jueves, 15 de mayo de 2025

UCRANIA EN GUERRA: TRUMP PIDE ESTAR CON PUTIN EN ESTAMBUL. RUSIA FRENA A...

Adiós, amigo

 

Nos ha dejado un hombre bueno. Un hombre honesto. Íntegro. Ejemplar. Fue consecuente con sus ideas hasta el final. Aquí lo recordamos con este discurso pronunciado en la Universidad Federal de Rio Grande do Sul el 10 de septiembre de 2014.


Adiós, amigo

 

José Mujica Cordano

El Viejo Topo

14 mayo, 2025 



Nos ha dejado un hombre bueno. Un hombre honesto. Íntegro. Ejemplar. Fue consecuente con sus ideas hasta el final. Aquí lo recordamos con este discurso pronunciado en la Universidad Federal de Rio Grande do Sul el 10 de septiembre de 2014.

Texto seleccionado por Miguel Riera 


Amigos permítanme dos aclaraciones previas, ustedes perdonen la luz en los ojos me recuerda a los interrogatorios policiales. Dos, aunque seguramente en mi juventud había gotas de sangre jacobinas, como dice el poeta, a esta altura de la vida me tendría que definir filosóficamente algo así como un neoestoico. Por mi manera de pensar, la política abrazaba demasiado el recetario de la economía y abandonó el campo de la filosofía. Yo soy antiguo. Un poco para comenzar, ¿Qué es el mundo en el que estamos viviendo? Nunca el hombre tuvo tanto, nunca tuvo tal arsenal de conocimiento, nunca tuvo tanta acumulación de riqueza. Nunca pudo ser en función de los medios que tiene lo que podría ser en el tiempo presente. Ha averiguado el código genético y empieza a tener las claves fundamentales de la vida, por momentos parece un aprendiz de Dios, para los que creen en Dios y para los que nos creemos nos deja absortos a lo que ha llegado la criatura humana. Sin embargo, nos toca vivir un tiempo donde decimos que hay, por ejemplo, crisis ecológica. Vengo sosteniendo y sigo pensado que esta crisis es consecuencia, no es causa, la causa es de orden político, tenemos una crisis de orden político porque hemos entrado en una época donde inequívocamente se precisa gobernanza mundial, que puede venir solo por la vía de los acuerdo. Pero hay un conjunto de temas que se acumulan en el horizonte de la especie humana, que ninguna sociedad puede hacerle frente por sí sola. Pero el hombre puede, si razona como especie no si sigue razonando como país, o como clase. Tengo que abreviar, problemas como este, un continente de bolsas de nailon más grande que Europa organizándose en el Pacífico, el tercer Polo, la meseta del Tíbet derritiéndose, y el 30% de la tierra desierto sin agua dulce. Crisis de agua mientras los glaciares se derriten, crisis de agua dulce, no tenemos contrafuerte. Sin embargo, gastamos dos millones de dólares por minuto en presupuestos militares en el mundo, decir que no tenemos recursos es no tener vergüenza. Entonces, sabemos lo que pasa, sabemos lo que hay que hacer, tenemos la ciencia y tenemos la tecnología, tenemos los medios económicos y sin embargo nos hacemos los distraídos, seguimos mirando para otro lado. ¿Eso es crisis ecológica? No, eso es crisis de alta política. Los gobiernos están preocupados en quién gana las próximas elecciones y metidos en su agenda y de ahí no salen y cuanto más grandes los países peor; coqueteando con disputas de poder que “si te como Ucrania o no te como Ucrania” y que me lo paso para acá y me lo paso para allá, mientras se derriten los polos. ¡Mirá qué inteligente que somos! Por eso necesitamos un orden de carácter mundial que establezca prioridades. Nos hemos pasado 40 años discutiendo la miserable Tasa Tobin y no se pudo. No le podemos poner freno a la especulación financiera, una punta de bancos timberos que juegan con la suerte de la pobre gente, y no le podemos parar el carro, no hay caso. Si eso no se llama crisis política, no sé qué es la política. Segundo aspecto que quería señalar, esta civilización es funcional, las costumbres que ha desatado son esencialmente funcionales a la acumulación de capital, por encima de todas las cosas. El altar que está priorizado es la acumulación de capital y hay que consumir y consumir y consumir, inventar porquerías para consumir y que te pases toda la vida pagando cuotas y consumiendo como un bobo mirando la fiambrera mientras se te va la vida, lo que no puedes comprar. Valores, nuestro mundo es “arreligioso” o fanáticamente religioso, pero al aparecer la primera religión, la programación de nuestras tripas, la programación de nuestra naturaleza de carne de biología, desesperadamente querer la vida, no la transformamos en conciencia, nos dedicamos a asesinar nuestra propia vida y la vida ajena. Presos de cuánta cosa y no le damos valor a esto que se nos está yendo, cada uno de nosotros tiene una única oportunidad arriba de la tierra, es casi un milagro el estar vivo, y no creo que este mundo sea un valle de lágrimas para el otro mundo. No compagino con esa idea de que la gente tenga que sufrir en este mundo para ganarse el derecho en el otro mundo, no jodan con eso. Entonces, si este es el valor fundamental hay que hacer jugar todo lo demás en función de este valor: la vida

