martes, 12 de noviembre de 2019

¿POR QUÉ ESTUDIAR LA REVOLUCIÓN RUSA? (4/4)



¿Por qué estudiar la Revolución Rusa?
4/4
por David North
20 marzo 2017
World Socialist Wed Site
Wsws.org

Publicada por el Comité Internacional de la Cuarta Internacional (CICI)


Trotsky regresa a Rusia

Una vez que Lenin superó la resistencia dentro de su partido, los bolcheviques fueron capaces de luchar contra la influencia política de los mencheviques y socialrevolucionarios. Estos esfuerzos fueron ampliamente reforzados por el regreso de Trotsky en mayo. Su llegada a Petrogrado se había retrasado debido a que las autoridades británicas en Halifax, Canadá habían sacado a Trotsky del barco en que viajaba de Nueva York a Rusia, internándolo en un campo de prisioneros durante un mes. Las protestas en Rusia contra la detención ilegal de Trotsky obligaron al Gobierno Provisional a exigir que los británicos lo liberaran.

Pero ni el Gobierno Provisional ni los dirigentes de los sóviets se complacieron al enterarse que Trotsky había llegado. Pocos albergaron esperanzas de que él fuese a contener la creciente radicalización de la clase obrera. Sujánov recordó: “Un sinnúmero de rumores circulaban sobre él, mientras aún no pertenecía al Partido Bolchevique, en el sentido de que era él era “peor que Lenin”.[20]

Ahora que se habían resuelto las diferencias que tenía con Lenin, Trotsky ingresó al Partido Bolchevique, donde inmediatamente asumió un papel de liderazgo, sólo detrás de Lenin. Muchos de los aliados políticos más cercanos de Trotsky, activos en el Comité Interdistrito de Petrogrado (mezhrayontsi) siguieron su ejemplo, se unieron a los bolcheviques y desempeñaron papeles importantes en la Revolución de Octubre, la Guerra Civil y el gobierno soviético. Por supuesto, Stalin eventualmente asesinó a la mayoría de los representantes destacados de los mezhrayontsi que habían sobrevivido hasta los años treinta.

El Gobierno Provisional no pudo cumplir ninguna de las esperanzas suscitadas por la Revolución de Febrero. Al no estar dispuesto a sacrificar sus propias ambiciones imperialistas y al ser dependiente del apoyo del imperialismo británico, el francés y el estadounidense, el Gobierno Provisional se negó a poner fin a la guerra. En desafío a los sentimientos de las masas, el gobierno de Kérenski comenzó ciertas operaciones ofensivas en junio que terminaron en desastre. La agitación del Partido Bolchevique, exigiendo que los líderes de los sóviets rompieran con el Gobierno Provisional y tomaran el poder en sus propias manos, recibieron cada vez más respaldo. Conforme aumentaba el prestigio del Partido Bolchevique, las medidas del Gobierno Provisional, la prensa capitalista y las cúpulas mencheviques y socialrevolucionarias para engañar y desacreditar a Lenin se tornaron más y más frenéticas.

Después de suprimir las manifestaciones antigubernamentales de masas— los “Días de julio” — libraron una serie de ataques despiadados contra el Partido Bolchevique y, especialmente, contra Lenin. El hecho de que Lenin viajó por Alemania para regresar a Rusia fue utilizado para difamarlo y preparar las condiciones políticas necesarias para su asesinato.

El Estado y la revolución

El Gobierno Provisional ordenó el 7 de julio el arresto de Lenin. Comprendiendo muy bien que sus captores lo asesinarían antes de llegar a la prisión, Lenin se escondió. Durante los dos meses siguientes, en una ausencia forzada, escribió El Estado y la revolución. Introdujo su libro con una explicación:

La cuestión del Estado adquiere ahora una importancia singular, tanto en el aspecto teórico como en el político y práctico. La guerra imperialista ha acelerado y agudizado extraordinariamente el proceso de transformación del capitalismo monopolista en capitalismo monopolista de Estado… Los inauditos horrores y calamidades de esta guerra interminable hacen insoportable la situación de las masas, aumentando su indignación. Va fermentando a todas luces la revolución proletaria internacional. La cuestión de la actitud de ésta hacia el Estado adquiere una importancia práctica.[21]

