Pensiones
Las bellezas del modelo sueco
01/09/2019 | Michel Husson
VIENTOSUR
01.09.2019
El sistema de
pensiones sueco es el que ha ido más lejos -y desde hace mucho tiempo- en la
lógica de las llamadas cuentas nocionales. Incluso si el sistema de
puntos propuesto para Francia no es un puro calco, se reclama de los mismos
principios de contributividad y universalidad. Como al modelo sueco se le
atribuyen todos los méritos, es esclarecedor analizarlo en detalle y ver el
fondo del escenario 1/.
La ley de
bronce de las pensiones
Las reformas de
pensiones a menudo contienen una cláusula oculta: que no aumente la proporción
de las pensiones en el ingreso nacional. La adopción de esta regla, a menudo
llamada de sostenibilidad financiera, conduce aritméticamente a una disminución
relativa de la pensión, ya que el número de las personas pensionistas aumenta
más rápido que el de las activas (véase el anexo para una demostración). Por
tanto, sea cual sea el sistema de pensiones, las reformas se distinguen solo
por la elección de los dispositivos adoptados para hacer cumplir esta regla
general que implica un empobrecimiento relativo (incluso absoluto) de las y los
pensionistas.
Más
fundamentalmente, se trata de una inversión total de la lógica social. Un
sistema puro de reparto sigue una lógica de necesidades: a partir de las normas
sobre la edad de jubilación y la tasa de reemplazo (la relación de la pensión
con el ingreso de actividad), se calcula el importe total de las pensiones y se
deduce retroactivamente el tipo de cotización. Un sistema puro de cuentas
nocionales o por puntos opera de acuerdo con una lógica contable: se fija el
importe total de las pensiones y se deriva de ello la tasa de reemplazo o la
edad de jubilación compatibles con esta restricción. Otra diferencia, a la que
volveremos, es que nos movemos de un sistema regido por normas sociales a otro
en el que el ajuste es en gran parte el resultado de comportamientos
individuales.
En el caso
sueco, la reforma es bastante radical, ya que establece como objetivo una
disminución de la parte de las pensiones [en relación con el PIB, ndt] de hasta
el 7% en 2070. El gráfico de abajo ilustra esta trayectoria: muestra un
estancamiento claro con la implementación de la reforma a fines de la década de
1990 y luego un repunte con la crisis. En ese momento, la curva debe reanudar
su movimiento hacia abajo. Esta curva se ha establecido a partir de los datos
oficiales de Eurostat y de la Comisión Europea para las previsiones 2/.
Obviamente, si bien éstas están sujetas a una considerable incertidumbre, las
proyecciones de población a largo plazo son más fiables. Esta es la segunda
curva en el gráfico que describe la evolución pasada y prevista de la tasa de
dependencia. Esta tasa, que relaciona la población de más de 65 años y la
población en edad de trabajar (de 20 a 64 años), aumenta aproximadamente de
forma regular, pasando del 29% en 1995 al 43% en 2070.
El
estancamiento, o incluso la disminución, de la parte de las pensiones,
combinado con un aumento en la tasa de dependencia, conduce mecánicamente a un
empobrecimiento relativo de los pensionistas. La tasa de reemplazo, es decir la
relación entre la pensión media y el ingreso medio de actividad, está
programado para pasar del 50,5% en 2016 al 32,6% en 2070.
FOTO 2
El objetivo de
una parte constante de las pensiones es en realidad una opción social y el
logro de la reforma sueca es el de haber pasado como una simple opción técnica.
Pero al mismo tiempo se reclama de un amplio diálogo social que habría hecho
emerger un amplio consenso.
La larga
gestación del consenso neoliberal
En los años
1970, el sistema de pensiones sueco era un sistema de reparto, bastante similar
al sistema francés. Tenía tres niveles: una pensión mínima de vejez (la pensión
del pueblo), regularmente revalorizada, las pensiones públicas y las
pensiones complementarias (para los y las funcionarias y empleadas, y el
personal directivo). El conjunto del sistema aseguraba una tasa de reemplazo de
alrededor del 75%. Era un símbolo (una joya familiar) del modelo
socialdemócrata construido en la década de 1950.
Desde mediados
de la década de 1980 se anunció en la necesidad de una reforma del sistema con
tres argumentos: desaceleración del crecimiento, aumento de las salidas
anticipadas del mercado de trabajo y aumento de la esperanza de vida. A esto se
podría agregar el carácter demasiado redistributivo del sistema, que se
suponía que lo hacía menos atractivo para los altos ingresos.
