lunes, 6 de mayo de 2024
domingo, 5 de mayo de 2024
Los ucranianos residentes en España llamados a filas
Los ucranianos residentes en
España llamados a filas
INSURGENTE.ORG.
/ 05.05.2024
En el caso del estado español se calcula que residen
300.000 ucranianos, donde al menos un tercio son hombres en edad de ir al
frente. Ellos saben que si se quedan sin papeles (por ejemplo, al ir a renovar
su pasaporte le dicen que tienen que incorporarse a filas) quedan en el limbo.
Salir de Ucrania en edad militar cuesta 10.000 euros pagaderos a la mafia
corrupta que dirige el país.
La paradoja del totalitarismo
Lo de ver la paja en ojo
ajeno en vez de la viga en el propio está ampliamente extendido en la vida
política contemporánea. Así, quien tiene rasgos totalitarios acusa de
totalitarismo a quienes carecen de ellos, y se queda tan pancho (perdón,
panche).
La paradoja del totalitarismo
El Viejo Topo
5 mayo, 2024
Durante mucho
tiempo la estrategia narrativa neoliberal de matriz angloamericana ha estado
pasando por dos movimientos:
1) El intento
de definir el mundo liberal como el único mundo posible, para el cual, a largo
plazo, no hay alternativa (de Fukuyama a Thatcher), y
2) el intento
de subsumir todas las formas de vida, todas las organizaciones políticas y
todos los sistemas culturales que pretenden no reducirse al paradigma liberal
como «iliberales –y por tanto– totalitarios».
Así, acaba en
el saco del “iliberalismo –y por tanto– totalitarismo” toda religión que
pretende ser más que un hecho privado (por ejemplo: el Islam), todos los países
que pretenden mantener la soberanía sin arrodillarse ante el imperio americano
(China, Rusia, Irán, Corea del Norte, pero luego también, dependiendo de cómo
operen sus gobiernos, Cuba, Venezuela, Bielorrusia, Hungría, Serbia, Sudáfrica,
etc.), y desde luego todas las ideologías que históricamente han rechazado el
sistema liberal (el socialismo y el comunismo ante todo, los conservadurismos
pre-liberales cuando existen, y, en la medida que desarrolló una teoría, el
fascismo de entreguerras).
Por supuesto,
los elementos que aparecen en este saco presentan, para cualquiera que se
interese en examinarlos de cerca, una multitud de diferentes rasgos políticos,
institucionales y culturales, pero esto es irrelevante para la narrativa
neoliberal, porque sobre todos ellos cae la excomunión de la “iliberalismo –y
por tanto– totalitarismo”.
Nos encontramos
así con el siguiente cuadro, altamente irónico, según el cual el liberalismo
–la única ideología que pretende extender en todo el planeta la última y
definitiva verdad de la historia– denuncia todas las demás culturas y
soluciones políticas de la historia como “totalitarias”. En esencia, la única
cultura política que hoy tiene afirmaciones realmente totalitarias denuncia a
todas las demás como totalitarias.
Según la visión
totalitaria lo que pertenece a la propia ortodoxia es por definición el Bien,
por lo que las sociedades liberales (ahora neoliberales) logran con perfecta
serenidad y buena conciencia una espectacular doble moral; porque nuestros
crímenes son errores contingentes, los vuestros son innobles abyecciones,
nuestras masacres son daños colaterales, las vuestras son expresión de una
maldad innata, nuestras protestas internas son riñas de minorías ingratas, las
vuestras son una manifestación popular de un anhelo de libertad, etcétera.
La denuncia
neoliberal de «todos los totalitarismos» es el ejemplo perfecto del proverbial
buey que llama cornudo al burro.
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LUIS CASADO. ¿De qué trata la economía?
LUIS CASADO. ¿De qué trata la
economía?
Insurgente.org / 05.05.2024
¿De qué quieres hablar
a propósito de economía que no suene a ecolalia?
No existe ni siquiera
el morbo de algún descubrimiento reciente, y tampoco algún mensaje útil de la
sonda Voyager cuyo galáctico periplo aún no descubre ni nuevos mercados ni mano
de obra explotable.
Te quedas pues reducido
a recordar lo básico de lo esencial, a no ser que busques cachondearte de los
pseudo-premios Nobel y otros famosillos de la economía siempre dispuestos a
decir burradas.
Un economista normalmente
constituido prevé el avenir, y accesoriamente explica no como funciona la
economía sino cómo debiese funcionar. Hay ejemplos deslumbrantes.
Irving Fisher (New York
1867-1947) fue un economista yanqui famoso por sus trabajos sobre las tasas de
interés y la teoría del capital. Días antes del peor desastre del capitalismo,
el krach de 1929, Fisher escribía:
“el
precio de las acciones alcanzó lo que parece ser un altiplano permanente”.
Le 21
de octubre de 1929 Fisher declaró: la Bolsa “no tiembla sino a causa de la
locura de unos pocos”, agregando que las cotas bursátiles aún no
alcanzaban su verdadero valor y debían seguir subiendo. El célebre “jueves negro” del 24 de octubre lo desmintió de
mala manera.
