lunes, 1 de diciembre de 2025

PÁNICO EN UCRANIA: RUSIA GOLPEA CON TODO. TRUMP CIERRA EL CERCO SOBRE ZE...

La silenciosa crisis de la izquierda de cartón

 

La silenciosa crisis de la izquierda de cartón

 

Por Jorge Majfud

Rebelión.org

01/12/2025 

 

Fuentes: Rebelión


El pasado 26 de noviembre de 2025, el presidente de Uruguay, Yamandú Orsi, se expuso nuevamente a responder preguntas. Esta vez en un formato dialogado, relajado y con tiempo para la reflexión. El programa, “Desayunos Búsqueda” comenzó a las 9:30 de la mañana, por lo que no se puede alegar cansancio. Casi al final, se produjo el siguiente diálogo:

Presidente: La seguridad es un tema del que hay que hablar… Y yo creo que el ejemplo es Bukele. Es El Salvador… El ejemplo de un proceso.

Periodista: ¿Lo estás poniendo como ejemplo positivo o negativo…?

Presidente: Ejemplo para analizar. Estuve con alguien, mano derecha de Bukele, el otro día en La Paz, Bolivia… Son procesos raros ¿no? que tienen esos países… Países que han sufrido guerras… Les pregunté cuántos muertos en la guerra… 80 mil muertos, y no me acuerdo cuantos tantos desaparecidos… Otro tanto en Guatemala. Procesos terribles…

¿Guerras? Bueno, dejemos ese capítulo de lado. Quienes lo criticamos fuimos acusados de tergiversar sus palabras. “El presidente sólo habló de un ejemplo para el análisis”…

La primera expresión no tiene nada de ambigua. Bukele y El Salvador son “el ejemplo” para discutir la seguridad. ¿Necesitamos un teólogo para interpretar esto? Si hubiese dicho “en materia de seguridad, Cuba es el ejemplo” no habría quedado duda. ¿Por qué no decirlo? Cuba ha tenido una tasa de criminalidad históricamente muy baja. O Chile, cuya tasa de homicidios es la mitad de la de Uruguay. ¿Por qué El Salvador? Más que El Salvador, ¿por qué “el ejemplo es Bukele”, a pesar de que la dramática reducción de los homicidios se produjo en el gobierno de Sánchez Cerén y sin recurrir a los campos de concentración ―su pecado fue desafiar a las corporaciones. Pero, no sin ironía, Bukele ofrece otro ejemplo de la palestinización del mundo que estamos viendo, incluso en Estados Unidos: brutalidad sin ley, cárceles coloniales y datos a la medida del consumidor, como reportar asesinatos como suicidios o accidentes.

Cuando el periodista intenta confirmar, Orsi se sale de la rotonda, una vez más, con una anécdota banal. Como decían los GPS veinte años atrás, cuando uno erraba una salida: recalculating…  Al día siguiente, el presidente debió llamar a una radio para aclarar sus oscuridades habituales. La misma ambigüedad gesticular aplicada a “lo tremendo” de la “guerra en Gaza”.

Peor fueron las justificaciones de muchos de sus votantes, las que expresan una desesperada necesidad de confundir deseo con realidad. Algunos de ellos se enojaron con nuestra crítica, diciendo de que hay una “izquierda insaciable” y que “todo debe ser hecho como ellos quien”. No han entendido nada.

Primero: está claro que no hay humanos perfectos y, mucho menos, un político, alguien que cada día debe embarrarse con las contradicciones de la realidad.

Segundo: no por esto, aquellos que no tienen poder político o económico, deben ser condescendientes con quienes fueron elegidos para cargos públicos. Si no resisten las críticas sin azúcar, que renuncien. El resto no les debemos nada. Son ellos quienes se deben a sus votantes y demás ciudadanos. Es algo que ya lo dejó claro el gran José Artigas, hace dos siglos y que, aparte de la adulación vana, pocas veces se lo practicó.

Tercero: lo de Orsi ya no son fallas circunstanciales de cualquier administrador, de cualquier líder que debe negociar ante una pluralidad de intereses. Es (1) una consistencia en su debilidad de análisis y, peor que eso, (2) una consistencia en su alineamiento con los intereses económicos e ideológicos de la misma minoría dominante, no solo a nivel nacional sino imperial, que es la que dicta el bien y el mal en las colonias, inoculando la moral del cipayo, de lo que Malcolm X llamaba “el negro de la casa”.

Orsi es una versión desmejorada de José Mujica. A pesar de su “como te digo una cosa te digo otra”, Mujica no sólo tenía una cultura y una lucidez que hoy es rara avis, sino que, además, era un viejo zorro de la creación de su propio personaje. Vivía como quería y no tenía ni hijos ni nietos por quienes angustiarse en un despiadado mundo capitalista. Le faltó algo propio de un líder, que es la capacidad de dejar seguidores a su altura.

Lo peor que le puede pasar a una democracia es dejar a la política en manos de los políticos. A los líderes hay que apoyarlos, pero no seguirlos como al flautista de Hamelin. Menos cuando solo se es un presidente, no un líder. Lo primero puede ser un accidente; lo segundo es otra cosa.

Otra contra crítica (válida, como toda crítica) nos acusó: “Sigan criticando, que le están haciendo el juego a la derecha”. Otra: “¿Qué están buscando, que tengamos un Milei en Uruguay?”.

Una de las condenas de nuestras pseudodemocracias (plutocracias neofeudales) es que siempre estamos eligiendo el mal menor. Un ejemplo claro es Estados Unidos. En América latina cada vez se reducen más las opciones reales debido a esta lógica. Así, los ciudadanos pasan de “Detesto a este candidato, pero el otro es mucho peor” a mimetizarse con el personaje y con sus ideas (que son las ideas del “mucho peor” pero azuladas) sin exigirles nada.

El resultado no es que nos estanquemos en un statu quo, sino que la resignación y el apoyo acrítico al “menos malo” poco a poco va entrenando el pensamiento y la sensibilidad de aquellos que entendían que era necesario un posicionamiento por la expansión de los derechos de las mayorías, hacia un apoyo a sus propios verdugos, a la poderosa minoría de los de arriba. Así es como trabajadores precarizados y hambreados terminan apoyando con fanatismo a presidentes como Javier Milei, quienes los han convencido de que hay que huir hacia la extrema derecha y defender a los amos para evitar que los antiesclavistas, condenados por Dios y las buenas costumbres, terminen por destruir la libertad y la “civilización judeocristiana”.

A principios del siglo XX, Uruguay era uno de los ejemplos para muchos países latinoamericanos, desde la salud y la educación universal, la audacia de sus leyes progresistas (voto femenino, divorcio) y la distribución razonable para el brutal estándar de desigualdad en el continente colonizado por las corporaciones imperiales. Su condición de país sin grandes riquezas naturales, apetecidas por los imperios, y su ubicación lejana a estos centros de depredación y depravación, lo mantuvieron con relativa independencia para dedicarse a sus propios problemas. Este proceso fue interrumpido con la Guerra fría en los años 50, la dictadura militar supervisada por la CIA en los 70 y la consecuente imposición del neoliberalismo de la Escuela de Chicago. En las últimas décadas, se recuperó algo de aquella tradición progresista con políticas como la universalización de las laptops para niños, pero luego comenzó un remedo vacío, autocomplaciente, un tic sin épica.

Luego de medio siglo de existencia, el Frente Amplio también se está sumergiendo en una silenciosa crisis. El parteaguas fue Gaza. No comenzó con una razón ideológica, sino moral, pero este terremoto obligó a cientos de millones a estudiar historia, lo que dejó al descubierto otras razones imperiales. Este terremoto tiene un mismo epicentro en los sistemas de poder representados por las ideologías de derecha, desde el sionismo, el fascismo, el evangelismo misionero de corbata y pobres temblando en el piso de los templos, no por misterio divino promovido por la CIA décadas atrás.

Todo de forma simultánea al neoliberalismo que ahora agoniza en un postcapitalismo violento, desesperado y sin ideas.

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¡En la calle el Topo de Diciembre!

 

Artículo en abierto de la Revista de El Viejo Topo nº455, diciembre de 2025. El retorno de la Sombra por Antonio Monterrubio. Artículos de Manolo Monereo, Julen Bollain, Ignacio Garay, Xulio Ríos, Higinio Polo, Javier Franzé y Miguel Candel. Entrevista a César Rendueles por Javier Enríquez Román. Respuesta a Moreno Pasquinelli por Ramón Franquesa. Más cine: Yorgos Lanthimos. Y reseñas de libros.