Después de un
primer informe en 1990, considerado demasiado radical, un grupo de trabajo
parlamentario, en el que estaban representados todos los partidos comenzó a
trabajar el tema. Las líneas principales de su informe fueron validadas por una
amplia mayoría del 85% del Parlamento en junio de 1994. La reforma se inició en
torno a dos principios fundamentales. El primero, la búsqueda de una mayor
contributividad; en otras palabras, el estrechamiento del vínculo entre la
pensión y los ingresos recibidos durante la vida profesional, para así limitar
los mecanismos redistributivos. El segundo principio, que el coste total de las
pensiones debía evolucionar estrictamente de acuerdo con el crecimiento
económico, lo que en la práctica quiere decir que la tasa de cotización debe
quedar fijada de forma definitiva.
La
implementación de la reforma llevó tiempo: inicialmente programada para el 1 de
enero de 1996, la fecha de aplicación se pospondrá varias veces hasta el 1 de
enero de 2001. En cualquier caso, como ocurre con las reformas sistémicas, hay
un período de transición durante el cual el nuevo sistema reemplaza
gradualmente al antiguo.
Esta reforma es
elogiada a menudo por la lógica consensuada de su método de elaboración, que se
supone que toma su tiempo. Pero se podría decir que esta vez se hizo
principalmente para tratar los aspectos más negativos de la reforma,
presentados como problemas técnicos que había que resolver. En efecto,
se pusieron sobre la mesa muchas cuestiones, como en cualquier reforma sistémica
de las pensiones: ¿Cómo indexar las pensiones? ¿Cuál es reparto entre las
cotizaciones empresariales y las de los asalariados y asalariadas? ¿Qué
tratamiento dar a las pensiones de los cónyuges? ¿Cómo validar los períodos de
inactividad (educación de los hijos e hijas, estudios, servicio militar,
desempleo, etc.)? Esas preguntas también las planteaba el proyecto de reforma
presentado por Jean-Paul Delevoye en Francia 3/.
En el caso sueco, el diseño de la reforma llevó mucho tiempo: el necesario para
llegar a un consenso neoliberal sobre todas estas cuestiones.
Es casi como
ahorrar en el banco
El principio
fundamental del sistema es tender hacia una contributividad perfecta: “una
corona de pensión por una corona cotizada” explica la Agencia de Pensiones a
cargo del sistema 4/,
una fórmula que evoca la de Emmanuel Macron: “por cada euro cotizado, el mismo
derecho a pensión para todos”.
El documento de
la Agencia pretende ser pedagógico: la cuenta funciona “como en el ahorro
ordinario de un banco”, porque la idea de responsabilidad individual debe
establecerse desde el principio. Formalmente, la comparación puede ser
engañosa: las cotizaciones se acumulan en una cartilla individual y se
revalorizan. La cuenta es virtual, de ahí el término nocional, y se
materializa mediante un Sobre Naranja que se envía cada año a las y los
asegurados y que resume el estado de su cuenta.
Las cuentas
individuales se alimentan de las cotizaciones, que representan el 18.5% de los
ingresos de la actividad. El 16% se coloca en uno de los fondos nacionales de
pensiones y el 2,5% restante -la prima de jubilación (premium pension)-
debe ser invertido en un fondo privado elegido por la gente asegurada entre 831
fondos gestionados por 103 sociedades; o, por defecto, en el fondo AP7 Såfa
administrado por el gobierno (que capta el 36% del total). Además, las
pensiones complementarias de empresa no han desaparecido y representan
alrededor del 30% del total de las pensiones.
Es solo a
partir de la edad de 61 años (y pronto de los 64) cuando la persona asegurada
puede reclamar sus derechos de jubilación (a los 65 años para el mínimo de
vejez). El capital acumulado, o más precisamente el capital
contabilizado según las cotizaciones, es progresivamente devuelto en forma de
pensión mensual durante el resto de su vida.
Tomar en cuenta
la esperanza de vida
La
especificidad de un sistema de cuentas nocionales en relación con un sistema de
puntos es hacer que el cálculo de la pensión dependa de la esperanza de vida.
En efecto, se calcula dividiendo el saldo de la cuenta por la esperanza de vida
restante.
Tomemos como
ejemplo una persona que tenga 2,5 millones de coronas registradas en su cuenta
y que se jubila a los 65 años. El baremo establece que le quedan 20 años de
vida. Esta esperanza de vida se reduce a 16,85 años para tener en cuenta las
revalorizaciones futuras (a una tasa del 1,6% anual): su pensión anual será de
148.000 coronas (2,5 millones divididos por 16,85).