La lucidez de los
economistas encandila. Si Mario Marcel dice que no hay de qué preocuparse, un
consejo: cómprate un paracaídas y un pote de vaselina.
Otro genio, Philippe
Simonnot, economista francés, aclara el tema:
“Si el
camino al infierno está pavimentado de buenas intenciones, la historia económica
está pavimentada de errores (…) Errores de previsión, errores de análisis,
errores conceptuales, errores de diagnóstico, errores de juicio, errores de
razonamiento, que tienen al menos un punto en común: podrían haber sido
evitados, si no hubiese habido frecuentemente en el inicio la intención de
hacerlo bien.”
Te previne: el tipo es
un genio. Para no cometer errores debes partir con la intención de hacerlo mal.
Simonnot agrega:
“En el
centro de estos errores cometidos tanto por los políticos como por los
economistas, está la mala comprensión de las leyes de la oferta y la demanda.”
Para explicar las
causas de los errores en los economistas, Simonnot invoca la dificultad de
estos últimos para profundizar las leyes del mercado. Dicho de otro modo, si no
logras multiplicar, es porque no aprendiste las tablas del 1 al 10.
Quienes abordan la
cuestión con un poquillo de seriedad explican que lo único que tiene interés en
la economía es el modo de distribución del producto. David Ricardo (1772-1823)
por ejemplo, mira ver:
“El
producto de la tierra, es decir lo que se retira de su superficie por medio de
la utilización conjunta del trabajo, de las máquinas y del capital, se reparte
entre tres clases de la comunidad: los propietarios de la tierra, los
detentores del capital necesario para su explotación, y los trabajadores que la
cultivan (…) bajo el nombre de renta, de lucro y de salarios (…) Determinar
las leyes que gobiernan esta repartición constituye el principal problema en
economía política.” (D. Ricardo. “De los principios de la
economía política y el impuesto”. 19 de abril de 1817).
En adelante nadie lo ha
dicho mejor y lo demás son cuentos para hacer dormir a los currantes insomnes.
Nótese que Ricardo no dice nada sobre cómo los rentistas se apoderaron de la
tierra, ni de cómo los detentores del capital lo acumularon.
Tú ya
sabes: “Al principio era el caos…” Luego Dios separó la
luz de las tinieblas y los humanos vieron que existía la propiedad privada…
¡Milagro!
Visto
que la repartición del producto es el meollo de la economía política -David
Ricardo dixit– veamos cómo evoluciona.
Esta mañana
-el azar hace bien las cosas- una emisión de Radio France puso
en evidencia la proporción de trabajadores pagados, como decimos en las
Galias, con una porotera (avec un lance pierres):
En el
año 2010 un 9,8% del total de asalariados recibía el salario mínimo (SMIC).
En el año 2023 esa proporción había subido a un 17,3%…
¡Ese es crecimiento mi
alma! Casi 6% de progresión -en promedio- durante 13 años. Cada vez más
trabajadores sobreviven con una remuneración miserable, ¿competitividad obliga?
El mismo día de hoy la
prensa parisina describe la remuneración de los patrones:
Los
salarios de los dirigentes del CAC 40 (principales empresas cotizadas en Bolsa)
son cada vez más elevados. Un estudio de la Oxfam muestra que en el año 2022,
la remuneración media de los patrones del CAC 40 era 130 veces más elevada que
el salario medio de los trabajadores de sus grupos y 330 veces superior al
salario mínimo. Las diferencias crecieron una vez más desde el año 2019. (Mediapart.
París. 1º de mayo 2024).
Los
dirigentes del CAC 40 a veces son patrones, a veces simples condottieri del capital, o sea mercenarios al
servicio de los poseedores de la pasta.
Cuando
un patrón administra directamente sus capitales ocurre lo que acaba de
sucederle a Arnaud Lagardère, uno de los más célebres de la industria francesa,
que se vio forzado a abandonar sus funciones al ser inculpado de “abuso de bienes sociales”, o sea robo a su propia
empresa. Arnaud pagaba sus gastos personales con plata del grupo industrial, su
salario no le alcanza…
El salario mínimo
francés está en torno a un millón 800 mil pesos, y por vía de consecuencia
Lagardère recibe, cada mes, unos $ 600 millones… ¡pese a lo cual se queda
corto!
Lo que te cuento no es
una excepción, la transferencia de parte significativa de los salarios a la
remuneración del capital comenzó hace tiempo, y la acumulación es tal que ya no
hay mucho en qué invertir, lo que trae consigo nuevas guerras. La guerra, ese
bálsamo de Fierabrás que todo lo cura, incluyendo las peores crisis del capitalismo.
La prensa se hace eco
del fenómeno:
“El
pago de dividendos empresariales crece 3,5 veces más que los salarios desde
2020 en España.”
España no es ni todo,
ni lo peor:
“Entre
2020 y 2023, los dividendos pagados a los accionistas alrededor de los cinco
continentes superaron en 15 veces el incremento de los salarios de los
trabajadores. Los rendimientos repartidos en 2023 superaron los 1,5 billones de
euros a nivel mundial, según recoge Oxfam.” (El
País. Madrid. 1º de mayo 2024).
