jueves, 31 de diciembre de 2020
La Guardia Civil detiene a unos morlaquetes traficantes de armas amigados con traficantes de drogas. Que no es que hayan terminado ni con el tráfico de armas ni el tráfico de drogas, que nadie se me vaya a escandalizar por esto. Si a los representantes del pueblo les entra unas rabietas intrínsecas para legislar contra la existencia de los paraísos fiscales, a lo mejor obstaculizaban el tráfico de drogas y armas, y de paso ayudaban a la Hacienda Española a que recaudara todo lo que debía recaudar, que bien vendría para paliar y erradicar las causas del covid-19, que oyes, aunque llevan cuarenta años sordos, porque todavía no se han enterado que los paraísos fiscales valen para que las grandes empresas junto a los grandes zurrupetos evadan sus impuestos, quien nos dice que en 2021 no la emprenderán contra los evasores fiscales con una ley por aquí, otra por allí, más dos por al parte de arriba, a la altura del garganchón, y tres por la parte de abajo, tal que por la rodilla, en plan zumbe, que ya digo, y de paso o el narcotráfico y el tráfico amigable de armas, que algo es algo. Que no se puede pedir todo de golpe y porrazo.
Desmantelan en España un grupo de traficantes de armas y se topan con un ‘museo nazi’
Diario octubre / diciembre 31, 2020
Uno de los detenidos tenía en su vivienda un sofisticado taller clandestino para modificar armas de guerra.
Guardia Civil española
En la ciudad española de Málaga, la Guardia Civil desarticuló un grupo de traficantes de armas que las comerciaba entre narcotraficantes del sur del país. Durante los registros se incautaron 160 armas de fuego, entre ellas fusiles de asalto, así como numerosos cartuchos y una granada con un kilo y medio de explosivo militar.
Los tres cabecillas del grupo,
que operaba desde hace más de tres años, fueron detenidos. Se trata
de dos ciudadanos alemanes y uno británico, a los que “se les imputan los
delitos de integración en grupo criminal, tráfico y depósito de armas, tráfico
de municiones, tráfico de drogas y falsedad documental”, según un comunicado de
la Guardia Civil.
En la vivienda de uno de los detenidos de
nacionalidad alemana, que residía en Coín “bajo la falsa apariencia de un
jubilado extranjero”, los agentes hallaron un sofisticado taller
clandestino donde se cree que modificaban armas de guerra previamente
adquiridas en países del Este.
El segundo alemán, vinculado a
colectivos de extrema derecha y a movimientos nazis, se encargaba del
almacenaje y de ocultar las armas, que guardaba en una nave alquilada.
Allí, y en particular en su domicilio, tenía un ‘museo’ de
objetos, uniformes y banderas de temática nazi. Mientras, el
británico, detenido con anterioridad por tráfico de drogas, se
ocupaba de las ventas como intermediario entre los alemanes y los
narcotraficantes.
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Ni los niños vienen de Paris (Al menos hasta el día de hoy no venían), ni todo lo que reluce es oro, ni es izquierda todo lo que se dice que es de izquierda (Análisis del Partido Comunista Obrero Español –P.C.O.E.-)
El gobierno “progresista” allana el camino al fascismo
DIARIO OCTUBRE / diciembre 31, 2020
Final del formulario
Y el gobierno del que forma parte
mantiene incólumes las reformas laborales del corrupto y reaccionario gobierno
de Rajoy, la Ley Mordaza, se mantiene el pensionazo dado por el Gobierno de
Zapatero que hace que se incremente la edad de jubilación y se reduzcan la
cuantía de las pensiones, ya de por sí miserables, mientras están dando dineros
públicos a manos llenas a los empresarios a la par que los salarios se
estancan, congelan el salario mínimo interprofesional, priorizan los intereses
económicos de los monopolios a la salud del pueblo, la deuda pública se
acrecienta y la clase trabajadora constata como se depauperan sus condiciones
vitales. Es decir, mientras la socialdemocracia podemita, los pseudofalangistas
del PSOE y el oportunismo más asqueroso de IU/PCE en su gobierno antiobrero
sirve a los empresarios, a la burguesía, éstos hacen su trabajo ideológico al
objeto de ir aupando al fascismo a la toma del gobierno, puesto que el Estado
es fascista desde 1939, y de ir sembrando el anticomunismo. Ahí tenemos a los
juntaletras reaccionarios, auténticos parásitos que los capitalistas alimentan
para inocular el anticomunismo con sus embrollos y trolas, como Jiménez
Losantos o Pío Moa y sus libelos, por no hablar de los esbirros del micrófono
como Herrera, Alsina y demás reaccionarios de las ondas radiofónicas y
televisivas poniendo un día sí y otro también a parir al comunismo,
culpabilizándolo absolutamente de todo pues, según ellos, éste se halla en el
Gobierno.
La ofensiva ideológica es clara,
mientras el Gobierno de socialfascistas y oportunistas sigue sirviendo a los
monopolios, mientras sigue arremetiendo contra el pueblo al no alterar, en lo
absoluto, las políticas efectuadas durante estas cuatro décadas, mientras la
clase obrera comprueba como la desigualdad se acentúa, como se depauperan sus
condiciones de vida y se les niega el derecho al trabajo, mientras comprueban
que los desahucios se siguen produciendo y la juventud obrera no tiene futuro
ni perspectiva alguna, en definitiva, mientras constatan la inactividad de ese
Gobierno de supuesta izquierda para subsanar sus problemas cotidianos, cada día
más acuciantes, los fascistas señalan la culpa de la situación miserable del
pueblo trabajador al comunismo con argumentos como que “Pedro Sánchez es un
revolucionario que con Iglesias quieren sovietizar España”, o que “hay
un virus más dañino aún que la COVid-19, el comunismo anidando en las
instituciones públicas”, por no hablar de que “La ETA y el FRAP están en
el gobierno” o, incluso, culpabilizando directamente al comunismo de la
COVID-19, como aquellos que abrazan el clerofascismo.
Y mientras, los fascistas se desgañitan
culpando al comunismo de todo, a pesar de que tanto el gobierno “progresista”
como los fascistas son iguales de burgueses y de capitalistas y, cómo no,
enemigos acérrimos del comunismo y de la clase obrera.
Los supuestos “comunistas” del
Gobierno de “progreso”, no han dudado en estos días navideños, mediante
la Fiscalía Anticorrupción – nombrada por la Fiscal General del Estado que, a
su vez, está nombrada por el Gobierno – pedir al Juzgado Central de Instrucción
número 5 el archivo de la pieza Entidades en la que se investiga si el Banco
HSBC junto con el Banco de Santander y BNP Paribas colaboraron en la fuga de
capitales hacia Suiza realizada por evasores entre 2005 y 2008 con la intención
de ocultarlos del erario público español atentando contra la Hacienda Pública.
