domingo, 31 de marzo de 2024
La izquierda está abriendo una nueva página
La izquierda está abriendo una
nueva página
Por Maxim Goldarb
REBELION
30/03/2024
Fuentes: Rebelión
Traducido del inglés para Rebelión por Paco Muñoz de Bustillo
Hace diez años,
como resultado de un golpe de Estado, un régimen oligárquico derechista,
completamente subordinado al imperialismo estadounidense, se hizo con el poder
en Ucrania. Bajo el gobierno del presidente Zelensky, dicho régimen se ha
convertido en totalitario. La oposición ha sido aplastada, todos los partidos
de izquierda, incluyendo el nuestro, han sido prohibidos, hay miles de personas
encarceladas por sus creencias, y algunas han muerto por ellas. Amparados en la
guerra, el poder asumido por los oligarcas y sus representantes les ha permitido
intentar eliminar física y definitivamente su mayor temor: la victoria de las
fuerzas socialistas de izquierda que conllevaría la pérdida de su insaciable
poder y de la riqueza saqueada a Ucrania.
Es difícil de
creer, pero lo que está ocurriendo los últimos años en Ucrania es similar a lo
que pasaba en España durante el franquismo. Pero en este caso es peor, pues al
régimen totalitario dictatorial se ha unido el derrumbe de la economía, la
pobreza de la mayoría de la clase trabajadora y la guerra librada por las
autoridades en beneficio del imperialismo mundial.
Ahora la actual
Unión Europea neoliberal, subordinada a la élite financiera y política mundial,
también está avanzando a marchas forzadas hacia una gran guerra, que podría
convertirse en la Tercera Guerra Mundial.
Los gobiernos
capitalistas de todo el mundo y los europeos han aprendido cómo explotar
hábilmente los problemas y dificultades humanos surgidos por su culpa y la
culpa de sus amos, los oligarcas, culpar de los mismos a la izquierda y poner
al pueblo contra ella. Un ejemplo reciente es la ola de protestas de
agricultores, ganaderos, trabajadores y empleados en buena parte de los países
europeos, provocadas por un sistema tributario injusto, una asistencia social
miserable, robo de lo público, aumento de la retórica militar de las
autoridades y un incremento salvaje del gasto militar. Las autoridades de estos
países, que sintieron temor en un primer momento, han recurrido ahora a mentir
a sus ciudadanos, con la ayuda de unos medios de comunicación controlados,
echando la culpa de todo a la izquierda, la izquierda real. Recuerden que no
hace tanto tiempo se produjo el fascismo en Italia, Alemania, España…
Al mismo
tiempo, es obvio que el mundo está cansado del capitalismo salvaje e insaciable,
y las actuales protestas en Europa son la viva prueba de ello. La gente busca
otras variantes de la estructura estatal, esperando la llegada de políticos con
rostros y puntos de vista humanos, líderes y diputados que estén dispuestos y
sean capaces de cambiar fundamentalmente el mortalmente peligroso sistema de
gobierno, saqueo, acumulación y consumo desenfrenados impuesto a la comunidad
humana, un sistema en el que un pequeño puñado de personas controla miles de
millones, sus vidas y destinos; en el que mil familias han saqueado y disponen
de la riqueza del planeta, que pertenece por derecho a todos los pueblos de la
Tierra.
Poco antes de
la guerra, en solo unos meses las fuerzas de izquierda en Ucrania recibimos un
apoyo fantástico de la población: una media de 3000 a 5000 personas se
afiliaron al partido en los tres meses previos a la guerra. Recalquémoslo: en
solo tres meses, en ausencia de canales de televisión o periódicos propios, y a
pesar de la censura. Por lo tanto, no tengo ninguna duda sobre la obligada
victoria en el futuro de las ideas de izquierda en mi país, las ideas del sano
socialismo moderno.
Hoy en día el
movimiento de izquierdas moderno tiene dos tipos de competidores: por un lado
el más obvio, los partidos de derechas y sus patrocinadores oligarcas; por
otro, los partidos pseudoizquierdistas atrincherados en los parlamentos y
gobiernos nacionales y en el Parlamento Europeo, escondiéndose de la gente y
escondiéndose tras nombres y eslóganes socialistas, pero que hace tiempo que no
son de izquierdas.
Un buen ejemplo
es el Partido Socialdemócrata Alemán (SPD), su gobierno y su canciller. Es
obvio que hace tiempo que no tienen nada que ver con las ideas de la
socialdemocracia y el socialismo, se ponen abiertamente del lado de los
oligarcas y el capitalismo, protege sus intereses y arruinan a su propio país y
a su propio pueblo.
Para nosotros,
los izquierdistas ucranianos, la postura de los socialdemócratas alemanes y sus
gemelos de otros países europeos ante los acontecimientos en Ucrania es muy
reveladora. ¿Cómo pueden políticos que se consideran de izquierda defender la
continuación de la guerra y participar en una militarización de Europa y de
Ucrania sin precedentes en muchas décadas? ¿Cómo pueden políticos que se
consideran de izquierda apoyar el régimen nacionalista radical ucraniano que ha
ilegalizado a todos los partidos de izquierda, criminalizado el uso de la
bandera roja y el canto de la Internacional, que considera héroes y dedica
calles a colaboracionistas con los nazis como Stepan Bandera, Roman Shukhevych
y la” División Galicia” de las SS?
También es muy
indicativa la situación en EEUU, donde el partido de una agrupación
corporativa, el Republicano, llama izquierdistas, marxistas y casi comunistas
al Partido Demócrata de ese país, que representa los intereses de otra
agrupación oligárquica que compite con los republicanos. ¿Qué clase de
izquierdistas y marxistas son los globalistas e imperialistas estadounidenses
liderados por Biden? ¿Cuándo han defendido los intereses de los trabajadores y
otros asalariados en lugar de los de las corporaciones?
Obviamente, los
pseudoizquierdistas como [el canciller Olaf] Scholz y compañía son aún más
peligrosos para la izquierda real y auténtica que la derecha. Porque la
pseudoizquierda, utilizando nombres, colores y retórica socialistas
tradicionales, pero manteniendo políticas neoliberales y militaristas,
desacredita las ideas de izquierda a ojos de los trabajadores, animándoles a
pensar que izquierdistas y liberales no difieren unos de otros.
Pero es aún más
importante que la izquierda –la verdadera, no la nominal– se desvincule
claramente de la pseudoizquierda y ofrezca a los trabajadores una alternativa
real a las políticas actuales de los gobiernos de la Unión Europea. Y no solo
que muestre a la ciudadanía el peligro de una disminución del nivel de vida y
del aumento de los problemas sociales, sino también la dinámica que está en
marcha en preparación para una gran guerra.