Los
que saben afirman que el 10% de los tipos más afortunados posee un 75% de las
riquezas mundiales. Según los cálculos del World Inequality Lab,
el patrimonio está repartido de manera muy desigual en el planeta. Ejemplo más
extremo: el 1% de las personas más ricas posee casi dos veces más que el 90% de
los más modestos. (Diario Libération. París, 26 abril 2024).
Lo peor, como se ve, es
que no les alcanza, les resulta insuficiente…
Una característica
resiliente -como dicen ahora- tiene que ver con el papel que juega la banca en
la concentración del producto. ¿Sabes lo que son las canalizaciones? Pos eso.
Lo que viene es Francia:
El BNP
Paribas obtuvo, en el ejercicio 2023, un beneficio neto de € 10.975 millones, o
sea un modesto incremento del 7,64 % con relación al año 2022.
El
Crédit Agricole SA fue más ‘proactivo’: su beneficio de € 6.348 millones superó
en un 16,75% al del año precedente.
La
Société Générale obtuvo un lucro modesto de € 2.493 millones, un 23,54% mayor
que en el año 2022.
El
Crédit Mutuel Alliance Fédérale constató un beneficio de € 4.115 millones, un
incremento del 18,07 % anual.
Casi todos estos bancos
eran públicos… pero Mon Général tuvo la mala idea de morirse. Entretanto, y
confieso mi estupefacción, ¡los Bancos Centrales pierden plata que es un gusto!
Pérdidas
en el año 2023
Banco
Central alemán: – € 21.600 millones
Banco Central Europeo: – € 8.000 millones
Banco Central francés: – € 12.400 millones
Banco Central Países Bajos: – € 3.500 millones
Banco Central EEUU: – U$ 114.300 millones
Explicación (?):
Si el
Banco Central Europeo establece cuentas anuales y declara sus beneficios y sus
pérdidas como cualquier banco, lo que la distingue de manera notable es que su
objetivo no es el lucro. En efecto, la misión del BCE es mantener la
estabilidad de los precios, y todo beneficio o toda pérdida constituye un
efecto conexo. (sic). Fuente: BCE.
El reciente episodio
inflacionario, que aún no desaparece, es pura mala suerte. Te recuerdo que
entre los privilegios de los bancos centrales se cuenta el de emitir billete…
que, anda a saber, pudiera ser que la emisión monetaria forma parte del lucro
de los bancos privados…
Por si pensaras que
todo esto concierne sólo a Francia, al Banco Central Europeo (BCE), o a la FED,
me permito agregar un par de líneas relativas a la banca española, ‘dinámica’
dónde las hubiere.
En Spain…
La gran
banca impulsa su beneficio un 17% en el primer trimestre (2024) hasta casi los
6.700 millones. BBVA plantea de nuevo una fusión a Banco Sabadell y crear un
gigante de más de un billón de euros en activos… El banco confirma los
contactos con el presidente de la entidad de origen catalán y que ya ha
contratado asesores…
La
nada misma, cuando la prensa madrileña de hoy se queja de que… “La pobreza infantil en España cuesta más de 60.000 millones de
euros anuales”
¡Qué cagada! No quedará
nada para los bancos…
Afortunadamente no es
el caso en Chile. Allí los patrones se quejan de puro llenos… Y, digan lo que
digan, la pobreza infantil les toca una sin mover la otra.
Cuando te hablen de
economía, ya sabes de qué va el tema: de la repartición del producto. Lo demás,
repito, carece del más elemental e insignificante interés.
*
Imagen: Estatua de Karl Marx y Friedrich Engels. Plaza de los Robles, Bishkek,
Kirguistán. Licencia Creative Commons Attribution-Share Alike 4.0
International.
kaosenlared
sábado, 4 de mayo de 2024
M. CARACOL. El 18 Brumario de Pedro Sánchez
M. CARACOL. El 18 Brumario de
Pedro Sánchez
Insurgente.org
/ 04.05.2024
Lo ha vuelto a hacer. Nuestro preclaro presidente acaba de escribir otro capítulo más de su maquiavélico y novelesco “Manual de resistencia”, amagando con dimitir y colocándose, como Luis Napoleón Bonaparte, por encima de la sociedad y de las clases sociales. Amenaza con irse porque “quiere mucho a su mujer”, pone a Junts a su rebufo, manda a Sumar a segunda división y erige al PSOE como “la izquierda que lucha”. ¿Para qué tomar medidas reales, pudiendo montar un buen culebrón?
Algunos han llegado a
la genialidad de compararlo con… Salvador Allende. Sí, ese presidente chileno
que ganó las elecciones en 1970 y nacionalizó la banca en 1971, estatizando la
mayor parte del sector financiero chileno (participación mayoritaria en catorce
bancos y 30% de los activos en los cinco restantes) y poniéndolo al servicio
del pueblo.