¡Ahí tenemos a los supuestos comunistas de Jiménez Losantos y demás escoria
fascista del Gobierno! Los mismos que untan con dineros a estos sicarios de la
plumilla y del micrófono, la banca, los grandes capitalistas, los ladrones de
cuello blanco, son los beneficiados por el Gobierno del PSOE y de
PODEMOS-IU-PCE ¿Esta es la sovietización de España de la que habla Pío Moa cuándo
resulta que el Gobierno pide la inmunidad de los ladrones de cuello blanco,
cuando pretenden salvar la monarquía que simboliza todas las esencias fascistas
del Estado, mira hacia otro lado ante el fascismo institucionalizado en el
Ejército a la par que reprime a los pocos militares que se oponen a este? Por
no hablar de la concentración bancaria que se está produciendo en el Estado
español y que el gobierno está estimulando siguiendo a pies juntillas las
directrices de la Unión Europea.
La izquierda real está fuera del
Parlamento y del Gobierno, la única alternativa al capitalismo y toda su
podredumbre es el comunismo por eso los fascistas pretenden grabar en el
cerebro de los trabajadores que todo lo malo que acontece es por culpa del
comunismo y los comunistas cuando, en realidad, no es más que los efectos del
sistema caduco y criminal que defienden: el capitalismo.
La forma de actuar de los capitalistas,
de los diferentes esbirros del capital –todos ellos iguales de anticomunistas –
nos muestra cual es el único adversario que ellos conciben y admiten: El
Comunismo. Y es que la burguesía sabe, a carta cabal, que la única alternativa
a su tiranía y a la barbarie capitalista es que el pueblo trabajador sea quien
imponga su dictado, que tenga en sus manos todos los medios de producción
implicando ello su avance inexorable hacia la consecución del comunismo. La
burguesía es plenamente consciente de que el mundo o será comunista o no será y
trata de impedirlo con y por todos los medios, por ello hoy, y siempre, toca
atizar al comunismo, porque es la única tabla de salvación que tiene y porque
ya huelen que el proletariado dirigido por su ideología, el marxismo-leninismo,
vamos mandar al capitalismo donde le corresponde, que no es otro sitio que el
estercolero de la historia, y con él a todos los parásitos que viven de engañar
y embrutecer a la clase obrera.
¡El fascismo no
pasará!
¡Por la República
Socialista!
¡Socialismo o
barbarie!
Madrid, 30 de diciembre de 2020
COMITÉ EJECUTIVO DEL PARTIDO COMUNISTA
OBRERO ESPAÑOL (P.C.O.E.)
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La literatura como ejercicio mental para el desciframiento, conocimiento y explicación de la realidad
Los nuevos viajeros en el
tiempo
El Viejo Topo
31.12.2020
Prólogo
EN DONDE EL LECTOR ES INFORMADO DE UNA CONVERSACIÓN IMAGINADA EN UN SIGLO PRECEDENTE, Y EN DONDE SE DESCRIBE EL PROPÓSITO DEL AUTOR DE ESTE LIBRO
Mi primer
encuentro con La máquina del tiempo de H. G. Wells fue
inocente. Cuando lo saqué de un estante de la biblioteca no tenía ni idea de
que fuera considerado un clásico de la literatura. Me atraía simplemente la
promesa que encerraba aquel título tan sensacional. Cuando abrí la primera
página de texto y me encontré con la frase “El Viajero en el Tiempo (pues esta
debe de ser la manera más apropiada de referirse a él) nos estaba hablando de
un tema muy abstruso”, ya no pude echarme atrás. Una cuantas páginas más
adelante, Wells había pintado una escena de un grupo de caballeros de la época
victoriana reunidos en una sala de estar, y yo tenía la sensación de estar
sentado entre ellos.
En dicha
escena, el elegante y misterioso anfitrión está explicando las propiedades de
la tercera dimensión y teorizando sobre la naturaleza de la cuarta. Se entabla
una discusión muy animada: uno de los personajes, identificado como “el
psicólogo”, exclama: “¡Podríamos viajar hacia atrás en el tiempo y comprobar lo
que hay de cierto en el relato convencional de la batalla de Hastings, por
ejemplo!” Otro personaje, un “hombre muy joven” dice: “Y luego está el futuro…
¡Piénsenlo! ¡Podríamos invertir todo nuestro dinero, dejar que se acumularan
los intereses y viajar al futuro para cobrarlos!” Siguen unos minutos de
educado debate y de pronto el Viajero en el Tiempo pide disculpas y se levanta.
Sus invitados oyen el sonido de sus pasos alejándose por el pasillo y momentos
más tarde regresa con una maqueta de exquisita factura y la coloca con mucho
cuidado encima de una mesa y cerca de una lámpara. Extiende una mano hacia el
aparato, y con el dedo acciona una pequeña palanca. Se produce un leve
movimiento de aire que hace parpadear la vela de la repisa de la chimenea. La
máquina se va desvaneciendo hasta convertirse en una pálida imagen residual y
al cabo de un momento desaparece completamente. A excepción de la lámpara, la
mesa está vacía. El Viajero en el Tiempo informa a sus invitados de que la
máquina todavía existe. Simplemente ha sido trasladada a otro momento del
tiempo.
Acabé de leer
el libro en unas horas. Sólo años después supe que la intención de Wells al
escribirlo era hacer un comentario social sobre la división de clases. El hecho
de que se haya convertido en una especie de manual de ciencia ficción sobre el
viaje en el tiempo es una profunda ironía. De todos modos, la inocencia con que
yo leí el libro me convirtió en uno de sus típicos lectores. Lo que a mí me
interesaba no eran las teorías sociales del autor, ni siquiera esos extraños
seres llamados los morlocks y los eloi. Lo que más me gustó fueron las
magníficas escenas que hay al final del libro, los últimos momentos de una
Tierra moribunda, una oscura criatura arrastrándose lentamente por una playa, y
en el horizonte marino, un enorme Sol de color rojo.
Todavía más
intrigante era la posibilidad del viaje en el tiempo y la tecnología que podía
convertirlo en realidad. Leí de nuevo la conversación del principio del libro y
encontré más cosas interesantes a valorar. Los escépticos podían expresar
libremente su opinión, y el Viajero en el Tiempo se les anticipaba y rebatía
sus objeciones con elegancia y humor. Su argumento era razonable, su
demostración persuasiva. Aunque el perfil de la máquina no se describía con
claridad, sus detalles –un poco de marfil aquí, un poco de metal pulido allí–
sugerían un mecanismo intrincado. El Viajero en el Tiempo llamaba la atención
de sus invitados para que se fijasen en una especie de barra que “emitía un
resplandor brillante […] como si hubiera en ella algo de irreal”. En ningún
momento se nos dice para qué sirve esa pieza o por qué parece estar ya casi situada
en otra dimensión, pero el detalle contribuía a crear la impresión de que
estábamos ante algo maravilloso. Y eso bastaba. Se pronunciaban unas cuantas
palabras más, un dedo accionaba una pequeña palanca, y la máquina desaparecía.