TOPOEXPRESS


¡En la calle el Topo de Diciembre!


El Viejo Topo / 1 diciembre, 2025



Artículo en abierto de la Revista de El Viejo Topo nº455, diciembre de 2025. El retorno de la Sombra por Antonio Monterrubio. Artículos de Manolo Monereo, Julen Bollain, Ignacio Garay, Xulio Ríos, Higinio Polo, Javier Franzé y Miguel Candel. Entrevista a César Rendueles por Javier Enríquez Román. Respuesta a Moreno Pasquinelli por Ramón Franquesa.  Más cine: Yorgos Lanthimos. Y reseñas de libros. 


El retorno de la sombra

por Antonio Monterrubio


Algunos pensaron que Trump, no siendo un candidato marioneta, podía ser más prudente y menos belicista que otros presidentes. Sin embargo, hoy el mundo no es un lugar más seguro que ayer. Son tiempos cada vez más oscuros.

Que la historia está lejos de ser un largo río tranquilo, un proceso continuado de progreso y perfeccionamiento, no requiere demostración. En múltiples ocasiones ha hecho gala de su sobrada capacidad para echar el freno y dar marcha atrás. El colapso del mundo micénico, en torno a 1200-1100 a.C., sumergió a Grecia en una Edad oscura que se prolongó hasta la aurora de la época arcaica (s. VIII a.C.). Incluso la escritura desapareció. La caída de Roma acarreó un serio retraso que duró siglos. Hace ya mucho tiempo que la Edad media en su conjunto ha sido rehabilitada de su condición de época tenebrosa sin el menor atisbo de luz. Indudablemente, el eclipse no persistió mil años, pero existió.

No hace falta que una civilización se derrumbe para que los infortunios de los más se incrementen hasta límites que ni sospechaban años atrás. El establecimiento de los Estados absolutistas en el oeste de Europa dio la puntilla al modo de producción feudal y significó la desaparición de la servidumbre, a la par que el desarrollo de una economía cada vez más urbana. En el este del continente, sin embargo, «el Estado absolutista era la máquina represiva de una clase feudal que acababa de suprimir las libertades tradicionales de las clases pobres» (Anderson: El Estado absolutista).

En consecuencia, al este del Elba, sucesivas generaciones de campesinos consumieron sus vidas acechadas por la miseria, el hambre y las epidemias, condenados a una muerte precoz. Así, la Amanda Woyke, cocinera de la servidumbre, creada por Günter Grass en El rodaballo y real como la historia misma. Nacida sierva en 1734, verá perecer de inanición a sus tres hijas pequeñas, una más de las innumerables tragedias que jalonaron su desdichada existencia.

Lloró durante tres días de marzo limpios como la porcelana,

hasta que su planto, filtrado, fue solo un iiih.

(Y también en otras chozas

de Zuckau, Ramkau y Kokoschken,

donde a alguien se le había muerto alguien de hambre

se lloraba así: ihhh…).

Nadie se preocupaba por eso.

Como si no pasara nada, echó brotes el sauce.

La Revolución industrial puso las bases de un progreso material acelerado que culminó en la Sociedad de Consumo y Espectáculo. Pero no todos disfrutaron de sus beneficios, ni mucho menos. Y eso incluso en el mismo centro del proceso.

La clase media triunfante y aquellos que aspiraban a emularla estaban satisfechos. No así el trabajador pobre –la mayoría, dada la naturaleza de las cosas– cuyo mundo y formas de vida tradicionales destruyó la Revolución industrial, sin ofrecerle nada a cambio (Hobsbawn: Industria e imperio).

En nuestro día a día, donde el tecnofeudalismo se va imponiendo mientras se eclipsan los derechos sociales, laborales, ciudadanos y aun humanos, esta frase es de palpitante actualidad. Y los paralelismos no se limitan a aspectos tangibles, con una creciente legión de trabajadores abocados a la precariedad y la estrechez. Igual que entonces, cualidades asociadas a determinados oficios como el saber hacer, la tradición, el orgullo de la obra bien hecha, el valor de la experiencia o una cierta moralidad se han evaporado. La monotonía y la rutina, los ritmos impuestos son incompatibles con casi cualquier labor creativa y gratificante. Ni siquiera la vocación es capaz ya de compensar el carácter alienante del trabajo.

Sociedades al completo pueden caer en una locura colectiva autodestructiva. El suicidio de Europa culminado en el periodo 1914-1945 es una muestra excelente. En apenas treinta años, dos guerras al por mayor y otras de extensión limitada segaron millones de vidas de combatientes y civiles. La miseria se ensañó con las poblaciones. Las epidemias hicieron su agosto, el hambre resultante del paro y la guerra diezmó países enteros. Pero si la catástrofe material fue de dimensiones desconocidas hasta entonces, el apocalipsis moral se reveló aún más funesto. Proliferaron los fascismos, con el fervoroso apoyo de grandes masas. La intolerancia y el odio se propagaron como la peste. Todas las líneas rojas éticas fueron cruzadas, incluso borradas del mapa. Por si la monstruosa cantidad de víctimas de tantos desmanes no fuera suficiente, se alcanzó el non plus ultra de la abyección. Se puso en práctica un programa destinado a exterminar a los miembros de una serie de minorías por el simple hecho de pertenecer a ellas. Judíos, gitanos, homosexuales, discapacitados, opositores políticos fueron perseguidos, cazados o aniquilados ante la indiferencia distraída o el aplauso más o menos entusiasta del populacho. No es creíble que no supieran. Sí que sabían, pero no les importó. Y esto sucedió en países con altísimas cotas de alfabetización, notables niveles educativos y culturas deslumbrantes. El experimento funcionó en su día; luego, dadas condiciones similares, es perfectamente reproducible. Deberíamos andarnos con cuidado. El Mal no habita ya en el lejano corazón de Mordor. Está cerca de nosotros –en no pocos casos, dentro–.

Asistimos, entre atónitos y desencantados, a un proceso de cristalización del mal que, a corto plazo, parece imparable. De los trágicos fenómenos con los que nos toca convivir, el más funesto a largo término es la propagación viral del espíritu de la servidumbre voluntaria. Enloquecidos profetas hacen las delicias de grandes y chicos profiriendo eslóganes ultraliberales que condenan a la pobreza al grueso de la población mundial. Sabido es que la crítica inmisericorde de las nuevas hornadas humanas por quienes dejaron muy atrás su mocedad es un lugar común de venerable antigüedad. Aun así, es difícil negar que hoy una porción no desdeñable de ellas –en particular masculina– enarbola ideas, actitudes y conductas que solo pueden calificarse de nefastas. Cierto es que tampoco en otras generaciones todos, ni siquiera la mayoría de sus miembros, estuvieron movidos por los generosos valores que líricamente se atribuyen a la juventud. Esto no quita que la situación actual sea extremadamente preocupante y presagie, de no cambiar, un futuro poco halagüeño para el planeta y sus pasajeros. Entre el enfervorecido público de los gurús del Egoísmo Salvaje se sitúan en las primeras filas muchos de quienes sufrirán, tarde o temprano, las consecuencias de sus actos. Pero nada parece capaz de detener la marcha hacia el desastre de una humanidad atrapada en su bucle melancólico. Creencias irracionales, prejuicios tribales o sumisiones incondicionales que creíamos desvanecidos en las tinieblas de la historia aparentan haberse conservado en nitrógeno líquido para resurgir ahora, tan frescos, en este invierno de nuestro descontento.

La crisis de la conciencia moral, la parálisis de la facultad de juzgar, la capitulación del pensamiento, el agostamiento del sentido y la sensibilidad asedian la ciudadela de la dignidad humana. Derribados sus muros, quedará a merced de los nuevos bárbaros. Una audiencia cada vez más amplia y enardecida alterna las loas al amo con el odio al desvalido, hace profesión de intolerancia, rinde culto de latría al malismo. La ignorancia y la inhumanidad amenazan con asfixiarnos, no solo metafóricamente. Es momento de actuar, y no de limitarse a discutir sobre si estamos ante un renacer del fascismo o ante un totalitarismo de nuevo cuño. Esto recuerda demasiado la discusión de los conejos acerca de si sus perseguidores eran galgos o podencos. La cuestión es que el Mal con mayúscula, a la par radical y banal, ha regresado, armado hasta los dientes. «Siempre después de una derrota y una tregua, la Sombra toma una nueva forma y crece otra vez» (Tolkien: El señor de los anillos).