Pasemos ahora a nuestro
“Allende español”. Esta semana hemos conocido escalofriantes datos sobre el
sector financiero español, que lleva años batiendo récords y ganó en 2023 la
misma cantidad de dinero (28.084 millones) que el Estado gasta durante dos años
en Sanidad, Educación y Cultura. Así, cuando nuestro Allende de Hacendado les
puso un simbólico “impuesto a la banca”, los bancos españoles subieron un 9%
las comisiones, cobrando más a sus clientes de lo que les pagan y aumentando
aún más el margen de intereses. Escalofriante: en un solo trimestre, los seis
grandes bancos españoles han ganado una suma (6.677 millones de euros) que
iguala el presupuesto de Sanidad del país.
Contando solo el BBVA y
solo entre enero y marzo, la entidad obtiene un beneficio de 2.200 millones,
casi un 20% más de lo anotado en el mismo periodo del ejercicio pasado. Ahora
bien, la mayoría de sus beneficios (56%, 1.441 millones de euros) no los ha
obtenido en España, sino… en México. Así es el imperialismo de la banca
española en América Latina, que tan bien defendiera el emérito mandando callar
a Hugo Chávez (alguien que sí se pareció a Allende, solo que siendo menos
ingenuo).
Pero eso no es todo.
Resulta que estamos en un proceso de concentración bancaria y, ahora, el BBVA y
el Sabadell pretenden también fusionarse, creando un banco que sería dueño de
una quinta parte de España (22% de los depósitos y 22% del crédito concedido).
Esta fusión dejará un mercado supuestamente “libre” de solo tres jugadores:
Santander, La Caixa y BBVA, en el que estos tres grupos controlarán siete de
cada diez euros del negocio bancario en nuestro país: el 72% de los depósitos y
el 73% de los créditos estarán en manos de esos tres bancos. Siete de cada diez
hipotecas las controlarán estas entidades, a la vez que reducen personal,
oficinas y cajeros (como lleva años pasando). No es una película distópica
sobre el futuro. Es la España de Sánchez que algunos idealizan, en la que los
bancos ganan más que nunca, batiendo récords de beneficios en 2021, 2022, 2023
y también en el primer trimestre de 2024.
¿Y los impuestos?
¿Seguirán siendo al menos un poquito socialdemócratas? Veamos los datos
publicados esta misma semana por la Agencia Tributaria: las 142 empresas más
grandes de España, que pasan de los 5.000 trabajadores, abonaron a Hacienda por
el Impuesto de Sociedades el equivalente al 3,12% de sus beneficios, mientras
que la totalidad de las empresas tuvieron que hacer frente a un tipo casi
cuatro veces superior (el 11,15%). En otras palabras, en España el pequeño
empresario paga más impuestos que el grande; y las multinacionales (que baten
récords de beneficios) pagan cada vez menos tributos.
¿De
verdad los poderes fácticos quieren quitar de en medio a Sánchez? ¿O están más
que cómodos con que este tranquilice al país con su “resistencia” de cartón
piedra, mientras nos meten, cada vez más, la mano en la cartera? No le importó
tanto a Sánchez el lawfare cuando
fueron los seis de Zaragoza los represaliados, por poner un ejemplo reciente.
Ni en tantas otras ocasiones. ¿Por qué ahora, pues, tan repentino
“democratismo”? Tal vez con Largo Caballero el PSOE representara una tragedia;
quizá con Felipe González una farsa. Pero Pedro Sánchez “el enamorado” está
declamando un sainete de los Álvarez Quintero.
M. Caracol. Militante de Red Roja
La guerra como salida al problema de la sobreacumulación capitalista
La guerra como salida al
problema de la sobreacumulación capitalista
DIARIO OCTUBRE 7 mayo 2, 2024
Ya Karl Marx tuvo claro que la sociedad burguesa sería capaz de destruir capital con la intención de comenzar un nuevo proceso de acumulación capitalista.
No es nada original decir que la guerra es la salida natural de la crisis
económica del capitalismo. Ya Karl Marx tuvo claro que la sociedad burguesa
sería capaz de destruir capital con la intención de comenzar un nuevo proceso
de acumulación capitalista. No es solo una cuestión de conquista de mercados;
al fin y al cabo, esto es una consecuencia de la guerra desde siempre, el
llamado “botín de guerra”.
Para entender
la guerra en este “mundo civilizado” del capitalismo con sus “democracias” y
“lecciones morales” hay que profundizar en las raíces económicas del mismo y su
funcionamiento, algo que Marx y Engels desentrañaron con su crítica a la
economía política y que Lenin profundizó y actualizó con su comprensión del
imperialismo.
Quienes nos
aferramos a las posiciones revolucionarias porque entendemos que es la única
opción capaz de cambiar el devenir de violencia, destrucción y penuria que
aguarda a la humanidad, tenemos que contribuir a la transmisión del
conocimiento y análisis de los elementos que subyacen a la guerra. Solo así
podremos frenar la barbarie a que nos conduce este sistema agónico. No nos vale
con un pacifismo ignorante y utópico. Obviar las causas es someternos a las
consecuencias.