Naturalmente, lo que se omitía en este salto de la teoría a la demostración era
una explicación de cómo funcionaba aquella máquina, cómo
conseguía exactamente entrar y atravesar un reino que el Viajero en el Tiempo
llamaba la cuarta dimensión. Más adelante en el libro se dan unas descripciones
más detalladas de una máquina a escala natural. El diseño general de la misma
no deja traslucir las representaciones más parecidas a un carruaje o a un
trineo de las versiones cinematográficas: tiene un sillín y una especie de
panel de control con diales y palancas, y el Viajero en el Tiempo se sienta a
horcajadas en ella como si fuera una bicicleta. Respecto a la “sensación” que
produce viajar por el tiempo, el libro lo deja casi todo a la imaginación del
lector. “Me temo que no soy capaz de transmitir unas sensaciones tan peculiares
[…] Son demasiado desagradables”. Pero sí explica que, de modo semejante a
cuando uno está montado en una montaña rusa, la experiencia produce la
aterradora sensación de que has sido arrojado de cabeza al espacio y de que vas
a estrellarte contra algo en cualquier momento.
Así pues, el
libro nos dice qué aspecto tiene la máquina. También nos dice qué se siente al
viajar en ella. Se nos dice todo esto. Pero nunca se nos dice exactamente cómo
se las arregla una máquina para viajar por el tiempo. Por supuesto, Wells no lo
sabía. La conversación que tiene lugar en la sala de estar del Viajero en el
Tiempo es tan sólo un fragmento de exposición narrativa para cimentar y hacer
plausibles los episodios más fantásticos que vienen a continuación. Todo esto
estaba muy bien. Pero mi imaginación, la propia de un niño de doce años, se
sintió ligeramente desairada, y tuve la misma sensación de insatisfacción
cuando, mucho más tarde, volví a leer de nuevo aquel pasaje. Por ello, hace
unos años, me quedé gratamente impresionado cuando supe que, en cierto modo,
aquella conversación de la sala de estar victoriana había continuado, y que
todavía prosigue. Los físicos teóricos y los astrofísicos han pensado bastante
–de una forma seria y prolongada, además– en el tema que Wells pasó por alto:
el del cómo del viaje en el tiempo.
Durante las
décadas de 1930 y 1940, primero, y la de 1970, después, un matemático y tres
físicos llevaron a cabo investigaciones tentativas sobre el tema del viaje al
pasado. El trabajo de cada uno de ellos fue debidamente referenciado y
debidamente olvidado. Las investigaciones se reanudaron de nuevo a finales de
la década de 1980, pero no sin antes tener que superar un obstáculo formidable:
las dudas relativas a la respetabilidad de este tipo de investigación. Los
científicos tienen unos intereses profesionales que atender: comités de tesis y
tribunales de oposición a los que complacer, directores de departamento y
rectores universitarios a los que causar una buena impresión, y reputaciones
que cuidar. Además, su forma de ganarse la vida depende en muchos sentidos de
otras personas. Aparte de dar clases y conferencias, y de escribir artículos,
se espera de los científicos universitarios que ellos mismos generen una parte
sustancial de los fondos necesarios para financiar sus investigaciones. Los
comités encargados de asignar estos recursos, a su vez, están compuestos por
personas que también tienen que cuidar su reputación; y a ningún comité le
gusta ser conocido por ingenuo, derrochador o por ser un blanco fácil. Por
todas estas razones, los físicos que durante las décadas de 1960 y 1970
investigaron la posibilidad del viaje en el tiempo sentían la preocupación de
que su interés pudiera ser calificado de trivial. Esto no quiere decir que se
negasen totalmente a sacar el tema. De hecho, lo mencionaban a menudo en las
conversaciones que tenían entre ellos, y algunos incluso publicaron trabajos
que incluían alusiones al tema, al menos de una forma oblicua. Pero las conversaciones
eran informales, y los trabajos procuraban disfrazar su contenido (al menos
para un lector profano en la materia) utilizando expresiones más o menos opacas
como “violación de la causalidad” y “curvas temporales cerradas”.
En 1988, las
cosas cambiaron mucho. En setiembre de ese año, la revista especializada Physical
Review Letters publicó un artículo de tres páginas con un título
bastante sensacionalista: “Agujeros de gusano, máquinas del tiempo y estado de
energía débil”. El artículo dejaba muy claro que se trataba de un trabajo
eminentemente teórico, y que no era nada probable que alguien pudiera construir
pronto una máquina del tiempo. Hacerlo requeriría, entre otras cosas, una
cantidad de energía suficiente como para mover unas masas de un tamaño
equivalente a la de varios soles, a unas velocidades relativísticas, o la
capacidad de extraer agujeros de gusano microscópicos de la espuma cuántica e
hincharlos por un factor de 1035 (es decir, un 1 seguido de 35 ceros) –y en
cualquier caso, la capacidad de crear y manipular una clase de materia que
nunca ha sido observada directamente. Sin embargo, la publicación de ese
artículo fue un hito bastante significativo. Era la primera vez que alguien
proponía un medio para emprender un viaje al pasado en el universo conocido.
Fue también en este momento cuando la idea de las máquinas del tiempo pasó del
campo de la ciencia ficción al ámbito de la ciencia.
El artículo
produjo una pequeña conmoción en la comunidad de físicos teóricos. De repente,
el tema de las máquinas del tiempo se había vuelto algo más respetable. Casi
inmediatamente, lo que había empezado siendo un goteo de publicaciones fue
creciendo hasta convertirse en un verdadero torrente, y las máquinas del tiempo
se convirtieron en tema de discusión en seminarios y congresos internacionales.
Quienes lideraban esta investigación eran figuras de primerísima importancia:
entre ellos estaban Frank Tipler, Stephen Hawking y el físico del Caltech Kip
Thorne.
En 1992 se
celebró un seminario dedicado en gran parte al tema en el Aspen Center for
Physics, en Aspen, Colorado. Allí, los físicos tuvieron la oportunidad de
conversar largo y tendido, y la libertad de considerar los aspectos más
filosóficos del viaje en el tiempo: las paradojas causales que pueden resultar
del hecho de cambiar la historia, cuestiones relativas al libre albedrío, los
universos alternativos y la naturaleza de una civilización que tuviera el poder
de mandar señales al pasado. En los años subsiguientes, estas ideas fueron
abordadas de una forma más completa y también fueron publicadas. En ese momento
la conversación se había ya ramificado en muchas direcciones. Algunos trabajos
exploraban los problemas que el viaje en el tiempo planteaba a la lógica; otros
discutían los retos que planteaba a la física. Y otros revisaban las ideas
sobre el espacio-tiempo y estrafalarios conceptos como el de un pasado y un
futuro que se ramificaban. En el momento en que este libro entraba en prensa,
las revistas de física más respetables habían publicado más de doscientos
artículos sobre el tema de las máquinas del tiempo, y los propios físicos
habían producido diez o doce libros sobre el tema.
Los científicos
cuyo trabajo se describe en este libro han expandido la conversación imaginada
por Wells, ampliándola para incluir en ella una variedad de máquinas del
tiempo, y profundizándola al invocar, no solamente a la geometría, sino también
a la relatividad, la mecánica cuántica y (al menos tentativamente) la gravedad
cuántica. También han hecho que la conversación fuera más rigurosa, proponiendo
y sometiendo a prueba diversas hipótesis (no en el laboratorio, sino a la
manera de los físicos teóricos, es decir, por medio de toda clase de
“experimentos mentales”), y luego descartándolas totalmente, o aceptándolas para
construir a partir de ellas nuevas hipótesis.
