miércoles, 10 de diciembre de 2025

SE CIERRA AÚN MÁS EL CERCO EN MIRNOGRAD.TROPAS UCRANIANAS ATRAPADAS SE R...

Monarquía, estado y capital en España (I)

 


Monarquía, estado y capital en España

 (I)


Por Colaboraciones

kaosenlared

26 de noviembre de 2025 

 

La forma política del estado capitalista español actual, la monarquía burguesa española, se nos presenta como un fenómeno singular en la evolución capitalista contemporánea: se impone a pesar de ser minoritaria y estar en retroceso. Además, se trata de una institución que contradice algunos de los valores en que se basa el propio estado. Para más inri, fue la forma que la dictadura franquista había propuesto para el futuro de España; por no hablar de la estrecha relación entre la dictadura y la persona de Juan Carlos.

por P. A. González Ruiz, autor del blog Criticonomía para Kaosenlared


La monarquía burguesa en el mundo y la tendencia reciente

La ONU reconocía, en 2025, a 195 países; de ellos, según la Wikipedia, unos cuarenta eran monarquías. Entre las 20 economías más grandes solo 6 son monarquías; y dentro de la Unión Europea de los 27 también seis (Bélgica, Dinamarca, España, Luxemburgo, Países Bajos y Suecia). Estos datos nos ilustran sobre la especificidad de esta forma política que adopta el estado capitalista, como en el caso español.

Todavía cabría pensar que sin ser la monarquía burguesa un atributo dominante pudiera ser emergente. Sin embargo, en los últimos cien años, tras más de cien estados creados y varias centenas de cambios de régimen político, el número de nuevas monarquías, incluyendo restauraciones, fue poco más de una decena. La mayoría en países musulmanes (Arabia Saudí en 1932, Jordania en 1946, Marruecos en 1957, Kuwait en 1961, Catar en 1971, …) y, entre las más recientes, nuestra España (1978), solo superada por Camboya (1993) y Baréin (2002).

Pretendemos, tras hacer una parada en la historia y otra en el derecho, explicarnos desde el punto de vista de la Crítica de la Economía Política esta especificidad monárquica de la sociedad española; que se nos vuelve aún más enigmática si tenemos en cuenta que esta institución contraviene principios definitorios de nuestro moderno, democrático, igualitario y social Estado español.

La ideología monárquica hispana

Algunos episodios de la historia española nos alertan sobre la posibilidad de prescindir de la monarquía: la muerte sin herederos de Carlos II (1700), la Guerra de Independencia (1808-1812), la Revolución Gloriosa (1868), la I República (1873-1874), la II República (1931-1936) e incluso la muerte del dictador Franco (1975).

Sin embargo, todos ellos se resuelven en otros tantos momentos de restauración monárquica: inicio de la dinastía borbónica con Felipe V (1700), retorno de Fernando VII (1814), el recurso al infante italiano Amadeo de Saboya (1870), la Restauración borbónica con Alfonso XII (1874), paradójicamente el franquismo instaura un “Reino sin rey” y la Restauración juancarlina (1978).

Aún de manera contradictoria, podría decirse que hay en España una insistencia histórica en pro de la monarquía, avalando un sentimiento monárquico en nuestra sociedad.

Historia reciente de la monarquía

Tras las elecciones municipales, que originaron la marcha del rey Alfonso XIII, se proclama la II República española (1931-1936). La burguesía centralista apoyada en militares, católicos, fascistas y monárquicos, y temiendo la deriva rupturista (social, cultural y territorial), da un golpe de estado (18 de julio de 1936) que conduce a la patria a una guerra fratricida. La Guerra Civil (1936-1939) supondrá la muerte de cientos de miles de compatriotas, muchos de manera sumarísima aún yacentes en fosas, y llevará a buena parte de la sociedad española, primero, al hambre, y luego al atraso de varias décadas.