Por ello, y
ante la improbable cuestión de un derrumbe sistémico, que, sin una intervención
exógena, se llevaría a cabo por sí mismo, debemos actuar desde la defensa de
los pueblos, del planeta ante la irracional violencia del Capital al final de
sus días. Esa intervención está condicionada a entender los mecanismos últimos
de salvaguarda del capitalismo y lo que podría ser su máxima: “Sin mi, nadie”.
Guerra y crisis
Hay quienes
defienden que tras cada crisis del Capital, una guerra asoma por el horizonte.
Por ejemplo, la Guerra del Golfo, como expresión de la crisis de los años 90 a
92. En este mismo marco temporal, las guerras de Yugoslavia.
Otro ejemplo lo
podemos encontrar con la invasión de Afganistán por la OTAN capitaneada por
Estados Unidos desde 2001 o la agresión a Irak de 2003. La economía de Estados
Unidos entró oficialmente en recesión en el mes de marzo de 2001.
Es complejo
establecer esta relación entre guerra y crisis porque los conflictos bélicos no
están sincronizados con los periodos recesivos, sino que son consecuencia de
ellos. También es posible que se solapen periodos recesivos con conflictos que
se alargan o varios conflictos en un mismo ciclo.
Resulta más
sencillo y claro vincular las grandes guerras con las grandes crisis. Así,
Michael Roberts defiende la existencia de depresiones económicas y las define
como “el momento en que una economía tiene un crecimiento muy por debajo de
su índice de producción previo (total y per cápita) y por debajo de su
media a largo plazo. (La Larga Depresión)
Siguiendo esta
idea, junto con alguna concreción más que menciona el autor, a lo largo de la
historia del capitalismo, han existido tres grandes depresiones económicas. Una
a finales del siglo XIX, otra a mediados del siglo XX, desde 1929 hasta 1939 y
la denominada Gran Recesión que se inicia en 2008 y en la que todavía estamos
instalados.
En estos
periodos de depresión, la lucha de clases se exacerba. El malestar social
provoca una respuesta movilizadora de las capas populares y el Capital se torna
más agresivo, violento y destructivo. El fascismo y la guerra imperialista son
su reacción última. Su balón de oxígeno.
“La
depresión del siglo XIX provocó una rivalidad imperialista que acabó llevando a
la Primera Guerra Mundial. La Gran Depresión de los años 30 condujo al auge del
nazismo en Europa, a la revolución y la contrarrevolución en España, al
militarismo en Japón…” ( Michael Roberts)
Ello provocó
una nueva guerra mundial en la que solo con el sacrificio heroico del Ejército
Rojo, el pueblo Soviético (logro silenciado y tergiversado por el revisionismo
histórico anticomunista) y la resistencia del resto de pueblos, se pudo
derrotar el avance del fascismo, que siempre latente, pasó a la retaguardia de
un capitalismo que, una vez finalizada la guerra, abrió una nueva fase de
acumulación, gracias a la desvalorización de los capitales, incluyendo el
efecto de su propia destrucción física.
La “Edad de
Oro” del capitalismo se abrió paso hasta mediados de los años 60. A partir
de esta década, unos variados elementos contratendenciales han posibilitado
salvar del derrumbe a un capitalismo cada vez más agónico que en breves
periodos ha conseguido revertir la tendencia a la caída de la tasa de ganancia
y tomar algo de aire.
Sin embargo, el
año 2008 supuso un punto de inflexión. El momento en el que tras muchas
décadas, una nueva depresión económica se abría camino tras la crisis. Una, que
ni la cuarta revolución industrial, ni la Covid, ni lógicamente, todas las
políticas monetarias, ni las ingentes cantidades inyectadas a los monopolios
mediante el robo y el expolio a las rentas del trabajo que supone la deuda, ha
sabido revertir y que conduce de nuevo, al único escenario que puede salvar
otra vez al capitalismo: la Guerra.
Los países
europeos casi han duplicado sus importaciones de armas entre 2014 y 2018, así
como entre 2019 y 2023. Sus compras se dispararon un 94 % durante ese periodo,
según un estudio del Instituto Internacional de Estocolmo para la Investigación
de la Paz (SIPRI)
Los ciclos
económicos
Para entender
en profundidad la relación entre la crisis económica y la guerra, es necesario
adentrarse en las profundidades de los mecanismos de un sistema que sumido en
sus contradicciones, como una cuenta atrás, lleva la autodestrucción programada
desde su origen.
El desarrollo
(mantenimiento) del capitalismo exige una “reproducción a escala ampliada”.
Esto es posible solo incrementando la productividad constantemente, lo que se
realiza preferentemente aumentando la eficiencia tecnológica de las máquinas y
los equipos que en manos del trabajo forman el capital productivo de las
empresas.
El problema del
incremento de la productividad (más mercancías en el mismo tiempo), es, que en
lugar de incrementar el valor de cada unidad, lo disminuye, con lo que precisa
en el nuevo ciclo, producir más todavía para compensar esa desvalorización. Al
final, y de forma progresiva, la relación de capital constante (maquinaria,
edificios, materias primas…) con el capital variable (mano de obra) aumenta,
perdiendo paulatinamente la capacidad de generar nuevo “valor”, algo que solo
la fuerza de trabajo de obreros y obreras consigue.