En esta valiosa obra, Lenin llevó a cabo lo que llamó un ejercicio de “excavación histórica”, restituyendo las enseñanzas de Marx y Engels sobre la naturaleza del Estado como un instrumento de dominio de clase, un medio para conservar el poder y subordinar a la otra clase. La existencia misma del Estado surge de la existencia e irreconciliabilidad de los antagonismos de clase. Lenin atacó a los ideólogos burgueses y pequeñoburgueses que buscaban “corregir” a Marx en que el Estado es en vez un órgano “para la reconciliación de las clases”. [22]

Lenin consideró que su obra El Estado y la revolución era de gran importancia, y dio instrucciones para que, en caso de morir de forma prematura, se diera especial atención a dicha publicación.

Pero Lenin sobrevivió. En septiembre, la situación política comenzó a trasladarse radicalmente hacia la izquierda. Ante la amenaza de un golpe de Estado contrarrevolucionario del general Kornílov, los dirigentes de los sóviets se vieron obligados a movilizar y armar a las masas. Trotsky, quien había estado en prisión desde julio, fue puesto en libertad. Frente a la resistencia de las masas obreras, donde los bolcheviques tomaron un rol crítico, los soldados de Kornílov abandonaron al general y colapsó su plan para un golpe de Estado.

“¡Todo el poder a los sóviets!”

Kérenski, quien conspiró con Kornílov antes del golpe, se encontraba desacreditado políticamente. Al mismo tiempo, a pesar de que Lenin permanecía oculto, el Partido Bolchevique, con su consigna “¡Todo el poder a los sóviets!”, experimentó una oleada masiva de apoyo popular. Amplias secciones de la clase trabajadora abandonaron a los mencheviques, quienes aún se negaban a romper con el Gobierno Provisional y aprobar la transferencia del poder estatal a los sóviets.

En septiembre, con la intensificación de la crisis económica y política, y con un levantamiento general del campesinado que recorrió Rusia, Lenin le pidió al comité central del Partido Bolchevique elaborar preparativos concretos para la toma del poder. El 10 de octubre, Lenin llegó a Petrogrado para asistir a una reunión del comité central en la que se aprobó una resolución a favor de la insurrección. Sin embargo, seguía existiendo una oposición sustancial dentro del partido en cuanto a intentar derrocar al Gobierno Provisional, así como desacuerdo sobre la formulación de un plan estratégico para la insurrección.

Una revisión detallada de dicho proceso que dirigieron los bolcheviques no es posible dentro del alcance de esta conferencia. Exigiría examinar cuidadosamente las diferencias significativas que surgieron dentro de la dirección bolchevique en los días previos a la toma de poder. Lecciones de Octubre y, por supuesto, La historia de la Revolución Rusa, ambos de Trotsky, describen estos conflictos dentro del Partido Bolchevique y su significado político e histórico. Ambas obras aún no han sido superadas en su comprensión de la interacción de los elementos objetivos y los subjetivos en el proceso revolucionario.

Sin embargo, una cuestión crítica en particular relacionada con la Revolución de Octubre cabe ser resaltada. La afirmación de que el derrocamiento del Gobierno Provisional en octubre fue un golpe de Estado conspiratorio y emprendido sin ningún apoyo popular significativo ha sido repetida y reciclada en incontables relatos escritos por opositores políticos de los bolcheviques e historiadores reaccionarios durante el último siglo. Kérenski, quien vivió hasta 1970 y, por lo tanto, vivió medio siglo a pesar de sí mismo, continuó insistiendo, hasta su muerte a los 89 años, en que su gobierno fue víctima de una nefasta y criminal conspiración.

