Bertolt Brecht
Por Otros medios
kaosenlared
15 de agosto de
2025
Les compartimos otra
traducción de Bolívar Echeverría, se trata de una selección de textos de la
obra de Bertolt Brecht, publicados bajo el título «Del realismo burgués al
realismo socialista», en Adolfo Sánchez Vázquez (presentación y selección de
textos), Estética y Marxismo, Tomo II, México, Ediciones Era.
En estos textos, Brecht discurre sobre el carácter revolucionario que debe
tener el comportamiento realista en la literatura, particularmente en el
contexto del fascismo, pues el arte realista combate las concepciones falsas de
la realidad, privilegia lo sensorial y lo terrenal, acentúa el proceso del
devenir y se sitúa históricamente. De este modo, la literatura realista
representa las contradicciones sociales, la base material de la ideas y el
poder de las mismas, asimismo trata la realidad desde el punto de vista de la
población trabajadora.
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El paso del realismo
burgués al realismo socialista1
La novela burguesa —cuyo
estudio se recomienda actualmente a los escritores socialistas— contiene muchas
cosas que deben aprenderse. Encontramos en ella una técnica que permite la
exposición de complicados procesos sociales. Gracias a esta técnica es posible
dar cuenta de la diferenciada (“rica”) psique del hombre burgués. La renuncia
que hacen estos escritores a un exceso de opinión en favor de una exposición,
lo más amplia posible, de grandes cantidades de material, permite al lector
tener cuadros bastante ricos de una época. Se trata de un renunciamiento a la
opinión burguesa. Mas los cuadros descritos no son de ninguna manera
completados y, por lo general, el punto de vista burgués se mantiene. Este tipo
de exposición impide casi todo intento de conformar con él una opinión no
burguesa (es decir, antiburguesa). He aquí una de las razones que vuelven tan
difícil para los escritores socialistas la adopción de técnicas propias de los
realistas burgueses.
La técnica no es algo “externo”,
que pueda separarse de la tendencia. El escritor socialista no se inclina sin
más a ceder al lector materiales que éste pueda usar como materia prima para
abstracciones de cualquier índole. Aunque el socialismo se haya vuelto “la
sangre misma” del escritor socialista y hayan “caído” para él las barreras que
impone el modo burgués de producción (no sólo literaria) al escritor burgués,
de todas maneras su conciencia política permanece mucho más despierta que la de
éste, el mundo sigue para él empeñado en un desarrollo violento y la
planificación, traída por el socialismo al modo de producción, juega también un
papel en su obra. Una crítica cuidadosa del realismo burgués revela que muchos
componentes esenciales de este modo de escribir resultan inservibles para el
escritor socialista. Toda la técnica de la identificación afectiva de la novela
burguesa entra en una crisis mortal. El individuo —en quien debía llevarse a
cabo la identificación afectiva— se ha transformado. Mientras mayor es la
claridad con que se comprende que el destino del hombre es el hombre y mientras
más predomina la convicción de que el medio de alcanzarlo es la lucha de
clases; más radicalmente fracasa la vieja técnica burguesa de la identificación
afectiva. Pese a sus gritos de que sin ella es imposible todo arte y toda
vivencia artística, cada vez se presenta más claramente como una técnica
históricamente condicionada.
Mantenemos, por supuesto,
la tarea de exponer procesos sociales complicados: si la identificación
afectiva, concentrada en un individuo-eje, entró en crisis, es precisamente
porque estorbaba para dicha exposición. Ya no se trata solamente de entregar en
la novela una cantidad suficiente de motivos reales para las conmociones
anímicas de los hombres: es el mundo el que nos parece insuficientemente
reproducido cuando aparece tan sólo en el espejo de los sentimientos y las
reflexiones de un héroe. El complejo total de la causalidad social no se deja
ya utilizar como mero incitador de vivencias anímicas. Con ello no se desconoce
el valor que tienen las representaciones de procesos psíquicos o, en general,
de individuos: por supuesto que subsisten las vivencias anímicas de los
lectores. De lo que se trata aquí es, nuevamente, de que la vieja técnica entró
en crisis precisamente porque no permitía una conformación satisfactoria de
individuos en la lucha de clases y porque sus vivencias anímicas no situaban al
lector en la lucha de clases sino lo sacaban de ella.
El paso de la novela
realista burguesa a la novela realista socialista no es una cuestión puramente
técnica ni es una cuestión formal; y esto, aunque se trata de una
transformación extraordinaria de la técnica de escribir.
Es simplemente imposible
que un modo de exposición permanezca in toto intacto (como “el” modo realista)
y sólo acontezca un reemplazo del punto de vista, por ejemplo, del burgués por
el socialista (esto es, proletario). No basta con organizar la identificación
afectiva en el proletario en vez de hacerlo en el burgués: es toda la técnica
de la identificación afectiva la que ha entrado en crisis. (En principio, no es
imposible imaginar una novela burguesa de identificación afectiva con un
proletario.) El estudio de la novela realista burguesa es muy valioso: pero
sólo si se emprenden los difíciles análisis que hemos mencionado.
