Elecciones
28-A 2019
Resultados,
tendencias y perspectivas políticas
Ernesto M. Díaz
viento sur
30.04.2019
Los
resultados de las pasadas elecciones andaluzas dejaron a todos y todas con el
aliento contenido y la sangre helada. Indicaban una tendencia que si se
confirmaba al alza auguraba pronósticos solo comparables a las peores
previsiones del final de “Juego de Tronos”. Pero en contra de lo que se
esperaba, los resultados no han sido un total desastre. El tablero se ha movido
lo justo para dejar unos resultados que permiten soñar con un horizonte que no
está marcado por un tsunami neoliberal radical, sino por una situación de pausa
relativa del panorama político. Y esto es de agradecer cuando las posibilidades
de una ofensiva para ganar derechos son reducidas.
Pero los
peligros acechan en potencia. Si el gobierno que se forme no da salida a la
crisis del conflicto nacional-territorial así como de los problemas sociales
que vivimos, si el gobierno que se forme no da pasos decididos para tratar los
problemas de forma radical (desde la raíz del problema), corremos el peligro de
una redoblada radicalización derechista que podría arrasar en el medio plazo.
Campaña y
resultados
Los
resultados generales arrojan datos importantes: 1, se ha puesto freno
(¿temporal?) a una lepenización de gran parte de la sociedad; 2, el conflicto
nacional-territorial sigue marcando la agenda; 3 los números no permiten un
cambio claro de la situación.
PP: entre la
recuperación económica mariana y el giro ultrare
accionario
El valor
seguro pretendía ser un lema continuista con el discurso de la recuperación
económica de Rajoy. Las permanentes falsedades sobre las bondades de la
generación de empleo en la era Rajoy entroncaban con la utopía marianista
de la recuperación económica. Este era uno de los centros de campañadel PP de
Casado.
Pero Casado
no se ha reducido a la continuidad de su sucesor. No podía. Ha radicalizado el
programa, el discurso, el tono y las formas a sabiendas de que había una
disputa por el espacio más a la derecha con Cs y Vox. Pero está por ver si esta
radicalización no es uno de los elementos que ha hecho que la abstención haya
crecido entre un electorado que se caracteriza por su avanzada edad. Este
sector electoral era el verdadero valor seguro del PP y es más que
probable que se haya visto abrumado por el giro radical.
Por último,
el giro tampoco convencía a los sectores verdaderamente ultras de votantes
populares, que ven en Vox una fuerza en auge con valores más patriotas que los
del PP, que no tiene un pasado tan marcado por la corrupción y que además gana
votos de la abstención por despertar una verdadera ilusión patriotista.
Todos estos
elementos han hecho que la fuga de voto a Cs y Vox haya sido grande y que el
partido haya cosechado uno de los peores resultados nunca obtenidos. El voto
útilde derecha que invocaba Casado puede volverse en su contra: con tanta
bajada de votos pueden situarse dentro de un tiempo por debajo de Cs.
No está del
todo claro cuál es la salida del PP de su actual situación. Pero es más que
posible que sin una hoja de ruta clara para reorientar estratégicamente el
partido y sus perspectivas tengamos en los próximos meses más casos como el del
salto de Ángel Garrido del PP a Cs. Y lo más probable es que los primeros
saltos se den de forma oportunista en aquellos municipios y regiones donde se
ha confirmado el sorpasso de derechas que previsiblemente puede
repetirse en las próximas elecciones.
Cs: disputa
a Vox como tarea central
La fuerza de
Rivera suma en torno a un millón de votos desde las últimas elecciones
generales, pero no suma tanto como sumó en Andalucía ni tanto como se
esperaban.
Al igual que
el PP, Cs se ha visto fuertemente condicionado por la irrupción de Vox y las
perspectivas de auge que se encontraban claramente hinchadas. Un contrincante a
la derecha con una tendencia que se esperaba claramente en auge y disputando su
electorado solo podía saldarse con un recrudecimiento aún mayor de la política
de Rivera.
Y salvó la
papeleta bastante bien a costa de fijar el debate justo donde lo hacía Vox y a
costa de exagerar tremendamente el gesto. Así ha evitado que una parte de su
potencial electorado fuera a Vox. Pero también ha ganado una parte del
electorado que se fugaba del PP pero que ve de momento el discurso de Abascal
como una posición excesivamente radical.
