sábado, 5 de abril de 2025

Trump y su imposible retorno al pasado

 

EUU ya no puede imponer su “orden” por las “buenas”, de modo que tuene que recurrir a las “malas”. Pero esa es un arma de doble filo, y los tiros pueden salir por la culata. Trump se vistió de sheriff, mas ya no es posible engañar a Toro Sentado.


Trump y su imposible retorno al pasado


Atilio Borón

El Viejo Topo

5 abril, 2025 


El radical retorno al proteccionismo es no sólo posible sino necesario para un imperio enfrentado a una inocultable declinación, denunciada no sólo por los analistas críticos del imperio sino certificada nada menos que por figuras estelares del establishment norteamericano como Zbigniew Brzezinski en un texto del 2012 y, posteriormente, por varios documentos de la Corporación Rand. Declinación o decadencia, como se prefiera, que vino de la mano entre otros factores domésticos por el lento crecimiento de su economía, la pérdida de competitividad en los mercados globales y el gigantesco endeudamiento del gobierno federal. Si en 1980 la relación entre la deuda de la Casa Blanca y el PIB era de 34.54% en la actualidad se ubica en un nivel astronómico: 122,55%. A esto hay que sumar el intratable déficit de la balanza comercial que no cesa de crecer y que en el año 2024 ascendió a 1,13 billones de dólares (un billón, en castellano, es igual a un millón de millones), lo que representa un 3,5 % del PIB estadounidense.

A esta constelación de factores domésticos de debilitamiento imperial hay que añadir el deterioro de la legitimidad democrática, puesta de relieve por el asalto al Capitolio del 6 de enero de 2021 y por el indulto generalizado concedido por Trump a favor de unas 1.500 personas que perpetraron ese asalto y que habían sido condenados por la justicia estadounidense. En lugar de consenso bipartidista hoy existe una enorme grieta que socava el sistema político, de la cual el trumpismo no es sino una de sus expresiones.

A este complejo cuadro hay que agregar los cambios epocales en el ambiente externo de los Estados Unidos, que han modificado irreversiblemente la morfología del sistema internacional. El fenomenal crecimiento económico de China y los significativos avances de otros países del Sur Global como la India y varias naciones asiáticas constituyen escollos objetivos a las pretensiones de Washington, acostumbrado a imponer sus condiciones sin tropezar con demasiados obstáculos. Mal que le pese a Trump esa época ya es parte del pasado porque el fortalecimiento económico y el avance de los países del Sur Global en las nuevas tecnologías crearon un paisaje planetario en donde las bravuconadas de antaño ya no surten los mismos efectos. Mucho menos las guerras económicas, en donde el agresor termina siendo víctima de sus decisiones.

Como si lo anterior no fuera suficiente, el tablero geopolítico mundial se complica aún más con el inesperado “retorno” de Rusia como una potencia global, algo que tomó por sorpresa a los fanatizados expertos del imperio, fervientes creyentes en el excepcionalismo de los Estados Unidos como “la nación indispensable” y que pensaban que tras la implosión de la Unión Soviética, Rusia había sido condenada per secula seculorum a la intrascendencia en los asuntos mundiales. Si a este cuadro se le suma la mayor capacidad de respuesta militar de estos países – muy especialmente Rusia – así como sus logros en el terreno diplomático y en la conformación de amplias alianzas –el BRICS por ejemplo–  se comprenderá las razones por las cuales la balanza de las relaciones de fuerza en el plano internacional se ha inclinado en una dirección contraria a los intereses estadounidenses.

No debería sorprendernos que atentos a estos amenazantes cambios puestos en evidencia desde los comienzos del frustrado “nuevo siglo americano” algunos académicos y asesores gubernamentales hicieran enfáticos llamados a la dirigencia estadounidense a ejercer el poder desnudo, dejando de lado todo convencionalismo o apego a la legalidad internacional. Uno de ellos, Robert Kagan, fundamentó esta política en un largo y muy influyente artículo publicado al año siguiente de los atentados del 11-S. A diferencia de Europa, decía, la dirigencia de los Estados Unidos debe ser consciente de que vivimos “en un mundo anárquico y Hobbesiano, en el cual las leyes y normas internacionales son inseguras e inciertas. En un escenario de ese tipo la verdadera seguridad, defensa y promoción de un orden liberal dependen de la posesión y uso de la fuerza militar”.

Para Kagan era indiscutible la necesidad que tenía el mundo de contar con un “gendarme global” y Washington era el único que tenía la voluntad y la capacidad para cumplir ese papel. De ahí la doctrina de la “Guerra preventiva” proclamada por George W. Bush (h) poco después del 11-S, misma que establecía que los países o gobiernos que están fuera de la ley – es decir, los que no aceptan el “orden mundial basado en reglas”, concebidas para favorecer a los Estados Unidos y sus vasallos – deben ser neutralizados o destruidos.

Kagan remata su argumentación apelando al bárbaro planteo de un diplomático británico, Robert Cooper, en donde decía que al tratar con el mundo exterior a Europa “debemos regresar a los métodos más brutales de antaño: la fuerza, el ataque preventivo, el engaño y cualquier cosa que sea necesaria. Entre nosotros mantenemos la ley, pero cuando operamos en la jungla debemos también utilizar las leyes de la jungla.”  La jungla es, obviamente, todo el resto del planeta que se encuentra fuera del Atlántico Norte y, muy especialmente, las regiones periféricas del imperio. Exactamente 20 años más tarde Josep Borrell, Alto Representante para Política Exterior de la impresentable Unión Europea, se inspiraría en ese escrito de Cooper al comparar con inigualable soberbia al “jardín europeo” con el resto del mundo, al que caracterizaría como una “jungla” y que, en cuanto tal, debe ser tratada con los brutales métodos propios de la jungla.

Sin embargo, pocos años antes de la publicación de los textos de Kagan y Cooper, un sofisticado exponente del conservadorismo norteamericano como Samuel P. Huntington alertaba sobre los límites de los Estados Unidos en su condición de “sheriff solitario” y, en general, sobre la sustentabilidad del unipolarismo que algunos pensaron perduraría a lo largo de todo el siglo XXI. Según este autor, las turbulencias de la coyuntura internacional tras el derrumbe de la Unión Soviética obligaban a Washington a ejercer el poder internacional de forma despótica e inconsulta, sin estar sujeto a restricción alguna. El mundo reclamaba un moderno Leviatán y allí estaba Washington presto para hacer valer la ley del más fuerte. No obstante, advertía, con el paso del tiempo esta conducta estaba llamada a precipitar la formación de una amplísima coalición anti-estadounidense en donde no sólo se enrolarían Rusia y China sino también muchos otros países, lo que hoy denominamos el Sur Global.

