martes, 26 de agosto de 2025
Romper la cadena
La servidumbre
voluntaria de que nos hablaba La Boétie la vemos hoy muy bien representada por
nuestros “líderes” europeos, al parecer contumaces en su propósito de llevarnos
a una guerra que inevitablemente vamos a perder (incluso si acabara en
victoria).
Romper la cadena
El Viejo Topo
26 agosto, 2025
Romper cadenas ha sido siempre una metáfora idónea para referirse a los
procesos de liberación en el terreno social y político. Por eso los
reaccionarios españoles (esa «especie» que no parece correr ningún riesgo de
extinción) que, con el infame rey felón Fernando VII a la cabeza, ahogaron en
sangre los primeros intentos constitucionalistas de este país gritaban «¡Vivan
las ca(d)enas!» Pero no, no hacemos aquí referencia a las cadenas del poder
absolutista tradicional, sino a otra inmensa cadena que tiene atado a medio
mundo: la cadena imperialista formada por los miembros de lo que Samir Amin
llamaba la «Tríada»: los Estados Unidos, la Unión Europea y el Japón, así como
los países que ejercen de vasallos directos de alguno de los anteriores,
verbigracia el Canadá, Australia o Corea del Sur. El propio Samir Amin describe
así los objetivos que persigue la Tríada imperialista en general y su líder
indiscutible, los Estados Unidos, en particular:
El objetivo confesado de la nueva estrategia hegemónica de los Estados
Unidos es el de no tolerar la existencia de ninguna potencia capaz de
resistirse a las órdenes de Washington y, en consecuencia, el de tratar de
desmantelar a todos los países considerados «demasiado grandes», así como el de
crear el máximo de Estados títeres o residuales, presas fáciles para el
establecimiento de bases norteamericanas que aseguren su «protección». Sólo un Estado
tiene derecho a ser «grande»: los Estados Unidos. La estrategia global
norteamericana tiene los siguientes objetivos: 1) neutralizar y doblegar a los
otros socios de la tríada (Europa y el Japón) y minimizar la capacidad de
dichos Estados para actuar fuera del regazo norteamericano; 2) establecer el
control militar de la OTAN y «latinoamericanizar» a los antiguos pedazos del
mundo soviético; 3) controlar en exclusiva Oriente Medio y Asia Central y sus
recursos petrolíferos; 4) desmantelar China, asegurarse la subordinación de los
otros grandes Estados (India, Brasil) e impedir la constitución de bloques
regionales que podrían negociar los términos de la globalización; 5) marginar a
las regiones del Sur que no tienen ningún interés estratégico. (Samir Amin, La
Revolución de Octubre cien años después, Barcelona, El Viejo Topo, 2017, p.
57)
Teniendo esto presente se entiende perfectamente la consideración de Rusia
y China como enemigos estratégicos, «sistémicos» o adjetivados de cualquier
otra forma rimbombante que los ponga en el punto de mira. Cualquiera que no
tenga el hábito de buscar información sobre política internacional más allá del
domesticado círculo de los medios de (des)información hegemónicos se habrá
tragado sin rechistar la leyenda negra tejida durante años sobre Rusia como
ogro «imperialista» ávido de devorar tiernos infantes territoriales como
Ucrania, Georgia, Polonia, los países bálticos y cualquier otro pedazo de
tierra que hubiera formado antaño parte, no ya de la extinta Unión Soviética,
sino del imperio zarista (no es raro oír por ahí calificar al presidente ruso
Putin de «nuevo zar» u otras lindezas por el estilo).
Pero en realidad lo malo que tienen Rusia y China para la Tríada no es lo
que esos países hayan hecho o hagan. Porque ¿qué han hecho? Rusia, reaccionar a
partir del golpe de estado de Maidán en 2014 para evitar el riesgo cierto y
seguro de perder la base naval de Sebastopol y tener a cambio bases militares
de la OTAN a pocos centenares de kilómetros de Moscú y otros centros
neurálgicos del país, así como impedir la represión contra la población
rusófona de Ucrania. China, patrullar las aguas del Mar de China (que es de
suponer que por algo se llama así…) y recordarle a los Estados Unidos que la
soberanía sobre la antigua isla de Formosa, hoy Taiwan, le pertenece
inequívocamente, derecho reconocido unánimemente (Estados Unidos incluidos) por
las Naciones Unidas.
En definitiva, tal como se desprende del texto de Samir Amin arriba citado,
el problema que tiene la Tríada con Rusia y China no es lo que éstas
potencias hacen, sino lo que son: Estados «demasiado
grandes», cuyo poderío militar en un caso y económico-militar en otro impide a
la Tríada tenerlos bajo su completo dominio, como hace con tantos otros países.
Para lograr, pues, los objetivos 1, 2 y 3 señalados por Amin los EE.UU. tienen
que hacer lo que vienen haciendo desde que en 1991 se libraron del obstáculo
que representaba para su total hegemonía el bloque soviético. Pero en España y
otros muchos países «occidentales» la derecha paranoica (adjetivo que para
algunas de las facciones de esa familia sociopolítica es un simple pleonasmo)
no se ha enterado de qué va la película: no de ideología, sino de geopolítica.
Que la Unión Soviética y su bloque tuvieran un sistema económico no homologable
con el capitalismo en sentido estricto era lo de menos para los amos del
sistema capitalista mundial (aunque agitaran continuamente el fantasma
ideológico para asustar y tener bien recogidos bajo su faldón a los típicos
reaccionarios viscerales e infantiloides de siempre): lo importante era que el
bloque con mayor o menor propiedad llamado socialista les privaba de una parte
enorme del pastel de la riqueza mundial. Por eso ahora una Rusia capitalista
con pocos matices y una China controlada por un partido comunista pero que
alberga y se mueve al ritmo de una de las economías capitalistas más grandes,
florecientes y expansivas de la historia despiertan hasta el paroxismo la
agresividad de los miembros de la Tríada. Y por eso los BRICS, simple
plataforma de cooperación basada en acuerdos comerciales equitativos provocan
la inquina de la Tríada, al no someterse al control ejercido sobre el comercio
internacional por los miembros de la misma.
El capitalismo no siempre ni necesariamente conduce a la guerra. Pero en su
versión imperialista es inevitable que lo haga. De ahí que lo que queda de
izquierda organizada en el mundo deba proponerse como objetivo prioritario
romper la cadena imperialista representada por la Tríada. Y como parece claro
que esa izquierda residual no puede lograrlo con sus propios medios, que no
serían otros que una serie de revoluciones anticapitalistas en un número
significativo de países con suficiente potencial material y humano como para
construir sociedades viables y fuertes no regidas por la lógica del capital, el
único medio, hoy por hoy, al alcance de la izquierda es contribuir a ahondar al
máximo los antagonismos que, dentro de un sistema-mundo capitalista como el actual,
impiden que la cadena imperialista incorpore como firmes eslabones suyos todos
los Estados que hoy quedan fuera de su control total.