¿Pero qué es la vida humana, haber nacido? La naturaleza nos dotó de una conciencia, tal vez para recrearse, para repensarse, para autoanalizarse, somos parte de la escalera de la propia naturaleza viva. Y entonces, acá viene otra idea olvidada o sustituida por cláusulas grandiosas: la libertad, esa libertad de los derechos humanos y del hombre, de la declaración francesa imponente. No, hay una libertad al alcance de tu mano que es tener tiempo para gastarlo en las cosas que te gustan y que a ti te motivan, que a tí será una cosa y a mí será otra y a Juancito será otra, por eso es libertad, porque es de libre elección. Esto es simple y es elemental pero es lo que cada día que pasa menos tenemos. Tienes que pasarte veinte años estudiando y dentro de poco van a ser treinta años estudiando, porque el mundo y el desarrollo tecnológico de la humanidad requieren eso, treinta años. Y cuando seas un viejo reumático y abombado que ya no puedas con tus huesos habrás logrado la meta. No, tampoco sirve, estas cosas son elementales, las tenemos delante de los ojos y no las cuestionamos y se nos escapa la vida. Entiéndanme, no quiere decir que en este mundo no haya que trabajar y esforzarse, porque si no trabajás, no te esforzás, es porque estás viviendo a costillas de otro y en ese caso esto es lo peor, son un parásito. Pero eso tiene un límite y el límite es tu vida, no puedes dejar que te la roben para pagar cuotas. Han dicho que soy el presidente pobre, yo no soy pobre un carajo, no soy. Pobre es, y lo repito mil veces, pobre es el que precisa mucho porque entonces no alcanza nada. Consumo lo justo porque defiendo mi libertad y defender mi libertad es gastar el menos tiempo posible en los cacharros materiales para sostener mi vida y tener tiempo para hacer lo que me gusta. Soy militante no porque me paguen un sueldo, sino porque desde los catorce años puse mi vida al servicio de mi sueño, aunque soy un viejo arruinado. Y eso no tiene precio, no pretendo convencer, lo que pretendo es que piensen, porque la liberación posible primero está adentro de vuestras cabezas, o se dejan que la sociedad, el uso y las costumbres les roben la libertad o se las ingenian para defenderla. En este marco nuestro América, porque no podemos extraer ésta nuestra América y sufrida América Latina, rica y pobre, injusta, llena de recursos naturales y de gente postergada, no la podemos extraer de nuestro tiempo, llegamos tarde, venimos corriendo de atrás. Hemos pasado un par de siglos mirando hacia Europa, hacia Estados Unidos, hacia cualquier lado, menos mirándonos entre nosotros, como extranjeros de espaldas. Acaso nos unió algún partido de fútbol que otro y también nos desunió. Nuestros poetas tenían que ser reconocidos en París, si no estaban fritos y así buena parte de nuestra cultura. Hace unos años que nos empezamos a mirar. Hay un conjunto de presidentes que parecen gente común, son como el resto de los latinoamericanos, no tienen pinta de estatua, están ahí y esto ha sido un progreso y hay que defenderlo. Pero muy grande la herencia que tenemos. ¿Hasta cuándo va a estar divorciada nuestra inteligencia? ¿Quién dijo estudiantes que son solo de Brasil? Son de América, son de todos nosotros ¿Hasta cuándo los ingenieros o médicos brasileros no van a poder trabajar en el Uruguay y viceversa, o en la Argentina? Y estamos poniéndoles trabas en la frontera y se van a trabajar por ahí en cualquier parte del mundo. ¿Hasta cuándo? ¿Hasta cuándo los programas universitarios no son comunicativos con el conjunto de las necesidades de nuestra América? Porque no va haber integración, y lo vuelvo a repetir, si previamente no se integra la inteligencia. Pero la inteligencia tiene dos derroteros, uno ser funcional al signo brutal de nuestra época: la acumulación. O tiene el otro camino, ser servidores del pueblo que le dio origen, causa y cometido. Universidad para multiplicar el capital o universidad para combatir la pobreza y la miseria y no hay posiciones objetivas, independiente o hacia un lado o hacia el otro y cada cual ocupará su lugar en la cancha. ¿A quién sirve la inteligencia? Este es un desafío que tenemos todos por delante. Naturalmente que tengo que hablar esquemáticamente, no tengo más remedio, la vida es mucho más compleja, pero no se puede ser universitario y haber tenido el privilegio de ser y tener una formación de carácter académico y no sentir la responsabilidad que se tiene para con nuestro pueblo casi analfabeto. Esa conciencia de la deuda social no la tiene por qué tener los hombres de empresa, la tiene que tener el mundo de la academia, que a la larga es la memoria de la cultura y es la construcción de la cultura del futuro. Por esto, entonces, queridos, tenemos una época brutal de desafío, juntarnos los latinoamericanos en todo lo que podamos. ¿Por qué? Porque como decía el amigo, estamos en un cambio de época, el mundo se está agrupando en gigantescas unidades de carácter continental por encima de las diferencias de fronteras, de lengua, de historia. Critiquemos, digamos lo que queramos de la Comunidad Económica Europea que tiene crisis, pero es el grupo humano más importante organizado que existe en el planeta hoy. Contradicción científica y con un sinnúmero de divisiones internas superiores a la que tiene toda América Latina, hasta por historia. Y sin embargo ese ser se está construyendo en el Oriente, la más portentosa superpotencia que se ha alumbrado bajo los rayos del sol está apareciendo y es inevitable, está allí. Una gigantesca nación trasnacional que hace cuatro mil años está allí, parada en el horizonte. Estados Unidos todos sabemos lo que es, los recursos y la reserva que tiene junto a su casi Canadá, con su mano generosa tendida hacia México. Pobre México, como decía Porfilio Díaz “tan cerca y tan lejos de Dios”. Todo eso que hacemos los latinoamericanos. Estoy en el marco del país más gigantesco, una futura potencia mundial Brasil, pero llega tarde. Se ha dedicado demasiado a sus problemas internos y hay hasta buenas corrientes internas que piensan cómo nos vamos a integrar con el resto si nos tenemos que integrar adentro. Tarde piaste hermano, la historia viene marcando el paso o conducís esta integración o no se da, pero no salgas capitalista de San Pablo a colonizar, salí a buscar aliados, a construir las empresas de corte latinoamericano. Precisás juntar fuerza no juntar adversarios, porque la pelea es mucho más grande. ¿O no te das cuenta que llegamos tarde? Pero esto no lo pueden pensar los empresarios, lo tiene que pensar la alta política, porque la historia hay que adivinarla 30 o 40 años antes en sus trazos más importantes y pelear para que se alumbre. Lo que ha de ser inevitable lo mejor es organizarlo a tiempo para poder enfrentar sus consecuencias, que también tiene, negativas. No podemos seguir haciendo discursos a Bolívar mientras lo asesinamos todos los días, nuestras fronteras son una engañifa ¿A qué estamos jugando? ¿Es esto crisis ecológica? No, esto es crisis política. Por eso es el tiempo de la política más que nunca, porque por ausencia, si no hay decisión y voluntad política entonces primará la política que imponga el mercado y el juego libremente económico y no las necesidades de la gente y de los hombres. Mejor dicho, o nos apretamos y combatimos para conducir o nos conducen. Entonces este problema del Estado, este problema de la cultura, del conocimiento, del papel de las universidades, todo hay que colocarlo en el marco de la época que nos toca vivir y los desafíos que tenemos por delante. Pero pienso que han aparecido algunos otros fantasmas. Es posible que en algún momento de la historia del hombre se pueda teorizar. Ha habido guerras justas y guerras injustas, pero de un tiempo a esta parte, con el avance de la tecnología, todo lo que podemos contemplar en materia de guerra significa el peor precio para los más débiles. El avance tecnológico ha significado una muerte asegurada a control remoto y a larga distancia, donde precisamente la guerra la padecen los más pobres y los más débiles, nunca los responsables de la guerra. Por eso más que nunca hay que estar contra la guerra somáticamente, lo que no significa transformarse en un cordero balador. Se puede y se debe de luchar pero renunciando al recurso de la guerra y tratando de apagar todas las guerras que puedan existir, porque significa lo contrario: que sufran y que pierdan siempre los más débiles, como lo estamos viendo en el mundo. Me parece que esto es algo importante, pero más importante el despilfarro de recursos humanos a través de la energía de guerra. Hace unos años cuando estaba preso, en el momento que me dejaron leer algunas revistas científicas, había gente que había estudiado en una de las universidades de California la posibilidad de construir un río de agua dulce por adentro de las rocallosas, con el deshielo de Alaska. Un río que debía morir en el desierto mexicano y calmar la sed de todo el oeste norteamericano y de una parte de México. Recuerdo perfectamente que estaban los cálculos y los cálculos eran el presupuesto militar de Estados Unidos en un año. ¿Por qué les pinto esta anécdota? Porque este homo sapiens es capaz de transformar el clima de la Mongolia, es capaz de transformar el Sahara, es capaz de llevar fertilidad a la Patagonia, la humanidad puede. Si hubo hombres que se propusieron hace miles de años una cordillera de piedra como la Muralla China y la hicieron. ¿Qué no puede hacer este hombre hoy si se lo propone? ¿Por qué dejar que este barco del cual depende nuestra vida navegue inconscientemente por el mundo sin hacer nada para defenderla y prolongarle la existencia y defender toda la forma de vida que hay arriba del planeta? Yo pertenezco a un montón de muchachos que peleaban por el socialismo y por un mundo sin clase y me doy cuenta que hay que pelear por la vida hoy, que por supuesto supone sociedades socializantes y mucho más. Pero más que nunca hay que pelear por la existencia del planeta. Hay que darle causa a la existencia humana como especie, hay que empezar a discutir esto, porque el hombre es un bicho curioso, es inteligente y es una bestia, un burro, un animal, es el único que tropieza varias veces con la misma piedra, curioso animal maravilloso. Lo tienen que discutir ustedes muchachos, hay que ponerle candela a la juventud, pero los sueños de ustedes no son los de nuestro tiempo. Ustedes tienen que recoger de nuestras derrotas, de nuestros dolores, de nuestros partos, de nuestras impotencias y tienen que apuntar a defender el mundo en el cual les toca vivir, en el cual han nacido. Pero tienen un peligro: que les roben la vida y los transformen en pagadores de cuota. Así de sencillo, desesperados por cambiar el auto todos los años. No crean que yo soy un viejo que hago una apología de la pobreza y de la miseria. No, es exactamente lo contrario, pero vuelvo al principio: defiendan la vida, organícense para defender la vida. Todo lo que he dicho se encierra en eso: defender la vida. En primer término la vida humana, pero la vida humana para ser posible tiene que cargar con la defensa de todas las vidas que nos acompañan en este barco que anda dando vueltas en el silencio sideral.