Además, en la medida en que como gendarme del capitalismo mundial Washington estaba obligado, según Huntington, a “presionar a otros países para adoptar valores y prácticas norteamericanas; impedir que terceros países adquieran capacidades militares que pongan en cuestión  la superioridad militar norteamericana”; o imponer la ilegal extraterritorialidad de las leyes de los Estados Unidos; o promover los intereses empresariales de este país bajo los “slogans del comercio libre y mercados abiertos y modelar las políticas del FMI y el BM para servir a esos mismos intereses”; y también a categorizar a ciertos países como “estados patrocinadores del terrorismo” (como en un gesto infame se ha hecho con  Cuba en fecha reciente) porque rehúsan a postrarse ante los deseos norteamericanos” sería tan sólo una cuestión de tiempo, advertía, para que como reacción a estas políticas se conformase un amplio frente opuesto a los Estados Unidos y que el imperio se viera crecientemente desafiado por nuevos y muy poderosos actores internacionales.  En el terreno militar el “sheriff solitario” fue vapuleado en Corea, Playa Girón, Vietnam, Iraq y Afganistán; no pudo doblegar la heroica resistencia de Cuba a 65 años de agresiones, o acabar con el Gobierno de Venezuela desde hace más de diez años. En resumen: el gendarme del orden capitalista mundial, no sólo está más debilitado sino que debe lidiar con una escena internacional muchísimo más complicada e intratable que la que existía hace un cuarto de siglo.

En su desesperación Trump procura vestirse de sheriff, apelar a la fuerza bruta y hacer del bullying su principal argumento diplomático (“la paz por la fuerza”, como dijera Marco Rubio) para revivir la “época de oro” del imperialismo: la diplomacia de las cañoneras, y en vano tratar de resucitar un “orden mundial basado en reglas” que murió hace unos cuantos años. Trump es tan sólo el sepulturero, no el verdugo. Se retira de los Acuerdos de París sobre el Cambio Climático, de la Organización Mundial de la Salud, le corta el financiamiento a la Organización del Comercio Mundial creada bajo el liderazgo de Washington, está pensando abandonar las Naciones Unidas, múltiples organismos globales y desahuciar definitivamente una gran cantidad de tratados internacionales.

En su cruzada restauradora empuña el arma de la guerra comercial apelando a los aranceles aduaneros, cuyo efecto bumerang ha sido señalado reiteradamente y la amenaza de imponer su voluntad por encima de cualquier oponente, desde comprar a Groenlandia, anexar a Canadá como estado número 51 de la Unión, recuperar por la fuerza el Canal de Panamá “controlado por China” (lo cual es una tremenda mentira), cambiar el nombre del Golfo de México por el de Golfo de América, considerar a los cárteles de la droga como “organizaciones terroristas”, lo cual según las leyes de los Estados Unidos lo facultaría a combatirlas al interior de México y, por supuesto, redoblar las agresiones en contra de Cuba y Venezuela.

Había prometido acabar con la guerra en Ucrania en 24 horas, y pasados dos meses de su llegada a la Casa Blanca sus palabras se desvanecieron en el aire porque Vladimir Putin no está dispuesto a regalarle su victoria militar. Y pese a sus pretensiones supuestamente pacifistas, reducidas al caso de Ucrania, continúa con la política de sus predecesores, tanto republicanos como demócratas, de financiar y convalidar el genocidio que el régimen terrorista israelí está perpetrando en Gaza y ahora en Cisjordania. Hasta ahora Trump y su reducida banda de oligarcas que secuestraron a la democracia en los Estados Unidos y los mediocres integrantes de su gabinete, comenzando por Marco Rubio (a) “el pequeño” –así llamado por Trump en las ríspidas primarias de los Republicanos del año 2016– ha limitado sus ínfulas restauradoras al plano de los gestos y las palabras, o a las iniciativas sin costo como, por ejemplo, abandonar la OMS. Pero en el Campo de Marte de las relaciones internacionales, allí donde chocan múltiples intereses nacionales, es poco o nada lo que ha logrado. Para colmo tiene un frente interno en donde un número creciente de la población, al menos la mitad según una reciente encuesta del 27 de marzo cuyos resultados fueron recogidos por The Economist, ya desaprueba el rumbo que le está imprimiendo a la economía.

Sin embargo, en América Latina y el Caribe debemos estar en guardia porque, como Fidel y el Che advirtieron repetidamente, cuando las cosas no le van bien a los Estados Unidos en otras partes del mundo Washington se repliega sobre su retaguardia estratégica, precisamente América Latina y el Caribe, y no dudaría en desatar una ofensiva política, mediática, de inteligencia y hasta militar para erigir “Gobiernos amigos” y cipayos en la región; y de ser necesario, como en los años setentas, instaurar feroces dictaduras con la misión de preservar el “orden capitalista” en las provincias exteriores del imperio y repeler la presencia de  potencias rivales como China, Rusia, India, Irán y otros países del Sur Global. Eso ocurrió en el pasado y podría volver a ocurrir hoy. No es casual que “el pequeño Marco” haya concentrado su atención en esta parte del mundo. Hasta ahora ha visitado trece países, en su enorme mayoría en lo que eufemísticamente se denomina “Hemisferio Occidental”: Costa Rica, República Dominicana, El Salvador, Guatemala, Guyana, Jamaica, Panamá y Surinam. Visitó también Canadá, que en el marco de la OEA se integra a los países latinoamericanos y caribeños y, ya fuera de la región, Alemania, Israel, Emiratos Árabes Unidos y en dos ocasiones Arabia Saudita, por las conversaciones de paz sobre Ucrania. Pero es obvio que el foco de su atención está sobre nosotros. ¡En guardia!

FuenteGlobetrotter

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El gasto militar español en 2024 fue de 62.126 millones de euros, 1.130 € por habitante, el 3’46 % del PIB. [[[[ Desde el punto de vista humano-lógico y de justicia social y otra vez humano-lógico y de justicia social, ¿no perecería más humano-lógico y de justicia social, gastar todo el dinero que se dedica al sanguinolento y noble oficio de la matancia de unos trabajadores sobre otros en la guerra, OTAN, No. Que No y que NO, en solucionar los problemas de los miles de damnificados en el DANA de Valencia, España; mejorar la asistencia sanitaria, la enseñanza, etc., como ejemplos dentro de los cinco mil ejemplos que se podrían poner dentro de las 400 millones de ejemplos que se podría poner y que el Rey aprendiera un oficio útil a la sociedad con el que poder ganarse la vida honradamente? Y aquí paz y allá gloria]

 



El gasto militar español en 2024 fue de 62.126 millones de euros, 1.130 € por habitante, el 3’46 % del PIB


Grup Antimilitarista Tortuga

KAOSENLARED

3 de abril de 2025 

 

Si se suma el gasto en securitización (control social), nos vamos a 65.501 millones, 1.304 por habitante, el 4’11 del PIB.

Hoy comienza la campaña de la Renta 2024, el momento aprovechado por el estado para aclarar las cuentas con una gran cantidad de contribuyentes. A su vez, y como respuesta, damos inicio a la Campaña de Objeción Fiscal al Gasto Militar.

Con ella pretendemos dejarle claro a la administración que no queremos que se contabilice un solo céntimo de nuestros impuestos en ningún asiento relacionado con la guerra ni ningún otro tipo de violencia o demostración de poder.

Durante el año 2024 —ejercicio sobre el cual se realiza la declaración de la renta— el estado español destinó 1.342 euros por habitante a partidas militares y de control social, muchas veces ocultas en ministerios teóricamente no relacionados con el de Defensa o simplemente no anotadas en los presupuestos. El resultado final son 65.501,19 millones de euros dedicadas a la muerte y el sometimiento de la gente.