Franco, tras vencer en 1939 declara a España “Reino” por Ley de Sucesión en la Jefatura del Estado (1947), sin abandonarla hasta su muerte. En 1954 se trae a Juan Carlos, primogénito de Don Juan (el sucesor natural por ser hijo de Alfonso XIII), para que inicie su formación en España, nombrándole “sucesor a título de Rey” en 1969 para lo que hubo de jurar los Principios del Movimiento.

De modo que la dictadura franquista, que acabó con la II República española, será una república de facto con la promesa de monarquía, que hará efectiva la joven democracia española. Así, tras la muerte de Franco (1975) y jurando las Leyes Fundamentales franquistas, Juan Carlos I accede a la Jefatura del Estado. Posteriormente, la Constitución de 1978, votada masivamente (67% de participación y 88% de síes), instaura la monarquía cuyas funciones se regulan en el título II de la Constitución (artículos 56–65).

Monarquía parlamentaria española

La actual monarquía burguesa (parlamentaria) tiene poco que ver con aquella otra de principios del XVIII, el inicio de la dinastía borbónica (absolutista). Las transformaciones del estado capitalista no han dejado indemne a la jefatura del Estado.

Aún así, lejos del mantra que presenta a la monarquía como una figura simbólica sin incidencia práctica, la Corona tiene sus funciones constitucionalmente establecidas y reguladas mediante leyes.

España es un estado cuya forma política es una monarquía parlamentaria (articulo 1.3 de la Constitución Española, CE en adelante).

La Corona es el órgano estatal constitucional que detenta la Jefatura del Estado, y su titular es el Rey, actualmente Felipe VI.

Se trata de un órgano separado, aunque relacionado, de los poderes clásicos: ejecutivo (nombra y separa miembros del Gobierno), legislativo (convoca elecciones y referendums, sanciona y promulga leyes) y judicial (art. 117 CE dice que la justicia la administran los jueces en nombre del Rey).

Simboliza la unidad y la permanencia del estado español, así como arbitra y modera el funcionamiento regular de las instituciones. Además, propone candidato a la Presidencia, acredita embajadores, ostenta el mando supremo de las Fuerzas Armadas. El retrato oficial del Rey es un símbolo del Estado en sedes institucionales, igual que la bandera, y su uso está regulado por normativa de régimen local y protocolo administrativo.

La Familia Real, regulada en el RD 1368/1987, está formada actualmente por el propio Rey, Reina Letizia, Princesa de Asturias Leonor e Infanta Sofía y, tras la modificación de 2014, también acoge a los Reyes Eméritos, Sofía y Juan Carlos I. Pero, no es un órgano del estado ni administrativo. El Rey no responde por sus actos, mientras el resto de miembros sí. De estos, excepto la infanta, están aforados (por Ley Orgánica 4/2014, al Tribunal Supremo).

La Princesa de Asturias es la heredera al trono (art. 57 CE), y su figura se regula en un RD 1368/1987. Es la heredera por ser la mayor entre hermanas, pero si hubiera un varón la CE todavía le daría la primacía en la sucesión al trono (art. 57.1 CE).

El coste de la monarquía española

La Casa Real (art. 65 CE) es una estructura administrativa cuya función es constituir la infraestructura de apoyo a las funciones del Rey, pero no es un órgano del estado. Para dicha tarea goza de dotación económica (art. 65 CE) a cargo de los Presupuestos Generales del Estado, además de normativa interna, regulación de regalos institucionales u obligaciones de transparencia (RD 297/2022).

Actualmente, la dotación presupuestaria de la que goza es algo más de 8 millones de euros (8M€), a lo que se añaden otras partidas de diversos ministerios (Exteriores, Interior, Defensa, Patrimonio, por ejemplo). Con ser importante, esta cifra es inferior al coste de otras monarquías europeas (Bélgica, 43M€; Países Bajos, 54M; Reino Unido, 86M) e incluso que la jefatura de Estado de otras repúblicas (Alemania 47M; Francia, 125M; Italia, 224M).

Esta modestia presupuestaria de la monarquía española (8M€) habla tanto de la debilidad de la institución como de la cicatería de nuestras élites gobernantes, de la valoración de mercado de la actividad regia, o de su eficiencia.