Realismo, fascismo,
socialismo2
Para todo el mundo debe
estar claro el carácter revolucionario que tiene un comportamiento realista en
literatura, cuando se trata de países sometidos al fascismo o que están siendo
llevados a él. Es considerable la antipatía que sienten los gobiernos fascistas
por la literatura realista. No esperan nada bueno del escritor que deja hablar
a la realidad. Critican la “literatura del asfalto”, sirviéndose para ello de
campos de concentración. La falta de fe en un caudillaje místicamente
infalible, la enérgica insistencia en el testimonio de los hechos, la
investigación consecuente de lo remediable de la miseria, la revelación del
papel improductivo del aparato bélico, el simple hecho de nombrar la clase
verdaderamente productiva, todo esto indigna a esos gobiernos. Para decirlo con
alguna exageración: el que se pronuncie la frase “dos por dos son cuatro”
despierta ya en dichos países la desconfianza y la inquietud. Para la
literatura, no hay divisa mejor que esta, de un gran país: ¡Escribid la verdad!
¡Sed realistas!
Un país que puede renunciar
a ilusiones y en el que toda verdad tiene lugar y función, ¡Un país que puede
dirigirse al realismo de sus masas trabajadoras! Donde la construcción se
realiza en base a ideas sencillas, útiles; donde basta comprender para estar de
acuerdo. Donde el que se apasiona no pierde el sentido de la realidad ni el que
permanece sereno pierde por eso el impulso.
El realismo socialista3
El concepto de realismo
socialista no debería extraerse simplemente de obras artísticas o modos de
representación ya existentes. El criterio no debería consistir en precisar si
una obra o una representación se parece a obras y representaciones que figuran
dentro del realismo socialista, sino en averiguar si dicha obra es socialista y
es realista.
Aunque propugnen la
acentuación y la sublimación artística de lo típico (lo históricamente
significativo), los realistas no están por la representación deformadora o
insuficiente de la realidad. Desean representaciones objetivas, no
objetivistas. Las representaciones objetivistas se desentienden del momento
subjetivo del artista, de su voluntad dirigida hacia la constante
transformación productiva de las circunstancias y las condiciones dadas;
ofrecen imágenes que no impulsan la transformación y el desarrollo.
1] El arte realista es arte
combativo. Combate las concepciones falsas de la realidad y los impulsos que se
oponen a los intereses reales de la humanidad. Vuelve posibles las concepciones
correctas y fortalece los impulsos productivos.
2] Los artistas realistas
acentúan lo sensorial, lo “terrenal”, lo típico en su sentido más alto.
3] Los artistas realistas
acentúan el momento del devenir y del dejar de ser. En todas sus obras, ellos
piensan históricamente.
4] Los artistas realistas
representan las contradicciones en los hombres y en sus relaciones mutuas y
muestran las condiciones en que se desarrollan unos y otras.
5] Los artistas realistas
se interesan por los cambios en los hombres y en sus relaciones, por los
cambios paulatinos y por el resultado de éstos, los cambios bruscos.
6] Los artistas realistas
representan en sus obras el poder de las ideas y la base material de las ideas.
7] Los artistas
realistas-socialistas son humanistas, es decir amigos de los hombres, y
representan las relaciones humanas de una manera tal, que fortalecen los
impulsos socialistas. Éstos se fortalecen cuando se presenta una comprensión
practicable del mecanismo social y cuando ellos mismos —los impulsos— se ven
transformados en placeres.
8] Los artistas realistas-socialistas
tienen una actitud realista no sólo ante sus temas sino también ante su
público.
9] Los artistas
realistas-socialistas tienen en cuenta tanto el nivel de educación y el origen
de clase de su público como el estado de la lucha de clases.
10] Los artistas
realistas-socialistas tratan la realidad desde el punto de vista de la
población trabajadora y de los intelectuales aliados con ella, que están por el
socialismo.
Acerca del realismo
socialista4
La consigna Realismo
Socialista tiene sentido, es práctica, productiva, cuando se la especifica de
acuerdo con una época y un lugar. Significa, allí donde ya se construye el
socialismo, que el escritor apoya su construcción, investigando para ello la
realidad y reproduciéndola (pues, según Bacon, sometiéndose a la naturaleza se
la domina). Significa, allí donde se lucha por la construcción del socialismo,
que el escritor apoya esta lucha, investigando para ello la realidad y
reproduciéndola. Esta consigna vuelve posibles criterios de alto valor,
criterios que no provienen del campo formal, estético. (¿Se trata de que el
escritor apoye la construcción del socialismo, a sus constructores, la lucha por
el socialismo, de que capte la realidad, o acaso se trata solamente de que cree
ilusiones, simplifique las tareas, etc.?) Si es ya el caso de la construcción
del socialismo —que es, por supuesto, una lucha constante contra sus enemigos—,
no hay duda de que deben intervenir además otros criterios, criterios de índole
estética, formal: el perfeccionamiento de las artes, el desarrollo de la
producción artística, en la más amplia escala, son elementos que pertenecen
indudablemente a la construcción del socialismo. En este caso se presenta la
cuestión acerca de la herencia cultural. Se llega a un enfrentamiento con los
elementos culturales que han quedado: documentos de una cultura dominada por
otra clase, una clase enemiga. Todo lo que fue producido se encuentra en ella;
se tiene ante sí la última etapa, alcanzada bajo dominio y control burgueses,
pero representante de los últimos logros alcanzados por la humanidad entera. Es
claro que después de una victoria, en una situación en que las luchas que aún
quedan pueden llevarse a cabo desde posiciones ventajosas, en que toda la base
económica y política de la cultura se encuentra en una violenta transformación
dirigida hacia el socialismo, el enfrentamiento con los restos de la cultura
burguesa tiene que ser diferente de lo que fue en la época de lucha anterior a
la victoria.