Queremos advertir que el dato que ofrecemos no es exacto: es una estimación que se queda corta. El estado miente sobre sus cuentas y oculta el gasto militar. Nos es imposible llegar a todas las partidas y, en la mayoría de los casos, no podemos acceder a la actualización de gastos de final de año; por lo tanto, el dato es aún mayor.

De todos modos, es interesante que observes el pequeño desglose que hemos elaborado sobre el gasto militar de 2024 en el estado español:

https://www.grupotortuga.com/plugins-dist/medias/prive/vignettes/pdf.png

Si quieres conocer con mayor profundidad la realidad del militarismo en nuestro estado, puedes consultar estos dos informes del Grup Antimilitarista Tortuga y Juan Carlos Rois, sin cuyo valioso trabajo no hubieran sido posibles. Estos documentos constituyen la verdadera base de las cifras que hemos expuesto hasta ahora:

https://www.grupotortuga.com/plugins-dist/medias/prive/vignettes/pdf.png

https://www.grupotortuga.com/plugins-dist/medias/prive/vignettes/pdf.png

Los datos son aterradores y la cosa va a peor: es evidente la escala militarista de las sociedades occidentales. Por ello te animamos a que te sumes a la campaña de Objeción Fiscal al gasto Militar.

Si quieres saber más sobre ella, picha aquí:

Campaña de Objeción Fiscal al Gasto Militar

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viernes, 4 de abril de 2025

DIRECTO ÚLTIMA HORA.TRUMP RECIBE BRUTAL ATAQUE COMERCIAL.EUROPA EN PÁNIC...

Encuentran fósiles del espécimen más antiguo del dinosaurio Iguanodon en Teruel [España]

 

 

Encuentran fósiles del espécimen más antiguo del dinosaurio Iguanodon en Teruel

Tercerainformacion / 04.04.2025

La Fundación Conjunto Paleontológico de Teruel-Dinópolis ha descubierto nuevos restos de esta especie de hace unos 125 a 127 millones de años durante una nueva excavación paleontológica en el yacimiento de Cabra de Mora.


Excavación paleontológica en el yacimiento de Cabra de Mora (Teruel) /La Fundación Dinópolis

 

Como resultado de las excavaciones que se están llevando a cabo actualmente en el yacimiento CM-8 de Cabra de Mora (Teruel) por La fundación Conjunto Paleontológico de Teruel-Dinópolis, se han descubierto nuevos fósiles de Iguanodon galvensis

El hallazgo coincide con los 200 años de la primera descripción de este género de dinosaurio que perteneció al Cretácico Inferior, según la datación de los sedimentos de la Formación El Castellar donde estos se encuentran. 

Entre los restos destacan una tibia de grandes dimensiones, varios huesos de la cintura escapular y elementos de la columna vertebral, entre otros.

Estudios previos de algunos fósiles de este yacimiento, ya publicados por este equipo en el año 2022 en la revista Journal of Iberian Geology, permitieron la asignación de algunas vértebras al género Iguanodon; en concreto se relacionaron con Iguanodon galvensis. Por lo tanto, presuponen que los nuevos descubrimientos pertenecen al mismo individuo. 


Fósiles de Iguadonon en Teruel / la Fundación Conjunto Paleontológico de Teruel-Dinópolis

 

Iguanodon es un dinosaurio ornitópodo que se caracterizaba por comer plantas, por presentar un pico córneo, carecer de ‘armadura’ y por poder caminar de forma cuadrúpeda y, en ocasiones, de manera bípeda.

Este género de dinosaurio poseía extremidades fuertes y muy robustas. Una de sus mayores peculiaridades era la de poseer un gran pulgar en la mano, terminado en un cónico y robusto ‘punzón’.

Los nuevos fósiles

Alberto Cobos, paleontólogo y director de la Fundación Dinópolis, destaca que “actualmente hemos descrito fósiles de Iguanodon galvensis en dos formaciones geológicas en la provincia de Teruel: en la Formación Camarillas y en la Formación El Castellar, como este de Cabra de Mora, más antigua geológicamente.

El individuo procedente del yacimiento CM-8 representa al Iguanodon más antiguo conocido en el mundo, ya que, tanto los asignados a Iguanodon bernissartensis en diversos países europeos (incluido España), se sitúan en rocas más ‘modernas’”.

“Profundizar en el conocimiento de este ejemplar de Iguanodon de Cabra de Mora (de unos 10 metros de longitud) es muy importante para conocer mejor a este género icónico de la dinosaurología mundial ¡Qué mejor manera de celebrar los 200 años de Iguanodon que excavando en Teruel el más antiguo de todos los conocidos hasta el momento!”, añade el director.

La excavación forma parte del proyecto denominado Los yacimientos paleontológicos de la provincia de Teruel como factor de desarrollo territorial (IV) y es subvencionado por el Gobierno de España y el Gobierno de Aragón con cargo al Fondo de Inversiones de Teruel (a través del Departamento de Presidencia, Economía y Justicia).

Asimismo, es una de las acciones del Grupo de Investigación FOCONTUR, financiado a través del Gobierno de Aragón y contó también con la financiación del Ministerio de Ciencia, Innovación y Universidades del Gobierno de España a través de la Unidad de Paleontología de Teruel.

Recreación del Iguanodon / Fundación Conjunto Paleontológico de Teruel-Dinópolis

Otros hallazgos arqueológicos

En los entornos de la excavación se han recuperado fósiles de otros dinosaurios ornitópodos, de terópodos (carnívoros) espinosáuridos y saurópodos (herbívoros con cuello y cola largos), así como restos de tortugas, cocodrilos, peces y bivalvos, y coprolitos (heces fosilizadas).

García Cobeña, paleontólogo de la Fundación señala que “en las cercanías del entorno del yacimiento CM-8 se han hallado también restos más fragmentarios de otro individuo que se relaciona con Iguanodon galvensis, con una edad geológica similar”

El mismo experto añade que “la gran cantidad de icnitas (huellas fósiles) de pies y manos que se relacionan con este dinosaurio en estas mismas unidades geológicas en las que se sitúan los yacimientos con huesos. Por eso, la provincia de Teruel en particular y el Maestrazgo en general son el entorno ideal a nivel europeo para conocer mejor las dos especies del género Iguanodon y sus huellas”.

Historia de los hallazgos de Iguanodon

En 1825, el médico inglés Gideon Mantell describió los primeros restos (varios dientes) de Iguanodon. Mantell asignó esos fósiles, procedentes de la región de Sussex (Reino Unido), a un nuevo género de reptil herbívoro al que denominó Iguanodon, por la similitud de los dientes con los de las iguanas.

Durante los 200 años posteriores, hasta llegar a 2025, han sido varias las especies atribuidas a este género, a través del estudio de fósiles procedentes de yacimientos de Europa, Asia y Norteamérica.

Sin embargo, hoy en día y tras numerosas investigaciones, el número de especies incluidas dentro del género Iguanodon se ha reducido drásticamente, hasta solo dos del Cretácico Inferior de Europa: Iguanodon bernissartensis e Iguanodon galvensis.

Los fósiles de la primera especieI. bernissartensis, proceden de numerosos yacimientos del Barremiense—Aptiense (en torno 123 a 120 millones de años). Por el contrario, los de I. galvensis son geológicamente más antiguos y proceden del Hauteriviense superior—Barremiense inferior (127 a 123 millones de años aproximadamente).

