lunes, 30 de agosto de 2021
Evolución de la sanidad pública en España. [La privatización, querido, es un robo de un “privado” (o sea, de un ladrón dicho con otro nombre) al patrimonio acumulado por el trabajo de generaciones enteras de trabajadores, lo que pasa es que a ese robo le meten de por medio paletada y media de Boletín Oficial del Estado y ya no es un robo, es una privatización y queda la cosa la mar de arregladita. Ahora bien, que usted me dice: “muchacho que te estás pasando con eso del robo, que eres tú mu radical con eso del robo”. Pues nada, chitón, punto en boca, que por eso no vamos a discutir, que ahora mismo a lo del robo de la privatización yo le voy a llamar tiroliro, liroliro, tirolirolirolá y todos contentos. Pero eso sí, que es un robo al patrimonio público de todos los trabajadores no lo podría discutir ni Dios.]
La estrategia privatizadora
Evolución de la sanidad pública en España
Por Marciano Sánchez Bayle, Sergio Fernández Ruiz
Fuentes:
Nueva
Tribuna
Rebelión
30/08/2021
La evolución en los últimos 10 años no ha sido positiva y la privatización
y el deterioro de la sanidad pública continúan avanzando, empeorado incluso con
la pandemia.
En su momento (2013), en el libro La contrarreforma sanitaria, ya
señalamos que la privatización sanitaria y la consecuente destrucción del
sistema sanitario público en España se conformaba en 3 líneas de actuación
que avanzaban en paralelo, por supuesto de manera confluente y coordinada, la
fragmentación de la Sanidad Pública y la creación de pseudomercados y mercados
sanitarios, la potenciación del sector privado para dotarle de capacidad, en
cantidad y calidad, para poder sustituir al sistema público, y por fin la
fragmentación del aseguramiento, bien directamente, bien potenciando el papel
del aseguramiento privado.
Ocho años después está claro que las cosas han avanzado en los tres
aspectos reseñados, obviamente con diferente intensidad en cada caso y con una
penetración distinta de cada aspecto según las distintas Comunidades autónomas
(CCAA). Pasamos revista a continuación a cómo se ha producido esta evolución,
en realidad involución, de la Sanidad Pública en nuestro país.
1-Fragmentación y mercado sanitario.
Inicialmente es la primera medida que se adopta y que, en esencia, se ponen
en marcha mediante la separación arbitraria entre financiación y provisión.
Supuestamente para incluir la ventaja de la negociación entre ambas partes
dentro del sistema sanitario público, fomentando lo que se denomina un
pseudomercado o mercado interno, como si fuera posible negociar entre partes
del propio sistema en el que existe una dependencia jerárquica entre las mismas
(Hablando en plata ¿Cómo es posible establecer condiciones para negociar por
una parte que ha sido nombrada y puede ser destituida por la otra?) y que, en
realidad, tiene como objetivo la ampliación de este mercado a un mercado mixto
(público- privado) en el que centros privados y públicos compiten entre si
(otra ficción, los centros privados pueden, de hecho lo hacen, especializarse
en prestaciones rentables y los públicos tienen que asumirlo todo). Ya señalaba
Allyson Pollock (NHS Pic 2004) que este paso era la clave para la
privatización del sistema sanitario público del Reino Unido.
De manera complementaria había que fragmentar el sistema sanitario mediante
la creación de entidades con personalidad jurídica propia (fundaciones,
empresas, etc.) que permitieran que los pseudomercados tuvieran un espacio de
actuación. En la misma línea se colocan las llamadas unidades de gestión
clínica que favorecían la competencia entre ellas frente a la necesaria
cooperación y que, en ambos casos, propiciaban la privatización de un sistema
parcelado en multitud de entes y organismos de menor tamaño, en los que se
había separado las áreas más rentables económicamente y, por lo tanto, las más
apetecibles para el sector privado. Esta estrategia comenzó con la creación de
las fundaciones sanitarias y las empresas públicas en los años 90 en varias
CCAA.
En prácticamente todas las CCAA se avanzó en esta línea de una manera
bastante irregular y/o desigual. Por otro lado, en Cataluña, ya desde la
aprobación de la LOSC (Ley de Ordenación Sanitaria de Cataluña) en 1990, se
había creado la XUHP (red de hospitales de utilización pública) que permitía la
contratación de centros privados con dinero público, evidentemente porque en
esta comunidad autónoma, ya desde la época del franquismo, había un predominio
del sector privado en la atención especializada. Además, posteriormente se
crearon las EBAS (entidades de base asociativa sanitaria), especies de
sociedades limitadas para gestionar centros de salud que trasladaban este
mercado sanitario a la Atención Primaria (AP).
2 –Fomento del sector privado con fondos públicos
El siguiente paso, que como ya se ha señalado se produce frecuentemente en
paralelo, es el fomento del sector privado con fondos públicos, porque se es
consciente de que el sector privado en nuestro país, con la excepción de
Cataluña, es minoritario y de baja calidad por lo que precisa de una inversión
importante para ser competitivo. Qué mejor manera de hacerlo desde la óptica
privatizadora que hacerlo derivando al mismo una cantidad creciente de fondos
públicos. Es el fenómeno de las denominadas como externalizaciones, es decir,
contratación de servicios y/o prestaciones con el sector privado, y de la
denominada colaboración público-privada, que más bien debería de llamarse
utilización de fondos públicos para fomentar el sector privado. Así crecieron
como hongos las llamadas “nuevas formulas de gestión” (concesiones
administrativas, el conocido como modelo Alzira) y los hospitales PFI
(iniciativa de financiación privada por sus siglas en inglés) copiados de los
desarrollados en el Reino Unido y extendidos posteriormente a muchos países del
mundo. En ambos casos el sector privado recibía dinero público para fomentar
empresas privadas que aumentaban la fragmentación del sistema público e
incrementaban notoriamente los costes de los servicios sanitarios (ver nuestro
libro “Privatización sanitaria. Análisis y alternativas”, 2019).
El resultado no solo ha sido encarecer y empeorar la asistencia sanitaria,
sino, además, el deterioro de los centros de gestión pública preteridos
presupuestariamente, especialmente en un entorno de restricciones económicas
como la crisis de 2008-2009, donde los presupuestos del sistema sanitario
público decrecieron de manera muy importante (en torno a un 14% menos de
promedio) mientras que los centros privados financiados con fondos públicos no
vieron disminuir sus aportaciones.
Otro momento crítico ha sido la pandemia de la COVID-19, que está siendo
utilizada para favorecer la desviación de dinero público
hacia contratos privados sin control, en temas como la
hospitalización de los enfermos menos graves (obviamente los más rentables), el
rastreo, la vacunación, etc., en lo que la Comunidad de Madrid ha tenido un
evidente liderazgo.
De nuevo, ha existido una gran variabilidad entre las distintas CCAA,
porque, aunque el proceso privatizador es
generalizado en todas ellas, ha tenido especial impacto en algunas como Madrid,
Andalucía o Galicia, y se han
producido recuperaciones de centros privatizados en Valencia (Alzira y en
marcha en Torrevieja).
3- Ruptura del aseguramiento
El tercer paso, volvemos a repetirlo no necesariamente en este orden porque
se ha avanzado en paralelo en cada uno de ellos, es la ruptura del
aseguramiento que es el modelo teórico hacia el que se pretende avanzar, porque
conviene no ignorar que, como ya señalamos en su día, el PP, y en general la
derecha de este país, tiene un modelo de aseguramiento fraccionado en el que
las personas con más recursos tendrán un sistema de provisión mediante seguros
privados, de mayor o menor calidad dependiendo del coste de sus pólizas (como
en EE.UU.). Una seguridad social deteriorada que cubra a las personas
asalariadas, probablemente con una provisión mayoritariamente privada, y un
sistema de beneficencia para el resto de la población. Evidentemente, se trata
de un modelo muy regresivo y difícil de implantar en el corto plazo, pero para
lo que hay que dar pasos progresivos y continuos de manera que acabe
imponiéndose con escasos costes sociales y electorales (un buen ejemplo es el
de la rana sumergida en agua que se va calentando lentamente).
Respecto a esta línea de actuación cabría considerar:
1.
Las desgravaciones de los seguros privados sanitarios
que pueden realizarse las empresas para sus empleados, los autónomos y los
empleados que tienen un seguro de salud colectivo contratado por su compañía.