La incipiente
campaña de elecciones al Parlamento Europeo ofrece una oportunidad real de
mostrar que la izquierda está abriendo una nueva página.
Maxim Goldarb es el presidente de la Unión de Fuerzas de
Izquierda-Por un Nuevo Socialismo de Ucrania.
Prosigue la persecución
Calvo Ospina figura
desde hace décadas en una lista de personas que no pueden entrar en EEUU,
acusado de un quítame-allá-esas-pajas también hace décadas. El periodista, que
vive en París desde tiempos remotos, ha sufrido de nuevo la persecución del
gran gendarme.
Prosigue la persecución
El Viejo Topo /31 marzo, 2024
por Resumen Latinoamericano
Nuevamente el
largo y criminal brazo del imperialismo estadounidense afecta a la libertad de
circulación y de expresión del conocido periodista y escritor franco-colombiano
Hernando Calvo Ospina. En este caso impidiendo que pudiera embarcarse desde
Madrid hacia Cuba, en un vuelo de Cubana de Aviación.
Calvo Ospina
tiene prohibido pasar por el espacio aéreo de EE.UU, incluso ya le han impedido
en otro momento utilizar otros vuelos e incluso llegaron a la barbaridad en
abril de 2009, de desviar en pleno vuelo un avión de Air France, que cubría el
recorrido París-México, ya que el periodista era uno de los pasajeros (lo
cuenta en su libro Calla y respira”. El periodista se dirigía a Nicaragua
para efectuar un reportaje y fue brevemente interrogado por la Policía mexicana
cuando el avión logró finalmente aterrizar.
En esta última
ocasión, Calvo Ospina, sabedor de cómo se las gastan los gringos en complicarle
la vida a quienes consideran sus “enemigos” por no profesar las ideas
criminales y expansionistas de USA, tomó el recaudo de viajar a Madrid y desde
allí, subirse a un avión cubano para llegar a la Isla. Sin embargo, y este es
otro aspecto de esta intromisión estadounidense, Cubana de Aviación tiene que
operar en el Estado español con acuerdos con Iberia, y esta último recibe el
listado de pasajeros “prohibidos” de volar por el espacio aéreo estadounidense.
Por lo cual, no pudo embarcarse.
Lo cierto es
que esta dictadura global imperialista se da el lujo no solo de promover
genocidios como el del pueblo palestino o bloqueos infames como el que sufre
Cuba desde hace seis décadas, sino que también utiliza argumentos falaces para
determinar arbitrariedades como las que ahora sufre nuestro compañero Calvo
Ospina.
Llamamos a
multiplicar esta denuncia, exigiendo que tomen cartas en el asunto las
organizaciones internacionales de derechos humanos a fin de proteger un derecho
tan fundamental como es el que un ciudadano o ciudadana de cualquier país pueda
circular libremente.
sábado, 30 de marzo de 2024
El nazismo y el derecho internacional
Seguimos atónitos ante la indiferencia con que la clase
política occidental contempla el genocidio en Gaza. ¿De verdad no puede hacerse
nada ante el salvajismo de Netanyahu? Sudáfrica lo ha intentado, pero Occidente
prefiere mirar hacia otro lado.
El nazismo y el derecho internacional
El Viejo Topo
30 marzo, 2024
La comunidad internacional se enfrenta actualmente a un problema muy grave: la existencia de un Estado canalla, un régimen autoritario, belicista y genocida que durante demasiado tiempo ha desacatado todas las normas internacionales y que actualmente lleva su arrogancia criminal más allá de todos los límites, masacrando impunemente a palestinos y rechazando cualquier solución política y jurídica a la situación que él mismo ha determinado.
El gobierno de
Benjamín Netanyahu es el resultado de la impunidad y la complicidad otorgadas
por Occidente al Estado de Israel durante mucho tiempo.
En su seno, son
claramente hegemónicas las fuerzas de carácter abiertamente fascista, para las
que se ha acuñado acertadamente el término «nazi-sionista «,
encabezadas por figuras como el propio Netanyahu, Ben Gvir y Smotrich, para
quienes la comparación con los jerarcas del Tercer Reich como Hitler, Himmler y
Goering, que pusieron fin a sus desafortunadas vidas al final de la Segunda
Guerra Mundial, que habían comenzado unos cinco años antes, no es en absoluto
forzada.
De hecho, es
idéntico el espíritu supremacista, considerarse un pueblo elegido
por encima de cualquier otro, y es idéntica la práctica, que consiste en el
exterminio genocida de los pueblos que, en su cínico cálculo político,
pretenden victimizar, hasta el punto de de negar su propia naturaleza humana.
Encuentra la
diferencia, si puedes, entre el cantautor nazi húngaro, recientemente golpeado
por algunos antifascistas desconocidos, que cantaba su alegría ante la idea de
«perras judías quemadas» y estos exponentes del nazismo que afirman que
los palestinos son «animales«.
Este es lo que
queda de la degeneración última e insuperable de una ideología como el sionismo
que, como explicó brillantemente Moni Ovadia, constituye a su vez la negación
del judaísmo .
De hecho, el
sionismo representa la aplicación al pueblo judío de la nociva categoría de
Estado-nación, que, en su sentido más extremo, va de la mano con el concepto de
«pureza étnica«.bNada que ver con el judaísmo que constituye no sólo una
de las raíces inextinguibles de la cultura occidental sino también un
patrimonio de la humanidad y nos ha dado pensadores como Karl Marx, Rosa
Luxemburg, Sigmund Freud y otros. Patrimonio común de la humanidad como el
islamismo, el cristianismo, el hinduismo, el budismo, el confucianismo, las
religiones indígenas, etc.
Volviendo al
problema planteado al principio de este escrito, es bien sabido que la Corte
Internacional de Justicia, el máximo órgano judicial de las Naciones Unidas,
está comprometida a establecer si Israel es o no culpable de genocidio contra
los palestinos y ha abordado, con su propia Ordenanza adoptada en la fase
preliminar, algunas peticiones vinculantes a Israel reafirmando la obligación
de este último de poner fin inmediatamente a determinados comportamientos
genocidas.
Hace unas
semanas, el 16 de febrero de 2024, la Corte, nuevamente a petición de
Sudáfrica, reafirmó la validez de estas solicitudes, frente a los nuevos
crímenes que Israel está cometiendo con el estúpido plan de atacar Rafah y la
implementación de su propia “ solución final ” en detrimento
del pueblo palestino.
Por lo tanto,
es necesario preguntarnos qué hacer ante un probable incumplimiento por parte
de Israel de los reiterados mandatos de la Corte Internacional de Justicia.
