lunes, 29 de diciembre de 2025

Europa en Pánico

 

Alastair Crooke analiza la última estrategia de seguridad nacional de la administración Trump y critica el intento de Estados Unidos de lograr el liderazgo mundial como un fracaso. El documento deja a la Unión Europea y sus líderes por los suelos.


Europa en Pánico

 

Alastair Croke

El Viejo Topo

29 diciembre, 2025 


Los gobiernos estadounidenses elaboran periódicamente una Estrategia de Seguridad Nacional (ESN) (el presidente Donald Trump elaboró ​​una durante su primer mandato). En su mayoría, estos documentos describen una versión idealizada de la política exterior y de seguridad de un gobierno y tienen poca relevancia práctica porque pasan por alto: los arraigados intereses políticos y económicos de Estados Unidos; el profundo consenso en política exterior supervisado por la élite gobernante del estado de seguridad profunda; y las políticas apoyadas por el conjunto de los principales donantes.

Sin embargo, esta NSS recientemente publicada tiene una lectura muy diferente, y le otorga un tono distintivo de “Estados Unidos primero” a la política exterior estadounidense, evitando la hegemonía global, la “dominación” y las cruzadas ideológicas en favor de un realismo pragmático y transaccional centrado en la protección de los intereses nacionales fundamentales: la seguridad nacional, la prosperidad económica y el dominio regional en el hemisferio occidental.

Por lo tanto, Estados Unidos “ya no apoyará todo el orden mundial como un ‘Atlas’ y espera que Europa asuma una mayor parte de sus cargas de defensa”, dice el NSS.

Critica la anterior búsqueda de la supremacía global por parte de Estados Unidos como un fracaso que, en última instancia, debilitó al país, y califica la política de Trump como una corrección necesaria a la postura anterior. Por lo tanto, acepta el cambio hacia un mundo multipolar.

Dos objetivos clave de política exterior se han desdibujado en lugar de reformularse radicalmente.

En primer lugar, China pasa de ser una “amenaza primaria” y una “amenaza progresiva” a ser un competidor económico (Taiwán es considerado un factor disuasorio).

Respecto a Rusia, se lee:

“Es de interés fundamental para Estados Unidos negociar un cese rápido de las hostilidades en Ucrania para estabilizar las economías europeas, evitar una escalada o expansión no deseada de la guerra y restablecer la estabilidad estratégica con Rusia, así como permitir la reconstrucción de Ucrania tras las hostilidades para que pueda sobrevivir como un estado viable”.

El documento no menciona una «paz estratégica» con Rusia, sino únicamente un «cese de hostilidades» o un alto el fuego. La cuidadosa elección del lenguaje empleado podría indicar que Trump no pretende alcanzar un acuerdo integral con Rusia sobre sus preocupaciones de seguridad, sino únicamente una tregua, un «cese de hostilidades».

Describe las relaciones de Europa con Rusia como «profundamente debilitadas»:

La administración Trump se encuentra en desacuerdo con los líderes europeos que albergan expectativas de guerra poco realistas, arraigadas en gobiernos minoritarios inestables, muchos de los cuales pisotean los principios fundamentales de la democracia para reprimir a la oposición. Una amplia mayoría europea desea la paz, pero este deseo no se está traduciendo en políticas concretas, en gran medida debido a la subversión de los procesos democráticos por parte de dichos gobiernos. Esto es estratégicamente importante para Estados Unidos precisamente porque los estados europeos no pueden reformarse si están atrapados en una crisis política.

En esencia, a partir de ahora, Ucrania pasará a manos de los europeos como su responsabilidad. En términos más generales, se espera que los aliados asuman los costes, mientras que Estados Unidos fortalece su posición interna.

Uno de los mayores cambios en la Estrategia Nacional de Seguridad es que ahora Estados Unidos se define como una potencia hemisférica fortificada, en lugar de un hegemón global:

Queremos un hemisferio libre de incursiones extranjeras hostiles o de la propiedad de recursos clave, que apoye cadenas de suministro esenciales; y queremos asegurar nuestro acceso continuo a ubicaciones estratégicas clave. En otras palabras, afirmaremos y aplicaremos un «Corolario Trump» a la Doctrina Monroe.

En términos de presencia militar, la Estrategia establece que esto implica “realinear nuestra presencia militar global para abordar amenazas urgentes en nuestro hemisferio”.

Tal vez lo más significativo –en términos de impacto práctico– es la referencia al “fin de la OTAN como alianza en constante expansión” y a Europa, que es criticada en los términos más severos.