La cuantía de la desgravación por este concepto está calculada en 1.000
millones € en 2019, dinero que no entra en las arcas públicas y que, por lo
tanto, dificulta los incrementos presupuestarios de los servicios públicos,
entre ellos la Sanidad y que, por otro lado, supone la subvención de toda la
población a los seguros sanitarios de una parte de esta, la que tiene mejor
situación económica.
2.
El RDL16/2012 que ligaba el aseguramiento a la
afiliación a la Seguridad Social y producía exclusiones de la cobertura (la de
quienes cobraban más de 100.000 € anuales, los que pasaban más de 100 días en
el extranjero y los inmigrantes no regularizados). Obsérvese como este RDL
suponía un descremado de la cobertura de la Sanidad Pública, excluyendo a las
personas con más recursos, paso fundamental para alejarlos de la Sanidad
Pública a la vez que en todos los casos se fomentaba el aseguramiento privado.
Aunque este RDL fue corregido por el RDL 8/2018, en el que se suprimían las
exclusiones, manteniendo aún algunos problemas para las personas no
regularizadas, es obvio que el RDL 16/2012 establecía el horizonte estratégico
del PP respecto al sistema sanitario.
3.
Los copagos son parte de un mecanismo de inequidad y
exclusión de los segmentos más pobres de la población en cuanto a las
prestaciones que precisan, una manera de favorecer el aseguramiento sanitario
porque, comparativamente, disminuyen las ventajas del aseguramiento público a
la vez que producen exclusión de las personas con menos rentas y fomentan la
inequidad. El RDL 16/2012 también desarrolla ampliamente esta línea, en el
campo farmacéutico y en las prestaciones como el transporte sanitario no urgente
y prótesis y órtesis. También ha sido, en parte, posteriormente corregido.
4.
Las Mutualidades de funcionarios que suponen una clara
ruptura del aseguramiento público al pagar con fondos públicos unas condiciones
distintas para un colectivo concreto: el de una parte del funcionariado y
empleados públicos, y hacerse fomentando la utilización de seguros privados.
Conviene recordar que, en 2019, supusieron el 2,97% del gasto sanitario público
y que durante los años de los recortes las Mutualidades no sufrieron merma de
sus presupuestos asignados, con lo que de nuevo se priorizaron los intereses
económicos de los seguros privados.
5.
Finalmente, está el efecto de los recortes y el
deterioro del sistema público potenciando el aseguramiento privado,
especialmente en lo que respecta el crecimiento exponencial e intolerable de
las listas de espera (quirúrgica, de consultas externas y pruebas diagnósticas)
que se ha agudizado con la pandemia. Obviamente, el número de personas con un
seguro privado ha aumentado de una manera muy importante, pasando de 8,7
millones de 2011 (18,5% de la población) a 11 millones de 2020 (23%), siendo,
según los datos de la patronal, el único seguro que ha aumentado durante la
pandemia (más del 4,8%)
Todos estos hechos favorecen el aseguramiento privado y la sustitución del
sistema público por uno privado, estableciendo unas condiciones cada vez
más complicadas para la sostenibilidad de la Sanidad Pública y favoreciendo un
uso creciente del sector privado en detrimento de la Sanidad Pública, a la vez
que generan un entorno ideológico de la necesidad y/o conveniencia del
aseguramiento privado, inicialmente como complementario pero, obviamente, a
medio plazo como sustitutorio del sistema público, algo muy parecido a lo que
se pretende con las pensiones, el desarrollo y la potencia de los sistemas
complementarios son la condición previa al deterioro y abandono del sistema
público.
¿Cómo avanzar?
Como hemos visto, la evolución en los últimos 10 años no ha sido positiva y
la privatización y el deterioro de la Sanidad Pública continúan avanzando,
situación que ha empeorado con la pandemia.
¿Qué tenemos y/o podemos hacer? Algunas ideas básicas serían:
Parar la privatización. Aunque no lo veamos claramente, paralizar cada avance en el proceso
privatizador, pese a que nos parezca poco relevante, es importante porque por
un lado contiene, en parte, el proceso, que es acumulativo y se basa en gran
medida en una estrategia silenciosa de acumulación de cambios cuantitativos y,
por otro lado, hace más fácil revertir el proceso, por eso es importante
denunciar y enfrentarse a todas las iniciativas privatizadoras, por poco
relevantes que nos parezcan.
Desprivatizar, o dicho de otra manera: recuperar lo privatizado.
Por supuesto es un proceso más complejo pero la experiencia de Valencia señala
que es posible si existe una voluntad política decidida. Hay muchas vías que
hemos señalado en otra parte y ahí remitimos a los lectores interesados (Privatización
sanitaria. Análisis y alternativas, 2019). En todo caso, sería
deseable derogar/cambiar la legislación que favorece la privatización, como la
Ley 15/97 y algunas leyes autonómicas, blindando la provisión sanitaria
pública.
Recuperar la planificación, enfocada en
la consecución de objetivos de salud establecidos por Planes de Salud como eje
central de la Sanidad Pública (en este contexto habría que elaborar, por fin,
el Plan Integrado de Salud, pendiente desde 1986). A la vez acabar con mercados
y pseudomercados sanitarios que imponen la lógica de la rentabilidad económica
a corto plazo por delante de las necesidades de salud de la población y de los
objetivos a medio y largo plazo (el desastre del cambio climático es un buen
ejemplo de adónde nos lleva la lógica mercantilista y de beneficios
empresariales a costa de desatender la sostenibilidad del Planeta).
En ese mismo contexto, centrarnos en la integración/coordinación entre
niveles y dispositivos sanitarios en ámbitos territorializados, la recuperación
del papel de las áreas de salud es clave para responder a las necesidades de
salud. Es hora de eliminar la competencia para potenciar la colaboración.
Desarrollar y centrarnos en la Atención Primaria (AP) para que pueda asumir el papel de eje central del sistema sanitario
que nunca ha tenido, a pesar de las declaraciones grandilocuentes de las
distintas administraciones sanitarias. Por supuesto, para ello, se necesita
dotarla de recursos humanos y profesionales para asumir las tareas no solo
asistenciales que le son propias, si no además más prevención, más promoción y
más AP comunitaria.
Promover la Salud Pública como una
parte esencial del sistema sanitario que debe estar en permanente diálogo y
coordinación con el conjunto de este (Atención Primaria, Atención Hospitalaria,
sociosanitaria, etc.). Primero porque hay que atender a los determinantes de
salud que condicionan la salud de las personas y los países, y luego porque son
previsibles nuevas pandemias que precisan mejorar y ampliar nuestra capacidad
de respuesta.
Obviamente, defender una Sanidad Pública universal y de calidad choca con
la deriva mercantilista e individualista de nuestras sociedades por lo que
estará siempre en continúo peligro ante las iniciativas del neoliberalismo. En
todo caso, los cambios necesarios para mantener y reforzar la Sanidad Pública
no van a realizarse solos sino que precisan de un conjunto de condiciones a las
que ya hemos hecho referencia con anterioridad (Sanidad Pública, entre el éxito
y el desastre, 2015) y que, esencialmente, son: un apoyo
social generalizado o muy mayoritario al sistema sanitario público, grupos
profesionales significativos que apoyan un sistema público de salud y gobiernos
progresistas y/o de izquierdas que estén dispuestos a trabajar por ello. De
manera generalizada, en el conjunto del país, se dan las 2 primeras
condiciones, con diferencias entre las distintas CCAA, y la última se da a
nivel del estado y solo en algunas de las CCAA, por lo que los avances son de
esperar se produzcan de forma irregular en cada territorio. Es obvio que donde
los gobiernos son de carácter inequívocamente
privatizador, como en Madrid, Andalucía, Galicia, etc., la tarea
fundamental es oponerse a la privatización para conseguir que no avance o lo
haga lo menos posible. Donde no es así y a nivel del gobierno central hay que
presionar para la recuperación y el reforzamiento de la Sanidad Pública, porque
conviene tener en cuenta que todos los gobiernos, aunque se autoproclamen de
izquierdas, tienen tendencia al inmovilismo y a ceder ante las presiones
empresariales.
En todo caso pensamos que no hay que ser pesimistas (a pesar de lo que dijo
Gramsci, la razón no tiene que ser necesariamente pesimista, sino solo
realista, debe evaluar los pros y contras de cada caso concreto y hacer un
diagnóstico acertado) porque es una posición personal y política
desmovilizadora que llama a la inacción y solo produce melancolía, favoreciendo
el avance de los privatizadores. Por otro lado, es obvio que las cosas pueden
cambiar de manera sustancial, dependiendo de lo que hagamos entre todos y
todas, y que no solo puede evitarse que siga empeorando la situación sino
conseguir revertirla. En ello estamos, el futuro será nuestro.