No estén de acuerdo, pero piensen.

Gracias.

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CIENTOS DE TROPAS UCRANIANAS CERCADAS EN DONETSK. LOS RUSOS TOMAN LA ZON...

miércoles, 14 de mayo de 2025

La doctrina social de la Iglesia

 

La Iglesia es lo que es, y no hay papa que lo remedie. Pero, eso sí, León XIV puede atenuar las consecuencias más negativas y reforzar las positivas, que también las hay. Francisco lo hizo, aunque algo menos de lo que probablemente desearía.


La doctrina social de la Iglesia


Roberto Fineschi

El Viejo Topo

14 mayo, 2025 



EL PAPA, LOS PAPAS Y LA DOCTRINA SOCIAL DE LA IGLESIA

La elección de un nuevo papa suscita inevitablemente un gran interés por el papel internacional que desempeña esta figura, en particular en Italia, aunque la tendencia reciente es elegir papas no italianos1. Es evidente que, aunque se compartan determinados principios fundamentales, se pueden adoptar posturas muy diferentes (digamos que los comunistas saben algo al respecto). En lo que respecta a la llamada doctrina social de la Iglesia, estos principios fundamentales están muy claros, expresados en numerosos documentos y desarrollados con coherencia a lo largo del siglo XX. Permiten un amplio abanico de «apoyos» posibles que pueden desplazar la labor pontificia más hacia la derecha o hacia la izquierda; sin embargo, ningún papa ha puesto nunca en duda las bases generales de ese sistema. Por lo tanto, si bien hay que saludar con el debido reconocimiento las posiciones más a la izquierda de unos frente a otros, tampoco hay que confundirse en las cuestiones de principio.
La segunda precisión es que lo que se intenta explicar se refiere a la posición oficial de la jerarquía eclesiástica y no concierne necesariamente a las mil almas populares del catolicismo social. Sin embargo, es bien sabido que las jerarquías controlan estrictamente la cara «oficial» de la Santa Iglesia Romana.

1) Las premisas: Pío IX2

En la encíclica Quanta cura (1864) y en el Silabario adjunto a ella, Pío IX no combate simplemente el Estado moderno, sino la modernidad como tal. He aquí un primer elemento que hay que tener muy presente: el contenido antiliberal de la crítica de la Iglesia católica es anterior a la llegada de la burguesía al poder y a la difusión mundial del capitalismo y, por lo tanto, es totalmente antimodernista, es decir, no pretende ir más allá del capitalismo, sino volver a un antes. Al hacerlo, Pío IX retoma a su predecesor Gregorio XVI, que consideraba una «locura» lo siguiente:

«La libertad de conciencia y de iniciativa es un derecho personal de todo hombre que debe ser proclamado y afirmado en toda sociedad constituida según el derecho; y que el derecho a una libertad absoluta reside en el ciudadano, que no debe ser limitado por ninguna autoridad, ni eclesiástica ni civil, ya que deben poder manifestar y declarar abierta y públicamente cualquier opinión suya, mediante la palabra, la prensa o cualquier otro medio». 3.

Según Pío IX, esto no es libertad de pensamiento, sino «libertad de perdición».

La crítica al individualismo solo aparentemente podría considerarse superponible a la realizada por los comunistas: de hecho, se ataca desde la derecha. Esto se ve claramente en el Silabario, donde los primeros artículos están dedicados a la desautorización de la capacidad de la razón para comprender la realidad, los dogmas de la CC, etc. (art. 3-5). Solo a través de Dios el hombre conoce verdaderamente, pero para los católicos romanos, a través de Dios significa a través del Papa. El pensamiento debe estar así sometido a la verdad revelada y no someter a prueba racional la fe (art. 10). La tercera sección está dedicada a sostener que solo la fe católica conduce a la salvación, las demás no, con una postura explícita contra los protestantes (art. 18). A continuación, se declara la necesaria subordinación del Estado de derecho a la CC (art. 20 y ss.). Sigue luego un tema muy querido por la CC actual: el control de la educación (art. 45 y ss.). Los artículos 67 y siguientes están dedicados a la nulidad del matrimonio civil frente al religioso según las sanciones del Concilio de Trento.

Cito directamente los últimos cuatro principios censurables para darles el sabor y el estilo de los nuestros; están dirigidos contra el reconocimiento legal de la libertad de culto4:

«77. Hoy en día ya no hay motivo para que la religión católica sea considerada la única religión del Estado, con exclusión de todas las demás formas de culto…

78. Por lo tanto, se ha decidido sabiamente por ley, en algunos países católicos, que las personas que vengan a residir en ellos puedan disfrutar de la práctica pública de su culto particular…

79. Además, es falso que la libertad civil de toda forma de culto y el pleno poder otorgado a todos para manifestar abierta y públicamente cualquier opinión y pensamiento conduzcan más fácilmente a la corrupción moral del pueblo y a propagar la plaga del indiferentismo…

80. El pontífice romano puede y debe reconciliarse y llegar a un acuerdo con el progreso, el liberalismo y la civilización moderna».

En resumen, Pío IX niega la libertad de pensamiento, de culto, de acción, la soberanía popular (ya que el Estado, que la encarna, debe responder ante la Iglesia, que es independiente de él) y sostiene la sumisión del pensamiento y la ciencia a la religión, etc. Me parece que esto basta para esbozar el perfil de los contenidos políticos de la posición antiliberal del papado.

2. El catecismo actual

Algunos podrían pensar que esta es la posición de la Iglesia de entonces, que hoy todo es diferente y que también ha cambiado la situación social. Sin embargo, evaluemos estas consideraciones a la luz de los dictados del Catecismo, redactado bajo la dirección del entonces cardenal Ratzinger. El artículo 872 dice:

«Entre todos los fieles, en virtud de su regeneración en Cristo, existe una verdadera igualdad en la dignidad y en el comportamiento, y por esta igualdad todos cooperan en la edificación del Cuerpo de Cristo según la condición y las tareas de cada uno».

Veamos también lo siguiente:

«Las mismas diferencias que el Señor ha querido establecer entre los miembros de su Cuerpo están al servicio de su unidad y de su misión».

Si, por una parte, todos son hijos de Dios y, por lo tanto, iguales, por otra, cada uno tiene una cualidad específica, también querida por Dios, que le asigna una función determinada.

