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Anemoi contra El Oso Cavernario (I)
05-04-2014
“De piedra
los que no lloran. De piedra los que no gritan. De piedra los que no cantan.
Yo nunca seré de piedra. Lloraré cuando haga falta.
Gritaré cuando haga falta.
Cantaré cuando haga falta”
Rafael Alberti
… y “escenarios represivos”
Así pues se trata, para decirlo con toda la claridad
posible, de un “escenario represivo” en el que se aplican tácticas y se
persiguen estrategias elegidas al más alto nivel. Obviamente también, la
responsabilidad no se reduce al “gobierno del PP” (como corean quienes
evaden responsabilidades) sino que atraviesa a todos los gobiernos y partidos
políticos que han diseñado la Transición. De manera fundamental pero ni
mucho menos exclusiva, al bipartito PP-PSOE. No hay más que recordar el “escenario
represivo” en el que actuó y sigue actuando el Comisario General Piqué y
Batalle.
Piqué no solo es el comisario que sintetiza manuales
operativos que ha aprendido durante su carrera profesional y que imparte a sus
subordinados, sino el comisario implicado directamente en uno de los mayores
escándalos policiales de los últimos añosvii.
Un “caso particular” en una estrategia general
Voy a señalar, muy sucintamente, los elementos que
identifican la represión de las Marchas de la Dignidad como un “caso
particular” en la aplicación exacta de los manuales operativos de las
unidades antidisturbios de la policía, cuya síntesis fue publicada (como título
de mérito: máster académico) con el título de “El síndrome de
Sherwood”.
Para promover una “lectura participativa” comentaré la
aplicación evidente de algunas de las acciones y tácticas recomendadas por el
comisario general Piqué y Batalle en su “síntesis operativa”, en la
represión de las Marchas; e invitaré al lector –fundamentalmente a todas
aquellas personas que han participado en ellas o las han apoyado-, a que
establezca las conexiones restantes de acuerdo con las experiencias que han
vivido.
Del “Síndrome” a la represión de las Marchas
del 22M
-El primero de los elementos comunes ya ha sido
comentado de pasada. El Manual operativo de Pique identifica al “enemigo” como
un “fenómeno antisistema”.
Esto no es accidental. Como veremos más adelante el
comisario (que representa sin duda a un amplio colectivo policial) se esfuerza
por afirmar que sus brutales “estrategias de guerra” solo son aplicables
“dentro de la ley”. Tal pareciera que en el momento en que Piqué escribió su
manual estuviera esperando un endurecimiento de las leyes represivas. Dicho de
otra manera, los mandos policiales que respondieron con enorme dureza a la
manifestación del 22M estaban anticipando la entrada en vigor de la Ley de Seguridad
Ciudadana y aplicando las tácticas policiales previstas ya para esa coyuntura.
Evidentemente, la enorme movilización de las M22M ha
tenido y tiene esa característica de “movilización antisistema” como
elemento fundamental, aglutinador y constitutivo, tal como expresaron todos y
cada uno de los portavoces durante la preparación, el desarrollo y el acto
final.
-El “Sindrome” considera, ya desde el título,
que el fenómeno que estudia (“okupa y/o antisistema” en el distrito de
Gracia de Barcelonaviii)
es un “factor de riesgo para la convivencia y potencial foco de percepción
de inseguridad”. En consecuencia deben aplicarse sobre él “políticas
públicas de seguridad para evitar que se convierta en un problema de orden
público y consecuentemente de solución únicamente policial”.
En otras palabras debe haber una “acción
político-policial preventiva” (tal como ha ocurrido con el 22M) para evitar
que se convierta en un “problema de orden público de solución únicamente
policial” (la propuesta del Gobierno ante las Marchas fue la de
identificarlas con la delincuencia o con el terrorismo). El alcance de estas
expresiones quedará más claro cuando Piqué explique las medidas que recomienda
para esa intervención “preventiva” y “limitada”.
-La situación en España de los okupas y/o antisistema
es identificada como de “aceptación o comprensión social” pero de
control policial y judicial de las actividades. De ahí el título que Pique
denomina como metafórico de su trabajo: “El síndrome de Sherwood” (el
bosque de Robin Hood). Los colectivos vinculados a las marchas del 22M también
serían beneficiarios de ese “síndrome” de aceptación social que –según
el comisario- hay que revertir porque no tiene justificación alguna. De ahí la
intensa y creciente campaña de criminalización que precedió a la llegada de las
Marchas a Madrid.
Defensa a ultranza del capitalismo
-El comisario recuerda el carácter “necesario” del
movimiento okupa en sus orígenes, en las postrimerías de la segunda guerra
mundial, pero inmediatamente frunce el ceño cuando advierte que: “con el
paso del tiempo ha tomado un carácter cultural que propone una vía alternativa
a la sociedad capitalista… lo que hace de ese movimiento diferente es que tiene
una pretensión de denuncia política y pública, que pretende cambios en la
organización social”.
Las alarmas generales “codificadas” por Piqué
vuelven a conducirnos a las manifestaciones del M22M. Mucho más cuando el
comisario de los Mossos apunta a otras peligrosas características
concretas del movimiento que estudia: es un “fenómeno transversal porque sus
reivindicaciones conectan y relacionan a diferentes grupos de diferentes
ideologías(…) es un cajón de sastre donde caben todo tipo de grupos que llevan
a cabo políticas que se llaman de base, como ahora ecologistas, feministas,
pacifistas, etc.”.