Recapitulación

La forma política del estado capitalista español actual, la monarquía burguesa española, se nos presenta como un fenómeno singular en la evolución capitalista contemporánea: se impone a pesar de ser minoritaria y estar en retroceso. Además, se trata de una institución que contradice algunos de los valores en que se basa el propio estado. Para más inri, fue la forma que la dictadura franquista había propuesto para el futuro de España; por no hablar de la estrecha relación entre la dictadura y la persona de Juan Carlos.

A pesar de estos “inconvenientes”, el estado democrático español hubo de adoptar esta contradictoria forma concreta, la monarquía. Rastreando en la historia española observamos, tras las idas y venidas del régimen político, una extendida ideología monárquica entre la sociedad, entre las diversas clases sociales, entre las élites gobernantes y la clase trabajadora (o su forma constitucional, el pueblo).

La pregunta que se nos plantea tiene que ver con los fundamentos materiales de este sentimiento, con la estructura económica que lo soporta y de la que brota; o de otra forma, por qué la sociedad española, particularmente el pueblo español, tiene esta ideología monárquica. Esa es la línea que transitaremos en la próxima colaboración.

Imagen de portada:  Corona Real de España – Wikimedia Commons | Detalles de la licencia

 

El «Cártel de los Soles»

 

Estados Unidos ha desplegado fuerzas militares en el Caribe y designado al inexistente “Cártel de los Soles” organización terrorista. Una narrativa que busca justificar sanciones y una intervención militar destinada a controlar los recursos de Venezuela.


El «Cártel de los Soles»


Carmen Navas Reyes

El Viejo Topo

10 diciembre, 2025 



EL “CÁRTEL DE LOS SOLES”, LOS ESTADOS UNIDOS Y LA PROFECÍAS AUTOCUMPLIDAS

Por Carmen Navas Reyes y Yohaickel Nazer Seijas Elles

En las últimas semanas, los Estados Unidos de América ha escalado dramáticamente la presión militar en el Caribe, enviando su más moderno portaviones, el USS Gerald R. Ford, lo que Washington presenta como una “operación antinarcóticos” y que principalmente está dirigida a las “organizaciones terroristas” con sede en Venezuela que son, supuestamente, operadas por el Gobierno venezolano. Paralelamente, el Departamento de Estado de los Estados Unidos anunció la designación del inexistente “Cártel de los Soles” de Venezuela como Organización Terrorista Extranjera a partir del 24 de noviembre.

Según la declaración del secretario de Estado Marco Rubio, el “Cártel de los Soles” estaría encabezado por el propio presidente Nicolás Maduro, junto con altos funcionarios de su “régimen ilegítimo”. Esta maniobra es un grave paso en la escalada que intenta preparar el terreno para posibles operaciones militares en territorio venezolano, con el pretexto de la lucha antidrogas. El propio presidente Donald Trump insinuó que “ha tomado una decisión” sobre cómo proceder en Venezuela, negándose a descartar explícitamente una intervención armada.

A pesar de las aseveraciones de Washington, el supuesto “Cártel de los Soles no existió hasta hace poco para las agencias especializadas. En 1993 se acuñó por primera vez el término durante la investigación a dos generales de la Guardia Nacional, cuyos uniformes ostentaban soles dorados, acusados ​​de desviar cargamentos de cocaína. Paradójicamente, uno de esos generales había autorizado un envío de cocaína hacia EE.UU. por orden de la CIA, supuestamente como parte de una operación encubierta para infiltrar carteles colombianos. Es decir, en los mismos inicios de esta historia aparece la mano de la inteligencia estadounidense facilitando actividades de narcotráfico en Venezuela.

