domingo, 17 de agosto de 2025

Del realismo burgués al realismo socialista

 


Del realismo burgués al realismo socialista

 

Bertolt Brecht

Por Otros medios

kaosenlared

15 de agosto de 2025 

Les compartimos otra traducción de Bolívar Echeverría, se trata de una selección de textos de la obra de Bertolt Brecht, publicados bajo el título «Del realismo burgués al realismo socialista», en Adolfo Sánchez Vázquez (presentación y selección de textos), Estética y Marxismo, Tomo II, México, Ediciones Era. En estos textos, Brecht discurre sobre el carácter revolucionario que debe tener el comportamiento realista en la literatura, particularmente en el contexto del fascismo, pues el arte realista combate las concepciones falsas de la realidad, privilegia lo sensorial y lo terrenal, acentúa el proceso del devenir y se sitúa históricamente. De este modo, la literatura realista representa las contradicciones sociales, la base material de la ideas y el poder de las mismas, asimismo trata la realidad desde el punto de vista de la población trabajadora.

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El paso del realismo burgués al realismo socialista1

La novela burguesa —cuyo estudio se recomienda actualmente a los escritores socialistas— contiene muchas cosas que deben aprenderse. Encontramos en ella una técnica que permite la exposición de complicados procesos sociales. Gracias a esta técnica es posible dar cuenta de la diferenciada (“rica”) psique del hombre burgués. La renuncia que hacen estos escritores a un exceso de opinión en favor de una exposición, lo más amplia posible, de grandes cantidades de material, permite al lector tener cuadros bastante ricos de una época. Se trata de un renunciamiento a la opinión burguesa. Mas los cuadros descritos no son de ninguna manera completados y, por lo general, el punto de vista burgués se mantiene. Este tipo de exposición impide casi todo intento de conformar con él una opinión no burguesa (es decir, antiburguesa). He aquí una de las razones que vuelven tan difícil para los escritores socialistas la adopción de técnicas propias de los realistas burgueses.

La técnica no es algo “externo”, que pueda separarse de la tendencia. El escritor socialista no se inclina sin más a ceder al lector materiales que éste pueda usar como materia prima para abstracciones de cualquier índole. Aunque el socialismo se haya vuelto “la sangre misma” del escritor socialista y hayan “caído” para él las barreras que impone el modo burgués de producción (no sólo literaria) al escritor burgués, de todas maneras su conciencia política permanece mucho más despierta que la de éste, el mundo sigue para él empeñado en un desarrollo violento y la planificación, traída por el socialismo al modo de producción, juega también un papel en su obra. Una crítica cuidadosa del realismo burgués revela que muchos componentes esenciales de este modo de escribir resultan inservibles para el escritor socialista. Toda la técnica de la identificación afectiva de la novela burguesa entra en una crisis mortal. El individuo —en quien debía llevarse a cabo la identificación afectiva— se ha transformado. Mientras mayor es la claridad con que se comprende que el destino del hombre es el hombre y mientras más predomina la convicción de que el medio de alcanzarlo es la lucha de clases; más radicalmente fracasa la vieja técnica burguesa de la identificación afectiva. Pese a sus gritos de que sin ella es imposible todo arte y toda vivencia artística, cada vez se presenta más claramente como una técnica históricamente condicionada.

Mantenemos, por supuesto, la tarea de exponer procesos sociales complicados: si la identificación afectiva, concentrada en un individuo-eje, entró en crisis, es precisamente porque estorbaba para dicha exposición. Ya no se trata solamente de entregar en la novela una cantidad suficiente de motivos reales para las conmociones anímicas de los hombres: es el mundo el que nos parece insuficientemente reproducido cuando aparece tan sólo en el espejo de los sentimientos y las reflexiones de un héroe. El complejo total de la causalidad social no se deja ya utilizar como mero incitador de vivencias anímicas. Con ello no se desconoce el valor que tienen las representaciones de procesos psíquicos o, en general, de individuos: por supuesto que subsisten las vivencias anímicas de los lectores. De lo que se trata aquí es, nuevamente, de que la vieja técnica entró en crisis precisamente porque no permitía una conformación satisfactoria de individuos en la lucha de clases y porque sus vivencias anímicas no situaban al lector en la lucha de clases sino lo sacaban de ella.

El paso de la novela realista burguesa a la novela realista socialista no es una cuestión puramente técnica ni es una cuestión formal; y esto, aunque se trata de una transformación extraordinaria de la técnica de escribir.

Es simplemente imposible que un modo de exposición permanezca in toto intacto (como “el” modo realista) y sólo acontezca un reemplazo del punto de vista, por ejemplo, del burgués por el socialista (esto es, proletario). No basta con organizar la identificación afectiva en el proletario en vez de hacerlo en el burgués: es toda la técnica de la identificación afectiva la que ha entrado en crisis. (En principio, no es imposible imaginar una novela burguesa de identificación afectiva con un proletario.) El estudio de la novela realista burguesa es muy valioso: pero sólo si se emprenden los difíciles análisis que hemos mencionado.

