PENSAR
PARA VIVIR
El ayer no existe, se ha ido, de lo que fue no queda más que el
recuerdo, un pensamiento vivo que lo mantiene erguido. El mañana no es otra
cosa que un pensamiento echado hacia adelante. Vivir es el pensamiento activo:
recordar.
En el Paso, un bar como cualquier otro, antes de sentir sus labios
tímidos y finos, y antes de que nuestras lenguas todavía indecisas rozaran su
tibiezas, ella había aspirado profundamente, y el aire aspirado por entre sus
dientes blancos como la cal, fue la caricia suave de la brisa entre los álamos del río, donde
por primera vez estuvimos el uno dentro del otro, donde ella dijo y yo asentí,
que nuestro amor era limpio.
La sensación hercúlea de tener todo en mis brazos, cuando su espalda
contra mi pecho, abrazándola de pie como niños en la plaza de aquel pueblo
soriano, minúsculo, en una punta de la Provincia, oyendo extasiados como el
Cuentacuentos de Berlanga J.C., nos pintaba las andanzas de su Hombre
Invisible.
Despidiéndonos le hacíamos trampa al tiempo, creíamos hacérsela,
porque vanamente pretendíamos detenerlo, ella en silencio y yo sin decir nada,
en la calle, con las manos entrelazadas. Yo pensando que hasta la próxima vez
que nos viéramos faltaba menos, ella rota por dentro, viendo el otro calvario
hasta llegar a su casa, donde le esperaban sus hijos y el marido, rezumando lágrimas
sus ojos…
Estos recuerdos, parejos, aunque de otra naturaleza, con los de mi
padre y niñez no quiero perderlos. No quiero morir sino cuando muera.
*
* *
Manuel
Sogas Cotano
Zaragoza
12 Agosto 2005
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