domingo, 5 de marzo de 2023

¿Por qué el Estado capitalista oligárquico y apátrida, es el Estado capitalista de nuestro tiempo? [Lo menos que tenemos que saber los trabajadores para empezar a abrir los ojos y defender nuestros derechos]

 

¿Por qué el Estado capitalista oligárquico y apátrida, es el Estado capitalista de nuestro tiempo?

José Avilés

LA UNIÓN DEL PUEBLO

(Órgano oficial del Partido  del Trabajo Unificado -PTU-)

Febrero 2o23- Edición 136- AÑO VI- Número 28. Gratuita


1). El marxista y el comunista debe considerarse un científico social.

Si queremos transformar la sociedad; el primer paso consiste en conocer el funcionamiento de aquello que queremos transformar. Es necesario investigar su concatenación interna, su corazón, sus tripas, su cerebro, su forma de re[1]producción, su sistema nervioso, en fin, todo aquello que lo mantiene vivo; no basta con que sepamos que el capitalismo explota, produce muertes, y desigualdades sociales. Pero cuando analizamos el modo de producción capitalista, no estudiamos una cosa fija, sino algo que estará continuamente renovándose, y auto-transformarse para conservar su esencia explotadora, hasta que el mismo desarrollo de las contradicciones de su esencia le impidan renovarse.

Ahora bien, el carácter investigador y científico del marxismo se convierte en su contrario, cuando no se percata de los cambios de rosto, de las trasmutaciones y disfraces con los que se reviste el capitalismo sin que por ello se altere su esencia explotadora, ni cambie su esencia. Y aun en el caso de haber diagnosticado correctamente las particularidades del capitalismo en una época determinada, siempre habrá una carga de error, incluso en el caso de que triunfara esa alternativa revolucionaria marxista.

Mientras haya explotación existirá gente que se alce contra la explotación. Es por eso, por lo que si un comunista, un marxista, no llega a ver la revolución para la que trabaja, su aportación nunca será inútil; por muy modesta que sea. Una militancia comunista no solo está empujando la rueda de la historia, esta también aportando éxitos, fracasos, y errores que siempre sirven de enseñanza para generaciones futuras. ¿Cómo se hubiera podido desarrollar la ciencia actual, si no hubiera estado precedida de millones de investigaciones anteriores con resultados parciales, o sin aparentes resultados de éxito inmediato?

2). LAS TRIPAS, EL CORAZÓN, Y EL SISTEMA NERVIOSO DEL CAPITALISMO.

Marx analiza minuciosamente el modo de producción capitalista en El Capital. Pero Marx estudia el capitalismo que tenía delante, o mejor, el tipo de capitalismo que estaba en ascenso en su época. Y al decir que estaba en ascenso en su época, haremos un paréntesis y aprovecharemos para aclarar dos conceptos de uso común en la terminología marxista, como son: modo de producción y formación social.[1]

Cuando decimos modo de producción nos referimos a una forma concreta de producción que condiciona la distribución y el consumo. Por ejemplo, el modo de producción capitalista se caracteriza por la apropiación de trabajo ajeno basado en la extracción de plusvalía al trabajador asalariado; el modo de producción feudal porque el señor feudal se apropia de una parte de la cosecha conseguida con el esfuerzo, el trabajo, y el sudor del siervo; y el modo de producción esclavista por la explotación del trabajo del esclavo desprovisto de derechos como ser humano. Sin embargo, históricamente lo normal es que los tres modos de producción, hayan coexistido en el tiempo. Durante el esclavismo existió trabajo asalariado de trabajadores libres, y durante el feudalismo siempre se dio la esclavitud, además de que un capitalismo de cierta importancia se desarrolló en su seno De la misma forma, en plena época capitalista la esclavitud completa, no fue abolida legalmente hasta casi final del siglo XIX, y es posible que aún exista.

Entonces, cuando nos referimos a estas coexistencias entre varios modos de producción las llamamos formaciones sociales. Pero en esos casos, solo un modo de producción es hegemónico, y el resto son dominados. El estudio de las formaciones sociales permite identificar las clases sociales existentes en una realidad concreta y ver cuáles son potencialmente aliadas de la clase obrera, o potencialmente neutralizables.

Sin embargo, en El Capital Marx no analiza principalmente la formación social de su tiempo, sino el modo de producción capitalista en estado puro; no porque ignorara la existencia real del resto, sino porque el capitalismo era el modo de producción dominante, y en ascenso. Para ello se vio obligado a aislarlo analíticamente de otros modos de producción anteriores con los que coexistía. Por ejemplo, las plantaciones de algodón norteamericanas utilizaron el trabajo esclavo pero dependían del mercado capitalista textil del Reino Unido, y otros países. El gran suministro de trigo a los países capitalistas dependía de formas de explotación feudales en Rusia, Ucrania, Hungría etc. En definitiva el modo de producción capitalista ya era hegemónico en el siglo XIX, aun[1]que en muchos países europeos todavía predominara el feudalismo.

Por tanto Marx se obligó a hacer una abstracción para estudiar el modo de producción capitalista en estado puro. Y es que en el capitalismo en estado puro, es donde se puede visualizar la ley del valor sin interferencias de otros modos de producción anteriores. Y al hablar del valor, nos referimos al funcionamiento de la ley de la oferta y la demanda que se concreta de  en unos precios, balanceados en torno al valor.

3). LA BOLSA COMUN DE BENEFICIOS DEL CAPITAL.

Si sumamos todas las plusvalías extraídas a los trabajadores en todas las empresas la cantidad resultante será igual a la suma de todos los beneficios del capital, llegándose a lo que llamábamos bolsa común de beneficios del capital. Decíamos también, que a esa bolsa, unas empresas contribuían con más plusvalía extraída a sus trabajadores y otras con menos. Pero esa bolsa común no se reparte en función de lo que cada capitalista ha extraído directamente de sus propios trabajadores, sino gracias a la existencia de una cuota media de beneficios por el capital invertido (desembolsado). Un capitalista, piensa que si se ha desprendido de una cantidad de dinero, eso debe darle un beneficio. Para él le es indiferente que provenga de la explotación de sus trabajadores, o que se deba a una situación favorable en el mercado. En consecuencia, los capitales se desplazan de donde se consiguen menos porcentaje de beneficios por el capital invertido, hacia donde se consiguen beneficios más altos. De esta forma se dan diferentes cuotas de beneficios para un mismo capital invertidos. Pero todos ellos pivotan sobre una cuota media de beneficios por el capital invertido. Por ejemplo, supongamos una empresa que paga salarios muy bajos con largas jornadas, pero para suministrarse de materias primas depende de otra empresa que no tiene competencia y que le fija precios muy altos de las materias primas. Entonces, lo que hace es extraer plusvalía a sus propios trabajadores para entregar una parte a la empresa proveedora de materias primas. Pero si el porcentaje de beneficios por el capital in[1]vertido de la empresa que súper explota a sus trabajadores todavía sigue aproximándose a los márgenes medios por el capital invertido, se considerará una cuota de beneficios normal. Por el contrario, si por mucho que explote a sus trabajadores su porcentaje de beneficios es extremadamente bajo, ese capital buscará otro campo de inversión para conseguir una cuota de beneficios que, más o menos, se aproxime a la media, o la supere. Es por eso por lo que la bolsa común de beneficios del capital se reparte en función de una cuota de beneficios media, no de lo que cada capitalista haya extraído di[1]rectamente a sus trabajadores. La fórmula que visualiza la cuota de beneficios por el capital invertido, se calcula dividiendo los beneficios, por el capital invertido, y si lo queremos expresar porcentualmente, multiplicándolo por 100. [1]

La formula de beneficios de cada capital particular es esta:

Beneficios particulares x 100 / Capital total invertido (capital fijo, materias primas, y otros gastos auxiliares, y salarios). Pero la cuota de beneficios media por los capi[1]tales invertidos en un país o área económica se puede expresar así:

Plusvalía total extraída a los trabajadores en un área económica o país x100 / Capital invertido en área económica o país (capital fijo, materias primas, gastos auxiliares, y salarios).

4).El capitalismo en su fase imperialista.