El atoramiento de la indignación, último latido de la ética, parece una evidencia. Presenciamos impasibles un desfile incesante de injusticias monstruosas, estremecedoras catástrofes y masacres devastadoras, con o sin coartada bélica. Dedicamos la misma indiferencia a las imágenes de ahogados en el Mare Nostrum convertido en solar de la muerte líquida y las de cadáveres despanzurrados por bombas, misiles y miseria moral. Nada tiene el vigor suficiente para sacarnos de nuestra zona de confort, a la cual nos aferramos con uñas y dientes. Somos la confirmación a gran escala de la validez del axioma neurocientífico que sostiene que al cerebro no le importa la verdad, sino la supervivencia. Si necesita crear un relato que justifique cualquier atrocidad, no le temblarán las neuronas. Y en todo caso, no dudará en dirigir la atención hacia otro lado con tal de ahorrarse el dolor o la angustia.

Allá donde mora el emperador y donde, por ende, se corta el bacalao, comienzan a proliferar signos de un autoritarismo con vocación autocrática. En apenas seis meses de ejercicio, el gobierno Trump bis ha traspasado innumerables límites morales, legales y constitucionales. Lo menos que puede decirse de la troupe circense que escolta al César es que su virtud es de lo más distraída. Forofos de la mentira, la calumnia, las fake news y los hechos alternativos, habitan una realidad paralela a la cual pretenden teletransportar al grueso de la población, idealmente a la sociedad en su conjunto. Una parte considerable vive ya en esa Matrix corregida y aumentada que es el show de Trump, mucho más falso (y letal) que el de Truman. El destino de los réprobos –a pesar del biopoder, la psicopolítica y el tecnototalitarismo, los habrá– será poco envidiable. Tenemos delante a un tipo que amenaza con detener a todo un gobernador de California por el delito de no bailarle el agua. Los ignorantes atrevidos son legión en su gabinete, desde el vicepresidente hasta los inenarrables secretarios de Defensa o Sanidad. El antivacunas militante y conspiranoico de Robert F. Kennedy ha despedido a los diecisiete miembros del comité asesor sobre las vacunas para sustituirlos por expertos que comparten su pensamiento mágico y su ideario paleopolítico. Pero seguramente el elemento más representativo de la vileza de las políticas trumpianas sean los pogromos contra los inmigrantes, persecuciones, arrestos y deportaciones arbitrarias –y a menudo ilegales– que cuentan, no lo olvidemos, con el beneplácito entusiasta de nutridos contingentes ciudadanos. Ya se sabe: primero se llevaron a los mexicanos, pero como yo no era mexicano…

Creer que estamos ante un simple puñetazo en la mesa, una subida de la testosterona, una exhibición de fuerza de cara a la galería, sería pecar de ingenuidad. Todo esto responde a una estrategia orquestada a fin de polarizar a la sociedad, justificando así la implantación de medidas de excepción. El objetivo es asentar un poder cada vez más autoritario y sin contrapeso alguno.

Apenas jurado su cargo, el magnate-presidente ya insinuó que la prohibición constitucional de un tercer mandato se le daba un ardite. El programa de control del poder judicial sigue en marcha, al igual que los de establecimiento de un cuasi monopolio mediático o el aplastamiento de la disidencia intelectual y universitaria. Su olímpico desprecio a las reglas democráticas, las normas legales y los imperativos éticos reflejan un insaciable apetito autocrático. Su sueño poco secreto es convertirse en caudillo del MAGA de los mil años. A su vez, esa es la pesadilla de millones de sus conciudadanos y de tantos en el resto del mundo. Pues un gobierno autoritario en los Estados Unidos refuerza los que ya existen en otros países, haciéndolos aún más atrevidos y opresivos. Y facilita enormemente el advenimiento de otros destinados a durar. La sombra amenaza de nuevo con devorarnos.

Muchas son las entidades tenebrosas que se han dejado sueltas en los últimos tiempos. Pero la Princesa de las Tinieblas es la Mentira. Los hechos se ocultan, se transforman, se invierten. La historia se reescribe constantemente ante nuestras narices. Hasta los testigos presenciales terminan creyendo a pies juntillas la versión amañada y autorizada. Todo dato, suceso o cifra puede ser vilipendiado, menospreciado, disimulado o negado si afecta a la imagen del poderoso. Simétricamente, infundios sin pies ni cabeza mutan en dogmas de fe cuando contribuyen a la eliminación de los réprobos. Por racionales y sapiens que insistamos en creernos, confiar en las buenas artes del Sistema Nervioso Central para actuar como estabilizador automático sería un error de bulto. Si nuestro cerebro necesita relatos a modo de alivio, queda muy lejos de su ánimo el contrastarlos con fuentes fiables.

Bajo el Sol negro de la mentira prolifera una tenebrosa jungla de intolerancia y odio. A su sombra se reúnen hordas cada vez más nutridas de orcos y demás criaturas malignas. Todos ellos, incluidos los más orgullosos, como los horripilantes Espectros del anillo, son meros sirvientes, piezas de ajedrez desechables en el Gran juego del Señor Oscuro. Este cuenta con que sus sofisticadas artes nigrománticas serán suficientes para hacerle dueño no ya de la Tierra media, sino del planeta entero. Pero no descarta, si lo considera oportuno, recurrir a terapias más agresivas. Estas vísperas recuerdan otras pasadas.

Oído en un café: un joven nazi sentado con su novia […] está borracho. «Sí, sí, ya sé que ganaremos, de acuerdo», exclama impaciente, «pero no basta». Y golpea la mesa con el puño: «¡Tiene que haber sangre!». La muchacha le tranquiliza […] «Pero claro que la habrá, cariño», le arrulla apaciguadora, «el Jefe lo ha prometido».

Estas frases proceden de «Diario berlinés (Invierno, 1932-33)», el capítulo que cierra Adiós a Berlín de Christopher Isherwood. Unos días después, Hitler fue nombrado canciller.

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Oscar Wilde: 125 años de su muerte

 


Oscar Wilde: 125 años de su muerte 


Iñaki Urdanibia

kaosenlared

30 de noviembre de 2025 

 

«Un mapa del mundo que no incluya la Utopía, no merece una sola ojeada, pues deja fuera el único país en que la Humanidad está completamente desembarcando…»

El escritor irlandés no dejó indiferente a nadie, ni a tirios ni a troyanos, ni por su obra y menos todavía por su comportamiento vital., siempre objeto de escándalo. Decía caustico Fernando Pessoa, en su Libro del desasosiego, que por la boca muere el pez y Oscar Wilde; opuesta posición defendía Jorge Luis Borges: «Observa Stevenson que hay una virtud sin la cual todas las demás son inútiles; esa virtud es el escándalo. Los largos siglos de la literatura nos ofrece autores harto más complejos e imaginativos que Wilde: ninguno más encantador. Lo fue en el diálogo casual, lo fue en la amistad, lo fue en los años de dicha y en los años adversos. Sigue siéndolo en cada línea que ha trazado su pluma». ¿ Y qué decía él?: «La única persona en el mundo que me gustaría conocer a fondo; pero no veo ninguna posibilidad de conseguirlo a corto plazo». Da por pensar que no lo logro, desde luego en una vida que comenzó en 1854 y finalizó un 30 de noviembre de 1900.

Vaya por delante una breve cronología de su ajetreada existencia:

1854: nace en Dublín Oscar Fingal O´Flaherty Wills Wilde. Hijo de un afamado oftalmólogo y de una patriota irlandesa.

1864: comienza sus estudios en la Escuela Real de Portora, uno de los mejores colegios de Irlanda.

1871: ingresa en el Trinity College de Dublín, universidad protestante en donde conoce a un helenista de pro.

1874: gana le medalla de oro de Berkeley en griego, además de una beca para estudiar en Oxford.

1876: muere su padre. Primer premio en literatura griega y latina. Se comienza a declarar esteta y a llamar la atención por su manera de vestir y de comportarse.

1877: Viaja a Grecia con su antiguo profesor.

1878: más premios y finaliza la carrera.

1880: vive en Londres con su madre y su hermano. Escribe <<Vera o los nihilistas>>, su primer drama.

1881: escribe poemas y viaja a EEUU con el fin de dar conferencias. Se le recibe allá en medio de una amplia expectación.

1883: tras el año de conferencias y viajes, vuelve a Londres, luego a París y de vuelta a Nueva York con el fin de asistir al estreno de <<Vera o los nihilistas>>, que se representa con un fracaso. Vuelve a Londres en medio de grandes apuros económicos.

1884: se casa y se dedica al periodismo.

1885: nace su hijo Cyril.

1886: nace su segundo hijo Vyvyan. Comienzan los rumores sobre su doble vida.