Así, el art. 1936 afirma:

«Se observan diferencias relacionadas con la edad, las capacidades físicas, las aptitudes intelectuales o morales, los intercambios de los que cada uno ha podido beneficiarse, la distribución de las riquezas. Los talentos “no están distribuidos en igual medida”».

Aquí las diferencias físicas y sociales se sitúan en el mismo plano, todas ellas enmarcadas en el proyecto divino global, como se deduce también del art. 1937:

«Estas diferencias forman parte del plan de Dios… Las diferencias animan y a menudo obligan a las personas a la magnanimidad, a la benevolencia, al compartir».

Así, la desigualdad social, al igual que la física, es voluntad de Dios. El art. 1938 habla luego de «desigualdades injustas», que representan la superación del límite de las desigualdades justas.

El razonamiento expuesto implica que, por naturaleza (voluntad de Dios), no solo todos los hombres son efectivamente diferentes biológicamente, sino que esta diferencia se sitúa en el mismo plano que la estructuración social, cultural, caracterial, incluso la posesión de la riqueza. Así, la igualdad de los individuos, afirmada en virtud de su participación en el plan global de Dios (todos son hijos de Dios), no excluye que se les clasifique en una escala jerárquica según su naturaleza particular. Su dimensión social, al igual que el color de su piel, está divinamente establecida: hay «naturalmente» roles sociales más o menos importantes y, con la misma «naturalidad», personas más o menos aptas para desempeñarlos; es decir, desde un punto de vista conceptual, no se distingue lo que es natural de lo que es social5. Existe, por tanto, una jerarquía de funciones en cuya cúspide se encuentra evidentemente la eclesiástica (la más cercana a Dios) y en el nivel más bajo la menos espiritual (la material)6.

3. León XIII y la Rerum novarum

Ahora sabemos que existen diferencias «sociales» que son «naturales», por lo que no tiene sentido luchar por su eliminación; es más lógico que cooperen las fuerzas encargadas de ello. Sobre estos fundamentos se escribe la primera encíclica social, la famosísima Rerum novarum (1891) de León XIII. Esta se enfrenta al tema de la dinámica social una vez que el capitalismo ha creado algunas de sus condiciones fundamentales, es decir, la oposición conflictiva entre capitalistas y trabajadores asalariados. Por lo tanto, su articulación, en coherencia con el razonamiento expuesto, no está ligada a factores estructurales de la organización reproductiva, sino a la escala social-natural de las funciones, como lo estaban amo-esclavo, señor-siervo de la gleba. Las desigualdades justas son tales por voluntad de Dios o de la naturaleza, como se quiera, y no hay nada que hacer contra ellas. Sin embargo, lo que hay que hacer —y en esto la Iglesia se distingue claramente del liberalismo individualista radical— es tener en cuenta que todos son hijos de Dios; esto implica obligaciones morales de mutualismo interclasista: el empresario no debe ser un amo, sino un padre benevolente que vela por el bienestar de sus trabajadores y se preocupa por su progreso económico y moral. La propiedad privada debe tener una función pública, el beneficio no puede ser un fin en sí mismo, sino que debe coordinarse con el progreso social. Esto dio lugar a una difusa y próspera iniciativa empresarial católica, especialmente en el norte de Italia.

La perspectiva política de este enfoque era claramente antisocialista: el conflicto de clases no debía fomentarse, sino apaciguarse, el orden jerárquico de la sociedad era natural (obviamente con la Iglesia a la cabeza como guía moral de la empresa ilustrada). León XIII se posicionó expresamente contra el socialismo con la primera encíclica oficial de condena, la Quod apostolici muneris de 1878, varios años antes que la Rerum novarum, que ofrece la verdadera respuesta a la cuestión social7.

4. Pío XI, el salto de calidad

Si León XIII había sentado las bases de un espíritu empresarial organicista dirigido desde arriba y de carácter paternalista como respuesta al socialismo, un importante salto cualitativo se produjo con la Revolución Rusa, el advenimiento del fascismo y el agravamiento del conflicto de clases y interimperialista en el plano internacional. El papa que se enfrentará a este nuevo nivel de confrontación y, por tanto, a la formulación teórica correspondiente, es Pío XI. La condena oficial del comunismo como movimiento político y del materialismo histórico como doctrina filosófica por parte del papado sigue siendo su encíclica Divini Redemptoris de 19378. La primera parte de la encíclica está dedicada a la refutación del materialismo histórico y no se puede profundizar en ella porque ocuparía demasiado espacio; se puede afirmar brevemente que lo que se ataca es una versión parcial y conveniente. En la segunda parte, Pío XI hace algo que sus colegas rara vez hacen: además de condenar el comunismo, declara qué práctica político-organizativa se ajusta mejor a la orientación teórica desarrollada en las décadas anteriores. Por un lado, la condena del capitalismo y del mundo liberal sigue en pie, por lo que no puede representar una vía posible; pero entonces, ¿qué? La solidaridad, la misericordia, la colaboración mutua. Estas formulaciones abstractas no tienen en realidad ningún contenido, porque se adaptan a una miríada de configuraciones posibles, las más diversas entre sí, y ahí radica precisamente la superioridad de Pío XI: da una indicación extremadamente precisa. En primer lugar, sin falsas hipocresías, dice textualmente en el § 33:

«No es cierto que todos tengan los mismos derechos en la sociedad civil. No es cierto que no exista en ella una jerarquía social legítima».

Y él mismo remite a León XIII. Gracias al análisis del Catecismo sabemos por qué. Pero lo interesante es reiterar por qué se reivindica la desigualdad: porque los comunistas, perniciosamente, reivindican la igualdad desde su punto de vista:

«En las relaciones humanas con otros individuos, los comunistas aceptan el principio de la igualdad absoluta, rechazando toda jerarquía y autoridad constituida divinamente, incluida la autoridad de los padres».

Dado que la desigualdad es divina y los comunistas quieren eliminarla, Pío XI acepta que el Estado haga respetar el orden jerárquico natural-social (§ 33) creando un orden particular. Pero, ¿qué tipo de Estado? Pío XI no se esconde: el corporativismo. Veamos el § 32:

«Hemos indicado cómo se puede restaurar una prosperidad sólida de acuerdo con los verdaderos principios de un sistema corporativo sano, que respete la estructura jerárquica propia de la sociedad; y cómo todos los grupos ocupacionales deben fusionarse en una unidad armoniosa inspirada en el principio del bien común. Y la función genuina y principal de la autoridad civil consiste precisamente en la promoción eficaz de esta armonía y en la coordinación de todas las fuerzas sociales».

Y si alguien pensara que se refiere a un corporativismo hipotético, también en este caso se disipa toda duda. El § 54 dice:

«Si, por lo tanto, consideramos toda la estructura económica de la sociedad, como hemos destacado en nuestra encíclica Quadragesimo anno, el reino de la colaboración mutua entre la justicia y la caridad en las relaciones socioeconómicas solo puede alcanzarse gracias a un conjunto de organizaciones profesionales e interprofesionales, fundadas sobre una base cristiana sólida, que trabajen juntas para poner en práctica, en formas adaptadas a los diferentes lugares y circunstancias, lo que se ha llamado corporación».

Si recordamos que la encíclica es de 1937, «lo que se ha llamado corporación» tiene claras referencias históricas]. Es el mismo papa quien dijo que Mussolini era el «hombre de la Providencia».