El tiempo
parece ir a favor de Cs. Si continúa con esa combinación de elementos, si el PP
no consigue reorientarse y si el PSOE no avanza en derechos, es probable que
siga subiendo y desbanque al PP como segunda fuerza en meses.
Si el tiempo
va a su favor, lo lógico para ellos es dejar que pase tranquilamente sin
comprometerse en ningún tipo de gobierno con el PSOE. Rivera parece tener esto
claro y lo ha marcado como seña de identidad en campaña. Hay una mínima
posibilidad de que se deje llevar por las tentaciones gobernistas pero solo
sería justificable afirmando que “si no es conmigo será con los
independentistas. Así que mejor conmigo que frenaré al separatismo desde
dentro”. Pero es casi descartable.
Vox: freno
inesperado, agua de mayo
La gran
noticia de los resultados electorales fueron los resultados de Vox. A lo largo
de la campaña y de la jornada electoral crecían las especulaciones sobre una
subida sin techo seguro de Vox, amenazando con superar a UP.
Por lo
tanto, una irrupción con el mismo porcentaje que el obtenido en las elecciones
andaluzas (en torno al 10%) en un contexto de previsión de un adelanto a UP no
es mal dato. Permite respirar algo más tranquilos aunque los peligros sean obvios.
Sin embargo,
esto no deja de ser consuelo de tontos. Detrás de los números se esconde una
verdad muy oscura. Un porcentaje de ese electorado es claramente obrero. Es
posible que no sea el componente mayoritario, pero hubo voto obrero en barrios
claramente habitados por clase trabajadora.
Es un sector
que políticamente no se ha reconocido nunca en ningún partido y que solo cree
que una opción autoritaria puede cambiar una situación social tremendamente
difícil. O que se ha sentido tan decepcionado por el PSOE que no cree que
sociológicamente tenga que haber una relación necesaria entre el trabajador y
la izquierda.
A diferencia
de Cs, el tiempo no tiene por qué correr a favor de Vox. Cs puede hacer de
tapón al crecimiento de Vox, aunque solo a costa de que el propio Cs se vuelva
en la práctica un poco Vox. Esto es lo que Cs ha intentado y lo que
previsiblemente hará.
De afirmarse
lo contrario, un acuerdo de Rivera con el PSOE colocaría a Cs en el terreno de
la “derechita cobarde” que invocaba Abascal.Este puede ser terreno para un
crecimiento paulatino del voto a Vox. En todo caso, su futuro inmediato no
parece depender completamente de él sino de lo que pueda hacer Cs.
PSOE: entre
la ilusión sanchista y el voto útil
La ilusión
por el sanchismo y el voto útil al PSOE para frenar al auge de las derechas se
han conjurado para arrojar más de 7 millones de votos y 123 escaños.
Los
resultados no se explican únicamente por la configuración del voto útil frente
a las derechas. La recuperación de dos millones de votos desde el 2016 solo es
explicable por ese fenómeno de reilusión artificial del voto socialista
con la victoria de Pedro Sánchez. Esta reilusión ha canalizado una parte del
voto que iba dirigido a Unidas Podemos por la vía del miedo al tridente de
derechas.
Sánchez
cabalga sobre una épica muy atractiva y que viene ya de lejos: fue capaz de
superar el sabotaje de sus barones, anunciar un giro a la izquierda (aunque
solo a nivel discursivo) del partido, defenestrar a Rajoy y poner una pausa
(que no solución) al conflicto nacional-territorial. Hoy esa épica se refuerza
con la victoria electoral y puede fidelizar al voto socialista durante un buen
tiempo.
Sin embargo,
aunque atractiva, la épica del giro a la izquierda del sanchismo es una épica
hueca. En cierto sentido, este giro a la izquierda se puede comparar con la
existencia de Dios: muchos creen en él y aunque no se puede descartar
completamente su existencia, nadie lo ha visto manifestarse con claridad en los
hechos.
Esta misma
mezcla de reilusión y voto útil es lo que explica una removilización del voto
socialista que es patente en sitios como en Andalucía, donde una parte de los
socialistas que se habían abstenido en las elecciones andaluzas han preferido
volver a votar al PSOE. Este dato andaluz no es anecdótico. Representa casi
medio millón de votos, un cuarto del total de la subida del PSOE en estas
elecciones generales se produce en Andalucía donde ya hay algo de recorrido del
trifachito.