Fue Lenin, quien proporcionó la visión más conocida y ajustada del nuevo capitalismo que se había desarrollado desde los años finales del siglo XIX. En su obra “El imperialismo fase superior del capitalismo” Lenin explicó, que la tendencia a la concentración, que se encuentra inherente en el capitalismo, generalizó la forma de sociedad anónima para la gran producción; en abierto enfrentamiento con el limita[1]do capital de la empresa capitalista individual. Es aquí, en la posesión de acciones, donde se desarrolló el control• del capital financiero sobre el industrial. Lenin explico, que los lazos entre la industria y las finanzas son cada vez más estrechos. Así, decía Lenin, que los capitalistas individuales al frente de sus empresas se habían transformado en ‘’cortadores de cupón, en especuladores de bolsa, en rentistas, en definitiva en una casta parasitaria”. El beneficio se deriva ahora, de la rentabilidad de las empresas –cuya propiedad está repartida en millones de acciones entre los grandes capitales, y especulación bursátil; sin siquiera ocupar el lugar de dirección tradicional, del que se encargan ahora a los managers –gestocracia ara nosotros- Separando así la propiedad de la empresa, del control sobre la misma. En la época colonialista-imperialista -que Lenin analiza- “Los grupos de capitalismo mono[1]polista –cartels, sindicatos trusts-, dividen primero todo el mercado interior de un país, e imponen su control más o menos completo sobre la industria de ese país. Pero bajo el capitalismo el mercado nacional está necesaria[1]mente vinculado al mercado exterior; y el capitalismo creo ya tiempo un mercado mundial, y conforme la exportación de capital crece y las relaciones extranjeras y coloniales y las esferas de influencia de los grandes grupos monopolistas se expanden, las cosas gravitan natural[1]mente hacia un acuerdo internacional entre esos grupos, y hacia la formación de cartels internacionales……” El choque de intereses entre diferentes grupos por el reparto del Mundo provocó la I Guerra Mundial. La concentración de capitales ha continuado durante todo el siglo XX, e incluso cuando la mayoría de colonias consiguieron la independencia política nominal, la dependencia económica ha persistido. Este sometimiento de los países atrasados a los capitalistas desarrollados ha sido paralelo y complementario al crecimiento de los grandes capitales y consolidación de las hoy llamadas multinacionales. Gracias a la interconexión mediante acciones, las multinacionales han perdido el carácter casi nacional que tuvieron en los tiempos de Lenin y que provocó las dos guerras mundiales del siglo XX. Ahora predomina un capitalismo entrelazado, de carácter apátrida, aunque el liderazgo militar lo siga desempeñando EEUU, que ejerce de gendarme mundial para garantizar beneficios a ese capital apátrida.

Las multinacionales en la actualidad, más que empresas productivas en el sentido clásico, son plataformas para la inversión de capitales privados. ¿Cómo queda la cuota de beneficios por el capital invertido en el nuevo capitalismo apátrida?

Es evidente que la existencia de esas grandes empresas permite controlar los mercados, arrinconar a la ley de oferta y demanda, socavar el llamado “mercado libre”, y casi eliminar la “libre competencia”. Hay un debate sobre el peso de las multinacionales en la economía mundial; distintos estudios afirman que en Europa y España sobrepasa el 40%. En cualquier caso, son porcentajes importantes en los que cabe contar no solo su producción directa, sino la gran cantidad de empresas de todos los tipos y tamaños que giran en torno a su órbita. De esta forma, el cálculo de la cuota de beneficios por el capital invertido toma una forma muy diferente del analizado por Marx en un capitalismo en estado puro, y sometido al mercado y la ley de oferta y demanda.

Para empezar diremos, que Marx, consideraba que las empresas monopolistas por acciones, Añadiremos, para complicar las cosas, que en la actualidad esa bolsa común de beneficios del capital, que se repartía desigualmente, ya no es igual a la suma de todas las plusvalías extraídas a los trabajadores, sino que tiene dos componentes. Por una parte la plusvalía sacada a los trabajadores, y por otra parte, una aportación directa que la sociedad consumidora hace a esa bolsa común de beneficios del capital gracias a que muchos precios ya no están regulados por la ley de oferta y demanda, sino que son emanaciones de despacho para mantener una cuota de beneficios aceptable. Eso solamente es posible si se controla el mercado ya sea manteniendo el monopolio, u oligopolio sobre un producto, o fidelizando al consumidor a una marca (esa es la función del marketing). En esos casos el único contrapeso que tienen los precios fijados por las grandes empresas es la capacidad adquisitiva del consumidor, ya no es la competencia entre empresas. La sociedad es saqueada directamente para mantener los beneficios empresariales. Y sin embargo esto no hace que se incremente el valor social producido, pues esa aportación directa de la sociedad consumidora a la bolsa común de beneficios del capital, es equivalente a una reducción salarial, cuando se trata de necesidades básicas como electricidad, carburantes, determinados alimentos, y productos que entran en la composición de la fuerza de trabajo.

Pero cuando hablamos solo del control de pre[1]cios sobre materias primas, estamos hablando de repartos desiguales de la plusvalía extraída entre capitales diferentes (sean grandes o pequeños). Eso ni engrandece, ni reduce la bolsa común de beneficios del capital; aunque es cierto que hay empresas que manipulan los precios del mercado perjudicando a otras. A veces es difícil separar lo que es un sobrecoste que soporta la sociedad consumidora y que re[1]fuerza la bolsa común de beneficios del capital, de lo que simplemente es una distribución des[1]igual de beneficios empresariales que no altera la bolsa común de beneficios empresariales.

or otra parte, el capital ficticio se ha convertido en instrumento para medir “el valor” de las grandes empresas por acciones. Expliquemos esto con un ejemplo; esta vez sacado del mismo informe de Telefónica a sus accionistas: “Al 31 de diciembre de 2014, el capital social de Telefónica, S.A. está cifrado en 4.657.204.330 euros y se encuentra dividido en 4.657.204.330 acciones ordinarias de una única serie y de 1 euro de valor nominal cada una de ellas, Íntegramente desembolsadas, representadas por anotaciones en cuenta, que cotizan en el Mercado Continuo español (Dentro del selectivo Índice “Ibex 35”) y en las cuatro Bolsas españolas (Madrid, Barcelona, Valencia y Bilbao), así como en las Bolsas de Londres y Buenos Aires, y en las de Nueva York y Lima, en estos dos últimos casos, a través de ADSs, American Depositary Shares.” De las cuentas anuales e informe de Gestión correspondientes al ejercicio 2014 de TELEFONICA SA. Es decir, oficialmente el capital invertido en Telefónica son 4.657 millones de euros, por las que se emite el mismo número de acciones al valor nominal de 1 euro cada una de ellas. Pero como Telefónica ofrece una seguridad en la inversión, la cotización en las bolsas de valores por cada acción de Telefónica suele oscilar entre 10 y 14 euros. O sea, que el dueño de 1.000 acciones de Telefónica no es propietario de un capital invertido de 1.000 euros sino de entre 10.000, y 14.000. A eso Marx lo llamaba capital ficticio. Capital ficticio que puede servir perfectamente para cambiarlo por un producto real como por ejemplo un automóvil. Resulta que el capital ficticio se enfrenta a los productos reales en las mismas condiciones que el dinero emanado del trabajo productivo.

¿El que aumente el capital ficticio, o que unas cuantas empresas manipulen los precios hace que aumente la riqueza-valor real socialmente producida? En absoluto, lo que ocurre es que, sin producir nada, algunos capitales participan en el valor real acumulado en la bolsa común de beneficios del capital, que se forma a partir de la plusvalía extraída a los trabajadores en la producción de productos reales y al gravamen que se aplica a los productos de consumo social.

La economía capitalista –como decía Marx[1]sigue empeñada en ver la apariencia de las cosas, y dan el nombre de “riqueza”, tanto al valor de las mercancías creadas con el trabajo, como al dinero que es un medio de circulación y acceso a productos reales, o sea, de acceso al valor. La bolsa común de beneficios del capi[1]tal solo puede crecer a partir de la apropiación de trabajo ajeno (en sus dos formas), no puede crecer si unas empresas ganan mucho a costa de que otras ganen poco, ni por el hecho de la existencia de capital ficticio, ni mucho menos porque el control del mercado y la manipulación de precios perjudique a los beneficios empresariales de empresas. En estas condiciones, es evidente que conseguir una cuota de beneficios por el capital invertido se altera notablemente, porque aunque -como demuestra Marx- el valor no crece solo, los beneficios tienen ahora dos fuentes de origen, pero ambas siguen siendo apropiación de trabajo ajeno (y por tanto de valor ajeno), de una forma parecida a lo que era la venta de indulgencias para conseguir el perdón de los pecados, o la reventa a precios exagerados de entradas agotadas para un partido de futbol.