De hecho, Jordan Goudreau, un exboina verde estadounidense implicado en la fallida incursión armada Operación Gedeón de 2020 contra el presidente Nicolás Maduro, afirmó recientemente que “el Cártel de los Soles fue creado por la CIA” en los años 90. En la entrevista con The Grayzone, Goudreau aseguró que el nombre habría surgido casi “como una broma interna” basada en los soles de los uniformes venezolanos, mientras la CIA facilitaba el tráfico de drogas a través de este grupo para sus propios intereses, algo que Goudreau califica de “bien documentado”.

Tras su acuñación inicial en los años 90, el término Cártel de los Soles fue esporádicamente reciclado en círculos mediáticos y de la oposición venezolana, pero sin mayor sustento probatorio. Sectores de la prensa local amplificaron historias de supuestos generales narcos cada vez que se buscaban escándalos contra el Gobierno. Con los años, esta etiqueta se volvió parte del léxico de la oposición extremista, empleada para desacreditar a la Fuerza Armada Nacional Bolivariana y presentarla como una mafia del narcotráfico. Un ejemplo notable fue la acusación, sin pruebas por parte de un ex escolta desertor, contra el entonces presidente de la Asamblea Nacional de Venezuela, Diosdado Cabello, de liderar el supuesto cártel.

Desde entonces, figuras radicales de la oposición venezolana y exmilitares desertores, han hecho lobby en Washington para legitimar esta narrativa. Esta campaña busca no solo desprestigiar al Gobierno del presidente Maduro, sino provocar más “sanciones” y, eventualmente, justificar una intervención extranjera. Durante el segundo Gobierno de Trump, esos sectores han encontrado oídos en funcionarios como Marco Rubio, quien ha hecho eco del término en el Departamento de Estado, adoptando oficialmente la etiqueta de Estado para acusar al Gobierno venezolano de “narcoterrorismo”.

Irónicamente, cabe señalar que en ninguno de los informes anuales sobre narcóticos del Departamento de Estado o la DEA desde 1999, se menciona al “Cártel de los Soles”, ni se lo identifica como amenaza específica. Tampoco los informes internacionales de la ONU en materia de drogas, han registrado la existencia de tal organización en Venezuela. Al contrario, las agencias especializadas ubican a Colombia, Perú y Bolivia como los grandes productores de cocaína, mientras que Venezuela no figura como país productor y sus incautaciones de droga representan apenas el 1-2% del total mundial. Estos datos reafirman que Venezuela ha sido más bien un país de tránsito limitado y no la base de operaciones de algún poderoso cartel global.

A pesar de ello, en marzo de 2020, en pleno auge de la política de presión contra Caracas de Trump, el Departamento de Justicia de EE.UU. incluiría por primera vez las palabras “Cártel de los Soles” en una acusación, al atribuir delitos por “narcoterrorismo” al presidente Maduro y otros altos funcionarios venezolanos. Aquella acusación alegó que esta conspiración narcotraficante existía “al menos desde 1999”, marcando la entrada de la narrativa en documentos oficiales de EE.UU. No obstante, es revelador que pocos meses antes de esa acusación, el propio Informe Estrategia Internacional de Control de Narcóticos 2020 del Departamento de Estado no hacía ni una sola mención al supuesto Cártel de los Soles ni vinculaba al presidente venezolano con el tráfico de drogas. Por otro lado, esta narrativa no cumple ni los requisitos legales de EE.UU. para ser declarada como Organización Terrorista Extranjera (FTO).

Identificar a un grupo como Terrorista no es trivial; la propia ley estadounidense establece criterios estrictos en la sección 219 de la Ley de Inmigración y Nacionalidad (INA, por sus siglas en inglés). Para designar un FTO, se exige que el grupo en cuestión: 1.) sea una organización extranjera real; 2.) que esté involucrada en “actividad terrorista”, tal como la define la sección 212(a)(3)(B) de la INA o tenga la intención y capacidad de hacerlo; y 3.) que dicha actividad terrorista amenace la seguridad de los ciudadanos estadounidenses o la seguridad nacional de EE.UU. En el caso del supuesto Cartel de los Soles, resulta evidente que no se cumplen esos criterios.