Esto se puede
plantear en al menos cinco niveles diferentes.
El primero se refiere
a la propia sociedad israelí, donde no faltan componentes progresistas, si bien
minoritarios por el momento, y donde el verdugo Netanyahu hoy sería derrotado
con toda probabilidad por un militar de perfil no abiertamente fascista como
Eisenkot (no es casualidad que Netanyahu haya pedido no votar durante un
determinado número de años).
El segundo
nivel lo constituye la resistencia del pueblo palestino que continúa en sus
diversas formas legítimas, incluida la armada (aunque es necesario esclarecer
ciertos crímenes imputados a las fuerzas palestinas en relación con los
acontecimientos del 7 de octubre).
Hay que dejar
claro que, como afirmó entre otros el Presidente turco Erdogan, Hamás, así como
el Frente Popular para la Liberación de Palestina y las demás organizaciones
palestinas que se enfrentan militarmente al ejército de ocupación israelí en
Gaza y Cisjordania, están legitimados por el derecho internacional, así como
obligados a su vez a respetar el derecho internacional humanitario de la
guerra, de conformidad con el Primer Protocolo Adicional a los Convenios de
Ginebra. Y por lo tanto, el apoyo a sus acciones de resistencia debe
considerarse igualmente legítimo.
El tercer nivel
es el de las relaciones interestatales. Desde este punto de vista, el
panorama actual es un tanto accidentado. Cabe señalar, sin embargo, que
mientras muchos estados se suman a la iniciativa sudafricana ante la Corte
Internacional de Justicia y promueven otras ante la Corte Penal Internacional,
un pequeño grupo de estados occidentales, encabezados por Estados Unidos,
continúan apoyando a Israel. a punto de lanzar, como el Congreso se prepara a
hacer con una propuesta bipartidista, sanciones vergonzosas no contra Israel
sino contra Sudáfrica, culpable de creer en la justicia y el derecho
internacional.
Todo ello
acompañado de alguna declaración hipócrita con la que Biden, creyendo
evidentemente que todos los Jefes de Estado son iguales a él, quisiera engañar
a los Estados árabes y a otros Estados, relanzando el proyecto de dos Estados,
abiertamente sepultado por Netanyahu y reducido al rango de broma macabra.
En este contexto,
debemos prestar especial atención al comportamiento del Estado italiano, que
también está fuertemente afectado por una repugnante hipocresía pero
sustancialmente firme en su apoyo al Estado genocida, respetando una tradición
que se remonta a Giorgio Almirante, la deidad inspiradora de Meloni. La Rusa ,
etc. en su nunca repudiada calidad de editor de la revista antisemita
italiana «La Difesa della Razza «.
El cuarto nivel
es el de la sociedad civil internacional, que no sólo está legitimada, sino también
obligada a prevenir el genocidio mediante acciones de boicot, desinversión y
sanciones desde abajo contra el régimen genocida.
Finalmente, el
quinto y último nivel es el de las Naciones Unidas. Con base en lo
establecido, ya en la ordenanza sobre medidas provisionales, por la Corte
Internacional de Justicia, el Consejo de Seguridad tendría a su disposición una
amplia gama de medidas conforme al Capítulo VII de la Carta, desde las
sanciones pacíficas a que se refiere el art. 41 (fin de cualquier tipo de
relación) a la intervención armada a que se refiere el art. 42 que en este
caso debería apuntar, como he argumentado en otra parte, al despliegue de una
fuerza militar multinacional robusta y bien equipada para proteger a los
palestinos indefensos que son masacrados y asesinados de hambre todos los días
por Israel.
Si, como es
probable, el Consejo de Seguridad fuera bloqueado por el veto estadounidense,
sería posible sortearlo mediante una mayoría de votos de la Asamblea General,
recuperando el precedente de la resolución “Unidos por la paz” n. 377A de
1950.
¿Qué piensan
los estudiosos del derecho internacional, y especialmente aquellos entre ellos
que, en circunstancias menos claras, se convirtieron en abanderados de la
intervención humanitaria unilateral?
Está en marcha la Operación Gladio 2.0?
Está en marcha la Operación
Gladio 2.0?
DIARIO OCTUBRE / marzo 29, 2024
Analista económico y geopolítico, colabora habitualmente en varias publicaciones digitales e impresas españolas y latinoamericanas.
El objetivo confeso de los globalistas encabezados por
Soros y la Open Society Foundation (OSF) sería la implementación del Nuevo
Orden Mundial (NWO), que implicaría la recuperación del papel de EEUU como
gendarme mundial siguiendo la Doctrina Brzezinski. Así, eje globalista
anglo-judío estaría preparando un escenario bélico que abarcaría prácticamente
la totalidad de la cartografía terrestre , quedando América Latina como islote
en un océano borrascoso
Sin embargo, la posible victoria de Trump en Noviembre del 2024
representaría el ocaso de la estrategia atlantista de Biden y Soros empecinados
en defenestrar a Putin del poder, la firma de un acuerdo de Paz en Ucrania y el
retorno a la Doctrina de la Coexistencia Pacífica con Rusia. Ello supondría la
entronización del G-3 (EEUU, Rusia y China) como «primus inter pares» en la
gobernanza mundial y el final del sueño obsesivo de los globalistas encabezados
por Soros y la Open Society Foundation (OSF) de conseguir la balcanización de
Rusia, «la ballena blanca que los globalistas llevan décadas intentando cazar».
Para evitarlo, los globalistas habrían gestado la Operación Gladio.2.0,
consistente en despertar a sus células durmientes y provocar cruentos atentados
de gran impacto mediático en Rusia y su contrarréplica en países vecinos a
Ucrania con el objetivo confeso de provocar la implicación de la OTAN en un
conflicto total con Rusia que por mimetismo podría extenderse a Extremo Oriente
y desembocar en la Tercera Guerra Mundial.
El estreno de la Operación Gladio 2.0 habría sido el cruento atentado en la
sala de conciertos Crocus de Moscu, con el saldo de cerca de 140 muertos y más
de 150 heridos y cuya autoría fue inicialmente reivindicada por el Estado
Islámico (EI).Posteriormente, Putin ha reconocido que los autores del cruento
atentado serían “islamistas radicales” originarios de Tayikistan, pero la
sombra de la autoría intelectual seguiría sobrevolando sobre la CIA y la
inteligencia ucraniana, siendo previsible una respuesta de Moscú siguiendo el
esquema de acción-reacción.
Germán Gorraiz Lopez– Analista
viernes, 29 de marzo de 2024
¿Política industrial (del Este o del Oeste) para el desarrollo o para la guerra?