1887-1889: primeros cuentos publicados, colaboraciones en revistas. Comienza el escándalo.

1890: publica en una revista El retrato de Dorian Gray, con gran éxito de público y revuelo en los medios críticos.

1891: se estrena en Nueva York La Duquesa de Padua, sin éxito. Tiempo de numerosas publicaciones. Viajes a París; escribe Salomé. y El alma del hombre bajo el socialismo.

1892: algún estreno teatral en Londres con lo que cosecha gran celebridad y dinero. El censor prohíbe por escándalo Salomé, al jugarla inmoral por tratar de un tema bíblico.

1893: estreno de Una mujer sin importancia con enorme éxito lo que supone que Wilde comienza a convertirse en autor de moda.

1894: publicación de Salomé con ilustraciones de Beadrsley. Viaja a Artgelia en donde se encuentra con André Gide.

1895: en el mismo momento en que triunfa, el padre de lord Alfred Douglas, lord Queensberry, y Wilde intercambian denuncias por calumnia y por difamación. Después de tres meses de escandalosos procesos, el juez dicta sentencia contra Wilde por delitos de gross indecency y le condena a dos años de prisión con trabajos forzados. En noviembre es finalmente conducido a la cárcel de Raeding.

1896: muere su padre. Estreno de Salomé en París.

1897: escribe la famosa carta De Profundis dirigida a lord Alfred Douglas. En mayo sale de la cárcel de Reading, cumplida la condena. Abandona Inglaterra inmediatamente instalándose en Berneval, en la costa francesa, bajo el nombre de Sebastián Melmoth. Empieza a escribir La balada de Reading Gaol. Se reúne en Nápoles con lord Alfred Douglas. A finales de este año los dos se separan casi definitivamente y Wilde se instala en un hotel en París.

1898: muere su mujer. Primera edición de La balada…. Se traslada al Hotel d´Alsace llevando una vida bohemia y absolutamente arruinado.

1899: viajes por Francia e Italia, Muere su hermano. Publicación de varios libros.

1900: enfermo en Roma, lo que hace que vuelva a París en donde es operado de una otitis aguda. Agonía. El 29 de noviembre, se convierte el catolicismo en su lecho de muerte.; es bautizado y recibe la extremaunción. Al día siguiente fallece a causa de una meningitis en el Hotel d´Alsace. Tres días después es enterrado en el cementerio de Bagneux.

1908: se publica el primer volumen de las Obras completas.

1909: en julio sus restos son trasladados del cementerio de Bagneux al de Père Lachaise de París.

Hay escritores más célebres por su vida y por sus andanzas que por su propia escritura; si esto es así, Oscar Wilde quizá sea el ejemplo más destacado; ya lo decía él mismo a André Gide: «he puesto todo mi genio en mi vida; no he puesto más que mi talento en mis obras». 1) Su vida y su imagen eclipsaba su obra, considerada sin más como frívola, superficial, insustancial, deudora de la guía del arte por el arte, puro esteticismo. 2) Puro esteticismo, olvidando que Wilde en sus obras mantiene ciertas prescripciones morales contra la hipocresía, contra la demagogia, contra el espíritu gregario o borreguil, además de las abundantes alabanzas de la belleza y de la verdad, de la honestidad y también, cómo no, del individualismo y del egoísmo.

Cierto es que su tonos ex cátedra invitan a la pasividad lectoras, que se siente dirigido en medio de alusiones, dobles sentidos y ambigüedades. La escritura de Oscar Wilde muestra que se se puede ser y al tiempo alegre, lúcido y divertido.

Pío Baroja tan crudo como siempre sostenía :«Mire usted, señor Wilde ese problema de usted nos interesa poco a nosotros. Tome usted el barco, vaya usted al continente e instálese usted donde le parezca y viva usted donde quiera y como quiera»– escribió esto, dando cuenta del encuentro de Baroja con Wilde- para zanjar el tema de un plumazo alegando que es «un tema de pensión de solteronas, una verdadera cursilería». Tampoco se quedaba corto Eugenio D´Ors: « Byron desafiaba la tempestad, Wilde ya no sabe desafiar más que a la chismografía»; yu siguiendo con las opiniones sumarias, Ramón Gómez de la Serna mantenía que «Su vicio es el vicio de Sócrates. El de los “otros” es el vicio del Gran Puerco [añadiendo líneas después que] la gran libertad que se desprende de su obra y delatar que el afán de ciertos propagandistas de “la noticia” es sólo malograr ese espíritu y estrangular esa magnífica libertad…En Wilde hasta podríamos decir que ese vicio se presenta como una flor perfecta, con su veneno, con su distinción, sus colores brillantes y todos su atributos». Abundando pelín añadiré la opinión de Chesterton:

«el movimiento de aquellos a los que se ha llamado estetas…y el movimiento de a los que más tarde se llamó los decadentes…tenían el mismo jefe de filas, o en todo caso el mismo director de orquesta. Oscar Wilde marchaba en cabeza de la primera procesión llevando una sombrilla, y en cabeza de la segunda procesión llevando un clavel verde». Puede constatarse que el personaje no escandalizó únicamente a los biempensantes tribunales sino también a sus pares, e impares.

Cárcel y censura

Algunas de sus obras fueron censuradas y prohibidas por inmoralidad; de todos modos nada que ver tuvieron con con los procesos coetáneos a Charles Baudelaire o Gustave Flaubert…Se ha de añadir que su encarcelamiento nada tiene que ver con su obra ni con actividades políticas consideradas delictivas -como fue el caso de Fiodor Dostoievski- sino por cuestiones de índole moral (sodomía ,pederastia, prostitución homosexual…). Comparaba Stefan Zweig ambos casos, sosteniendo que un rayo parecido alcanzó a Oscar Wilde y a Dostoievski, al ir a parar entre rejas, si bien la prueba no tuvo el mismo resultado en ambos sujetos: la prueba pulveriza al primero como en un mortero, mientras que el segundo sale de la prueba moldeado por el fuego como el bronce del crisol. Wilde envilecido por este estigma, sintiéndose humillado en el baño de Reading Goal en donde ha de meterse tras haberlo hecho antes que él diez prisioneros. La cultura de los gentlemen se ve echada por tierra…Dostoievski en cambio pretende integrarse al estar por encima de las clases como hombre nuevo que pretende ser.

De su experiencia carcelaria surgió una abierta denuncia de la hipocresía y de las condiciones de las cárceles inglesas: De profundis La balada…El sistema carcelario tenía como objetivo destruir las facultades mentales de los internos. Los trabajos consistían en hacer girar con los pies la rueda de un molino, en dar diez mil vueltas diarias al crank, la manivela de un cilindro metálico, y en desmenuzar sogas hasta convertirlas en estopa. Las dos últimas tareas se ejecutaban en la celda; sólo había una hora de ejercicio, consistente en caminar por el patio, y estaba prohibido bajo severas penas intercambiar una palabra con nadie. La ración cotidiana -papilla de avena, grasa de riñones y aga, complemento alimenticio- producía diarrea incesante en los presos, sin que pudieran disponer de letrinas en calabozos cuyo único mobiliario era un lecho de tablas.

Sus tendencias socialistas

«Los filántropos pierden toda noción acerca de la humanidad. Es su rasgo distintivo» (El retrato de Dorian Gray, 1891 )

«La desobediencia, a los ojos de cualquiera que haya leído historia, es la virtud original del hombre»( El alma del hombre en el socialismo, 1891)

«Las personas que hacen mayor daño son justamente aquellas que tratan de hacer mayor beneficio» (Ibidem)

Afirmando que toda autoridad es igualmente mala, se declaró anarquista en repetidas ocasiones; desde luego más cercano a Max Stirner y su El único y su propiedad, que a la Ayuda mutua de Pietr Kropotkin..

Parte de la obra que generalmente escapa al lector; sin embargo esta es en la que habla sin personajes intermediarios, habla él en persona…textos sobre la reforma penitenciaria, ya nombrados, o las condiciones de vida de los niños en las prisiones. Es claro que, contra lo que pudiera parecer por lo que dicen los demás de él, los problemas sociales le interesan sin dudar. Un texto de una generosidad tal que roza los pagos de la utopía; «el Progreso es el resultado de la realización de las utopías» Lo que propone es un socialismo individualista, aunque algunos pasajes cobre la plusvalía, que despieza el maquinismo, por ejemplo, son deudoras de las ideas de Marx.

