Washington
versus China en el siglo XXI
La
geopolítica del declive mundial de Estados Unidos
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Rebelión
TomDispatch
13.06.2015
Traducido del
inglés para Rebelión por Sara Plaza
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Britania
gobierna las olas
En
la época del poder marítimo, que duró más de 400 años –desde 1602 hasta la
Conferencia de Desarme de Washington en 1922– las grandes potencias competían
por controlar la isla mundial euroasiática a través de las vías marítimas que
se extendían a su alrededor a lo largo de 15.000 millas desde Londres hasta
Tokio. El instrumento del poder era, por supuesto, el barco: primero buques de
guerra, luego acorazados, submarinos y portaviones. Mientras los ejércitos
terrestres avanzaban trabajosamente por el barro de Manchuria o Francia en
batallas con cantidades estremecedoras de bajas, las armadas imperiales se
deslizaban por el mar, maniobrando por el control de costas y continentes
enteros.
En
la plenitud de su poder imperial, alrededor de 1900, Gran Bretaña gobernaba las
olas con una flota de 300 buques capitales y 30 bastiones navales, bases que
rodeaban la isla mundial desde Scapa Flow en el Atlántico Norte, a través del
Mediterráneo en Malta y Suez, hasta Bombay, Singapur y Hong Kong. Al igual que
el Imperio Romano cercaba el Mediterráneo convirtiéndolo en Mare
Nostrum ("Nuestro Mar"), la potencia británica convertiría
el océano Índico en su propio "mar cerrado", asegurando sus flancos
con ejércitos en la frontera noroeste de la India e impidiendo a los persas y
los otomanos construir bases navales en el golfo Pérsico.
Con
esa maniobra, Gran Bretaña también se aseguraba el control sobre Arabia y
Mesopotamia, territorio estratégico al que Mackinder denominó "el paso
terrestre de Europa a las Indias" y la puerta de entrada al "heartland"
de la isla mundial. Desde esta perspectiva geopolítica, el siglo XIX fue, en el
fondo, una rivalidad estratégica, a menudo llamada "el Gran Juego",
entre Rusia "dominando casi por completo el Corazón Continental [...]
golpeando las puertas interiores de las Indias", y Gran Bretaña
"avanzando hacia tierra firme desde las entradas marítimas de la India
para enfrentar la amenaza procedente del noroeste". En otras palabras,
Mackinder llegó a la conclusión de que "las realidades geográficas finales"
de la edad moderna eran el poder marítimo versus el poder terrestre o "la
Isla Mundial versus el Corazón Continental"[4].
Las
intensas rivalidades, primero entre Inglaterra y Francia y más tarde entre
Inglaterra y Alemania, sirvieron para impulsar en Europa una incesante carrera
de armamento naval que elevó el coste del poder marítimo hasta niveles
insostenibles. En 1805, el buque insignia del Almirante [Horatio] Nelson, el HMS
Victory, con su casco de roble de 3.500 toneladas, navegó a una velocidad de
9 nudos hacia la batalla de Trafalgar contra la armada de Napoleón, sus cañones
de ánima lisa de 100 mm disparando balas de 19,05 kg a una distancia que no
superaba los 360 m.
Un
siglo después, en 1906, Gran Bretaña creó el primer buque de guerra moderno del
mundo, el HMS Dreadnought, con un casco de acero con un grosor de
30,5 cm y 20.000 toneladas de peso, turbinas de vapor que permitían alcanzar
una velocidad de 21 nudos y cañones de repetición mecanizados de 12 pulgadas
capaces de disparar proyectiles de 385 kg con un alcance de 19 km. El coste de
este leviatán fue de 1,8 millones de libras esterlinas, equivalentes a casi 300
millones de dólares actuales. En la siguiente década media docena de potencias
habían vaciado sus tesoros para construir flotas enteras de estos letales y
costosísimos acorazados.
Gracias
a la combinación de la superioridad tecnológica, el alcance mundial y las
alianzas navales con Estados Unidos y Japón, la Pax Britannicaduraría
un siglo entero, desde 1815 hasta 1914. Al final, sin embargo, este sistema
mundial estuvo marcado por una acelerada carrera de armamento naval, una
volátil diplomacia entre grandes potencias y una feroz competición por el
imperio de ultramar que acabó en la salvaje carnicería de la Primera Guerra
Mundial, dejando 16 millones de muertos para 1918.
El
siglo de Mackinder
Como señaló una
vez el prestigioso historiador Paul Kennedy, especializado en asuntos
internacionales, "en lo que quedaba del siglo XX quedó demostrada la tesis
de Mackinder", con dos guerras mundiales por el control de sus "rimlands"
que se extendieron desde Europa Oriental hasta Asia a través de Oriente Medio.
De hecho, la Primera Guerra Mundial fue, como el propio Mackinder explicó,
"un duelo directo entre el poder terrestre y el poder marítimo". Al
final de la guerra, en 1918, las potencias marítimas –Gran Bretaña, Estados
Unidos y Japón– enviaron expediciones navales a Arcángel, el mar Negro y Siberia
para contener la revolución rusa dentro del "heartland" de
Rusia.
Constatando
la influencia de Mackinder en el pensamiento geopolítico alemán, Adolf Hitler
arriesgaría su Reich en un intento descabellado de apropiarse
del heartland ruso como Lebensraum, o espacio
vital, para su "raza superior". El trabajo de Sir Halford fue
determinante en el ideario del geógrafo alemán Karl Haushofer, fundador de la Zeitschrift
für Geopolitik , impulsor del concepto de Lebensraum y asesor de
Adolf Hitler y de subrazo derecho,
Rudolf Hess. En 1942 el Führer envió un millón de hombres,
10.000 piezas de artillería y 500 tanques para quebrar el frente del río Volga
en Stalingrado. Al final, el Ejército alemán tuvo 850.000 víctimas, entre
heridos, muertos y capturados, en un intento vano de atravesar elrimland de
Europa Oriental hacia la región pivote de la isla mundial.
Un
siglo después de la publicación de la obra capital de Mackinder, otro académico
e historiador británico especializado en la historia de los imperios, John
Darwin, sostuvo en su magistral After Tamerlane [ Después de Tamerlán ]
que Estados Unidos había conseguido su "colosal imperium [...] a una
escala sin precedentes" tras la Segunda Guerra Mundial, al convertirse en
la primera potencia de la historia que controlaba los puntos axiales
estratégicos "en ambos extremos de Eurasia" (su interpretación de la
"Euro-Asia" de Mackinder). Con el temor a la expansión china y rusa
como "catalizador de la colaboración", Estados Unidos se hizo con
bastiones imperiales en Europa Occidental y Japón. Con estos puntos axiales
como pilares, Washington construyó después un arco de bases militares siguiendo
el patrón marítimo británico, con las que fue rodeando la isla mundial.
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