domingo, 9 de octubre de 2016

EL CAPITALISMO A PARTIR DE LA CRISIS DE 2007 NO TIENE VIABILIDAD MATERIAL HISTÓRICA POSIBLE



LA SITUACIÓN DE LA CLASE OBRERA CHINA

 

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07.10.2016


Menos obreros y más conflictos

Desde 1990, la importancia en la economía nacional de los asalariados no dejó de achicarse: de representar el 61% del PBI pasaron a ser 53% en 2007.

Desde 2001, los salarios crecieron a un promedio anual de 12%, una suba que se aceleró en los últimos años gracias a una serie creciente de protestas. Solo en 2014, los obreros chinos protagonizaron 1.378 conflictos laborales, según la ONG China Labor Bulletin (CBL). Dos veces más que en 2013 y 56 veces más que en 2007, cuando la Academia de Ciencias Sociales de China reportó unas 23 protestas.

“La crisis financiera que estalló en 2008 se expandió rápidamente y 20 millones de trabajadores perdieron su empleo. Fue un año de huelgas y disturbios relacionados con el cierre de fábricas”, explicó Ellen David Friedman, sindicalista de la Asociación Nacional de la Enseñanza en Vermont (EE. UU.), cofundadora del Partido Progresista de ese Estado y miembro del Comité Político de Labor Notes, quien ha colaborado en la última década con activistas sindicales en Hong Kong y el territorio continental de China.

Esa primera ola fue “defensiva” porque los trabajadores se limitaban a exigir el cumplimiento de la ley a empresas reacias a pagar indemnizaciones y sueldos.

Las huelgas pasaron a ser “ofensivas” a partir de 2010, cuando los obreros comenzaron los reclamos de suba salarial. El caso de los obreros de Honda en Guangdong, que ese año obtuvieron un aumento de 50% luego de detener la producción, fue un modelo para las protestas que desde entonces se replicaron por todo el país, en muchos casos consiguiendo subas porcentuales de dos dígitos.

La huelga comenzó en una fábrica de transmisiones para el automóvil -se trataba de una filial de Honda- en un distrito denominado Nanhai. Los 2.000 huelguistas eran en su mayoría aprendices de la escuela técnica, de 20 a 21 años de edad en promedio. Estaban familiarizados con el uso de internet, de modo que investigaron sobre Honda y descubrieron que era una empresa muy rentable. Vieron que los trabajadores que desempeñaban la misma tarea en Japón cobraban cincuenta veces más que ellos. También descubrieron que el sistema de producción just in time les brindaba una gran oportunidad para paralizar toda la industria automovilística. Se dieron cuenta de que si suspendían la producción en cualquiera de las plantas que fabricaban piezas podían paralizar todas las fábricas de montaje. De modo que cuando bloquearon las fábricas de piezas, al cabo de tres o cuatro días, cesó la producción en cuatro plantas de montaje y cientos de otras fábricas de piezas. Honda dejó de ingresar miles y miles de millones de dólares.

“Esto desencadenó una oleada de huelgas en la industria auxiliar del automóvil. Nadie conoce el número real, pero probablemente afectó a centenares de fábricas. Una demanda “infecciosa” de esas huelgas fue la de la elección directa. Diré también que una de las cosas más alentadoras e importantes que vimos es que en los casos en que los trabajadores pudieron elegir a su propia dirección, esos nuevos delegados se tomaron en serio, en la medida de sus posibilidades, la tarea de representar a quienes los eligieron”, comentó Friedman.

El otro gran pedido en esas protestas es conseguir una protección real por parte del sindicato. Hasta ahora el único autorizado es la Federación Nacional de Sindicatos que dependiente del Partido Comunista, organiza actividades de ocio para los trabajadores, pero nunca se pone de su lado durante las protestas. Si bien ha habido tímidos avances democráticos en algunas empresas, las autoridades se resisten a la libertad gremial por temor a la inestabilidad laboral.

La huelga de 40.000 trabajadores de la fábrica Yue Yuen en la provincia de Guandong (sur de China), el mayor fabricante de calzados deportivos del mundo, propiedad del Grupo Pou Chen, con base en Taiwán y con 200.000 obreros en China, reafirmó la irrupción de una nueva generación obrera, que había tenido su punto de inflexión en 2010, con las protestas de Foxconn y la huelga de Honda. La Yue Yuen suministra a Adidas, Nike, Puma, Crocs, Timberland y muchas otras marcas deportivas.

La huelga arrancó en Dongguan, ciudad en el sureste de China. Se trata de la huelga convocada por el mayor número de trabajadores y trabajadoras en la historia de la República Popular China. Yue Yen no había pagado las cotizaciones para la pensión y para el fondo de adquisición de una vivienda. A esto hay que sumar que un buen número de empleados seguían teniendo contratos a tiempo parcial después de años de trabajo, parte de la política de intensificación del trabajo que elimina las cotizaciones sociales.