Marciano Sánchez Bayle y Sergio Fernández Ruiz, Federación de Asociaciones
para la Defensa de la Sanidad Pública
El trabajo científico de Marx y su noción de ciencia
El 27
de agosto de 1985 fallecía en Barcelona nuestro querido maestro y amigo Manuel
Sacristán. En noviembre de 1978 pronunció una importante conferencia sobre el
trabajo científico de Marx y su noción de ciencia, que recordamos hoy.
El trabajo científico de Marx y su noción de ciencia
El Viejo Topo
27 agosto, 2021
Peut-on éviter
de se laisser prendre à ces jeux stériles en parlant de Marx et de ses
enseignements? Autrement dit, peut-on parler raisonnablement, en respectant les
règles élémentaires de la logique et la vérité palpable des faits? Bref, une
marxologie scientifique est-elle encore possible quand on se trouve en face des
exhibicions fantaisistes de toute une corporation –universitaires y compris–
d’intellectuels?
Maximilien
Rubel (1978)
En el mejor
sentido de la palabra resulta oportuno ocuparse de Marx, ahora [1978] que ya
este autor va siendo abandonado por la solicitud fantasiosa de que fue objeto
durante los dos últimos decenios. En ese último período de moda marxista,
centrado en torno a 1968, dominaron el horizonte unos espejismos
particularmente engañosos a propósito del asunto que hoy consideramos, el
trabajo científico de Marx. Eso contribuye a explicar el que, desde hace
aproximadamente dos años, la discusión sobre la calidad científica del trabajo
de Marx, o su falta de calidad científica, se sitúe bastante en el centro del
cuadro de la crisis que están atravesando los movimientos políticos
explícitamente marxistas y varias corrientes de pensamiento de esa misma
tradición. Se puede observar que los autores que más críticamente se están
haciendo oír sobre la cuestión son filósofos que hasta hace muy poco tiempo
entendían la obra de Marx del modo más cientificista, como un pensamiento en
ruptura, corte o coupure (por usar un término muy usado desde
los años sesenta) con sus orígenes metafísicos. La duda acerca de la calidad
científica del trabajo de Marx da menos que hacer a otras comprensiones de
nuestro autor que no son cientificistas; por ejemplo, no se nota ninguna
perturbación importante por cosas así en corrientes que entienden a Marx más
bien como un filósofo social, o como un filósofo de la cultura, al modo de la
escuela de Frankfurt; ni tampoco entre los que leen a Marx principalmente como
a un filósofo de la revolución, lo que alguna vez se llamó “marxismo occidental”,
con la escuela de Lukács y otras tradiciones; todos estos, o casi todos estos,
coinciden hoy en la necesidad de revisiones más o menos importantes de modos de
pensamiento presentes en la obra de Marx, o de tesis de este. Pero en ninguna
de estas corrientes aludidas se percibe la situación de crisis teórica y
práctica como un derrumbamiento. Los economistas, por su parte, se consideren
marxistas o no, suelen desde antiguo ver en Marx, simplemente, un clásico, tan
inspirador como cualquier otro de una tradición que unos economistas modernos
cultivan, otros rechazan, ninguno debe sacralizar y todos pueden considerar
interesante.
En cambio, los
autores a los que me he referido, intelectuales en crisis (ejemplos de ellos
sean Althusser y Sollers en Francia, Colletti en Italia), son filósofos que
reaccionan con formulaciones dramáticas a su descubrimiento reciente de que la
obra de Marx no es, contra lo que ellos habían enseñado hasta hace muy poco
tiempo, ciencia exacta, scientia in statu perfectionis, como decían
los viejos filósofos, ni menos “la única ciencia social” como había proclamado
Philippe Sollers del “marxismo-leninismo”. Las interpretaciones que hacían de
Marx Althusser y Colletti coincidían en basarse en la idea de un corte completo
entre el Marx maduro y su formación filosófica anterior, que fue principalmente
hegeliana. El caso de Sollers es pintoresco; en su época de infatuación
marxista-leninista-pensamiento Mao Tse-tung había sido fértil en graciosas
frases como la mencionada de que el marxismo-leninismo es la única ciencia
social moderna, o como el memorable descubrimiento de que la esencia de la
revolución cultural china es la destrucción de la cuestión del sentido: mil
millones largos de chinitos convertidos, al modo misionero, en ilustración de
una mediocre semiótica especulativa… Althusser y Colletti estuvieron, desde
luego, siempre lejos de esas cosas. Ellos dan involuntariamente un ejemplo
mucho más interesante de los escollos que amenazan a la navegación marxista.
Ambos son autores que no solo cumplen los habituales criterios de calidad
académica, sino que los rebasan ampliamente, hasta dar más la imagen del
maestro que la del profesor. Sin embargo, desde la altura de la crisis, que
ellos mismos expresan, de las anteriores lecturas de Marx por estos autores,
estas se ven hoy como una especie de hagiografía, como una vida de santo
intelectual. Sus anteriores interpretaciones confundían de hecho lo que es
historia de las ideas, estudio filológico (por decirlo subrayadamente), con lo
que es cultivar libremente la tradición de un clásico. Una cosa es estudiar y
explicar el pensamiento de Marx; otra hacer marxismo hoy. Muchas cosas que
enseñaban Althusser o Colletti hace cinco años (tal vez todas) se estudian más
provechosamente como pensamiento (de tradición) marxista de uno u otro de esos
autores que como pensamiento de Marx. Por lo demás, esta confusión entre el
tratamiento filológico de un clásico y la continuación productiva de su legado
es frecuente en las tradiciones en cabeza de las cuales hay un clásico que lo
es no solo en el sentido de paradigma de pensamiento teórico –en particular,
científico–, sino también en el de inspirador moral, práctico o poético.
Pero no es mi
intención hacer polémica, sino solo lo que he llamado filología, es decir,
hablar del pensamiento de Marx, no presentar continuación
–buena o mala, productiva o estéril– de su pensamiento. Y no por deseo de
escurrir el bulto, ni porque crea que un clásico haya de ser siempre objeto de
lectura filológica, sino porque me parece que entre las varias cosas buenas que
se pueden sacar de una situación de crisis, de cambio de perspectiva, está la
posibilidad de restaurar el estudio de las ideas sobre una buena base
histórica. Este es un momento favorable para que los marxistas emprendan el
intento, porque el estéril ideologismo del que ellos mismos parecen irse
librando se enseñorea hoy más bien de la nueva moda anticomunista –también
ella article de Paris, como el anterior marxismo tartarinesco–, a
la que no me voy a referir porque no tiene nada que decir acerca de las
modestas y nada espectaculares cuestiones de filosofía de la ciencia que me
propongo tratar aquí.
De todos modos,
aun sin voluntad polémica era obligado referirse, para empezar, al marco de
disputas, críticas, contracríticas y autocríticas en que se sitúa hoy cualquier
cuestión de marxismo; había que hacerlo, primero, por no ignorar soberbiamente
la situación, y, segundo, porque en lo que interesa a la filosofía de la
ciencia los autores mencionados, por curiosa que a veces resulte la inesperada
furia con que rasgan sus vestiduras, antes tan rígidas, son filósofos
considerables, no “literatos que saben las cosas a medias”, halbwissenden
literati, como decía Marx; son filósofos considerables que expresan de un
modo algo impropio una problemática nueva para ellos, pero nada imaginaria.
Atendamos, por ejemplo, a Colletti: él ve su nueva dificultad para la lectura
de Marx en la necesidad de reconocer, contra lo que había afirmado siempre, que
en la obra de Marx hay dos conceptos de ciencia: el concepto
normal de ciencia (digámoslo así, sin meternos en honduras, utilizando el
término hecho célebre por un conocido historiador y filósofo de la ciencia,
Thomas S. Kuhn), el concepto de ciencia que cobija normalmente a los científicos;
y el concepto hegeliano de ciencia o Wissenschaft, una noción de
origen platónico que engloba el conocimiento de las esencias, la metafísica.