Para Wilde no se trata de tener, ni de existir sino de vivir. La abolición de la propiedad, del matrimonio, de los gobiernos (<<el poder envilece>> frente a los “honores” de los que hablaba Flaubert como camino de perdición), la socialización de los medios de producción y la liberación del hombre del yugo de las máquinas, que deberían ser sus esclavas y no al contrario, permitirá al hombre desarrollarse. Suprimiendo los castigos se suprimirán los criminales (ciertas resonancias de aquello que se dice que dijo Sócrates: menos cárceles más escuelas, como antídoto para la delincuencia)

Ciertos tonos deudores del verdadero cristianismo que se combinaban con un esteticismo desbordante, plasmado en su Annus mirabilis de 1891, si bien podrían atisbarse ciertos aires de familia con el socialismo utópico de Ruskin o de William Morris que ese mismo año publicó su novela Noticias de ninguna parte. En una carta a un amigo, fechada dos años después comentaba: «tanto mis estudios históricos como mis continuos conflictos con el fariseísmo de la sociedad moderna me han “impuesto” la convicción de que el arte no puede tener una vida y un desarrollo auténticos bajo el actual sistema de comercialización y búsqueda del beneficio. He intentado desarrollar esta teoría, que no es otra cosa sino el socialismo visto por un artista, en varias conferencias, la primera de ellas pronunciada en 1878». En tales textos se cruzaban la búsqueda de del socialismo cuidando la estética a la vez. Según se dejaba ver en la última obra citada, señalaba que existía una revolución que la humanidad debía afrontar: la revolución del individualismo, añadiendo que en un futuro el estado habrá abolido l propiedad privada mientras que cada cual podría desarrollar su creatividad, su ser, su conciencia de individuo, que casase con el individualismo de los demás, conllevando la realización como ser humano y la consiguiente felicidad. Aun siendo un texto u tanto caótico, rebosa ideas subversivas, como no podía ser de otro modo, perlado de paradojas. Queda claro que embiste contra el comunismo autoritario, profetizando que la sociedad ideal que vendrá, desaparecerá el crimen, que se cometen empujados generalmente por la insatisfacción y la miseria, que se codea con una cerrada defensa del arte y declarando que la forma de gobierno residirá en la ausencia de éste…en una vuelta deseada al Renacimiento y el helenismo, con calros tintes de anarquismo organizativo y paganismo. Estos textos no tuvieron muchos lectores, pero sí disgustó sobremanera a muchos de los que reían las ocurrencias del dandy…al no parecerse al frívolo habitual sino a un entregado rebelde, a un revolucionario.

Concluiré este acercamiento echando una mirada a una obra suya, de 1880, que no gozó, ni goza, de excesiva atención: Vera o los nihilistas. En su La decadencia de la mentira de 1891, se leía: «El nihilista , ese extraño mártir sin fe que sube al cadalso sin entusiasmo y que muere por algo en lo que no cree, es un puro producto literario. Lo inventó Turguénev y lo perfeccionó Dostoievski»; añadía en su Un marido ideal de 1895: «Es el amor, y no la filosofía alemana, lo que realmente puede explicar este mundo, sea cual sea la explicación del otro», señalando a la vez cuál era la guía de su quehacer: «El propósito del arte es sólo crear un estado de ánimo»( El crítico artista, 1895).

Wilde pensaba que el éxito le podía llegar a través del teatro, pues tenían cantidad de relaciones entre artistas y demás gente de la farándula…De ahí que escribiese este primer drama, Vera o los nihilistas, que representa una historia de amor en el seno de una asociación de nihilistas. La obra se publicó en Nueva York en una edición limitada en 1882, un años después de su puesta en escena, que de hecho resultó un verdadero desastre de improvisación. Si se estrenó allá es debido a que en Londres no fue permitida debido al parentesco que unía a la familia real inglesa con la zarina rusa, cuyo marido, Alejandro II, falleció al ser alcanzado por la bomba que le arrojó un nihilista en marzo de 1881.

Se ve a un Wilde que está familiarizado con los autores rusos del momento, queriendo describir el ambiente un poco convencional de la Rusia de finales del siglo XIX, y exaltar la violencia motivada por los sufrimientos de muchas vidas en esclavitud, como la de los nihilistas, jugando el amor el rol de fuerza moderadora. Asoman con frecuencia frases y filosofías de Príncipe Paradoja…como si el mismo escritor asistiese entre atento y divertido a las reuniones de enmascarados “bolcheviques”…Las conversaciones son algo más que meras ocurrencias wildianas…bajo ellas se siente la amargura, la pasión, el conocimiento de la vida y de la humanidad…Recurre a caricaturescos, y esquemáticos retratos hasta rozar el panfleto o la insustancialidad: la autoridadlos rebeldes y sus maniobras, el conformismo campesino y su único interés por sacar pelas y pasar de todo…Algo inverosímil: el hijo del zar ¿nihilista? La cohorte del zar plagada de pequeños aprovechados y pequeños maquiavelos…con no disimulados resabios evangélicos, siendo presentados, los nihilistas por los popes como la encarnación del mismísimo diablo. En el centro el motor de la revolución encarnado por Vera -considerada como peligor número uno-, que considera que el asesinato es un acertado medio de reforma política, titubeando la protagonista y sus camaradas entre el uso de la violencia o los medios de combate no-violentos, en medio del pueblo que no se entera de nada y los nihilistas que se campanean al elogiar su propia labor:«le hemos hecho comer el fruto del árbol de la ciencia y la época del sufrimiento mudo ha pasado para Rusia»; seres entregados aun a riesgo de la muerte, el suicido o la muerte lenta en las prisiones siberianas. Se echan pestes con respecto al palacio, y a sus dueños, los zares y familia, del mismo modo que Francia queda a la altura del barro.

Indudablemente se puede ver que Oscar Wilde estaba al tanto del am biente de la época en Rusia: los atentados, algunos personajes como Vera Zasulich que en 1879n hirió a Trepov, gobernador militar de san Petersburgo, hechos que sirvieron de mecha para el surgimiento de la asociación secreta Tierra y Libertad para organizar la Voluntad del pueblo (Narodnya Volia), cobrando el nombre de Vera alcance mundial, al ser considerada como una verdadera heroina.

Por cierto, da por pensar que la elección por parte de Wilde del nombre de la protagonista no es casual, ya que, por una parte, la palabra significa en ruso fe, además de abundar el nombre en varias luchadoras de aquellos años: la revolucionaria rusa Vera Figner(1852-1942), luciendo también la protagonista de la novela de Chernichevski: ¿Qué hacer?. El nombre de Vera Gontcharova, era el nombre de la sobrina de Puskin, si bien la protagonista del libro de Wilde fue inspirada de la mentada Vera Zazulich…por cierto, el libro, Padres e hijos, de Ivan Turguénev iba a titularse originalmente Vera Vorontsova.

No seguiré, mas sí que queda bien claro que Oscar Wilde era algo más que frivolidad, dandismo, esteticismo y escándalo…su conciencia social salta a la vista en los ejemplos expuestos en el texto, lo cual también es verdad que creaba revuelo y escándalo.

Donostia a 30 de noviembre

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🚨 TRUMP entra en CRISIS MENTAL GRAVE MIENTRAS TODO SU RÉGIMEN SE HUNDE

domingo, 30 de noviembre de 2025

TRAGEDIA EN UCRANIA. BRUTAL AVANCE RUSO. COLAPSO EN EL FRENTE. PUTIN ADV...

A PUNTO DE CAER LA IMPORTANTE CIUDAD DE VOLCHANSK. LOS RUSOS SE ABREN PA...

El lenguaje como arma

 


El lenguaje como arma


Por Iñaki Urdanibia

kasenlared

28 de noviembre de 2025 /

 

Barbara Cassin (Boulogne-Billancourt, 1947) es helenista, filóloga, traductora, filósofa, psicoanalista, siempre entregada al compromiso cívico, ya sea en el terreno de la enseñanza, en los tratamientos hospitalarios, luchando por los derechos de los inmigrantes, y…miembro de la Académie française. Sus trabajos sobre pensadores griegos son ya clásicos, destacando su acercamiento a los sofistas, sin obviar suVocabulaire européen des philosophes, publicado en 2004,que contó con una treintena de colaboradores, y en el que presentaba cuatro mil términos o expresiones en una quincena de lenguas principales (la presencia del euskera da cuenta de la exhaustividad del trabajo).

Ahora se presenta en Éditions Flammarion su «La guerre des mots. Trump, Poutine et l´Europe»., en donde reivindica la cultura y la crítica como formas de resistencia, en favor de la verdad y contra la tergiversación de las palabras que si sigue la tendencia actual acabará por no poder decir: esto es una mentira. El libro supone en este orden de cosas un grito de alerta ante la degeneración en marcha.