Además ¿Quién sabe cuál es realmente el capi[1]tal real invertido en una multinacional, cuan[1]do una parte muy importante de su “capital” declarado está compuesto por capital ficticio en forma acciones y expectativas de beneficios futuros a los que se les pone precio, como ocurre por ejemplo, con los derechos a comprar o vender una cosecha que todavía no se ha producido?. Por eso nosotros decimos que las multinacionales no son empresas capitalistas en sentido clásico, sino plataformas al servicio de la inversión de capitales privados e individuales para apropiarse de trabajo ajeno, y por tanto del valor producido con el trabajo de otros.

En síntesis, la cuota de beneficios media sobre la que se balancean los capitales invertidos sigue existiendo y se extiende ahora a los capi[1]tales monopolistas). No solo porque ocupen una parte quizás mayoritaria de la producción de un país capitalista, sino sobre todo, porque las grandes empresas no son ya empresas en el sentido clásico que analizó Marx, sino que son plataformas colectivas creadas para la inversión de capitales privados. En esas condiciones la cuota media por el capi[1]tal invertido es el resultado de la interacción de tres tipos de mercados: 1) el mercado clásico estudiado por Marx, y que afecta sobre todo a pequeñas y medianas empresas; 2) El mercado de las grandes empresas que ejercen una posición dominante, pero que producen bienes y servicios reales, aunque a precios que total o parcialmente eluden la competencia; 3) El mercado de valorizaciones (o conversión en mercancías de las expectativas de beneficios futuros), y acciones que se expresan en las bolsas. A este mercado las nuevas tecnologías prestan un servicio extraordinario al facilitar la compra y venta por el mundo de todo tipo de derechos (expectativas de beneficios futuros, acciones, bonos de los Estados, hipotecas etc.).

En su conjunto esos tres tipos de mercados se influencian mutuamente y participan en la bolsa común de beneficios del capital, cuyo importe sigue siendo igual al importe del trabajo ajeno apropiado, aunque por diversidad de vías. Hay estudios más detallados y pormenorizados de esos tres mercados, a los que aquí, por motivos de espacio, no podemos prestarles atención.

5) ¿Qué importancia tiene todo eso para acabar con el capitalismo? Nunca está de más tener siempre presente que en una economía cuyo sector motriz es la producción de medios de consumo de masas, si la gente tuviera la capacidad de compra suficiente para absorber toda la producción, no habría crisis económicas, pero también desaparece[1]ría el beneficio empresarial, la apropiación de trabajo ajeno, y por tanto el capitalismo.

Pero más allá de eso, la importancia de analizar las transformaciones que se van operando en el capitalismo –y quien sostenga que nada cambia, no ha entendido ni la dialéctica marxista, ni el ABC del marxismo-, tiene una importancia fundamental para conocer las contradicciones in[1]ternas y el funcionamiento del enemigo de clase al que nos enfrentamos. Funcionamiento que, por otra par[1]te, tiene influencia directa en nuestras condiciones de vida directas.

Pero todo ello la primera conclusión que se saca es que, por lo menos en los países capitalistas desarrollados, la clase social que controla el aparato del Estado ya no es una clase nacional burguesa que sobre la base de la explotación de su propia clase obrera se proyectaba en el merca[1]do mundial muchas veces en forma imperialista. Ahora se ha consolidado un capitalismo apátrida entrelazado por bloques, véase la composición del accionariado de Telefónica, (que por cierto, se ha unido al 50% con Lyberty Global, propietaria de la red de banda ancha más rápida del Reino Unido, y la mayor línea móvil de ese país).

En países de segundo orden, especialmente en Latinoamérica todavía existe una burguesía y pequeña burguesía nacional que sufre la bota del imperialismo y el capitalismo apátrida, ya que gran parte de sus burguesías no participan en las industrias estratégicas que están en manos de EEUU, y en menor medida de empresas españolas. Es por ello que en ocasiones se alzan contra el imperialismo, aunque solo con un programa patriótico de tipo keynesiano que procura no ahuyentar el incentivo para invertir en la extracción de plusvalía. En definitiva no pretenden acabar con el capitalismo, aunque lo llamen “socialismo del siglo XXI”. Pero en los países desarrollados de Europa y Japón ni la burguesía ni las pequeñas burguesías tradicionales pueden edificar ya un Estado, simplemente porque las industrias y servicios estratégicos que componen cualitativamente la mayor parte de la producción ya no están en sus manos, sino en la de oligarquías capitalistas nacionales entrelazadas con capital foráneo (es lo que llamamos capital apátrida) La mayor parte de la vieja burguesía no les queda más remedio que colocarse bajo el paraguas protector de las oligarquías apátridas; aunque tengan que pagar elevados cánones, por ejemplo por el suministro eléctrico, o tengan que mendigar en los bancos..

La clase obrera en los países capitalistas avanzados, con la lucha de los pueblos antiimperialistas aunque en ocasiones, estos últimos, no tengan una dirección claramente socialista. (Venezuela, antes Bolivia, Nicaragua, o la Argentina de los Kirchner). Cualquier retroceso del imperialismo y del capital apátrida a nivel mundial, contribuye a crear el marco general favorable para el avance del socialismo en cada país -incluso si es capitalista avanzado-, y la evolución de sus contradicciones internas permite que la cadena imperialista se debilite en ese eslabón. Otras de las consecuencias políticas que se saca de la evolución del capitalismo en los últimos decenios es que, ha variado la dirección y el contenido de una vieja consigna de Unidad Popular que tradicionalmente han mantenido los comunistas en países que no habían completado su revolución burguesa. Antes, se pretendía agrupar a la clase obrera, con una mayoría campesina, y un sector de las clases medias en vías de desaparición, y si acaso a una parte de la burguesía media. Ahora, con un 80% de asalariados productivos de bienes y ser[1]vicios, un 4% de empleados en la agricultura y un 10% de trabajadores autónomos sin asalariados, y cuya mayoría son trabajadores expulsados del mercado de trabajo debido a la cada vez menor necesidad de trabajadores asalariados, hay que replantearse los aliados potenciales de la clase obrera. Además, hay que considerar la consolidación de una gestocracia que vive de la apropiación del trabajo ajeno, pero adopta forma de salarios de escándalo, y tomar muy en serio los efectos que tiene la explotación del consumo social, por las empresas estratégicas sobre muchos sectores de la población. Por tanto la Unidad Popular en los países capitalistas solamente puede tener ahora una dirección directamente socialista. Al plantear una política anti-oligárquica, no solo se está reivindicando la independencia frente a una potencia imperialista opresora, sobre todo se está atacando directamente al capitalismo en su forma más avanzada, en su más alto grado de perfeccionamiento que no solo es apátrida, es también a quien se ven obligados a obedecer los Gobiernos (incluso de izquierda y keynesianos), y cuyo papel ha quedado reducido a proporcionar el marco jurídico, legal, e ideológico adecuado para el desarrollo de los beneficios de ese capital apátrida. No nos extenderemos, más sobre la importancia que puede tener estudiar las entrañas del capitalismo, no solo para trazar políticas de alianzas de clase, sino también para la consolidación de una orientación socialista en caso de toma del poder, y el proceso hacia la destrucción del viejo Estado de capitalismo oligárquico. Pues ya se sabe, al ser humano se le ha dado la facultad de transformar el mundo sobre la base de lo existente. Pero, si no conocemos lo existente no podremos transformar nada..

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sábado, 4 de marzo de 2023

La Agencia Tributaria sufre un ciberataque para robar información sensible de la ciudadanía

 

La Agencia Tributaria sufre un ciberataque para robar información sensible de la ciudadanía

TERCERAINFORMACION / 04.03.2023

El ataque a los servidores motiva la suspensión del teletrabajo temporalmente y bloquea las conexiones remotas que tenían los ordenadores con los que trabajan decenas de inspectores de Hacienda.


Sede de la Agencia Triburaria / Archivo

 

La Agencia Tributaria detectó este miércoles por la mañana un ciberataque que afectó de manera coordinada a los servidores de la entidad. La acción de los delincuentes fue detectada y abortada por los especialistas, dejándola solo en tentativa.