Eso implica empezar por despertar del iluso sueño de una UE autónoma
respecto de los EE.UU. ¿Hacen falta más pruebas de que eso es imposible que
todo lo que viene ocurriendo en Europa desde la disolución del Pacto de
Varsovia, ocasión pintiparada para que, mediante la paralela disolución de la
OTAN, se hiciera realidad la visión que en algún momento tuvo el presidente francés
De Gaulle de una Europa de las patrias (no de los mercaderes) del Atlántico a
los Urales basada en la cooperación en condiciones de igualdad (algo mucho más
próximo, digamos, al abierto sistema BRICS que a la actual autocracia
bruselense)?
Claro que uno puede preguntarse perplejo por qué la UE, llegando al
esperpéntico extremo de mostrarse (en apariencia, al menos) más papista que el
papa Trump, insiste y persiste en la suicida idea de avanzar como sonámbula
hacia la confrontación militar con Rusia. ¿Acaso coinciden los intereses de los
países miembros de la UE con los de los EE.UU. hasta el extremo de renunciar a
las ventajas del comercio con Rusia y someterse alegremente a unos draconianos
aranceles impuestos por Washington a sus exportaciones con destino a los
EE.UU.? Bien, no hablemos de países, hablemos de clases y todo cobrará sentido.
Las clases dirigentes europeas tienen, directa o indirectamente, los mismos
intereses que las élites norteamericanas. Están prácticamente machihembradas (en
casos como el de la Bruja Von der Leyen, literalmente). Así que…
Y donde no llegan los intereses reales llega la ideología, que en sentido
marxista (que no es el original, pues empezó siendo un simple «estudio de las
ideas», pero es el sentido que acabó predominando) no es más que una visión
siempre simplificada –y a menudo deformada– de la realidad. De modo que,
cegados por la ideología que podríamos llamar «occidentalista», muchos
seguidores de a pie de las élites dirigentes de la Tríada acaban comprando todo
el «paquete» (perdón, el «pack») y, además de votar entusiastas a partidos con
programas contrarios a sus intereses reales, hacen suyas (y las exhiben en
Whatsapp) todas las banderas enarboladas por los dirigentes de la Tríada, desde
la bicolor azul desteñido y gualda de Ucrania hasta la de la estrella de seis
puntas flanqueada por los ríos Nilo y Éufrates (sendas franjas azules que hoy
sería más justo pintar de rojo sangre). Son como los niños enfundados en las
camisetas de sus ídolos futbolísticos. Pero unos niños grandes y nada inocentes
a quienes día llegará que se les pidan cuentas por su servil contribución a
tensar la cadena en absoluto metafórica que mantiene aherrojada a más de media
humanidad. Porque, análogamente a como se dice en derecho, la ignorancia de la
ley moral no excusa de su cumplimiento.
Fuente: Crónica
Política
Venezuela despliega todo el sistema defensivo nacional ante amenazas de EE.UU.
Venezuela despliega todo el sistema defensivo nacional ante amenazas de
EE.UU.
Diario octubre / agosto 26, 2025
“Fue sometido a un proceso intenso de aceleración y reorganización dinámica todo el sistema defensivo nacional, porque está desplegado las 24 horas de los 365 días”, aclaró el jefe de Estado venezolano.
“El primer poder que tenemos es nuestra ética, nuestra
espiritualidad, nuestra historia, nuestra moral y ese poder está activado a
nivel que el imperio ni se imagina”, afirmó Maduro Moros. Foto: Prensa
Presidencial.
Final del formulario
Como parte de su intervención al inicio del programa Con Maduro
+, en su edición 89, el presidente constitucional de la
República Bolivariana de Venezuela, Nicolás Maduro Moros, calificó de
impresionante la recién concluida semana de activación del poder de la
nación venezolana: la unión y fusión perfecta del pueblo, su Fuerza
Armada Nacional Bolivariana (FANB) y sus fuerzas policiales en un solo
plan para garantizar la paz y la soberanía conquistadas en el país
sudamericano.
“Algunos
creerán que la amenaza es contra Venezuela. La amenaza es contra todos. Si
amenazan a uno, amenazan a todos. Si tocan a uno, tocan a todos. Y Venezuela ha
venido construyendo su poder para la libertad, la democracia y la paz. El
primero de todos es el poder moral, tenemos la razón, somos gente de bien, con
un ideal: Bolívar, por encima de todo, transversal en nosotros”, explicó el
jefe de Estado.
Asimismo,
recordó una sentencia del Libertador Simón Bolívar: “Pueblos libres vencen
imperios poderosos”, en alusión a la reciente escalada de amenazas de
EE.UU. contra la nación venezolana y su Gobierno, con un despliegue militar
en el Caribe, que pone en peligro la Zona de Paz declarada en
América Latina y el Caribe desde el año 2014. Intenta vincular a las
autoridades bolivarianas con el narcotráfico, incluido al
presidente Maduro Moros, para justificar un capítulo de agresión armada a
partir de herramientas de guerra híbrida.
De acuerdo con
el mandatario, el primer poder del pueblo venezolano es su ética, su
espiritualidad, su historia, su moral. “Y ese poder está activado a un
nivel que el imperio no se imagina”, advirtió el presidente para referirse a lo
que denominó “el poder espiritual de este templo suramericano de la libertad
que es Venezuela”.
Maduro Moros
informó sobre la activación, de manera progresiva, del poder popular movilizado
en las calles; el poder de todas las fuerzas políticas del país, desde
la izquierda radical hasta la derecha, desde el Gran Polo Patriótico hasta
una treintena de partidos y movimientos políticos y personalidades de la
oposición, conocidos líderes de la oposición venezolana. “Activamos con mucha
fuerza el poder público nacional”, insistió.
A propósito,
explicó que en Venezuela existen cinco poderes constitucionales desde 1999.
Recordó que el Poder Legislativo de la nación (el Parlamento) emitió un
pronunciamiento por unanimidad defendiendo los sagrados derechos de Venezuela
al ejercicio de su soberanía, a la autodeterminación y a la paz.
De igual modo,
el dignatario reconoció la activación intensa del Poder Judicial de
Venezuela, con el Tribunal Supremo de Justicia, así como del Poder
Ciudadano. La Fiscalía General de la República, la Defensoría del Pueblo y
la Contraloría General que funciona como gran Poder Moral del país, también dio
un paso al frente muy poderoso.
“El Poder
Electoral, proyecto de Bolívar en el año 1826, también recogido y en fase
de aceleración en el desarrollo de los circuitos comunales, las consultas
trimestrales, el voto permanente, la soberanía intransferible del pueblo. Y el
Poder Ejecutivo encabezando la batalla de todo un país por su derecho a la paz,
a la soberanía y su derecho al futuro”, añadió Maduro Moros.