El NSS es muy crítico del estancamiento económico de Europa, su declive demográfico, la pérdida de soberanía de las instituciones de la UE y su “borrado de la civilización”: “Queremos que Europa siga siendo europea, que recupere su autoestima como civilización y que abandone su fallida tendencia a sofocar la regulación  , se lee.

El documento declara que las élites liberales/tecnócratas de la UE y de muchos Estados miembros representan una amenaza para el futuro de Europa, la estabilidad regional y los intereses estadounidenses. Aclara que apoyar a la derecha patriótica europea y fomentar la resistencia a la trayectoria actual de Europa redunda en beneficio de Estados Unidos.

Señala el reemplazo de población (inmigración) como la amenaza más grave a largo plazo para los intereses europeos y estadounidenses, cuestionando abiertamente si algunas naciones europeas seguirán siendo aliados confiables, dada su trayectoria actual.

Las relaciones transatlánticas siguen vigentes, pero ya no constituyen el núcleo de la política exterior estadounidense.

El pánico de la élite europea

Líderes europeos, incluido el ex primer ministro sueco Carl Bildt, afirmaron que la referencia de la NSS a Europa era «a la derecha de la extrema derecha». En Estados Unidos, demócratas como el representante Jason Crow (demócrata por Nueva York) la consideraron «catastrófica» para las alianzas, en particular la OTAN.

Para comprender plenamente el grito de pánico que se alzaba desde Europa, es necesario un poco de contexto. La política identitaria progresista no admitía la «otredad», ninguna diferencia de opinión. Jennifer Rubin, columnista del Washington Post y colaboradora de MSNBC (citada durante mucho tiempo por el Washington Post como su «columnista republicana» para el «equilibrio»), en un escrito de septiembre de 2022, rechazó la idea misma de que un argumento tenga «partes», ya que cualquier contraargumento atribuía racionalidad a los conservadores:

Debemos, colectivamente, en esencia, quemar el Partido Republicano. Debemos quemarlo hasta los cimientos, porque si hay sobrevivientes, si hay personas que resistan esta tormenta, lo harán de nuevo… La farsa en la que Trump, sus defensores y sus partidarios son tratados como racionales (¡incluso inteligentes!) proviene de un sistema mediático que se niega a abandonar… esta falsa equivalencia.

Y el entonces presidente Joe Biden, en un discurso ese mismo mes, dijo prácticamente lo mismo sobre Rubin.

En un inquietante escenario rojo y negro en el histórico Independence Hall, Biden extendió inequívocamente las amenazas desde el exterior para advertir sobre un terrorismo diferente, más cercano: el de “Donald Trump y los republicanos MAGA”, quienes, dijo, “representan un extremismo que amenaza los cimientos mismos de nuestra república”.

El principio fundamental de este mensaje apocalíptico se ha infiltrado a través del Atlántico para cautivar y convencer a la clase dirigente de Bruselas. Esto no debería sorprender: el mercado interior de la UE, basado en la regulación, fue diseñado precisamente para sustituir cualquier «conflicto» político por el tecno-gerencialismo. Las élites europeas necesitaban desesperadamente un sistema de valores que cerrara la brecha identitaria de la UE.

La solución, sin embargo, estaba al alcance [como Biden habló en Varsovia en el primer aniversario de la guerra en Ucrania, el 21 de febrero de 2023]:

Los apetitos del autócrata no se pueden apaciguar. Hay que frustrarlos. Los autócratas solo entienden una palabra: ‘No’. ‘No’. ‘No’. (Aplausos) ‘No, no me quitarán mi país’. ‘No, no me quitarán mi libertad’. ‘No, no me quitarán mi futuro…’ Un dictador empeñado en reconstruir un imperio jamás podrá sofocar el amor del pueblo por la libertad. La brutalidad jamás aplastará la voluntad de los libres. Y Ucrania, Ucrania, jamás será una victoria para Rusia. Jamás. (Aplausos)

Apóyennos. Estaremos con ustedes. Avancemos… con el compromiso constante de ser aliados no de la oscuridad, sino de la luz. No de la opresión, sino de la liberación. No del encarcelamiento, sino, sí, de la libertad.