Fuente: Fundación Dinópolis

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DIRECTO ÚLTIMA HORA. TRUMP CONTRA EL MUNDO. UCRANIA ACORRALADA. ZELENSKI...

jueves, 3 de abril de 2025

Genocidio: Palestina no tiene derecho a existir

 

Genocidio: Palestina no tiene derecho a existir

 

DIARIO OCTUBRE / abril 1, 2025

 


Marcos Roitman Rosenmann (La Jornada).— Israel, Estados Unidos y Europa Occidental han dictado sentencia. Por razones de limpieza étnica, el pueblo palestino debe ser exterminado. Vaciar Gaza se ha convertido en el sueño de los usurpadores. ¿Cómo hemos llegado hasta aquí? Los invasores han logrado lo imposible, adormecer conciencias e insensibilizar corazones. Mientras, nos inundan con noticas donde lo humano del ser humano se pone en valor. Siempre hay espacio para informar de milagros. Dar a luz en un taxi, en medio de la calle, un autobús. Todo es poco para subrayar el apoyo de viandantes anónimos a la parturienta. Se acumulan actos heroicos. El salvamento de ancianos, mujeres y niños, sorprendidos por la crecida de ríos. Montañeros rescatados por especialistas. Bomberos, policías y ciudadanos auxiliando mascotas. En 2019, la imagen de un koala conmovió al mundo. Una mujer se despojaba de su ropa para apagar la piel ardiente del marsupial, evitando su muerte. Pero ver gazatíes víctimas de bombardeos, médicos asesinados por el ejército israelí, casas de palestinos quemadas por colonos sionistas, niños con la mirada perdida buscando familiares entre ruinas, sin alimentos, acosados en lo que parece ser el mayor campo de concentración de la historia, no provoca indignación, sólo indiferencia. Y lo que es peor, no es noticia.

En su ensayo, La teoría de los sentimientos morales, Adam Smith habló de compasión ante el sufrimiento ajeno: “Por medio de la imaginación nos ponemos en lugar del otro, concebimos estar sufriendo los mismos tormentos, entramos como quien dice en su cuerpo y en cierta medida, nos convertimos en la misma persona […]; del mismo modo, así como simpatizamos con la pena de nuestro prójimo cuando presenciamos su aflicción, también compartimos su aborrecimiento y aversión hacia lo que lo motiva. Nuestro corazón, que prohíja y palpita al unísono con su pena, también se siente animado por ese espíritu con que pugna por alejar o destruir lo que la ha causado”.

Pero el dolor del pueblo palestino, no es un humano sufrimiento. Quienes detentan el poder y toman decisiones, son refractarios al genocidio de gazatíes y cisjordanos. Simpatizan con sus asesinos. Protestas reprimidas en Francia, Gran Bretaña, Alemania o Italia. Banderas palestinas son prohibidas en los estadios de futbol. Rectores de universidades, en Estados Unidos, se destituyen acusados de pro palestinos. Deportistas, gente del arte y la cultura, si manifiestan su rechazo al lobby sionista, son cancelados. Para los gobiernos que mandan o tienen influencia el pueblo palestino es prescindible. Con su actitud condescendiente hacia Israel, el mensaje que envían es uno. Pueden seguir matando hasta vaciar Gaza. Estamos presenciando el primer holocausto del siglo XXI, patrocinado por Occidente en pleno. Si hay dudas, el armamento utilizado contra la población civil palestina es de fabricación estadunidense, alemana, italiana, británica, austriaca, belga, francesa, y española.

El pueblo palestino ha sido condenado. No tiene derecho a su territorio ni a defenderse. Si lo hacen sus pobladores son terroristas. Con la boca chica, Europa pide la paz y el reconocimiento del Estado palestino, y calla ante Donald Trump, cuya solución consiste en desalojar la franja Gaza de los gazatíes. Que renuncien a su historia, a su identidad y acepten ser trasplantados. Mientras, seguirán los bombardeos con drones, misiles y aviones F-35 y F-15 facilitados en 2024 por el gobierno demócrata de Joe Biden.

Ni una sanción al gobierno de Netanyahu. Ni pensar en el bloqueo a las cuentas de los magnates sionistas implicados en la masacre del pueblo palestino. Nada de nada. Mientras desnudan sus vergüenzas, la Unión Europea se rasga las vestiduras. Levanta la voz para reclamar respeto a su aliado Volodymir Zelensky. Así, la presidenta de la Comisión Europea, Úrsula von der Leyen, decide trasladarse a Kiev, con motivo del tercer aniversario del inicio de la guerra, 22 de febrero de 2022. Y allí se planta, acompañada de 24 de sus 27 comisarios y el presidente del Consejo Europeo, Antonio Costa. Von der Layen no tardaría en explicar la presencia de tanto dirigente pacifista en la capital ucrania: acelerar la entrega inmediata de armas y municiones a Ucrania. Y más tarde, en Londres, reunidos jefes de Estado y de gobierno, entre banquetes y salutaciones, reafirmaron su convicción de continuar la guerra. Serán miles de millones de euros los entregados a las fuerzas ucranias, cuyos soldados huyen, desertan y manifiestan su rechazo a ir frente por una causa que no es la suya.

Si de verdad se busca la paz en Medio Oriente, ¿por qué Von der Layen, junto a sus comisarios, jefes de Estado y de gobierno no se desplazan a Palestina y sesionan en Gaza? El mundo occidental tiene la respuesta. Los ucranios son arios, Israel es nuestro aliado, les vendemos armas, y los palestinos ni siquiera son cristianos, judíos o católicos. Herejes, a los cuales hay que exterminar. Sus vidas son irrelevantes y prescindibles.

fuente: https://www.jornada.com.mx/2025/03/31/opinion/018a2pol


Vía:redlatinasinfronteras.wordpress.com

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Aquí lo tienen, el genocida Netanyahu llegando con total impunidad a un país de la U.E

 

Aquí lo tienen, el genocida Netanyahu llegando con total impunidad a un país de la U.E


El Tribunal Penal Internacional, otra farsa cuando de detener y juzgar a genocidas se trata.

 

INSURGENTE.ORG / 03.04.2025  

 

Queremos imaginar si un dirigente de la guerrilla de la resistencia al genocidio sionista, fuese de Hamás, el FPLP o Hezbolá, llegase a un aeropuerto de un país de la U.E. La U.E es lo que es. un tinglado para que la clase dominante campe a sus anchas. Importante recordarlo en estas fechas donde su maquinaria mediática trabaja para generar la ideología «europeísta», para contraponer a Trump (como si no fuera parte de la misma masa capitalista) o a Rusia, sin atender a distingos de clase. Tal y como necesitan los capos y el imperialismo.

En efecto, el primer ministro y asesino de Israel, Benjamin Netanyahu, y su mujer, Sara Netanyahu, han llegado en la madrugada de este jueves a la capital húngara, Budapest, donde se reunirá con su homólogo, Viktor Orbán, desafiando la orden de arresto que el Tribunal Penal Internacional (TPI) dictó en su contra por crímenes de guerra y contra la humanidad en el marco de las investigaciones por la ofensiva militar sobre la Franja de Gaza.