El comandante
en jefe de la FANB significó que lo sucedido estos días con el sistema defensivo
nacional responde a un proceso intenso de aceleración y reorganización
dinámica, porque dicho sistema está desplegado las 24 horas de los 365
días.
“Para el
sistema defensivo nacional, con su capacidad de combate y lucha armada, no hay
descanso. Estamos desplegados en 164 URRAs (Unidades de Reacción Rápida
de la Fuerza Armada Nacional Bolivariana) a nivel nacional, combatiendo con las
armas. Es parte de la lucha armada del pueblo venezolano contra las bandas
criminales, las narcobandas y la conspiración fascista que preparan desde el
exterior con mercenarios“, argumentó el mandatario.
El 90% de los
venezolanos rechaza las amenazas de EE.UU.
El jefe de
Estado hizo énfasis en la precisión de los sistemas de mediciones del Gobierno
venezolano, que le permiten interpretar la unidad de la población a favor de la
paz y en defensa de la soberanía.
“Hay un
rechazo, un repudio gigantesco (…) contra la gente que llama a que invadan,
bombardeen, maten, llenen de violencia el país. Y te digo que el rechazo supera
el 90% a los anuncios y amenazas del Gobierno estadounidense contra nuestro
país”, precisó Nicolás Maduro durante su diálogo con el periodista de
Venezolana de Televisión (VTV), Boris Castellanos.
Castellanos
mencionó que, en una encuesta realizada por la medidora de opinión pública
nacional, Hinterenlaces, se comprobó que el 83% de los venezolanos
y venezolanas, de diferentes posturas políticas, rechaza la idea de que “cada
vez está más cerca la caída del Gobierno”, mientras apenas el 9% la comparte.
De este modo, no perciben la inestabilidad política de Venezuela que proyectan
análisis externos.
Fuente: telesurtv.net
lunes, 25 de agosto de 2025
Sobre Sacristán
Hoy se cumplen 13 años
del fallecimiento de Francisco Fernández Buey. Añoramos, hoy más que nunca, en
estos tiempos de masacres e impostura, su lucidez, su compromiso, su
honestidad, su calidez humana. Lo echamos mucho en falta.
Sobre Sacristán
El Viejo Topo
25 agosto, 2025
FRANCISCO
FERNÁNDEZ BUEY SOBRE MANUEL SACRISTÁN LUZÓN
Salvador López
Arnal (edición)
Hoy, 25 de
agosto de 2025, hace 13 años del fallecimiento de Francisco Fernández
Buey (FFB, 1943-2012), una de las cimas de la filosofía española e
iberoamericana, un lúcido ecosocialista decrecentista, un polímata
sólido, un firme partidario (ejemplo a un tiempo) de la “tercera cultura” (ciencias
+ humanidades). No me cabe ninguna duda de que, de estar entre nosotros en este
año del primer centenario del nacimiento de Manuel Sacristán, el autor de La
gran perturbación y Marx (sin ismos) hubiera escrito
uno de sus textos imprescindibles sobre el que fuera su maestro, camarada y
amigo, acaso el ensayo largo que tuvo en mente en ocasiones.
Unos textos
suyos pueden ayudarnos a paliar su ausencia.
Una buena parte
de lo que FFB escribió sobre el traductor de El Banquete y El
Capital está recogido en Sobre Manuel Sacristán,
Barcelona: El Viejo Topo, 2015 (edición de Jordi Mir Garcia y SLA). Doy aquí
tres escritos suyos no incluidos en el libro. El primero, de 2005, tiene su
origen en el homenaje a Sacristán que organizó, en paralelo al organizado por
otras universidades catalanas, la Facultad de Humanidades de la Pompeu Fabra en
el vigésimo aniversario de su muerte. El segundo no está fechado, probablemente
es de 1996 (no tengo más información). El tercero, de 1995, es el texto que FFB
escribió con ocasión de la mesa redonda que organizaron las CCOO de Cataluña en
el décimo aniversario del fallecimiento del que ahora nombra su Escuela de
Adultos “Manuel Sacristán”.
Los dos
primeros pueden consultarse entre la documentación depositada en el Arxiu FFB (Universitat
Pompeu Fabra. Biblioteca/CRAI de la Ciutadella). El tercero fue publicado
en: Homenaje a Manuel Sacristán. Escritos sindicales y de política
educativa, Barcelona: EUB, 1997, pp. 37-43.
En recuerdo,
pues, del que fuera profesor, maestro y compañero de muchos de nosotros y, al
mismo tiempo, un sentido homenaje a otro gran maestro, Manuel Sacristán Luzón.
MANUEL
SACRISTÁN: FILOSOFÍA Y COMPROMISO
Con la presente
exposición la Biblioteca de la UPF se suma al homenaje que las universidades
catalanas están dedicado al filósofo Manuel Sacristán con motivo del vigésimo
aniversario de su muerte. Se ha reunido aquí una amplia selección de sus
escritos, traducciones y ediciones, aparecidas entre 1950 y 1985, además de
diferentes documentos valiosos para el conocimiento de la vida y de la obra del
filósofo, algunos de ellos inéditos.
Manuel
Sacristán (1925-1985) fue una personalidad intelectual irrepetible. Ejerció una
gran influencia en la vida cultural, social y política barcelonesa durante tres
décadas: desde la época de la revista Laye (1951-1954), en la
que colaboraron varios de los más conocidos exponentes de la llamada generación
de los 50, hasta los años en que escribió en las revistas Materiales y mientras
tanto (1977-1985). Su manera de entender el filosofar fue siempre
inseparable de su compromiso cívico.
Entre 1956 y
1969, como dirigente del PSUC, colaboró en la revista Nous Horitzons y
fue uno de los impulsores del Primer Congreso de Cultura Catalana. Fue el
redactor principal del Manifiesto por una Universidad Democrática, que
se leyó en la asamblea constituyente del SDEUB (1966). Intervino en la Asamblea
de Intelectuales de Montserrat contra los consejos de guerra de Burgos (1970).
Contribuyó a impulsar el movimiento de profesores no-numerarios y las
Comisiones Obreras de la Enseñanza (1972-1977). Formó parte del grupo de
educadores en las tareas de alfabetización de trabajadores en Can Serra. Fue
miembro fundador del Comité Antinuclear de Cataluña, una de las primeras
organizaciones ecologistas del país, a mediados de los setenta; y, finalmente,
destacó como teórico y activista del primer eco-socialismo y del pacifismo que
empezó a cuajar en la década de los ochenta.