El sanchismo
cuenta, sin embargo, con un problema central. En el contexto en el que nos
encontramos no tiene espacio para el inmovilismo. El voto socialista es un voto
que exige recuperación de derechos y una salida a las exigencias de las
naciones sin estado. Si Sánchez no está a la altura de ambas, el fenómeno de
reilusión puede volverse en su contra y traducirse en un hundimiento del PSOE
en el medio plazo que volvería a situar a las derechas reforzadas en el centro
del escenario.
El PSOE ya
ha anunciado que intentará gobernar en solitario. Sánchez es preso de la
ilusión que él mismo ha generado: le gustaría llegar a un pacto con Rivera que
le diera estabilidad simbolizado por su “ningún cordón sanitario va a resistir
las ganas de avanzar”. Pero el giro a la izquierda que el mismo ha construido
para ganar legitimidad le limita esta posibilidad. Los mismos electores se lo
dejaron claro la noche electoral con ese canto de “Con Rivera no”.
Igualmente
quiere evitar el gobierno con UP para no compartir gobierno de lo que pueda
suceder en el futuro inmediato. Buscará apoyos de investidura y tendrá que
surfear en un mar de difíciles acuerdos puntuales con varias opciones políticas
según el momento y el objetivo.
Unidas
Podemos: resistencia sin perspectiva
La bajada de
en torno a un 1.300.000 votos ha sido bien recibida por aquellos que
esperábamos una caída de más de dos. Pero la escapada de votos de Unidas
Podemos al PSOE y una parte a la abstención obligan a pensar seriamente el
futuro de esta organización.
Es evidente
que una parte del discurso de Iglesias en campaña era cierto: la campaña contra
Podemos organizada por las “cloacas del Estado” ha pasado factura. No debería
de haber duda sobre el impacto negativo de esta campaña orquestada por las
clases dominantes del país.
Ahora bien, dicha
campaña se podría haber resistido en muchas mejores condiciones si el proyecto
no se hubiera movido tanto desde el punto inicial del que partía, si no hubiera
ahogado los procesos democráticos de base y si hubiera aprendido a convivir con
distintas tendencias en su seno en vez de intentar aplastarlas: en definitiva,
si no hubiera cambiado un proyecto de reformas estructurales avanzadas por
primar un entendimiento con el PSOE gestionado por un aparato burocrático con
intereses propios.
Por otro
lado, hemos vivido una campaña con dos cabezas irreconciliables en el seno de
UP. De una parte, un programa interesante que ponía en el centro la Banca
Pública, el Banco de Inversiones para iniciar la transición ecológica, frenar
la subida de alquileres con limitaciones impuestas por los municipios, ligar
las pensiones al IPC… De otra parte, un apego mostrado al PSOE y a la
Constitución que marcan límites estratégicos claramente irreconciliables con el
programa antes enunciado.
Y esta es la
clave de bóveda de UP: o prioriza su programa o prioriza las alianzas con el
PSOE. En la aceptación de alguna de las dos renunciará a la contraria: o acepta
luchar por unas reformas estructurales que son inasumibles para un PSOE que
solo vive de gestos de izquierda vacío, o renuncia a este programa en beneficio
de medidas mucho más limitadas para gobernar con el PSOE y respetar la
constitución.
Sin embargo,
reducir todo el debate sobre las perspectivas de UP a entrar en gobierno o no
es una trampa que elude las posiciones intermedias, los matices de grises que
pueden marcar el campo en el que te encuentras. Todo esto, claro está, se
encuentra lejos de preguntarse a la militancia de base seriamente.
Un
protagonista esperando: el conflicto nacional-territorial.
El gran
conflicto sigue sobre el tapete, hoy más que ayer. El aumento del voto
independentista y nacionalista en Catalunya y Euskadi es una realidad. Hacer
oídos sordos por parte del PSOE no solucionará el conflicto, sino que lo
agravará.
La victoria
de ERC (con una subida del 7%) en Catalunya y del PNV (+7%) y Bildu (+3%) en
Euskadi va a marcar la agenda. Sánchez hasta ahora ha intentado frenar el
aumento del independentismo pausando el conflicto abierto con estas fuerzas en
ambas Comunidades, pero es descartable que esto vaya a pasar si no hay una
propuesta que intente solucionar de alguna forma el conflicto
nacional-territorial de fondo: el agotamiento del modelo territorial heredado
de la Transición y las demandas sin respuesta sobre el derecho a decidir.