¿Política industrial (del Este
o del Oeste) para el desarrollo o para la guerra?
Rebelion
29/03/2024
Fuentes: IPS
[Imagen: Abraza la Tierra]
El renovado interés occidental en la política industrial como arma en la nueva Guerra Fría, que perjudica al Sur global.
NEEMRANA, India
– Los países en desarrollo que querían aplicar políticas industriales fueron
severamente reprendidos por los defensores del Consenso de Washington
«neoliberal». Ahora se está utilizando como arma en la nueva Guerra Fría.
Política industrial versus colonialismo
A menudo se
considera que la política industrial fue iniciada por Friedrich List. Pero List
se inspiró en el primer secretario del Tesoro de George Washington, Alexander
Hamilton. Abogó por promover la manufactura cuando comenzaba la Revolución
Industrial en Inglaterra.
Para List, el
desarrollo nacional poscolonial requería aranceles. A pesar de un título
engañosamente similar a su anterior Principios de la economía natural, los
Principios de la economía nacional de List eran bastante diferentes, claramente
inspirados en Hamilton.
La Restauración
Meiji comenzó en 1868, después de un cuarto de milenio de gobierno militar del
shogunato Tokugawa. El gobierno chino del emperador Meiji no fue un simple
golpe palaciego, sino que implicó una política industrial para alcanzar a un
Occidente ya industrializado.
Mientras tanto,
intelectuales públicos como Dadabhai Naoroji y Sayyid Jamaluddin al Afghani
rechazaron el imperialismo occidental. Criticaron cómo partes del Sur global
estaban siendo transformadas (y arruinadas) por el imperialismo occidental.
Medio siglo
después, Josef Schumpeter, de Harvard, rechazó la idea de que el capitalismo se
hubiera vuelto imperialista. El economista austriaco insistió en que el
imperialismo era un atavismo precapitalista que el ascenso del capitalismo
eliminaría.
Armar la política industrial
La geopolítica
actual ha visto un renovado interés occidental en la política industrial como
arma en la nueva Guerra Fría. Al asesor de seguridad nacional del presidente
estadounidense Joe Biden, Jake Sullivan, se le atribuye ampliamente el mérito
de haber articulado su uso como arma económica.
Esto contrasta
significativamente con el interés de larga data en la política industrial en el
Sur global durante varias décadas. Para muchos, la política industrial ha
estado asociada durante mucho tiempo con los esfuerzos de desarrollo
poscolonial.
Mientras tanto,
las fuertes tendencias al estancamiento en Occidente después de la crisis
financiera global de 2008 subrayaron el fracaso del supuesto neoliberalismo. La
defensa de políticas industriales transformadoras, incluidas las verdes, por
parte de Mariana Mazzucato y otros en Europa, fue bien recibida por gobiernos
desesperados y deseosos de reanudar el crecimiento.
Política industrial y de desarrollo
Sin embargo, en
los países en desarrollo existe desde hace mucho tiempo interés en una política
industrial de desarrollo. Los economistas neoliberales y las muchas
instituciones financieras influyentes que controlan han desaprobado esto
durante mucho tiempo.
Alfred
Marshall, Petrus Johannes Verdoorn, Nicholas Kaldor y otros instaron a Europa a
industrializarse. La política industrial selectiva ha sido aún más
controvertida, ya que el gobierno favorece algunas actividades manufactureras
sobre otras, debido, por ejemplo, a los rendimientos crecientes a escala.
Los países en
desarrollo, que normalmente enfrentan limitaciones de recursos, incluidas
restricciones fiscales, no han tenido más remedio que ser selectivos. Sin
embargo, al asociarse esos poderes a los gobiernos, era comprensible la
preocupación por la posibilidad de que se produjeran abusos, arbitrariedades y
errores.
Más bien, se
suponía que el mercado debía decidir en beneficio de los intereses de la
sociedad sin reconocer sus propios sesgos y “fracasos” inherentes,
especialmente en sociedades poscoloniales altamente desiguales. Los economistas
neoliberales se apresuraron a caricaturizar la política industrial con
metáforas desdeñosas (por ejemplo, elegir ganadores) en lugar de análisis
rigurosos.
¿Milagros asiáticos?
El milagro de
Asia oriental fue caricaturizado simplistamente debido al abandono de la
industrialización sustitutiva de importaciones en favor de una orientación
exportadora. Por lo tanto, se ignoró una narrativa alternativa más matizada de
“protección efectiva condicionada a la promoción de las exportaciones” en el
noreste de Asia.
La política
industrial es mucho más que una política comercial y abarca una variedad de
instrumentos de política. Es esencial reconocer los variados aspectos,
dimensiones y herramientas de la política industrial. Además de la inversión,
las finanzas y la tecnología, el desarrollo de los recursos humanos también es
importante.
Por ejemplo,
los Institutos Indios de Tecnología (IIT) fueron una iniciativa importante para
apoyar su industria. Sin embargo, con el gradual abandono de la política
industrial por parte de la India, los IIT probablemente hayan contribuido más
al desarrollo de la alta tecnología estadounidense.
Evaluación de la política industrial
Durante años,
los economistas que trabajan en India han criticado la política industrial,
refiriéndose generalmente a la experiencia del primer gobernante del país tras
su independencia, Jawāharlāl Nehru. Pero apresurarse a llegar a esa
conclusión basándose únicamente en esa experiencia requiere seleccionar pruebas
cuidadosamente.
La política
farmacéutica de la India ha sido crucial para la salud y el bienestar de su
población. Los medicamentos asequibles, a menudo genéricos, en la India han
sido fundamentales para mejorar sus resultados de salud pública. Sin embargo, a
diferencia de las corporaciones transnacionales farmacéuticas occidentales, las
empresas indias no han sido acusadas de aumento de precios.
Puede leer
aquí la versión en inglés de este artículo.
Jomo Kwame Sundaram, profesor de economía y antiguo secretario general
adjunto de la ONU para el Desarrollo Económico.
T: MF / ED: EG
Entrevista a Abel Paz
Pero, ¿hubo alguna vez
una revolución en España? Sobre ello nos habla un viejo anarquista que estuvo
ahí, que ayudó luego a reconstruir el sindicato y que, detenido y encarcelado,
logró fugarse y huir. Tras el exilio, publicó una biografía de Durruti.
Entrevista a Abel Paz
El Viejo Topo
29 marzo, 2024
—Casi nadie sabe o cree que una vez hubo una revolución en España. ¿La hubo?