En el ámbito de
la historia de las ideas, Manuel Sacristán contribuyó a la difusión en España
de las principales corrientes del pensamiento europeo al término de la segunda
guerra mundial, desde el existencialismo al marxismo y desde la filosofía
analítica a las últimas orientaciones de la filosofía y de la historia de la
ciencia. Como filósofo, representó la negación de la división del saber en
compartimentos estancos y propició el cultivo de un saber transversal, atento
al filosofar sobre las prácticas científicas y humanísticas.
Manuel
Sacristán fue uno de los pioneros en nuestro país en un campo muy poco
cultivado entonces: el de la lógica formal. Después escribió ensayos críticos e
innovadores sobre filosofía y metodología de las ciencias sociales. Está
considerado como el principal pensador marxista de la España del siglo XX.
Tradujo los primeros textos de Marx que se publicaron legalmente en España
después de la guerra civil. Y en la década de los setenta proyectó
y dirigió la primera edición rigurosa que se hizo en Cataluña de los escritos
de Marx y de Engels (OME). Además, tradujo y dio a conocer aquí obras de
pensadores como Theodor Adorno, Antonio Labriola, Antonio Gramsci, Georg
Lukács, Karl Korsch, Galvano della Volpe, Robert Havemann, Herbert Marcuse,
Ágnes Heller y E.P. Thompson.
Como escritor y
ensayista, Manuel Sacristán cultivó diferentes géneros. De joven se interesó
por la dramaturgia norteamericana de la posguerra y escribió páginas
interesantísimas para al desvelamiento de la crisis cultural de entonces. En la
década de los sesenta publicó ensayos de germanista sobre la veracidad de
Goethe como poeta y como científico así como acerca de la conciencia vencida en
Heine. También iluminó aspectos sugestivos de las obras de Brossa y de
Raimon.
Sacristán
enseñó a varias generaciones a leer sin anteojeras ni prejuicios a algunos de
los grandes de la filosofía contemporánea: a Martin Heidegger (al que dedicó
una importante monografía, que fue su tesis doctoral) y a Antonio Gramsci
(sobre cuya obra escribió ensayos muy renovadores). Pero también a Simone Weil,
a Bertrand Russell, a Karl Popper, a Quine o a Lukács. Como editor y
colaborador de varias editoriales barcelonesas de la época, dirigió las
traducciones de la Historia de la ciencia de René Taton, de la
historia de las matemáticas y su conexión con otras ciencias que lleva el
nombre de Sigma, o de la monumental Historia del
análisis económico de Schumpeter.
Sacristán fue
un profesor universitario innovador y riguroso, al que muchos de sus alumnos
han recordado siempre, con razón, como un maestro. Entre 1956 y 1965 impartió
clases de Lógica y Filosofía en la Universidad de Barcelona. Durante los siete
años siguientes las autoridades franquistas le excluyeron de la docencia
universitaria por sus ideas comunistas. Volvió a impartir regularmente clases
en la Universidad de Barcelona a partir de 1976 y enseñó entonces metodología
de las ciencias sociales en la Facultad de Económicas hasta 1985 y, durante el
curso 1982-1983 en México, en la UNAM.
MANUEL SACRISTÁN Y LA POLÍTICA
Manuel
Sacristán no era un político al uso ni tampoco un ético licenciado. Era un
hombre que tenía una pasión política indiscutible; una pasión política que le
acompañó siempre, desde muy joven. Era un hombre que entendía la política como
ética de lo colectivo.
Quisiera
recordar aquí algunos momentos de su actuación política.
Uno. En 1966
Manuel Sacristán redactó el principal documento de la Asamblea Constituyente
del Sindicato Democrático de los Estudiantes de la Universidad de Barcelona
(SDEUB). Se titulaba Manifiesto por
una Universidad Democrática. Treinta años después este
documento puede seguir siendo fuente de inspiración para todos aquellos que
piensan que la democracia es y será un proceso en construcción. Pues desde entonces
pocas veces se habrá expresado con tanta claridad y veracidad como ahí la idea
de que una universidad libre, sin barreras clasistas, en una sociedad
democrática, exige el reconocimiento del carácter plurinacional y
multilingüístico de lo que llamamos España.
Dos. En sus
escritos de 1968-1969 Sacristán advirtió de la decisiva importancia de la
«autocrítica del leninismo». Analizó críticamente a la vez la
actuación del partido comunista francés durante los hechos de mayo del 68 y la
invasión de Checoslovaquia por las tropas del Pacto de Varsovia. Consideró que
aquel «doble aldabonazo» se saldaba con una doble derrota para el movimiento
socialista justo cuando era evidente la recuperación del marxismo y del
comunismo por abajo. Después de los acontecimientos de Praga, Sacristán
sugirió: «Veremos cosas aún peores». Eso nos impresionó mucho entonces a los
más jóvenes. Pero acertó. Sacristán estaba completamente convencido de que lo
que hacían los «rusianos» (como él llamaba a los que se llamaban a sí mismos
soviéticos) no tenía nada que ver con el socialismo y lo que hacían los jóvenes
extremistas del 69 tampoco. Pensaba que había que volver a empezar de nuevo
todo. Quería llevar la primera autocrítica seria del socialismo, la de Dubček,
hasta sus últimas consecuencias. Esas últimas consecuencias eran para él
entonces el consejismo democrático, la ampliación radical de la democracia: en
Praga y en París. Nos dejó Sacristán esta lección: sin la autocrítica radical
del socialismo «realmente existente» no habrá recuperación posible de la idea
de socialismo en este fin de siglo.
Tres. En 1969
Sacristán presentó la dimisión de todos sus cargos en la dirección de PSUC. Se
ha querido ver en esta discrepancia un momento más del manido conflicto entre
el intelectual «teórico» y el «político» práctico. No fue así. Si se leen
comparativamente los materiales de la dirección del PSUC sobre la «putrefacción
del Régimen de Franco» en 1969-1970 y la carta de dimisión de Sacristán (por
nombre de guerra «Ricardo»), que se ha conservado en el Archivo Histórico del
PCE, se verá que la diferencia era otra, que había dos interpretaciones
radicalmente diferentes de la realidad española de entonces: eufórica y
voluntarista la una, realista (en el mejor de los sentidos de la palabra) la
otra. Esta vez la lección fue: la rectificación de la política comunista no
puede ser ideológica ni basarse sólo en la voluntad de los dirigentes; tiene que
partir del análisis, crítico, de lo que hay y evitar la pérdida del sentido de
la realidad que conduce siempre a la manipulación de los de abajo por los
dirigentes autoproclamados.
