LAORGANIZACION POLITICA EN TRANSICION
(6/8)
Traducido del inglés para Rebelión por Christine Lewis Carroll
Hilary Wainwright
Red Pepper
Rebelion.org 28.02.2013
Aprender de los fracasos y las debilidades
Estos problemas arrojan una luz severa sobre las tensiones entre las formas de organización política desarrolladas históricamente dentro de la política representativa liberal orientada a ganar y mantener el gobierno dentro del Estado y las formas de organización política necesaria para construir el control popular del Estado. Las innovaciones políticas se desarrollaron en su mayor parte y en ambos casos a consecuencia del impulso de las organizaciones vecinales, de los movimientos sociales y en el lugar de trabajo. Las presiones de lo inmediato significan a menudo que los temas difíciles que surgen durante el día a día de las relaciones entre partidos e iniciativas y movimientos autónomos no se reconocen ni se discuten públicamente.
En el caso del GLC la misma naturaleza limitada del Partido Laborista para implantar los compromisos de su propio manifiesto radical fortaleció el trabajo con los movimientos cívicos y sindicales. Gran parte de las relaciones políticas y prácticas entre el municipio y estas organizaciones independientes dependía sin embargo de los cargos nombrados por el GLC (la mayoría de los cuales procedía de los movimientos) y de los concejales comprometidos, en vez de las organizaciones del Partido Laborista sobre el terreno.
El compromiso continuo con los movimientos autónomos, más allá de la relación institucional con los sindicatos, habitualmente no formaba parte de las costumbres políticas de las organizaciones locales del Partido Laborista. Esto empezó a cambiar a finales de los años 70 y principios de los años 80, llegando a su punto más álgido con ocasión de la huelga de los mineros en 1984 y 1985, cuando las organizaciones locales del Partido Laborista y los sindicatos se organizaron con las comunidades y los lugares de trabajo en Londres y en todo el país. Pero esta cultura de movimientos sociales en lucha no estaba lo bastante arraigada para soportar las embestidas del gobierno Thatcher, lo que incluía la abolición del mismo GLC como el gobierno elegido de Londres.
En Porto Alegre, donde las relaciones entre el PT y los movimientos sociales eran muy estrechas y con mucha doble afiliación, un gran problema fue la ocupación de los principales activistas procedentes de ambas organizaciones en puestos de gobierno, lo que debilitaba tanto al partido que estaba fuera del gobierno como la organización de los movimientos sociales y comunitarios autónomos.
Un segundo problema fue el mismo proceso de participación presupuestaria. Aunque todo apunta a un incremento importante de la implicación activa y a un crecimiento de la autoestima y la capacidad organizativa -sobre todo de los pobres, las mujeres y las personas negras- surgió una grave limitación al desarrollo de las capacidades transformadoras populares de la participación presupuestaria más allá de las exigencias pragmáticas prioritarias.
Esta limitación residía en la separación del proceso de participación presupuestaria de la construcción estratégica de políticas en el caso, por ejemplo, de la planificación urbanística. A medida que la participación en la toma de decisiones presupuestaria crecía en volumen y las personas que participaban adquirían confianza y conciencia política, algunos activistas -también de las zonas más pobres- demandaban información e implicación en las políticas de planificación. Sin embargo este proceso no se abrió en toda su extensión.
Se sugieren varias explicaciones respecto a este tema. Una es que el PT dentro del municipio no ejercía suficiente control sobre el comportamiento de los distintos departamentos, con el fin de cumplir este deseo de información e implicación dentro de la participación presupuestaria. Los funcionarios encargados de la planificación fueron especialmente celosos de los intereses de su departamento. Sergio Baierle indica que otra explicación es el desarrollo de un ‘cuadro de gobernantes’ dentro del PT que se distanció de los activistas comunitarios y asumió una actitud paternalista con respecto a ellos.
Un tercer problema del proceso de participación presupuestaria fue la ausencia de directrices debatidas y consensuadas públicamente en torno a los acuerdos entre la municipalidad y las organizaciones comunitarias implicadas en la provisión de los servicios de cuidado de niños y reciclado. La falta de insistencia en los estándares necesarios de igualdad, democracia y eficiencia pública -un elemento bastante bien desarrollado del proceso del GLC en lo que se refiere a la concesión de subvenciones- significó que el proceso encabezado por el PT de desviación de recursos hacia las organizaciones comunitarias fue vulnerable a la usurpación neoliberal de la gestión comunitaria, cuyo destino solía revestir alguna forma de privatización.
Los problemas surgidos en Londres y Porto Alegre podían haberse superado, ya que ambos procesos habían desarrollado cierta capacidad de innovar mediante prueba y error. Pero en ambos casos el auge de la política impulsada por el mercado cerró el espacio de desarrollo de estas experiencias de reforma impulsada por la democracia.
La abolición del GLC tuvo lugar cuando la derecha neoliberal experimentó más triunfos. Asimismo algunos sectores de la izquierda, incluyendo aquéllos cuyas visiones del socialismo habían estado ligadas a las fortunas de la Unión Soviética (o que como Tony Blair no tenían ninguna visión del socialismo) se pusieron a la defensiva y se convirtieron ingenuamente en nuevos conversos del mercado capitalista como fuente de eficiencia y ‘modernización’. En consecuencia sólo defendieron débilmente -cuando no atacaron abiertamente- las innovaciones del GLC. Lo que sí es cierto es que se empeñaron en borrarlas su memoria en vez de aprender de ellas.
En el caso de Porto Alegre la derrota del PT de 2004 se debió a muchos factores, entre ellos cierta pérdida de dirección dentro del PT local y una desilusión con los primeros años del gobierno de Lula a medida que sucumbía a las presiones del FMI.
Es importante señalar que el pleno desarrollo de ambos experimentos fue abortado por el impacto en los partidos obreros de la fuerza global del neoliberalismo que ilustraron en la práctica la respuesta directa de la política impulsada por el mercado. Esta respuesta empezó a desarrollar una alternativa no de mercado que abordaba los fallos democráticos de la administración pública sin dejar de reconocer la importancia del Estado en la redistribución de la riqueza y la provisión de servicios esenciales e infraestructura. Mientras la conversión de la socialdemocracia al paradigma neoliberal implicaba el desencadenamiento del mercado capitalista como fuente de la nueva energía necesaria para reformar los organismos estatales adormecidos por la rutina y faltos de reacción, el PT primitivo y la izquierda radical de Londres (y en otros lugares) persiguieron formas democráticas que liberaron la creatividad popular latente como fuente de energía para la gestión de recursos públicos para el bien común.
La tentativa de anular esta opción, mediante la persistente imposición ideológica de la dicotomía de una vieja izquierda controlada por el Estado contra el dinamismo e iniciativa empresarial del mercado capitalista, fue en realidad la continuación hasta el siglo XXI de las mentalidades de la Guerra Fría. Las alternativas de la izquierda, por tanto, no llegan a desarrollarse en su totalidad precisamente a causa de los éxitos de esta anulación
Pero cuando analizamos las fuentes de las que puede emanar ahora una política transformadora es importante recordar que la alternativa transformadora no desapareció del todo. Esto se vio en Brasil, si no dentro del propio PT, y posteriormente en los movimientos y las redes altamente politizados como el MST. Incluso en el Reino Unido su espíritu pervivió en varias campañas, desde la que derrotó al poll tax [impuesto de capitación] a la más reciente contra la evasión fiscal corporativa que combinan las formas creativas de acción directa con la intervención de académicos y periodistas comprometidos, asesores sindicales y el apoyo de diputados.
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