Esto devenga en
sobreacumulación y la tasa de ganancia (porcentaje de retorno de la inversión)
disminuye tanto que lastra la masa de ganancia (cantidad total ganada). Se
paraliza la inversión, puesto que no garantiza más beneficio y se produce así
una crisis.
Durante las
crisis, las mercancías no encuentran “salida”, el valor no se realiza con la
venta, se interrumpe el proceso de circulación. Las compras y las ventas están
inmovilizadas y el capital se inactiva y permanece ocioso. Las empresas más
débiles se arruinan, aumenta el desempleo y el “ejército de reserva”. Como
efecto, la fuerza de trabajo se paga por debajo del valor. Las empresas
victoriosas absorben o compran a las quebradas a precio de saldo. La
centralización de capitales se acelera y se preparan las condiciones de un
nuevo ciclo de acumulación, gracias a que los capitales devaluados, paralizados
o destruidos hacen bajar la relación capital constante/capital variable, con lo
que la tasa de ganancia aumenta y así la masa de beneficio incita a la
inversión de nuevo. Hasta la siguiente fase recesiva que será más devastadora
que la siguiente.
“Gran parte
del capital nominal de las empresas, es decir, del valor de cambio del capital
existente, queda destruida para siempre, aunque esta destrucción, puesto que no
afecta al valor de uso, pueda alimentar la nueva reproducción. Es en estos
momentos cuando el que dispone de liquidez se enriquece a costa de los
capitalistas industriales.” (Marx. El Capital T. III)
Hay momentos en
la historia en que esta vía de escape no es posible, que la devaluación de
capitales por la propia crisis, por una conjunción de factores, no es
suficiente para iniciar un nuevo proceso de acumulación.
Algunos
pronosticaron el fin de la Gran Depresión en 2014, otros tras la salida de la
Covid, pero los datos arrojados desde 2019, la inflación tras la reapertura de
los mercados, la contracción del comercio mundial … nos indican otra cosa. Por
ello, es necesario una destrucción de grandes dimensiones que haga borrón y
cuenta nueva.
¿Qué intereses
se esconden tras la guerra?
El capitalismo
nace “chorreando sangre y lodo, por todos los poros, desde la cabeza
hasta los pies” (K. Marx) y morirá de la misma manera a la vista de
una actualidad que avanza día tras día hacia un belicismo manifiesto, cerrando
así un círculo de violencia, terror y destrucción.
Acertadamente,
Engels en la obra Anti-Dühring, apunta que “el poder, la violencia, no
es más que un medio, mientras que la ventaja económica es el fin”.
La industria
armamentística
En muchas
ocasiones se argumenta que el incremento del militarismo, de los gastos en
armas por parte de los estados es en sí misma, la razón fundamental de la
escalada bélica y causante de la guerra. Un “lobby” económico con poder
suficiente como para enriquecerse y a la vez, estimular la actividad económica
y generar riqueza.
Es cierto que,
en una primera instancia, la industria del armamento, es capaz de generar
mercancías que no solo incorporan el valor encerrado en las máquinas y materias
primas que utiliza, sino que, además, a través de la explotación de las obreras
y obreros, genera un plusvalor que ayuda al proceso de acumulación.
Además, junto
con la industria propiamente encargada de la creación de armamento aparecen
otras complementarias o accesorias que deben proveer de insumos a esta
industria. En ellas, también se genera plusvalor puesto que están en la esfera
de la actividad productiva.
El total del
gasto militar mundial creció un 0,7 % en términos reales en 2021, y superó los
dos billones de dólares según Stockholm International Peace Research Institute
(SIPRI). Con la guerra de la OTAN en Ucrania contra Rusia, el genocidio al
pueblo palestino, la escalada bélica en Oriente Próximo y las perspectivas de
nuevos frentes (Sahel, Pacífico …), la inversión está asegurada, porque depende
de una ganancia que los estados occidentales han decidido prescribir.
Sin embargo,
hablamos de una industria altamente tecnificada. Es decir, el elevado grado de
automatismo implica una baja relación de mano de obra con respecto a otras
ramas de actividad. Un conocido estudio realizado en 2007 por Robert Pollin y
Heidi Garrett-Peltier, del Departamento de Economía de la Universidad de
Massachussets comparó la repercusión en el empleo de la industria militar vs.
otras industrias. Concluyó que una inversión en el sector sanitario o en la rehabilitación
de viviendas generaría un 50 % más de puestos de trabajo que el sector militar.
Si se realizara en el sector educativo o en el transporte público serían más
del doble.
Teniendo en
cuenta la fecha del estudio y la rápida incorporación tecnológica al sector,
debemos entender que el incremento del capital constante frente al variable, en
esta rama industrial debe ser más que notable.
Estos mismos
recursos destinados a otro tipo de industria (infraestructura,
agroalimentación…) generaría un mayor plusvalor. Pero el capitalismo no se
plantea el bienestar de la mayoría social ni cubrir sus necesidades. Tampoco su
bien corporativo o de clase. En el capitalismo se da una lucha fratricida entre
capitalistas individuales para apropiarse de forma privada del plusvalor
socialmente generado.