—Sí, claro que
la hubo, aunque ha quedado oculta por la mentira. De todos modos, cuando dices
la verdad tarde o temprano se te reconoce esa verdad. Para empezar, hay que
tener en cuenta a las Comunidades de Castilla. El único historiador que ha
hecho una reflexión seria sobre eso ha sido Maravall. Aquel hecho histórico fue
importantísimo. En 1519 nos anticipamos dos siglos a la revolución de 1789,
porque en esencia se trata de la misma revolución. Aquella gente tenía un
concepto de democracia muy avanzado, por ejemplo se hablaba del mandato
imperativo. El regidor que se nombraba para representar a la comunidad, si no
respetaba la voluntad popular, el mandato imperativo, era automáticamente
cesado. Como pasó en Segovia, por haber votado los impuestos que exigía Carlos
V. Era tan radical aquella visión que de hecho el anarquismo no hizo más que
retomar el hilo de la historia y arrastrarlo hasta 1936. No se puede hablar de
revolución en España en 1936 sin tener en cuenta los periodos de la historia en
que esa revolución era algo que estaba en suspenso. Malraux, hablando de la
revolución española, decía que era algo que estaba en suspenso, que se veía
venir a través de la historia de España.
—Si se puede
decir que la revolución ha estado en suspenso hasta 1936, a juzgar por la
realidad también podría decirse que la contrarrevolución ha campado a sus
anchas a lo largo de la historia.
—Desde luego.
Para muchos, la historia de España empieza con Fernando e Isabel. Lo anterior
no existe. Con la particularidad de que, con la cultura árabe, España había
entrado ya en la modernidad. Con los Reyes Católicos, cuando se expulsa a
judíos y árabes, España retrocede dos siglos, se hunde en la Edad Media. Esos
son los dos siglos de retraso que ha tenido España. Aquí aún tenemos
estructuras feudales. Aristocracia, una concepción del poder que no se corresponde
con la que hay en Europa, latifundios… Problemas que nosotros resolvimos en
1936.
—¿Ustedes?
—Fue el pueblo
quien los resolvió, y de manera inmediata. La República intentó hacer la
reforma agraria, pero no pudo llevarla a cabo porque no se atrevió a enfrentarse
con la aristocracia, que era la que tenía el poder. Pero nosotros llegábamos,
ocupábamos el terreno y se creaba una colectividad. Así de simple. Y si el
aristócrata o el burgués quería formar parte de la misma, se le admitía. Si no,
se le echaba. Pero no se echó a los que querían integrarse, a los que aceptaron
las reformas, los planes de expropiación. El dueño de la fábrica que no tuvo
miedo y se quedó a formar parte de la colectividad, se integró, incluso a veces
participaba del control. Pero si no lo aceptaba, se le quitaba de en medio. No
era cuestión de retrasar la marcha con los obstáculos que se pudieran
encontrar. En esos aspectos, la revolución española superó a la propia
revolución rusa.
—¿En qué
sentido dice eso?
—La revolución
rusa apenas sobrevivió tres meses, mientras que la nuestra duró hasta 1939. La
economía estuvo en manos de los trabajadores, y se consiguió descentralizar
completamente el poder. El poder local tenía una personalidad: los comités. A
pesar de la Generalitat, en los pueblos funcionaban los comités. Existía una
especie de democracia directa. No se prohibieron los partidos, pero éstos
enviaban a sus representantes al comité. No había programas: los programas
consistían en resolver las necesidades imperiosas del pueblo. Siete u ocho
representantes votados por la asamblea popular tenían que cumplir con la
voluntad popular. Si no funcionaban se les cambiaba. Y con los altibajos que se
quiera, aquello
funcionó. Por
ejemplo, la línea de ferrocarril se electrificó durante y a pesar de la guerra.
Se distribuyó la tarea por sectores y cada ayuntamiento asumió la parte que le
tocaba. En tres meses la obra estaba terminada. Hoy una cosa así es
inconcebible. Se daba trabajo a los parados del pueblo. Los salarios se
proporcionaban desde la cooperativa del pueblo, ya que era una obra de interés
para todos.
—A pesar de
todas las carencias y dificultades…
—A pesar de
todo. Y es que cuando hay hambre, si todo el mundo pasa hambre y no hay ningún
privilegiado que no la pase, entonces eres feliz con tu hambre. Estás
compartiendo la desgracia colectiva. El problema llega cuando hay un grupo de
gente que está comiendo bien y los demás se mueren de hambre. En general, la
gente soportaba todo aquello porque era igual para todos. Recuerdo al Conseller
de Defensa de la Generalitat, un hombre muy culto. Su mujer iba por la mañana a
hacer la cola del pan, a recoger su ración, cuando él, por su cargo, podría
haber pedido que le llevaran pan a casa. Es decir, la igualdad no era un mito.
Era una realidad.
—¿En qué partes
del territorio se puede decir que sí hubo una revolución?
—Alcanzó toda
la zona republicana, aunque no por igual. Hubo zonas en las que la CNT era
minoritaria. No obstante, también allí se produjeron colectivizaciones. Hubo,
en cambio, algún pueblo con poder cenetista donde todo quedó igual. En otros
coexistieron colectivizaciones socialistas junto a otras libertarias; la
socialista respetaba la propiedad privada, y los métodos eran más autoritarios.
Pero, en general, las colectivizaciones se extendieron por toda la República.
—¿Cuáles
fueron las características más significativas de esa revolución?
—Sus rasgos más
definitorios se dieron en realidad el 6 de octubre de 1934, en Asturias. Allí,
la alianza obrera entre CNT y UGT fue la que hace que aparezca ya la comuna, la
colectivización. Era un acuerdo entre socialistas y anarquistas con el que se
intentaba conseguir un socialismo libertario. Pero en general fue la tendencia
libertaria lo que influyó en esa revolución. Hasta ese momento la CNT había
intentado movimientos de carácter insurreccional, pero no había alcanzado a las
bases de la UGT. La alianza era imprescindible. En una población activa de
nueve millones de trabajadores, la UGT contaba con 1.200.000 afiliados, y la
CNT con 1.500.000. Nada que ver con la afiliación de hoy. La gente era muy
activa, aunque la burocracia socialista frenaba la alianza entre sindicatos.
Pero en las elecciones de febrero del 36 ganó el Frente Popular frente a la
candidatura de las derechas. Cuando la izquierda llega al poder, la gente que
la ha votado no es ya la que la había votado en el 31. Algo ha cambiado, hay
más experiencia. Los partidos de izquierda llegan al poder, pero las bases se
guardan el poder de la acción. No esperan a que haya una amnistía, sino que
pasan a la acción y de inmediato le abren la puerta a 80.000 presos. Los
campesinos no esperan a que se reinicie el debate de la reforma agraria, sino
que se lanzan a ocupar las tierras. En el mes de marzo son 80.000 los
campesinos que en Extremadura, Andalucía y La Mancha se incautan de los feudos.