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miércoles, 2 de abril de 2025

BÉLGICA vivió una jornada de Huelga General y lucha contra los recortes sociales para financiar el rearme. [Los verdaderos enemigos de la clase trabajadora española no hay que buscarlos fuera de España ni en ningún rincón del más allá, sino en los dirigentes de las instituciones políticas, incluyendo la monarquía, el Congreso de los Diputados y el Senado, y otras económicas-financieras y de los grandes medios de comunicación. En todas ellas están los verdaderos enemigos de la clase trabajadora y de la sociedad en general]

 

BÉLGICA vivió una jornada de Huelga General y lucha contra los recortes sociales para financiar el rearme


Que cunda el ejemplo.

 

INSURGENTE.ORG 02.04.2025

 

Los trabajadores belgas realizaron una huelga de 24 horas el lunes, afectando a los servicios públicos y paralizando prácticamente todo el transporte.

La huelga, organizada por la Federación General del Trabajo socialista de Bélgica (FGTB-ABVV) y la Confederación de Sindicatos Cristianos, fue en protesta por los masivos recortes presupuestarios propuestos por el gobierno de coalición del país.

Los recortes propuestos de 1.000 millones de euros (800 millones de libras) afectarían las pensiones, los beneficios de desempleo y los servicios públicos.

En Flandes, circulaban menos de la mitad de los autobuses y tranvías. El servicio ferroviario nacional operaba con un servicio mínimo, conforme a la legislación belga.

Se produjeron cierres generalizados de escuelas y se suspendieron los servicios postales y de recogida de basura. También se produjeron interrupciones en los puertos de Amberes y Zeebrugge.

El segundo aeropuerto más grande de Bélgica, Charleroi, canceló todos los vuelos.

Brussels Airlines canceló todos los vuelos de salida y casi todas las llegadas.

La nueva coalición llegó al poder prometiendo mejorar el nivel de vida, pero en lugar de ello aumentó el gasto militar.

Stefano Scibetta, delegado principal de la FGTB-ABVV, dijo: «La gente está harta. Nadie quiere trabajar hasta los 67 años para ganar menos dinero».

En un comunicado, el Partido de los Trabajadores de Bélgica dijo que la coalición estaba “dividida y vacilante” y que “cuanto más apoyemos la huelga, mayores serán nuestras posibilidades de bloquear sus planes de destrucción social”.

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Lucha por el Ártico

 

Es muy probable que el deseo de Trump de anexionarse Groenlandia y Canadá sea una respuesta al proyecto chino de la Ruta de la Seda Ártica, además de apropiarse de los recursos de ambas. Quizá por eso Rusia no ve mal el proyecto estadounidense.


Lucha por el Ártico


Eduardo Luque

El Viejo Topo

2 abril, 2025 



LA LUCHA POR EL ÁRTICO: LA LUCHA POR LOS RECURSOS

Groenlandia es la isla más grande del mundo, con una extensión aproximada de 2.166.086 km². Está situada en el océano Atlántico Norte, entre el Ártico y el Atlántico, y aunque forma parte del Reino de Dinamarca, cuenta con un gobierno autónomo. En las elecciones celebradas el 11 de marzo de 2025, ganaron los “independentistas moderados”.

La colonización de Groenlandia comenzó en el siglo X con la llegada de los vikingos, liderados por Erik el Rojo, quien estableció asentamientos en la costa suroeste. Posteriormente, en el siglo XVIII, Dinamarca consolidó su dominio sobre la isla, convirtiéndola en una parte integral de su territorio.

El interés de Estados Unidos en Groenlandia se remonta a 1867, cuando el presidente Andrew Johnson propuso la compra de la isla tras la adquisición de Alaska a Rusia. La compra de Alaska, realizada el mismo año por 7,2 millones de dólares, se convirtió en una de las mayores adquisiciones territoriales de Estados Unidos. En paralelo, se barajó la posibilidad de adquirir Groenlandia, aunque la propuesta no prosperó. La compra de Alaska había sentado un precedente estratégico en el Atlántico Norte que tendría consecuencias posteriores.

Durante la Segunda Guerra Mundial, en 1941, Estados Unidos estableció bases militares en Groenlandia ante el temor de una posible invasión alemana. Estas bases llegaron a albergar a 15.000 soldados estadounidenses, mientras que la población de la isla no superaba los 25.000 habitantes, lo que transformó radicalmente la dinámica social y demográfica del lugar. Finalizada la guerra, el presidente Harry Truman ofreció en 1946 comprar la isla por 100 millones de dólares en oro, pero Dinamarca rechazó la propuesta, argumentando que la isla era parte integral de su territorio. No obstante, la presencia militar estadounidense continuó consolidándose. En 1956, como resultado de un tratado bilateral, se estableció la base aérea Pituffik, anteriormente denominada Thule. Esta base sigue siendo la instalación militar más septentrional de las Fuerzas Armadas de Estados Unidos, ubicada aproximadamente a 1.200 km al norte del Círculo Polar Ártico y a unos 1.500 km del Polo Norte.

La explotación comercial y militar de la zona ártica impone enormes retos. Era una de las zonas vírgenes del planeta y ahora se verá sometida a una enorme presión tanto económica como militar para explotar sus recursos. En 1968 ocurrió un grave accidente en la base de Thule, cuando dos bombarderos estadounidenses chocaron mientras transportaban cuatro bombas de hidrógeno. Aunque tres de ellas fueron recuperadas, una nunca fue localizada, contaminando amplias zonas con material radiactivo. Este desastre puso en evidencia los riesgos de la militarización del Ártico y el desprecio de Estados Unidos hacia la soberanía danesa (el gobierno danés ignoraba el tránsito de ese armamento por su territorio) y la seguridad ambiental de la región.

En 2019, el expresidente Donald Trump sorprendió al mundo al manifestar su interés en comprar Groenlandia, calificándolo como una “gran transacción inmobiliaria”. Aunque la propuesta fue recibida con escepticismo y burlas a nivel internacional, en realidad respondía a una estrategia cuidadosamente planificada por el Pentágono. En 2018, el Departamento de Defensa de Estados Unidos delineó la estrategia conocida como Icebreaker Collaboration Effort (ICE), que finalmente se concretó en 2024 como un acuerdo tripartito entre Estados Unidos, Canadá y Finlandia. El objetivo del ICE es desarrollar y construir rompehielos para facilitar las operaciones en el Ártico, reforzando la capacidad estadounidense para proyectar poder en la región.

Trump entendió que asegurar Groenlandia significaría consolidar el acceso al Ártico, ya que, a través de Alaska, Estados Unidos ya posee aproximadamente el 10% del acceso a la región. Si adquiriera Groenlandia, sumaría otro 20%, y si lograra incluir a Canadá como aliado estratégico o incluso como un estado federado, añadiría un 15% adicional. Así, el dominio estadounidense alcanzaría el 45% del Ártico, frente al 50% de Rusia y el 4% de Noruega. Aunque la propuesta de comprar Groenlandia pueda parecer extravagante o descabellada, en realidad responde a una lógica geopolítica pragmática: garantizar el control sobre una región que será fundamental en el futuro cercano debido al deshielo y al potencial económico y militar que representa.