Cuatro. A
mediados de los años setenta, después de la muerte de Franco, Sacristán previó,
frente Nicolás Sartorius y una parte de la dirección de CC.OO., que no iba a
poder mantenerse el movimiento unitario de los trabajadores antifranquistas de
la enseñanza y que lo mejor, en tales circunstancias, era propiciar la
afiliación de los enseñantes en las sindicatos de clase. Se quedó en minoría en
esto. Pero años después la dirección de CC.OO. tuvo que reconocer que Sacristán
llevaba razón. Ese es el origen de las comisiones obreras de enseñanza, hoy
[1996] sindicato mayoritario en el sector. He ahí otra ejemplo de que una
política de izquierdas, en este caso en el ámbito sindical, empieza por la
iniciativa propia, no por el entreguismo.
Cinco. A
finales de los años setenta Sacristán llevó a cabo una crítica radical pero
respetuosa de lo que entonces se llamaba «eurocomunismo»: valoró la realidad
social de los partidos que proponían ese camino, estimó insuficiente la
crítica, en el interior de estos, de los residuos estalinistas y consideró
utópica y entreguista la rectificación de derechas que en aquel momento
proponía Santiago Carrillo [entonces secretario general del PCE]. Lo hizo con
el argumento de que el «eurocomunismo» conduciría a la pérdida de la identidad
comunista sin que los partidos comunistas lograran a cambio llegar al gobierno
en parte alguna: desnaturalización en lo cultural sin beneficios en lo
político. Así ocurrió realmente. Frente a lo que consideraba «mera utopía»,
mala utopía, Sacristán propuso, en 1979, una rectificación estratégica de izquierdas que
partiera del análisis de los problemas (ecológicos, económicos, sociales y
culturales) nuevos en el capitalismo tardío y enlazara con los nuevos
movimientos sociales: mientras tanto, rojo+verde+violeta. Volvió a
quedarse en minoría frente a la euforia electoralista de entonces. Pero hoy,
después de la nueva derrota de los años ochenta, se llama ecosocialista
prácticamente toda la izquierda.
Seis. En 1985,
el año de su muerte, en un artículo titulado «OTAN hacia dentro», Sacristán
escribió el más lúcido de los análisis políticos que se han hecho en nuestro
país sobre lo que acabaría llamándose «felipismo». Aludiendo a las
declaraciones de Alfonso Guerra sobre la intención de cambiar la opinión
anti-OTAN todavía mayoritaria en la población española y a las campañas periodísticas
en el mismo sentido, Sacristán dejó dicho allí que lo peor de la campaña
atlantista del PSOE iba a ser el efecto moral a largo plazo de la corrosión
manipulatoria de las conciencias de la ciudadanía. También en eso se quedó
Sacristán en minoría. Hoy sabemos, en cambio, que su análisis de la política
del PSOE era premonitorio porque hemos visto hasta dónde puede conducir una
concepción manipulatoria de la política como aquella que en 1985 se afirmaba
eufórica y prepotente: a la justificación del terrorismo de Estado.
Algunas veces,
atendiendo precisamente al hecho de que se quedara en minoría en varias
ocasiones, se ha escrito que Manuel Sacristán era inhábil para las cosas de la
política. Pues bien, vale la pena que los jóvenes comunistas de hoy se pregunten
sin prejuicios, a partir del análisis concienzudo de esos seis puntos, por
ejemplo, por qué se ha dicho y se sigue diciendo esto.
¿No será porque
Sacristán representaba otra forma de entender la actuación política, otra forma
de hacer política comunista?
Pensémoslo.
III. CULTURA
OBRERA Y VALORES ALTERNATIVOS EN LA OBRA DE MANUEL SACRISTÁN
Después de las
verdades como puños que acaba de decir Jordi Olivares [el primer secretario
general de las CC.OO. de Enseñanza], quería empezar agradeciendo, de corazón y
de verdad, esta iniciativa de la CONC al recordar a Sacristán y su obra en el
décimo aniversario de su muerte.
Estoy
convencido de que este es, tal como están las cosas hoy en día, el mejor de los
lugares en que podemos recordar la vida y la obra de Manuel Sacristán y ni que
decir tiene que me encuentro muy a gusto en este acto, en el que estamos en
familia, aunque sea una familia ampliada a la brasileña, que, en fin, supongo
que es lo que somos.
En mi recuerdo
Manuel Sacristán no era simplemente un intelectual amigo de la clase obrera por
motivos políticos y circunstanciales, como tantos otros. Manuel Sacristán se
sentía intelectual productivo, quería ser un trabajador intelectual en la
producción, o sea, un trabajador que aprovecha el privilegio de la formación
intelectual para ser útil a los de abajo, a aquellos otros, trabajadores
también, que a veces sabiéndolo, y otras veces sin saberlo, han dado su trabajo
y su sudor para que sea posible un conocimiento superior, privilegiado, eso que
seguimos llamando cultura superior.
Intelectual,
amigo circunstancial de los trabajadores, yo creo que es aquel que hace favores
de vez en cuando al movimiento obrero organizado, al sindicato. Pero un
intelectual de nuevo tipo, un intelectual productivo, un intelectual en la
producción, es aquel que voluntariamente hace lo posible porque los beneficios
del privilegio propio reviertan de manera útil en la configuración de una
cultura alternativa a la cultura dominante. Y creo yo que se puede decir que
Sacristán era intelectual en este segundo sentido.
Si esto último
que he dicho, lo de una cultura obrera alternativa a la cultura dominante, ha
de ser o no una utopía, eso es algo que la historia lo dirá, pero en cualquier
caso, también creo que se puede decir, con verdad, que ese fue el ideal de
Manolo Sacristán.
Voy a decirlo
lo más brevemente posible: tal como yo lo veo en el recuerdo, Manolo luchó
siempre por renovar y dar nueva forma a la vieja aspiración, una aspiración
libertaria, socialista, comunista, a una nueva cultura de los trabajadores. Es
más, por lo que yo sé muchas de sus alegrías, en la vida que le tocó vivir,
tuvieron que ver con momentos en los que parecía que la cultura obrera
alternativa tomaba cuerpo, o iba a tomar cuerpo en nuestra sociedad. Y también,
cómo no, varias de sus depresiones, que las hubo, son inseparables de
decepciones ante el choque entre aquel ideal de una cultura obrera alternativa
y la realidad cotidiana del mundo del trabajo y del mundo obrero organizado.
¿De qué cultura
y de qué valores estaba hablando Manolo Sacristán?. En el díptico que ha hecho
la CONC para convocar a la familia ampliada a este acto tenéis, creo, una
pequeña muestra. Es una reflexión que procede de una entrevista que no se
publicó, que le hicieron para El Viejo Topo, Jordi Guiu y
Antoni Munné. No se publicó entonces, en 1979, porque el propio Manolo, después
de ver el resultado, no quiso que se publicara. Hemos sacado en el díptico un
pequeño trozo que habla, precisamente, de la cultura obrera, y querría para
esta convocatoria decir que eso está en un contexto más amplio, que voy a leer,
porque me parece que es sumamente representativo de la idea que Manuel
Sacristán tenía de una cultura obrera.