El trabajo es de hondura, lo que no entra en contradicción con la accesibilidad en lo que hace a su lectura, ya que la cantidad de referencias a los modos y maneras de emplear las palabras por parte de los dos personajes nombrado nen el propio título del libro, están presentadas con tino y con una meridiana claridad; diré más, una serie de recuadros destacan algunas de las características y el uso de diferentes expresiones manipuladas, o eliminadas, utilizadas por los dos autócratas visitados, que a la hora de presentar la realidad inventan una neolengua, variando los significados habituales de las palabras, y eliminándolas si es menester con el fin de pintar su realidad. Como no podía ser de otros modo, a las primeras de cambios salen a la palestra los nombres de Victor Klemperer, y su encomiable trabajo sobre la lengua del Tercer Reich, y George Orwell y su 1984, sirviéndose de su compañía para desvelar los términos desterrados y las inversiones de sentido de las palabras con el fin de asentar sus ansias de dominación y violencia. El lenguaje como arma que acompaña al armamento bélico o político e ideológico, o ambas esferas a la vez.

Los comportamientos lingüísticos de los dos sujetos nombrados, usan el poder performativo del lenguaje (Austin pace), con el uso de una retórica simplista, que no es que enuncie el mundo sino que lo fabrica, mensajes cortos, Trump y sus uso de la red Twiter es el paradigma de la transmisión breve y directa, usando técnicas propias de la publicidad…indica Cassin las similitudes de ambos personajes en lo referente a su exhibición de sus cuerpos, buscando poses que, vellis nolis, alientan la homofobia, ya que pretenden destacar sus masculinidad, su potencia, su hombría. El empeño en anunciar lo que van a hacer es otras característica subrayada, usando a troche y moche las amenazas, fanfarronadas, demagogia y chantajes, que acompañan a sus gestos. En este orden de cosas se presenta el discurso en Munich de Vance que hablando en nombre del pueblo, aleccionó a los europeos acerca de qué es la democracia y como ellos, los europeos, no la respetan.

Trump se presenta como el más: rico, más poderoso que el americano medio, más exitoso, más espontáneo y capaz de desdecirse de una frase que acaba de pronunciar, muestra de su capacidad de rectificación, inmediata; él es la representación genuina del pueblo americano, él es el pueblo. Las redes sociales le sirven para comunicar con inmediatez, y la difusión de palabras clave que en su repetición tienden a calar en el vocabulario de los ciudadanos. No elude poner algunos ejemplos que implican a Macron o a Chirac, alardeando de la sencillez, evitando altura cultural, al usar, y ensalzar las virtudes, del lenguaje llano, accesible a todo el mundo. Trump, precisamente, acusa a los demócratas de hablar para listos y no para el pueblo. Tanto él como Putin se presentan como encarnación de la gloria tradicional del pasado de sus países, mirando al pasado como faro del futuro. El storytelling, el contar bellas historias que pueden modificarse adecuándola a la situación vertebra los discursos de ambos personajes, es presentado con ejemplos de Trump, Le Pen o del gobierno chino. Todo lo anterior se completa con una re-escritura al gusto de los nombrados: Putin da lecciones de historia sobre Ucrania, denunciando la falsificación de la memoria de la Segunda guerra mundial, señalando como culpable a Polonia, vendiendo la unidad entre rusos y ucranianos, poseedores de la misma lengua, los lazos históricos traicionados por Lenin; y la invasión no es una guerra sino una intervención especial. Revisión igualmente presente en las versiones trumpistas, publicando, en marzo de este mismo años, un decreto titulado: «Restaurar la verdad y el buen sentido de la historia», atacando abiertamente a instancias culturales, a museos, centros de enseñanza, etc. que emplean criterios de diversidad, contra las discriminaciones; suspendiendo exposiciones e interviniendo en los programas científicos de las universidades, utilizando la suspensión de subvenciones y ayudas a quienes no respeten sus normas…operación que supone una flagrante falsificación de ls historia, escribiendo otra…la imposición de tales criterios son la retirada de inversiones y el silencio forzado.

La empresa de suprimir palabras, y ningunear los significados consagrados de ellas, marcha a toda máquina. La guerra, como queda dicho, se convierte en operación especial, dándose un remplazo de palabras por palabras vagas, y ahí entra la proliferación de siglas, ofreciendo casi cuarenta en el caso ruso; en el caso de EEUU se ofrece la lista de palabras o cosas que ya no existen en el país, siguiendo la idea expuesta abiertamente por Donald Trump: «las palabras son muy importantes y pueden tener consecuencias inesperadas»…un amplio abecedario de palabras en las que se niegan evidencias relacionadas con la diversidad sexual, el feminismo, la homosexualidad, las cuestiones raciales, o los inmigrantes (los mexicanos son delincuentes y terroristas), de género,…todo ello queda fuera de uso, estando prohibida su utilización; todo lo encuadrado en la palabra-maleta (mot-valise), woke, que sirve lo mismo para un descosido que para un zurcido, siempre metiendo en tal saco todo lo que desentona del karaoke del poder. Tampoco faltan los acrónimos trumpistas como MAGA o TACO . Esta conducta funciona igualmente en el caso de Netanyahu cuando habla de restauración de la tierra de Israel, para referirse a la invasión de Gaza o habla de plan de paz que no es otra cosa que la anexión del 30% de Cisjordania, que en su vocabulario es Judea Samaria. Otros casos afines son presentados de Erdogan Orban o Meloni. Entra Barbara Cassin en el terreno de la plutocracia de la que son muestra Trump y Putin en sus inmensas mansiones, riquezas, recurriendo a estimaciones acerca del patrimonio de ambos dos.

También se da repaso a la prohibición de lenguas, (por cierto, no mostrando ninguna sensibilidad con respecto a otras lenguas hexagonales que no sea el francés, ya que según señala estas lenguas minoritarias se mantiene gracias a las reivindicaciones nacionalistas…el francés se impone, por los visto, gracia a la grandeur de la France) , en el caso Rusia/Ucrania, y el caso del español en EEUU, ya que el inglés fue declarada lengua única oficial en marzo de este año. Reflexiona, con la ayuda de los anteriormente nombrados Klemperer y Orwell, acerca de la neolengua, enfatizando en el lenguaje neo-adolescente de Trump, y la escasez de léxico empelado (3000 palabras), la pobre sintaxis que es contraria al logos y una semántica tergiversada. En el caso de Putin, aun teniendo en cuenta las diferencias con respecto al anterior, su habla se basa en los eslóganes, la repetición, emoción, patriotismo, nacionalismo…usando la lógica de que de una afirmación falsa se sigue cualquier resultado, deteniéndose igualmente en las lecciones de Putin convertido en singular sociolingüista.

En medio de estas dos políticas se encuentra Europa, que es el enemigo tanto para uno como para el otro, siendo presentada por ellos como un peligro y como una banda de aprovechados, y ante ello Barbara Cassin reivindica una Europa que, frente a los valores religiosos que algunos pretenden presentar como valores fundadores del Viejo continente, no sea únicamente la reivindicación de su pasado ni, por supuesto, la imagen de su decadencia…Barbara opina que lo esencial es la cultura europea como ara de resistencia, sin caer en posturas esencialistas…«hay cosas que oír, libros que leer», y… Kyiv y Gaza sobre la que los dedos de rosa puedan levantarse sobre ellas.