La estrategia de Trump de adquirir Groenlandia debe entenderse en el contexto de un mundo cada vez más multipolar, donde el equilibrio de poder está en constante cambio. El interés estadounidense por la región refleja el deseo de contrarrestar la influencia de Rusia y China, que están desplegando importantes inversiones en infraestructuras y desarrollando flotas de rompehielos para asegurar sus propios intereses en el Ártico. China, en particular, está impulsando la llamada Ruta de la Seda Ártica, que permitiría reducir en un 40% los costos de transporte entre Asia y Europa en comparación con la ruta tradicional a través del Canal de Suez. Esto supondría una ventaja comercial estratégica para Pekín, pero también un riesgo geopolítico si Estados Unidos lograra controlar las rutas del norte.

Las autoridades chinas saben de sobra que su gran talón de Aquiles es el estrecho de Malaca, por donde transita el 25% del comercio mundial y a través del cual China importa energía y exporta sus productos al resto del mundo. Rusia, en paralelo al desarrollo de su flota de rompehielos, cuenta con unos 40 (7 de los cuales son atómicos). Moscú está revitalizando antiguas bases soviéticas, creando nuevas instalaciones militares y desarrollando flotas de submarinos nucleares, consciente de que el Ártico se ha convertido en la frontera estratégica más corta entre América del Norte y Rusia.

La situación en el Ártico pone de manifiesto que la política internacional de Estados Unidos no se basa en ideales ni en alianzas permanentes, sino en la defensa de intereses estratégicos. Es una lección que la UE aún no ha aprendido. Estados Unidos hace suya la frase del primer ministro inglés Lord Palmerston, quien decía: “Inglaterra no tiene amigos permanentes ni enemigos permanentes, solo intereses permanentes”.

El enfoque unilateral de Estados Unidos refleja una clara intención de asegurar su dominio en una región que, en pocas décadas, podría convertirse en el eje de las rutas comerciales globales y una de las mayores fuentes de recursos naturales. Las acciones de Trump, aunque polémicas y muchas veces presentadas de manera extravagante, responden a una lógica geopolítica anticipatoria. Por otro lado, el sometimiento de Europa a los intereses estadounidenses en el contexto ártico ha dejado en evidencia la debilidad de las instituciones europeas para defender la soberanía de sus estados miembros.

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martes, 1 de abril de 2025

Ofensiva Hacia Dnipro y En Jarkov y Donetsk.Enjambre de Drones!Preparaci...

¡Ya salió el Topo de marzo! La Guerra civil del occidente colectivo (artículo en abierto)

 

Artículos de Manolo Monereo, Armando Fernández Steinko, Carlo Formenti, Higinio Polo, Miguel Candel y Javier Enríquez Román. Entrevista de Salvador López Arnal a Carlos Tuya.


¡Ya salió el Topo de marzo! La Guerra civil del occidente colectivo (artículo en abierto)


Manolo Monereo

El Viejo Topo

1 abril, 2025 



Artículo en abierto de la Revista El Viejo Topo, nº447, de abril de 2025

Además, en la revista de este mes: primera parte de «Anatomía de la izquierda gentrificada» por Armando Fernández Steinko.  «El carnicero de Riga es un héroe letón» por Higinio Polo; Carlos Formenti continúa su recorrido sobre las luchas africanas contra el Imperialismo a través de la figura de Amílcar Cabral; Entrevista de Salvador López Arnal a Carlos Tuya.; «El futuro es siempre oscuro» de Miguel Candel. Y en CINE, David Lynch El otro lado del espejo por Javier Enríquez Román.


 

La guerra civil del Occidente Colectivo

por Manolo Monereo



La occidentalización del mundo, la otra cara de la globalización neoliberal, ha fracasado. Tanto más traumático será el declive histórico de Occidente cuanto más se nieguen sus líderes a reconocer la inevitabilidad del futuro mundo multipolar. 

“El poder es esencialmente jerárquico y conflictivo, y su disputa implica una competencia permanente por más poder y por la conquista y control monopolístico de las condiciones más favorables para la expansión de ese poder”

José Luis Fiori, 2024 

Los hechos en sí poco dicen si no se tiene un marco teórico que los interpreten y les den sentido. Esto es así siempre; ahora mucho más. ¿Por qué? Porque la historia real evoluciona a saltos, con quiebres, con rupturas. Hay periodos de normalidad, es decir, de sucesión de acontecimientos en un espacio-tiempo homogéneo, estandarizado, previsible. Hay también periodos de fracturas, de discontinuidades radicales.

Su característica básica: la excepción se convierte en “normalidad” y el tiempo se acelera. Cada mañana desayunamos con algo nuevo, los acontecimientos se suceden vertiginosamente; nos asombran, nos inquietan, no lo entendemos. Atisbamos el peligro y nos quedamos sin referentes. Los actores estatales, los grandes operadores financieros y empresariales, los formadores de opinión suelen interpretar estas fases históricas como periodos de caos, de desorden, de incertidumbre. Son épocas de crisis y se viven como tales.

La cita de Gramsci parece obligada, por mucho que le pese a Adam Tooze: “La crisis consiste precisamente en el hecho de que lo viejo muere y lo nuevo no puede nacer: en este interregno se dan los más diversos fenómenos morbosos”.  Ahora bien, hay que tener cuidado. El viejo sardo la formula relacionándola con “la crisis de autoridad”, cuando “la clase dominante ha perdido el consenso, esto es, si ya no es “dirigente” sino solo “dominante”, detentadora de pura fuerza de coerción, esto significa simplemente que las grandes masas se han separado de las ideologías tradicionales, ya no creen en lo que creían antes, etc.”. Después, solo después, viene la cita tan repetida en estos días, que, es bueno recordarlo, se relaciona inmediatamente con la “cuestión de los jóvenes”. Yo la voy a emplear en este sentido más general y en otro más restringido relacionado con la crisis de hegemonía en las relaciones (de poder) internacionales.

Conviene no dejarse confundir desde el principio.  No, no es verdad que ahora se esté poniendo fin al orden internacional instaurado después de la Segunda Guerra Mundial. Eso terminó con la desintegración / derrota de la Unión Soviética y la disolución del Pacto de Varsovia. Lo que ahora se pone fin es al Orden Internacional proclamado e impuesto por los EEUU desde, al menos, 1991. Lo que se quiere esconder es que ese orden institucionalizaba una determinada correlación de fuerzas (de dominio y control) bajo hegemonía unipolar norteamericana basada en unas “normas” singulares; definidas, interpretadas y aplicadas por el “soberano” victorioso sobre el “imperio del mal”. El “momento” unipolar implicaba subordinar el Derecho Internacional a los intereses de los EEUU, poner a su servicio las instituciones internacionales y arrogarse el (único) poder para hacer y declarar la guerra.

Hagamos memoria, porque se dijo y se ha repetido muchas veces: con el Consejo de Seguridad de las NNUU cuando es posible; sin él, cuando el Presidente de los EEUU lo considera necesario. ¿Damos ejemplos? Somalia, Afganistán, Irak, Libia, Siria, Yemen…. intervenciones militares sin el apoyo del Consejo. Con su “Orden” y con sus “normas” siempre se han dado a sí mismos el derecho y la legitimidad para sancionar, criminalizar e intervenir militarmente cuando sus intereses se ponen en peligro. El presidente Carter dijo que su país era el más belicoso de la historia. No se equivocaba. 

