¿Por qué estudiar la Revolución Rusa?
4/4
por David North
20 marzo 2017
20 marzo 2017
World Socialist Wed Site
Wsws.org
Publicada por el Comité Internacional de la Cuarta Internacional (CICI)
Trotsky regresa a Rusia
Una vez que
Lenin superó la resistencia dentro de su partido, los bolcheviques fueron
capaces de luchar contra la influencia política de los mencheviques y
socialrevolucionarios. Estos esfuerzos fueron ampliamente reforzados por el
regreso de Trotsky en mayo. Su llegada a Petrogrado se había retrasado debido a
que las autoridades británicas en Halifax, Canadá habían sacado a Trotsky del
barco en que viajaba de Nueva York a Rusia, internándolo en un campo de prisioneros
durante un mes. Las protestas en Rusia contra la detención ilegal de Trotsky
obligaron al Gobierno Provisional a exigir que los británicos lo liberaran.
Pero ni el
Gobierno Provisional ni los dirigentes de los sóviets se complacieron al
enterarse que Trotsky había llegado. Pocos albergaron esperanzas de que él
fuese a contener la creciente radicalización de la clase obrera. Sujánov
recordó: “Un sinnúmero de rumores circulaban sobre él, mientras aún no
pertenecía al Partido Bolchevique, en el sentido de que era él era “peor que
Lenin”.[20]
Ahora que se
habían resuelto las diferencias que tenía con Lenin, Trotsky ingresó al Partido
Bolchevique, donde inmediatamente asumió un papel de liderazgo, sólo detrás de
Lenin. Muchos de los aliados políticos más cercanos de Trotsky, activos en el
Comité Interdistrito de Petrogrado (mezhrayontsi) siguieron su ejemplo,
se unieron a los bolcheviques y desempeñaron papeles importantes en la
Revolución de Octubre, la Guerra Civil y el gobierno soviético. Por supuesto,
Stalin eventualmente asesinó a la mayoría de los representantes destacados de
los mezhrayontsi que habían sobrevivido hasta los años treinta.
El Gobierno
Provisional no pudo cumplir ninguna de las esperanzas suscitadas por la
Revolución de Febrero. Al no estar dispuesto a sacrificar sus propias
ambiciones imperialistas y al ser dependiente del apoyo del imperialismo
británico, el francés y el estadounidense, el Gobierno Provisional se negó a
poner fin a la guerra. En desafío a los sentimientos de las masas, el gobierno
de Kérenski comenzó ciertas operaciones ofensivas en junio que terminaron en
desastre. La agitación del Partido Bolchevique, exigiendo que los líderes de
los sóviets rompieran con el Gobierno Provisional y tomaran el poder en sus
propias manos, recibieron cada vez más respaldo. Conforme aumentaba el
prestigio del Partido Bolchevique, las medidas del Gobierno Provisional, la
prensa capitalista y las cúpulas mencheviques y socialrevolucionarias para
engañar y desacreditar a Lenin se tornaron más y más frenéticas.
Después de
suprimir las manifestaciones antigubernamentales de masas— los “Días de julio”
— libraron una serie de ataques despiadados contra el Partido Bolchevique y,
especialmente, contra Lenin. El hecho de que Lenin viajó por Alemania para regresar
a Rusia fue utilizado para difamarlo y preparar las condiciones políticas
necesarias para su asesinato.
El Estado y la revolución
El Gobierno
Provisional ordenó el 7 de julio el arresto de Lenin. Comprendiendo muy bien
que sus captores lo asesinarían antes de llegar a la prisión, Lenin se
escondió. Durante los dos meses siguientes, en una ausencia forzada, escribió El
Estado y la revolución. Introdujo su libro con una explicación:
La cuestión del
Estado adquiere ahora una importancia singular, tanto en el aspecto teórico
como en el político y práctico. La guerra imperialista ha acelerado y agudizado
extraordinariamente el proceso de transformación del capitalismo monopolista en
capitalismo monopolista de Estado… Los inauditos horrores y calamidades de esta
guerra interminable hacen insoportable la situación de las masas, aumentando su
indignación. Va fermentando a todas luces la revolución proletaria
internacional. La cuestión de la actitud de ésta hacia el Estado adquiere una
importancia práctica.[21]
En esta valiosa
obra, Lenin llevó a cabo lo que llamó un ejercicio de “excavación histórica”,
restituyendo las enseñanzas de Marx y Engels sobre la naturaleza del Estado
como un instrumento de dominio de clase, un medio para conservar el poder y
subordinar a la otra clase. La existencia misma del Estado surge de la
existencia e irreconciliabilidad de los antagonismos de clase. Lenin atacó a
los ideólogos burgueses y pequeñoburgueses que buscaban “corregir” a Marx en
que el Estado es en vez un órgano “para la reconciliación de las
clases”. [22]
Lenin consideró
que su obra El Estado y la revolución era de gran importancia, y dio
instrucciones para que, en caso de morir de forma prematura, se diera especial
atención a dicha publicación.