El discurso posterior de Biden en Varsovia —con efectos de iluminación y un fondo dramático que recordaba a su discurso en Liberty Hall— intentó presentar la oposición interna al MAGA como una grave amenaza para la seguridad estadounidense y se basó en el maniqueísmo radical para retratar, esta vez, a Rusia (Rusia como contrapunto externo a la amenaza estadounidense del MAGA). Así enmarcó la épica batalla entre las fuerzas de la luz y la oscuridad, que debe librarse sin descanso y ganarse contundentemente.

Una vez más, Biden buscaba consolidar el profundo espíritu misionero de Estados Unidos como una «ciudad en la cima», un faro para el mundo, hacia una guerra cósmica «eterna» contra el «mal» ruso. Esperaba vincular a la clase dominante estadounidense a la lucha metafísica por la «luz».

David Brooks, autor de Bobos in Paradise y columnista del New York Times , admite que inicialmente se sintió atraído por esta ideología liberal, pero luego admitió que fue un gran error:

“Como quiera que los llamemos, [los liberales] se han fusionado en una élite brahmán aislada y mestiza que domina la cultura, los medios de comunicación, la educación y la tecnología”, reconoce . “No anticipé la agresividad con la que intentaríamos imponer los valores de la élite mediante códigos lingüísticos y de pensamiento. Subestimé cómo la clase creativa lograría erigir barreras a su alrededor para proteger sus privilegios económicos… Y subestimé nuestra intolerancia hacia la diversidad ideológica”.

En pocas palabras, este código de pensamiento ha otorgado a las élites europeas su nuevo y deslumbrante culto a la pureza absoluta y la virtud inmaculada, llenando así el evidente vacío identitario de la UE. Ha propiciado la convocación de una vanguardia cuya furia proselitista debe centrarse en el «Otro».

Ursula von der Leyen, presidenta de la Comisión Europea, se hizo eco de Biden casi exactamente en su discurso sobre el Estado de la Unión de 2022 ante el Parlamento Europeo:

No debemos perder de vista cómo los autócratas extranjeros atacan a nuestros países. Entidades extranjeras financian instituciones que socavan nuestros valores. Su desinformación se propaga desde internet hasta las aulas de nuestras universidades… Estas mentiras son tóxicas para nuestras democracias. Consideren esto: introdujimos una ley para filtrar la inversión extranjera directa por razones de seguridad. Si hacemos esto por nuestra economía, ¿no deberíamos hacer lo mismo por nuestros valores? Debemos protegernos mejor de la injerencia maligna… No permitiremos que los caballos de Troya de ninguna autocracia ataquen a nuestras democracias desde dentro.

A pesar de la alianza entre los «Bobos» estadounidenses y los guerreros liberales de la UE, muchos en todo el mundo seguían asombrados por el entusiasmo de los líderes de Bruselas por adoptar la postura de Biden, que abogaba por una guerra prolongada contra Rusia, un enfoque que parecía claramente contrario a los intereses económicos y la estabilidad social europeos. En resumen, era una guerra por elección propia que parecía arraigada en un maniqueísmo radical.

La OTAN “transmite democracia”

La formación inicial de la OTAN en 1949 contó con la oposición general de la izquierda europea debido a su postura explícitamente anticomunista. Sin embargo, con el bombardeo de Belgrado por la OTAN en 1999, la alianza militar fue transformada por algunos miembros de la izquierda en general (incluidos socialdemócratas y liberales) en una herramienta para la difusión del liberalismo y la consolidación de «nuestra democracia» (en palabras de Biden en aquel momento).

La fusión del liderazgo de la UE con la OTAN y el proyecto Biden fue completa. La entonces ministra de Asuntos Exteriores alemana, Annalena Baerbock —tan decidida a «arruinar a Rusia» como Biden—, esbozó su visión de un mundo dominado por Estados Unidos y Alemania en un discurso pronunciado en Nueva York en agosto de 2022.

En 1989, el presidente George Bush ofreció a Alemania una «colaboración en el liderazgo», dijo Baerbock. Pero en aquel momento, Alemania estaba demasiado ocupada con la reunificación como para aceptar la oferta. Hoy, dijo, las cosas han cambiado drásticamente: «Ahora es el momento de crearla: una colaboración conjunta en el liderazgo».

Al afirmar que la “colaboración de liderazgo” debe entenderse en términos militares, dijo:

“En Alemania, hemos abandonado la creencia arraigada en el ‘cambio a través del comercio’… nuestro objetivo es fortalecer aún más el pilar europeo de la OTAN… y la UE debe convertirse en una Unión capaz de tratar con Estados Unidos en igualdad de condiciones: en una asociación de liderazgo”.