Así triunfaron los bolcheviques

La denigración de la Revolución de Octubre, describiéndola como un golpe carente de apoyo popular, ha sido refutada por numerosos estudios académicos. Las obras del historiador estadounidense, Alexander Rabinowitch, son las más completas e impresionantes de todas. En su prefacio a The Bolsheviks in Power (Los bolcheviques en el poder), el tercer volumen de un estudio de la Revolución Rusa al que le dedicó toda su vida, el profesor Rabinowitch escribió:

The Bolsheviks in Power, junto con Prelude to Revolution (El preludio a la revolución), desafiaron las nociones occidentales predominantes que ven la revolución de octubre como un simple golpe de Estado militar llevado a cabo por una pequeña banda de fanáticos revolucionarios dirigidos de forma brillante por Lenin. Descubrí que, en 1917, el Partido Bolchevique en Petrogrado se transformó en un partido político de masas y que, lejos de ser un movimiento monolítico que marchaba rígidamente detrás de Lenin, su dirección se dividió en izquierdistas, centristas y derechistas moderados. Cada elemento contribuyó a darle forma a la estrategia y tácticas revolucionarias. También, encontré que el éxito del partido en su lucha por el poder después del destronamiento del zar en febrero de 1917 se debió a factores tan críticos como su flexibilidad organizativa, apertura y sensibilidad hacia las aspiraciones populares, así como a sus conexiones extensas y cuidadosamente nutridas con los trabajadores de planta, los soldados de la guarnición de Petrogrado y los marineros de la Flota del Báltico. La revolución de octubre en Petrogrado, concluí, fue menos una operación militar que un proceso gradual arraigado en la cultura política popular, el desencanto generalizado con los resultados de la revolución de febrero y, en ese contexto, la atracción magnética de las promesas inmediatas de los bolcheviques de paz, pan, tierra para el campesinado y democracia de base ejercida a través de sóviets multipartidistas.[23]

El profesor Rabinowitch creció en una familia que tenía estrechas relaciones personales con los líderes mencheviques. Conocía personalmente a Irakli Tsereteli, el líder de la facción menchevique en el Sóviet de Petrogrado. Escuchó el lado menchevique de la historia muchas veces; sin embargo, su propia investigación científica lo llevó a conclusiones contrarias a las explicaciones dadas por los mencheviques sobre su derrota en 1917.

La respuesta capitalista-imperialista a la Revolución de Octubre

Después de la Revolución de Octubre, ni la burguesía rusa ni la burguesía internacional comprendieron la magnitud política de los acontecimientos de Petrogrado. Las élites gobernantes reaccionaron como si la victoria bolchevique fuese una pesadilla de la que pronto despertarían. El 9 de noviembre (en Washington), menos de 48 horas después del derrocamiento del Gobierno Provisional, el New York Times informó que “los funcionarios de Washington y de la embajada esperan que el gobierno bolchevique sea corto”. El despacho del Times les aseguró a sus lectores:

Se cree que la situación rusa no es tan oscura como la hacen ver las noticias enviadas desde Petrogrado. Los funcionarios del Departamento de Estado y la embajada de Rusia coinciden en que el actual control del gobierno de Petrogrado por parte del Comité Militar Revolucionario bolchevique no puede durar ... Un alto funcionario dijo hoy que era de la opinión que el resultado podría ejercer un buen efecto más que lo contrario, ya que crea la oportunidad para que surja un hombre fuerte y tome control de la situación.

Pero el hombre fuerte esperado por el gobierno del presidente Woodrow Wilson nunca apareció y, en una semana, la confianza optimista de que la revolución se ahogaría rápidamente en sangre dio lugar a la rabia. En un editorial publicado el 16 de noviembre, bajo el título “Los bolcheviques”, el Times denunció a Kérenski por “vacilar” con los revolucionarios y por haberse retractado en cuanto a apoyar el golpe de Estado que planeaba Kornílov. Furioso, el editorial continúa:

Sin embargo, aunque Kérenski haya fracasado, alguien más puede surgir que sea lo suficientemente fuerte para tomar el Gobierno de las manos destructivas de los bolcheviques. De hecho, no lo pueden retener permanentemente porque son patéticamente ignorantes, hombres superficiales, niños políticos, sin el más mínimo entendimiento de las vastas fuerzas con las que están jugando, hombres sin una sola cualificación aparte del don de la palabra; y si se les permitiera suficiente tiempo su propia incompetencia los destruiría, aunque quizás solamente para ser substituidos con otros tan perniciosos. Tal fue la historia de la Revolución Francesa, un caleidoscopio de idiotas e ignorantes con lengua de plata en el gobierno, cada uno peor que el otro, hasta que la incompetencia y la ignorancia los destruyeron por completo.

