VENEZUELA, A QUIEN PUEDA
INTERESAR
María Fernanda Vacas
Hermanas del Sagrado
Corazón
REBELIÓN
Venezuela, 14 de marzo
del 2019
Empecemos por lo evidente:
Venezuela está viviendo un momento crítico de su historia, un momento complejo
y difícil, cargado de desafíos y de oportunidades como todo momento de crisis.
Y, en este momento, yo me atrevo a preguntar por qué hay quien toma por absurdo
nuestro claro pronunciamiento en apoyo al Proyecto Bolivariano y al Gobierno
del Presidente Nicolás Maduro, por qué hay quien ridiculiza hasta el
menosprecio nuestros juicios y criterios sobre la realidad que estamos
viviendo, por qué hay quien nos ignora y hasta da lecciones sobre lo que
debemos o no hacer y pensar en este momento histórico.
Disculpen mi atrevimiento al
plantear estas cuestiones. En verdad, creo urgente y necesaria esta reflexión
juntas y juntos, este debate que nos ayude a conversar en profundidad sobre la
realidad del mundo de hoy. No para llegar a consenso, sino para llegar a la
esencia de la Vida y la Convivencia, del respeto y la dignidad.
¿Quién ha levantado muros de
incomunicación que niegan, y hasta aplastan, la vida diversa y los modelos
alternativos? ¿qué es lo que nos impide mirarnos a los ojos y reconocernos cada
una, cada uno, en nuestra forma de “descubrir y manifestar amor”? Y, ¿quién nos
dio derecho a descalificar lo diferente, lo distinto, lo que rompe esquemas
mentales y costumbres ancestrales? ¿quién nos obligó a culpabilizar e ignorar
al empobrecido que se atreve a alzar la voz?
Pero volvamos a lo evidente:
Venezuela está viviendo un momento crítico de su historia porque el planeta, en
general, está viviendo un momento crítico de su historia, un momento complejo y
difícil, cargado de desafíos y de oportunidades como todo momento de crisis.
Venezuela y su revolución,
Reino Unido y su Brexit, Francia con chalecos amarillos y España de
independentismo y “pactos de gobierno”, la desunión de la Unión Europea, sus
políticas migratorias, la eterna lucha del pueblo palestino por existir, la
compleja vida en el Congo y el hambre de Somalia, la pobreza en Filipinas -un
paraíso natural-, el negocio de la guerra en la economía estadounidense y su
lucha comercial con China, el lobby de los laboratorios farmacéuticos
imponiendo políticas en salud y agricultura, el robo de la tierra y la vida al
pueblo paraguayo, Haití recibiendo una bofetada tras otra, el dolor de mafias
gubernamentales en Centroamérica, … y tantas otras situaciones que reclaman
nuestra atención.
Todo esto debe llevarnos a
sentir y pensar en profundidad. No podemos quedarnos con los clichés mentirosos
de los medios de comunicación más poderosos, ni con el conformismo de nuestro
“status quo” que divide el mundo entre indios y vaqueros, negros y blancos,
buenos y malos. No podemos quedarnos con la declaración del Sr. Casado
(Presidente del Partido Popular en España) sobre “el enfermo de Maduro” que
quema camiones de ayuda humanitaria, ni esperar a que el New York Times
demuestre lo evidente desde tempranas horas en Cúcuta, frontera
Colombo-Venezolana: que el incendio fue provocado por los coctel molotov de los
manifestantes del terror, alentados por el Gobierno Colombiano y queriendo
violentar la frontera con Venezuela. No podemos confiar en las bondades de una
intervención militar de la que ya tenemos sobrada prueba de sus intereses
económicos, aunque conlleven “daños colaterales” de muerte, destrucción y un
país en guerra.
Nosotras no hablamos del
Gobierno de Maduro, lo vemos actuar cada día en las calles y en los pueblos, en
la educación y la cultura, en la vivienda y la dignidad. No hablamos de
chavistas y de oposición, simplemente conversamos con cada uno, sabemos sus
posturas y sus desmesuras, sus aciertos y sus errores. No hablamos de sanciones
económicas, sufrimos el bloqueo económico a las cuentas del Estado (no a los
personeros del Gobierno), la negación de las transacciones económicas para la
compra de medicinas y alimentos, el incumplimiento unilateral de acuerdos
comerciales por motivos políticos y no por falta de pago. No hablamos de
injerencia, padecemos el abuso injerencista sobre la política venezolana, sus
recursos, sus instituciones y su Constitución.