Corriendo hacia hoy, o mejor, hacia ayer

Si el fascismo es la versión «dura» del corporativismo, lo que ocurre en Italia después de la Segunda Guerra Mundial, en la República Democrática, puede definirse como la versión «blanda». La organización industrial y productiva del país pasa del fascismo a la República con gran continuidad; el IRI no solo sigue siendo un gigante económico, sino que incluso amplía su ámbito de actuación. El Estado empresario gusta a los católicos, pero naturalmente también gusta a los comunistas, que con el plan de reformas estructurales quieren llevar el proceso gradualmente hasta sus últimas consecuencias. No se trata ciertamente de un Estado liberal puro: aunque sea a costa de sangrientas luchas, se arranca toda una serie de derechos a los trabajadores. Sin embargo, la presencia asistencialista del Estado y su uso paternalista y clientelista no contradicen el sistema teórico descrito anteriormente. El peligro comunista es el desarraigo del sistema dirigista-católico-paternalista, no la idea del mutualismo social; basta con que el mutualismo no conduzca al desmantelamiento del sistema. Por lo tanto, conceder derechos a medias es aceptable; sin embargo, el temor es que, a fuerza de ceder pedazos, al final se ceda todo el pastel, por lo que es mejor proceder con parsimonia y con un control extremo9.

Sería ingenuo e incorrecto concluir de lo anterior que todos los papas (y las orientaciones políticas del Vaticano) son iguales y que, por lo tanto, es indiferente quién sea el papa; sería un extremismo ingenuo que perdería de vista las muchas posiciones posibles, con grados muy diferentes de dramatismo social, que existen entre la versión dura y la versión blanda. Por lo tanto, si el horizonte de referencia general sigue siendo el mismo, hay una gran diferencia entre atacar o defender el imperialismo financiero, respaldar o oponerse a las guerras que se derivan de él, ser drástico o benevolente con quienes se encuentran en situaciones de indigencia o migración.

En su encíclica Fratelli tutti10, el papa Francisco adopta una posición clara contra la economía financiera y sus especulaciones, situándolas en la base de la actual crisis mundial (§§ 12, 52, 53, 75, 109, 144). Son sus efectos perversos los que determinan las relaciones desequilibradas con los países más pobres y, por lo tanto, su explotación (§§ 122, 125, 126), así como la causa de la cultura globalista vacía y homogeneizadora (§ 100) y del individualismo paradójico que la refleja (§§ 12, 105, 144). Llega a sostener que el problema de fondo es el mercado, que es una mera ilusión pensar que puede autorregularse (§§ 33, 109), posición que se define duramente como «dogma neoliberal» (§ 168). Se invocan instituciones que lo regulen a nivel mundial (§ 138), porque sin este tipo de regulación la libertad y la justicia siguen siendo palabras vacías (§§ 103, 108, 170-172). Afirma incluso que la propiedad no es sagrada, sino un derecho secundario (§ 120) y debe tener una función social (§ 118).

Sin embargo, también critica el populismo, estigmatizando la política de cierre hacia los migrantes (§ 39); condena la esclavitud a la que están condenados por el mismo sistema mencionado anteriormente (§§ 86, 130-132), trata de distinguir entre las reivindicaciones populares legítimas y el populismo (§§ 157 ss.), critica la pseudocomunicación vinculada al mundo de las redes sociales (§ 42) y el horror de la violencia y la agresividad que produce (§ 44).

Quienes han tenido la paciencia de llegar hasta aquí saben que en estas posiciones no hay nada innovador ni revolucionario; todo lo afirmado se inscribe más o menos con precisión en el marco reconstruido. Sin embargo, esto no debe llevar a errores de signo contrario: el primero es creer que el Papa ha sido un «comunista» o considerar el planteamiento teórico general que se deduce de sus posiciones como algo deseable. Por otra parte, sin embargo, sería igualmente absurdo no identificar los elementos de posible convergencia estratégica, la fructífera posibilidad de colaboración.

Esta es la cuestión: el llamado «rojo-marrón» no capta las diferencias y lo mezcla todo indistintamente en el «estar en contra». No captar las diferencias es un error garrafal, porque se acaba trabajando de todos modos para otro enemigo diferente del actual, pero enemigo al fin y al cabo. Esto no excluye que se pueda colaborar estratégicamente para determinados objetivos comunes, es decir, teniendo plena conciencia teórica y práctica del momento en que hay que detenerse y seguir llamando a las cosas por su nombre.

En cuanto al papa recién elegido, es obviamente imposible predecir lo que hará. Sin duda, seguirá moviéndose en el marco de referencia trazado en lo que respecta a las coordenadas generales, esperemos que inclinando la balanza hacia soluciones «suaves» de concertación global. La elección del nombre podría sugerir precisamente un vínculo con el León del siglo pasado y su intento «pacificador»11. En los tiempos que corren, sería una actitud apreciable.

Notas
1 A partir de Juan Pablo II (polaco), hemos tenido un papa alemán (Benedicto XVI, Ratzinger) y ahora uno estadounidense. Antes de Wojtila, el último papa no italiano había sido Adriano VI (1522-1523), cuyo nombre de pila era Adriaan Florensz, flamenco de Utrecht.

2 A continuación, retomo partes del texto de una contribución mía de hace unos 25 años, eliminando las partes más polémicas y beligerantes que la animaban en su momento para centrarme en las cuestiones de fondo.

3 El texto reproducido está traducido de la versión inglesa, por lo que es posible que haya pequeñas diferencias con respecto a la versión italiana comercializada. Lo mismo ocurre con las citas de encíclicas que siguen.

4 Se recuerda que el silabo no desarrolla críticas, sino que simplemente enumera y censura 80 conceptos presentados con las palabras de quienes los defienden.

5 Esto se ve también en Dante, Paradiso, VIII, vv. 115-126 y 138-148, pero también en XXVI, vv. 64-66; pero para la fuente filosófica, véase Tomás de Aquino, Summa Theologica, I. q. VI, 4 y II. II, q. XXVI.

6 Aquí es evidente el fundamento de este razonamiento en la teoría aristotélica de la esclavitud.

7 Pío X, sucesor de León XIII, retomará la crítica de la modernidad condenando sus «intrusiones» en el contexto católico con la igualmente famosa encíclica Pascendi domini gregis de 1907, dirigida precisamente contra el movimiento «modernista».

8 Juan Pablo II, en su encíclica social Fides et Ratio de 1998, en el § 54, hace referencia explícita a toda esta estratificación documental; la función de este párrafo es remitir a todos los documentos anteriores sobre temas filosóficos, siempre en aras de la continuidad y la condena.

9 Reitero, para evitar equívocos, que no se está hablando aquí del cristianismo social básico, sino solo de las perspectivas de la jerarquía.

10 También aquí retomo partes del texto desarrolladas en otro artículo escrito en su momento sobre esta encíclica.

11 Robert Francis Prevost es el primer papa agustino de la historia. A pesar de la referencia a San Agustín, los agustinos, al igual que los dominicos y los franciscanos, son una orden medieval, originalmente de naturaleza ermitaña mendicante, pero que progresivamente se convirtió también en conventual. Además del vínculo «ideológico», otra razón que explica la elección del nombre podría ser más prosaicamente que León XIII inició la canonización de algunas figuras de la orden, creó cardenales y apoyó su relanzamiento vocacional, devolviendo vitalidad al movimiento tras la profunda crisis que había vivido con las supresiones ilustradas en Europa y América Latina.

Fuente: Marx dialectical studies

Artículo seleccionado por Carlos Valmaseda para la página Miscelánea de Salvador López Arnal

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martes, 13 de mayo de 2025

🇷🇺🔴 DESFILE DEL DÍA DE LA VICTORIA | 80º Aniversario en la Plaza Roja de...

