Imaginemos que tenemos un piso, o una  casa en propiedad y que el administrador de la finca se vende lo que es nuestro. Pues el mismo ejemplo hemos de aplicar a las “privatizaciones de lo público”. Los que fueron elegidos como “gestores” se han convertido en reales propietarios que venden lo que es de todos. Hay que proteger y blindar lo público. Conservar lo público hoy  es revolucionario, porque es lo justo, porque lo que pertenece a todos no se puede privatizar. Las desiguales inversiones por habitante en las Comunidades Autónomas muestran la rotura del principio de igualdad ante el servicio por excelencia, que es la preservación de la vida.

Hoy los médicos están en huelga (excepto el 50% de servicios mínimos). Reclaman mejoras salariales que se les deben desde hace tiempo, reducción de las guardias, más minutos de atención a los pacientes… Es decir, casi volver a lo que ya teníamos.

Al analizar los datos en sanidad, trabajo, vivienda, educación etc. nos preguntamos: ¿Por qué no se produce una revolución social? Diríase que una buena parte de los habitantes del Estado español han asumido con resignación la situación existente. Lo cual proporciona un diagnóstico realmente alarmante, pues nos sitúa ante una perspectiva en la que los actores sociales no articulan voluntad alguna de cambiar la realidad que nos machaca. Tal actitud ha sido históricamente característica de aquellas sociedades que, sufriendo enormes presiones provenientes del poder y de las clases sociales hegemónicas, dan salida a ese sufrimiento a través de explosiones sociales espontáneas, que frecuentemente concluyen sin mayores consecuencias por falta de cohesión y solidaridad. El individualismo consumista es el mayor atentado a la sociedad organizada solidaria.

Una nueva economía es posible, y con ella una nueva forma de entender lo social y lo político. Hoy es noticia el caso de DURALEX en Francia. Los obreros se han hecho propietarios de la empresa que con aportaciones populares han recaudado 20 millones de euros a devolver en 8 años. El cooperativismo, la economía circular, las empresas estatales etc. deben llamar a la puerta de una nueva organización social. El Neoliberalismo ha resultado ser un cáncer social y hay que amputarlo de raíz. Para ello es necesaria una mayor conciencia solidaria, cooperativista, justa, distributiva. Las instituciones no deben permanecer al margen de lo que la sociedad les reclama, deben evolucionar hacia la eliminación de todo tipo de privilegios e ideologías que carezcan de los principios básicos de la democracia participativa. La tolerancia no debe tolerar a los intolerantes, perpetuadores de un estatus de privilegio para unos pocos.

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