No toman la tierra para ellos, sino que la colectivizan. La toman para
trabajarla en comunidad. En marzo de 1936 se inicia la revolución de manera
pacífica.
—Sin
embargo, al gobierno republicano no parecía que le gustara mucho lo que estaba
empezando a pasar…
—Es verdad, el
gobierno de Azaña no lo ve con buenos ojos. A ningún político le gusta verse
desbordado por las bases. Pero tampoco puede mandar guardias civiles a expulsar
campesinos. Y las comunidades agrícolas empiezan a desarrollarse. Mientras
tanto, la derecha se precipita hacia el golpe militar. Aleccionada por la
revolución de octubre, fortifica sus alianzas. Por otra parte, cuando se
proyecta el golpe militar la alianza entre UGT y CNT también se había
consolidado.
—Esa alianza
incipiente era una amenaza terrible para las clases conservadoras. Quizá les
hizo acelerar la preparación del golpe…
—En parte sí,
pero no se puede separar el conflicto español del contexto internacional de la
época. Es el momento de auge de los fascismos, está el problema de Marruecos,
etc. No se trata de un conflicto doméstico, sino que está internacionalizado. Y
es desde ese momento que nosotros ya hemos perdido la guerra. Franco asegura a
Inglaterra y Francia un régimen fuerte que garantiza la propiedad privada y su
posición en el Mediterráneo. Desgraciadamente, España es el punto más
estratégico en el Mediterráneo. Es en ese contexto que puede afirmarse que
desde el principio está perdida la guerra.
¡Claro que hubo
revolución en España! Pero en un contexto internacional en el que no podía
sobrevivir. Hay aspectos de nuestra guerra que han sido silenciados, por
ejemplo el problema de Marruecos. La fuerza militar de Franco está en
Marruecos. Cuando estalla el conflicto en España los obreros están desarmados.
La República no les da armas. A pesar de ello, los obreros derrotan en
Barcelona a los sublevados, y Barcelona en aquellos momentos era el faro de
España. Derrotar a los fascistas en Barcelona era derrotarlos en toda la
Península. Si ellos hubieran conseguido dominar Barcelona, se habría perdido
todo desde el primer momento. Pero al derrotar a los fascistas en 32 horas, se
envalentonó todo el mundo. Y Madrid también les derrotó. Cuando se supo por
radio la noticia de que Goded había sido hecho prisionero en Barcelona, y que
la revuelta había sido dominada, le fueron a decir a Azaña: «Presidente: los
catalanes han derrotado al ejército. Goded ha sido hecho prisionero». Ataña
contestó: «Eso no puede ser, es un cuento que están propagando los catalanes.
Anda, ponme con Companys. Oye, Lluís –se trataban así–, ¿qué pasa ahí en
Barcelona?» Companys le dijo: «Nada, que somos los amos». «¿Cómo, los amos?
¿Pero qué ha pasado? ¿Qué es eso de que está preso Goded?» «Sí, sí. Lo tengo
aquí conmigo, en mi despacho». «¿Y cómo ha sido?» «Pues ya ves, esos
anarquistas locos, que se han echado a la calle».
A partir de ahí
empezó todo el follón. Son tantas cosas…
—Me contaba
lo de Marruecos…
—Sí. La noche
del 18 al 19 de julio, Franco ya se había hecho su programa. Ellos habían
confiado mucho en los 35.000 hombres que tenían en África, pero tenían que
trasladarlos a España. Azaña, muy equilibrado, encargó un gobierno de crisis a
Martínez Barrio y que se pusiera en contacto con los facciosos. Es cuando Mola
le dijo: «Llegas tarde. Esto es imparable». Así, Azaña encargó un nuevo
gobierno a José Giral. Este, sin consultar con Azaña, armó a los trabajadores
socialistas (no a los anarquistas). Empiezan a prepararse milicias en Madrid.
Manda un telegrama a León Blum pidiéndole armas para combatir el golpe militar.
Lo pide con fuerza porque Francia se había comprometido a abastecer de armas al
gobierno español cuando lo necesitara, armas pagadas por adelantado con un
depósito en la banca francesa. Hay un pacto firmado. Pero la burguesía francesa
se niega. Blum se desplaza a Londres, y allí le dicen que no se meta, que se
maten entre ellos. Es cuando él idea el pacto anti-intervención. Es una manera
de apoyar a Franco y de perder a la República. Francia, que estaba obligada a
ayudar, se niega.
Marruecos es un
problema muy importante. España no había firmado un protectorado con el sultán.
España estaba en Marruecos por presión de los ingleses, que no querían que
Francia se pusiera enfrente de Gibraltar. Así, España queda como gendarme de
Gibraltar. Hay un acuerdo en 1904 entre Francia y España para repartirse
Marruecos: Francia se compromete, en el supuesto de que España no pueda
garantizar el orden, a ayudarla. España se compromete a que no dará la
independencia a su zona ni apoyará a otra potencia. Giral le recuerda este
punto a Francia. Es el momento de que Francia entre en juego, pero no lo hace.
Los fascistas pasan sus tropas a la península con la ayuda de Hitler.
Pero aquí
intervienen los anarquistas, formando el comité de milicias, que se crea el 21
de julio, y la gente que forma parte de ese comité asume la Consejería de
Defensa de la Generalitat. Se encontraba aquí un representante de la Liga
Árabe. Se intentó un acuerdo con los resistentes marroquíes. Este representante
se va a Ginebra, donde habla con miembros de la Liga. Ellos se comprometen a
alzar las cabilias e impedir que Franco siga nutriéndose de las levas
marroquíes. Firman un acuerdo. Pero los árabes del Comité de Acción Marroquí
eran gente del aparato, propietarios, burgueses. Dicen: estamos de acuerdo con
vosotros los catalanes, pero lo que hemos firmado tiene que estar avalado por
el gobierno central. Entonces se desplazó una comisión a Madrid. Julián Gorkín
por el POUM, Jaume Miravitlles por ERC, Aurelio Fernández por la CNT y Rafael
Vidiella por el PSUC. En Madrid les dijeron: ¿Cómo se les ocurre a ustedes los
catalanes asumir una cuestión internacional?