Paradoja del mentiroso

 

La verdad subjetiva se opone a la verdad fáctica de un modo análogo a la oposición entre la histeria y la neurosis obsesiva: la primera es una verdad en forma de mentira, la segunda una mentira en forma de verdad.


Paradoja del mentiroso

 

Slavoj Žižek

El Viejo Topo

13 mayo, 2025 



BIENVENIDOS A LA CIVILIZACIÓN DE LA PARADOJA DEL MENTIROSO

La llamada paradoja del mentiroso (“lo que digo es falso”) ha sido discutida hasta la saciedad desde la antigua Grecia hasta la India y la filosofía del siglo XX. La paradoja implica que si mi afirmación es verdadera, entonces es falsa (“si lo que estoy diciendo es falso, entonces lo que estoy diciendo no es falso”), y viceversa. En lugar de perder el tiempo en la interminable red de argumentos y contraargumentos, dirigiremos nuestra mirada a Jacques Lacan, quien propuso una solución especial a este problema al distinguir entre enunciado y enunciación, es decir, entre el contenido del enunciado y la posición subjetiva implicada o expresada en el acto de enunciación. Tan pronto como introducimos esta distinción, notamos inmediatamente que en sí misma una afirmación como “todo lo que digo es falso” puede ser al mismo tiempo verdadera y falsa, pero también que una frase como “siempre digo mentiras” puede representar perfectamente mi percepción subjetiva de vivir una existencia inauténtica o falsa. Lo mismo ocurre a la inversa: la afirmación «sé que soy un pedazo de mierda» puede ser literalmente cierta en sí misma , pero falsa en el nivel de la posición subjetiva que pretende mostrar; podría ser, por ejemplo, algo que digo para presentarme ante los demás como alguien que es al menos honesto consigo mismo y que NO es completamente «un pedazo de mierda»… Nuestra respuesta a este último orador podría ser parafrasear un famoso chiste de Groucho Marx: «Actúas como un pedazo de mierda y admites que eres un pedazo de mierda, pero eso no nos engañará, ¡eres un pedazo de mierda!».

¿Por qué perder el tiempo con estas trilladas y cansadas paradojas lógicas? Porque en la era de la “posverdad” del populismo de derecha, la explotación de esta paradoja ha alcanzado un verdadero auge: el discurso político actual ya no puede entenderse sin introducir la distinción entre enunciado y enunciación. Entramos en el mundo real . Tras la reelección de Trump en 2024, Alexandria Ocasio-Cortez, que conservó su escaño en el Congreso, hizo un llamamiento público a sus electores que votaron por ella en el Senado pero por Trump como presidente para que intentaran comprender por qué tomaron una decisión tan extraña y divisiva. La congresista consideró que la razón principal, contrariamente a los cálculos manipuladores de Kamala Harris y otros demócratas, fue que ella y Trump parecían más sinceros a los ojos de los votantes. Esta es también la razón por la que, cuando Trump se ha contradicho o ha sido descubierto mintiendo descaradamente, paradójicamente estas revelaciones sólo le han servido de algo: para sus partidarios, sus mentiras son prueba de que simplemente está actuando como un ser humano normal que no se basa únicamente en sus asesores expertos, sino que dice sin rodeos lo que le viene a la mente. En otras palabras, las mismas inconsistencias y falsedades de las declaraciones de Trump funcionan como una señal de que, a nivel de la declaración, él habla como cualquier otro ser humano auténtico y sincero: una demostración perfecta de cómo es posible falsificar incluso la posición subjetiva implícita en una declaración.

La verdad subjetiva se opone a la verdad fáctica de un modo análogo a la oposición entre la histeria y la neurosis obsesiva: la primera es una verdad en forma de mentira, la segunda una mentira en forma de verdad. Tanto el populismo de derecha como la corrección política de la izquierda liberal practican estas dos formas complementarias de mentira (que reflejan la distinción entre histeria y neurosis obsesiva). Por una parte, la afirmación histérica afirma la verdad en forma de mentira: lo que se dice no es literalmente cierto, sino que la mentira expresa de forma engañosa una denuncia auténtica. Por otra parte, lo que la afirmación obsesiva expresa como literalmente verdadero no es más que una verdad al servicio de una mentira más compleja y articulada. Tanto los populistas como los liberales políticamente correctos hacen un uso extensivo de ambas estrategias.

Primero: todo el mundo miente sobre los hechos si eso ayuda a corroborar lo que los populistas llaman “la Verdad superior” de sus respectivas Causas. Por ejemplo, algunos fundamentalistas religiosos afirman “mentir por Jesús”: para prevenir el “horrible crimen” del aborto, consideran aceptable difundir falsas “verdades” científicas sobre la vida de los fetos y los riesgos de interrumpir un embarazo; o bien, para apoyar la lactancia materna, estos fundamentalistas consideran aceptable presentar como un “hecho científico” la teoría que identifica una correlación entre la abstención de la lactancia materna y el cáncer de mama. El manifestante populista anti-inmigración promedio difunde sin vergüenza historias no verificadas sobre violaciones y otros crímenes cometidos por refugiados, con el fin de reforzar y difundir la opinión de que los inmigrantes representan una amenaza seria para nuestra forma de vida. Pero incluso los partidarios liberales de la corrección política a menudo operan de manera similar: por ejemplo, cuando omiten deliberadamente las diferencias objetivas entre los “estilos de vida” de los inmigrantes y los europeos, porque mencionarlas podría exponerlos a críticas de eurocentrismo. Recordemos el caso de Rotherham, en el Reino Unido, donde hace una década la policía descubrió que un grupo de paquistaníes estaba en el centro de una red de abusos a menores que, según algunos informes, afectó a más de mil niñas británicas muy jóvenes, en su mayoría blancas, a lo largo de varias décadas: los datos fueron ignorados o minimizados para no provocar una reacción islamófoba…

La estrategia opuesta –la de mentir diciendo la verdad– es utilizada con igual frecuencia por ambos polos. Si bien es muy claro que los populistas antiinmigración propagan estratégicamente falsedades descaradas, también es cierto que utilizan migajas de verdad factual para dar un aura de veracidad a sus mentiras racistas; Por otra parte, también es cierto que los propios partidarios de la corrección política practican este sutil arte de mentir a través de la verdad : en su lucha contra el racismo y el sexismo, de hecho, a menudo se refieren a hechos cruciales, a los cuales, sin embargo, a menudo dan un significado engañoso. Mientras que por un lado la protesta populista proyecta sobre el enemigo externo la frustración real y el sentimiento generalizado de confusión del pueblo, por otro lado la izquierda liberal de la corrección política utiliza sus verdaderos valores y principios emancipadores (como la denuncia del sexismo y el racismo en el lenguaje, etc.) para reafirmar su superioridad moral, y obstaculizar así un verdadero cambio socioeconómico.