¿Qué hicieron los bolcheviques durante esas primeras horas y días tras derrocar al Gobierno Provisional para incitar la ira del New York Times y de las fuerzas imperialistas internacionales por las que hablaba? En primer lugar, los bolcheviques emitieron un decreto sobre la paz, pidiendo a todas las partes beligerantes que iniciaran negociaciones para poner fin a la guerra sin anexiones ni indemnizaciones. En segundo lugar, el nuevo gobierno soviético emitió un decreto sobre la tierra, declarando que “la propiedad privada de la tierra será abolida para siempre; la tierra no será comprada, vendida, arrendada, hipotecada ni alienada de ninguna otra manera”.[24]

El lugar de la Revolución de Octubre en la historia mundial

Así comenzó la revolución social más importante de la historia mundial. Ninguna de las otras revoluciones — la Revolución Inglesa de 1640-49, la Revolución Estadounidense de 1776-83, la Revolución Francesa de 1789-94 y la Segunda Revolución Estadounidense de 1861-65 — comprendió, ni estuvo cerca de comprender, los ideales que proclamaron. Sin embargo, esto no les resta de ninguna manera importancia como hitos en el desarrollo histórico de la humanidad. No hay nada tan intelectualmente repulsivo como los esfuerzos posmodernistas que buscan descreditar los sacrificios hechos por otras generaciones en aras de un mundo mejor. Los socialistas marxistas no le prestan simpatía alguna a tal cinismo pequeñoburgués. Al reconocer las limitaciones determinadas históricamente de los esfuerzos revolucionarios en épocas anteriores, les rendimos el tributo que les corresponde.
Como acontecimiento en la historia mundial, la Revolución Rusa representa, hasta ahora, el máximo esfuerzo de la humanidad en busca de identificar las causas de la injusticia y el sufrimiento humano y ponerles fin. La Revolución de Octubre logró alinear de forma nunca antes vista la conciencia humana con la necesidad objetiva, lo cual no se vio reflejado sólo en las decisiones y acciones de sus líderes políticos. Ver los acontecimientos de Octubre tan sólo en términos de las acciones de sus líderes es perder el significado de la Revolución. En una revolución, son las masas las que hacen historia.

Al derrocar al Gobierno Provisional, la clase obrera actuó con un alto grado de conciencia de las leyes del desarrollo socioeconómico. “Los pensamientos son científicos — escribió Trotsky — si corresponden a un proceso objetivo y hacen posible ejercer influencia en ese proceso y guiarlo”.[25] En este sentido fundamental, los pensamientos y la práctica de millones de personas alcanzaron un nivel científico. La teoría se apoderó de las masas y se transformó en una fuerza material. La clase obrera se dispuso a abolir un sistema arcaico de relaciones socioeconómicas, poner fin a la anarquía del mercado capitalista e introducir una organización de planificación consciente al centro de la vida económica. En los años veinte y treinta, cuando todavía existía una intelectualidad estadounidense comprometida con los principios democráticos y capaz de adoptar una actitud crítica hacia la sociedad capitalista, ésta reconoció ampliamente la importancia histórica de lo que entonces llamaba “el experimento soviético”.

En 1931, el filósofo liberal estadounidense John Dewey escribió una reseña de varios libros sobre la Unión Soviética para la revista New Republic, donde señaló que “Rusia es un reto para Estados Unidos, no por una u otra característica, sino porque carecemos de una maquinaria social que controle la maquinaria tecnológica a la que le hemos entregado todas nuestras fortunas”. Luego, expresó simpatía por la proposición marxista que, “los fenómenos sociales pueden ser controlados para que el desarrollo de la sociedad humana sea sometido a la voluntad humana”. Dewey procedió a repasar favorablemente la siguiente crítica del capitalismo de otro destacado liberal de la época, George S. Counts, quien escribe en su libro The Soviet Challenge to America (El reto soviético para EE.UU.):

