domingo, 24 de marzo de 2013

IZQUIERDA / DERECHA: LA PRUEBA DEL NUEVE


Traducción: Consejos para reconocer a la derecha bajo cualquier máscara 

 (3/3) 
 
 
Colectivo Wu Ming 
Sociologia critica 
Publicado en 2013/03/04 

 ( @Pepe Gama )

La alianza histórica y, por decirlo así, “natural” debería ser entre empobrecidos y pobres, proletarizados y proletarios. Cada vez que los poderes constituidos consiguen evitar esta alianza, jugando con el hecho de que la clase media que desciende tiene todavía los valores y desvalores de antes y se cree todavía perteneciente a la clase de antes, perdemos todos. El punto es que en Italia este jueguecito después de la IGM ha llevado al fascismo, que era una falsa revolución confeccionada para uso y consumo de las clases medias, que ha tenido carta blanca de los patrones y ha producido muerte y destrucción. 

Desde entonces, “falsas revoluciones para uso y consumo de las clases medias” para impedir que su proletarización tuviese un éxito no deseado, hemos visto otras, y quizá una la estamos viendo ahora. 

Esta temporada estoy leyendo unos cuantos textos historiográficos que evidencian cómo la pequeña burguesía de la primera posguerra (mundial) constituyó la “base de la masa” del movimiento fascista. Hay analogías bastante preocupantes con la situación actual. Por ejemplo: Gaetano Salvemini, en el capítulo 10 de “Los orígenes del fascismo en Italia”, habla del “vivo” sentimiento de envidia y de odio por las clases trabajadoras que se fue difundiendo en la clase media entre 1919 y 1920, sentimiento que fue sabiamente alimentado y utilizado para los fines propios de las fuerzas reaccionarias. 

Traigo la siguiente cita del texto de Salvemini, que él toma de un artículo del Corriere della Sera del 8 de abril de 1919: 

 ” Hoy son muchos los ingenieros profesonales o directores de oficinas, muchísimos los profesionales, los funcionarios públicos, los altos magistrados, presidentes de tribunales y de cortes, profesores ordinarios de universidad, consejeros de estado, que no saben creer a sus ojos. Ven a jefes técnicos pedir pagas que (…) son de 1000, 1250, 1625 y 2000 liras al mes (…). ¿Qué deberíamos pedir nosotros, si piden todos esos altos magistrados, esos profesores universitarios, que han pasado estudiando los mejores años de su vida para llegar a los 35, 40 años a las 600 liras de salario al mes y los más mayores a las 1000 liras? La mortificación en las clases intelectuales es general. Los padres de familia se preguntan si no se han equivocado al hacer cursar a sus hijos planes de estudio de 12 o 14 años, después de la escuela elemental, y si no sería mejor mandarlos sin más a una oficina”. 

Cae por su peso que las cifras del Corriere no son para nada fiables y que (incluso en aquellos años en que los operarios intentaban, mediante huelgas, adecuar los salarios a la inflación galopante) la diferencia de rentas y en las condiciones de vida y de trabajo se mantenía de todas formas a favor de las “clases medias”. Pero lo que contaba sobre todo era la obstinada voluntad de la pequeña burguesía en creerse “superior”, en establecer una diferencia entre ella y la clase trabajadora, deprimiéndola si era necesario.

Observa Salvemini: 

 ” En Europa la posguerra ha traído a las clases medias pobreza y sufrimiento, pero las clases medias, en cuanto desclasadas por la crisis económicas, no pretenden identificarse con el proletariado. Al principio el fascismo italiano y el nazismo alemán estuvieron esencialmente compuestos de elementos empobrecidos de las clases medias decididos a no hundirse al nivel del proletariado, y que dieron en arrancar de las manos de las clases inferiores la parte de la riqueza nacional que aquellas habían ganado” Bien, debo decir que hoy, frecuentando Internet, veo signos crecientes de envidia y de odio clasista anti-operario incluso en ambientes “insospechables”, por ejemplo en ciertos blogs del ámbito del PD. 

Hoy como entonces, la tendencia real es hacia la proletarización de la clase media, por tanto, las dinámicas materiales del modo de producción deberían, si acaso, inducir una alianza entre los explotados. 

Escribía Antonio Gramsci, en “Ordine Nuovo” el 8 de mayo de 1920: “Los industriales continuarán con los intentos de suscitar artificialmente la competencia entre los trabajadores, subdividiéndolos en categorías arbitrarias, cuando el perfeccionamiento de los automatismos ha cancelado esta competencia; continuarán con los intentos de volver ásperos a los técnicos contra los operarios y a los operarios contra los técnicos, cuando los sistemas de trabajo tienden a hermanar estos dos factores de la producción y los empujan a unirse políticamente…” 

El fascismo ha nacido, existe y es continuamente reinventado y reutilizado por los patrones justo para ofrecer a las clases medias proletarizadas un “falso evento” tras otro, un blanco tras otro, una revolución ficticia tras otra. Esto no sucedería si la clase capitalista considerase a las clases medias por naturaleza conservadoras. Sabe bien que, cuando se proletarizan y empobrecen, podrían “hacer bloque” con los operarios y en general con los trabajadores subordinados. Para impedir esta alianza, es desencadenada en cada ocasión una multiforme ofensiva ideológica y propagandística: por ejemplo, se le dice al pequeño burgués que sus enemigos son los proletarios “con garantías” y los sindicatos, y al mismo tiempo, con el encuadre de la “seguridad”, se le dice que debe temer al inmigrante.

 Pero esto no basta porque es un discurso sólo defensivo, se necesita también uno ofensivo , “maximalista”, pseudorevolucionario. 

Hoy ese discurso es ese contra la “Ka$ta”—la casta—, y su enésimo despachador es Grillo, que es un portador –quizá ni siquiera del todo consciente- de la enésima variante de fascismo. Cuidado, cuando hablo de “fascismo” no me refiero al fascismo histórico, al que se encarnó en el régimen fascista y después en la República Social Italiana. Me refiero a aquel ur-fascismo del que hablaba Eco (quell’ur-fascismo di cui parlava Eco) y que ya ha sido recordado arriba. 

 (…) 

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