Así pues, la indignación de la élite europea ante la devastadora crítica del NSS a Europa no se debe solo a que Estados Unidos le está dando la espalda descaradamente a una clase dirigente europea que lo había abandonado todo para adular a Estados Unidos. El NSS condena enérgicamente su subversión de la democracia e incluso cuestiona si serán aliados adecuados en el futuro.

Ahora se declara que la OTAN no existirá para siempre.

Las clases dominantes de Europa están hoy aisladas, son en gran medida impopulares e impotentes.

Fuente: Alastair Crooke

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El plan a para robar a Rusia fracasa, así que el Plan B de las élites europeas es robar a sus ciudadanos

 

El plan a para robar a Rusia fracasa, así que el Plan B de las élites europeas es robar a sus ciudadanos

 

Diario octubre / diciembre 28, 2025

 

La Unión Europea está en manos de fascistas belicistas y ladrones que harán cualquier cosa para saciar sus fantasías rusófobas.


© Photo: SCF


El plan A consistía en robar la riqueza soberana de Rusia y entregársela al corrupto régimen neonazi ucraniano para que siguiera librando la guerra proxy contra Rusia. Ursula von der Leyen y una camarilla de élites europeas rusófobas habían impulsado el plan de robo durante meses.

 

A pesar de la engañosa retórica legalista sobre un “préstamo de reparación”, el plan era demasiado para varios Estados de la UE, que lo consideraron un ‘robo’ imprudente y a gran escala.

Incluso el Banco Central Europeo y el FMI advirtieron contra el plan, ya que desestabilizaría la credibilidad y la viabilidad financiera a largo plazo de la Unión Europea.

Esta semana, la presidenta de la Comisión Europea, Von der Leyen, y otros eurócratas no elegidos, como el presidente del Consejo Europeo, Antonio Costa, intentaron, sin éxito, que los 27 países firmaran su plan para saquear 200 000 millones de euros de activos rusos.

La riqueza rusa ha sido incautada ilegalmente en bancos europeos desde que estalló la guerra proxy impulsada por la OTAN en Ucrania en 2022. Apoyando a Von der Leyen en su loca obsesión están el canciller alemán Friedrich Merz, el primer ministro polaco Donald Tusk y otros supuestos líderes rusófobos.

Tras una maratoniana disputa en la cumbre del Consejo Europeo del jueves, los magnates ladrones de la UE tuvieron que aceptar un revés. Bélgica, la República Checa, Hungría, Italia, Malta y Eslovaquia no aceptaron el plan de robo. Bélgica, que posee la mayor parte de los activos rusos congelados, temía que Rusia le hiciera responsable del robo.

Moscú ya ha iniciado un arbitraje internacional para obtener una indemnización por sus activos congelados. Potencialmente, Moscú podría confiscar cantidades equivalentes de fondos europeos depositados en Rusia como represalia si no se le devuelven sus activos.

El fantasioso plan de saqueo proponía prestar a Ucrania hasta 135 000 millones de euros y utilizar los fondos apropiados de Rusia como garantía. El préstamo se devolvería con las “reparaciones” rusas después de la guerra.

No hay forma de que Moscú pague reparaciones por un conflicto que considera que no ha comenzado, sino que es una guerra proxy instigada por la OTAN. Será Rusia la que busque reparaciones, en particular por la pérdida de intereses de sus activos extranjeros incautados en bancos europeos, así como por la muerte y la destrucción causadas a su pueblo.

Al no poder salirse con la suya con su plan para robar a Rusia, las élites europeas han ideado un plan B. Ese plan compromete a la Unión Europea a obtener «deuda conjunta» de los mercados internacionales para prestar a Ucrania 90 000 millones de euros (105 000 millones de dólares).

Se trata de otro plan completamente descabellado de irresponsabilidad criminal por parte de las élites europeas, que no rinden cuentas a nadie. El régimen de Kiev, rampantemente corrupto y liderado por el estafador no elegido Vladimir Zelensky, ya ha malgastado cientos de miles de millones de euros y dólares en una guerra imposible de ganar que dura ya cuatro años.

Ucrania está en bancarrota. Esta última inyección adicional de 90 000 millones de euros será desviada por la mafia de Kiev y ayudará al régimen a prolongar la inútil guerra por poder, con decenas de miles de muertes más.