Con todo ello,
el ambiente de aquella sala de estar victoriana iluminada con una lámpara de
gas ha sobrevivido. Los invitados del Viajero en el Tiempo no se sentirían
fuera de lugar en los seminarios celebrados en las aulas con paneles de roble
de Cambridge o Princeton, ni en las del Caltech’s Bridge Laboratory. Aunque
probablemente sí se sentirían algo desorientados en otros locales. De hecho,
los físicos que se ocupan de este tema lo hacen en cualquier lugar. Se reúnen
casualmente en los pasillos que hay frente a las aulas, y más deliberadamente
frente a una taza de té o café. Asisten a congresos internacionales donde
participan en mesas redondas, presentan ponencias propias y asisten a las
ponencias presentados por otros. Últimamente, se han estado llamando por
teléfono o intercambiando correos electrónicos casi a diario, discutiendo su
trabajo o interesándose por el trabajo de otros. Ponen sus ideas por escrito, a
menudo en colaboración. Muestran los primeros borradores de sus trabajos a sus
colegas, y les piden su opinión y que les planteen preguntas y objeciones.
Algunos cuelgan el producto de su trabajo en la red antes de publicarlo y lo
revisan a la luz de los comentarios que les hacen aquellos de sus colegas que
los han leído allí. Finalmente, analizan con mucho cuidado las obras publicadas
por otros, y cuando descubren algún error en ellas reaccionan con una pasión
que sorprendería a muchos no físicos.
Obviamente,
sigue habiendo algo de ciencia ficción en este tema. El viaje en el tiempo es
uno de los subgéneros más prolíficos en el campo de la ciencia ficción, y la
influencia de la ciencia ficción en los científicos es innegable.
Muchos de los
científicos que aparecen en este libro no tienen ningún empacho en admitir que
se sintieron estimulados a seguir una carrera científica leyendo obras de
ciencia ficción, aunque, a su debido tiempo, la mayoría de ellos descubrió que
la ciencia era mucho más excitante y satisfactoria. Muchos opinan como
Einstein, que en cierta ocasión comentó que la ciencia ficción distorsiona la
ciencia y produce a la gente la ilusión de que la entiende sin tener una
verdadera comprensión de ella. De acuerdo con estos puntos de vista, en un
primer momento tomé la decisión de prescindir completamente de la ciencia
ficción en este libro, pero a medida que avanzaba en su redacción me fui
topando cada vez más con obras de ciencia ficción que anticipaban las ideas de
físicos y filósofos sobre la naturaleza del tiempo, que ilustraban estas ideas
de una forma espectacular y llena de color, y que constituían auténticos
filones de pensamientos y de lúcidas explicaciones de las mismas ideas que los
físicos estaban estudiando. Era evidente que desterrar completamente a la
ciencia ficción de mi relato hubiera sido una estupidez.
La influencia
de los físicos sobre la ciencia ficción era, como ya me esperaba,
significativa. Para tomar un ejemplo fácil, el agujero de gusano
–ese hipotético
“atajo en el espacio”– fue descubierto por Ludwig Flamm como solución a las
ecuaciones de campo de Einstein en 1916, y posteriormente fue estudiado por
Einstein y por Nathan Rosen en la década de 1930. Desde entonces se ha
convertido en un elemento indispensable para los autores de ciencia ficción
cuyos argumentos requieren unos viajes interestelares razonablemente rápidos.
Hay otras muchas influencias de este tipo, y algunas de ellas son
sorprendentemente directas. En 1974, el físico Frank Tipler publicó una idea
para deformar el espacio-tiempo en la más prestigiosa revista de física
teórica, la Physical Review D. En 1979, el escritor de ciencia
ficción Larry Niven se apropió del concepto, y también del título, bastante
farragoso –“Los cilindros rotatorios y la posibilidad de una violación global
de la causalidad”– para uno de sus relatos de ciencia ficción. En la primavera
de 1985, Carl Sagan estaba revisando el manuscrito de su novela de ciencia
ficción Contact y quería asegurarse de que su descripción de
la distorsión del espacio-tiempo era precisa. Le pidió al físico Kip Thorne que
leyera el manuscrito. Thorne accedió a su petición y sugirió varias
correcciones que Sagan incorporó más tarde a su novela.
En general, yo
me esperaba encontrar una fuerte influencia de la ciencia sobre la ciencia
ficción. Lo que no me esperaba, en cambio, era la existencia de una fuerte
contracorriente –es decir, una influencia perceptible de la ciencia ficción
sobre la ciencia. Pondré dos ejemplos. Tras contestar la pregunta que le había
hecho Sagan, Thorne se sintió cada vez más intrigado por sus implicaciones, y
su posterior trabajo sobre el tema le llevó a escribir el artículo que puso en
marcha la investigación más amplia que es el tema de buena parte de este libro.
Unos cuantos años más tarde, el autor de ciencia ficción y físico Robert
Forward tomó una serie de notas para una novela que incorporaba una idea que
Thorne y algunos de sus colegas habían descrito en sus publicaciones, y le
pidió a Thorne que las leyese y se las comentase. Thorne así lo hizo, y durante
el proceso entró en contacto con una de las ideas de Forward que citaría en uno
de sus artículos posteriores. A medida que avanzaba en mi investigación, me fui
topando con influencias similares a estas por todas partes. Me di cuenta de que
si mi intención era la de contar la historia reciente de la idea del viaje en
el tiempo, hacer caso omiso del papel de la ciencia ficción haría que mi relato
fuera no sólo menos interesante, sino absolutamente engañoso.
Seguí
albergando dudas, sin embargo. Vivimos en un momento de la historia en el que
la realidad y la ficción a menudo se confunden, en ocasiones con consecuencias
potencialmente peligrosas. Encuestas recientes sobre el conocimiento de las
ciencias que tienen los norteamericanos han puesto de relieve la existencia de
unas lagunas alarmantes –y eso en un momento en el que parecemos estar rodeados
de amenazas a la salud y al bienestar. La lista de dichos peligros es tan larga
como familiar. Están los problemas globales: el cambio climático y sus
consecuencias, el bioterrorismo y la guerra química, la ingeniería genética,
las probables deficiencias del sistema de defensa con misiles. Y están también
los problemas de tipo más personal: vigilancia electrónica, tecnología de
células madre, drogas alucinógenas.
Es cierto que
el uso inadecuado de la ciencia y la tecnología es en cierto modo responsable
de algunos males sociales y medioambientales. Pero es igualmente cierto que la
ciencia y la tecnología nunca han sido tan importantes para nuestra
supervivencia a largo plazo. Un mayor reconocimiento público de la
investigación científica nos beneficiaría a todos. Como dijo el propio Wells,
“la historia es cada vez más una carrera entre la educación y la catástrofe”.