No hay ninguna
duda de que esa formulación por el propio Colletti de la crisis de su anterior
convicción que veía en Marx un científico puro y normal es acertada. Colletti
lleva mucha razón; tanta, que uno puede preguntarse cómo no se dio cuenta antes
de algo tan evidente, de que ni el pensamiento de Marx ni ningún marxismo
positivamente relacionable con Marx son ciencia pura, ni solo ciencia. El mismo
léxico de Marx bastaba para darse cuenta de eso: Marx habla con desprecio de lo
que él llama science, en malintencionado anglofrancés, y habla con
orgullo de lo que llama deutsche Wissenschaft, saber alemán,
literalmente “ciencia alemana”, igual que más tarde los nazis. Entre otras
cosas, porque tiene en común con estos una tradición: la del idealismo alemán.
Cuando se quejaba del patriotismo de Marx, Bakunin tenía bastante razón (tanta
cuanta Marx cuando se quejaba del paneslavismo de Bakunin).
Autores mucho
menos conocidos que nuestros filósofos sabían hace tiempo esta novedad
debilitadora del marxismo cientificista y teoricista de estructuralistas y
neokantianos. Paul Kägi, por ejemplo, un viejo funcionario sindical suizo que
nunca fue profesor de ninguna universidad, se había expresado así en 1965:
Afirmaremos:
Marx encontró en Hegel una estimación de la ciencia empírica, pero, al mismo
tiempo, un concepto de ciencia que abarca desde la ciencia empírica hasta la
doctrina de las ideas (…)
Ahora bien (por
decir breve y claramente mi opinión): los conceptos de ciencia que presiden el
trabajo intelectual de Marx, las inspiraciones de su tarea científica son no
dos, sino tres: la noción de ciencia que he propuesto llamar normal, la science;
la noción hegeliana, la Wissenschaft, que ahora percibe Colletti y
que hace quince años trató Kägi; y una inspiración joven-hegeliana, recibida de
los ambientes que en los años treinta del siglo pasado [XIX], a raíz de la
muerte de Hegel, cultivaban críticamente su herencia, ambientes en los cuales
vivió Marx; en ellos floreció la idea de ciencia como crítica. Science,
Kritik y Wissenschaft son los nombres de las tres
tradiciones que alimentan la filosofía de la ciencia implícita en el trabajo
científico de Marx, así como este trabajo mismo.
Me propongo
ahora documentar la presencia en la obra de Marx de las dos tradiciones
filosóficas del concepto de ciencia hoy menos corrientes, dejando aparte la
noción normal de ciencia, que doy por supuesta y que es la que, pese a todos
los cambios de “paradigma”, sigue permitiéndonos atar de un mismo hilo (todo lo
retorcido que se quiera) a Euclides, Ptolomeo, Copérnico, Galileo, Newton,
Maxwell, Einstein y Crick, por ejemplo. Luego intentaré estimar el peso que
esas nociones han tenido en la obra de Marx, y apuntar a lo que más importa:
cómo se integran las tres nociones de ciencia en el programa
filosófico-científico explícito de Marx o implícito en su práctica.
Fuente: Primeras páginas del libro de Manuel Sacristán El trabajo científico de Marx y
su noción de ciencia, editado por Salvador López Arnal y
David Vila, a partir de la conferencia del mismo nombre pronunciada por
Sacristán el 11 de noviembre de 1978 en la Fundación Miró de Barcelona.
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domingo, 29 de agosto de 2021
¿Qué une a Colombia con Afganistán? [Que no se trata de buenos contra malos ni de velo sí velo no ni de moro arriba moro abajo ni del vuelo raso trompicones del culebrón colorao, puesto que no estamos hablando de metafísica barata ni de teología de medio pelo para andar por casa, sino de un sistema socioeconómico histórico, del modo de producción capitalista, que a partir de 2008 no se puede mantener en pie, que está dando sus últimas boqueadas históricas, y mientras dure, hasta que caput, chiquet, caput, y los trabajadores y los demás sectores sociales no ligados a los grandes capitales no lo echemos abajo para sustituirlo por el nuevo modo de producción socialista no puede continuar en pie más que creando cada vez más miseria y sufrimiento a toda la humanidad. Por supuesto, primero caput, que eso ya lo he dicho y, después, elemental, mi querido Guason, Guasón o Watson, como prefiera el lector, creando las condiciones socio-económicas para la instauración del socialismo, porque, ¿sabe usted?, el socialismo no es lo primero que a mí se me ocurra ni la feliz ocurrencia que pueda tener Francisquín, eso se tiene que decidir entre todos, excluida la exigua minoría de la matancía del capital, los del gran capital por ser los verdaderos causantes y primeros responsables de la situación actual. Ahí le hemos dao, coleguis tíos. Ahí quería llegar yo.]
¿Qué une a Colombia con Afganistán?
Rebelion
29 Ago, 2021
El Hegemón Imperialista de
EEUU ha sido expulsado del Asia central esta última semana de agosto de 2021,
tras 20 años de “guerra antiterrorista” en Afganistán, al que deja sumido en el
caos imprevisible que como dijo el presidente ruso Putin en “una guerra de
todos contra todos”.
Después de haber gastado en
las dos décadas de guerra 2,2 billones de dólares americanos (algunos calculan
un gasto de 300 millones de dólares cada día) y dejando una pavorosa estela de
destrucción y muerte que según la información aproximada aportada
por la concernida o implicada en la guerra como agencia británica de la BBC, es
de 3.586 soldados de EEUU y de la OTAN muertos, 78. 314 soldados y policías
afganos muertos, 84. 191 combatientes talibanes y opositores muertos y 75. 971 «civiles»
muertos. Además, 200 mil desplazados internos, 5 millones de refugiados en el
exterior que no pueden regresar a sus casas y un posible éxodo actual, después
de la salida abrupta y apresurada del omnipotente y amenazante ejército de La
OTAN, de otros 4 millones de refugiados, muchos de los cuales buscarán llegar a
los países desarrollados de Europa y EEUU que como miembros de la OTAN
participaron en esta guerra. (Ver cifras en https://www.bbc.com/mundo/noticias-internacional-58255790 )
Toda una florida y macabra
comprobación de cómo la famosa frase del mariscal prusiano Clausewitz, de que
la Guerra es la prolongación de la Política, ha sido invertida
por el Hegemón Imperialista al haber convertido la Política en un
apéndice de la Guerra, que fue desatada con
el fin de alimentar la voraz y nunca satisfecha codicia y avaricia del llamado
“complejo militar-industrial-financiero-de-los-EEUU”.
Sin embargo, sostengo la idea
de que la gran cantidad de análisis sobre las consecuencias y el significado de
esta contundente derrota para el Sistema General del Imperialismo Global con
sus varios niveles jerárquicos de desarrollo capitalista e integración
sistémica (SIG), que se han hecho (incluyendo este mío) y los que faltan por
hacerse; serán provisionales y, demorará varios años en tenerse una completa
valoración veraz y objetiva de la implicaciones geopolíticas y geoestratégicas
de toda esta vergonzosa debacle.
Pues si bien, al ver las
imágenes del caos en el aeropuerto de Kabul en estos días finales de agosto,
muy parecidos a los ocurridos en la toma militar y política de Saigón por el
Frente de Liberación de Vietnam y el ejército norvietnamita ocurrida los días
finales de abril y concluida el primero de mayo de 1975; al hacer una
contextualización histórica y politica necesariamente se debe concluir que son
hechos históricos y políticos totalmente diferentes y distintos:
En Saigón hubo una derrota
política y militar del ejército imperialista agresor y reaccionario de los EEUU
por una organización progresista y revolucionaria de orientación socialista
como fue el Frente de Liberación con sus aliados dirigido por el Partido
Comunista de Vietnam fundado por los legendarios Ho Chi Min y el general Giap,
que tras una larga, cruenta y costosa (en vidas humanas) guerra de agresión
neocolonial, derrotaron política y militarmente al ejército más poderoso en ese
momento en el mundo, dando una esperanza de lucha a la humanidad explotada y
oprimida que en esos años luchaba por su liberación nacional y social.
Mientras que en Kabul se
concluyó el colapso (previamente pactado en septiembre del año pasado en Doha,
según fuente de la foto al final) de un ejército multinacional como es el de la
OTAN, financiado multinacionalmente por el Sistema General del Imperialismo
Global (SIG), arriba mencionado, que se desgastó inútilmente hasta su fracaso
total tratando de quitarles militar y políticamente el control de los cultivos
y la financiación de la base agrícola de producción y principal producto de
exportación de Afganistán como es el opio, a una banda
armada de clérigos ultra reaccionarios estancados ideológicamente en el siglo
VI de nuestra era, que ahora se ha apoderado de una región de trascendental
importancia geoestratégica en el Asia central, tras recibir el INMENSO regalo
de todo un sofisticado arsenal de guerra de última generación y ultra
tecnológico abandonado en todo el territorio de Afganistán, después de la
vergonzosa huida del ejército de la OTAN y derrumbe del Estado títere afgano.