Llevaría a una terrible
atrofia de la gran consigna Realismo Socialista, si en este caso se
pretendiera, por ejemplo, copiar mecánicamente la consigna para la política de
nacionalidades (Contenido Socialista, Forma Nacional) y se propusiera algo así
como una consigna Contenido Socialista-Forma Burguesa. En la política de
nacionalidades, la consigna Forma Nacional es completamente revolucionaria.
Significa la liberación de las naciones sometidas, el despertar de sus fuerzas
productivas; significó que las naciones oprimidas oyeran hablar al socialismo
en su idioma, desencadenó sus fuerzas culturales. La consigna Forma Burguesa
sería simplemente reaccionaria. Sólo significaría una banalidad: nuevo
contenido en viejos odres. De lo contrario, estando en lucha como estamos, de
nada nos sirve su estética. Yo mismo, por ejemplo, comencé con formas viejas y
convencionales en todos los campos de la literatura y el teatro. En lírica con
el lied y la balada. En teatro con la pieza naturalista en cinco actos. En
novela con la fábula de múltiple conflicto. Pero la lucha me condujo hasta
nuevas formas. Luchando, el viejo modo de escribir me estorbaba. He estudiado
muchos modos de escribir, pero me niego a comprender aquellas opiniones
gratuitas sobre literatura, que no tienen en cuenta las necesidades de la
lucha.
¿Y por qué no va a
sucederles lo mismo a otros? Me parece que puedo ver bien las ventajas que
ofrece a nuestra lucha el modo de escribir de la novela burguesa del siglo
pasado; aprendí de ella tanto como me fue posible. Pero veo también sus
desventajas —y son inmensas—. De esto resulta una actitud complicada respecto a
los realistas de la literatura burguesa. Los reconozco, me gustan algunas de
sus obras, aprendo de ellos, me preocupo por alcanzar el nivel general al que
ascendió con ellos la humanidad occidental. Pero también es necesario
superarlos. Y no se trata simplemente de una cuestión de potencia artística.
Todo depende de si somos capaces de responder a las condiciones de nuestra
lucha. No son suficientes, ni mucho menos, los principios formales que podemos
extraer de las obras típicas del realismo burgués, del realismo capitalista e
imperialista en la literatura. A todo el que lucha por el socialismo se le
revelará fácilmente el carácter histórico, temporalmente finito e irrepetible
de este modo de escribir. El carácter capitalista e imperialista de su
“contenido” se traduce en su “forma”. Nuestros críticos deben reconocer que
seguirán haciendo crítica formalista mientras no logren o se resistan a tratar
las cuestiones formales teniendo en cuenta las condiciones de nuestra lucha por
el socialismo.
Sobre el realismo5
Es muy difícil escribir
para realistas: esto hay que repetírselo a uno mismo cuando se escribe para
proletarios. No basta, de ninguna manera, producir naturalismo.
El naturalismo se parece al
realismo como la sofística a la dialéctica, o mejor: como el materialismo
mecanicista vulgar al materialismo dialéctico.
REFERENCIAS
^ * Bertolt
Brecht, “Del realismo burgués al realismo socialista”, traducción de Bolívar
Echeverría, en Adolfo Sánchez Vázquez (presentación y selección de
textos), Estética y Marxismo Tomo II, México, Ediciones Era, p. 250.
Publicado en esta web bajo una licencia Creative
Commons 2.5: Atribución-NoComercial-SinDerivadas.
^ 1 En: Schriften
zur Literatur und Kunst, tomo II, pp. 208—211. Trad. de Bolívar Echeverría.
^ 2 En: Schriften
zur Literatur und Kunst, tomo II, pp. 215—216.
^ 3 En: Schriften
zur Literatur und Kunst, tomo II, pp. 216—218, y Schriften zum Theater,
tomo VII, p. 313.
^ 4 En: Schriften
zur Literatur und Kunst, t. II, pp. 211— 214.
^ 5 En Schriften
zur Literatur und Kunst, t. II, p. 215.
Fuente: Blog de Bolívar Echeverría
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