lunes, 22 de diciembre de 2008

LO BUENO DE FRANCO

Eso de que con Franco se vivía mejor o que llovía más, no se lo vayan a creer mucho, porque cuando menos es discutible, según en el bando que uno se coloque. Lo cierto e indiscutible, mírese por donde se mire, es que con Franco todos teníamos menos años.
Por entonces, cuando todos teníamos menos años, algunos, no muchos tampoco, al pobrecito Franco, que es que es un santo, nos lo queríamos merendar, entre otros motivos, porque le acusábamos, pobrecito mío, de aborregar al pueblo con las corridas de toros, una que televisaba de ciento a viento; la demostración de lo fortachona que estaban los jóvenes españoles de entonces por el Primero de Mayo, la savia nueva de la Patria venidera, mediante unas tablas de gimnasia que se hacían en el Santiago Bernabeu y que también se emitía por la televisión; la lotería, y el partido de fútbol televisado los sábados por la tarde.
Pero todo eso ya es historia. Historia que, por otra parte, no se aprende. Y así nos ha quedado un pueblo, o la mayor parte del pueblo, o al menos una grañidísima parte del pueblo, cuya ilusión es la de que le toque la lotería.
La misma lotería de Franco, pero con más bombo y platillo , y más colorido, es la de ahora, porque no tiene punto de comparación aquella televisión franquista de cuando todos teníamos menos años, en blanco y negro, y con un solo canal durante muchos años, con la televisión actual, multicolor ella, y muchas más cadenas televisivas, asentando todas ellas aquella noble y evangélica labor que comenzó Franco de aborregar al pueblo y, es que no hay otra, o te haces cordero manso si quieres estar a la diestra del Padre, o San Pedro, que para eso es muy severo y muy suyo, sin más miramientos, te echa al lado opuesto del Padre, a la izquierda, a la caldera de agua hirviendo que hay a la misma mano, según entras al infierno.
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