En el Plan B, los fondos congelados de Rusia permanecen intactos, aunque siguen retenidos ilegalmente. En cambio, la deuda que permite el préstamo al régimen de Kiev se está cargando a los ciudadanos europeos, que tendrán que soportar esta carga durante generaciones.

Tres naciones —Hungría, Eslovaquia y la República Checa— se han negado sabiamente a aceptar el nuevo «préstamo de reparación». Afirman que no se obligará a sus ciudadanos a pagar por el dinero malgastado en la corrupción ucraniana y en prolongar una guerra sangrienta y perdida.

En cualquier caso, el saqueo financiero por parte de las élites europeas es impresionante por su audacia. El robo descarado para alimentar una guerra contra la Rusia nuclear va de la mano de la financiación de la corrupción por parte de un régimen neonazi cuyas máximas figuras han acumulado propiedades en el extranjero por valor de miles de millones, así como del colapso de cualquier responsabilidad democrática o legal ante los ciudadanos europeos y del cierre de la libertad de expresión y de información en toda la UE. La UE ha perdido toda apariencia de democracia y se ha convertido en un régimen autocrático dirigido por las élites.

Increíblemente, a los ciudadanos de la Unión Europea se les impide acceder a artículos como este editorial y otros de la Strategic Culture Foundation, o este otro sobre las falsas acusaciones de secuestros de niños rusos, y otros artículos informativos de los medios de comunicación rusos, debido a las prohibiciones de Internet impuestas por la burocracia de la UE.

Alfred de Zayas y otros han señalado que este retroceso en el derecho del público a saber marca la muerte de la democracia en la UE.

Sin embargo, el robo de las finanzas públicas para alimentar la guerra y la corrupción es quizás el ejemplo más flagrante de que la élite de la UE está fuera de control. Von der Leyen ya se ha visto envuelta en un caso de corrupción por su compra autocrática e irresponsable de miles de millones en vacunas contra la COVID-19 a las grandes farmacéuticas. Ya se vio envuelta en negocios secretos similares con fondos públicos cuando era ministra de Defensa alemana.

Ella es solo un ejemplo emblemático de toda una estratificación superior de élites y políticos de la UE que imponen políticas sin ninguna responsabilidad legal o democrática.

De hecho, existe una “renazificación de Europa”, como comentó recientemente el máximo diplomático ruso, Serguéi Lavrov. Las élites europeas están aliadas con los neonazis de Kiev (liderados por un estafador judío). Estas élites, como Von der Leyen y el alemán Merz, tienen antepasados nazis.

Sus homólogos en otros Estados europeos fueron fervientes colaboradores del Tercer Reich. Hoy en día, en los Estados bálticos, se inauguran monumentos que glorifican a los colaboradores de las SS y a los asesinos en masa. Los jefes europeos de la OTAN, como el ex primer ministro holandés Mark Rutte, instan a los civiles a estar preparados para morir en una guerra contra Rusia.

Una política clave del Tercer Reich era convertir en arma el saqueo financiero de los Estados europeos conquistados, robando de forma sistemática y «legal» a los bancos centrales.

El polaco Donald Tusk, cuyos compatriotas fueron masacrados por los nazis ucranianos durante la Segunda Guerra Mundial, está hoy más interesado en apoyar a los neonazis en Ucrania que en la justicia histórica.

Tusk justificó esta semana el robo de dinero público europeo diciendo: «Si hoy no es con dinero, mañana será con sangre».

La Unión Europea está capturada por fascistas belicistas y ladrones que harán cualquier cosa para saciar sus fantasías rusófobas.

Esas personas ya destruyeron Europa antes. Lo están haciendo de nuevo.

Traducción: Observatorio de trabajadores en lucha

Fuente: strategic-culture.su

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Presión directa sobre Estados Unidos: un error de Venezuela sacudió a Es...

domingo, 28 de diciembre de 2025

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La Universidad Pública de Navarra inicia un estudio sobre el trabajo forzado en el franquismo

 

La Universidad Pública de Navarra inicia un estudio sobre el trabajo forzado en el franquismo

 Memoria Histórica

Tercerainformacion / 28/12/2025

 

  • La investigación buscará la elaboración de una monografía científica que contextualice históricamente el sistema de trabajo forzado durante la dictadura franquista.


La Universidad Pública de Navarra ha puesto en marcha un proyecto de Memoria Democrática destinado a esclarecer las características, impacto, implicaciones y víctimas del sistema de trabajo forzado establecido durante la dictadura franquista.