Largo Caballero
se lo comunicó a Blum, y éste le dijo que ni hablar. Blum tenía muchos
problemas en el Marruecos francés, y los ingleses tenían problemas en Egipto:
«Si armamos follón en el Rif, los alzamientos podrían correr como un reguero de
pólvora”
Los anarquistas
sabían que era fácil aproximar la revolución al sur, porque eran pueblos
atrasados económicamente. Y sabían que al norte, con los comunistas y los
socialistas, sería mas difícil.
Fueron
problemas internacionales muy enrevesados. Largo Caballero se arrepintió. Blum
también, pero mucho más tarde. Largo Caballero intentó ceder Marruecos a
ingleses y franceses para que ayudaran.
Todo esto va unido a la cuestión de que nuestra guerra se produjo en un contexto internacional que podríamos considerar como el capítulo final de un periodo histórico en el que, en cierto modo, el honor del proletariado es salvado por los proletarios españoles, que hacen la revolución más profunda que se conoce en la historia, como he dicho más que la revolución rusa. Incluso se puede decir que la revolución española enlaza con las comunas del 1500 y con la Comuna de París. Es la heredera de todos esos procesos históricos.
—La
revolución, ¿qué grado de penetración tuvo en el tejido económico?
—En Cataluña,
se puede decir que toda la industria quedó colectivizada. Luego surgió el
problema de los inversionistas extranjeros, que empezaron a reclamar, a
quejarse los embajadores… Hay que tener en cuenta que la economía española
estaba en un 45% monopolizada por el capital extranjero, una cosa parecida a la
de Cuba cuando la revolución.
Y una
revolución quiere intervenirlo todo, porque si quedan bolsas de miseria,
entonces no es una revolución. Nosotros colectivizamos los ferrocarriles,
tranvías, metro, industria… Aquí era todo textil, no había industria pesada, y
hubo que crearla con las 50 fábricas que se montaron de armamento. Lo curioso
es que a los 15 días de revolución ya se fabricaba trilita, dinamita y obuses.
Antes había fábricas importantes, pero sin grandes concentraciones de obreros.
El comité de milicias formó una comisión y unificó a tres sindicatos (químico,
metalúrgico y minero) para formar la industria de guerra. Allí se puso a
Eugenio Vallejo, un obrero metalúrgico. En poco tiempo se recogieron todos los
tornos y fresas disponibles de entre los muchos pequeños industriales
repartidos por Cataluña, y se logró concentrar diez fábricas en grandes solares
que lograron emplear a 150.000 trabajadores en tres turnos. O sea, que la gran
concentración industrial que la burguesía había sido incapaz de realizar en
España la hicimos nosotros, todos los trabajadores. Todo esto estuvo
administrado por los comités de fábrica y los sindicatos hasta 1939. Hubo una
injerencia oficial del Ministerio de Defensa, que quiso intervenir. Nombró
directores para las fábricas, y cuando llegaron ocuparon despachos, pero nada
más. De allí no salía ni una bala ni un fusil si no era con la firma del comité
de guerra. Podía salir sin la firma del director, pero no sin la del comité.
Estuvieron siempre administradas por asambleas. Lo máximo que se puede alcanzar
en una revolución parcial como era la nuestra.
En la industria
textil se funcionaba igual: con comités de fábrica coordinados por el consejo
de economía, nombrado por los sindicatos. Sobrevino la crisis de las materias
primas. No se podía producir debido al embargo. Los que mejor se lo montaron
fueron los valencianos, que se organizaron muy bien. El ministro de agricultura
comunista intentó intervenir en eso, sin conseguirlo. Valencia exportaba
cítricos a Inglaterra, y con las divisas compraban lo que necesitaban. A pesar
de las pegas que ponía el Ministerio de Agricultura, esto se mantuvo así hasta
el final de la guerra. Había problemas de abastecimiento, de comida. En
Valencia, el consejo técnico trabajó la chufa, la manipuló químicamente y llegó
a extraer una leche con calidad suficiente para amamantar. Se trató
químicamente la fibra vegetal. Luego los americanos inventarían el nylon con el
mismo procedimiento. Era una revolución obrera. Y los obreros no tenían grandes
conocimientos técnicos, aunque sí prácticos. Así, se crearon los institutos
obreros para chavales como yo. Allí, a marchas forzadas, te especializabas en
economía, química, estudios muy concretos. Y eso aportó una gran cantidad de
jóvenes en condiciones de poder mejorar la agricultura, por ejemplo en Aragón.
Allí toda la agricultura quedó colectivizada. Y a los campesinos les dio la
manía de hacer estudios de agronomía para cultivar mejor las tierras, para
hacer granjas experimentales. Todo eso es lo que iba a dar la base esencial de
la economía de la revolución. En Aragón fue donde más se colectivizó la tierra.
—¿Y en
Cataluña, donde estabas?
—En Cataluña se
tropezó con organizaciones catalanistas, como ERC. El campo era de otra manera.
Los pequeños propietarios tenían sus cultivos diseminados, en minifundios, con
un pedazo aquí y otro allá, y tenían que desplazarse en mulo… Ellos tuvieron la
gran virtud de unir todas las tierras para producir más y con menos cansancio.
Así pasó en Aragón y menos en Cataluña. Líster decía estúpidamente que las
colectividades fueron impuestas. Siempre había gente en desacuerdo, claro, pero
la ambición era eliminar la propiedad privada, la explotación del hombre por el
hombre, darle a la mujer ventajas que nunca había
tenido… Por
ejemplo, una de las primeras cosas que aportaron las colectivizaciones fueron
los lavaderos colectivos, guarderías, escuelas donde no había. La mujer ganó
tiempo. En una colectividad donde viví las mujeres jóvenes utilizaban ese
tiempo creando cuadros escénicos, haciendo teatro, o con otras iniciativas
culturales… La que más sabía ayudaba a la que menos.
—¿Fueron muy
traumáticas las expropiaciones de las fábricas?
—Pues no; a
veces los dueños se quedaron y colaboraron. Pero en general, cuando amos y
técnicos vieron que los trabajadores se echaban a la calle y derrotaban al
ejército, se esfumaron. Cuando entrabas en las fabricas ya sólo quedaban las
máquinas. Los obreros se encontraban solos y se dijeron: ¿qué hacemos? Y se
pusieron a trabajar formando comités para hacer funcionar las fábricas.
Yo tuve la
suerte de pasar por toda clase de experiencias. Pasé por una calderería, por un
instituto obrero, estuve en el campo… El jefe de la calderería tenía 50
obreros, pero era un hombre muy campechano. Cuando le colectivizaron la calderería
se presentó y dijo: «Yo me quedo, ¿qué hago? Soy técnico, os puedo dar
consejos». Y allí estuvo, cobrando un salario como los demás. Y después fue a
la cárcel como los demás. Incluso se colectivizaron las barberías. Me sorprendí
cuando, en la Revolución de los Claveles, en Portugal, llegué allí en avión.