El contexto es
bastante particular. Jordi Guiu y Antoni Munné le hacen una entrevista en un
momento en el que Manolo estaba medio saliendo de una fase depresiva. Casi no
había escrito en unos años. Se encontraba bastante mal, y los entrevistadores
le preguntan por qué no escribe, por qué lleva tanto tiempo callado. Manolo da
una explicación de eso más bien pesimista, que me salto, y entonces dice: “A
partir de ese momento [PFB: es decir, a partir del momento de la comprobación
de que las cosas para nosotros, para los que teníamos o tenemos el ideal de una
cultura obrera alternativa, iban mal]- me acerqué, dice él-, a la comprensión y
al amor de esa gente que se ha quedado en la cuneta intentando mantener, por
otra parte, la voluntad de racionalidad del movimiento obrero, que es, en mi
opinión, una voluntad de modestia.”
Está haciendo
la radiografía moral de la cultura del movimiento obrero. A partir de un
determinado momento de su vida, en 1975 y 1976, Manolo se dedicó mucho a esto.
Y dice a continuación: “El militante obrero, el representante obrero, aunque
sea culto, es modesto, porque reconoce que existe la muerte como lo reconoce el
pueblo. El pueblo sabe que uno muerte; el intelectual, en cambio, es una
especie [PFB son frases un poco duras pero las voy a decir porque era como
hablaba Manolo cuando hablaba con los amigos, con la familia ampliada] de
cretino grandilocuente que se empeña en no morirse. Es un tipo que no se ha
enterado y que intenta ser célebre, hacerse un nombre, destacar, y todas
esas gilipolleces que son el trasunto ideal de su pertenencia a la cultura dominante.
En cambio, en la cultura obrera está la modestia porque está el reconocimiento
de la muerte. Cada generación muere y luego sigue otra y los héroes obreros
son, en general, héroes anónimos mientras que los héroes intelectuales tienen,
en general, dieciocho apellidos, cuarenta antepasados, influencias de escuelas
y todas esas leches de los intelectuales tradicionales”.
El paso acaba
con una explicación de las razones del propio acercamiento a esa gente que se
ha quedado en la cuneta. Al hablar de gente que se ha quedado en la cuenta,
Manolo está pensando, fundamentalmente, en Ulrike Meinhof, aquella liberal
radical demócrata alemana, que se desespera y que acaba suicidándose o, tal
vez, la suicidaron en la desesperación, o en los “indios metropolitanos”
seguidores del indio Gerónimo y en otras gentes que habían quedado fuera de la
circulación. Para ese acercamiento había una razón emocional: “… el vivo
convencimiento de que a mi me gusta intentar saber como son las cosas. A mí, el
criterio de verdad de la tradición del sentido común y de la filosofía me
importa y no estoy dispuesto a sustituir las palabras “verdadero” o “falso”,
por las palabras “válido”, “no válido”, “coherente”, “incoherente”,
“consistente”, “inconsistente”. No, para mí, las palabras buenas son
“verdadero” y “falso”, como lo son en la lengua popular, como lo es en la
tradición de la ciencia. Igual en Pero Grullo y en la boca del pueblo, que en
Aristóteles. Los del válido, no válido, son los intelectuales que en este
sentido son tíos que no van en serio”.
Esto lo vamos a
publicar en un número monográfico de mientras tanto, recordando a
Manolo [número 63, 1996; se publicó también en Acerca de Manuel
Sacristán], entre otras cosas porque pensamos que las dos razones
principales por las que él mismo se opuso a que la entrevista se publicara en
su momento han caducado. Las dos razones que adujo Manolo eran muy sencillas.
La primera: ¿qué van a pensar los demás cuando lean esto que digo yo? ¿No
pensarán que también yo soy un intelectual como los demás y que estoy contando
otro disco parecido al que cuentan otros intelectuales? Mejor que me calle. ¿A
quién le interesan mis neuras? Y la segunda razón es que Manolo no quería
desmoralizar a los amigos naturales. Esas dos cosas eran en Manolo razones
profundas de su estar en el mundo. Pero hemos pensado que ha pasado ya tiempo
suficiente como para que esta segunda razón deje de tener el peso que tenía
hace veinte años. Vamos a decirlo como él se lo decía a los amigos: ¿quién se
va a desmoralizar hoy al leer u oír esto?
Esta reflexión
me sirve para recoger un par de cosas que enlazan con la idea que Manolo tenía
de una cultura obrera alternativa. La voluntad de modestia, la voluntad de
humildad tiene su reflejo, por qué lo vamos a ocultar, en el nombre mismo
de la revista que él fundó. Lo de mientras tanto tenía
que ver con eso. En 1978-79 mientras tanto evocaba la
modestia, la humildad. Y un talante más bien lírico. Tengo que recordar esto
aquí porque, tal como van las cosas, ese mismo nombre hoy casi evoca la épica.
Recordad que en el 78 o 79 casi todo el mundo que empezaba a hacer una revista
le ponía por título Adelante, A por ellos, Revolución bolchevique,
Ganaremos, Venceremos, etc. Mientras tanto, en ese contexto,
era una publicación más bien lírica. La voluntad de modestia, de humildad, esto
del reconocimiento de que existe la muerte y su vinculación con el anonimato
obrero y su contraponerlo a la búsqueda constante de la celebridad, a mí
también me parece que es uno de los rasgos de la mejor tradición del movimiento
obrero de todos los tiempos y que vale la pena mantener esa idea, recuperarla,
renovarla.
Quisiera decir
ahora un par de palabras sobre la forma que Manolo tenía de relacionarse con
los trabajadores manuales. Podría dar muchos ejemplos de los que he sido
testigo, pero me referiré sólo a dos. De uno de ellos creo que va a hablar
Jaume Botey, de modo que sólo lo aludiré. Fue la experiencia de Can Serra
[L’Hospitalet de Llobregat (Barcelona)], en la que intentaba combinar la
alfabetización de adultos y la formación político-cultural en condiciones muy
difíciles para los trabajadores. Manolo, junto con Neus Porta [esposa-compañera
de FFB], Fariñas y otras personas, hizo allí un trabajo que se recordará. El
otro ejemplo al que quiero referirme es precisamente el de la presentación del
primer número de la revista mientras tanto en los locales de
CC.OO. Son dos cosas distintas, dos ambientes diferentes, pero que a mí me
traen a la memoria un mismo recuerdo sobre la forma de relacionarse con los
trabajadores.