Pero Lenin
sobrevivió. En septiembre, la situación política comenzó a trasladarse
radicalmente hacia la izquierda. Ante la amenaza de un golpe de Estado
contrarrevolucionario del general Kornílov, los dirigentes de los sóviets se
vieron obligados a movilizar y armar a las masas. Trotsky, quien había estado
en prisión desde julio, fue puesto en libertad. Frente a la resistencia de las
masas obreras, donde los bolcheviques tomaron un rol crítico, los soldados de
Kornílov abandonaron al general y colapsó su plan para un golpe de Estado.
“¡Todo el poder a los sóviets!”
Kérenski, quien
conspiró con Kornílov antes del golpe, se encontraba desacreditado
políticamente. Al mismo tiempo, a pesar de que Lenin permanecía oculto, el
Partido Bolchevique, con su consigna “¡Todo el poder a los sóviets!”,
experimentó una oleada masiva de apoyo popular. Amplias secciones de la clase
trabajadora abandonaron a los mencheviques, quienes aún se negaban a romper con
el Gobierno Provisional y aprobar la transferencia del poder estatal a los
sóviets.
En septiembre,
con la intensificación de la crisis económica y política, y con un
levantamiento general del campesinado que recorrió Rusia, Lenin le pidió al
comité central del Partido Bolchevique elaborar preparativos concretos para la
toma del poder. El 10 de octubre, Lenin llegó a Petrogrado para asistir a una
reunión del comité central en la que se aprobó una resolución a favor de la
insurrección. Sin embargo, seguía existiendo una oposición sustancial dentro
del partido en cuanto a intentar derrocar al Gobierno Provisional, así como
desacuerdo sobre la formulación de un plan estratégico para la insurrección.
Una revisión
detallada de dicho proceso que dirigieron los bolcheviques no es posible dentro
del alcance de esta conferencia. Exigiría examinar cuidadosamente las
diferencias significativas que surgieron dentro de la dirección bolchevique en
los días previos a la toma de poder. Lecciones de Octubre y, por
supuesto, La historia de la Revolución Rusa, ambos de Trotsky, describen
estos conflictos dentro del Partido Bolchevique y su significado político e
histórico. Ambas obras aún no han sido superadas en su comprensión de la
interacción de los elementos objetivos y los subjetivos en el proceso
revolucionario.
Sin embargo,
una cuestión crítica en particular relacionada con la Revolución de Octubre
cabe ser resaltada. La afirmación de que el derrocamiento del Gobierno
Provisional en octubre fue un golpe de Estado conspiratorio y emprendido sin
ningún apoyo popular significativo ha sido repetida y reciclada en incontables
relatos escritos por opositores políticos de los bolcheviques e historiadores
reaccionarios durante el último siglo. Kérenski, quien vivió hasta 1970 y, por
lo tanto, vivió medio siglo a pesar de sí mismo, continuó insistiendo, hasta su
muerte a los 89 años, en que su gobierno fue víctima de una nefasta y criminal
conspiración.