Lo que le
"queda de vida" se establece de acuerdo con una escala de
expectativas de vida asociada con cada grupo de edad que no tiene en cuenta el
sexo ni los trabajos realizados. Pero, obviamente, las personas no respetan la
esperanza de vida de referencia que se les atribuye. Algunos mueren antes de la
fecha fijada por el baremo y dejan atrás las ganancias heredadas. Este
capital no utilizado no se transfiere a sus herederos sino a sus compañeros de
cohorte, nacidos en el mismo año que ellos: “los que viven más que el promedio
reciben más que el valor de sus propios ahorros de pensión”, explica elcitado
Informe Orange, que incluso precisa que ese es uno de los objetivos del
sistema.
Sin embargo,
también sucede que, tanto en Suecia como en Francia, existen diferencias muy
grandes en la esperanza de vida según las categorías profesionales:, “la tasa
de mortalidad antes de la edad de 65 años difiere considerablemente de una
profesión a otra”, según un equipo de investigación sueco 5/
que también ha calculado el porcentaje de sobrevivientes; en decir, las
personas que continúan trabajando después de los 65 años. El siguiente cuadro
presenta sus principales resultados, y son muy contundentes: solo el 41% de las
personas asalariadas de la industria trabaja después de los 65 años, mientras
que esta proporción es superior al 70% entre los directivos empresariales y las
y los enseñantes. Y la lógica del sistema implica que partir más pronto a la
jubilación conduce a una pensión inferior. Esos dos efectos se combinan para
hacer que las categorías populares contribuyan a las pensiones de los
más favorecidos.
Supervivientes
|
|
Enseñantes
|
73,3
|
Directivos de
empresa
|
71,0
|
Empleados de
oficina
|
60,9
|
Operadores de
máquinas
|
49,4
|
Asalariados
de la industria y los transportes
|
41,2
|
Las pensiones
reproducen las desigualdades hombres-mujeres
El mismo
estudio distingue entre hombres y mujeres y muestra la posibilidad de
transferencias a favor de las mujeres, ya que generalmente viven más tiempo que
los hombres. Pero esto no es cierto para las categorías obreras.
Contrariamente
a una imagen generalizada, Suecia está bastante mal posicionada desde el punto
de vista de la igualdad de género. La Comisión Europea la clasifica en el mismo
grupo que Finlandia, Rumania, Bulgaria, Polonia, Eslovenia o Lituania. Hay 2,1
millones de personas pensionistas en Suecia, aproximadamente el 20% de la
población total, y poco más de la mitad (52%) de las mismas son mujeres. Pero
el 57% de ellas percibe el mínimo vejez contra el 16% de los hombres. El documento
oficial del que se extraen estas cifras afirma simplemente que “es el resultado
de las tendencias históricas del mercado de trabajo lo que hace que la
participación de las mujeres y sus ingresos del trabajo sean más bajos” 6/.
Corregir estas desigualdades no forma parte, en esencia, del sistema de
pensiones.
La Comisión
Europea elabora un indicador de exposición al riesgo de pobreza o de exclusión
social (AROPE). En 2016, el 17% de las personas suecas mayores de 65 años está
expuesta a estos riesgos, pero esa proporción es del 22% para las mujeres, en
comparación con el 11% para los hombres. A modo de comparación, esta proporción
es del 10% en Francia y la diferencia entre hombres y mujeres es menor 7/.
Una
revalorización subordinada al equilibrio del sistema
Las cantidades
acumuladas se revalorizan de acuerdo con un índice que progresa como el ingreso
promedio de la actividad. Por tanto, el sistema parece más favorable que una
simple indexación sobre los precios, como es el caso de Francia. Pero el
sistema aún debe ser equilibrado: “En caso de problemas de viabilidad
financiera, se activa el mecanismo de equilibrio automático y la indexación se
reducirá hasta que se restablezca la estabilidad. El mecanismo de equilibrio
automático asegura que el sistema podrá financiar sus obligaciones a través de
una tasa de contribución fija y de reglas fijas, independientemente de la
evolución demográfica o económica” 8/.
Sin embargo, la
crisis ha dado lugar a una desconexión entre el índice efectivo en comparación
con el índice teórico y la brecha solo se ha reducido en 2018, como se muestra
en el gráfico de abajo, extraído del citado Informe naranja. En 2010, el
mecanismo de cálculo debería haber llevado a una disminución del 4,5%. Tuvo que
ser suavizado, pero la caída fue aún del 3% 9/.