Sánchez debe
dar algún paso igual que en el resto de ámbitos. Quizás una vía para aplacar
parcialmente las dinámicas independentistas pueda ser aumentar el grado de
competencias de ambas Comunidades sin ceder en la clave del conflicto abierto:
las exigencias de autodeterminación y el derecho a decidir de ambas
Comunidades. Quizás haya gestos intermedios entre eso y la nada. Pero es
improbable que el PSOE vaya a abrir el melón central de la discusión.
Lo que sí es
seguro es que lo que haga se verá obligado a hacerlo con ambos procesos a la
vez. Tratar a Catalunya preferentemente por encima de Euskadi podría abrir
tendencias movilizadoras en Euskadi que no interesan a Sánchez.
La trampa
discursiva del “bloque de izquierdas”
Era de
esperar que la prensa colocara el debate poselectoral como una lucha entre
bloques. Mientras que el “bloque de derechas” es claro en cuanto a objetivos
estratégicos generales (neoliberalismo radical) no está claro que haya una
coherencia interna de lo que se ha empezado a llamar el “bloque de izquierdas”.
Esta
perspectiva se vincula directamente con una alianza de gobierno entre UP y
PSOE. ¿Es esto de verdad lo más conveniente para avanzar en derechos y
libertades sociales? Es bastante improbable, pese a la persistencia de
Iglesias.
Este tipo de
fórmulas comprometería el capital transformador que le queda a UP en beneficio
de una estabilidad parlamentaria del PSOE. Es imprevisible que el PSOE esté
dispuesto a realizar las transformaciones sociales y del modelo territorial
necesarias que permitirían una verdadera recuperación de derechos laborales,
feministas, ecologistas, democráticos, etc. Por ello, un compromiso de gobierno
con ellos colocaría a UP en una posición difícil: se encontraríaaprisionado
entre un gobierno que no avanza por donde debería y la dificultad de salir de
este gobierno con la amenaza de dividir el “bloque de izquierdas”.
Una alianza
de gobierno es el camino más corto para neutralizar el potencial transformador
que aún queda en UP. Por suerte y como viene pasando desde hace más de un año,
las perspectivas gobernistas de Iglesias se topan con la insistencia de Sánchez
de gobernar en solitario.
Frente a
esta opción sería mucho más inteligente condicionar desde fuera el gobierno con
condiciones de investidura que toquen cuestiones esenciales de las reformas
estructurales más importantes: derogación de la reforma laboral, limitación de
la subida de alquileres, inversiones en transición ecosocial, modelo
territorial… Si dichas reformas se conquistaran se achacarían al trabajo de
oposición de UP que no se ve condicionado ni limitado por el compromiso de
gobierno. Si el PSOE no realiza por cobardía las reformas necesarias, podría
capitalizar un descontento del voto socialista.
Superar
Podemos para cumplir su objetivo fundador
Iglesias
afirmaba la noche electoral que los resultados no eran los esperados, pero que
“losnúmeros daban para cumplir nuestros objetivos”. ¿De qué objetivos hablamos
y como los conseguimos? Incluso una alianza de gobierno con el PSOE debería ser
calificada como medio, no como fin, no como objetivo. Esta mezcla entre medios
y objetivos es uno de los talones de Aquiles de las perspectivas de Iglesias.
En el
contexto en el que estamos, el objetivo de UP debe ser construir los medios
necesarios para cumplir objetivos transformadores en el corto plazo: reformas
estructurales que mejoren la vida de la gente. Y eso no puede hacerse mediante
un gobierno con el PSOE que ya casi todo el mundo da por descartado.
Por otro
lado, lo más realista sería pensar en cómo damos pasos para avanzar en las
tareas estratégicas de época: generar una nueva cultura militante política y
social, nuevas relaciones de solidaridad entre los y las de abajo, etc. Sin
avanzar en esto, corremos el peligro de que el programa, la coherencia y las
perspectivas de los dirigentes de UP sean tan móviles como el voto. Y las
únicas perspectivas de cambio sea esperar eternamente en las elecciones que
ganará UP por mayoría absoluta partiendo no se sabe de qué enclaves sociales
previos.
Estas tareas
de reorganización de la nueva clase trabajadora no se pueden hacer
exclusivamente desde UP. Es necesario construir un horizonte superador, que
integre lo mejor, depure lo peor y permita sumar mucho del espacio social que
se expresa por fuera de Unidas Podemos y cuyas preocupaciones están en el
centro de una estrategia revolucionaria para transformar el país y el mundo.
29/04/2019
Ernesto Díaz es concejal de Podemos en San
Fernando y militante de Anticapitalistas.
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