Pensando en todo esto, he procurado mantener la distinción entre hechos y ficciones
lo más clara posible. Por consiguiente, este relato hará alusión a una obra de
ciencia ficción únicamente cuando un determinado científico haya reconocido la
influencia que dicha obra habrá ejercido sobre él, o cuando yo crea que ofrece
un buen modo de esclarecer determinada teoría o idea. Pero para que no
interfieran en el relato principal, he procurado relegar las referencias del
segundo tipo a las notas del final del libro
En el campo de
la física teórica, y especialmente en el de la astrofísica, la ciencia de
verdad puede ser considerablemente más difícil que la ciencia ficción. Pero el
hecho de abordar esta dificultad trae consigo su propia recompensa: para poder
entender la distorsión del espacio-tiempo, por ejemplo, hemos de refrescar
nuestros conocimientos de geometría, tanto en sus variantes euclidiana como no
euclidiana. Igualmente, cualquier discusión sobre viajes en el tiempo requiere
hacer breves incursiones narrativas en los campos de la astrofísica, la
relatividad especial y general, y la mecánica cuántica. Este libro tendrá que
repasar necesariamente algunos de estos temas. El camino, por tanto, será algo
difícil en algunos trechos. Pero es muy probable que nos sintamos satisfechos
después de recorrerlo.
¿Es posible
viajar en el tiempo? La relatividad especial y la general permiten un tipo de
viaje uni-direccional hacia el futuro. Pero aquello que entendemos normalmente
por viaje en el tiempo –es decir, los viajes de ida y vuelta al pasado y al
futuro, volviendo al presente– es algo muy distinto. Por lo que respecta a la
viabilidad de estos empeños, la opinión preponderante es
decididamente agnóstica. Simplemente no lo sabemos. Además, la mayor parte de
los investigadores están de acuerdo en que no podemos saberlo
hasta que tengamos un entendimiento más perfecto de la gravedad cuántica, y es
posible que pase una década o más antes de que estemos en posesión de este
conocimiento.
¿Significa esto
que hemos de esperar hasta entonces para pensar seriamente en la idea del viaje
en el tiempo? Los personajes que aparecen en este libro no han querido esperar.
Como les gusta recordar a los historiadores de la ciencia, los científicos son
humanos, y como tales tienen las debilidades propias de los humanos. Sería poco
razonable esperar de ellos que trabajasen siempre de una forma metódica y paso
a paso –proponiendo una teoría para explicar un fenómeno, ideando experimentos
para verificar la teoría, implementando los experimentos, y así sucesivamente.
Demostraríamos desconocer la naturaleza humana si esperásemos de ellos que
nunca alteraran el orden de estos pasos, que nunca se adelantasen a sí mismos.
De hecho, puede argumentarse que muchos avances se han producido
precisamente porque se han dado algunos pasos sin respetar la
secuencia habitual. El matemático francés Henri Poincaré observó en cierta
ocasión: “Es posible contemplar el espectáculo de un universo estrellado sin
preguntarse cómo se formó: tal vez deberíamos esperar y no buscar una solución
hasta que hayamos reunido pacientemente todos los elementos […] Pero si siempre
hubiéramos sido tan razonables, si nuestra curiosidad no fuera impaciente, es
probable que nunca hubiésemos llegado a crear la Ciencia y que nos hubiésemos
tenido que contentar con llevar una existencia trivial”.
En un futuro no
muy lejano los físicos tendrán un conocimiento más perfecto de la gravedad
cuántica. En ese momento probablemente aparecerá otro libro acerca del viaje en
el tiempo y ofrecerá respuestas más precisas a las cuestiones aquí planteadas.
Mostrará que algunas líneas de investigación habrán resultado ser viables,
descartará otras e introducirá nuevas líneas que todavía no han sido
imaginadas. Mientras, no es demasiado pronto para contar lo que ya se sabe, que
es mucho.
Los hombres y
mujeres cuyas ideas se describen en las páginas de este libro han pensado
seriamente y en profundidad en un tema que la mayoría de nosotros dejamos atrás
cuando dejamos de ser niños, y al hacerlo han entablado una discusión plagada
de intuiciones asombrosas. En cierto sentido, como ellos mismos admitirán, es
posible que se estén precipitando. Pero esto forma parte de su encanto.
Efectivamente, habrían complacido a Poincaré, pues todos y cada uno de ellos,
en cierto modo, son poco razonables, curiosos e impacientes. Su historia es el
tema de este libro, y el objetivo que me ha movido a contarla es triple:
primero, rastrear la idea del viaje en el tiempo a lo largo de varias décadas;
segundo, ofrecer un punto de vista sobre la vida y la obra de este fascinante
grupo de pensadores; y finalmente, pagar una deuda que tengo desde hace mucho
tiempo con un muchacho de doce años –y, espero, con otros muchos como él.
Prólogo del
libro de David Toomey Los nuevos viajeros en el tiempo. Un viaje a las
fronteras de la física.
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miércoles, 30 de diciembre de 2020
FELICITACION NAVIDEÑA DEL OJO ATÍPICO: Los mejores deseos para 2021 y hasta que ruede el mundo, a las más prístinas, pacíficas, sacrificadas, abnegadas y heroicas fuerzas nunca bien ponderadas, que constituyen todas las fuerzas no armadas de trabajadores que con su trabajo crean cuanta riqueza existe (de la que disfrutan poco) para el progreso y grandeza de la Patria. ¡Viva la España trabajadora! Se excluyen en buena lógica de nuestros mejores deseos cualquier sanguijuela, garrapata o chinche que viva y se enriquezca a costa de la sangre y sudores ajenos.
Policías España, página de apoyo a los nuestros.
Policías España, página de apoyo a
los nuestros (día 30 de diciembre de 2020) publica en face el siguiente post: “Buenos días a todos y Feliz Navidad, estéis donde
estás... Viva España y nuestras fuerzas y cuerpos de seguridad
#Robin1”, al que adjunta la siguiente foto:
Yo no sé si el autor de esa publicación
es policía o no, y tampoco sé quiénes pueden ser esos “nuestros” a los que
alude en el post, pero lo que es evidente es que la policía es un cuerpo armado
pagado con el dinero de los impuestos de todos los trabajadores que no son
policías y que crean cuanta riqueza existe, de la que disfrutan los policías, y
que seguramente representará una mayor parte proporcional de la que disfruta el
trabajador no policía. El tanque que aparece en la fotografía es un tanque
pagado con el dinero de los trabajadores, y el tanque es una máquina construida
para matar.
A este post, refiriéndose al tanque, responde el ignorante con instintos
claros de criminalidad, Luis Enrique Bonet Peiro, diciendo: “Estos al Congreso
de los diputados haber si caen todos comunistas de un infarto”. A mí me parece
que este texto constituye una incitación explícita y directa a la práctica de
la violencia, de la alteración del orden público y el crimen que debería ser
perseguida por la policía, jueces y fiscales, salvo que todos ellos lean con el
culo y no sepan interpretar la proclama pública y violenta del ignorante Luis
Enrique Bonet Peiro.
Por otra parte, Facebook a mi me tiene vetado, exactamente 588 artículos
desde el 17 de enero de este año, porque según Facebook no cumplo con sus
normas, de lo que no puedo sino congratularme, porque al parecer las normas de Facebook
deben estar relacionadas con la propagación de actitudes violentas como las de Luis
Enrique Bonet , dado que publica sus post y no mis artículos, que por lo general
se dirigen contra la violencia imperante, la corrupción, las mentiras y demás
actitudes antisociales y criminales, como por ejemplo, la evasión de impuestos.