Por lo tanto, han sido las personas pensionistas quienes han soportado los
gastos de la crisis: el vínculo entre las pensiones y los ingresos de la
actividad se ha roto parcialmente y su poder adquisitivo ha disminuido en 2010
y 2011. Este impacto de la crisis muestra que las pensiones constituyen la
verdadera variable de ajuste. Si, por ejemplo, el rendimiento de los fondos no
fuera suficiente para garantizar el sacrosanto equilibrio, entonces se
restablecería mecánicamente mediante una disminución de las pensiones. Desde el
momento en que las tasas de cotización son irremediablemente fijas, ésta es la
lógica profunda del sistema.
La edad de
jubilación
En semejante
sistema no hay lugar para una edad legal de jubilación. La persona asegurada
debe esperar a los 61 años para reclamar sus derechos, y tiene hasta los 67
años para hacerlo. En la práctica, la edad promedio de jubilación es en la
actualidad de 64,5 años. Dado su método de cálculo, el importe de la pensión
será tanto mayor cuanto más se retrase la jubilación. La persona anteriormente
mencionada que se jubilaba a los 65 años con una pensión anual de 148.000
coronas recibiría solo 128.000 si lo hubiera hecho a los 61, pero 162.000 si
pudiera esperar a tener 67 años.
Ahora bien,
este rango (de 61 a 67 años) puede cambiar, a diferencia de la tasa de
cotización, aunque no de forma automática. El sistema ha de ser modificado de
forma paramétrica, que es lo que se hizo a fines de 2017. Se decidió que
la edad de jubilación aumentaría de 61 a 64 años en el horizonte del 2026; y
entonces, será posible trabajar hasta los 69 años. Para justificar esta
reforma, el Ministro de Asuntos Sociales y el Ministro de Mercados Financieros
-una vecindad significativa-, repiten un argumento bien conocido: “Dado que
vivimos más, tenemos que trabajar durante más tiempo para que las pensiones
continúen aumentando”. En un bello espécimen de neo lengua, los ministros
afirman que la reforma apunta a “fortalecer la seguridad de las y los
pensionistas actuales y futuros” 10/.
El pretexto
demográfico
El argumento
demográfico, utilizado a menudo para justificar las reformas de las pensiones,
no es muy convincente cuando se aplica a Suecia. El siguiente gráfico muestra
que la relación de dependencia (definida aquí como la relación entre la
población inactiva mayor de 65 años con respecto a la población con empleo de
edades comprendidas entre 20 y 64 años) es del 33,8% en 2015, aproximadamente
lo mismo que en Francia donde es del 33,3%. Además, se espera que esta
proporción aumente solo 11,7 puntos entre 2015 y 2050, en comparación con 19
puntos en Francia y 26 para el conjunto de la Unión Europea 11/.
Fuentes:
Eurostat, OCDE
El mismo
gráfico también muestra la parte de las pensiones en el PIB. En Suecia, como
hemos visto, la reforma permitió reducirla, mientras que en Francia esa
proporción pasó del 9,9% al 12,3% entre 1995 y 2015. Esta observación muestra
que una reforma a la sueca pretende más bien contener el peso de las pensiones
en el ingreso nacional que acompañar a las evoluciones demográficas.
Esta
comparación con Francia es una oportunidad para relativizar la imagen de Suecia
como un paraíso socialdemócrata en el que sería deseable inspirarse. En
realidad, esta imagen es obsoleta: Suecia adoptó el giro neoliberal en la
recesión de 1974-75, antes que Francia. Con esta diferencia, la proporción de
los salarios evoluciona en paralelo en ambos países, como se muestra en el gráfico
a continuación. Suecia parece aún más flexible, con fluctuaciones más
pronunciadas en torno a la tendencia.
Fuente: Ameco,
Comisión Europea.
Contributividad
contra solidaridad
Realmente, la
situación relativa de las personas pensionistas suecas no es envidiable. En
2016, su ingreso medio representaba el 77% del ingreso de la población en edad
activa, mientras que el promedio era del 93% para la Unión Europea. Anotemos de
pasada que, con una relación del 102%, Francia dista menos del promedio europeo
que Suecia 12/.