Así triunfaron los bolcheviques
La denigración
de la Revolución de Octubre, describiéndola como un golpe carente de apoyo
popular, ha sido refutada por numerosos estudios académicos. Las obras del
historiador estadounidense, Alexander Rabinowitch, son las más completas e
impresionantes de todas. En su prefacio a The Bolsheviks in Power (Los
bolcheviques en el poder), el tercer volumen de un estudio de la Revolución
Rusa al que le dedicó toda su vida, el profesor Rabinowitch escribió:
The Bolsheviks
in Power, junto con Prelude to Revolution (El preludio
a la revolución), desafiaron las nociones occidentales predominantes que ven la
revolución de octubre como un simple golpe de Estado militar llevado a cabo por
una pequeña banda de fanáticos revolucionarios dirigidos de forma brillante por
Lenin. Descubrí que, en 1917, el Partido Bolchevique en Petrogrado se
transformó en un partido político de masas y que, lejos de ser un movimiento
monolítico que marchaba rígidamente detrás de Lenin, su dirección se dividió en
izquierdistas, centristas y derechistas moderados. Cada elemento contribuyó a
darle forma a la estrategia y tácticas revolucionarias. También, encontré que
el éxito del partido en su lucha por el poder después del destronamiento del
zar en febrero de 1917 se debió a factores tan críticos como su flexibilidad
organizativa, apertura y sensibilidad hacia las aspiraciones populares, así
como a sus conexiones extensas y cuidadosamente nutridas con los trabajadores
de planta, los soldados de la guarnición de Petrogrado y los marineros de la
Flota del Báltico. La revolución de octubre en Petrogrado, concluí, fue menos
una operación militar que un proceso gradual arraigado en la cultura política
popular, el desencanto generalizado con los resultados de la revolución de
febrero y, en ese contexto, la atracción magnética de las promesas inmediatas
de los bolcheviques de paz, pan, tierra para el campesinado y democracia de
base ejercida a través de sóviets multipartidistas.[23]
El profesor
Rabinowitch creció en una familia que tenía estrechas relaciones personales con
los líderes mencheviques. Conocía personalmente a Irakli Tsereteli, el líder de
la facción menchevique en el Sóviet de Petrogrado. Escuchó el lado menchevique
de la historia muchas veces; sin embargo, su propia investigación científica lo
llevó a conclusiones contrarias a las explicaciones dadas por los mencheviques
sobre su derrota en 1917.
La respuesta capitalista-imperialista a la Revolución de Octubre
Después de la
Revolución de Octubre, ni la burguesía rusa ni la burguesía internacional
comprendieron la magnitud política de los acontecimientos de Petrogrado. Las
élites gobernantes reaccionaron como si la victoria bolchevique fuese una
pesadilla de la que pronto despertarían. El 9 de noviembre (en Washington),
menos de 48 horas después del derrocamiento del Gobierno Provisional, el New
York Times informó que “los funcionarios de Washington y de la embajada
esperan que el gobierno bolchevique sea corto”. El despacho del Times
les aseguró a sus lectores:
Se cree que la
situación rusa no es tan oscura como la hacen ver las noticias enviadas desde
Petrogrado. Los funcionarios del Departamento de Estado y la embajada de Rusia
coinciden en que el actual control del gobierno de Petrogrado por parte del
Comité Militar Revolucionario bolchevique no puede durar ... Un alto
funcionario dijo hoy que era de la opinión que el resultado podría ejercer un
buen efecto más que lo contrario, ya que crea la oportunidad para que surja un
hombre fuerte y tome control de la situación.
Pero el hombre
fuerte esperado por el gobierno del presidente Woodrow Wilson nunca apareció y,
en una semana, la confianza optimista de que la revolución se ahogaría
rápidamente en sangre dio lugar a la rabia. En un editorial publicado el 16 de
noviembre, bajo el título “Los bolcheviques”, el Times denunció a
Kérenski por “vacilar” con los revolucionarios y por haberse retractado en
cuanto a apoyar el golpe de Estado que planeaba Kornílov. Furioso, el editorial
continúa:
Sin embargo,
aunque Kérenski haya fracasado, alguien más puede surgir que sea lo
suficientemente fuerte para tomar el Gobierno de las manos destructivas de los
bolcheviques. De hecho, no lo pueden retener permanentemente porque son
patéticamente ignorantes, hombres superficiales, niños políticos, sin el más
mínimo entendimiento de las vastas fuerzas con las que están jugando, hombres
sin una sola cualificación aparte del don de la palabra; y si se les permitiera
suficiente tiempo su propia incompetencia los destruiría, aunque quizás
solamente para ser substituidos con otros tan perniciosos. Tal fue la historia
de la Revolución Francesa, un caleidoscopio de idiotas e ignorantes con lengua
de plata en el gobierno, cada uno peor que el otro, hasta que la incompetencia
y la ignorancia los destruyeron por completo.