¿Acaso puede algún Gobierno
reconocer a Carles Puigdemont como Presidente de Cataluña? ¿por qué se atreven
a reconocer a quien se autoproclamó, a quien nadie eligió? ¿Acaso el Parlamento
Latinoamericano se pronuncia sobre las políticas migratorias europeas y el
mayor cementerio del mundo: el Mediterráneo? ¿por qué el Parlamento Europeo se
cree con la “santa misión” de defender los derechos humanos en Venezuela
basándose en mentiras y en sanciones unilaterales que los violan? ¿Acaso las
lacrimógenas y los antidisturbios aplicados en Francia o en Brasil, Colombia,
Estados Unidos, Argentina, … son más legítimos porque los aplican gobiernos
conservadores y neoliberales?
Y no me digan que todo esto es
porque el pueblo venezolano está pasando hambre y necesidad. ¿Acaso a estos
gobiernos les importó el hambre y la necesidad del pueblo venezolano durante
los años de gobierno adeco y copeyano? ¿les importó la corrupción y la
represión? ¿acaso les importa el hambre la necesidad, la corrupción y la
represión en Paraguay o Haití, en Colombia, Chile o Perú, en EEUU o Canadá, en
Francia o en España?
De nuevo, propongo hablar desde
la profundidad de la realidad. Y es que la realidad que vivimos tiene un enorme
potencial espiritual que estamos dejando perder por defender posturas
preconcebidas e intereses económicos que ni siquiera son los nuestros, sino los
de las grandes corporaciones: corporaciones del petróleo, de la guerra, de la
industria farmacéutica y de los medios que éstas controlan y manejan.
Y dígame usted de corazón si
algún gobierno puede escuchar las continuas amenazas del Gobierno
Norteamericano y de la Unión Europea a nuestro Estado, a nuestra integridad
territorial, y no escandalizarse y denunciar la violación de todo acuerdo de
convivencia internacional. Y después de estas amenazas, convertidas en
injerencia y sanciones, aun piensan que el Gobierno Venezolano constituye “una
amenaza inusual y extraordinaria” a la seguridad de los EEUU como reza el
famoso decreto de Barack Obama (2015), renovado año tras año por el Gobierno
Estadounidense y acompañado de sucesivas acciones legales, comerciales y
militares (políticas migratorias, bloqueo de cuentas tanto del Estado
Venezolano como de empresas privadas, secuestro y robo de la empresa petrolera
CITGO propiedad del Estado Venezolano, movilización de tropas, …). Hablemos sin
tapujos, ¿quién está amenazando a quién? ¿con qué armamento y con qué motivos?
Y, después de todo esto, quién
puede negar la presión y opresión que vive el pueblo venezolano desde hace más
de 5 años y que hoy se concretó en un sabotaje eléctrico de gran magnitud. Sí,
sabotaje, y probado. Y, además, no es la primera vez que ocurre en el mundo.
Pero, ¿por qué a alguien le extraña si son los mismos personajes capaces de
desatar una guerra a partir de una mentira (las inexistentes armas de
destrucción masiva en Irak) y contra la opinión de los pueblos del mundo que
hicieron grandes manifestaciones para impedirlo, sin éxito alguno?
Es imposible seguir creyendo
que estos gobiernos poderosos del mundo actúan motivados por su altruismo, su
fidelidad a la democracia y su defensa de los derechos humanos. Y esto no es
una opinión, por ahora, es un hecho.
Dejemos hablar a los pueblos y
elegir su destino y solucionar sus conflictos. Esta es nuestra oportunidad de
“hacer humana la humanidad”.
No tenemos que estar de acuerdo
con el Gobierno de Maduro o con la Revolución Bolivariana, pero hemos de respetar
al pueblo que EXISTE y que lo ha elegido, a las instituciones que dan vida a un
Estado, a los acuerdos y reglas internacionales que son aplicables para TODOS y
no solo para algunos países que se dicen “más democráticos”, “más formados y
más sabios”, “más dignos”.
Hoy el pueblo venezolano
chavista reclama su derecho de ciudadanía porque EXISTIMOS. Porque tenemos
criterio, y no ignorancia: criterio histórico, criterio formado, criterio
colectivo, criterio de experiencia. Porque es justa y sincera nuestra lucha por
la vida digna, por ESTA democracia y por ESTE socialismo.
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