Lo que es fácil
comprobar al mirar las cifras de la ONU, aceptadas por la concernida BBC
inglesa en el informe citado arriba; pues Afganistán en el 2001 cuando comenzó
la “guerra contra el terrorismo” tenía apenas 8.000 hectáreas cultivadas en
amapola, las que paradójicamente despues de 19 años de guerra, en 2020, ya
llegaban a 224.000 hectáreas cultivadas con la planta precursora del opio que
arrojaban a sus comercializadores 460 millones de dólares por cosecha.
Ahora bien. Este somero
recuento no tendría importancia si no tuviera que ser relacionado
necesariamente con la otra cara de la moneda de esta fallida e insensata guerra
contra las drogas “War on Drugs” que se ha desarrollado en la antípoda de
Afganistán, en nuestra siempre recordada Colombia, desde 1998 (tres 3 años
antes de la guerra del opio en Afganistán) cuando se empezó a ejecutar el Plan
Colombia durante el gobierno conservador de Andrés Pastrana en medio
de las negociaciones de paz realizadas en el Caguán con las guerrillas de las
Farc-EP, y continuado con todo su furor militarista y contrainsurgente durante
todo el periodo del “Uribato” (dos gobiernos del miniführer AUV,
dos gobiernos del pérfido JM Santos y un gobierno del subpresidente Duque) para
lo cual trataré de hacer una corta relación geopolítica, a continuación:
El portal noticias PIA
(Periodismo Internacional Alternativo) ha puesto a disposición de los lectores
de la Resistencia antimperialista en “Nuestramérica”, el manual de geopolítica,
escrito por los profesores de periodismo y comunicación de la Universidad de la
Plata; Fernando Esteche y Ana Laura Dagorret, el cual está disponible en el
siguiente enlace : https://puntoed.com.ar/libros/885/manual-breve-de-geopolitica-declinaciones-redespliegue-y-multipolarismo.
Estos dos intelectuales
del pensamiento crítico, comprometidos con el destino de los pueblos del mundo
explotados económicamente o saqueados por el Sistema general del Imperialismo
global (SIG) y exigidos por la Crisis Civilizatoria en la que se encuentra la
humanidad actual que ellos analizan en detalle en el texto; hacen un balance
histórico-analítico muy pormenorizado, esclarecedor y enriquecedor con
categorías de la ciencia geopolítica y geoestratégica sobre la situación actual
en la que nos debatimos los pueblos periféricos depredados por esos dos
monstruos bíblicos del Poder burgués moderno (en el mar el Behemoth y el en la
tierra el Leviatán) en que devino el “capitalismo en su fase superior”, según
la clásica y contundente caracterización revolucionaria dada por Lenin en 1917.
Hace más de un siglo.
Los profesores ponen en el
centro de su análisis dialéctico superador (negación de la negación) la categoría
de Imperialismo, discuten los diversos aportes revolucionarios dados por la
ciencia política moderna, desarmando con un castellano claro, sencillo y
comprensible el pavor natural que se le tiene a aquellos monstruos bíblicos,
dándoles y definiendo o explicando en todo el texto, las (4) cuatro
características terrenales que determinan su esencia en la actualidad:
1) Financiarización.
2) Militarización
3) Caotización
4) Narcotización.
Características básicas a
tener en cuenta por quien se acerque a analizar o relacionar los dos casos más
floridos y paradigmáticos del accionar Imperialista en la periferia sometida y
ocupada a través de la muy comentada “War on Drugs”: Afganistán y Colombia.
Ambos sumidos en
el Caos. En la Narcotización o “traquetización” de
la sociedad y de la economía al depender ésta en su mayoría de la gran
exportación de narcóticos, opio en el Pamir afgano, coca en los Andes y selvas
colombianas. En la Financiarización proveniente del gigantesco
lavado de dólares del tráfico de estos narcóticos, y por último, en la Militarización contrainsurgente como
consecuencia de la fallida guerra Imperialista contra el narco terrorismo.
Así mismo es fácil encontrar
en el manual que traigo en ayuda en este análisis, otro elemento sin el cual no
es posible llegar a la esencia de todo el fenómeno; la relación
Imperialismo-Estado. Al desentrañar el manejo e instrumentalización
que hace el Sistema General del Imperialismo Global (SIG) de cada uno de los
Estados nacionales mencionados: Primero la utilización que se hizo del Estado
Afgano capturado despues de los bombardeos iniciales y luego puesto a
disposición para el desarrollo de la guerra en todo el territorio
“nacional”, así como el uso y manejo dado a la supraestructura jurídico
politica dominante para involucrar a la población contenida en ese Estado,
basada en complejo mundo tribal y clanil pre moderno, con una ideología
atrasada en varios siglos y estancada en el trabajo agrícola rustico de los
cultivos de amapola extendidos por las montañas afganas: era “ganar el
corazón y la mente de la población”, como ordenan los manuales
clásicos de la guerra contrainsurgente.
Y en Colombia, la forma como
se ha utilizado el Bloque de Poder Contrainsurgente dominante (BPCi) con sus
resabios gamonalistas y premodernos, conformado inicialmente después del pacto
de Sitges en 1957, y consolidado durante los gobiernos autoritarios y
militaristas del Frente Nacional que impusieron la moderna doctrina de la
Seguridad Nacional en 1977, cuando empezó a darse la transformación agrícola de
Colombia de productora masiva y exportadora del alcaloide cafeína,
en productora y exportadora de otro alcaloide más potente llamado cocaína,
hasta llegar al régimen contrainsurgente y narco paramilitar actual o Uribato
aliado de la OTAN, que cuando empezó su fallida guerra contra las drogas (justo
hace también veinte años) en Colombia existían 137.000 hectáreas sembradas de
Coca, y hoy después de tanto dolor, destrucción, muerte, y, “War on Drugs”; la
Oficina de Política Nacional de Control de Drogas de la Casa Blanca reporta
para Colombia la cifra récord de cultivos 245.000 hectáreas cultivadas de coca,
y la producción de 1.010 toneladas de cocaína que producen unos 450 millones de
dólares por cosecha, colocando a este desventurado país como el primer productor
de cocaína en el Mundo global
¿Entienden ustedes estimados lectores por qué el subpresidente Duque, ha aceptado tan dócilmente la orden Imperial dada por el Presidente Biden para que reciba como exiliados en Colombia (país aliado de la OTAN) a 4.000 oficiales afganos “colaboracionistas” (no colaboradores) de los ejércitos de la OTAN, especialistas en el caos y la debacle de la guerra de Afganistán?
Por Alberto Pinzón
Sanchez
*++
La euforia de los fondos europeos oculta la deuda pública que acumula el Estado español. [Esto no es cuestión de un gobierno (que únicamente es la representación formal del poder oficial, el poder real está en los grandes grupos de capitales que son los que determinan nuestras condiciones de vida, en tanto en cuanto los trabajadores no seamos conscientes de que el verdadero poder, el objetivo y efectivo, está en nuestras manos). Es cuestión del sistema socioeconómico basado en relaciones de fuerza y explotación, o sea, del modo de producción capitalista, al que el gobierno actual y todos los gobiernos pasados sirven de una manera más o menos encubierta con mayor o menor descaro. Deuda pública = a más trabajo que realizar por parte de los trabajadores para obtener a cambio un empeoramiento de las condiciones de vida al objeto de que los grandes capitales sigan creciendo a costa de intensificar cada vez más la apropiación de la riqueza que crea el trabajo. Esto también podría ser dicho en verso, solfa e incluso por señas, lo que hace falta es que los trabajadores lo entendamos que no llevamos muy buen camino para hacerlo]
La euforia de los fondos
europeos oculta la deuda pública que acumula el Estado español
Fuentes: Rebelión
Rebelion (España) / 28.08.2021
Coincidiendo
con el anuncio de la Comisión Europea sobre el primer desembolso de 9.000
millones de euros de prefinanciación para España, con cargo al Mecanismo de
Recuperación y Resiliencia, el Banco de España ha publicado el incremento, en
tan solo un mes, de 23.478 millones de euros de la deuda pública en junio.