La ironía suprema es que la derecha populista, aunque condena el relativismo histórico en teoría (si sus autojustificaciones merecen ser llamadas teorías), lo utiliza en la práctica incluso más brutalmente que la izquierda liberal. En cualquier caso, la postura correcta no es atenerse a la simple realidad de los hechos: en cierto sentido, de hecho, HAY “hechos alternativos”, ciertamente no en el sentido de discutir sobre si el Holocausto ocurrió o no. Por cierto, todos los revisionistas del Holocausto que he conocido, desde David Irving en adelante, afirman de manera rigurosamente empírica que están comprobando “los datos”: ¡ninguno de ellos habla de relativismo posmoderno! Los “datos” constituyen un dominio cada vez más vasto e impenetrable, el problema es que los observamos desde lo que la hermenéutica llama un cierto horizonte de comprensión, privilegiando algunos y omitiendo otros. Todas nuestras Historias no son más que eso: cuentos, combinaciones de datos (seleccionados) en narrativas coherentes; nunca son reproducciones fotográficas de la realidad. Por ejemplo, un historiador antisemita podría fácilmente escribir un resumen del papel de los judíos en la vida social de Alemania en la década de 1920, mostrando cómo en realidad eran mayoría en muchos campos profesionales (abogados, periodistas, artistas): todo –probablemente– más o menos cierto, pero claramente al servicio de una mentira. Las mentiras más efectivas son aquellas que mezclan falsedad y verdad, mentiras que reproducen –o pretenden reproducir– sólo datos factuales.

Tomemos la historia de un país: puede contarse desde un punto de vista político (centrándose en los caprichos del poder), o puede centrarse en el desarrollo económico, las luchas ideológicas, la miseria social o los movimientos de protesta. Cada uno de estos enfoques puede estar respaldado con precisión por hechos, pero eso no los hace a todos igualmente “verdaderos” en el pleno sentido de la palabra. No hay nada de “relativista” en el hecho de que la historia humana siempre haya sido narrada desde un determinado punto de vista y apoyada por ciertos intereses ideológicos. Lo más difícil es mostrar cómo estos puntos de vista “interesados” no son todos igualmente verdaderos, que algunos de ellos son en realidad más “verdaderos” que otros. Por ejemplo, si uno cuenta la historia de la Alemania nazi desde el punto de vista del sufrimiento de los oprimidos y si uno se deja guiar por un interés universal en la emancipación humana, ya no se trata simplemente de otro punto de vista subjetivo: esa interpretación de la historia es también inmanentemente “más verdadera”, porque describe adecuadamente la dinámica de la totalidad social que dio origen al nazismo. Los “intereses subjetivos” no son equivalentes, y no sólo porque unos sean éticamente preferibles a otros, sino sobre todo porque los “intereses subjetivos” no existen fuera de una sociedad: son en sí mismos momentos de la sociedad, formados por participantes activos (o pasivos) en los mismos procesos sociales. Por eso no puede haber narrativas “neutrales” u “objetivas” de la guerra en Medio Oriente o de la agresión rusa contra Ucrania: la verdad sobre estos acontecimientos sólo puede contarse desde la perspectiva de una víctima. El título de una de las primeras obras maestras de Habermas, Conocimiento e interés , es quizás más relevante que nunca.

Para profundizar en esta dimensión, conviene movilizar otra noción que juega un papel fundamental en el análisis actual de la ideología: la noción de interpasividad introducida por Robert Pfaller. La interpasividad se opone a la List der Vernunft (astucia de la razón) de Hegel, según la cual yo soy activo a través del otro: es decir, puedo permanecer pasivo, sentado cómodamente en un segundo plano, mientras el Otro actúa en mi lugar. En lugar de golpear el metal con un martillo, la máquina puede hacerlo por mí; En lugar de hacer girar el molino yo mismo, el agua puede hacerlo por mí: logro mi objetivo interponiendo otro objeto natural entre mí y el objeto sobre el que estoy trabajando. Lo mismo puede suceder a nivel interpersonal: en lugar de atacar directamente a mi enemigo, inicio una pelea entre él y otro, de modo que puedo observar cómodamente cómo ambos se hacen pedazos. En el caso de la interpasividad, en cambio, soy pasivo gracias al otro: le concedo el aspecto pasivo (el goce) de mi experiencia, mientras que yo puedo permanecer activamente involucrado (por ejemplo, puedo seguir trabajando por la noche mientras el VCR, mirando la televisión en mi lugar, disfruta pasivamente en mi lugar, o puedo hacer arreglos financieros para la herencia del difunto mientras los otros presentes en el funeral lloran al difunto en mi lugar).

Esto nos lleva al concepto de actividad falsa: las personas no sólo actúan para cambiar algo, sino que también pueden actuar para evitar que algo suceda, de modo que nada cambie. He aquí la estrategia típica del neurótico obsesivo: se activa frenéticamente con el único objetivo de impedir que suceda algo real. En una situación de grupo donde la tensión amenaza con estallar, el obsesivo habla todo el tiempo para evitar ese momento de silencio incómodo que obligaría a los participantes a confrontar abiertamente la tensión en el aire. Durante el tratamiento psicoanalítico, los neuróticos obsesivos hablan incesantemente, inundando al analista con anécdotas, sueños e ideas: su actividad incesante se sostiene por el temor subyacente de que si dejan de hablar aunque sea por un momento, el analista podría hacerles la pregunta que realmente importa; en otras palabras, hablan para mantener al analista paralizado. En la mayor parte de la política progresista actual, el peligro no es la pasividad, sino la pseudoactividad, la compulsión de ser activo y participar. La gente interviene en cada momento con la intención de “hacer algo”; Los intelectuales se involucran en debates sin sentido sin fin, mientras que lo realmente difícil sería dar un paso atrás y retirarse de todo esto…

Los que ostentan el poder a menudo prefieren la participación crítica al silencio, porque a través de ella pueden implicarnos mejor en su diálogo, garantizando así que se rompa nuestra pasividad perturbadora. El énfasis absoluto en la necesidad de actuar, de hacer algo, delata la posición subjetiva de no querer realmente hacer nada. Cuanto más hablamos de la inminente catástrofe ecológica, menos preparados estamos para hacer algo al respecto. En contraste con ese modo interpasivo, en el que estamos activos todo el tiempo para asegurarnos de que nada cambie realmente, el primer paso verdaderamente crítico sería retirarnos a la pasividad y negarnos a participar. Este primer paso sería de hecho el único que podría allanar el terreno para una actividad real, para un acto que cambiaría efectivamente las coordenadas de nuestra constelación.

Las cosas se vuelven aún más complejas cuando se trata del acto particular de disculparse: si he lastimado a alguien con un comentario grosero, lo correcto para mí es ofrecer una disculpa sincera, y lo correcto para la otra persona es decir algo como: «Gracias, lo aprecio, pero no me ofendí, sabía que no lo decías en serio, así que realmente no me debes una disculpa». La cuestión, por supuesto, es que, si bien el resultado final es que no es necesaria una disculpa, aun así hay que pasar por todo el proceso; “No tienes que disculparte” sólo puedo decirlo después de haber ofrecido mis disculpas. Así es, incluso si formalmente “no pasó nada” y una disculpa es innecesaria, esta dinámica produce una ganancia real (y quizás hasta salve una amistad). Las disculpas tienen éxito cuando se proclaman superfluas. Una estrategia similar se pone en juego cuando una admisión rápida sirve como justificación para evitar una disculpa real (“¡Dije que lo sentía, así que cállate y deja de molestarme!”).