Primeramente, no es una entidad organizada identificable, sino un concepto difuso que se usa “para describir una red descentralizada incrustada en el Estado venezolano”, lo que ni siquiera califica como “organización” designable. En segundo lugar, no existe evidencia de que esta red haya perpetrado “actividades terroristas”según las mismas leyes estadounidenses, es decir; actos de violencia deliberada contra civiles para coaccionar a un gobierno u obtener objetivos políticos. Pero para saltarse este obstáculo, Washington ha intentado pintar al “Cartel de los Soles” como aliado de grupos terroristas reales, al alegar que esta supuesta organización brinda “apoyo material” a otros entes designados como terroristas extranjeros, incluyendo al cartel mexicano de Sinaloa y la extinta banda venezolana del “Tren de Aragua”. Sin embargo, dicha afirmación no está respaldada por pruebas públicas.

El Gobierno estadounidense sabe que esta narrativa no refleja la realidad, pero que sostiene una utilidad geopolítica; crea una justificación prefabricada para una intervención militar. Toda esta construcción del “Cártel de los Soles” no es más que un pretexto elaborado para los objetivos reales de Washington, intentar derrocar al Gobierno Bolivariano e instaurar un régimen subordinado a sus intereses. La operación naval masiva en curso ahora denominada como Operación Lanza del Sur y la súbita clasificación terrorista ha dejado en claro la intención del Gobierno estadounidense de lograr una eventual salida del presidente Nicolás Maduro por cualquier medio.

No es la primera vez que EE.UU. recurren a tácticas similares; en 1989 invadió Panamá justificándose en que Manuel Noriega era un “narcotraficante peligroso”; En 2003, construyó una narrativa de “armas de destrucción masiva”para invadir Irak. Y ahora, con Venezuela, intenta una combinación de ambos guiones, el narcotráfico y el terrorismo, adaptados para demonizar al Gobierno Bolivariano y así legitimar acciones de fuerza que de otro modo serían condenadas y, con ellas, revertir el rumbo político de Venezuela y recuperar influencia sobre sus vastos recursos estratégicos.

No es casual que Venezuela posea las mayores reservas probadas de petróleo del mundo, además de oro, coltán y otros recursos codiciados; sectores en EE.UU. han expresado abiertamente que verían con buenos ojos un cambio de régimen que abriría esas riquezas al control de las corporaciones norteamericanas, demostrando que la política hacia Venezuela está guiada por una versión actualizada de la Doctrina Monroe, buscando contener la influencia de China, Rusia e Irán en la región y asegurar para Washington el control de áreas de importancia geopolítica y de sus recursos como se ha venido informando en los últimos tiempos. Es por ello que presentar al Gobierno venezolano como un “narco-régimen terrorista” brindaría el casus belli perfecto para una intervención “legítima” a ojos de Washington.

Fuente: Globetotter

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La Industria Cultural como máquina de idiotización colectiva: Un análisis de la obra de Adorno y Horkheimer

 


La Industria Cultural como máquina de idiotización colectiva: Un análisis de la obra de Adorno y Horkheimer


Por Jorge Molina Araneda

kaosenlared

9 de diciembre de 2025 

 

La idea de “industria cultural”, formulada por Adorno y Horkheimer en Dialéctica de la Ilustración, surgió como una denuncia de cómo la modernidad capitalista había convertido la producción simbólica en un engranaje más de la lógica del beneficio. Para ambos pensadores, la cultura dejó de ser ese espacio de autonomía intelectual desde el cual era posible revisar críticamente el mundo, y pasó a funcionar como una maquinaria de estandarización capaz de moldear gustos, sensibilidades y expectativas. Adorno insistía en que la producción cultural, en lugar de sublimar, reprimía; no porque prohibiera directamente nada, sino porque reducía lo diverso a fórmulas repetidas que se podían empaquetar y vender. El cine, la música, la televisión o las series, cada uno con su estética particular, terminaban respondiendo a una misma matriz: repetir aquello que entretiene sin incomodar, ofrecer variantes mínimas que producen la ilusión de elección, pero que en realidad reafirman el mismo tipo de consumo.

