10N- Euskalherria: resultados contrapuestos al Estado español
11/11/2019 |
Petxo Idoiaga
Tribuna viento sur
Los resultados en el conjunto de Euskal Herria y, particularmente, en
la Comunidad Autónoma Vasca (CAV) no sólo son distintos sino
absolutamente contrapuestos a los que se han dado en el resto del Estado
español.
P0RCENTAJES Y REPRESENTANTES |
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10-N 2019 |
28-A 2019 |
26-J 2016 |
|
COMUNIDAD AUTÓNOMA VASCA |
|||
PNV |
32,25 / 7 |
31,21 / 6 |
25,03 / 5 |
PSOE |
19,30 / 4 |
20,02 / 4 |
14,32 / 3 |
EHBildu |
18,81 / 4 |
16,78 / 4 |
13,37 / 3 |
E. PODEMOS |
15´49 / 3 |
17,70 / 4 |
29,28 / 6 |
PP |
8,87 / 0 |
7,49 / 0 |
12,96 / 2 |
VOX |
2,45 / 0 |
2,23 / 0 |
|
Cs |
1,12 / 0 |
3,18 / 0 |
3,53 / 0 |
Más País |
0,72 / 0 |
||
COMUNIDAD FORAL NAVARRA |
|||
NAVARRA + (UPN+PP+Cs) |
29´62 / 2 |
29,32 / 2 |
UPN-PP 31,88 / 2 |
PSOE |
25,04 / 1 |
25,76 / 1 |
17,36 / 1 |
EN Bildu |
16,96 / 1 |
17,44 / 1 |
9,38 / 0 |
U. PODEMOS |
16,60 / 1 |
16, 03 / 1 |
28,33 / 2 |
VOX |
5,61 / 0 |
5,59 / 0 |
|
GBAI (incluye a PNV) |
3,80 / 0 |
3,81 / 0 |
4,28 / 0 |
Cs |
6,09 / 0 |
Datos inapelables
Exceptuando los dos diputados que la derechona española, con
candidatura conjunta, obtiene en Navarra no hay representación ni del PP
ni de Cs. Además el ultra-lobo Vox no tiene cordero a quien comerse ni
en la CAV ni en Navarra; pura marginalidad la suya.
Junto con ello, lo que más choca con los resultados y con las
tendencias políticas mayoritarias en España, es que quienes mejoran su
representación son PNV y EH Bildu: vade retro a las dinámicas recentralizadoras.
Vade retro que políticamente va también contra el PSOE aunque
su paso atrás no haya sido más grave (es un decir) que la pérdida de
unos 40.000 votos y de un diputado, precisamente en Navarra y
precisamente a favor de EH Bildu.
Podemos se mantiene en Navarra, aunque sufrió una brutal caída en las
elecciones del 28A, si bien ahora la caída muy fuerte la ha tenido en
la CAV. Con los resultados electorales en la mano, la principal
conclusión publicitada por Elkarrekin-Podemos en la CAV es que tiene un
“sólido suelo electoral”. ¡Ojalá! Malo, muy malo sería para cualquier
perspectiva democrática que ese suelo se desplomara. Pero de ser la
primera fuerza electoral en junio de 2016 -29’28% y 6 diputados- a los
15´49% y 3 diputados actuales, es difícil saber si el repique de
campanas corresponde más al sacramento de la confirmación o al de la
extremaunción.
Tendencias no irreversibles
Estos resultados reflejan tendencialmente un rechazo sociológico al
régimen surgido de la Transición del 78. Más allá de ello, cuestionan
políticamente incluso el modelo autonómico del Estado español y apuntan a
una creciente ruptura con el mismo, salvo que se pueda decidir en pie
de igualdad y sin la Constitución como límite, sobre las relaciones
administrativas y políticas mutuas. Eso incluye, también, el derecho a
decidir de ambas comunidades de Euskal Herria (Comunidad autónoma vas y
Comunidad Foral Navarra) sobre sus relaciones comunes.
Aunque volveré sobre ello más adelante, es conveniente subrayar
previamente que las tendencias que puedan desarrollarse en Euskal Herria
dependen de las que se den en el Estado español (e incluso
internacionalmente), como lo ha demostrado el largo camino recorrido por
el Procés, camino que aún no ha terminado. Pero, en principio,
veamos algunos de los factores que hacen que las tendencias propias no
sean irreversibles.
El primero y, a mi entender, el principal, es que en Euskal Herria no
existe una dinámica social independentista (ni siquiera soberanista o
autodeterminacionista) como la que existió en Catalunya desde, al menos,
2012. El soberanismo que aglutina “Gure Esku Dago” es tan justo como,
por ahora al menos, débil. En ese escenario no parece que las citadas
tendencias puedan convertirse en dinámicas sociales activas (ningún
placer mayor que el de equivocarme en esto).