Conforme a la información publicada porGranada Hoy, el ataque podría haberse producido con el objetivo de robar información de las bases de datos de la Agencia Tributaria, en la que se almacena información fiscal, números de cuenta, información identificativa y otros datos de la población.

Según este órgano, los ciberdelincuentes no consiguieron su objetivo, aunque este intento ha llevado a detectar posibles brechas en los accesos y tomar una serie de decisiones para revisar y asegurar la seguridad de los sistemas, especialmente de aquellos que permiten las conexiones remotas que se usan para que los funcionarios puedan teletrabajar.

Suspendido el teletrabajo para inspectores de Hacienda

Una acción que sí ha tenido efectos desde que se produjo el ataque es la suspensión provisional y hasta nueva orden del teletrabajo, como consecuencia del bloqueo -por motivos de seguridad- de todas las conexiones remotas que tenían los ordenadores con los que trabajan los inspectores de Hacienda. De esta manera, atendiendo a la nota que han recibido los trabajadores de la Agencia Tributaria, deberán personarse en sus puestos de trabajo en las oficinas.

El ciberataque se produce, según ABC, semanas después de que la Agencia Tributaria hubiera solicitado un cambio de todas las contraseñas de acceso al sistema remoto para aumentar la complejidad de las claves y reforzar la seguridad de los accesos.

Por otra parte, hasta que la Agencia no encuentre un nuevo mecanismo de acceso que no comprometa la seguridad los funcionarios no podrán teletrabajar.

La Audiencia Nacional investiga el ciberataque que tuvo lugar en octubre de 2022 y cuya víctima fue el Punto Neutro Judicial, gestionado por el Consejo General del Poder Judicial. Se trata de la red de telecomunicaciones que conecta los órganos judiciales con otras instituciones del estado, permitiendo acceder a diversos datos sobre los investigados en una causa judicial.

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TERCERAINFORAMCION

Munich 2023

 

Delegados de todo el mundo se reunieron en Munich, Alemania, el 17 de febrero de 2023, para convocar una conferencia de seguridad con el mismo nombre que, desde su creación en 1963, ha operado bajo el lema "Paz a través del diálogo".


Munich 2023

Scott Ritter

El Viejo Topo

4 marzo, 2023 


Conferencia de seguridad de Munich 2023: un ejercicio de autoengaño occidental 


Delegados de todo el mundo se reunieron en Munich, Alemania, el 17 de febrero de 2023, para convocar una conferencia de seguridad con el mismo nombre que, desde su creación en 1963, ha operado bajo el lema «Paz a través del diálogo».

Durante tres días, los líderes mundiales participaron en lo que se conoce como «el Davos de la Defensa» (una referencia al Foro Económico Mundial realizado en Davos, Suiza), discutiendo temas de seguridad críticos del día.

Este año, como era de esperar, el conflicto ruso-ucraniano dominó la agenda. Sin embargo, lo que fue una sorpresa fue el énfasis que los participantes occidentales pusieron sobre la discusión cuando se trataba de formular una estrategia colectiva para lograr algún tipo de terminación del conflicto. De hecho, el tema dominante en Munich no fue simplemente cómo proporcionar más material al ejército de Ucrania, sino cómo hacerlo de una manera que intensifique el conflicto al desafiar las llamadas «líneas rojas» de Rusia, con respecto al apoyo occidental a Ucrania.

Por primera vez desde la década de 1990, Rusia no fue invitada a asistir a la conferencia. En cambio, se invitó a destacadas figuras de la oposición rusa, incluido el magnate petrolero exiliado Mijail Jdorkovsky, el campeón de ajedrez Gary Kasparov y Yulia Navalnaya, la esposa del líder de la oposición encarcelado Alexei Navalny. El presidente de la conferencia, Christoph Heusgen, explicó esta marcada desviación del principio de promover el diálogo al declarar que no quería ser visto como una plataforma para la propaganda rusa. Pero resultó que Heusgen cedió la palabra a los propagandistas occidentales.

El tema subyacente en Munich fue más allá de una escalada de apoyo a Ucrania y, en cambio, abarcó la provocación absoluta de Rusia. El presidente lituano, Gitanas Nauseda, marcó el ritmo de esta tendencia cuando, antes de la Conferencia de Seguridad de Munich, instó a los líderes occidentales a considerar proporcionar a Ucrania «ayuda militar esencial», como tanques, aviones de combate y misiles de largo alcance, a pesar de preocupaciones de larga data por parte de Occidente de que la provisión de dicha ayuda sería vista por Rusia como evidencia de la participación directa de las partes proveedoras en el conflicto. “Estas líneas rojas”, declaró Nauseda, “deben cruzarse”.

En el momento justo, el presidente de Ucrania, Volodymyr Zelensky, inauguró la conferencia con un llamamiento, entregado por video y diseñado para subrayar un sentido de urgencia.

«Tenemos que darnos prisa«, declaró Zelensky. «Necesitamos velocidad: velocidad de nuestros acuerdos, velocidad de nuestra entrega, velocidad de las decisiones para limitar el potencial ruso. No hay alternativa a la velocidad porque es la velocidad de la que depende la vida», dijo Zelensky, y concluyó que «no había alternativa a una victoria ucraniana«.

Pero las exhortaciones de Zelensky a la velocidad parecieron caer en saco roto cuando se trataba de dos de los líderes más importantes de Europa. Tanto Olaf Scholz de Alemania como Emmanuel Macron de Francia subrayaron que, desde su perspectiva, el conflicto en Ucrania no terminaría pronto. «Creo que es prudente prepararse para una guerra larga«, señaló Scholz en sus comentarios en la conferencia, un sentimiento del que Macron se hizo eco al decir que Europa debería prepararse para un «conflicto prolongado en Ucrania«.

Al declarar que ahora «no era el momento para el diálogo«, Macron instó a sus compañeros asistentes a la conferencia a la acción. “Necesitamos absolutamente intensificar nuestro apoyo y nuestro esfuerzo a la resistencia del pueblo ucraniano y su ejército”, dijo Macron, y “ayudarlos a lanzar una contraofensiva que es la única que puede permitir negociaciones creíbles, determinadas por Ucrania, sus autoridades y su gente

Existe una desconexión fundamental entre los impulsos frenéticos del presidente Zelensky y los enfoques a largo plazo adoptados por Scholz y Macron que apuntan a una atmósfera general de autoengaño que parecía dominar la Conferencia de Seguridad de Munich.

Mientras que la vicepresidenta de EE. UU., Kamala Harris, habló de llevar a los líderes rusos «ante la justicia» por presuntos crímenes de guerra en Ucrania, el ejército ucraniano está siendo aplastado sistemáticamente en los campos de batalla del este de Ucrania, suelo que ahora Rusia reclama como propio. El actual comandante militar de la OTAN, el teniente general Christopher Cavoli, ha descrito estas batallas como «fuera de proporción» con respecto a los planes y capacidades de la OTAN en términos del «alcance y escala» de la violencia perpetrada sobre el terreno por ambas partes en conflicto.

Sin embargo, en lugar de aceptar la inevitabilidad de una derrota militar ucraniana, Cavoli informó a los legisladores estadounidenses al margen de la Conferencia de Munich que, en su opinión, Ucrania debería contar con aviones a reacción modernos, incluidos cazas F-16, y misiles de largo alcance capaces de atacar objetivos en las profundidades del territorio ruso. Estas armas, dijo Cavoli, permitirían a Ucrania luchar en lo que denominó «la lucha profunda», cambiando el énfasis de los combates mortales en el punto de enfrentamiento directo a una nueva guerra en la que Ucrania interrumpiría el esfuerzo bélico ruso al atacar el cuartel general y el suministro, líneas profundas detrás de las líneas del frente.

En resumen, Cavoli estaba esbozando una estrategia de escalada que cobró vida gracias a las exhortaciones anteriores del presidente lituano, Gitanas Nauseda, de cruzar todas las «líneas rojas» cuando se trataba de apoyar a Ucrania.

Pero la simple retórica no puede cerrar la enorme brecha que existe con la realidad. Las palabras, especialmente en un ambiente como el de la Conferencia de Seguridad de Munich de este año, donde se ha abandonado toda pretensión de diálogo en favor de la construcción de un eco pro-occidental, resuenan de una manera que promueve un sentido artificial de sustancia. Pero a menos que estas palabras estén respaldadas por una acción concertada, no tienen peso y pronto se disiparán en la nada.