Horkheimer, desde su crítica a la razón instrumental, explicaba que el pensamiento moderno había sido reducido a un instrumento de cálculo y dominación; en ese marco, la cultura se integraba como un elemento más de la racionalidad económica. La creatividad no desaparecía, pero quedaba subordinada al mandato de ser rentable, reconocible y fácilmente digerible. Adorno llamaba a esto “pseudoindividualidad”: la apariencia de diversidad en un paisaje donde casi todo responde a la misma lógica. Cambian los actores, los ritmos, los colores, los títulos, pero la experiencia que ofrece la industria cultural es cada vez más previsible.

Esta dinámica, señalaba Adorno, no es inocua. La exposición continua a contenidos superficiales, veloces y reiterados termina modelando formas específicas de percepción. En Prismas advertía que la pérdida de un juicio verdaderamente autónomo es el precio que se paga por la adaptación total a un entorno saturado de estímulos que apenas dejan tiempo para la reflexión. La diversión, lejos de liberar, se transforma en una prolongación del trabajo: un modo de mantener al sujeto en funcionamiento, adormecido pero disponible, sin interrogar demasiado el orden que lo rodea.

Si se mira el panorama cultural contemporáneo, muchas de las intuiciones de Adorno y Horkheimer parecen haber encontrado nuevas expresiones. Las plataformas de videos ultracortos, como TikTok, fomentan un tipo de atención fragmentada y ansiosa. Han, en su lectura de la hiperestimulación, advierte que el exceso de estímulos no abre más posibilidades, sino que destruye la capacidad de contemplar y profundizar. Las grandes franquicias cinematográficas como Marvel operan sobre fórmulas repetidas que aseguran un éxito previsible. Incluso géneros musicales como el reggaetón industrial responden a esquemas homogéneos donde la repetición del ritmo y de ciertos imaginarios garantiza viralidad. Y las plataformas de streaming, con su organización algorítmica de recomendaciones, terminan guiando el consumo cultural de las personas sin necesidad de imponer nada explícito: basta con sugerir continuamente aquello que ya funcionó.

A este panorama se suma un fenómeno nuevo: la producción masiva de contenidos a través de inteligencia artificial generativa. Paradójicamente, herramientas presentadas como potenciadoras de la creatividad terminan inundando el espacio cultural con enormes cantidades de textos y productos estandarizados. La multiplicación infinita de contenido no equivale a diversidad; a menudo produce una repetición sin estilo, sin riesgo y sin conflicto, justo aquello que Adorno consideraba la negación misma del arte.

Las críticas contemporáneas al capitalismo digital —desde Zuboff y su descripción del capitalismo de vigilancia hasta Fisher y su idea de que resulta más fácil imaginar el fin del mundo que el fin del capitalismo— dialogan con esa tradición de la Escuela de Frankfurt. También Žižek, desde otra vertiente, insiste en que la cultura pop actual convierte la ideología en un espectáculo amable, absorbible, casi simpático. El entretenimiento ya no oculta la realidad: la diluye.

La pregunta que queda abierta, como ya señalaba Adorno en Teoría estética, es si es posible producir cultura que no quede atrapada por esta lógica. El arte, decía, solo puede mantener su verdad si resiste, si no se somete del todo a las exigencias de la mercancía. Pero en un mundo donde la producción simbólica está mediada por algoritmos, plataformas y mercados globales, esa resistencia se hace cada vez más difícil. Aun así, la necesidad de recuperar la capacidad de ver con los propios ojos —esa tarea tan simple y tan ardua que señalaba Adorno en Minima Moralia— sigue siendo central: no para negar la cultura contemporánea, sino para volver a encontrar espacios donde el pensamiento pueda respirar sin ser inmediatamente moldeado, clasificado o monetizado.

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martes, 9 de diciembre de 2025

DIRECTO. EUROPA DECIDIDA AL ROBO A RUSIA. TRUMP SENTENCIA A UCRANIA Y ZE...