Otro elemento a
considerar es que las principales empresas productoras de armas están
distribuidas geográficamente de forma desigual. Esto implica una trasferencia
de riqueza de los países consumidores a los productores. El militarismo solo
enriquece a la facción más rica del capitalismo y empobrece a la más débil.
Además, la
producción de armas no se incorpora nuevamente en el siguiente ciclo de
producción, ni como medio de producción ni de subsistencia para la clase trabajadora.
Con ello,
debemos concluir que la industria armamentística genera un enriquecimiento
rápido a determinados capitalistas individuales, pero el conjunto del sistema
se resiente y a la larga hace bajar la tasa de beneficio y acelera la
sobreacumulación de capitales. Es decir, no soluciona el problema “global” del
capitalismo.
Valor de uso
vs. valor de las armas
Ante la crisis
pertinaz, la que hace peligrar la subsistencia del propio sistema, el
capitalismo se debe “olvidar temporalmente” de los valores de las mercancías
producidas en esta rama económica y se aferra a su valor de uso como único
elemento que puede revertir su camino al derrumbe: la destrucción a través de
la guerra. Esa es la usabilidad del armamento.
La apropiación
o desposesión de riqueza, la conquista territorial, la rapiña de materias
primas o energía; el aseguramiento, control de infraestructuras y rutas
comerciales o destrucción de la competencia y la reconstrucción, la conquista
de nuevos mercados… Todo esto genera un alivio a la imposibilidad de
valorización del capital que es, sin duda, el problema central con que se
enfrenta el capitalismo a lo largo de su historia y que con el avance del
tiempo y ciclo tras ciclo, se va evidenciando cada vez más.
El imperialismo
se expresa así, en su faceta más violenta, la de la guerra al servicio de la
acumulación de capital. Y en última instancia la destrucción de Capital para
que el ciclo pueda reiniciarse de nuevo.
Es fundamental
recordar que el capitalismo, en sus entrañas, en su ADN, lleva la barbarie por
bandera. Que en estos momentos en los que la humanidad se juega su propia
supervivencia y la del planeta, es vital, hacer un esfuerzo por entender que la
Guerra, no es algo consustancial al ser humano, sino que forma parte de
intereses particulares, a veces complejos y ocultos.
Actualmente, no
es posible la dicotomía “guerra sí” o “guerra no” dentro del capitalismo. La
guerra es una necesidad vital y como tal, acontecerá. No existen más que dos
caminos: el de la connivencia con un sistema que agoniza y se torna cada vez
más violento o el de la ruptura buscando vías emancipatorias para la humanidad
entera, la apuesta al Negro futuro del capitalismo frente al Rojo de la razón,
la humanidad y la vida.
FUENTE: unidadylucha.es
Franco, un personaje histórico
Pues sí, personaje
histórico sí que fue. Y asesino también. Después de la guerra, cosa que parece
haberse olvidado, llovieron los muertos. Asesinados. Los paseos, las fosas
comunes. El miedo. Las tapias de los cementerios… Y no vamos a olvidarlo.
Franco, un personaje histórico
El Viejo Topo
4 mayo, 2024
Se llama Elisa Núñez y es consellera de Justicia e Interior del gobierno valenciano. Es de Vox. En mi tierra no se durmieron PP y Vox para pactar el gobierno de coalición después de las elecciones del 28M. En un plisplás se pusieron de acuerdo. Ningún problema. ¿Por qué habría de haberlos? Vienen del mismo sitio, se alimentan uno del otro como hermanos que saben de una lealtad inquebrantable, tienen la misma mirada hacia el pasado aunque el PP se vista obligadamente, algunas veces, con la seda de mona democrática.
Hace unos días,
la consellera Elisa Núñez dijo: “Francisco Franco es un personaje
histórico. No puedo decir nada más”. Un rato más tarde sí que dijo algo más:
que fue un dictador. Y punto. Todos contentos. El mismo presidente
de la Generalitat, Carlos Mazón, del PP, salió a la palestra para
aclarar lo que pensaba, como había hecho unos días antes: el franquismo
fue una dictadura. Aplausos de la feligresía y a otra cosa, mariposa. Flipo
al ver la facilidad con la que nos conformamos cuando nos enfrentamos al
lenguaje. Flipo de verdad. Dicen la consellera de Vox y el presidente del PP
que Franco fue un dictador y lo suyo una dictadura, y aquí paz y allá
gloria. Punto final del debate.
Los dos
personajes pasan ya al lado de la decencia democrática. Nada
sospechosos de amarrarse al franquismo como una lapa, pedigrí de demócratas de
toda la vida, intachable huella dactilar en su currículum político e
ideológico. Flipo, de verdad que flipo. Qué fácil lo tienen la derecha
y la extrema derecha para salir airosas de un asunto tan complejo como la
manera en que nos enfrentamos al pasado, en cómo gestionamos ese
enfrentamiento, en la cara que ponemos cada cual cuando una paletada de tierra
levanta en una fosa común casi cien años de vergüenza democrática. Llegan Mazón
y Núñez, dicen que lo que hubo casi 40 años atrás fue una dictadura y a
bailar agarradas derechas e izquierdas Only you, como si los
Platters no hiciera ya siglo y medio o más que desaparecieron del mapa.