En resumen, esta es la realidad del Consejo de Seguridad de Munich: un ejercicio de autoengaño, similar en construcción a las discusiones alrededor de la mesa de conferencias en los últimos días de la Batalla de Berlín en 1945, en la que Adolf Hitler movió ejércitos imaginarios en un vano esfuerzo por obtener la victoria ante la inevitabilidad de la derrota.

El hecho es que no hay tanques, ni misiles de largo alcance, ni aviones de combate disponibles en un marco de tiempo realista que pueda ayudar a Ucrania a revertir el deterioro de su postura militar frente a Rusia. Las demandas de urgencia de Zelensky reflejan un reconocimiento creciente de su parte de que, si se deja en la trayectoria actual, la guerra con Rusia terminará pronto, tal vez en agosto de 2023. La incapacidad y/o la falta de voluntad por parte del ejército occidental y el liderazgo civil para hacer coincidir sus declaraciones de apoyo con la línea de tiempo de Zelensky demuestra un divorcio absoluto de la realidad por parte de quienes se reunieron en Munich, o bien el cinismo de quienes conocen el trágico destino que les espera a aquellos que afirman apoyar.

La dura verdad que los participantes de la Conferencia de Seguridad de Munich saben, pero no lo pueden decir, que no hay esperanza para una victoria ucraniana sobre Rusia.

Fuente: el espía digital.

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La falacia de las renovables y el cambio climático

 

La falacia de las renovables y el cambio climático

 

Por Manuel Casal Lodeiro 

Rebelion

| 03/03/2023 | 

 

Fuentes: CTXT [Imagen: Molinos de viento en Muras, Galicia. SANTI VILLAMARÍN]


Entre el posicionamiento falaz del “son imprescindibles” y una oposición completa del tipo “no debemos instalar ninguna”, existe un enorme trecho donde se debe ubicar la racionalidad y, sobre todo, la auténtica democracia

Afirmar que las energías renovables son la solución al cambio climático se ha convertido en un lugar común. Sin embargo, ante la expansión acelerada de su instalación conviene preguntarnos si tras ese lugar común existe una realidad contrastable o estamos, por contra, ante un mito más de eso que se ha venido en llamar la descarbonización de nuestras sociedades.  

Porque no es solamente nuestra clase política a la que escuchamos decirnos que “necesitamos instalar energías renovables”, sino que incluso no pocos sectores del ecologismo aseveran que necesitamos instalar de forma “masiva y rápida” grandes estructuras de lo que llaman renovables, pero que sería mejor denominar, para ser precisos y evitar un peligroso autoengaño, sistemas no renovables de captación temporal de flujos de energía renovable (SiNRER o simplemente pseudorrenovables). Si no lo hacemos, llega a afirmar algún conocido divulgador, las consecuencias serán “sequías, incendios, clima extremo” que arrasarán con “nuestros campos y nuestra biodiversidad”.

Analicemos, pues, si este tipo de afirmaciones se sostiene en un razonamiento lógico basado en la ciencia. En primer lugar, si queremos combatir un caos climático causado por las emisiones de efecto invernadero, la solución que debería aparecer como más obvia consistiría en lo que nos lleva diciendo décadas la gente de ciencia: primero, la reducción de dichas emisiones, esto es, dejar de emitir CO2, CH4, N2O y el resto de gases que están reteniendo un calor excesivo en nuestra atmósfera. Y, en segundo lugar, como estrategia complementaria, intentar capturar la máxima cantidad posible de los gases ya emitidos por encima de los niveles presentes en la atmósfera preindustrial, es decir, retirarlos de la atmósfera, secuestrarlos, como se suele decir, en las formas más seguras y permanentes posibles. 

Si queremos combatir un caos climático debemos capturar la máxima cantidad posible de gases ya emitidos por encima de los niveles preindustrial

Pues bien, entonces la prueba del algodón para saber si las pseudorrenovables sirven realmente para combatir el cambio climático sería preguntarnos, en primer lugar, si reducen las emisiones. ¿Construir, instalar y operar una turbina eólica, por ejemplo, retira carbono de la atmósfera? ¿Lo hace un panel fotovoltaico? La respuesta es que no, no están hechos con ese objetivo, sino para generar electricidad a partir de la captación que realizan de flujos de energía presentes en la Naturaleza. De hecho, para su construcción se necesita quemar cantidades importantes de combustibles fósiles, lo cual contribuye… ¡a empeorar el cambio climático! Precisamente una instalación “masiva y en tiempo récord” como la que reclaman algunos, de este tipo de SiNRER lo que causaría es una aceleración de las emisiones y un empeoramiento a corto plazo de la perturbación climática, como ha señalado, entre otros, un equipo experto en la modelización de los diversos caminos hacia una Transición Energética, el grupo GEEDS (Grupo de Energía, Economía y Dinámica de Sistemas) de la Universidad de Valladolid.

Descartado, pues, que las mal llamadas renovables contribuyan a combatir el caos climático de esta primera manera, quedaría responder a una segunda pregunta: ¿pueden capturar carbono de la atmósfera? La respuesta, de nuevo, es evidente: no pueden hacerlo puesto que no están diseñadas para eso. Retirar carbono es algo que tan sólo pueden hacer ciertas partes de la biosfera (los árboles, un suelo vivo, las turberas, etc.) o, al menos en teoría, ciertos artilugios y sistemas inventados o por inventar por los seres humanos con dicho fin, y que se suelen denominar en la bibliografía técnica y en los documentos del IPCC, sistemas CCS (carbon capture and storage). Pero los eólicos, las placas solares, etc. no son CCSs. Así pues, tampoco ayudan retirando emisiones.

La conclusión entonces es clara: las instalaciones de las llamadas energías renovables (en realidad pseudorrenovables, puesto que requieren materiales y energías no renovables para su construcción y sustitución) no sirven para combatir el cambio antropogénico del clima que nos está conduciendo a la extinción. Pero entonces, ¿cómo se explica que sectores del ecologismo, incluso divulgadores científicos de prestigio, activistas y prácticamente toda la clase política al unísono coincidan en defender esa falacia y, en consecuencia, reclamar políticas de implantación masiva de eólicos, fotovoltaica y sistemas asociados como el hidrógeno o el coche eléctrico?

Retirar carbono es algo que tan sólo pueden hacer ciertas partes de la biosfera (los árboles, un suelo vivo, las turberas)

Para responder a esto debemos fijarnos en ciertos supuestos que sostienen esa postura y que, hay que señalarlo, no tienen fundamento científico, sino que son hipótesis técnicas no demostradas, mitos culturales o posicionamientos puramente ideológicos. El primero de ellos sería la creencia de que las energías renovables sustituyen a las fósiles, cuya quema, como es sabido, es la principal fuente antropogénica de emisión de carbono a la atmósfera. Según esta hipótesis, cuantas más instalaciones fotovoltaicas o eólicas tenemos, menos GEI emitimos porque la combustión del petróleo, el gas fósil o el carbón se vería sustituida por la energía que pasamos a obtener de las SiNRER. Esto, que suena lógico en principio, en realidad no se apoya en hechos que demuestren que por cada nuevo aerogenerador, por cada nuevo panel solar, se cause el cierre de alguna planta de carbón o hagan que alguna petroquímica deje de usar petróleo o que desaparezca alguna fábrica de fertilizantes a base de gas fósil. De hecho, lo que cualquier dato estadístico a nivel nacional o mundial puede mostrarnos es que el crecimiento de consumo de fósiles continúa con independencia del crecimiento paralelo de las instalaciones pseudorrenovables. Para que esta primera hipótesis se convirtiese en realidad, debería existir algún tipo de regulación que obligase a reducir el consumo total de fósiles en una medida mayor al consumo de esos mismos fósiles que se requiere para instalar las SiNRER, pero no existe ninguna regulación de ese estilo. Y, en el caso de que algún día llegasen a existir una legislación y un descenso semejantes, sería esa reducción forzada por la Ley la que estaría combatiendo el CC y no el despliegue de las llamadas renovables, que, a lo sumo, podríamos decir que a lo que ayudan es a mantener el nivel de energía disponible, o al menos parte del mismo, que perdemos al prescindir de las fósiles.