Salgo del aeropuerto y veo a un tío limpiando zapatos. Me dije: ¿qué clase de
revolución es ésta? Y le dije al tío: «¿Qué haces limpiando zapatos?» «Es mi
oficio», contestó. «¿La revolución no te ha liberado aún de la caja de
zapatos?» Y le pegué un puntapié a la caja. «Eso se terminó. Que cada uno se
limpie los zapatos en casa».
—¿Qué pasó
con las empresas extranjeras?
—Estuvieron
controladas hasta el final de la guerra. Pero, es curioso, en la cámara de la
propiedad están los balances de aquella época… cuando llegaron los propietarios
de nuevo, en el 39, se encontraron con que sus fábricas tenían superávit y una
mayor producción que antes de la guerra. Ahora ha salido a la luz la
contabilidad de la época. Desde el punto de vista económico aquello no fue un
fracaso, porque no hubo una economía dirigida, sino una autogestión. No fue la
«autogestión» de Tito; en Rusia tampoco hubo autogestión. Uno de los grandes
errores es que cuando se crearon los soviets de fábrica y se dirigieron
directamente a los mineros para abastecerse, inmediatamente llegaron los
interventores del Estado y la intervención derivó en la parálisis de los
primeros tiempos de la industria soviética.
La antigua
estructura sindical sirvió de columna vertebral al desarrollo de la economía
obrera. En Rusia no existía eso, tuvieron que inventarlo, y fue una revolución
más campesina que otra cosa. Nosotros dimos soluciones a muchos problemas que
se han planteado después. Por ejemplo, Tito copió muchas cosas de nuestra
economía. Desgraciadamente, con carácter autoritario, centralista.
—En la
discusión sobre si es mejor una autogestión dirigida por el mercado o una
economía totalmente planificada, en el caso de la revolución española hubo una
peculiaridad, que es que las necesidades de la guerra imponían una determinada
manera de producir. Pero en unas circunstancias en que no hubiera habido
guerra, ¿la revolución habría optado por una economía de autogestión con
mercado?
—No lo creo. No, porque en España habría tenido que existir, como mínimo, un sistema mixto. Si no, nos habríamos encerrado en una especie de autarquía. Tampoco teníamos grandes pretensiones. La gente sólo pretendía vivir, aunque fuera pobremente, con dignidad. No te importaba ir con alpargatas, pero querías poder tener por lo menos las alpargatas, un trozo de pan con aceite y un ajo. Se practicaba mucho el intercambio. Aragón hacía muchos intercambios con Tortosa, por el arroz. Lo importante es que hubiera lo básico. Nosotros dimos un valor a las cosas que no tiene nada que ver con con la concepción marxista del valor, ni con la capitalista. Creamos una moneda no acumulativa, sin valor alguno: los bonos. Tú en la colectividad lo tenías todo pagado. El único control que tenías era el de la comunidad, el de tener que ir a trabajar. Si el domingo tenías ganas de ir a otra colectividad, usabas los bonos, porque no formabas parte de esa otra colectividad. Si querías tomar un café en otro sitio, pagabas con los bonos. Pero no eran dinero. Eran un elemento de control. Con ellos tampoco podías comprar alpargatas o pantalones, porque ya te los daban en tu colectividad. No podías decir: tengo 10.000 pesetas en bonos. ¿Qué ibas a comprar, si no había nada que pudieras comprar con ellos? Nosotros, en nuestra colectividad, teníamos aceite. Era difícil calcular las cantidades con que se debían hacer los intercambios. Pero había otra mentalidad. A la gente de Tortosa se les daba siempre más aceite de lo que valía el arroz
—¿Se consiguió
hacer desaparecer el 100% del dinero, el papel moneda, en las colectividades?
—Sí, en muchos
sitios del campo dejó de existir, aunque en la industria el asunto era mis
complicado. Pero, por ejemplo, el problema del alquiler estaba resuelto. Con la
comida no había problema, podías comer en la fábrica o en la cantina. Un hombre
casado con dos hijos debía ganar lo equivalente a cuatro
personas. Un
soltero ganaba menos, claro. Si el soltero tenía a su cargo a su madre, tenía
una prima. Se trataba de un salario familiar menos arbitrario que el
convencional.
—En
cualquier caso, de la revolución no ha quedado nada, ni siquiera la memoria. La
derrota militar lo borró todo
—Nosotros
ganamos la revolución. Lo que perdimos es la guerra. La revolución consiste en
que los trabajadores se hagan dueños de los instrumentos de trabajo y no
fracasen en la gestión de los medios de producción. La revolución no fracasó:
fue derrotada militarmente. Quizás con el tiempo se habría desarrollado una
burocracia paralizante, pero eso nunca lo sabremos. Hay victorias que son
derrotas, y derrotas que son victorias. Si lo de Rusia fue una victoria, ¿quién
venció? ¿Los obreros? No. En cambio, la Comuna de París fue una gran victoria
obrera. Lo nuestro, también. Fue una victoria revolucionaria, aunque se produjo
una derrota militar. Llevamos la revolución hasta donde nos fue posible.
—El olvido
de esa revolución que tú viviste, que vivieron tantas personas que aún están
vivas, es ciertamente incomprensible.
—Se ha querido
olvidar. Ha habido la voluntad política de ocultarla. Sí, porque hay mucho
miedo. El anarquismo está muy enraizado en España. El orgullo, la resistencia,
son valores propios de nuestra gente. Entre nosotros, la anarquía es una
actitud natural que nace de la rebeldía ante la injusticia. No es una teoría.
El ser humano de cualquier época tendrá siempre ese espíritu de rebeldía. Hoy,
hay un anarquismo virtual en los okupas, en los insumisos, en la lucha
feminista, en todas esas luchas parciales. Y es bueno que se desarrollen paralelamente
a la lucha política, porque un partido político ahogaría todo eso. En ese
aspecto soy bastante optimista. Pienso que puede resurgir, porque nosotros aún
somos rebeldes. Lo que para otros es modernidad, en realidad es una moda. Me
gustaría que se formara una plataforma donde estuvieran los okupas, los
ecologistas, feministas… en un pacto solidario. Esas son las nuevas formas de
organización.
Hay mucho anarquismo en la calle, en el individuo, pero eso no se puede
organizar.
Yo quiero
esperar que el futuro no sea barbarie, sino socialismo. El capitalismo no sabe
a dónde va; ha perdido el rumbo. Y quiero ser optimista, y por eso pienso que
el Tercer Mundo nos va a dar muchas lecciones…
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