Manolo se
consideraba uno de ellos, uno de los nuestros, no sé muy bien como decirlo: era
uno más, allí, en Can Serra, y aquí, en CC.OO. No tenía ningún problema en
mantener el mismo método, el mismo rigor, la misma profundidad de pensamiento,
que siempre tuvo en sus clases, pero traducida al lenguaje de aquellos que
tenía como interlocutores. No he visto nunca a nadie con la capacidad que él
tenía para hacerse entender respecto a problemas difíciles de explicar. Y
esto es, seguramente, lo más difícil siempre para un intelectual o para un
profesor: cómo romper con nuestra forma normal de expresión, en nuestras clases
o con nuestros colegas, para comunicar con personas que no son letradas y con
las que compartimos ideas, creencias, ideales.
En esta
relación con los obreros son muchos los intelectuales que tienden a la
pedantería o a edulcorar las cosas pronunciando las palabras que los otros
quieren oír. Manolo no; Manolo no era así. Manolo podía ser muy negro y muy
duro con la gente con la que compartía los mismo ideales, en este caso con las
personas de CC.OO. Muchas veces decía que hay que pintar la pizarra bien de
negro para que destaque sobre ella el blanco de la tiza con que hay que
escribir las propuestas alternativas. Así se comportó, por ejemplo, el día de
la presentación de mientras tanto en los locales de CC.OO.
[entonces en C/. Padilla/Gran Vía (Barcelona)]. En mi recuerdo aquello fue casi
una batalla campal. Dialéctica, desde luego. Fue una polémica dura, con
aristas, pero al mismo tiempo amistosa, fraternal, como cuando discutimos en la
propia casa con un amigo o con una amiga. Manolo odiaba el lenguaje diplomático
de los políticos profesionales: no tenía pelos en la lengua a la hora de
expresar opiniones diferentes a las de los amigos naturales, pero al mismo
tiempo pensaba -y así lo escribió en la primera carta de la redacción de mientras
tanto– que había que “mantener sosegada la casa de la izquierda”. Hay que
entender esto como un llamamiento a la discusión franca y racional de las
diferencias. No me demoraré más en este punto. Seguro que Jaume [Botey] puede
decirlo mucho mejor que yo.
El recuerdo de
aquella entrevista y de este par de anécdotas me permite llamar la atención
ahora acerca de otro rasgo de la personalidad de Manolo: la veracidad. El
proyecto de Manolo en aquellos años era volver a juntar dos cosas que se
estaban separando y que siguen en parte separadas: ciencia y proletariado. Ese
ha sido, como sabéis, un proyecto perseguido aquí, en el movimiento obrero de
este país, desde Jaime Vera [1859-1918]. La dificultad está precisamente en
renovar el viejo proyecto de juntar ciencia y proletariado en cada momento
histórico nuevo, en función de los cambios que particularizan cada situación.
Así, con esa intención, nació también el proyecto de mientras tanto.
Hay una cosa
poco conocida, de octubre de 72, que me permite ejemplificar bien esto. En
octubre de 1972, Manolo propuso a la editorial Grijalbo para la que trabajaba
entonces tres nuevas colecciones. La primera se llamaba Hipótesis. Esta salió,
aunque no duró mucho, seguramente porque los tiempos ya no estaban entonces
para esas cosas [Codirigida por Sacristán y por el propio Fernández Buey]. La
propuesta de esta colección, respondía fundamentalmente a la intención de Manolo
de dar primacía a la ciencia y al pensamiento racional. La segunda colección se
llamaba “Naturaleza y sociedad” y no llegó a salir. El proyecto de esta
colección incluía una de las cosas a las que más tiempo iba a dedicar Manolo en
los últimos años. Toda una serie de libros con temas medioambientales,
ecologistas. Él lo llamaba con un rótulo que se inventó: sociofísica; su
intención era que esta fuera una colección de alta divulgación, en la que se
juntaran temas sociales y temas de la naturaleza. La tercera colección no sólo
no llegó a salir sino que, además, cuando la presentó se encontró en seguida
con el ceño fundido de los editores; se trataba de unos cuadernos de iniciación
científica que estaban dirigidos fundamentalmente al movimiento obrero organizado,
a trabajadores cultos, a dirigente sindicales. En la presentación del proyecto
editorial Sacristán decía que el propósito era traducir conocimiento para
gentes que podían leer folletos de no más de 50 páginas, bien escritos,
folletos de esos que se puedan leer en el metro o en el autobús y que permiten
renovar la preocupación cultural con el estado de los conocimientos en el
momento en que se estaba.
Este proyecto
editorial que no salió, como tantas otras cosas, tuvo su reflejo parcial,
fragmentario, en lo que luego iban a ser los distintos números de la
revista mientras tanto. Debo añadir que Manolo siempre dijo,
creo que con toda la razón, que en la revista faltaban científicos de la
Naturaleza [la revista contó con la colaboración de Eduard Rodríguez Farré,
Carles Muntaner, Oriol Martí], gente con conocimientos de ecología, de
biología, de termodinámica, y con capacidad de comunicarlos a los trabajadores.
En cambio, el ideal de los colores rojo, verde, violeta y, más adelante,
diríamos el blanco [del pacifismo], sí que queda más o menos bien recogido en
lo que fue su trabajo entre 1979 y 1985, en la revista.
Por el sitio en
que estamos, y tratándose de los que estamos, no querría terminar sin aludir al
menos a un problema. En la historia del movimiento obrero, y mayormente en
nuestra tradición, ha ocurrido a veces que, a diferencia del intelectual
tradicional, del intelectual amigo circunstancial de los trabajadores, este
otro intelectual en la producción, el intelectual comunista de nuevo tipo,
resulta ser, paradójicamente, un compañero incómodo. El intelectual de nuevo
tipo, el intelectual en la producción, no es un amigo circunstancial del
movimiento obrero y sindical. Es alguien que tiene en la cabeza las mismas
preocupaciones y los mismos problemas que los otros trabajadores, y que opina
sobre ellos con conocimiento de causa y con constancia. Ese fue el caso de
Manolo Sacristán. El intelectual que él quería ser no se permite las
frivolidades habituales del literato tradicional, tan motivadas por los cambios
de humor y por el ir y venir de las modas. Pero, precisamente por ello, por esa
constancia y responsabilidad del intelectual en la producción, suele acabar
resultando incómodo a quienes están acostumbrados a ver en el intelectual sin
más algo así como un adorno.
Sólo que este
tipo de incomodidad que algunos sectores del movimiento obrero organizado
pueden experimentar ante el intelectual crítico de nuevo tipo es distinto,
espero, de la incomodidad que experimenta ante su personalidad el colega que,
por las que razones que sean, no ha tenido la experiencia vivida del movimiento
obrero organizado. Creo que es por esa diferencia fundamental por lo que hoy
seguimos recordando aquí, en CC.OO., la obra de Manolo.
En otros
momentos se ha ido imponiendo con tiempo una previsión hecha al día siguiente
de su muerte por Xavier Rubert de Ventós en un artículo que escribió en La
Vanguardia [28/VIII/1985]. La traigo aquí a colación porque me
impresionó en el momento en que fue publicada y porque, en cierto modo, creo
que Rubert acertó. Decía Rubert de Ventós que “su falta”, la ausencia de
Manolo, “nos deja a todos un poco más libres para seguir no haciendo lo
que debemos”.