Si continuamos escarbando en los argumentos en los que se apoya la falacia renovable, veremos que la supuesta sustitución parte de otra asunción sin fundamento sólido: que podemos electrificar todos los usos actuales de las energías fósiles. Pero esa electrificabilidad total no está demostrada. Sí que es cierto que una parte de los usos actuales del petróleo, del gas y del carbón pueden ser modificados, mediante adaptaciones industriales y sociales más o menos costosas, para funcionar con esa electricidad que –olvidan explicar los defensores de esta vía– es el único formato energético que son capaces de producir las SiNRER, que por este motivo son denominadas también REI (Renovable Eléctrica Industrial, siguiendo a Antonio Turiel). Pero la cuestión clave aquí es que existen otros usos críticos de la energía fósil para los que la electricidad, por mucha que generásemos, no serviría, e incluso su almacenamiento concentrado en forma de hidrógeno estaría fuertemente limitado por condicionantes físicos que estamos muy lejos de superar, si es que alguna vez lo conseguimos. La producción de cemento en altos hornos, el transporte aéreo o la producción de muchos tipos de plásticos serían algunos de estos usos difícil o imposiblemente electrificables.

Otra asunción que subyace aquí es la de que podemos (y debemos) mantener una civilización como la actual, es decir, de tipo eminentemente industrial, hipercompleja y con unos niveles de consumo energético y material elevadísimos. Así, como sabemos que no nos queda otra que dejar de quemar fósiles (por el doble motivo de que destruyen el clima y de que se agotan), y esto va a implicar una pérdida de energía primaria del 80%, aproximadamente, a escala mundial, nos dicen que necesitamos instalar renovables, porque dan por hecho el posicionamiento ideológico de que queremos mantener este tipo de civilización, junto con la hipótesis no demostrada, de que podemos hacerlo. No obstante, no faltan motivos para dudar mucho de la factibilidad de ese mantenimiento de un tipo de sociedad que nació con los combustibles fósiles, se desarrolló a su medida y se mantiene gracias a su flujo creciente año tras año, desde hace más de siglo y medio. Por no mencionar la cuestionable deseabilidad de tal mantenimiento de una sociedad capitalista que demostró su carácter injusto, insano y destructivo basado en la explotación creciente de la Naturaleza, de los pueblos y de las mentes y cuerpos de los seres humanos. Quiere esto decir que únicamente podremos afirmar que necesitamos masivas instalaciones fotovoltaicas, eólicas, etc. si podemos y queremos mantener una civilización industrial y capitalista del crecimiento perpetuo. Lo único que reclama y necesita más y más energía es el capitalismo, no las necesidades humanas, y mucho menos las necesidades de la Biosfera.

Y, finalmente, incluso partiendo de que aceptásemos todos los supuestos anteriores, la falacia de las masivas renovables como necesidad ineludible para luchar contra el cambio climático seguiría fallando por el simple hecho de que las considera realmente renovables. Pero no existe ni un solo panel fotovoltaico en el mundo, ni un solo aerogenerador en parte alguna, que se hayan construido usando únicamente electricidad de origen renovable y materiales reciclados o renovables. Ni los hay ni los podemos esperar, tanto por el agotamiento acelerado de los minerales primarios como por el costo energético prohibitivo que tendría acercarnos a tasas suficientes de reciclaje como para hacer algo semejante a escala masiva.

El crecimiento de consumo de fósiles continúa con independencia del crecimiento paralelo de las instalaciones pseudorrenovables

¿Quiere todo esto decir que debemos rechazar totalmente las llamadas energías renovables? Aunque esta suele ser una acusación que lanzan contra sus críticos algunos creyentes en las falacias renovables que acabamos de describir, no es así en absoluto. Entre el posicionamiento falaz del “son imprescindibles y además de manera masiva” y una oposición completa del tipo “no debemos instalar ninguna”, existe un enorme trecho donde se debe ubicar la racionalidad y, sobre todo, la auténtica democracia. Porque es esto, y no otra cosa, lo que en el fondo están reclamando los movimientos de oposición a los macroproyectos de renovables: democracia y soberanía energéticas, es decir, la capacidad de decidir qué tipo de energía, cuánta y para qué. Además, una descarbonización, para ser racional, debe huir de autoengaños y partir de un realismo que reconozca que lo único que combate el cambio climático es dejar de emitir GEI, y que eso implica dejar de quemar petróleo, gas y carbón, punto. Y que reconozca, así mismo, las implicaciones ineludibles de trasformar completamente nuestro modelo de civilización: aceptar un declive global de la disponibilidad de energía hasta llegar a los niveles que puedan proporcionarnos unas auténticas renovables (las que llama Luis González Reyes las R3E, energías realmente renovables y emancipadoras, concepto que incluye las renovables no eléctricas que defiende Turiel); relocalizar la vida y la economía para poder satisfacer las necesidades locales con energías y materiales locales; abandonar el capitalismo como paradigma único que determine la organización social, para decidir democráticamente qué otros tipos de modelos queremos construir en cada país; desarrollar (esto sí) de manera masiva la agricultura ecológica, de manera correctamente planificada y adaptada a cada territorio, contando con los factores ya inevitables del caos climático, para asegurar una soberanía y resiliencia alimentarias como primer objetivo social; desarrollar toda una nueva estructura de relaciones internacionales basada en la justicia y en la compensación a los pueblos por la deuda histórica y climática; así como toda una serie de medidas de profunda y rápida trasformación social hacia sociedades pospetróleo, poscrecimiento y poscapitalistas como las que vienen proponiendo movimientos como el Decrecimiento o el Ecosocialismo ecofeminista y consciente de los límites del planeta. 

Será solamente entonces, sobre esta base de una nueva realidad material y social, que podremos formular entre todas y todos, cuántas turbinas eólicas, paneles fotovoltaicos, coches eléctricos o barcos de hidrógeno necesitamos construir. Pero llegados ahí ya no lo haremos con la falsa ilusión de estar “luchando contra el cambio climático”, sino que, con el freno ya puesto a este peligro en una sociedad que ya no necesitará crecer y que consumirá muchísima menos energía, podremos decidir si necesitamos ese tipo de tecnologías para satisfacer necesidades reales y concretas de las comunidades o si estas ya no merecen la pena.

Manuel Casal Lodeiro es coordinador del Instituto Resiliencia.

Fuente: https://ctxt.es/es/20230201/Firmas/42197/Manuel-Casal-Lodeiro-energia-renovable-cambio-climatico-medioambiente-combustibles-fosiles.htm

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viernes, 3 de marzo de 2023

Tiburones al acecho

 

Las pensiones son un bocado demasiado apetitoso para que los oligarcas occidentales no quieran apoderarse de él. Llevan años intentándolo y ahora, con la excusa de que quien manda es la Unión Europea, empieza una nueva batalla. Y tiene mala pinta.


Tiburones al acecho


Ildefonso Suárez Garrido

El Viejo Topo

3 marzo, 2023 

 


Planes de Pensiones de Empleo: Trampas para favorecer su impulso y desarrollo o cómo hacer obligatoria su suscripción.

Viene el título a cuenta de la respuesta que el gobierno ha dado a una pregunta parlamentaria presentada en el Congreso por el diputado J.Baldoví de COMPROMÍS, a petición de COESPE (Coordinadora Estatal por la Defensa del Sistema Público de Pensiones), y a cuenta de los llamados Planes de Pensiones de Empleo (PPE) aprobados por las Cortes a mediados del año pasado[1].

Dichos planes forman parte del llamado segundo pilar de las pensiones[2] y consisten, en esencia, en un fondo de capitalización individual que se va formando con las aportaciones que la empresa, por cuenta del trabajador/a, y éste mismo, efectúan mensualmente. Estos fondos serán administrados e invertidos por entidades financieras privadas que cobrarán su correspondiente comisión anual. Cuando la persona trabajadora alcance la edad de jubilación, recuperará este fondo individualizado en forma de renta mensual o mediante el rescate de todo lo acumulado (capital + intereses, si los hay). Los PPE han de ser pactados bien en los convenios colectivos, bien en las plataformas de trabajadores/as autónomas, bien en las mesas sectoriales de la función pública. En el argumentario del ministro de Seguridad Social y Migraciones, Escrivà, se proclama que el objetivo es que, en un futuro próximo, el 60% de los trabajadores por cuenta propia o ajena del país suscriban un PPE y que, en conjunto, alcancen los 300.000 millones de euros en depósito. Un negocio redondo para las entidades financieras que podrían “cobrar” en comisiones hasta casi 3.000 millones de € anuales, como veremos más adelante. Lógicamente, su rentabilidad depende de los vaivenes de la Bolsa, del acierto en las inversiones de las entidades privadas gestoras, y de que éstas no quiebren y desaparezcan, ya que en la propia Ley se establece que los PPE “no cuentan con la garantía del estado[3].