El “Orden Internacional basado en normas”, impulsó nuevas relaciones de poder, nuevas alianzas entre países y reajustó con mano firme el sistema-mundo capitalista. En su centro, el Occidente colectivo. Su proyecto: la globalización neoliberal/la occidentalización del mundo. Hay que precisar. Este “Occidente” no es el Occidente realmente existente en su sustancial pluralidad y en su radical diversidad, es una construcción político-cultural hegemonizada por los EEUU, con el Reino Unido como secundario de lujo. Las clases dirigentes anglosajonas se han considerado a sí mismas como el verdadero Occidente; los salvadores de una Europa decadente, hipotecada por un pasado glorioso y sin voluntad de poder. Sus esperanzas siempre estuvieron con la “otra” Europa, la del Este, la anticomunista y anti rusa.

Desde el primer momento, la Administración norteamericana fue consciente de que, en el nuevo orden que estaba construyendo, la condición previa para mantener amarrada, bien sujeta a Europa era integrar a estos países en la OTAN y en la Unión Europea; con ellos difícilmente habría autonomía estratégica real, tampoco sería posible una Europa políticamente independiente y, algo fundamental, no habría un espacio económico-social regulado capaz de oponerse a las políticas (neo)liberales que organizaban el “nuevo siglo americano”. La Europa del euro no fue, como se dijo hasta la saciedad en ese momento, la alternativa al poder del dólar sino la garantía de que este no sería cuestionado, que los grandes conglomerados financieros e industriales norteamericanos seguirían gozando de los privilegios que habían tenido hasta el presente. 

No es este el lugar para dar cuenta de lo que fue y ha sido la globalización neoliberal. Basta decir que fue una ideología, un proyecto político y una realidad objetiva. Lo fundamental es que pretendió –y en gran medida consiguió– liberar al capital de los controles políticos y sociales que, durante más de treinta años, lo embridaron, fundamentalmente al capital financiero. Los Estados nacionales se convirtieron en el enemigo a batir; su desmontaje fue la gran tarea del momento. Se desconectó la “cuestión social” de la “cuestión democrática” y las políticas liberales se convirtieron en obligatorias. La globalización, se repitió una y mil veces, era deseable e inevitable y la convirtieron en el único horizonte de lo posible. La izquierda y la derecha se hicieron neoliberales y el keynesianismo pasó a ser una doctrina obsoleta y hasta peligrosa.  Todo lo demás era autarquía y nacionalismo. La Unión Europea, hay que insistir, fue el dispositivo estratégico para imponer la globalización en un espacio político definido por conflicto social y político, por un movimiento obrero que había acumulado experiencia sindical y poder contractual y por una izquierda, en su versión socialdemócrata o en su versión comunista, comprometida con los derechos sociales, el Estado de bienestar y, sobre todo, con el pleno empleo.

En todas partes la globalización transformó las relaciones de poder entre las naciones y las clases, impuso una nueva división del trabajo y formas flexibles de gestión de la fuerza laboral, propició la descentralización productiva y debilitó enormemente el poder contractual de los sindicatos, allí donde tenían peso e influencia; es decir, en las economías centrales. Dicho de otra forma, la globalización generó coaliciones de ganadores y perdedores tanto social como territorialmente; las desigualdades sociales se incrementaron y las viejas identidades de las clases subalternas se fueron disolviendo en un espacio público cada vez más colonizado por un individualismo que se hizo de masas, por el descrédito del socialismo (en cualquiera de sus acepciones) y rechazo de la política como instrumento de transformación social. 

La otra cara de la globalización fue lo que Alexandr Zinoviev llamó la “occidentalización” del mundo. Se trata de un concepto complejo y no exento de contradicciones. El conocido filosofo e intelectual ruso-soviético lo definió como “la tendencia de Occidente a hacer que los demás países se parezcan a él en estructura social, economía, ideología, psicología y cultura”. Se trata en todas partes de construir sociedades e instituciones que reproduzcan el tipo de capitalismo y los marcos jurídicos-políticos que los anglosajones consideran obligatorios y universales. Zinoviev va perfilando los rasgos del occidentalismo: totalitarismo monetario, tipo de capitalismo que se postula, la supra economía (el poder global de los EEUU), la democracia colonial, etc. Lo fundamental:

“El fin de la occidentalización es situar a los otros países en su esfera de influencia, poder y explotación, y no como socios paritarios con las mismas oportunidades, lo cual sería imposible dada la desigualdad efectiva de fuerzas, sino con el papel que Occidente considere para sus fines”. Sin olvidar un elemento clave: “Occidente tiene poder suficiente para impedir que aparezcan países de tipo occidental independientes que representen una amenaza para su dominio de la parte del planeta conquistada y sus aspiraciones de dominio de todo el planeta”.

Todo esto terminó con la crisis financiera internacional de 2008. Pocos la previeron y menos aún sacarán las consecuencias geopolíticas de un acontecimiento histórico que ponía fin al “corto” dominio unipolar de EEUU. Lo que se anunciaba como el nuevo siglo americano duró apenas 20 años, y hoy, lo que queda, se va (dramáticamente) disolviendo entre las amenazas de un conflicto nuclear y las esperanzas de un mundo multipolar que inaugure una nueva etapa que ponga fin a la larga hegemonía de Occidente y reconozca, de una vez por todas, la pluralidad civilizatoria, económica y de poder de un mundo que considera llegado el momento de autogobernarse. Lo dicho, comenzó un interregno que ponía en cuestión los fundamentos de un orden impuesto y se iniciaba una transición que aceleradamente lo estaba cambiando todo.

La gran potencia norteamericana en declive tenía dos grandes opciones: reconocer los cambios que se estaban produciendo en las relaciones internacionales para intentar gobernarlos, dirigirlos, y sacar partido de su predominio relativo, o enfrentarse a ellos con el único poder real y efectivo donde seguía teniendo superioridad, a saber, el político-militar. Al final, estas dos opciones han terminado por cristalizar en dos coaliciones que han dividido duradera y radicalmente a la clase política norteamericana y está llevando a una guerra civil al Occidente colectivo, es decir, a las provincias del imperio: Unión Europea, Reino Unido y su más directa Commonwealth (Canadá, Australia y Nueva Zelanda), Japón y Corea del Sur. Lo que representan Donald Trump y Joe Biden tiene mucho que ver con estos dilemas que estamos viviendo en vivo y en directo.

Las clases dirigentes norteamericanas han tenido como uno de sus referentes ideales a Grecia y a Roma. El patriciado, los dueños del país, se sintieron y se siguen sintiendo, en gran medida, herederos de la cultura clásica y se han imaginado a si mismos como continuadores de un modo de organizar el mundo y la política a la altura de ese ejemplo histórico. El imperio que han ido construyendo se ha basado en una sofisticada combinación de poder duro, poder blando y de poder estructural que les permitió diseñar instituciones y reglas internacionales que siempre le benefician. La clave ha sido siempre la cooptación de las élites económicas, políticas, culturales y militares. Ha sido un trabajo ingente, sistemático y a largo plazo. Hegemonía político-cultural, control y dominio político-militar y la protección de las clases económicamente dominantes de los protectorados, se han ido dosificado según cada coyuntura histórica, posibilitado por el consenso sólido, férreo de una clase política bipartidista unida en lo fundamental: perpetuar unas relaciones de poder que le son ampliamente favorables.