Realismo, fascismo, socialismo2

Para todo el mundo debe estar claro el carácter revolucionario que tiene un comportamiento realista en literatura, cuando se trata de países sometidos al fascismo o que están siendo llevados a él. Es considerable la antipatía que sienten los gobiernos fascistas por la literatura realista. No esperan nada bueno del escritor que deja hablar a la realidad. Critican la “literatura del asfalto”, sirviéndose para ello de campos de concentración. La falta de fe en un caudillaje místicamente infalible, la enérgica insistencia en el testimonio de los hechos, la investigación consecuente de lo remediable de la miseria, la revelación del papel improductivo del aparato bélico, el simple hecho de nombrar la clase verdaderamente productiva, todo esto indigna a esos gobiernos. Para decirlo con alguna exageración: el que se pronuncie la frase “dos por dos son cuatro” despierta ya en dichos países la desconfianza y la inquietud. Para la literatura, no hay divisa mejor que esta, de un gran país: ¡Escribid la verdad! ¡Sed realistas!

Un país que puede renunciar a ilusiones y en el que toda verdad tiene lugar y función, ¡Un país que puede dirigirse al realismo de sus masas trabajadoras! Donde la construcción se realiza en base a ideas sencillas, útiles; donde basta comprender para estar de acuerdo. Donde el que se apasiona no pierde el sentido de la realidad ni el que permanece sereno pierde por eso el impulso.

El realismo socialista3

El concepto de realismo socialista no debería extraerse simplemente de obras artísticas o modos de representación ya existentes. El criterio no debería consistir en precisar si una obra o una representación se parece a obras y representaciones que figuran dentro del realismo socialista, sino en averiguar si dicha obra es socialista y es realista.

Aunque propugnen la acentuación y la sublimación artística de lo típico (lo históricamente significativo), los realistas no están por la representación deformadora o insuficiente de la realidad. Desean representaciones objetivas, no objetivistas. Las representaciones objetivistas se desentienden del momento subjetivo del artista, de su voluntad dirigida hacia la constante transformación productiva de las circunstancias y las condiciones dadas; ofrecen imágenes que no impulsan la transformación y el desarrollo.

1] El arte realista es arte combativo. Combate las concepciones falsas de la realidad y los impulsos que se oponen a los intereses reales de la humanidad. Vuelve posibles las concepciones correctas y fortalece los impulsos productivos.

2] Los artistas realistas acentúan lo sensorial, lo “terrenal”, lo típico en su sentido más alto.

3] Los artistas realistas acentúan el momento del devenir y del dejar de ser. En todas sus obras, ellos piensan históricamente.

4] Los artistas realistas representan las contradicciones en los hombres y en sus relaciones mutuas y muestran las condiciones en que se desarrollan unos y otras.

5] Los artistas realistas se interesan por los cambios en los hombres y en sus relaciones, por los cambios paulatinos y por el resultado de éstos, los cambios bruscos.

6] Los artistas realistas representan en sus obras el poder de las ideas y la base material de las ideas.

7] Los artistas realistas-socialistas son humanistas, es decir amigos de los hombres, y representan las relaciones humanas de una manera tal, que fortalecen los impulsos socialistas. Éstos se fortalecen cuando se presenta una comprensión practicable del mecanismo social y cuando ellos mismos —los impulsos— se ven transformados en placeres.

8] Los artistas realistas-socialistas tienen una actitud realista no sólo ante sus temas sino también ante su público.

9] Los artistas realistas-socialistas tienen en cuenta tanto el nivel de educación y el origen de clase de su público como el estado de la lucha de clases.

10] Los artistas realistas-socialistas tratan la realidad desde el punto de vista de la población trabajadora y de los intelectuales aliados con ella, que están por el socialismo.