Ahora bien, desde COESPE nos preocupaba que el reglamento definitivo[4] de los mismos no fijara ningún procedimiento para que la persona trabajadora que no quisiera ser partícipe de un Plan de Pensiones de Empleo aprobado en Convenio Colectivo pudiera incorporar a su nómina bruta la aportación que la empresa dejaría de ingresar al fondo en cuestión.

De ahí, la pregunta parlamentaria nº 248422 de 16-12-2022 que, en resumen, pedía aclaraciones sobre:

¿Podrán las personas trabajadoras por cuenta ajena no ser partícipes de una Plan de Pensiones de Empleo Simplificado (PPES) al que se ha adherido la empresa para la que trabajan?

Si fuera el caso, un trabajador o trabajadora que renuncie a ser partícipe de un PPES suscrito por su empresa, ¿ha de recuperar y ver abonado en su nómina el importe bruto de la aportación empresarial por cuenta del trabajador a dicho PPES?

¿Qué ocurriría si una empresa está adscrita a un fondo de pensiones de empleo, pero el trabajador no quiere ser partícipe y preferiría cobrar la aportación de la empresa por cuenta del trabajador como parte de su salario bruto?

Analicemos, antes de conocer la respuesta, el por qué puede no interesar suscribir (ser partícipe, dice la ley) un plan de pensión de empleo, sobre todo, en el caso de los salarios más bajos. Si se aportan 50 euros al mes durante 30 años a estos fondos, en el momento de la jubilación y en el mejor de los casos (que la empresa de gestión privada haya hecho una inversión fabulosa con el 2% de interés acumulado anual), la pensión complementaria sería de entre 95€ y 100€ al mes, ¡como mucho! durante los 17 años de vida media que le quedaran por vivir[5]¡Eso, si no quiebra antes la empresa gestora! Y sin posibilidad de que el futuro pensionista, durante 30 años, haya podido disponer de “su” fondo que sí ha servido para que la empresa gestora privada haya ido cobrando todos los años su correspondiente comisión. Por incidir en el tema, en el último convenio firmado de la Construcción se ha acordado iniciar la formalización de uno de estos Planes con la aportación del 1% del sueldo bruto. Un 1% que en el caso del salario medios de los albañiles llegaría a los 20€ mensuales o 240 € al año. Con esa aportación alcanzarían una pensión complementaria entre 35€ y 40€ mensuales (14 pagas anuales), tras 30 años de trabajo. De pena.

Desde luego, no parece muy apetecible la perspectiva para quienes tengan sueldos bajos y prescindir en el presente de 20€, 30€ o 50€ es un gran sacrificio. Seguro que preferirían ir cobrando mensualmente en su nómina la aportación al plan y confiar en el sistema público de pensiones que asegura una mayor rentabilidad a sus cotizaciones en las pensiones contributivas.

La respuesta a la pregunta parlamentaria, que tardó un par de meses, ha sido, por una vez, meridianamente clara:

“..cuando en el acuerdo o convenio colectivo se haya establecido la incorporación de los trabajadores directamente al plan de pensiones, se entenderán adheridos al mismo; salvo que el acuerdo o convenio colectivo prevea que, en el plazo acordado a tal efecto, los trabajadores puedan declarar expresamente por escrito a la comisión promotora o de control del plan, que desean no ser incorporados al mismo.” 

“Será el propio acuerdo o convenio colectivo en el que se fijaron los términos de formalización de los planes de pensiones de empleo, el que determine si las contribuciones empresariales que se han dejado de realizar en favor de sus trabajadores/as en su condición de partícipes del plan de pensiones de empleo, al no ser trabajadores/as partícipes, se abonan en sus nóminas como parte del salario bruto o no.

Entonces, ¿qué ocurrirá si la persona trabajadora no quiere ser partícipe del Plan? Pues que, en la práctica, no podrá negarse y se verá “obligada” a suscribirlo. ¿Y esto por qué?

Al menos por dos razones:

  • Porque, por defecto, será adscrita a él si no renuncia por escrito[6], es decir, en lugar de solicitar adscribirse (sería lo lógico), ha de “hacerse notar” en que no quiere hacerlo. Además, tendrá que resistir la presión del empleador y de sindicatos que firmaron el convenio (y que controlan el fondo del Plan de Pensión a través de su Comisión de Control[7]). A ellos les interesa que haya cuantos más fondos y más partícipes. ¡Y esto siempre que tal posibilidad haya sido prevista en el convenio! ¡Si no lo ha sido, no podrá renunciar!
  • Porque el gobierno, consciente y voluntariamente, no ha reglamentado[8] la posibilidad de que quien renuncie a adscribirse al plan pueda incluir en su nómina bruta la cantidad que el empleador ya no aportaría al plan (aportación siempre por cuenta del trabajador). Vuelve a quedar al arbitrio de sindicatos y empresarios incluir esta posibilidad en el convenio de turno. ¡Y si no está incluida, nadie renunciará porque si así hiciera ni habría aportación al plan, ni cobraría dicha aportación en su nómina!

En resumen, se va a imponer la voluntad de sindicatos y patronal sobre la libre decisión de las personas trabajadoras en participar o no en estos Planes de Pensiones de Empleo.

La razón última de esto no se nos escapa: favorecer (imponer) la creación y expansión de estos planes que, no hay que olvidar, tienen además incentivos fiscales e impositivos tanto para el empresario como para quienes, con sueldos e ingresos altos, pueden hacer mayores aportaciones. Nos dirán que son una imposición de Bruselas, parece que ligados a la consecución de determinados fondos Next Generation[9]. Pero aun aceptando esta premisa, la UE no obliga a que se dificulte poder renunciar a estos planes para fomentarlos, ni obliga a darles incentivos[10] que benefician a pocos y perjudican a la mayoría. También serán un gran negocio para el oligopolio financiero al haber conseguido aumentar, con el mismo reglamento, hasta un 0,95%[11] las comisiones que podrán recibir las entidades gestoras de fondos. Todo esto es una opción de cada gobierno, de los partidos que aprueban están leyes y de los sindicatos que las apoyan.

La responsabilidad del gobierno se dirime, entre otros parámetros, en las elecciones. La de los sindicatos en su utilidad para mejorar las condiciones del trabajo, su remuneración y las futuras pensiones. A estos últimos les sobreviene una gran decisión, empezando por su cooperación o no en la proliferación de este tipo de pensiones privadas complementarias y terminando por incluir o no en los Convenios y estatutos de los Planes la posibilidad de que se pueda renunciar a ellos y cobrar en nómina la aportación que el empresario ya no ingresará.

Desde COESPE consideramos que estos planes son un “caballo de Troya” en el Sistema Público de Pensiones, reducirán los ingresos del sistema, dividirán al mundo del trabajo entre los que más puedan aportar a los Planes y los que no puedan aportar nada y hará aflorar una multitud de órganos administradores de todos estos planes que, a su vez, serán caldo de cultivo de posibles corruptelas. El resultado último será debilitar, de facto y a largo plazo, el sistema público de pensiones en beneficio de los sectores financieros que gestionarán los Planes de Empleo.

De todo ello, gobierno, patronal y sindicatos tendrán que responder ante el conjunto social, las personas trabajadoras, COESPE y todos los movimientos pensionistas. Y aún más en año electoral.

Notas

[1] Ley 12/2022, de 30 de junio, de regulación para el impulso de los planes de pensiones de empleo.

[2] El primer pilar es el Sistema de Pensiones Público, el segundo las pensiones que se obtendrían mediante la constitución de un fondo financiero individual vehiculado por Convenios y acuerdos a través de las empresas y el tercero los instrumentos financieros de ahorro privado con vistas a la jubilación.

[3] Estos Planes de Pensiones de Empleo ya están muy extendidos. En España están ya presentes, minoritariamente, en grandes empresas del sector de comunicaciones y energético. En Suecia sí cuentan con una rentabilidad mínima garantizada porque el administrador es el Estado. En cambio, en Reino Unido al igual que sucederá en España, son de gestión puramente privada y recientemente han tenido que ser “ayudados/rescatados” por el Estado Británico por las grandes pérdidas que han sufrido en la reciente crisis económica. El caso más flagrante se ha dado en Chile. Allí la dictadura militar impuso (salvo a los militares) este tipo de pensiones que han devenido en una verdadera ruina para los pensionistas por rentabilidades negativas y fraude en las empresas gestoras.