Los datos de la
OCDE muestran que Suecia es un poco menos generosa que Francia en
términos de tasa de reemplazo. Pero este es un reemplazo bruto, y la imagen es
muy diferente cuando se considera la tasa neta de reemplazo que tiene en cuenta
los impuestos, antes y después de la jubilación. Se puede ver que la tasa neta
de reemplazo es significativamente menor en Suecia (54,9%) que en Francia,
donde es del 74,5%. En otras palabras, el sistema tributario sueco no ejerce
ningún efecto correctivo sobre un régimen de pensiones a priori poco
generoso.
Una filosofía
social
Detrás de los
dispositivos técnicos, un sistema de pensiones siempre se basa en una
concepción de la vida en sociedad. Es esta dimensión la que aborda un libro muy
esclarecedor de Anette Nyqvist 13/
que describe la génesis de la reforma sueca a partir de entrevistas con sus
protagonistas. Así se constata que el proyecto se desarrolló en un grupo de
trabajo parlamentario donde todos los partidos estaban representados. Anette
Nyqvist se entrevistó con la mayoría de los miembros de este grupo. Cuenta
cómo, veinte años después, hablan del sistema como de una obra de arte,
describiéndolo como “fantástico, genial, elegante, soberbio”.
Uno de los dos
representantes socialdemócratas lo explicaba así: “Lo que me atrajo como
economista, investigador e ingeniero social (social constructor),
era la belleza de un sistema capaz de regularse de una manera perfectamente
transparente”. Y un miembro del Partido de Izquierda (antiguo Partido
Comunista) aludía, veinte años después, a la misma maravilla estética: “Lo que
crea estabilidad, desde el punto de vista del Estado, es que existe un vínculo
entre los activos y los pasivos. El cambio real y más importante es que hemos
creado un sistema cuyas prestaciones están determinadas por sus recursos”.
Paradójicamente, un tecnócrata que estuvo en el origen de la reforma era más
lúcido: la estabilidad significa, dice, que “todos los riesgos se trasladan a
la persona asegurada. Esa fue la gran idea”.
El cuasi
consenso entre el conjunto de los partidos representados en el Parlamento se
hizo en nombre de una filosofía social que evoca bastante la de Emmanuel
Macron. Por tanto, la lógica aritmética del sistema es un ejemplo perfecto de
este “gobierno por los números”, que Alain Supiot 14/
opone al gobierno por las leyes. Para Nyqvist, el mecanismo del sistema de
pensiones está perfectamente en línea con una política neoliberal basada en “la
autonomización y la responsabilidad de los individuos”. Ella se refiere en
particular al libro de Nikolas Rose, Powers of Freedom 15/,
en la que este último considera la posibilidad de “gobernar sobre la base de
las ansiedades y las aspiraciones responsables y educadas de los
individuos y sus familias”. Cada individuo se transforma así en “empresario de
sí mismo”, por usar la fórmula de Michel Foucault 16/,
el ejercicio del poder “consiste en guiar las conductas" (...)
Gobernar, en este sentido, es estructurar el posible campo de acción de los
demás” 17/.
La reforma de las pensiones es, por tanto, un ejemplo emblemático de cómo las tecnologías
políticas descritas por Foucault logran reformular una cuestión
eminentemente social en el lenguaje de la técnica, o incluso de la simple aritmética.
En el caso
sueco, la capitalización obligatoria de una parte de las pensiones no es más
que un modesto consuelo para los mercados financieros, pero es también un
instrumento educativo adicional destinado a la interiorización por las y los
asalariados de las leyes de la economía. Pero lo esencial es institucionalizar,
y hacer aceptar como natural, la ley de bronce según la cual la parte de las
pensiones en el ingreso nacional se fija para toda la eternidad. Luego, que
cada cual gestione su destino.
El recurso al
gobierno de los números evacua así cualquier debate sobre el modelo social y
produce efectos claramente ideológicos, ya que, como escribe Rose, “todos
pueden cumplir mejor sus obligaciones con la nación al esforzarse por mejorar
su propio bienestar económico, el de su familia, de su empresa de o su
organización”. Cómo no pensar aquí en la fórmula de Emmanuel Macron quien,
parafraseando a John Kennedy, declaró durante el mensaje de Año Nuevo en 2018:
“No preguntes qué puede hacer tu país por ti, sino pregúntate cada mañana qué
puedes hacer por tu país. Dígase a sí mismo que tiene algo que hacer para la
Nación”.