Publican escrito míos cuentas en Facebook, como por ejemplo: Isla Mayor
habla de política; Nativos de Isla Mayor; Mineros del Bierzo; Simpatizantes del
PTE; República, Federal y laica; Zaragoza y Aragón; Reiniciar Podemos 15M;
Marxismo; Comunistas del Mundo; Plataforma pensionistas de España por su
dignidad: Pensionistas por el blindaje de las pensiones y algunos más, a cuyos
administradores les estoy muy agradecido por lo mucho que me ayuda a escribir.
Pero mis publicaciones en las cuentas de Facebook mencionadas únicamente las
puedo realizar a provechando artículos de otros autores que sí pueden ser
compartidos, a los que acompaño con una entradilla mía, porque el señor de
Facebook no me deja compartir ni siquiera de mi Blog, El Ojo Atípico a mi
propia cuenta de Facebook, por lo que lógicamente, menos puedo compartir
directamente de mi Blog a otras cuentas de Facebook. Esto está acompañado
porque el señor de Facebook en mi cuenta me ha puesto el idioma portugués (cosa
que desde luego le agradezco mucho porque me está haciendo comprender ese
idioma que no conocía), complementado con que a veces no puedo ni responder a comentarios
porque me cambia tanto el orden de las letras como el sentido de las frases, de modo que resultaría absolutamente
incomprensible lo que escribo.
Estas son las razones que me han llevado a escribir lo que antecede que,
publico en mi Blog, peor que no podré compartir con nadie, excepto en twister.
Así sí. Así cualquiera. Así también puedo ser yo el Señor Cristo mío Redentor o desde que te vi con la pata de palo dije para mí: malo, malo, malo, malo, malo; el Lucero del Alba, Mariquita la ye yé o lo que toque, que el negocio es el negocio.
Cibernegocio
contra Cuba y los medios dependientes que le hacen el juego
Medios dependientes del
cibernegocio contra Cuba. Foto: Granma.
Tercerainformaciòn
30,12,2020
Un
entramado de medios de comunicación intenta legitimar en Cuba la visión
hegemónica estadounidense sobre democracia y libertad. Con su
estrategia anexionista intoxican constantemente las redes sociales con
informaciones tergiversadas sobre casi todo lo que ocurre en la Isla.
Se catalogan como “independientes o
alternativos”, pero resulta curioso que todos los que dirigen CiberCuba, ADN
Cuba, Cubanos por el Mundo, Cubita Now, Cubanet, Periodismo de Barrio, El
Toque, El Estornudo y YucaByte, entre otros, residen en el exterior, la mayoría
en EE. UU., y sus estrategias de comunicación son la fórmula calcada del diseño
político que predomina en ese país.
Maykel González, del sitio subversivo Tremenda Nota, declaró públicamente que,
durante su estadía en Estados Unidos, específicamente en el estado de Ohio, asistió
a un programa académico con profesores de la Universidad.
“Hubo un
contacto con funcionarios que se encargaban de atender a la prensa en el
Departamento de Estado, yo tuve una cita privada con la funcionaria de
Estado Priscila Hernández”, comentó González.
El informe de la Comisión para la asistencia a
una Cuba Libre, de junio de 2004, registra las principales líneas subversivas contra la Mayor de
las Antillas, entre las que se incluyó el fomento de proyectos de prensa. Desde
entonces, todas las administraciones posteriores al presidente George W. Bush
ajustaron su diseño mediático a cada contexto.
El Departamento de Estado, la Agencia de EE.UU.
para el Desarrollo Internacional (USAID) y el Fondo Nacional para la Democracia
(NED) de esa nación, financian esta maquinaria mediática que se ha beneficiado
de los más de 500 millones de dólares que la Casa Blanca destinó en los últimos
20 años para la subversión en Cuba.
Con el fin de recibir de modo expedito los
financiamientos, varias de estas publicaciones digitales contrarrevolucionarios
se han registrado en otros países como organizaciones no gubernamentales (ONG).
Tal es el caso de los sitios El Toque, mediante el
colectivo Más,
radicado en Polonia, y de El
Estornudo, creado en Cuba, y luego legalizado en México como
una ONG.
Carlos
Manuel Álvarez, director de El
Estornudo, arribó a Cuba el 24 de
noviembre para unirse al show mediático de San Isidro.
Abraham Jiménez Enoa, quien fuera partícipe de
ese mismo sitio web, expresó que él no sabe cuánto es el financiamiento total
del “medio”, porque todo se gesta desde afuera. “Los colaboradores que hacen la
revista cobran por trabajo, con un sueldo fijo de 400 CUC. Hasta que yo me fui,
El Estornudo era financiado por la NED y Open Society”, precisó Jiménez Enoa.
Estos medios que se hacen llamar alternativos e
independientes, se descalifican por sí solos, cuando se revela de dónde procede
su sustento, aunque en ocasiones se pretenda desviar la atención sobre el
origen del dinero.
La investigadora del Centro de Estudios
Hemisféricos y sobre Estados Unidos, Yazmín Vázquez Ortiz, explicó que el financiamiento, la capacitación y la asistencia
técnica son pilares, a partir de los cuales se aprovechan las condiciones que
existan en las sociedades que puedan ser objeto de intervención, para promover movimientos de resistencia que puedan
fomentar el cambio que quiere Estados Unidos.
Quienes dirigen y colaboran en estos espacios,
lo hacen a través de organizaciones radicadas en territorio estadounidense,
europeo o latinoamericano.
La subdirectora de ese mismo Centro, Olga Rosa
González Martín, destacó que al
funcionar como una organización privada reciben fondos privados, puede ser de
cualquier individuo, de cualquier corporación a nivel internacional, lo que
hace más difícil poder vincular a una entidad con un gobierno específico, y con
los objetivos de política exterior de este en un país determinado.
El Instituto de Periodismo de Paz y Guerra,
Factual, Distintas Latitudes, Fundación Sueca de Derechos Humanos,
Editorial Hipermedia, Diario de Cuba, Cubanet, la Universidad Sergio
Arboleda, y muchos más, funcionan como contratistas
de estos proyectos mercenarios de prensa.
José Jasán, del sitio subversivo El Toque, precisó que “lo más
aceptable para ‘la empresa’ es que al ir un grupo de cubanos a capacitarse le
da la oportunidad de pagarles directamente a estos”.
Elaine Díaz Rodríguez, de Periodismo de Barrio, expresó que acudieron a
la cooperación internacional. “En un primer momento se financió con los ahorros
que pude llevar a Cuba de la beca Lima, y después logramos hacer un proyecto
piloto con la Fundación Sueca de Derechos Humanos. Logramos una alianza con la
Embajada de Noruega, mediante la cual estamos aquí”, precisó.
En este diseño sobresale desde la NED, el
cubanoamericano Aimel Ríos Wong. Como Jefe
del Programa Cuba, distribuye los fondos aprobados para desmontar paradigmas
ideológicos y culturales desde afuera y dentro de la Isla.