Acerca del realismo socialista4

La consigna Realismo Socialista tiene sentido, es práctica, productiva, cuando se la especifica de acuerdo con una época y un lugar. Significa, allí donde ya se construye el socialismo, que el escritor apoya su construcción, investigando para ello la realidad y reproduciéndola (pues, según Bacon, sometiéndose a la naturaleza se la domina). Significa, allí donde se lucha por la construcción del socialismo, que el escritor apoya esta lucha, investigando para ello la realidad y reproduciéndola. Esta consigna vuelve posibles criterios de alto valor, criterios que no provienen del campo formal, estético. (¿Se trata de que el escritor apoye la construcción del socialismo, a sus constructores, la lucha por el socialismo, de que capte la realidad, o acaso se trata solamente de que cree ilusiones, simplifique las tareas, etc.?) Si es ya el caso de la construcción del socialismo —que es, por supuesto, una lucha constante contra sus enemigos—, no hay duda de que deben intervenir además otros criterios, criterios de índole estética, formal: el perfeccionamiento de las artes, el desarrollo de la producción artística, en la más amplia escala, son elementos que pertenecen indudablemente a la construcción del socialismo. En este caso se presenta la cuestión acerca de la herencia cultural. Se llega a un enfrentamiento con los elementos culturales que han quedado: documentos de una cultura dominada por otra clase, una clase enemiga. Todo lo que fue producido se encuentra en ella; se tiene ante sí la última etapa, alcanzada bajo dominio y control burgueses, pero representante de los últimos logros alcanzados por la humanidad entera. Es claro que después de una victoria, en una situación en que las luchas que aún quedan pueden llevarse a cabo desde posiciones ventajosas, en que toda la base económica y política de la cultura se encuentra en una violenta transformación dirigida hacia el socialismo, el enfrentamiento con los restos de la cultura burguesa tiene que ser diferente de lo que fue en la época de lucha anterior a la victoria.

Llevaría a una terrible atrofia de la gran consigna Realismo Socialista, si en este caso se pretendiera, por ejemplo, copiar mecánicamente la consigna para la política de nacionalidades (Contenido Socialista, Forma Nacional) y se propusiera algo así como una consigna Contenido Socialista-Forma Burguesa. En la política de nacionalidades, la consigna Forma Nacional es completamente revolucionaria. Significa la liberación de las naciones sometidas, el despertar de sus fuerzas productivas; significó que las naciones oprimidas oyeran hablar al socialismo en su idioma, desencadenó sus fuerzas culturales. La consigna Forma Burguesa sería simplemente reaccionaria. Sólo significaría una banalidad: nuevo contenido en viejos odres. De lo contrario, estando en lucha como estamos, de nada nos sirve su estética. Yo mismo, por ejemplo, comencé con formas viejas y convencionales en todos los campos de la literatura y el teatro. En lírica con el lied y la balada. En teatro con la pieza naturalista en cinco actos. En novela con la fábula de múltiple conflicto. Pero la lucha me condujo hasta nuevas formas. Luchando, el viejo modo de escribir me estorbaba. He estudiado muchos modos de escribir, pero me niego a comprender aquellas opiniones gratuitas sobre literatura, que no tienen en cuenta las necesidades de la lucha.

¿Y por qué no va a sucederles lo mismo a otros? Me parece que puedo ver bien las ventajas que ofrece a nuestra lucha el modo de escribir de la novela burguesa del siglo pasado; aprendí de ella tanto como me fue posible. Pero veo también sus desventajas —y son inmensas—. De esto resulta una actitud complicada respecto a los realistas de la literatura burguesa. Los reconozco, me gustan algunas de sus obras, aprendo de ellos, me preocupo por alcanzar el nivel general al que ascendió con ellos la humanidad occidental. Pero también es necesario superarlos. Y no se trata simplemente de una cuestión de potencia artística. Todo depende de si somos capaces de responder a las condiciones de nuestra lucha. No son suficientes, ni mucho menos, los principios formales que podemos extraer de las obras típicas del realismo burgués, del realismo capitalista e imperialista en la literatura. A todo el que lucha por el socialismo se le revelará fácilmente el carácter histórico, temporalmente finito e irrepetible de este modo de escribir. El carácter capitalista e imperialista de su “contenido” se traduce en su “forma”. Nuestros críticos deben reconocer que seguirán haciendo crítica formalista mientras no logren o se resistan a tratar las cuestiones formales teniendo en cuenta las condiciones de nuestra lucha por el socialismo.

Sobre el realismo5

Es muy difícil escribir para realistas: esto hay que repetírselo a uno mismo cuando se escribe para proletarios. No basta, de ninguna manera, producir naturalismo.

El naturalismo se parece al realismo como la sofística a la dialéctica, o mejor: como el materialismo mecanicista vulgar al materialismo dialéctico.

REFERENCIAS


^ * Bertolt Brecht, “Del realismo burgués al realismo socialista”, traducción de Bolívar Echeverría, en Adolfo Sánchez Vázquez (presentación y selección de textos), Estética y Marxismo Tomo II, México, Ediciones Era, p. 250. Publicado en esta web bajo una licencia Creative Commons 2.5: Atribución-NoComercial-SinDerivadas.

^ 1 En: Schriften zur Literatur und Kunst, tomo II, pp. 208—211. Trad. de Bolívar Echeverría.

^ 2 En: Schriften zur Literatur und Kunst, tomo II, pp. 215—216.

^ 3 En: Schriften zur Literatur und Kunst, tomo II, pp. 216—218, y Schriften zum Theater, tomo VII, p. 313.

^ 4 En: Schriften zur Literatur und Kunst, t. II, pp. 211— 214.

^ 5 En Schriften zur Literatur und Kunst, t. II, p. 215.

Fuente: Blog de Bolívar Echeverría

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