En el libro de Barbara Cassin se acude en repetidas ocasiones al concepto orwelliano de neolengua, además de otras cuestiones relacionadas con la degeneración del idioma, muy en concreto inglés. Página Indómita publicó una recopilación de textos de Eric Arthur Blair (Motihari, India, 1903 – Londres, 1950), adoptando el nombre de George Orwell para su escritura: «La corrupción del lenguaje. Ensayos sobre propaganda, mentira y manipulación en la política». Cinco ensayos son presentados. En el primero se analiza en idioma inglés, subrayando su sencillez y alertando ante la invasión de bastantes palabras del habla americana al idioma inglés lo que empobrece el idioma, además de que, según señala, cada vez más se recurre a un lenguaje estándar, que no hace sino perder matices al lenguaje. Mucho peso tiene en ello el habla que habitualmente usan los políticos y los contagiados medios de comunicación. En el segundo capítulo, se afea la presencia del lenguaje panfletario que, en especial, invade el lenguaje usado, en especial, por la izquierda, lo que hace que proliferen palabras muy llamativas y descontextualizadas que hacen que el discurso no resulte comprensible para el común de los mortales. En el tercero se habla del lenguaje coloquial subrayando que no consiste solamente en usar un léxico y unas construcciones sintácticas, sino que cuenta igualmente el acento con que se habla. Reitera en el cuarto, el empleo de palabras con un significado claro y determinado, permitiéndose dar algunos consejos que pondría solución al desbarajuste: no emplear metáforas por haberlas visto escritas, usa palabras cortas si puedes evitar las largas, si una palabra se puede suprimir no dudes en hacerlo, si hay palabras en el inglés cotidiano no recurras a palabras extranjeras, ni a términos propias de otra jerga, ya sea científica u otra, y, por último, concluye diciendo que se puede incumplir estas reglas antes de decir algo disparatado. El último ensayo, Principios de la neolengua, es un Apéndice a 1984, en donde enumera el reglamento impuesto en Oceanía, indicando que la puesta en práctica de la neolengua, viendo la complejidad de la empresa que suponía supresión de palabras, cambios de unas por otras y una labor inmensa de traducción de obras clásicas, no hará posible su adopción hasta 2050.

«El lenguaje político está diseñado para hacer que las mentiras suenen veraces, […] y para dar una apariencia de solidez al puro humo.». Queda por otra parte subrayada la autoridad de la palabra del líder, que diga lo que diga siempre es verdad, todo ello conduce a una creciente degradación del lenguaje, técnica empleada en los regímenes autoritarios con el fin de manipular con su propaganda y mentiras a los ciudadanos que acaban convertidos en meros súbditos, entregados a obedecer.

Afirmaba Christopher Hitchens en su Por qué es importante Orwell: «Él, a través de su compromiso con el lenguaje como compañero de la verdad, nos mostró que las “opiniones” en realidad no cuentan; que lo importante no es lo que se piensa, sino cómo se piensa; y que la política tiene una trascendencia relativa, mientras que los principios logran perdurar, al igual que lo hacen los pocos individuos irreductibles que se mantienen fieles a ellos.» Christopher Hitchens, Por qué es importante Orwell: «Él, a través de su compromiso con el lenguaje como compañero de la verdad, nos mostró que las “opiniones” en realidad no cuentan; que lo importante no es lo que se piensa, sino cómo se piensa; y que la política tiene una trascendencia relativa, mientras que los principios logran perdurar, al igual que lo hacen los pocos individuos irreductibles que se mantienen fieles a ellos»…Orwell fue un ejemplo destacado de esto último, manteniéndose a lo largo su ajetreada vida ajeno al espíritu gregario.

En fin, la presentada es una antología que no tiene desperdicio, más en estos tiempos de ampliación de la presencia de gobernantes charlatanes que no hacen sino convertir la mentira en verdad, en un generalizado arte de birlibirloque.

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Algunos otros textos sobre el tema:https://kaosenlared.net/el-poder-del-lenguaje.

Por Iñaki Urdanibia para Kaosenlared

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MAGA y sus filósofos

 

Esta reseña de Furious Minds: The Making of the MAGA New Right, de Laura K. Field) publicada en Jacobin da cuenta de un libro sobre algunos intelectuales de la derecha estadounidense que apoyan MAGA, aportando una base filosófica a las políticas de Trump.


MAGA y sus filósofos

 

 

Orlando Reade

El Viejo Topo

30 noviembre, 2025



LOS FILÓSOFOS DE LA CORTE DE MAGA

Por Orlando Reade

En un concierto de Beyoncé el verano pasado, me encontré pensando en el filósofo de derecha Harry V. Jaffa. Mientras la cantante interpretaba «Ameriican Requiem», la primera canción de su álbum Cowboy Carter, la letra aparecía en las enormes pantallas detrás de ella: «Las grandes ideas están enterradas aquí». Este eslogan parecía sugerir que los afroamericanos deberían reivindicar los valores fundacionales de los Estados Unidos como propios. Curiosamente, me recordó a Jaffa, quien utilizó esas mismas ideas para revitalizar a la derecha. Este eco reflejaba algo sobre nuestra época polarizada: tanto los liberales como la derecha hablan de la refundación de Estados Unidos.

Nadie se toma esto más en serio que los pensadores que rodean a Donald Trump en la Casa Blanca, tema de un inesperado y apasionante libro de la teórica política Laura K. Field, Furious Minds: The Making of the MAGA New Right. Se trata de una importante contribución al estudio de la derecha, un campo en evolución en el que participan John Ganz, Quinn Slobodian y Matt Sitman y Sam Adler-Bell, presentadores del podcast Know Your Enemy.

Field está en una posición idónea para escribir este libro, ya que ha sido formada por seguidores del filósofo conservador Leo Strauss. Ofrece un relato personal de su alejamiento de sus maestros, así como de su continuo respeto por algunos de sus argumentos. Los pensadores de Furious Minds creen que la derecha ha sido marginada en la vida intelectual y están tratando de hacer algo al respecto, creando revistas y universidades. Adoptan lo que Field denomina un enfoque de «las ideas primero», insistiendo en que «las ideas tienen consecuencias» y «la política es consecuencia de la cultura». Aunque se muestra escéptica sobre esta «nueva patología de la derecha» que privilegia las ideas sobre la economía, Field admite que le atrae. Esto la convierte en una guía inestimable para comprender sus bromas y disputas internas.

Los orígenes intelectuales del posliberalismo

La floreciente colección de libros y podcasts sobre el pensamiento de derecha también da testimonio de su creciente atractivo. Field describe el impulso entre los liberales, predominante durante la primera administración Trump, de burlarse de los «intelectuales trumpistas» como «erróneo y contraproducente», señalando que, desde su reelección, se ha vuelto aún más importante comprender de dónde provienen sus políticas, los pensadores que hay detrás de ellas y toda la historia intelectual de la derecha.

Furious Minds traza el movimiento en tres bandos: «los claremontianos idolatran la fundación de Estados Unidos, los posliberales una concepción particular (de inspiración religiosa) del ‘bien común’ y los conservadores nacionales el mito de una nación estadounidense tradicional».

El primer capítulo comienza con el discurso de Barry Goldwater en la Convención Republicana durante su campaña de 1964 para la nominación presidencial. Jaffa escribió el pasaje más famoso del discurso: «El extremismo en defensa de la libertad no es un vicio, y la moderación en la búsqueda de la justicia no es una virtud». La idea, tomada de Cicerón, muestra cómo la filosofía puede ayudar a candidatos populistas aparentemente poco sofisticados.

Leo Strauss ocupa un lugar destacado en el libro. Nacido en Alemania en 1899, emigró a Estados Unidos en 1937 y finalmente se estableció en Chicago. Conocido sobre todo por su teoría de la «escritura esotérica», Strauss sostenía que los filósofos ocultaban verdades secretas en sus obras publicadas. Enseñó a sus alumnos a recuperar estas verdades antiguas, entre las que se encontraba un escepticismo profundamente arraigado sobre la democracia. Muchos de esos alumnos se convirtieron en profesores, intelectuales públicos y políticos en las administraciones de Reagan y Bush.

Jaffa, que fue uno de los primeros doctorandos de Strauss, extendió los métodos straussianos a los pensadores políticos estadounidenses. En su obra magna, Crisis of the House Divided (1959), Jaffa interpreta una serie de debates entre Abraham Lincoln y Stephen Douglas durante su contienda por el Senado en 1858. Jaffa sostiene que Lincoln había basado los Estados Unidos en el «principio sagrado» de la igualdad, refundando efectivamente América. «Para que la república viva», escribe Jaffa, «el acto de creación o fundación debe repetirse».

Sus alumnos se tomaron esto muy en serio. En 1972, cuatro de ellos crearon el Claremont Institute, un think tank en un suburbio de Los Ángeles, cerca del Claremont McKenna College, donde enseñaba su mentor. Apartándose de Jaffa, fallecido en 2015, los hombres de Claremont promueven un concepto radicalmente derechista de la igualdad, tratándola más como un privilegio que como un derecho natural. Esta es la lógica que subyace a la política migratoria de Trump.

Uno de sus colaboradores más destacados es Michael Anton, ahora director de políticas de la Casa Blanca. Describe la ideología de Claremont como «fronteras seguras, nacionalismo económico y política exterior que antepone los intereses de Estados Unidos». Al igual que Jaffa hizo con Goldwater, Anton escribió una defensa histriónica de Trump, «The Flight 93 Election» (Las elecciones del vuelo 93). Publicado de forma anónima en The Claremont Review of Books, el ensayo comparaba las elecciones de 2016 con el avión del 11-S, en el que los pasajeros se abalanzaron sobre la cabina y evitaron heroicamente la catástrofe. Anton fue recompensado con un puesto en la nueva administración.