Suecia como
recordatorio
Por lo tanto,
el sistema sueco tiene muchos efectos adversos poco conocidos y su revisión
puede servir como una guía de lectura para la reforma en Francia. Incluso los
economistas de la Comisión Europea reconocen en un documento reciente los
límites de este sistema supuestamente ejemplar. Es cierto que comienzan
celebrando su resiliencia: “Hasta ahora, el automatismo y la neutralidad
presupuestaria, así como el amplio apoyo político a favor de la reforma han
inmunizado al sistema contra reversiones tan comunes de la reforma en otros
Estados miembros” 18/.
Pero emiten
algunas reservas bastante devastadoras al final de su revisión: “Sin embargo,
los mecanismos de ajuste que aseguran la viabilidad presupuestaria han
transferido la carga financiera de los cambios de longevidad a los pensionistas.
Si bien las personas más acomodadas podrán compensar una pensión pública más
baja mediante pensiones profesionales o privadas, las personas menos acomodadas
podrían ver caer su pensión por debajo de un nivel adecuado”. Y si la presión
pública obliga al gobierno a tomar medidas puntuales para ajustar el sistema,
entonces “la transparencia y la viabilidad financiera del sistema, dos de los
principales objetivos de la reforma, podrían verse en peligro”.
Más allá de las
diferencias técnicas entre las cuentas nocionales (Suecia) y el sistema de
puntos, la experiencia sueca destaca tres problemas principales que también son
aspectos de la reforma que se deben vigilar en el caso francés:
• La
congelación de la parte de las pensiones en el ingreso nacional, sin tener en
cuenta el envejecimiento de la población, conduce al empobrecimiento relativo
de los pensionistas.
• La
individualización es un obstáculo para la redistribución, teniendo en cuenta,
en particular, las carreras precarizadas, especialmente las de las mujeres.
• La transición
de un sistema de prestaciones definidas a un sistema de cotizaciones definidas
va acompañada de un mecanismo ciego de ajuste que traslada los riesgos a los
pensionistas y es por naturaleza difícil de ajustar a corto plazo.
_________________________
Anexo
La ley de
bronce de las pensiones
La sociedad
está compuesta por Na de activos que reciben un ingreso medio de actividad w, y
de Nr pensionistas que reciben una pensión media igual a p.
Se supone que
el ingreso de actividad aumenta al mismo ritmo que la productividad del
trabajo. Por lo tanto, la participación de los ingresos de actividad en el PIB
es constante: Na.w/GDP=e. El ingreso medio de la actividad es por lo tanto:
w=e.PIB/Na.
La ley de
bronce de las pensiones requiere que la proporción de las pensiones en el PIB
sea constante: Nr.p/GDP=k. Por lo tanto, la pensión media es: p=k.PIB/Nr
La pensión
expresada en función del ingreso de la actividad se escribe de la siguiente
manera:
p/w=K.Na/Nr con
K=k/e
En tasa de
crecimiento (tx), tenemos: tx(p/w)= - tx (Nr/Na)
Dicho de otra
forma, una parte constante de las pensiones implica que cualquier aumento en el
número de pensionistas en relación con el número de personas que trabajan
conduce a un aumento medio de las pensiones inferior al ingreso medio de
actividad. CQFD.
21/08/2019
Traducción: viento
sur
Notas:
2/ European Commission, “The Swedish pension system and
pension projections until 2070”, Country Fiche for the 2018 Ageing Report.
6/ Ministry of Health and Social Affairs, “The Swedish old-age pension system. How the income pension, premium pension and
guarantee pension work”, Mayo de 2017.
8/ European Commission, “The Swedish pension system and
pension projections until 2070”, Country Fiche for the 2018 Ageing Report.
9/ Ole Settergren, “La Suède: la
réaffirmation et l’aménagement des mécanismes d’ajustement”, COR, 2014.
13/ Anette Nyqvist, Reform and Responsibility
in the Remaking of the Swedish National Pension System: Opening the Orange
Envelope, Palgrave Macmillan, 2016.
15/ Nicholas Rose, Powers of Freedom.
Reframing Political Thought, Cambridge University Press, 1999.
16/ Michel Foucault, Naissance de la
biopolitique, Cours au Collège de France (1978-1979), Gallimard, 2004.
17/ Michel Foucault, “Le sujet et le pouvoir”, Dits et écrits, tome
IV, Gallimard, 1994. (disponible en castellano aquí).
18/ Aspegren Hanna, Durán Jorge, Masselink Maarten, “Pension reform in Sweden:
Sustainability and Adequacy of Public Pensions”, European Commission, Economic Brief,
July 2019.
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