La insatisfacción se esparció como un reguero de pólvora después de que un jubilado intentó retirar su jubilación y descubrió que el valor disponible era muy bajo. La empresa había dejado de depositar las cuotas del seguro social de los empleados para compensar parte de la caída de su tasa de ganancia (de 9,5%, cuatro años atrás, a 5,2% en 2013).

Otros factores motivaron una de las mayores huelgas en China, en los últimos años. Los bajos salarios fueron uno de ellos. El salario mínimo para un obrero en la línea de producción es de 1.130 yuanes, mientras un par de zapatillas de la Nike cuesta 1.469 en las tiendas.
Las reivindicaciones, según la ONG China Labor Watch (CLW) con base en los EE. UU., eran:

1. Apertura de la contabilidad con relación al pago del seguro social;

2. Asegurar seguro social a todos, y pago de las cuotas no pagadas anteriormente;

3. Si la Yue Yuen no asegura el pago, debe garantizar el fin del contrato de trabajo con las indemnizaciones previstas en ley;

4. Vivienda y comida gratis a todos que los tuvieran estos beneficios estipulados en el contrato de trabajo.

La Federación Sindical y varios ministerios entraron en acción para poner fin a la huelga. El Departamento de Seguro Social afirmó que el seguro social no pagado era realmente adeudado y la Yue Yuen emitió una declaración, afirmando que pagaría las cuotas atrasadas del seguro social si los obreros pagaban la parte de ellos (¿?), y que a aquéllos que no volviesen al trabajo a tres días del comunicado se les cancelaría el contrato por abandono del trabajo.


Aún así, 15.000 empleados permanecieron en huelga y otros en “huelga interna”. La huelga terminó con la aceptación del acuerdo, a regañadientes, pero se han presentado acciones legales contra la empresa, que se vio obligada a pagar unos 31 millones de dólares a la institución del seguro social y tuvo una pérdida de aproximadamente 58 millones de dólares por la huelga.
Los cambios en la producción china pueden llegar a tener repercusión en la producción mundial. Como señaló Jacques Rancière: “La dominación del capitalismo a nivel global depende de la existencia de un Partido Comunista Chino que proporciona a las empresas capitalistas deslocalizadas mano de obra barata y precios bajos, privando a los trabajadores de su derecho a la autoorganización”.

Debido a las huelgas, el salario medio en China ha subido un 17% por año desde 2009 y hoy es ya cinco veces mayor de lo que era en 2000. La generalización de huelgas de esta dimensión sin precedentes sólo servirá para profundizar la crisis para el capitalismo industrial.

Un informe de 2012 del FMI señalaba que la economía china atravesaba un proceso de reorientación en la inversión interna y en una transición que se aleja del crecimiento inducido por las exportaciones. Si este paso se hace correctamente, se profundizará en la crisis de rentabilidad y acumulación en la “economía real”, al menos en el corto plazo, para el capitalismo internacional.

Una segunda razón es que la represión estatal china se ha atenuado. Aunque se han producido detenciones en Yue Yuen, en los últimos años el estado chino ha estado menos dispuesto a reprimir que en décadas anteriores. Debemos entender esto como una decisión política calculada con un fin meramente económico.

Aquí está uno de los ejemplos más extremos: en 2009, se produjo un incidente que involucró a los trabajadores del acero en Tonghua Iron & Steel Works en la provincia de Jilin en el norte de China. Después de una reunión masiva dirigida por el ejecutivo de la empresa de acero que iba a hacerse cargo de la planta, los trabajadores se rebelaron y lo golpearon hasta matarlo.

“Chen Guojun, el ejecutivo del acero que fue golpeado mortalmente, había amenazado a 3.000 trabajadores siderúrgicos en Tonghua con despidos que podrían tener lugar dentro de tres días. También había señalado que recortes más grandes de puestos de trabajos probablemente ocurrirían”. (New York Times, 26 de julio de 2009).

¿Qué hizo el gobierno chino sobre esto? “El gobierno de la provincia de Jilin ordenó al Grupo Jianlong China abandonar la compra de la estatal Tonghua Iron & Steel Group.
La instrucción, la cual fue anunciada a través de la red de televisión de Jilin, también ordenó a Jianlong con sede en Beijing a “no tomar parte jamás de ningún plan de reorganización de Tonghua, reportó Bloomberg News”. (New York Times, 27 de julio, 2009).

Ahí quedó. La privatización se detuvo. Ni detenciones, ni procesamientos.

Una tercera y poderosa razón fue que en la huelga de los empleados de Yue Yen, las organizaciones locales en la provincia de Guangdong y Hong Kong, que ha apoyó a los trabajadores en huelga, hicieron un llamamiento a sus aliados internacionales para actuar en el sentido de obligar a Adidas a intervenir y asegurar que las reivindicaciones sean aceptadas. Desde el 23 de Abril las acciones se extendieron por el mundo, de Taiwan a Melbourne, San Francisco, Los Ángeles, Chicago, Milwaukee y Nueva York. El día 25 se realizaron protestas en tiendas de Adidas en Manchester, Oxford y Londres.
 
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