¿Qué hicieron
los bolcheviques durante esas primeras horas y días tras derrocar al Gobierno
Provisional para incitar la ira del New York Times y de las fuerzas
imperialistas internacionales por las que hablaba? En primer lugar, los
bolcheviques emitieron un decreto sobre la paz, pidiendo a todas las partes
beligerantes que iniciaran negociaciones para poner fin a la guerra sin
anexiones ni indemnizaciones. En segundo lugar, el nuevo gobierno soviético
emitió un decreto sobre la tierra, declarando que “la propiedad privada de la
tierra será abolida para siempre; la tierra no será comprada, vendida,
arrendada, hipotecada ni alienada de ninguna otra manera”.[24]
El lugar de la Revolución de Octubre en la historia mundial
Así comenzó la
revolución social más importante de la historia mundial. Ninguna de las otras
revoluciones — la Revolución Inglesa de 1640-49, la Revolución Estadounidense
de 1776-83, la Revolución Francesa de 1789-94 y la Segunda Revolución
Estadounidense de 1861-65 — comprendió, ni estuvo cerca de comprender, los
ideales que proclamaron. Sin embargo, esto no les resta de ninguna manera
importancia como hitos en el desarrollo histórico de la humanidad. No hay nada
tan intelectualmente repulsivo como los esfuerzos posmodernistas que buscan
descreditar los sacrificios hechos por otras generaciones en aras de un mundo
mejor. Los socialistas marxistas no le prestan simpatía alguna a tal cinismo
pequeñoburgués. Al reconocer las limitaciones determinadas históricamente de
los esfuerzos revolucionarios en épocas anteriores, les rendimos el tributo que
les corresponde.
Como
acontecimiento en la historia mundial, la Revolución Rusa representa, hasta
ahora, el máximo esfuerzo de la humanidad en busca de identificar las causas de
la injusticia y el sufrimiento humano y ponerles fin. La Revolución de Octubre
logró alinear de forma nunca antes vista la conciencia humana con la necesidad
objetiva, lo cual no se vio reflejado sólo en las decisiones y acciones de sus
líderes políticos. Ver los acontecimientos de Octubre tan sólo en términos de
las acciones de sus líderes es perder el significado de la Revolución. En una
revolución, son las masas las que hacen historia.
Al derrocar al
Gobierno Provisional, la clase obrera actuó con un alto grado de conciencia de
las leyes del desarrollo socioeconómico. “Los pensamientos son científicos —
escribió Trotsky — si corresponden a un proceso objetivo y hacen posible
ejercer influencia en ese proceso y guiarlo”.[25] En este sentido fundamental,
los pensamientos y la práctica de millones de personas alcanzaron un nivel
científico. La teoría se apoderó de las masas y se transformó en una fuerza
material. La clase obrera se dispuso a abolir un sistema arcaico de relaciones
socioeconómicas, poner fin a la anarquía del mercado capitalista e introducir
una organización de planificación consciente al centro de la vida económica. En
los años veinte y treinta, cuando todavía existía una intelectualidad
estadounidense comprometida con los principios democráticos y capaz de adoptar
una actitud crítica hacia la sociedad capitalista, ésta reconoció ampliamente
la importancia histórica de lo que entonces llamaba “el experimento soviético”.