Las marchas del 22M, con su enorme despliegue
territorial y reivindicativo, y su denuncia específica de las leyes represivasix
han tenido que volver locos de crispación a los miembros del Clan del Oso
Cavernario al que pertenece Piqué y Batalle.
-“Por otra parte –sigo citando a “El
síndrome”- los okupas invierten muchos esfuerzos en defender un
ejercicio de poder civil contrario al modelo establecido… que los convierten en
unos outsiders del sistema político institucional”.
Buscando la solución represiva
-Piqué insiste hay que actuar desde las dos vertientes
“policial-judicial” y “social o política”. Para ello advierte que hay que
partir de una estrategia bien definida: “La estrategia ha de ser fruto de
una idea política compartida, que a su vez deriva de una doctrina bien definida
y aceptada”.
En ese contexto es necesario un liderazgo claro a la
hora de aplicar determinada estrategia que denomina “política pública de
seguridad”. Le corresponde al Departamento de Interior (en el caso catalán)
“definir e impulsar ciertas acciones que pasan por aprobar ciertas
tácticas”(…) “el plan de acción pasa necesariamente por la aplicación
simultánea de varias tácticas y la realización de diferentes acciones. Su
conexión no debe ser necesariamente visible y manifiesta”.
Aquí, en el “compromiso político-policial”, y en el
“carácter encubierto” de la actuación represiva hemos llegado al verdadero
corazón del “plan global” tal como lo presenta el comisario.
-A partir de ahí Piqué hace: “un pequeño viaje por
la historia de la teoría militar, ya que es aquí donde encontramos los
principales ejemplos de aplicación de estrategias y tácticas”, que tienen
elementos comunes con la práctica policial “como la planificación, la
inteligencia, la psicología y el uso controlado de la fuerza, junto con la
propaganda y el uso adecuado del derecho disponible”. Lean ustedes
atentamente: “el uso adecuado del derecho disponible”.
Los cuatro paradigmas de la represión
Los paradigmas a los que recurre Piqué son los
siguientes: el general chino Sun Tzu (siglo VI a.c.) cuya máxima era “ganar
sin combatir”; Karl con Klausewitz que “pensaba que al rival se le debe
vencer y basta, sin humillarlo”; Miyamoto Musashi “un samurái nacido en
1581 que defendía que las tropas eran como espadas, que están hechas para la
guerra y que al enemigo se le debe exterminar, como castigo, como ejemplo y
para evitar la venganza” y “Julio Cesar que llegó a dominar y romanizar
la Galia, poniendo en práctica la máxima ‘divide y vencerás’”.
Primer paradigma: Modelo Klausewitz.
En todos los modelos, el comisario Piqué se emplea a
fondo en el detalle de la represión de los okupas como ejemplos (en el
momento en el que hace su máster) de grupos “antisistema”. Como
el objetivo es este artículo es el de los modelos policiales aplicados a las
manifestaciones me referiré solo a este aspecto de las “lecciones” comprendidas
en su manualx.
Para nuestro experto policial globalizado” y
“otanizado”, en la doctrina militar la estrategia de Klausewitz: “se aplica
cuando se tiene en cuenta el factor político, es decir, el ejército se comporta
de manera que fuerza a la otra parte a negociar a la baja, pero no para
conquistarlo sino para dominarlo, o incluso convertirlo en aliado. Un ejemplo
clásico es el trato en Japón a finales de la 2ª guerra mundial o las recientes
invasiones de Irak, en especial la primera. En la metáfora de Sherwood se está
dando un mensaje claro: ‘Entramos en el bosque cuando queremos y para donde
queremos y la resistencia no es que sea inútil, es imposible”xi.
Vale la pena realizar una cita larga de cada uno de los modelos cuya
utilización exclusiva o combinada depende de las circunstancias:
“En cuanto a la táctica policial, aplicada a las
concentraciones de los grupos antisistema, cuando se aplica el modelo
Klausewitz se deja que los grupos de manifestantes se concentren, -recordemos
que ninguna de las manifestaciones antisistema están autorizadas- y lo que se
hace es disminuir su capacidad de producir daños.
Esto se realiza con el establecimiento de filtros muy
sólidos a los lugares de paso obligado… pasan los soldados pero no las armas…En
estos filtros se requisan objetos y se identifican personas, la pérdida del
anonimato previo a la acción, hace que muchos moderen su comportamiento
posterior.(…) Una vez comienza la actividad de los manifestantes, las fuerzas
policiales abandonan los filtros y se dispersan por puntos estratégicos de
forma que cualquier manifestante vea, en cualquier momento, tanto en la
concentración, en el recorrido o durante la dispersión, unidades policiales.
Estas no son muy numerosas, pero son omnipresentes. Cualquier acción –o casi-
sería presenciada por agentes de la autoridad y eso implicará su detención y
paso por el juzgado, no por ninguna acción heroica, sino por un simple delito
de daños y habrá que pagar con una multa.(…) Para concretar esta doctrina, los
detenidos son puestos en libertad tan rápidamente como es posible y citados
ante el juez. No hay que cebarse, es un procedimiento y punto.(…) Es evidente
que este modelo es aplicable cuando se tiene fuerza suficiente en relación al
rival. Cuando no es así, para conseguir los mismos resultados hay que aplicar
tácticas más agresivas que, más que disuasión provoquen coerción”.
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