El estudio, impulsado con una subvención directa del Ministerio de Política Territorial y Memoria Democrática aprobada en el último Consejo de Ministros, tiene previsto su desarrollo en tres años, buscará la elaboración del inventario de edificaciones y obras realizadas por personas sometidas a trabajos forzados bajo el franquismo en el ámbito penitenciario y concentracionario, así como de la identificación de las entidades y empresas beneficiarias y de las víctimas de dicha explotación.

Con ello, se persigue documentar y contextualizar históricamente el funcionamiento de dicho sistema y generar una base de datos rigurosa que contribuya al reconocimiento y reparación moral de las víctimas, que sirva de apoyo a futuras políticas públicas y refuerce las garantías de no repetición.

El objetivo principal es la elaboración de un inventario de edificaciones y obras realizadas por miembros de las diferentes unidades penitenciarias y concentracionarias durante la dictadura franquista.

Asimismo, se buscará la identificación de las entidades y empresas que se beneficiaron del sistema de trabajo forzado durante la dictadura franquista.

También se elaborará un listado de personas que participaron en las diferentes unidades penitenciarias y concentracionarias de trabajo forzados durante la dictadura franquista.

Finalmente, la investigación buscará la elaboración de una monografía científica que contextualice históricamente el sistema de trabajo forzado durante la dictadura franquista, analizando su organización y funcionamiento, con especial atención a la participación de entidades y empresas que se beneficiaron de esta forma de explotación.

El estudio incluirá un análisis acerca de las características demográficas de las personas sometidas, sus condiciones laborales, la duración y causas de las condenas o cualesquiera otros datos relevantes para su interpretación histórica y social.

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sábado, 27 de diciembre de 2025

CUENTA REGRESIVA! EL 95% DE HULIAIPOLE BAJO CONTROL RUSO. MASIVO ATAQUE ...

El Nuevo Tablero Africano

 

La amenaza militar de Trump en Nigeria no responde a una crisis humanitaria, sino a una estrategia neocolonial diseñada para frenar la influencia de China y Rusia en África. Washington utiliza un supuesto “genocidio cristiano” como pretexto para ocultar sus objetivos.


El Nuevo Tablero Africano

 

María Gabriela Machado y Alfredo Pinto

El Viejo Topo

27 diciembre, 2025



EL NUEVO TABLERO AFRICANO: NIGERIA Y LA LÓGICA DE LA INTERVENCIÓN NEOCOLONIAL EN LA COMPETENCIA MULTIPOLAR.

La reciente amenaza de intervención militar en Nigeria por parte del presidente estadounidense Donald Trump no es un acto aislado ni una excentricidad retórica, sino la manifestación más cruda de una política imperial que se adapta al continente africano en plena reconfiguración geopolítica. Esta amenaza también manifiesta un poder en declive que recurre a viejas tácticas para mantener su dominio. Nigeria, como la mayor economía y potencia demográfica de África, se ha convertido en el campo de batalla decisivo donde los Estados Unidos intenta frenar el avance de China y Rusia, asegurar minerales críticos para la transición energética y contener la ola de soberanía que emana de la Alianza de Estados del Sahel (AES).

Sus declaraciones se inscriben en una larga historia de injerencia occidental que, bajo cambiantes pretextos, busca perpetuar una relación de dominación y extracción. La crudeza de Trump al amenazar con “entrar en ese país, ahora deshonrado, con todas las armas en la mano” (‘guns-a-blazing’) desnuda la persistencia de una mentalidad neocolonial que ve en África un mero tablero de recursos y peones.

Trump ha guiado su política exterior por los principios disruptivos y proteccionistas de su lema “Estados Unidos Primero”, lo cual se puede evidenciar en la Nueva Estrategia de Seguridad Nacional, que rompen con el enfoque de reconstrucción de alianzas adoptado por ex presidentes como Jimmy Carter en la década de los 70, Bill Clinton en los 2000, además de Barack Obama y Joe Biden recientemente. Trump busca recuperar el estatus de Estados Unidos como la “superpotencia manufacturera del mundo”, tal como lo expresó en el Foro Económico de Davos en enero de 2025. Para ello, impone aranceles como táctica principal, permitiéndole renegociar los términos comerciales de los acuerdos económicos con sus aliados.