Maykel González, del sitio subversivo Tremenda Nota, comentó que Ríos Wong lo
llamó, salieron a “dar una vuelta en Washington”, y lo reconoció como alguien
que se ha hecho presente, que ha estado dialogando constantemente con los
actores, tanto del periodismo como de la sociedad civil.
“Estamos
trabajando con alrededor de 7 000 dólares americanos para un trimestre, a
partir de los cuales hacemos la planificación del trabajo, y está asignado por
todas las tarifas que tenemos de pago”, apuntó Maykel González.
Como estrategia seleccionan a sus futuros
líderes, los capacitan, premian, financian, estimulan, visibilizan, aglutinan,
empoderan, orientan y les dan espacios y tribunas.
“Lo que dicen es: no, pero a mí nadie me dice lo
que tengo que escribir, nadie me dice cuál es la línea editorial de mi página o
de los artículos que yo escribo. No tienen que decírtelo, ya tú tienes asumida esa línea, recibes el
financiamiento, porque ya decías esas cosas, y sabes que si no las dices y no
sigues esa línea antigubernamental no vas a recibir el financiamiento”,
destacó Javier Gómez Sánchez, especialista en medios de comunicación
audiovisual.
En la medida en que la informatización del país
ha ido avanzando, señaló Gómez Sánchez, las personas han ido teniendo un mayor
acceso a internet, y esta guerra ha ido aumentando y organizándose, porque su
posibilidad de llegar con este tipo de manipulación mediática a determinados
sectores de la población se ha incrementado.
El doctor Ernesto Estévez, miembro de la
Academia de Ciencias de Cuba, recordó que este fenómeno es algo que se ha
venido trabajando desde hace muchos años, con el objetivo de revertir la
Revolución Cubana, de hacer una restauración capitalista.
Fuentes
públicas del propio Gobierno estadounidense muestran el incremento de estos
fondos durante los últimos años, justo cuando el Estado
cubano avanza en las transformaciones del nuevo modelo económico y social.
Así lo confirma una convocatoria de la Oficina
de Democracia, Derechos Humanos y Trabajo del Departamento de Estado
norteamericano para financiar propuestas
relacionadas con los derechos civiles y políticos en Cuba, en
medio de las provocaciones articuladas en los últimos días.
Junto a la imposición de medidas económicas
restrictivas y el complejo escenario epidemiológico de la COVID-19, los medios de prensa
enemigos se alinearon para desacreditar la gestión del
Gobierno cubano y deslegitimar el sistema social.
“Tiene que ver con la fabricación de matrices de
opinión, que tienen dos características esenciales: primero que están creadas
para administrar los descontentos que existen, relacionados con determinados
temas, y dirigirlos en contra del Gobierno, del socialismo, del sistema
político; y segundo, intentar promover en Cuba un pensamiento liberal, basado
en el liberalismo, que es la ideología del capitalismo”, expuso la sicóloga
Karima Oliva Bello.
En el entramado comunicacional se
encuentran los llamados influencers con
tendencias hipercríticas, creados para generar empatías y tendencias
ideológicas en miles de seguidores, a través de las redes sociales.
Los proyectos de prensa enemigos, en este
escenario, se identifican como instrumentos
del Gobierno de EE. UU. en su estrategia de guerra no convencional contra
la Mayor de las Antillas.
Quien consume las noticias que publican los
medios subversivos pudiera llegar a creer que Cuba es un país que se desploma.
Sin embargo, se trata de una nación que
vive una realidad diferente.
En video, los medios “independientes” financiados por
EE.UU. para la subversión contra Cuba
Fuente: Granma
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Aragón, España: sin saber y sin comprender la historia no puede haber futuro
Lecturas de autogestión: «Las colectividades de
Aragón» de Félix Carrasquer
“Las
colectividades de Aragón” es un texto generoso y apasionante...
Por José Luis Carretero Miramar
KAOSENLARED
30 Dic, 2020
“Dedico la
memoria de estos hechos auténticos a los colectivistas que, al fusionarse con
espontánea generosidad, alumbraron una sociedad nueva”. Así comienza su obra
“Las colectividades de Aragón”, Félix Carrasquer, educador y organizador
libertario, enamorado de la cultura, que aunaba una tremenda capacidad de
análisis social con una voluntad pedagógica incansable que le llevó a fundar la
“Escuela de Militantes” de la CNT en Monzón, durante la Guerra Civil española.
Un libro que ha sido reeditado recientemente por la editorial Descontrol,
ubicada en el feraz ecosistema cooperativo de Can Batlló, en Barcelona.
“Las
colectividades de Aragón” es un texto generoso y apasionante, con el que
Carrasquer pretende trasladarnos el ambiente y las realizaciones de la obra
autogestionaria de las colectividades agrarias, durante la Guerra Civil.
En una narración
ordenada y muy rica en anécdotas y documentación histórica, Carrasquer nos
explica, con una claridad didáctica envidiable, cómo funcionaban, cómo se
habían organizado, y a qué se dedicaban las colectividades puestas en marcha
por el campesinado de Aragón en 1936.
Carrasquer
comienza su análisis con una afirmación que rompe con ciertos esquematismos
típicos a la hora de analizar los procesos revolucionarios en el campo: “hay
que justipreciar cuánto supone el que la mayoría de los cenetistas y
simpatizantes fueran pequeños propietarios”. Pequeños propietarios acosados,
muchas veces, por las marañas de deudas consustanciales a las dinámicas
caciquiles del campo español, pero no necesariamente “campesinos pobres en la
miseria”. La mayoría de ellos “subvenían a sus necesidades más perentorias”,
pero aún así se habían visto arrastrados por el proceso de politización general
que había inundado a la sociedad española, en un sentido progresista. La CNT se
había expandido entre una población que, por otra parte, había convertido en
héroes populares a los militares que, pocos años antes, habían encabezado la
“Sublevación de Jaca” en un intento prematuro de proclamar la República.
La dinámica de
las colectividades de Aragón, por tanto, desmiente la primaria contradicción
que muchas veces se ha presentado entre “jornaleros que reclaman la
colectivización”, por una parte, y “pequeños propietarios necesariamente
conservadores”, por otra. Carrasquer incide en la importancia de la cultura (lo
que ahora llamaríamos la “hegemonía en un sentido gramsciano”) en el seno del
campesinado aragonés y en lo decisivo, desde el punto de vista cualitativo, de
las personas en el proceso revolucionario. La presencia o no de militantes
formados y capaces representa, para Carrasquer, el elemento definitorio del
éxito o del fracaso de las experiencias colectivistas en el plano local:
“En las
industrias y poblaciones donde había hombres consciente y humanamente
preparados, capaces de dinamizar la vida cívica y económica desde el primer
instante, la colectividad se desenvolvió con una eficacia ejemplar, mientras
que allí donde esos hombres faltaron, su desarrollo fue vacilante y a veces
confuso (…)Esto debería servir de lección para las organizaciones de acción
directa que pretenden sustituir la sociedad represiva y explotadora por otra de
libertad y justicia, y que por eso mismo caerían en flagrante contradicción si
pretendieran hacer el cambio careciendo de hombres que pudieran
garantizar la buena marcha de la colectividad tanto por su competencia técnica
en el área productiva, distributiva y de los servicios como, en una perspectiva
ética, por su capacidad solidaria y su conducta intachable.”