“Vivimos tiempos
inhabitables, tiempos contradictorios y atrevidos, donde el escarnio
ostenta sus pantuflas, ahíto de osadía e impudicia”, escribe Paca
Aguirre en uno de sus poemas inmortales. En eso se empeñan el PP y
Vox, también cuando hablan o callan de lo que fue el pasado en este país al que
están convirtiendo cada vez más en más inhabitable. Decir sólo que el
franquismo fue una dictadura no significa nada, absolutamente nada.
Lo dicen Mazón y Núñez, luego se cepillan bien fuerte los dientes, hacen
gárgaras con un elixir bucal, sueltan la espuma sobre el agujero del desagüe y
se van juntos a celebrar la victoria del franquismo una vez más en esta
democracia. Se dicen entre ellos a risotada limpia: «¿No era eso lo que
querían que dijésemos?, pues ya lo hemos dicho, se han quedado contentos y
nosotros a lo nuestro».
Y es
precisamente en eso, en ese “a lo nuestro”, donde está la esencia
de lo que piensan del pasado. Y lo que piensan no es otra cosa que lo evidente
desde que el franquismo más listo se convirtió en la UCD y
luego en una mezcla con AP de la que saldría un PP que nunca
ha renunciado a sus raíces franquistas. Cuando Carlos
Mazón dice que el franquismo fue una dictadura no está diciendo nada porque
sabe que lo que piensa de verdad lo llevarán a cabo los socios
de extrema derecha en su gobierno. Que él y su vicepresidente de Vox, el torero
franquista Vicente Barrera, piensan lo mismo sobre la justicia que
se merecen las víctimas de la dictadura no hay ninguna duda. Y
es ahí donde reconocer que el franquismo fue una dictadura se queda corto.
Lo que podrían
haber añadido el presidente y su consellera de Justicia e Interior es muy
claro. Yo les pongo aquí el añadido que aclararía un poco más lo que se niegan
a decir porque sólo pensarlo les provoca sarpullidos: el franquismo fue
una de las dictaduras más crueles del horror contemporáneo, una dictadura que
asesinó sin que pudieran defenderse en un juicio a miles y miles de personas,
que amontonó a esas personas como a perros muertos en fosas que todavía hoy
sufren su silencio desde que uno de sus presidentes, Mariano Rajoy, decidió
no destinar un solo euro de los presupuestos generales del Estado a las
exhumaciones. Podrían decir también, Mazón y los suyos, que la guerra no fue
necesaria para, según ellos, salvar España del caos republicano, sino que llegó
después de un golpe de Estado contra los avances democráticos que estaba
suponiendo la Segunda República.
Pero claro, que
asuman las derechas esos añadidos que les digo es imposible. Porque, en
realidad, a lo que le tienen miedo las derechas no es al pasado sino al presente.
Porque saben que delante o detrás de un asesinato hay un asesino. Porque saben
que si salen a la luz los nombres de las víctimas, han de salir igualmente
los nombres de los verdugos. Ya sé que a lo mejor hablamos
mucho del pasado cuando hay asuntos que están descalabrando lo que ahora nos
pasa. Pero es que también creo que el pasado, como decía William Faulkner, no
ha pasado, que venimos de sitios anteriores, que somos una mezcla de
tiempos y de gentes, que vivir como si la vida naciera ahora mismo sería
como ir creciendo a medias, como surgidos de una amputación injusta que nos
convertiría en seres deformes corazón adentro, que si convertimos la historia
en una mentira, también será una mentira la memoria y un
triste paisaje de muertos en vida sus protagonistas.
Cuando el
presidente del gobierno valenciano y una de sus conselleras dicen a secas que
el franquismo fue una dictadura están ocultando lo que fue de verdad esa
dictadura. Y es a esa verdad a lo que le tienen miedo. Porque
si hubieran leído a Joyce Carol Oates igual habrían retenido
estas palabras suyas: “Porque yo creo en la verdad, aunque duela.
Especialmente, si duele”. Y lo que menos quieren el PP y Vox es buscar y
defender la verdad de un tiempo sometido a la devastación como fue el de la
dictadura franquista. Y digo ninguno de los dos porque en lo que se refiere a
la Memoria Democrática seguirán siendo firmes defensores del
franquismo, unas veces con la boca pequeña y otras a galope legionario. Pero,
en resumidas cuentas, defensores de la dictadura. Aunque se quieran revestir,
como hacen en algunas ocasiones, con la seda de la mona democrática. Tanto el
PP como Vox piensan lo mismo de Francisco Franco: que fue un personaje
histórico. Hasta ahí llegan. Sólo hasta ahí. ¡Qué vergüenza, dios, qué
vergüenza!
Fuente: infoLibre.