DESCOMUNAL ATAQUE DE MISILES RUSOS DEJA A UCRANIA A OSCURAS. LOS RUSOS A...

Policía Nacional, estupefacientes, mafia… otro caso aislado [España]

 

Policía Nacional, estupefacientes, mafia… otro caso aislado

 

Insurgente.org / 09.12.2025


La jueza del Juzgado de Instrucción número 3 ha dictado el ingreso en prisión provisional, comunicada y sin fianza para el jefe del Grupo de Estupefacientes de la Policía Nacional de Valladolid, Luis F.R., y otros cinco detenidos en la investigación relacionada con las drogas y llevada a cabo por la Unidad de Asuntos Internos, según han informado fuente jurídicas a Europa Press.

Este auto afecta a seis de los siete detenidos desde el pasado jueves, dos hombres dominicanos, dos mujeres dominicanas y dos varones españoles, incluidos el funcionario e Iván V.S., quien en verano de 2022 fue rehén de Pablo Antonio S.H., conocido como ‘Chiqui’, cuando este se atrincheró en su casa de Santovenia de Pisuerga, un suceso que se saldó con dos fallecidos, entre ellos un guardia civil. El séptimo detenido ya quedó en libertad el pasado jueves tras comparecer en comisaría.

Los arrestados, que ya han pasado a disposición judicial, han llegado al Juzgado de Instrucción número 3 de Valladolid a las 9.00 horas  para prestar declaración, compareciendo ante la jueza de menor a mayor implicación. Así, el último ha sido el jefe de Estupefacientes, quien se ha acogido a su derecho de no declarar y se ha mostrado abatido, mientras los cinco dominicanos han prestado testimonio para incriminar al policía e Iván V.S. ha declarado a preguntas de su abogado.

Tras ello, la jueza ha tomado la decisión de decretar el ingreso en prisión provisional, comunicada y sin fianza para los seis detenidos. La Fiscalía ha pedido precisamente este decreto, mientras las defensas han solicitado libertad bajo fianza u otra serie de medidas alternativas.

En el marco de la operación llevada a cabo por Asuntos Internos, que se inició a principios de año y que supuso que el pasado jueves se desplegase en Valladolid el operativo en el que se detuvo a estas personas, se han incautado 40 kilos de cocaína en maletas.

Según ha podido saber Europa Press, esta maleta se hallaba en la habitación de la madre de uno de los dominicanos detenidos, que vivía en un piso de alquiler compartido. Asimismo, esta sustancia sería la incautación registrada en la operación ‘Churruca’ que llevó a cabo la Policía Nacional de Valladolid el pasado mes de mayo y se saldó con 19 detenidos.

La maleta habría sido entregada al jefe del Grupo de Estupefacientes el pasado 24 de julio para que la llevase a un centro de tratamiento de residuos en Llanera (Asturias), si bien este habría dado el cambio en el proceso y habría movilizado la maleta hasta su llegada a la habitación donde fue encontrada.

Por otro lado, durante la operación se han intervenido más de 100.000 euros guardados en una caja de seguridad en la oficina de BBVA de la calle Duque de la Victoria de Valladolid, que pertenecen al inspector.

Además, este domingo la jueza ha levantado el secreto de sumario sobre el caso, justo antes de tomar declaración a los investigados.

eldiadevalladolid

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La escalada de la guerra híbrida

 

hok reclama aquí la expulsión del poder de toda la actual clase política. Es un “que se vayan todos” causado por la sinrazón y el disparate que unos y otros (o muchos de ellos) practican a diario. La cuestión es: si los echamos, ¿entonces qué?


La escalada de la guerra híbrida


Andrea Zhok

El Viejo Topo

9 diciembre, 2025


En los últimos días, tres petroleros y un carguero que transportaban exportaciones rusas fueron alcanzados en aguas internacionales.

Hace unas semanas, el almirante Cavo Dragone declaró que la OTAN está considerando ser «más proactiva» contra Rusia: «Estamos estudiándolo todo… En ciberseguridad, somos algo reactivos. Ser más agresivos, o proactivos en lugar de reactivos, es algo que estamos considerando».