Por todo ello,
afirma Carrasquer, “fácil es comprender que la primera tarea y la más
importante que a dichas organizaciones incumbe es, sin lugar a dudas, una tarea
de carácter pedagógico”.
En ese proceso
pedagógico teórico-práctico que implicó el proceso colectivizador, en el que
los militantes tuvieron que aprender muchas veces “haciendo”, sin una previa
formación técnica y sociopolítica formal, el campesinado aragonés se dotó de
sus propias instituciones y de sus propias reglas de funcionamiento. De una
institucionalidad firmemente asamblearia, un Derecho propio popular y flexible,
y procesos autogestionarios de organización de la producción que aunaban el
despliegue de las técnicas modernas más accesibles y la voluntad de
salvaguardar el bienestar y la equidad en un contexto tendencialmente
igualitario.
Carrasquer hace
hincapié en una de esas instituciones desplegadas por el proceso
colectivizador, la cooperativa local. Según el pedagogo aragonés:
“Fue esta
institución la que permitió coordinar, de la manera más igualitaria posible,
las relaciones económicas entre todos los habitantes de la población. Como el
comercio especulativo se había abolido en Aragón, todo el pueblo, tanto los
miembros de la colectividad como los que no pertenecían a ella, acudían a la
cooperativa para proveerse de cuanto necesitaran, ya fuesen artículos
alimenticios así como prendas de vestir, calzado, artículos caseros o semillas,
abonos, herbicidas u otros para el campo; al mismo tiempo que depositaban en
ella los frutos sobrantes de sus cosechas.”
La cooperativa
funcionaba como almacén comunal, pero también como red de distribución de los
bienes “importados” (comprados fuera del pueblo), como banca propia
(emitía incluso libretas individuales expresando las transacciones y saldos de
cada unidad familiar) y como unidad integradora de la producción de la
colectividad y los propietarios privados que se mantenían ajenos a la misma
(llamados “individualistas”), lo que permitía la “exportación” y
comercialización de lo producido por el pueblo en mejores condiciones (al
permitir economías de escala) que la venta directa por los propietarios
colectivos o privados.
La cooperativa
integraba la “economía privada” (que subsistía en magnitudes variables en los
pueblos) con la derivada de la “colectividad” (formada por los núcleos
familiares que habían decidido poner su trabajo y sus tierras en común). Según
afirma Carrasquer, la cooperativa local tuvo una importancia económica
esencial, pero, además:
“Con ser tan
útil la cooperativa para el desenvolvimiento económico, lo fue mucho más como
escuela de aprendizaje de la convivencia; ya que gracias al imperativo de los
intercambios económicos que reunía en su seno a colectivistas e
individualistas, ambos sectores confluyeron en sus asambleas, donde por conducto
del diálogo pudieron conocerse mejor y abrir cauces inéditos a su cooperación”.
Uno de los
elementos más interesantes del proceso revolucionario aragonés fue que las
cooperativas y colectividades locales no se quedaron aisladas, encerradas en sí
mismas. Ya desde el primer momento, desplegaron un creciente y cada vez más
amplio proceso de integración y planificación participativa, instituyendo
federaciones comarcales y, finalmente, una estructura de coordinación general
que cristalizará en la organización del llamado Consejo de Aragón, como órgano
de autogobierno político e integración económica de toda la región. Nos lo
cuenta Félix Carrasquer:
“Ya en los
primeros meses de la guerra se constituyeron 25 Federaciones Comarcales,
federaciones que hacia septiembre de 1936 reunían en conjunto 450
colectividades, acercándose a las seiscientas en 1937 (…) Así fue como de
colectividad en colectividad se pasó a la Federación Comarcal de
Colectividades, esquema básico a partir del cual el colectivismo aragonés
llegaría a fundirse en una estructura más compleja y susceptible de dar a la
solidaridad una dimensión más amplia y, por tanto, de mayor justicia.”
En los días 14 y
15 de febrero de 1937 tuvo lugar en Caspe el congreso constitutivo de la
Federación de Colectividades de Aragón, al que acudieron unos seiscientos
delegados que representaban a las 25 federaciones comarcales ya constituidas, a
la CNT, a la FAI y a los grupos anarquistas aragoneses. Se acordaron los
estatutos de la Federación (un ejemplo genuino de lo que Laval y Dardot, en su
obra “Común”, llaman el “derecho obrero”) y se adoptaron una serie de
resoluciones para garantizar el abastecimiento en una situación de guerra.
Paralelamente, y
como ya hemos apuntado, se constituía en la sede del Comité Regional de la CNT
en Alcañiz, el 15 de octubre de 1936, el llamado Consejo de Aragón, como órgano
de autogobierno regional. El 20 de noviembre, a regañadientes, el gobierno
central reconocía legalmente a dicho Consejo y en enero de 1937 se establecía
su composición definitiva, en la que figuraban, bajo la presidencia del
cenetista Joaquín Ascaso, representantes de la CNT, de Izquierda Republicana,
de la UGT, del PCE y del Partido Sindicalista.
El libro de
Félix Carrasquer continúa incidiendo en las realizaciones prácticas del proceso
colectivizador, como la extensión de la escolaridad hasta los 15 años, la
construcción de institutos de educación secundaria y de formación profesional
en la región, la apertura de la Escuela de Militantes de Monzón (que dirigió el
propio Carrasquer), o el decidido impulso a la vida cultural de los pueblos y a
las infraestructuras sanitarias básicas en zonas rurales que habían estado
prácticamente abandonadas por el poder central durante décadas.
Se trata de un
libro absolutamente imprescindible para conocer las dinámicas de organización
que estructuraron el proceso colectivista aragonés, y para entender que
pretendía y cómo funcionaba el campesinado colectivizador, no sólo desde el
plano del discurso, sino también de los procesos de implementación cotidiana en
el ámbito local. Como indica Félix Carrasquer en la parte final del capítulo
“Hacia la utopía”:
“Resta decir que
ya no se puede ignorar bajo pretexto alguno, que la obra constructiva llevada a
cabo durante la guerra española entre 1936 y 1939 por las colectividades del
campo y de la industria y de una forma más completa por los campesinos
aragoneses (…) echa por los suelos todos los argumentos sobre la supuesta
incapacidad de los trabajadores para gestionar sus empresas así como para desarrollar
y coordinar las innumerables actividades que conlleva la vida social para dar
satisfacción al ser humano.
Esa es la
lección que un pueblo desgarrado por una guerra que él nunca quiso brinda como
ejemplo a las nuevas generaciones de España y del mundo.”
Sólo nos queda hacer una pequeña y cariñosa admonición a todos nuestros lectores: ¡Leed este libro! El pasado tiene también llaves para un futuro por construir, pero habitado por la esperanza.
José Luis
Carretero Miramar.
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