Este enfoque ha consolidado lo que seguidores del Movimiento MAGA (Make America Great Again), académicos y analistas internacionales denominan “la Doctrina Trump”: una política exterior unilateral y asertiva, que privilegia la acción directa sobre la diplomacia consensuada, aplicando la autoridad ejecutiva para justificar intervenciones bajo el argumento de amenazas a la seguridad nacional, desde la “lucha contra el narcotráfico” dentro de los EE.UU. y la designación de cárteles como terroristas transnacionales, hasta operaciones militares en Irán enmarcadas en su renovada “guerra contra el terrorismo”, en el que sus acciones más recientes son las amenazas verbales hacia Nigeria.

La crisis de Nigeria no puede entenderse de forma aislada, sino como la pugna entre las fuerzas que impulsan una soberanía emergente y el neocolonialismo que busca perpetuarse. El pulso entre Washington y Abuya es, en realidad, una manifestación de la disputa actual por el futuro de África en el orden multipolar.

La narrativa de la “persecución de cristianos” en Nigeria no responde a una genuina preocupación humanitaria, sino una herramienta clásica de la doctrina imperial para fabricar consentimiento en Occidente y encubrir objetivos económicos y geopolíticos. Esta instrumentalización selectiva de los derechos humanos y la libertad religiosa es una táctica para desestabilizar naciones soberanas y justificar agresiones inaceptables.

La campaña de denuncia de un “genocidio cristiano” en Nigeria por figuras políticas estadounidenses como el senador Ted Cruz, se apoya de una narrativa emotiva que deliberadamente simplifica la realidad. Citan cifras dramáticas – como las de que más de 50.000 cristianos han sido asesinados y miles de iglesias destruidas desde 2009 –, cuya fuente principal es una ONG nigeriana llamada InterSociety. Sin embargo, en contraste, investigaciones periodísticas serias e informes de organizaciones especializadas en el conflicto, evidencian la fragilidad de esta base: la BBC ha calificado la metodología de InterSociety como “opaca” y sus cifras como “difíciles de verificar”. También señala la falta de auditorías independientes y el hecho de que solo tres personas componen la junta directiva de la ONG. En esencia, la narrativa que se presenta a la opinión pública carece de transparencia y rigor.

Los datos de la organización Acled (Armed Conflict Location & Event Data Project), que constata la realidad en el terreno, sin embargo, cuenta una historia más matizada y trágica. Desde 2009, la cifra total de civiles muertos en Nigeria en actos de violencia – tanto musulmanes como cristianos – asciende a cerca de 53.000. Es decir, la cifra que se atribuye exclusivamente a víctimas cristianas se acerca mucho al número total de fatalidades civiles de diversas creencias religiosas.

Además, análisis independientes nigerianos como Nextier Violent Conflicts Database y African Security Analysis (ASA) subrayan que la mayoría de las víctimas mortales a manos de grupos yihadistas, como el notorio Boko Haram, son en realidad musulmanes. Es fundamental entender que la violencia en Nigeria es un conflicto multifacético y brutal que afecta a toda la población, y no se limita a un ataque selectivo unidireccional contra una comunidad religiosa. Reducir el conflicto a una “guerra santa” entre islamistas y cristianos como plantea Washington, es calificado por el propio gobierno de Abuya como una “grave tergiversación de la realidad”.

Lo que los Estados Unidos etiqueta como “yihad”, analistas como Christian Ani y Confidence McHarry lo identifican como un conflicto multifactorial arraigado en la disputa por el “acceso a la tierra y el agua”. Ani califica explícitamente de “exageración” etiquetar a los pastores Fulani como yihadistas, subrayando que las verdaderas raíces de estos enfrentamientos son económicas y ecológicas, exacerbadas por tensiones étnicas, no teológicas.

“Las matanzas en el Cinturón Medio se están saliendo de control”, dijo Isa Sanusi, director ejecutivo de la rama nigeriana de Amnistía Internacional, quien dijo en mayo que dos estados de esa región representaban el 93% de las 10.000 personas asesinadas por bandidos en los primeros dos años de mandato de Tinubu.

La postura de Washington revela cinismo: Mientras instrumentaliza la violencia en Nigeria, los Estados Unidos, según denuncia The Pan Afrikanist, respalda al ente sionista de Israel en crímenes contra el pueblo palestino y usa las mediaciones de paz en Congo y Ruanda como fachada para explotar recursos. Los Estados Unidos lanza amenazas de invasión contra “un país de mierda” como Nigeria por el supuesto “genocidio” de 52.000 cristianos durante 16 años, basándose en datos adulterados de “investigadores” cuestionables.