La sociedad industrial en su forma actual es un monstruo que no posee ni alma ni significado interior. Ha logrado destruir las culturas más simples del pasado, pero no ha logrado producir una cultura propia digna del nombre... Si el actual estado de caos moral es un desajuste temporal de una época de transición o el producto inevitable de una sociedad organizada a partir del lucro personal es una de las preguntas más cruciales de nuestro tiempo.[26]

El curso que tomó la Revolución Rusa, desde la Revolución de Octubre de 1917 hasta la disolución de la Unión Soviética, es la experiencia histórica más significativa y compleja del siglo XX. Las cuestiones con las que tuvo que lidiar no sólo persisten, sino que son aun más agudas. Cien años después, el capitalismo se encuentra en un espiral descendente hacia el desastre y no es simplemente “el desajuste temporal de una época de transición”, como lo pone el profesor Counts. La existencia de dicha forma de organización económica, históricamente obsoleta — basada en la propiedad privada de las fuerzas productivas y los recursos naturales de la humanidad y la explotación de la gran masa de la humanidad para la creación de ganancias corporativas y riqueza personal — no es sólo la principal barrera para el progreso humano. Rápidamente, su existencia se está tornando cada vez menos compatible con el mantenimiento de la vida humana. No hay un solo problema social significativo que pueda ser resuelto dentro del marco del capitalismo. De hecho, la lógica del capitalismo y del sistema de Estado-nación, la cual constituye la base geopolítica del imperialismo, conduce inexorablemente a otra guerra global, esta vez combatida con armas nucleares. Lo único que puede detener este descenso es una renovación de la lucha consciente por el socialismo mundial. Ante todas, esta es la razón principal por la cual es necesario estudiar la Revolución Rusa.

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Notas:
1. Marx-Engels Collected Works, Volume 39 (New York: 1983), pp. 62-65 (nuestra traducción al español)
2. La revolución permanente (MIA: 2000)
3. Lenin Collected Works Volume 5 (Moscow: 1961), p. 369 (nuestra traducción al español)
4. Lenin Collected Works Volume 14 (Moscow: 1977), p. 325 (nuestra traducción al español)
5. “The Class, the Party, and the Leadership,” in The Spanish Revolution 1931-39 (New York: 1973), p. 360 (nuestra traducción al español)
6. The Lessons of October in The Challenge of the Left Opposition (New York: 1975), p. 227 (nuestra traducción al español)
7. Lenin, Obras de V.I. Lenin, Editorial Progreso (Moscú: 1974) (nuestra traducción al español)
8. The Russian Revolution 1917 by N.N. Sukhanov, edited, abridged and translated by Joel Carmichael (New York: 1962), Volume 1, p. 5 (nuestra traducción al español)
9. The Russian Revolution, 1917 by Rex A. Wade (Cambridge: 2000), p. 31 (nuestra traducción al español)
10. Ibid, p. 39
11. Lenin, Obras de V.I. Lenin , Editorial Progreso (Moscú: 19173)
12. History of the Russian Revolution (Ann Arbor: MI, 1957), p. 152 (nuestra traducción al español)
13. Ibid
14. The History of the Russian Revolution (Ann Arbor: 1961), p. 208
15. War Against War by R. Craig Nation (Durham and London: 1989), p. 175 (nuestra traducción al español)
16. Sukhanov, Volume 1, p. 273
17. Ibid, pp. 273-74
18. Ibid p. 274
19. Ibid, p. 281
20. Sukhanov, Volume II, p. 360
21. Lenin Collected Works, Volume 25 (Moscow: 1977), p. 388 (nuestra traducción al español)
22. Ibid, p. 392
23. The Bolsheviks in Power: The First Year of Sóviet Rule in Petrograd, by Alexander Rabinowitch (Bloomington and Indianapolis: 2007), pp. ix-x (nuestra traducción al español)
24. Quoted in The Russian Revolution in 1917, p. 243
25. History of the Russian Revolution, p. 151
26. Cited in John Dewey, Volume 6: 1931-1932, Essays, Reviews and Miscellany (Carbondale and Edwardsville, 1989), p. 266 (nuestra traducción al español)

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