En 1931, el
filósofo liberal estadounidense John Dewey escribió una reseña de varios libros
sobre la Unión Soviética para la revista New Republic, donde señaló que
“Rusia es un reto para Estados Unidos, no por una u otra característica, sino
porque carecemos de una maquinaria social que controle la maquinaria
tecnológica a la que le hemos entregado todas nuestras fortunas”. Luego,
expresó simpatía por la proposición marxista que, “los fenómenos sociales
pueden ser controlados para que el desarrollo de la sociedad humana sea
sometido a la voluntad humana”. Dewey procedió a repasar favorablemente la
siguiente crítica del capitalismo de otro destacado liberal de la época, George
S. Counts, quien escribe en su libro The Soviet Challenge to America (El
reto soviético para EE.UU.):
La sociedad
industrial en su forma actual es un monstruo que no posee ni alma ni
significado interior. Ha logrado destruir las culturas más simples del pasado,
pero no ha logrado producir una cultura propia digna del nombre... Si el actual
estado de caos moral es un desajuste temporal de una época de transición o el
producto inevitable de una sociedad organizada a partir del lucro personal es
una de las preguntas más cruciales de nuestro tiempo.[26]
El curso que
tomó la Revolución Rusa, desde la Revolución de Octubre de 1917 hasta la
disolución de la Unión Soviética, es la experiencia histórica más significativa
y compleja del siglo XX. Las cuestiones con las que tuvo que lidiar no sólo
persisten, sino que son aun más agudas. Cien años después, el capitalismo se
encuentra en un espiral descendente hacia el desastre y no es simplemente “el
desajuste temporal de una época de transición”, como lo pone el profesor
Counts. La existencia de dicha forma de organización económica, históricamente
obsoleta — basada en la propiedad privada de las fuerzas productivas y los
recursos naturales de la humanidad y la explotación de la gran masa de la
humanidad para la creación de ganancias corporativas y riqueza personal — no es
sólo la principal barrera para el progreso humano. Rápidamente, su existencia
se está tornando cada vez menos compatible con el mantenimiento de la vida
humana. No hay un solo problema social significativo que pueda ser resuelto
dentro del marco del capitalismo. De hecho, la lógica del capitalismo y del
sistema de Estado-nación, la cual constituye la base geopolítica del
imperialismo, conduce inexorablemente a otra guerra global, esta vez combatida con
armas nucleares. Lo único que puede detener este descenso es una renovación de
la lucha consciente por el socialismo mundial. Ante todas, esta es la razón
principal por la cual es necesario estudiar la Revolución Rusa.
***
Notas:
1. Marx-Engels Collected
Works, Volume 39 (New York: 1983), pp. 62-65 (nuestra traducción al
español)
2. La
revolución permanente (MIA: 2000)
3. Lenin Collected
Works Volume 5 (Moscow: 1961), p. 369 (nuestra traducción al español)
4. Lenin Collected
Works Volume 14 (Moscow: 1977), p. 325 (nuestra traducción al español)
5. “The Class, the Party, and the Leadership,” in The Spanish Revolution
1931-39 (New York: 1973), p. 360 (nuestra traducción al español)
6. The Lessons of October in The Challenge of the Left Opposition
(New York: 1975), p. 227 (nuestra traducción al español)
7. Lenin, Obras
de V.I. Lenin, Editorial Progreso (Moscú: 1974) (nuestra traducción al
español)
8. The Russian Revolution 1917 by N.N. Sukhanov, edited, abridged
and translated by Joel Carmichael (New York: 1962), Volume 1, p. 5 (nuestra
traducción al español)
9. The
Russian Revolution, 1917 by Rex A. Wade (Cambridge: 2000), p. 31 (nuestra
traducción al español)
10. Ibid, p. 39
11. Lenin, Obras
de V.I. Lenin , Editorial Progreso (Moscú: 19173)
12. History
of the Russian Revolution (Ann Arbor: MI, 1957), p. 152 (nuestra traducción
al español)
13. Ibid
14. The History of the Russian Revolution (Ann Arbor: 1961), p. 208
15. War Against War by R. Craig Nation (Durham and London: 1989), p.
175 (nuestra traducción al español)
16. Sukhanov, Volume 1, p. 273
17. Ibid, pp. 273-74
18. Ibid p. 274
19. Ibid, p. 281
20. Sukhanov, Volume II, p. 360
21. Lenin Collected Works, Volume 25 (Moscow: 1977), p. 388 (nuestra
traducción al español)
22. Ibid, p. 392
23. The Bolsheviks in Power: The First Year of Sóviet Rule in Petrograd,
by Alexander Rabinowitch (Bloomington and Indianapolis: 2007), pp. ix-x
(nuestra traducción al español)
24. Quoted in The Russian Revolution in 1917, p. 243
25. History of the Russian Revolution, p. 151
26. Cited in John Dewey, Volume 6: 1931-1932, Essays, Reviews and
Miscellany (Carbondale and Edwardsville, 1989), p. 266 (nuestra traducción
al español)
*++
No hay comentarios:
Publicar un comentario