En parte gracias a Strauss y Jaffa, se valora tanto la filosofía clásica en el archipiélago de universidades y colegios de derecha, sobre todo en el Hillsdale College de Míchigan y el New College of Florida. Charlie Kirk realizó más de treinta cursos en línea en Hillsdale, lo que le ayudó a proporcionar las citas de Aristóteles y Aquino que utilizó en sus debates públicos con estudiantes universitarios. Los pensadores de la Nueva Derecha no tienen la moderación académica de Leo Strauss y hacen que incluso el repulsivo Jaffa parezca liberal.

Field es una gran conocedora de la tradición clásica, lo que le permite ver cómo la derecha hace un mal uso de sus propias autoridades intelectuales. En un brillante pasaje, muestra cómo Anton hace un mal uso del discurso de Lincoln sobre la decisión Dred Scott, que en 1857 dictaminó que los afroamericanos no eran ciudadanos. En su ensayo «Toward a Sensible, Coherent Trumpism» (Hacia un trumpismo sensato y coherente), Anton cita a Lincoln diciendo que las personas «no son iguales en todos los aspectos» para argumentar en contra de la migración masiva. Field escribe: «Anton, como un sofista, tomó la descripción de Lincoln de la realidad empírica (pero, en opinión de Lincoln, muy mala) de la desigualdad y la utilizó para defender los ideales normativos de la desigualdad y la exclusión».

Las otras dos facciones parecen más respetables que los claremontianos, pero Field muestra cómo han colaborado con la Nueva Derecha y han permitido sus excesos. El principal pensador posliberal es el profesor de Notre Dame Patrick Deneen, autor de Why Liberalism Failed (Por qué fracasó el liberalismo), un libro que, irónicamente, se hizo famoso gracias a la lista de lecturas de Barack Obama de 2018. Deneen sostiene que la fundación de Estados Unidos fue una expresión del liberalismo, una tradición que ha fracasado, y pide una nueva «teoría épica» para imaginar una sociedad posliberal. Otro posliberal, el profesor de Derecho de Harvard Adrian Vermeule, criticó a Deneen por su falta de ambición y pidió un movimiento que pudiera «cooptar y transformar el régimen en decadencia desde su propio núcleo». Esta petición fue respondida por la revolución de la derecha en la segunda administración Trump.

Los conservadores nacionales —asociados a la conferencia del mismo nombre que reúne a líderes de derecha de todo el mundo, entre ellos Viktor Orban, de Hungría, y Nigel Farage, de Gran Bretaña— comparten muchas de las políticas y algunos de los miembros de los dos primeros grupos. Critican los valores liberales, defienden el retorno a la ética cristiana y piden un gobierno más autocrático. Una parte fundamental de su estrategia es el ataque a las universidades. En una escena extrañamente contemporánea, Field describe cómo un usuario de Clubhouse —una aplicación utilizada durante la pandemia para actividades sociales como karaoke y concursos de gemidos sexuales— encontró una sala en la que un grupo de conservadores nacionales, entre ellos Christopher Rufo, proponían elevar el discurso marginal de la teoría crítica de la raza a una amenaza global para la nación. Esto avivó las guerras culturales que desempeñaron un papel importante en la reelección de Trump.

Mirando al espejo

Field rastrea las interacciones entre estos grupos aparentemente discretos, describiendo sus diferencias y su causa común. En algunas de sus conferencias, se sienta en la primera fila; muchas de las figuras de las que habla son personas que ha conocido en persona. Sin embargo, no se contiene. Ofrece una defensa franca, apasionada y, en ocasiones, conmovedora de los valores liberales y seculares frente a las diatribas, a menudo histéricas, contra la América liberal. En respuesta al argumento de Deneen de que las personas seculares carecen de brújula moral, escribe: «Al leer esto desde el sótano de mis suegros en Wichita, con mi recién nacido y mi hijo de tres años correteando a mi alrededor, no pude evitar reírme».

Aunque Field discrepa de las políticas de la derecha, admite simpatizar con algunos aspectos de su programa educativo, como el estudio de los clásicos de la tradición occidental para reflexionar sobre lo bueno, lo verdadero y lo bello. Está de acuerdo con algunos de sus teóricos más liberales, en particular con Allan Bloom, autor de The Closing of the American Mind, en que «los liberales han aceptado durante demasiado tiempo una autocomprensión minimalista que evita toda conversación sobre la virtud y la visión ética». Una de las soluciones a la polarización, argumenta, es un plan de estudios híbrido y bipartidista, que permita pensar críticamente sobre diferentes visiones del mundo.

Junto a los tres principales grupos de la Nueva Derecha, hay un cuarto, al que Field denomina «la extrema derecha». Este incluye las cuentas semianónimas de Twitter Raw Egg Nationalist y Costin Alamariu (también conocido como «Bronze Age Pervert»), que tienen un gran número de seguidores entre los jóvenes y los adictos a Internet. Field no se atreve a clasificarlos, pero ofrece comentarios perspicaces sobre su formación intelectual. La tesis doctoral straussiana de Alamariu, publicada como Selective Breeding and the Birth of Philosophy (La cría selectiva y el nacimiento de la filosofía), fue condenada como obra nazi por uno de sus directores de tesis, pero elogiada por el profesor de Harvard Harvey Mansfield Jr, quien la calificó de «llena de chispas y fuego».

Field no se detiene en el atractivo estético de estas figuras. Pero esta es, al menos en parte, la razón de su popularidad en Internet y entre los escritores poswoke asociados con Dimes Square, en Nueva York. Este atractivo tiene que ver, en parte, con el desafío de la derecha a la cultura de la hegemonía liberal, que tradujo la política del antirracismo en códigos elitistas, burocráticos y puritanos. Durante un tiempo, decir lo inaceptable se convirtió en algo estéticamente interesante, y escritores de derecha como Alamariu explotaron esto y desempeñaron su papel en una guerra cultural que, tras las elecciones de 2024, parecen haber ganado.

Field describe cómo el podcast Red Scare, los habitantes más notorios de Dime Square, que pasaron de ser partidarios de Bernie Sanders a impulsores de la derecha, promovió el «Hard Right Underbelly» (el lado más duro de la derecha). Field caracteriza a Red Scare como representante de la «izquierda dura», lo que no es cierto. Más importante aún, podría haber explorado cómo el hecho de que el Partido Demócrata dejara de lado a Sanders y a otros candidatos populistas de izquierda contribuyó al auge de la derecha.

Las críticas de Field a la extraña campaña de Kamala Harris son notablemente moderadas, y carecen de la pasión y la especificidad con la que describe los fallos de la derecha. Aunque no es el tema aparente de este libro, las decisiones de los líderes demócratas, gerontocráticos e inertes, podrían ayudar a explicar el aparente monopolio de la nueva derecha sobre la novedad intelectual.

Las recetas de Field para un liberalismo revitalizado, que podría atraer a una amplia franja de estadounidenses, incluyen aspectos del populismo de izquierda. La triunfante campaña de Zohran Mamdani para la alcaldía de Nueva York también podría servir de modelo para ello. La Nueva Derecha no aceptaría a un candidato musulmán que se ganara a una ciudad de inmigrantes con una política igualitaria optimista, pero una nación que votó dos veces por Obama sí podría hacerlo. Como nos recuerda Field, Estados Unidos siempre ha sido igualitario y pluralista. Las «grandes ideas», como sostienen tanto Beyoncé como Jaffa, nunca pueden ser coto privado de una élite.

Furious Minds es una historia intelectual sin parangón del presente. La investigación, el alcance y la intimidad de Field con sus temas dan lugar a muchas ideas y descubrimientos importantes, desde los más serios hasta los más ridículos. Desentierra un artículo en el que Anton compara a Sócrates con un seductor. Esto es representativo de la Nueva Derecha en general, que ha respondido al llamamiento de Deneen en favor de una «teoría épica» con ambiciones intelectuales y una contradicción básica, inspirada no solo en Leo Strauss, sino también en Neil Strauss, autor de un libro de autoayuda sobre cómo los hombres pueden manipular a las mujeres para que se acuesten con ellos. Parece apropiado que los filósofos de la corte de Trump sean seductores.

Orlando Reade es autor de What in Me Is Dark: The Revolutionary Life of Paradise Lost.

Fuente: Jacobin

Artículo seleccionado por Carlos Valmaseda para la página Miscelánea de Salvador López Arnal

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