Pero tampoco se ve que –como, en parte, ocurrió en Catalunya- ni las
instituciones públicas (desde Ayuntamientos hasta Parlamento y
Gobierno), ni algunos partidos políticos vayan a tener un papel
determinante en sostener una dinámica de movilización popular
soberanista.
El PNV, feliz con los resultados actuales y con la tendencia de los
mismos (del 25,03% y 5 diputados en 2016 a 32,25% y 7 diputados ahora),
combina con habilidad el discurso del soberanismo con el de la
adaptación a los límites que el Estado impone. Además, sociológicamente
hay un factor real, aunque cueste reconocerse desde las posiciones más
solidarias con Catalunya, que lo tiene férreamente enraizado. En gran
parte del electorado del PNV se suma una posición caritativa contra la represión que sufre el Procés, con una posición de no lo hagamos así, cuidado con enfrentarnos con el Estado o incluso, más ampliamente, evitemos los conflictos. Reflejo de ello es la posición del partido en la ponencia sobre el Nuevo Estatuto. El preámbulo
de esa ponencia, en el que se recoge el derecho a decidir y se aboga
por una relación bilateral y confederal con el Estado, fue aprobado con
los votos conjuntos de PNV y EH Bildu. Pero a partir de ello, en lugar
de desarrollarlo, el PNV ha ido mareando la perdiz, hasta que finalmente
se someterá a informes de expertos de todos los partidos para llegar a un acuerdo común de redacción… ¡vaya usted a saber cuándo y cómo!
Es evidente que EH Bildu ha obtenido buenos resultados electorales.
Pese a la subida de la abstención ha pasado de los 259.647 que obtuvo el
28A a 276.519, mantiene el disputado escaño en Álava y reconquista el
de Navarra. De los tiempos de pura confrontación a los actuales de
reorientación y acumulación, la izquierda abertzale camina, no sin
tropiezos pero tampoco sin una tendencia que, a veces al menos, parece
excesiva, de política institucionalista, de confrontación casi cero no
ya con el Estado sino con las instituciones vascas y con el capitalismo,
aunque a su favor y en tal tendencia anticapitalista, opere
socialmente, de manera importante, su influencia en movimientos
sindicales, feministas, contra la represión, antirracistas, etc. Pese a
todo ello, de aquellos polvos estos lodos, a EH Bildu le falta
solucionar, de manera definitiva, su presencia en dos espacios. Uno el
de ocupar el espacio como movimiento anticapitalista puro y duro, lo que
incluye al juego político (alianzas que se buscan: PODEMOS) en Euskal
Herria y a la confrontación con el PNV (lo que no evita, sino requiere,
acuerdos básicos sobre institucionalización nacional como el Nuevo
Estatuto). El otro, el relativo a la constatación de violaciones de los
derechos humanos producidos por la actividad de ETA, lo que requiere un
análisis propio de todo aquello que, aún desarrollado en parte, no está
concluido.
E-Podemos se ha empeñado en defender un campo unitario de la
izquierda condicionado a la inclusión del PSOE vasco, en lugar de
presionar seriamente a EH Bildu para construir un espacio de izquierda
soberanista en oposición al nacionalismo del PNV y al propio PSOE vasco
(tampoco es que, más allá de algunos discursos e iniciativas pequeñas,
EH Bildu lo haya convertido en estrategia). Y en el campo propio de la
más amplia democracia soberanista, en lo que ahora mismo conforma el
proceso por un nuevo estatus, se ha desmarcado e incluso opuesto
sin mayor coherencia que la lealtad a los criterios de Madrid como se
muestra en su ponencia Guztion Ituna.
Todas estas son tendencias que, desde luego, no hacen irreversible
las soberanistas a las que apuntan los resultados electorales.
Dinámicas necesarias e imprescindibles más allá de Euskal Herria
Es conveniente añadir al exclusivo enfoque sobre Euskal Herria, una panorámica más amplia que incluya a la Declaración de la Llotja de Mar
del pasado 25 de octubre y a los resultados electorales de las
organizaciones nacionalistas/soberanistas que la suscribieron. Han
obtenido más de 2 millones de votos y 29 diputados/as, sin contar los
resultados del PNV que, en su juego a varias bandas, no suscribió tal
declaración. La presencia y el peso del soberanismo periférico en el
centralista Parlamento español será fuerte. Y si Podemos y Mas País
mantuvieran una posición de unionismo democrático, es decir, de defensa del derecho a decidir
de esas comunidades, aunque su posición sea la de la unidad
(federal/confederal) de lo que hoy administra el Estado español, si eso
ocurriera, el peso democrático desconstituyente del Régimen del 78 y el
freno al trifachito sería, ese sí, irreversible.
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