Algunos datos reales de este conflicto son la tensión etno-religiosa entre un norte predominantemente musulmán y un sur mayoritariamente cristiano. Esta es una “falla histórica” que, según The Pan Afrikanist, los administradores coloniales británicos “perfeccionaron como táctica”, combinando deliberadamente etnia y religión para “impedir una lucha anticolonial unificada”.

El doble rasero estadounidense en este caso, no es casualidad, refleja una política exterior que usa los Derechos Humanos como arma geopolítica y no como principio universal. En Nigeria, Washington busca frenar la pérdida de hegemonía frente a China y Rusia, presionando a una potencia demográfica, económica y petrolera clave del continente. En América Latina, aplica tácticas para apropiarse de los recursos del país con las mayores reservas de petróleo del mundo y llevar a cabo un “cambio de régimen” en Venezuela.

La política de Washington hacia Nigeria responde al avance de China y Rusia en África. La cooperación sino-nigeriana ya suma más de 20 mil millones de dólares en inversiones chinas destinadas a infraestructura crítica y 1.3 mil millones de dólares en litio. Este modelo de cooperación, que ofrece desarrollo de infraestructura sin las condiciones políticas ligadas a los préstamos occidentales, es percibido en Washington como una amenaza existencial a su modelo de dominación.

El Olor del Petróleo y la Fiebre de las Tierras Raras

Estos dos recursos son el principal motor de la agresión estadounidense. Como afirma la publicación The Pan Afrikanist, “el objetivo de la US war machine es asegurar el dominio de los recursos”. Nigeria, al ser el mayor productor de petróleo de África, representa un premio energético indispensable. Además, el país posee un enorme potencial en minerales críticos, como las tierras raras, que son cruciales para la industria tecnológica, la transición energética y los sistemas de defensa.

La amenaza de intervención busca crear un entorno de inestabilidad que debilite la soberanía nigeriana y facilite la extracción de recursos por parte de corporaciones occidentales. En este marco, Washington también apunta al gasoducto  Nigeria-Marruecos, crucial para abastecer a Europa y reducir la dependencia del gas ruso.

Tras haber sido expulsado de Níger en 2024 junto a otras potencias occidentales, los Estados Unidos busca desesperadamente reincorporarse en la región para mantener su presencia militar y contrarrestar la creciente influencia de la Alianza de Estados del Sahel (AES), conformada por Malí, Burkina Faso y Níger. Estos países representan un modelo de soberanía que Washington teme se extienda en el continente africano.

El objetivo de esta presencia militar en todo el mundo es crear “condiciones donde los intereses económicos estadounidenses puedan florecer”. Una base en Nigeria le permitiría a los Estados Unidos no solo proyectar poder en el Golfo de Guinea, sino también disponer de una plataforma desde la cual lanzar ataques proxy, encubiertos y abiertos contra los países de la AES. La presión sobre Nigeria, por tanto, también tiene un componente geopolítico clave: convertirla en un pivote para la estrategia de contención estadounidense en una de las regiones más dinámicas y rebeldes del continente.

En este engranaje, la élite local, denominada la “burguesía africana” o “clase compradora” desempeña un rol clave en la estrategia de los EE.UU. Educada en Occidente y alineada con intereses metropolitanos, actúa como intermediaria que facilita la intromisión externa. En lugar de impulsar la liberación, asegura que la riqueza nacional fluya hacia fuera, garantizando su propio enriquecimiento y permanencia. Estos factores internos, sin embargo, no operan aislados, sino dentro de una reconfiguración continental y global que redefine las dinámicas de poder y soberanía en África.

En síntesis, la amenaza de intervención militar de los Estados Unidos en Nigeria, bajo un falso pretexto humanitario, constituye un estratégico y desesperado intento de Washington por frenar la erosión de su hegemonía en África de manera coercitiva, no responde a una crisis religiosa, sino al avance de un orden multipolar en el que Nigeria juega un papel fundamental. Es una reacción directa a la creciente influencia de China y Rusia, al precedente soberano de la Alianza de Estados del Sahel y al renacer de una conciencia panafricanista que amenaza con desmantelar las estructuras de dominación neocolonial.

La clave está en el desarrollo de una conciencia política revolucionaria que permita a los pueblos de Nigeria, y de toda África, unirse contra las amenazas externas. La batalla por Nigeria es, en última instancia, la batalla por el futuro soberano de todo el continente africano. Su resultado definirá si África avanza hacia una era de autodeterminación o si las cadenas del neocolonialismo logran imponerse una vez más.

Fuente: Globetrotter

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