El Banco de España
ha publicado los datos de la deuda pública de
junio. La deuda neta de las Administraciones públicas (Gobierno, seguridad
social, comunidades autónomas y corporaciones locales) aumentó en ese mes en
23.478 millones de euros, hasta alcanzar los 1.425.620 millones (1,4 billones).
Pero esa cifra
no es la deuda pública real, ya que resta a la deuda pública bruta lo que le
deben a las Administraciones públicas. Es una operación contable correcta, pero
sirve para ocultar que la deuda de las Administraciones públicas es en realidad
de 1.719.307 millones (1,7 billones).
Además, hay
otra deuda de otras entidades cuyo garante son las Administraciones públicas
que no se contabiliza (AENA, ADIF, RENFE o avales del ICO). Esa otra deuda, de
la que no se facilitan datos, podría sumar otros 600.000 millones. Por tanto,
la deuda pública total real estaría en torno a los 2,3 – 2,4 billones de euros.
Ecologistas en
Acción denuncia que si se utilizan estos datos “sin cocinar”, el incremento
real de la deuda pública bruta en el mes de junio, según el Banco de España,
fue de casi treinta mil millones en un solo mes (29.914 millones).
Si se comparan
estas cifras con los 69.500 millones en transferencias no reembolsables de los
fondos Next Generation EU, que están previstos para financiar gastos durante
siete años (de febrero de 2020 a diciembre de 2026), la disparidad es
abrumadora. Y si se solicitaran los créditos a los que puede optar el Estado
español –lo que sumaría otros 70.000 millones de euros– estos terminarán
incrementando las cargas públicas por la vía directa de los créditos.
Por otro lado,
las transferencias no reembolsables provienen de créditos que la UE contraerá
con los mercados de capitales y que serán pagados en gran parte por el
incremento de las aportaciones que se verá obligado a realizar el Estado
español a la UE, o a través de los nuevos impuestos que la UE pretende ir
dictando.
También hay que
tener en cuenta que una condición para recibir estos desembolsos es acometer
ajustes, como la reforma laboral y de las pensiones. De momento, la UE ha
realizado el primer desembolso sin condicionar a ese compromiso, pero el
Gobierno español se ha comprometido a abordarlo antes del segundo desembolso de
10.000 millones de euros a finales de este año 2021.
Por último,
Ecologistas en Acción recuerda que es una de las entidades que se ha posicionado
en contra de los fondos NGEU por las repercusiones sociales y
por el lavado verde que esconden. El Gobierno español, con su Plan de
Recuperación y Resiliencia, bajo la proclama del ‘crecimiento verde y digital’,
ha decidido destinar estos fondos hacia el vehículo eléctrico, el hidrógeno
verde, las fábricas de baterías, los megaproyectos de energías renovables del
oligopolio energético y del sector inmobiliario, la digitalización de la
agricultura y del turismo masivo, la construcción de viviendas y el AVE. De
esta manera ha contribuido a inflar nuevas burbujas que necesitan enormes
cantidades de recursos materiales y combustibles fósiles, que van a los grandes
grupos de capital y que caminan en sentido contrario a la urgente e inaplazable
transición ecológica.
El Plan
responde así a una nueva estrategia de acumulación y recomposición del capital
financiero a costa del sobreendeudamiento público, y reforzará la privatización
y su control sobre sectores estratégicos (agua, energía, minerales, tierras).
Por todo ello,
Ecologistas en Acción denuncia que los fondos europeos son un plan de rescate a
los principales grupos de capital del IBEX 35, que intensificará el
sobreendeudamiento público y la crisis social, ecológica y climática. La
organización ecologista pide al Gobierno español que realice un análisis
crítico de las consecuencias sociales y ambientales que conllevan estos fondos.
También que rectifique y encare un Plan real de transición ecosocial de forma
urgente, que haga frente a la crisis estructural y al escenario de
decrecimiento de recursos energéticos y materiales.
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sábado, 28 de agosto de 2021
¿Qué es el movimiento obrero?
Hoy se
cumplen tres años del fallecimiento de Josep Fontana. Maestro en el pensar
históricamente, profundo estudioso, trabajador infatigable y marxista
comprometido, lo recordamos con este breve y agudo texto sobre el papel actual
de los sindicatos.
¿Qué es el movimiento obrero?
El Viejo Topo
28 agosto, 2021
A comienzos de
junio un lector de La Lamentable me pidió que explicara qué
entiendo por movimiento obrero. Si se tratara de una sencilla definición,
bastaría con decir que pienso que es la acción coordinada de quienes viven de
un salario el cual ganan con su trabajo (no necesariamente «manual», como dice
el Diccionari del IEC). Pero supongo que la demanda de
aclaración iba más lejos.
Como
historiador le diría que el movimiento obrero organizado en sindicatos nace en
Europa en la primera mitad del siglo XIX (en Cataluña, en 1840) y que de su
acción ha dependido la mayor parte de los avances sociales que se consiguieron
en los siglos XIX y XX, desde la limitación de las jornadas de trabajo o el
salario mínimo, hasta el sistema de pensiones: avances de los cuales no sólo se
han beneficiado los trabajadores, sino el conjunto de la población. Sin la
fuerza negociadora de los sindicatos nunca habría habido «Estado del
bienestar».
Un trabajo de
Colin Gordon, del Economic Policy Institute, muestra cómo en Estados Unidos se
produjo una paulatina mejora de los ingresos medios de las capas populares
entre 1945 y 1978, al mismo tiempo que crecía la afiliación a los sindicatos y
que éstos ejercían su papel moderador, no sólo en la negociación de los
salarios, sino en cuestiones de política que beneficiaban a todos. En nuestro
país, por ejemplo, sin la fuerza que alcanzaron los sindicatos clandestinos
durante el franquismo, no habría habido «Transición». Fue el temor a su
capacidad de movilización lo que obligó a los herederos del franquismo a negociar
con los partidos de izquierda (que luego se encargaron, a su vez, de traicionar
a los sindicatos… pero esta es otra historia).
El problema es
que desde mediados de los años 70, cuando políticos y empresarios se
convencieron de que no había ningún temor a una subversión revolucionaria del
orden establecido, se rompió el pacto que había mantenido la paz social en
estos años y se inició la lucha a muerte contra los sindicatos: una lucha
iniciada por la señora Thatcher en Inglaterra y por el presidente Ronald Reagan
en Estados Unidos, pero que no tuvieron inconveniente en continuar después sus
sucesores «de izquierda», como el famoso «trío de la benzina» que integraron
Bill Clinton, Tony Blair y Felipe González, inventores de un socialismo
pasteurizado.
La lucha fue
implacable en Estados Unidos, donde puede considerarse que el sindicalismo ha
desaparecido de las empresas privadas y sólo continúa entre los trabajadores
públicos (policías, bomberos, enfermeras, maestros, etc.), ferozmente atacados
por políticos conservadores republicanos (y abandonados por los demócratas), lo
cuales han conseguido, por ejemplo, que los votantes populares crean que los
trabajadores sindicados son unos privilegiados, que gracias a los sindicatos
que les defienden tienen mejores sueldos, unas pensiones aseguradas y cuentan
con más seguridad de no ser echados arbitrariamente a la calle.
En casos
concretos, por ejemplo en lo que se refiere a la escuela, todo esto sirve para
atacar a la enseñanza pública, alegando que es de mala calidad porque los
sindicatos impiden que se echen a los malos maestros, y que lo bueno son las
escuelas concertadas, o privadas, donde los directores pueden deshacerse sin
ningún impedimento de los profesores que les estorban (huelga decir que en
estas condiciones resulta muy fácil asegurarse que los maestros no enseñan nada
que estimule el pensar). Por decirlo literalmente: el apartado sobre educación
que el Partido Republicano de Texas presenta de cara a las elecciones de este
año, dice explícitamente que se opone a que se enseñen métodos de pensamiento
crítico que tienen como finalidad «poner en duda las creencias establecidas de
los estudiantes y minar la autoridad de los padres». De pensar por su cuenta,
nada.
En Estados
Unidos, por lo menos, la política de aniquilación de los sindicalistas es
brutal, pero no sangrienta. En otros lugares las cosas se hacen sin tantos
miramientos. En la Colombia del presidente Uribe, amigo estimadísimo de Estados
Unidos, fueron asesinados 2.515 dirigentes sindicales desde 1986. No
exactamente por motivos políticos, sino para realizar una «reforma laboral». La
compañía bananera norteamericana Chiquita Brand, por ejemplo, no tuvo
inconveniente en reconocer en 2007 «que había pagado y armado a grupos
paramilitares colombianos que asesinaron a dirigentes sindicales, organizadores
sociales y trabajadores de sus plantaciones».
