viernes, 16 de octubre de 2020

Sobre la enseñanza y una vez más. Hermoso, que no sé cómo te lo tengo que decir: que tú no me tienes que decir ni quien eres ni de qué pie cojeas. Tú lo que me tienes que decir es qué haces (sobre todo cuando te estoy manteniendo yo), que ya te diré yo quien eres y el número de zapatos que llevas. ¿Me explico o no, paisano?

 

El silencio de Manuel Castells


Diario octubre / 15.10.2020

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Este año el alumnado, los docentes y demás personal ha regresado a las aulas llenos de incertidumbre e inseguridad ante lo que va suceder. Esta crisis sanitaria ha provocado una gran lista de nuevos retos que han tenido que superar los centros educativos y una educación pública que ya venía debilitada, recortada y privatizada desde hace muchos años. Esta situación de total precariedad se visualiza perfectamente con el último anuncio del Ministerio de Educación, anunciando que elimina la necesidad del máster de educación como requisito para incorporarse a la enseñanza.

Las direcciones de los centros y el estudiantado han tenido que superar todos estos nuevos retos prácticamente solos. Pues desde el Ministerio de Educación y, especialmente el ministro de universidades Manuel Castells, han copiado la estrategia a nuestro anterior presidente Mariano Rajoy que, cuando veía que las cosas se ponían feas, desaparecía y no hacía absolutamente nada. Y esto es exactamente lo que han ido haciendo desde el inicio de la pandemia. Las universidades han tenido que improvisar de mala manera y de una forma totalmente caótica, cada una por su lado. Los institutos no han recibido el personal necesario, ni se han abierto aulas nuevas, teniendo en muchos centros clases igual de llenas que en los años anteriores.

Tampoco se ha ayudado a ese alumnado que ahora ha perdido su trabajo o ha visto disminuir los ingresos en su familia. Las tasas en las universidades no se han tocado, ni siquiera se ha realizado un aplazamiento para quienes lo necesiten, a pesar de que en muchos grados se ha reducido la calidad de las clases, ya que las clases telemáticas no son igual que las presenciales, o se han cerrado salas de estudio y bibliotecas. Por no hablar de aquellas enseñanzas en las que las prácticas son un elemento formativo esencial, y engrosan el coste de las matrículas de manera importante, a pesar de que no se vayan a impartir. Volvemos a ver exactamente lo mismo de siempre. Por mucho que este gobierno presuma de progresista, vuelven a ser lo mismo, solo ha cambiado que ahora hay más alumnos con menos recursos que a duras penas podrán ir a la universidad o, directamente, no podrán.

Tan progresista que es este gobierno, ni han tocado el sector privado que en algunos institutos tienen aulas vacías por falta de alumnos. Sí hay suficientes espacios para reducir los ratios, pero la socialdemocracia no es capaz de enfrentarse al sector privado. Tampoco se han aumentado las becas para ayudar a quienes han perdido ingresos, en vez de eso han vuelto a los debates eternos sobre quién tiene la culpa, pero sin actuar, dejando a su suerte a todo el mundo.

Es necesario de una vez por todas garantizar una educación pública y de calidad para todos. Sin unas tasas que sean un muro que impida entrar, a muchos hijos e hijas de la clase obrera con capacidad, para sacarse unos buenos estudios, pero no de gastarse todo lo necesario como para estudiar fuera. Este gobierno era anunciado como la llegada del progresismo, pero el tiempo ha demostrado que no es capaz ni quiere cambiar realmente las raíces que producen los problemas sociales, ya que no ha actuado aunque tenía la capacidad de hacerlo. La socialdemocracia vuelve a demostrar su incapacidad para solucionar los problemas que sufre la clase obrera.

Alvaro Ripoll

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