El propio almirante lamentó que «tenemos muchas más limitaciones que nuestros homólogos, por razones éticas, legales y jurisdiccionales. Es un problema. No quiero decir que sea una posición perdedora, pero es una posición más difícil que la de nuestros homólogos».

La cuestión es que la postura de la OTAN es demasiado pasiva. Se necesita más disuasión, y «cómo se logra la disuasión –con represalias, con un ataque preventivo– es algo que debemos analizar a fondo, porque en el futuro podría haber aún más presión al respecto».

La guerra híbrida puede parecer un truco para una película de espías para muchos, pero es el enfoque principal de la guerra moderna, especialmente entre adversarios con armas nucleares, donde una guerra frontal genera la perspectiva de una destrucción mutua asegurada.

El problema con la guerra híbrida es que rara vez se puede discernir con certeza como «agresión». Eventos como las protestas de Maidán de 2014 en Kiev, descritos por Occidente como revoluciones espontáneas, han sido identificados por Moscú como eventos de guerra híbrida, cuyo objetivo es poner a Ucrania en una trayectoria de colisión con Rusia. Eventos como la pandemia de COVID-19 fueron inicialmente interpretados por China como un ataque de guerra híbrida.

Hoy en día, contamos con abundante evidencia de que la «Revolución de Maidán» fue controlada remotamente y que la COVID-19 nació en un laboratorio, pero la comprensión importante va más allá de interpretar la realidad de la responsabilidad.

La cuestión es que, en un entorno de guerra híbrida, la paranoia crece exponencialmente. Eventos accidentales o no relacionados pueden interpretarse como ataques de guerra híbrida y pueden conducir a «respuestas» que el bando contrario interpreta como «ataques no provocados».

La dinámica de la escalada está estructuralmente implícita en la guerra híbrida. Y sus primeras consecuencias se sienten a nivel interno en cada país, donde cada palabra o pensamiento disidente comienza a percibirse como «a sueldo del enemigo». La fase de censura y restricción que hemos experimentado en Europa durante los últimos cinco años ya forma parte de una advertencia relacionada con la percepción de una guerra híbrida en curso.

Estoy bastante seguro de que pocos italianos se entregarán a las bayonetas rusas para defender el capó lacado de Von der Leyen y el todoterreno de Calenda.

Pero no basta, no basta, porque este horizonte de guerra no declarada puede literalmente encadenarnos a todos, saquear lo que queda de nuestro estado de bienestar, confiscar nuestros bienes y derechos, silenciarnos, encarcelarnos bajo pretexto, someternos y destruirnos con múltiples formas de amenaza.

Todo esto, por supuesto, ya está ocurriendo.

La capacidad de autodefensa y autoorganización democrática se ve socavada por una multitud de procesos verticales, procesos de control centralizado, la creación de obstáculos burocráticos y, sobre todo, la desintegración horizontal de la sociedad, que pretende reducirse a un conjunto de átomos o grupos de presión en perpetuo conflicto interno.

Debemos empezar a considerar el uso de los restos de democracia formal que aún quedan para, al menos, derrocar a la clase política actual, tanto de derecha como de izquierda, que está completamente comprometida.

Desde esta perspectiva, incluso las iniciativas populistas deberían ser bienvenidas, porque la prioridad ahora mismo no es «revolucionaria», ni la sustitución de una clase dominante por una nueva es capaz de ofrecer una alternativa coherente.

Este es un ideal normativo que perseguir, pero la necesidad urgente actual es expulsar del poder a los actuales «monopolistas de la violencia» que se alternan en el gobierno.

En este momento, ante una amenaza terminal a la democracia, la renovación de la clase política, la eliminación de la clase política actual, atrincherada en las instituciones y que mantiene a su país como rehén sin representar a nadie, es más importante que cualquier otra cosa.

Unirse para expulsarlos debe ser la prioridad.

Fuente: Andrea Zhok

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