Estados Unidos
no ha condenado estas prácticas de sus amigos colombianos, como tampoco lo
hacen hoy en Honduras, donde hay tropas norteamericanas que se supone se ocupan
de la droga, mientras que en los dos últimos años ha habido por lo menos 43
asesinatos de dirigentes sindicales y campesinos. No sería lógico, por otra
parte, que se opusieran a ello, cuando ha habido antecedentes que justifican su
tolerancia. El 20 de septiembre de 1995 el Senado de Estados Unidos reconoció
lo siguiente: «Hay una evidencia considerable que en 1981 un escuadrón de la
muerte del ejército de Honduras fue creado con el conocimiento y la asistencia
de Estados Unidos […] y llevó a cabo una campaña sistemática de secuestros,
torturas y asesinatos contra supuestos subversivos, que no eran sino
organizadores sindicales, activistas de los derechos humanos, periodistas,
abogados, estudiantes y profesores. La mayor parte de ellos estaban asociados a
actividades que serían legales en cualquier democracia».
Es cierto que
estamos en unos momentos en que los sindicatos dan cada vez menos miedo, y son
por lo tanto menos eficaces en la tarea de moderación de la ola de explotación
que padecemos. Sin embargo, defenderlos significa defender la continuidad de
unos derechos sociales que ellos son entre los pocos en defender: derechos que
se ganaron en dos siglos de luchas sociales, en las cuales fueron muchos
quienes se jugaron la libertad y la vida, para ellos y para quienes vinieran
detrás, y que hoy nos están siendo arrebatados día a día.
No es que yo me
haga ilusiones de que puedan recuperar su antigua fuerza y enderezar el camino
que nos lleva al desastre. El enemigo aprende los métodos de quienes se le
oponen y acaba consiguiendo neutralizarlos; pero mientras sea posible, su
resistencia nos ayuda a todos. Muy importantes han de ser los sindicatos cuando
sus contrincantes están dispuestos a llegar incluso al asesinato para
liquidarlos.
La gran lección que deberíamos aprender es que ninguna ganancia social nos ha sido regalada, sino que todas se han conseguido luchando. Si la fuerza de los sindicatos flaquea, habrá que organizar nuevos movimientos sociales que inventen nuevas formas de acción para oponernos al desguace de nuestros derechos y evitar que nos lleven otra vez a un mundo de señores y siervos. Que es por este camino por donde van las cosas.
Fuente original: «Què és el moviment obrer?», La
Lamentable, 11 julio 2012, traducido por Jordi Domènech
*++
Según un grupo de expertos de Harvard. La probabilidad de que se produzca otra pandemia es “mayor que nunca” [Para ver que saco en claro de este asunto me tengo que echar unos trotes con el caballo de Santiago Abascal, así, de tú a tú; unas cervezas a moco tendido con la señora Ayuso de Madrid, que en lo tocante a cervezas sabe un rato, no como el primo de Rajoy, que ni siquiera sabe si lloverá manaña en Sevilla, y unas parrafadas con el patrio Casado del PP; con la ecoloqué y la ecolocual; con el tío del Flan chino el mandarín, caperucita roja y el Lobo feroz a ver que tal, a ver por dónde me salen, porque para mí, lo que yo me barrunto, es que todo es cosa del modo de producción capitalista que no lo puede salvar ni Dios a partir de 2008, a pesar de los reconstituyentes que desde entonces le están metiendo al cuerpo a base de un zurriagazo de millones por aquí y otro escopetazo de millones por allá más los millones que le están al caer, porque Santa Lucia, con la que yo intimo que es una barbaridad, tío colegui (y a nadie le importa como nos las averiguamos para mantenernos en la intimidad íntimamente unidos), pobrecita mía, no es capaz de ver nada. ]
Según un grupo de expertos de Harvard
La probabilidad de que se
produzca otra pandemia es “mayor que nunca”
Rebelión
28/08/2021
Fuentes: Mongabay [Imagen: Personal de salud en Santa Rosa de Serjali, en Sepahua, Ucayali, Perú. Foto: Microred de salud Sepahua.]
– La destrucción de bosques tropicales, la intensificación de la ganadería
y el comercio de especies silvestres, son algunos de los factores que, según
los científicos, contribuyen a la propagación de patógenos.
– Un reciente informe advierte de que las soluciones para evitar una nueva
pandemia son más baratas y efectivas que las inversiones en pruebas de
diagnóstico, vacunas y medicamentos. Representan solo el 2 % de los costos
económicos que se invierten en la respuesta al Covid-19.
Nadie quiere
más pandemias, pero la probabilidad de que aparezca otra es “mayor que
nunca”. El cambio en el uso del suelo, la destrucción de los bosques
tropicales, la expansión de las tierras agrícolas, la intensificación de la
ganadería, la caza, el comercio de animales silvestres, y la urbanización
rápida y no planificada son algunos de los factores que influyen en la
propagación de virus con potencial pandémico.
Esa es la
conclusión principal del informe del Grupo de Trabajo Científico para la Prevención de
Pandemias, un equipo creado por el Instituto de Salud Global de
Harvard y el Centro para el Clima, la Salud y el Medio Ambiente Global de
la Escuela de Salud Pública T.H. Chan de Harvard. En el
documento, que reúne la evidencia científica existente y brinda recomendaciones
para evitar una nueva pandemia, los investigadores advierten que la
agricultura está asociada a más del 50 % de las enfermedades zoonóticas que han
afectado a los humanos desde 1940. Esta cifra plantea desafíos, pues el
informe menciona que con el crecimiento de la población mundial y el incremento
de la inseguridad alimentaria, resulta urgente invertir en una agricultura
sostenible, conservar los recursos hídricos, evitar un mayor cambio en el uso
de la tierra y reducir la pérdida de biodiversidad.
“Si se reforesta, si se regulan los mercados de animales salvajes, entre otros, estamos contribuyendo a disminuir la probabilidad de que esos virus —muchos que aún no están caracterizados— lleguen a los humanos. Así disminuimos el riesgo”, asegura Marcos Espinal, director de Enfermedades Transmisibles y Determinantes Ambientales de la Salud, de la Organización Panamericana de la Salud (OPS), a Mongabay Latam. Él no tiene dudas: trabajar en la prevención reducirá costos en términos económicos, sociales y en vidas humanas.
Existe
preocupación entre los científicos por el cambio de paisaje debido a la
presencia de agricultura y ganadería. Foto: Archivo Camila González.
Bosques protectores
En el 2020 se
perdieron 12,2 millones de hectáreas de bosques tropicales en el mundo.
Esta cifra, presentada este año por Global Forest Watch, demuestra el
desafío al que la humanidad se enfrenta y al que se refieren los autores del
informe. Los científicos proponen invertir en la conservación de los
bosques tropicales —en especial los que están intactos o en buen
estado de conservación—, como una de las medidas obligatorias para evitar una
nueva pandemia.
¿La razón?
Cuando los animales son despojados de sus territorios tienen que buscar nuevos
lugares para vivir y así se crean oportunidades para que los patógenos busquen
nuevos huéspedes. “Cuando se deforesta un bosque, el animal sale de su hábitat
y trata de buscar un lugar donde pueda subsistir —comenta Marcos Espinal,
coautor de la investigación—. Ese animal, que no está completamente examinado,
puede tener virus, tener patógenos que uno no conoce”.
Al acabar con
los bosques se crea un desbalance en un ecosistema que antes estaba en
equilibrio, ocasionando que los grandes mamíferos huyan y queden las
especies que se adaptan fácilmente a los ecosistemas transformados, que se
reproducen más rápido y en menor tiempo, y que se conocen como especies
sinantrópicas. «Se ha visto que esos mamíferos que quedan son buenos
hospederos. […] Esos cambios desequilibran toda la cadena trófica y favorecen a
un grupo de organismos que tiene unas características que los hacen muy buenos hospederos
y pueden amplificar los virus rápidamente”, explica Camila González Rosas,
bióloga, doctora en Ciencias y docente del Centro de Investigaciones en
Microbiología y Parasitología Tropical de la Universidad de los Andes, a
Mongabay Latam.
