(Centro urbano de la ciudad de Zhengzhou. A la derecha la torre de doble pagoda construida en 1971 para comemorar una matanza de mas de 100 trabajadores en una huelga general del ferrocarril Beijing-Hankou)
Robert Weil Rebelión.
Traducido para Rebelión por Sebastián Risau
http://www.rebelion.org/noticia.php?id=37814 1 of 14 26/9/2006 07:51
A pesar de la existencia de estas divisiones y barreras, hay una sensación de que, a medida que crece el malestar de los campesinos y sus condiciones convergen con las de los trabajadores urbanos, y a medida que los migrantes envejecen y su situación se va deteriorando, las clases trabajadoras en la ciudad y en el campo podrían pronto encontrar formas de unirse. Los activistas que ayudan en la organización de las clases trabajadoras están tratando de generar una movida hacia la unificación, pero el proceso es largo y dificultoso, y recién ahora la brecha ha comenzado a cerrarse.
La vuelta de la izquierda La posibilidad de lograr mayores niveles de unificación se ve favorecida por la presencia entre campesinos, migrantes y obreros urbanos de individuos con profunda experiencia en la lucha por el socialismo y con conocimientos del pensamiento marxista-leninista-maoista. Como lo expresó un antiguo miembro de la Guardia Roja, la comprensión de la lucha entre las dos líneas, como una clara demarcación entre el socialismo de la revolución y el capitalismo actual, está emergiendo directamente, y principalmente, de las clases trabajadoras, y no sólo de los intelectuales. En particular, toma la forma de una lucha contra la corrupción, no sólo en el estrecho sentido de oponerse a los sobornos y a las estafas financieras, que es una parte de la lucha, sino más bien como un intento de impedir que la alianza entre funcionarios estatales y del partido con administradores y empresarios transformen los medios de producción en propiedad privada de los nuevos capitalistas, y que se vuelva atrás con los logros socialistas alcanzados por los trabajadores y campesinos en el período revolucionario. Son los activistas quienes mantienen viva la teoría y el espíritu de la revolución, especialmente en Zhengzhou y en otros lugares que fueron centros del movimiento Comunista a principios de los años 20. En esa ciudad, una torre similar a una doble pagoda se eleva sobre la principal intersección del centro de la ciudad, construida en 1971 para conmemorar a los más de cien trabajadores muertos en una huelga general del ferrocarril Beijing-Hankou, liderada por los comunistas, que fue salvajemente reprimida por el líder militar de la región. El legado de Mao, que también allí se mantiene vivo actualmente, y el muy alto nivel de conciencia proletaria conducen a la lucha de las dos líneas.
Uno de los aspectos más notables que surgieron en las discusiones con los trabajadores de esa ciudad fue el sentimiento de posesión que sentían con respecto a las fábricas en las que habían trabajado. A pesar de que existían limitaciones en la propiedad social y en los derechos a la participación en las empresas estatales (que se revelaron inadecuadas como salvaguardias frente a las expropiaciones de la reforma de Deng), no hay duda de que en las clases trabajadoras había un fuerte sentimiento de que las fábricas eran, en algún sentido muy básico, suyas . Como lo explicó uno de ellos, la fábrica de equipos de transmisión eléctrica fue construida con el sudor de los trabajadores , y no querían que cayera en manos de capitalistas. Le pertenecía a toda la nación, y era parte de la acumulación económica colectiva de la clase trabajadora en su conjunto. Durante el gobierno de Mao, los obreros también tenían algo de control sobre las fábricas, y podían aportar ideas y ser escuchados. Esto alcanzó su pico durante la Revolución Cultural. En aquel momento, ellos eran los líderes, la clase obrera se representaba a sí misma , pero ahora nadie los escucha, no tienen poder. Una y otra vez los trabajadores declararon sentirse desposeídos como consecuencia del robo efectivo de su propiedad colectiva, conseguida a lo largo de una vida de trabajo. También dijeron sentirse privados de todos los derechos participatorios de los que gozaban antes. Poniendo todo esto en un contexto más teórico, un obrero de Zhengzhou explico que el sistema actual de capital burocrático es un problema político, y no especialmente económico; un análisis que podría haber salido directamente del ¿Que hacer? de Lenin. Parece económico a primera vista, pero en realidad es una lucha entre capitalismo y socialismo , básicamente una cuestión política. Según él, China no es como Estados Unidos, donde nunca hubo socialismo. Los trabajadores más viejos comprenden este contexto histórico. La mayoría vivieron el período de Mao y la Revolución Cultural. Experimentaron el pensamiento de Mao Tse Tung, y su generación quiere devolver a China a la vía de Mao. Es parte de una lucha internacional para proteger el camino socialista.
A este trabajador le gustaría que en Occidente se conociesen mejor la lucha de la clase trabajadora china y el por que de la importancia de la vuelta a la vía socialista. Tiene la esperanza de que los trabajadores en China vuelvan lentamente hacia esta vía, en cuyo caso lograran eventualmente la victoria. Pero también advirtió que si el actual movimiento no alcanza pronto un mayor nivel de desarrollo, los trabajadores más jóvenes lo verán apenas como una lucha económica por mejores condiciones. Este es el legado del período de reformas antisocialistas, y de los dichos de Deng Xiaoping, como enriquecerse es glorioso. Estos dichos arruinan la comprensión de los trabajadores más jóvenes. La mayoría de ellos tienen hasta miedo de reunirse y discutir de esta manera; esto fue manifestado más de una vez por los trabajadores más viejos. Rebelión.
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