[4] Real Decreto 885/2022, de 18 de octubre, por el que se modifica el Reglamento de planes y fondos de pensiones

[5] A cifras constantes de hoy, sin tener en cuenta la inflación y el, consiguiente aumento de la aportación y de la pensión complementaria correspondiente.

[6] Artículo 4.1.a) del TRLPFP (Texto refundido de la Ley de Regulación de los Planes y Fondos de Pensiones)

[7] Recordemos que dicha Comisión de Control estará formada paritariamente por representantes de la Patronal y de los sindicatos “más representativos” del sector.  Artículo 73 de la Ley de Impulso de los Planes de Pensiones de Empleo. (Ley 12/2022, de 30 de junio). Dicha Comisión, si los estatutos del Plan Simplificado de Empleo lo contemplan, podrá percibir dietas o asignación económica por su labor. También los estatutos pueden decidir que no tingan ningún tipo de percepción.

[8] Reglamento de Planes y Fondos de Pensiones (RD 885/2022)

[9] Fondos aprobados por la UE para paliar la reciente crisis económica ligados a la consecución de determinados “hitos” establecidos en el Plan de Recuperación y Resiliencia de España.

[10] Hasta casi 400€ en cotizaciones empresariales, hasta el 10% reducción Impuesto de Sociedades y hasta 8.500€ en reducción base imponible IRPF. Ley 12/2022 de 30 de junio.

[11] Artículo 107 del Reglamento de Planes y Fondos de Pensiones (RD 885/2022)

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Publicado en el Boletín Oficial de Andalucía el plan que habilita la privatización de la Atención Primaria

 


Publicado en el Boletín Oficial de Andalucía el plan que habilita la privatización de la Atención Primaria

 

Publicado el 3 de marzo de 2023 / Por Redacción Kaosenlared

 

Se ha publicado la nueva orden de tarifas en Andalucía, la cual permite la concertación de consultas de Atención Primaria con proveedores de servicios sanitarios privados.

Ya se publicó en el Boletín Oficial de la Comunidad la orden de la Junta de Andalucía, se abrió la puerta a la privatización de la Atención Primaria.

El presidente de la Junta, Juanma Moreno, ya ha comenzado de manera inexorable la “privatización” de la atención primaria una vez que se ha hecho oficial la publicación de la nueva orden de tarifas que permite concertar consultas de atención primaria con la sanidad privada.

El BOJA ha publicado la orden del Ministerio de Sanidad y Consumo que tiene por objeto establecer tarifas para los convenios y contratos que el Servicio Andaluz de Salud (SAS) suscriba con entidades, tanto públicas como privadas, para la prestación de asistencia sanitaria -incluida la atención primaria- en centros de salud.

Según la Coordinadora Antiprivatización de la Sanidad, CAS-Estatal “El brutal deterioro de las condiciones de trabajo en Atención Primaria (a partir de ahora A.P.) ha sido algo paulatino, paralelo al proceso de privatización y desmantelamiento que se inició en 2004.El colaboracionismo de sindicatos y partidos políticos de “izquierda” permitieron hacer el “trabajo sucio” sin oposición al PP.

La orden de 23 de febrero de 2023, por la que se actualiza y desarrolla el sistema para presupuestar y tarificar los convenios y contratos que el Servicio Andaluz de Salud suscriba para la prestación de asistencia sanitaria en los centros de salud, entrará en vigor hoy viernes 3 de marzo, tras su publicación en el BOJA.

CAS- Estatal:El incremento de las listas de espera puede incluso beneficiar económicamente a determinadas élites médicas (peonadas fuera de su jornada ordinaria para sacar actividad atrasada), a los propios centros privados (incremento de los conciertos), y a los seguros privados, que no dejan de aprovechar cualquier oportunidad para seguir empujando a sectores de las clases medias hacia su negocio

Según información de agencias,  la orden incluye un anexo con las tarifas máximas establecidas para los servicios sanitarios sujetos a convenio y contrato. Incluye un bloque de procedimientos quirúrgicos que podrían ser objeto de contratación, así como otro de pruebas diagnósticas, otro de estancias hospitalarias y otro de consultas, donde las tarifas máximas de 65 euros para consultas de Atención Primaria, 150 euros para consultas iniciales, 90 euros para consultas posteriores, y 215 euros para consultas de “alta resolución”.

CAS- Estatal: “No hay más dinero, imposible incrementar el presupuesto para la sanidad pública en 2023”, repiten  las y lo responsables de las comunidades autónomas. El dinero lleva años desviándose hacia empresas privadas, hasta el punto de que ya en 2018.

La orden señala que “estas tarifas máximas corresponden a consultas realizadas en las instalaciones de las empresas adjudicatarias”, por lo que en el caso “de que la prestación del servicio no se realice en dichas instalaciones, la tarifa máxima se reducirá al 35%”.

Las tarifas establecidas para los procedimientos diagnósticos van desde los 31,8 euros de determinadas ecografías hasta los 1.749 euros de un PET-TAC Fluor PSMA (Prostate-Specific Membrane Antigen).

El importe máximo fijado por un día de hospitalización en planta que se contrate para estancias de uno a siete días es de 215 euros, 150 euros diarios para estancias de ocho a 30 días y 125 euros para estancias superiores a 30 días .

El importe máximo fijado por un día de estancia en la Unidad de Cuidados Intensivos (UCI) es de 750 euros, y para los casos agudos de salud mental se establecen tarifas máximas que oscilan entre los 200 y los 130 euros diarios, en función de su duración, ya sea de de uno a siete días, de ocho a 30 días o más de 30 días.

La orden también incluye los precios de los procedimientos de radioterapia y protonterapia, con importes máximos que van desde los 42.000 euros por un tratamiento completo de protonterapia pediátrica con anestesia, hasta los 3.000 euros que podría pagar el SAS por un tratamiento completo de radioterapia sin hospitalización.

El modelo sanitario del Estado español es eminentemente hospitalario. En 2021 los hospitales el 70 % de las partidas preuspuestarias, mientras que la Atención Primaria solo recibió un 10,7 %. Una diferencia inaceptable si se tiene en cuenta que la A.P. es capaz de solucionar entre el 80-90 % de los problemas de salud de la población, con intervenciones de bajo coste pero buenos resultados.

La orden, firmada por la ministra de Sanidad y Consumo, Catalina García, sostiene que “la especialidad en contratación de asistencia sanitaria contratada hace aconsejable esta norma reglamentaria con el fin de complementar la normativa aplicable en materia de contratación administrativa”. Por ello, el Ministerio argumenta que “es conveniente establecer una tarifa máxima homogénea para toda Andalucía, por trámite y no por grupo, como hasta ahora, lo que supondrá una reducción del coste de los trámites más frecuentemente contratados y, en por otro lado, resolverá aquellos trámites que generen listas de espera o problemas de atención cuando sea realmente necesario.”

Estas son las propuestas de CAS-Estatal:

Unidad de sindicatos, sociedades científicas, asociaciones y profesionales y entender que la lucha no puede ser parcial, ha de ser de todos los trabajadores y trabajadoras del sistema sanitario, unidos con la población, para blindar el sistema sanitario, lo que implica necesariamente:

  • Posicionarse claramente contra la privatización y por la derogación de las leyes que la permiten.
  • Exigir el rescate de lo privatizado (hospitales, laboratorios, ambulatorios de Pontones y Quintana), limpieza, lavandería, extracción de sangre, etc.
  • Incrementar las plantillas y crear un turno médico de tarde en los hospitales, en las especialidades médicas necesarias, para utilizar al 100 por 100 los recursos, evitar la emigración de los profesionales y reducir los conciertos al mínimo. Las listas de espera se deben y pueden asumir desde los centros de gestión directa correctamente dimensionados.
  • Incompatibilidad para el trabajo en la privada.
  • Romper los monopolios sindicales en la formación y prohibir la formación a través de las farmacéuticas.
  • Democratizar de verdad la gestión de los centros, con participación real en la toma de decisiones de trabajadores y usuarios.
  • Universalizar la asistencia. Ninguna limitación para la atención a los migrantes.

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