El informe advierte que se ha descubierto que animales como murciélagos, roedores y primates albergan una mayor proporción de virus zoonóticos que otros grupos.
Camila González
ha estudiado la presencia de patógenos en primates. Foto: Giovanni Randazzo.
Buscar
soluciones de fondo, como la conservación de los bosques tropicales y frenar la
pérdida de biodiversidad, no solo evitará el riesgo de una nueva pandemia, sino
que ayudará a cumplir las metas urgentes en cambio climático, como limitar el
aumento de la temperatura del planeta a 1,5°C. En su más reciente
informe, el Grupo Intergubernamental de Expertos sobre el Cambio
Climático (IPCC) advirtió que
de no disminuir en al menos un 45 % las emisiones de gases de efecto
invernadero al 2030 y eliminarlas a 2050, la humanidad se enfrentará a una
catástrofe climática.
“Las acciones a
tomar para evitar una nueva pandemia son tan contundentes como las del cambio
climático. Los virus están saliendo porque estamos haciendo cosas que
no deberíamos hacer. Abusamos de la capacidad de los sistemas de ser
resilientes y estamos apuntando a un límite de no retorno. Las cosas
difícilmente cambiarán mientras el desarrollo económico siga por encima de
todas las prioridades. No es que se generen virus diferentes, simplemente lo
que estaba contenido en un equilibrio natural, lo estamos sacando”, puntualiza
González.
El límite de la frontera agropecuaria
La investigación del equipo de trabajo de la Universidad de Harvard también constató que la propagación de los virus de la fauna silvestre hacia las personas, a veces a través del ganado, es una de las causas principales del riesgo de pandemia. Esa conclusión tiene sentido para la bióloga Camila González, quien explica que entre más densidad poblacional de animales se ponga en los ecosistemas transformados, mayores oportunidades tendrán los patógenos para salir y llegar a los humanos.
El foco de
deforestación en Flor de Ucayali, Perú, se inicia en el límite de este pueblo
con el caserío Santa Sofía. Foto: Feconau.
“Si tumbas el
bosque y metes una gran cantidad de animales [vacas, por ejemplo], lo
que haces es poner una autopista para que el patógeno salga y llegue a los
humanos. Le das una cantidad de hospederos susceptibles para que infecte.
[…] Con más hospederos, aumenta la propagación del virus”, dice.
Por eso, otra
de las recomendaciones de los científicos de Harvard es mejorar la
bioseguridad para el ganado y los animales de granja, especialmente cuando
la cría se realiza cerca de asentamientos humanos. “Los bosques, la
depredación, el mercado de animales salvajes y hasta el mal uso de animales
domésticos —porque existe, por ejemplo, la rabia humana transmitida por
perros—, son factores que influyen en la probabilidad de una pandemia. Es una
confluencia de factores”, indica Espinal, resaltando que otro de los desafíos
es el control de la caza y de los mercados de animales salvajes,
donde matan a los animales silvestres y venden sus carnes sin una higiene
adecuada. Estas condiciones favorecen el salto de posibles patógenos a los
humanos y la Unión Internacional para la Conservación de la Naturaleza (UICN) ya ha
advertido que el 75 % de todas las enfermedades
infecciosas emergentes provienen de la vida silvestre.
Fortalecer una agricultura sostenible y evitar el desperdicio de alimentos serán medidas fundamentales, precisa el informe, para reducir la pérdida de biodiversidad, conservar los recursos hídricos y prevenir nuevos cambios en el uso de la tierra, al tiempo que se promueve la seguridad alimentaria y el bienestar económico. En conclusión: ser más productivos con los recursos que se tienen actualmente, pues si bien hoy se produce comida para más de 10 000 millones de personas, también se desperdicia casi un tercio de los alimentos, de acuerdo con la Organización de las Naciones Unidas para la Alimentación y la Agricultura (FAO).
Deforestación
en los bosques de Colombia. Foto: Fundación Natura.
La prevención cuesta menos
Aún se
desconoce mucho sobre las enfermedades que se transmiten de los animales a
humanos o viceversa pero Manish Kakkar, especialista en salud pública de Nueva
Delhi (India) y coautor de la investigación, considera que esta es la
oportunidad para hacer más análisis que permitan desarrollar estrategias
específicas para cada país, que tengan como objetivo buscar soluciones de fondo
y no solo responder a un brote.
“Espero que se
analicen detenidamente las recomendaciones del equipo para tener claros los
próximos pasos y así estar mejor preparados para la próxima pandemia,
porque no se trata de si habrá otra, sino de cuándo ocurrirá”,
manifiesta Kakkar.
Si bien las inversiones en el sistema sanitario, en pruebas de diagnóstico, medicamentos y vacunas son importantes para contener los brotes de enfermedades cuando ya se han producido, el informe resalta que no solucionan el problema de la propagación ni evitan el riesgo de que ocurra una pandemia. Son medidas que, además, resultan insuficientes y no benefician a todos los países por igual pues, mientras que en los países de bajos ingresos menos del 2 % de las personas han recibido al menos una dosis de la vacuna —según Human Rights Watch—, en los países ricos ya están pensando en una tercera dosis como refuerzo. “Incluso en los países más ricos la cobertura de la vacuna está lejos de alcanzar los niveles necesarios para controlar la variante Delta”, subraya el informe.
Pruebas PCR de
COVID-19 para miembros de la nacionalidad siekopai, comunidad de Bella Vista,
Territorio Siekopai, Sucumbios, Amazonia ecuatoriana, el 29 de abril 2020. Foto
Luke Weiss / Amazon Frontlines y Alianza Ceibo.
Aaron
Bernstein, director interino del Centro para el Clima, la Salud y el Medio
Ambiente Global de Harvard T.H. Chan School of Public Health y líder del grupo
de trabajo científico, considera que tomar soluciones que traten el problema de
fondo como frenar la destrucción de los bosques tropicales y la pérdida de
biodiversidad, regular el mercado de animales salvajes, fomentar una
agricultura sostenible y evitar el desperdicio de alimentos, tienen múltiples
beneficios. Por un lado, son considerablemente más baratas; por el otro, ayudarán
a detener la propagación de enfermedades de animales a humanos, así como a
estabilizar el clima del planeta y revitalizar su biósfera. Esto será
esencial no solo para la salud sino para mantener un bienestar económico, pues,
de acuerdo con el científico, el COVID-19 provocó una pérdida mundial estimada
en unos 40 000 millones de dólares al año.
Bernstein
asegura que actualmente se han gastado más de 6 billones de dólares en “pañitos
de agua tibia”. “No importa cuánto gastemos en vacunas, nunca podrán
inmunizarnos completamente contra futuras pandemias», dice. En investigaciones
anteriores, Bernstein ha encontrado que reducir la deforestación y
regular el comercio de animales silvestres cuesta 22 000 millones de dólares al
año, lo que representa solo el 2 % de los costos económicos y de mortalidad que
el mundo invierte hoy en día en respuesta al COVID-19.
Por último, el informe recomienda aprovechar las inversiones en el fortalecimiento del sistema de salud para avanzar en la conservación. Los investigadores de Harvard resaltan que un ejemplo de éxito es Borneo, una isla asiática donde una década de trabajo permitió reducir la deforestación en un 70 %, proporcionar acceso a la atención médica a más de 28 400 personas y reducir sustancialmente la malaria, la tuberculosis y otras enfermedades comunes de la infancia.
Los peces
muertos por contaminación del agua son un reflejo de mal manejo de la salud
ambiental en muchos territorios latinoamericanos. Foto: Nacionalidad siekopai.
Será clave
además —plantean los científicos— aprovechar las inversiones en los sistemas
sanitarios y apoyar las plataformas de One Health (Una sola salud), un concepto
que hace alusión a buscar el equilibrio entre la salud humana, ambiental y
animal. Solo de esta manera, dicen, se podrá avanzar conjuntamente en la
conservación, la salud y la prevención de contagios.
“En este
informe presentamos toda la evidencia, pero también hacemos recomendaciones, de
tal forma que los líderes regionales, los políticos y los jefes de Estado
pongan atención y traten de invertir, no solo en la respuesta a la pandemia,
sino también en la prevención. Queda claro que la principal inversión que debe
hacer la humanidad para llegar a la raíz de los problemas es proteger el mundo
natural, de esto depende la salud y el bienestar económico”, finaliza Marcos
Espinal.
Fuente: https://es.mongabay.com/2021/08/expertos-de-harvard-probabilidad-de-que-se-produzca-otra-pandemia/
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