Brzezinski, siempre lúcido y claro, destacaba que el sistema de poder global estadounidense –por factores domésticos– ponía el acento en la técnica de cooptación basada “en el ejercicio indirecto de la influencia sobre élites extranjeras dependientes, mientras que obtiene grandes beneficios a través del atractivo que ejercen sus principios democráticos y sus instituciones. Todo lo anterior se refuerza con el impacto masivo pero intangible de la dominación estadounidense sobre las comunicaciones globales, las diversiones populares y la cultura de masas, y por la influencia potencialmente muy tangible de la tecnología punta estadounidense y de su alcance militar global”. Más claro no se puede decir. 

La globalización neoliberal capitalista ha estado repleta de paradojas; rápidamente generó fuerzas que no fue capaz de controlar. Ha propiciado la integración de China en el mercado mundial desde una posición cada vez más autónoma; ha permitido, a pesar de las sanciones y de los intentos permanentes de desestabilización, que Rusia reconstruyera su Estado-civilización; ha (norte)americanizado fuertemente la vida pública europea, haciéndola más dependiente y subalterna de los intereses de Estados Unidos y, lo más significativo, ha puesto en crisis al Estado-Nación que la impulsó y la convirtió en la plataforma estratégica de nuevas relaciones  de dominio y control. Donald Trump es efecto y no causa de esta crisis. Quien no parta de aquí, difícilmente entenderá el conflicto que asola al Occidente colectivo.

Como en el viejo imperio romano, los conflictos, las guerras civiles se trasladan del centro a las provincias, a las colonias. Las clases dirigentes de los Estados europeos, las élites que dirigen la UE y las estructuras de poder relacionadas directa o indirectamente con la OTAN se sienten parte, son actores conscientes al servicio de un proyecto (El Orden Internacional basado en normas) que representaba, hasta ahora, los intereses estratégicos de los EEUU. Jan Krikke (editor jefe de Asia Times) lo explica bien:

“Hace unos 30 años, la mayoría de los países europeos, influenciados por la ola neoliberal en Estados Unidos, eligieron una serie de líderes políticos de mentalidad atlantista que estaban de acuerdo con las políticas neoliberales estadounidenses.

Los sucesivos gobiernos estadounidenses, incluidos Bush, Clinton, Obama apoyaron la expansión de la OTAN. El pretexto fue la expansión de la democracia y la libertad, lo que ocultó las razones geopolíticas y económicas que se remontan a la era colonial”.  

La clave: la fuerte conexión entre globalismo, políticas neoliberales y la UE. Las clases dirigentes europeas se han formado en esta cultura política, han sido seleccionadas, organizadas, apoyadas para defender este proyecto global, para representarlo ante sus poblaciones y, sobre todo, para impedir, cueste lo que cueste, que puedan surgir proyectos alternativos que lo cuestionen. Son élites desnacionalizadas, sin vínculos de pertenencia con sus comunidades, intercambiables entre sí y cada vez más homogéneas políticamente. Las consecuencias de estas políticas son cada vez más evidentes: desigualdad, involución social, inseguridad cultural, degradación de la democracia y el giro a la derecha de todo el mapa político. Y más allá, la puesta en cuestión de la Unión Europea del euro. 

El retorno de Trump debería haber hecho pensar a los que mandan en esta provincia del imperio. No lo parece. El nuevo presidente no la ha tenido fácil: procesos, campañas, intentos de asesinatos a la americana. Las élites europeas han jugado a fondo la partida y se han posicionado claramente en favor de la coalición política, empresarial y mediática que ha defendido Kamala Harris. Los republicanos son el mal absoluto, la dictadura, la mentira y la degradación de la vida democrática. Los demócratas, los defensores de las libertades, el feminismo, los derechos de los inmigrantes y, sobre todo, de la continuidad de la guerra contra Rusia. Ganó Trump y nuestros gobernantes se encuentran ante una coyuntura dramática: su país-guía, su referente político, la gran “Nación imprescindible” del mundo, cambia de posición y pone en cuestión todo lo defendido y realizado por ellos durante más de 30 años. No es poco. La crisis siempre desvela lo que la normalidad oculta; al menos, sitúa a cada uno en su sitio y nos dicen quién manda verdaderamente y quien está obligado a obedecer.

Lo que más asombra es que nuestros gobernantes no fueran conscientes de lo que estaba pasando en la sociedad norteamericana. El primer mandato de Trump debería de haber servido de advertencia. No fue así. Era tal su fe, su creencia, largamente interiorizada, en la superioridad indiscutida e indiscutible de los EEUU que no fueron capaces de entender que este país entraba en un periodo de crisis, de conflictos sociales y culturales, de guerras civiles más o menos larvadas. Biden no es la democracia; Trump no es el fascismo. El asunto es más complejo. Si observamos con perspectiva el genocidio palestino y el comportamiento de las instituciones euroamericanas, nos daremos cuenta que el Estado de Israel es su vanguardia armada; Netanyahu tiene “licencia” para masacrar poblaciones e intervenir militarmente cuando sienta sus intereses amenazados (actualmente: Líbano, Siria, Irak, Irán, Yemen). A Von der Leyen, a la señora Kaja Kallas, a Napoleón 3º Macron, a Scholz, a nuestro cariacontecido Pedro Sánchez, no se lo ocurren imponerle sanciones económicas, comerciales, militares; ni mucho menos exigir una condena clara y efectiva en el Consejo de Seguridad por sus continuas violaciones del derecho internacional, o propiciar una coalición internacional para mandar tropas para proteger a los palestinos.

¿Cuánto duraría Netanyahu sin el apoyo de los EEUU, de las UE, de la OTAN? Días, semanas; no mucho más. Estas políticas nada tuvieron que ver con motivaciones éticas, defensa de supuestos valores europeos; con la promoción de los derechos humanos, de la democracia o del respeto a la soberanía de Estados y pueblos. Esto va de políticas de poder, con la defensa de intereses económicos de los grandes monopolios financieros-empresariales, con prioridades geopolíticas en un momento, nunca se debe olvidar, en que el mundo está cambiando de base. Nuestras élites gobernantes lo saben y nos manipulan conscientemente.

Biden / Trump expresaban dos coaliciones sociales, dos “lecturas” y dos estrategias de respuesta a la crisis de los EEUU. Una tiene un nombre consolidado: imperialistas liberales o liberal-imperialistas; la otra está por definir, yo los denominaría nacional-conservadores imperialistas o conservadores-imperialistas. El marco analítico, el programa y la estrategia del nuevo Presidente van desgranándose entre amenazas, rectificaciones y marchas atrás. Es su peculiar estilo de hacer política. La percepción del nuevo equipo es que heredan un país en crisis, desindustrializado, socialmente roto, fiscalmente en bancarrota y sin proyecto. La globalización, las políticas impulsadas por la clase política bipartidista, han puesto de manifiesto una contradicción cada vez más aguda entre el Estado Nacional norteamericano y su política imperial; dicho de otra forma, las políticas internacionales de las diversas administraciones, han terminado por arruinar económica, política y moralmente a la sociedad americana. Y algo más importante, defender el orden unipolar y sus normas es inútil: el mundo multipolar es irreversible, ahora se trata de gobernarlo, mejor dicho, de guiar el interregno desde la posición de predominio que aún siguen teniendo y que saben que no durará.

Continuará.

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