No haciendo lo
que debemos. Era esa una previsión verdaderamente dura, pero que
se ha cumplido. ¡Cuántos intelectuales por entonces comprometidos con la causa
de los de abajo habrán dejado de hacer lo que debían desde que Manolo murió!
¡Cuántos intelectuales se habrán sentido “liberados” para convertirse en pingos
almidonados desde el día de la muerte de Manolo Sacristán!. De más de uno he
oído yo mismo esta reflexión: ¿Me hubiera atrevido a comportarme como me
comporté en el momento del referéndum sobre la OTAN, o cuando la Guerra del
Golfo, o cuando hubo que definirse acerca de las movilizaciones sindicales?
Manolo era,
pues, uno de los nuestros y de los vuestros. Incómodo, sin duda, como lo son y
lo serán siempre los intelectuales críticos, los intelectuales productivos que
no se limitan a ser amigos circunstanciales, por política, del movimiento
obrero cuando las cosas van bien sino que siguen estando ahí, con pensamiento
propio y críticamente, también, y sobre todo, cuando las cosas van mal.
domingo, 24 de agosto de 2025
¿Por qué los neandertales iban a la playa?
¿Por qué
los neandertales iban a la playa?
Tercerainformacion / 23.08.2025
- Un estudio en el que participa la Universidad de Sevilla revela las primeras huellas de neandertales de adultos, niños y aves en el sur de Portugal, un descubrimiento que sugiere planificación de rutas, posible comportamiento de caza y coexistencia con otras especies.
Un estudio internacional, publicado en la
revista Scientific Reports de la editorial Nature, ha revelado un nuevo
yacimiento neandertal en el sur de la Península Ibérica, en la costa algarvica
de Portugal. En particular, se trata de las primeras huellas de
homínidos neandertales en Portugal, lo que supone un avance
significativo en la comprensión de la presencia humana en la costa atlántica de
la Península Ibérica durante el periodo conocido como Pleistoceno.
Este trabajo está dirigido por Carlos Neto de
Carvalho, geólogo y paleontólogo del IDL-Universidad de Lisboa y coordinador
científico del Geopark Naturtejo Mundial UNESCO, y en él participa Fernando Muñiz Guinea, profesor del
departamento de Cristalografía, Mineralogía y Química Agrícola de la
Universidad de Sevilla. El estudio también ha contado con las aportaciones de
otras universidades y centros de investigación de Portugal, España,
Gibraltar, Italia, Dinamarca y China. Es un “estudio interdisciplinario
sobre el análisis ecológico y comportamental del registro de huellas
fosilizadas al sur de Portugal”, comentan Neto de Carvalho y Fernando Muñiz.
Una ventana única al
comportamiento cotidiano
El descubrimiento de las primeras huellas
neandertales de Portugal se ha realizado en dos lugares diferentes del Algarve:
Praia do Monte Clérigo, en rocas datadas en unos 78.000 años, y Praia do
Telheiro, en 82.000 años. En Monte Clérigo, se han identificado cinco
rastros y 26 huellas, dejadas por adultos y niños de poco más de un año en
una empinada ladera de lo que fue una duna costera. En Praia do Telheiro, se ha
descubierto una huella aislada atribuida a un adolescente o hembra
adulta, asociada a otras huellas fosilizadas de aves típicas de entornos
costeros y rocosos.
El estudio de las huellas neandertales ofrece
varias ventajas únicas y complementarias sobre otros tipos de restos arqueológicos,
como huesos o herramientas. Estas huellas, preservadas en sedimentos o rocas
sedimentarias, constituyen un registro directo del comportamiento en un momento
específico de los neandertales que las produjeron. Las huellas muestran
la presencia física de un neandertal en un lugar determinado, a diferencia de
los artefactos, que pueden haber sido transportados o abandonados.
“Las huellas registran un momento específico,
casi instantáneamente, lo que nos permite reconstruir lo que estaba sucediendo;
por ejemplo, una caminata en grupo, una persecución, una huida o la
presencia en un paisaje determinado. Las huellas muestran cómo los
neandertales utilizaban el espacio, cómo exploraban entornos costeros, bosques,
dunas o riberas, algo difícil de inferir únicamente a partir de los artefactos”
argumentan Neto de Carvalho y Muñiz.
Mediante el número, el tamaño y la disposición
de las huellas, es posible inferir el número mínimo de individuos presentes, el
rango de edad (niños, adolescentes, adultos) o la posible división de tareas
(por ejemplo, una partida de caza). Los niños y bebés, que rara vez dejan
rastros arqueológicos pueden identificarse mediante huellas (de menor tamaño),
lo que revela más sobre la estructura social: “las huellas ofrecen una ventana
única y dinámica al comportamiento cotidiano: una instantánea de la vida hace
decenas de miles de años”, explican los autores.
Las huellas estudiadas por el equipo de
investigación indican estrategias de locomoción adaptadas al terreno, lo
que sugiere planificación de rutas, proximidad al campamento, posible
comportamiento de caza y coexistencia con otras especies. Uno de los
rastros muestra, por ejemplo, la interacción entre huellas humanas y las de un
ciervo producidas simultáneamente, lo que refuerza la hipótesis de prácticas de
persecución o emboscada en un contexto dunar.
Dieta rica en ciervos,
caballos y liebres
La investigación también emplea el análisis
de redes ecológicas basadas en la teoría matemática de redes
para relacionar datos de otros yacimientos arqueológicos costeros conocidos en
la Península Ibérica, confirmando que la dieta neandertal en estas regiones era
rica principalmente en ciervos, caballos y liebres, con una
complementariedad de recursos marinos y costeros, lo que indica una estrategia
dietética diversificada.
Estos nuevos hallazgos demuestran que los
neandertales eran más versátiles y estaban más adaptados ecológica y
cognitivamente a los entornos costeros de lo que se creía, lo que ofrece una
perspectiva excepcional sobre su comportamiento, movilidad y organización
social.
Referencia bibliográfica
De Carvalho, C.N., Cunha,
P.P., Belo, J. et al. Neanderthal coasteering and the first Portuguese hominin
tracksites. Sci Rep 15, 23785 (2025). https://doi.org/10.1038/s41598-025-06089-4
EE.UU prohíbe al gobierno de España la compra de drones chinos aunque hayan ganado una licitación
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Insurgente.org
/ 24.08.2025
La licitación para adquirir varias naves no tripuladas para la Comandancia General de Melilla fue ganada por DJI al ofrecer la mejor oferta. Pero… a EE.UU no le gustó y habrá una nueva licitación para que gane alguna de las empresas afines a l imperio.