 

El Partido Comunista Chino (entre muchos otros actores políticos) ha proporcionado un modelo similar de manipulación de la brecha entre declaración y enunciación. Los chinos han aprendido la lección del fracaso de Gorbachov: el reconocimiento pleno y total de los “crímenes fundamentales” sólo hace caer todo el sistema. Por tanto, hay que seguir negando los «crímenes fundamentales» del régimen: es cierto que se denuncian algunos «excesos» y «errores» maoístas (el Gran Salto Adelante y la hambruna devastadora que siguió, o la Revolución Cultural), pero al mismo tiempo se establece como fórmula oficial la evaluación que Deng hace de la obra de Mao (setenta por ciento positiva y treinta por ciento negativa). Esta evaluación funciona como una conclusión formal que hace superflua cualquier reelaboración posterior. Aunque Mao es treinta por ciento malo, el impacto simbólico total de esta admisión queda neutralizado: él continúa siendo celebrado como el padre fundador de la nación, con su cuerpo en un mausoleo y su imagen en cada billete. Se trata de un claro caso de negación fetichista: aunque sabemos muy bien que Mao cometió errores y causó un sufrimiento inmenso, su figura permanece mágicamente indemne ante estos hechos. De este modo, los comunistas chinos han conseguido tener todo a mano: los cambios radicales introducidos en la política social (en primer lugar, la liberalización económica) combinan perfectamente con la aparente continuación de la línea anterior del Partido. El procedimiento aquí es el de la neutralización (o mejor, lo que Freud llamó Isolierung): admitir las cosas horribles pero prohibir cualquier reacción subjetiva (el horror ante lo sucedido) – millones de muertes se convierten en un hecho neutral. Cuando los medios israelíes (y occidentales) hablan hoy de la destrucción de Gaza, ¿no están practicando este tipo de neutralización? Los terroristas de Hamás torturan y asesinan, mientras que las víctimas de las FDI siempre son simplemente eliminadas o neutralizadas …

Luego están los rumores (me refiero aquí al libro de Mladen Dolar, Rumors , publicado por Polity Press en 2024), que funcionan de manera extraña en lo que respecta a la verdad: el hecho como tal, la verdad fáctica de un rumor, queda en suspenso (o más bien se trata con indiferencia – “No sé si es verdad, pero esto es lo que oí…”), mientras que su contenido conserva intacta su eficacia simbólica: disfrutamos contando indiscreciones, nos fascinan. Se trata de un fenómeno distinto de la negación fetichista (“sé muy bien que no es verdad, pero aun así… lo creo”), casi una especie de inversión de esta, es decir: “no puedo decir que creo que esto sea verdad, que realmente ocurrió, pero aun así… esto es lo que sé”. En lo que respecta al ejercicio del poder, el espacio para las indiscreciones es ambiguo. Los rumores “sucios” pueden apoyar al poder y su autoridad (desde Ataturk hasta Tito), pero a veces también juegan un papel decisivo en disturbios y disturbios, incluidas las protestas contra la inmigración (Europa está ahora llena de rumores sobre inmigrantes que violan a nuestras mujeres y cómo las autoridades censuran las noticias sobre estas violaciones). Luego están también lo que uno podría verse tentado a llamar “buenas voces”, que a veces son necesarias para desencadenar una explosión revolucionaria. Un ejemplo de ello es el Gran Miedo (la Grande Peur), el pánico general que tuvo lugar entre el 17 de julio y el 3 de agosto de 1789, al comienzo de la Revolución Francesa.

No puedo dejar de añadir a esta lista un caso único en la historia del cine. La obra cinematográfica de Luchino Visconti se caracteriza por una tensión entre el compromiso político comunista y una fascinación por la Cosa incestuosa. Esto último tiene para él un evidente peso político, como lo tiene también el disfrute decadente de las antiguas clases dominantes en ruinas. Los dos ejemplos supremos de este encanto mortal son sin duda Muerte en Venecia y la obra maestra en blanco y negro menos conocida Vaghe stelle dell’Orsa , una joya del cine de cámara. Lo que ambas películas tienen en común no es sólo la pasión “privada” y prohibida que lleva a la muerte (la pasión del compositor por el bello muchacho en Muerte en Venecia , la pasión incestuosa de hermano y hermana en Vaghe stelle por otro lado), sino también el dualismo entre el compromiso político del artista de izquierdas (hasta su muerte Visconti fue miembro del Partido Comunista Italiano) y su fascinación por el disfrute decadente de la clase dominante arruinada (un placer en el dolor); un dualismo que actúa como una división elemental entre enunciado y enunciación. Es como si Visconti, como un típico revolucionario puritano moralista, condenara públicamente aquello que disfruta y le fascina personalmente, como si su apoyo público a la abolición política de la vieja clase se hubiera “transfuncionalizado” en una herramienta a través de la cual procurarse un placer decadente en el dolor, observando el espectáculo de su propia ruina. ¿No se aplica lo mismo a distopías como El cuento de la criada? ¿No nos fascinan secretamente las descripciones detalladas de la opresión de las mujeres que todos, por supuesto, condenamos?

Los rumores parecen encajar perfectamente con la situación actual, que muchos caracterizan erróneamente como la era de la “muerte de la verdad”. La implicación de quienes usan este término es que alguna vez (digamos hasta los años 1980), a pesar de todas las manipulaciones y distorsiones, la verdad siempre prevalecía de alguna manera, mientras que la «muerte de la verdad» representaría un fenómeno de fecha reciente. Sin embargo, un rápido vistazo nos dice que no es así en absoluto: ¿cuántas violaciones de los derechos humanos y crisis humanitarias han permanecido invisibles, desde la guerra de Vietnam hasta la invasión de Irak? Basta recordar los tiempos de Reagan, Nixon, Bush… El pasado no era en absoluto más “veraz”, la cuestión es más bien que antes la hegemonía ideológica era mucho más fuerte: en lugar de la gran confusión actual de “verdades locales”, en el pasado una única “verdad” (o, más bien, una gran Mentira) prevalecía fácilmente y durante mucho tiempo sin ser alterada. En Occidente, ésta ha sido la Verdad liberal-democrática (con sus versiones de izquierda y de derecha). Lo que está sucediendo hoy con la ola populista, que ha sacudido al establishment político occidental, es precisamente el colapso de esa Verdad/Mentira que durante décadas ha funcionado como la base ideológica de ese establishment. Y la razón última de este colapso no fue en absoluto el ascenso del relativismo posmoderno, sino más bien el fracaso político del establishment gobernante, su incapacidad para mantener su hegemonía ideológica.

Ahora comprendemos mejor qué es lo que en realidad deploran quienes lamentan la “muerte de la verdad”: la desintegración de una gran Narración, más o menos aceptada por la mayoría, que trajo estabilidad ideológica a la sociedad. El secreto de quienes maldicen el “relativismo histórico” es que han perdido la base sólida bajo los pies de una gran Verdad (o una gran Mentira) que proporcionaba a todos un “mapa cognitivo” de partida común. En resumen, son precisamente aquellos que deploran la “muerte de la verdad” los verdaderos y más radicales agentes de esta muerte: su lema implícito es el atribuido a Goethe, “besser Unrecht als Unordnung” –mejor injusticia que desorden; Más vale una gran mentira que una realidad compuesta de una amalgama de mentiras y verdades. Por eso, cuando escuchamos que, bajo el continuo “colapso del ecosistema informativo”, nuestra sociedad se está desmoronando, debemos tener muy claro lo que esto significa: no solo que abundan las noticias falsas, sino que lo que se está desintegrando es la gran Mentira que ha mantenido unido nuestro tejido social hasta ahora. La “muerte de la verdad” abre así la posibilidad de una nueva verdad auténtica… o de una nueva Gran Mentira aún peor. ¿No es esto lo que está sucediendo con el retroceso de la democracia liberal, su gradual eclipsamiento por las múltiples figuras del neofascismo, desde el populismo neofeudal hasta el autoritarismo religioso?

FuenteCharta Sporca

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Una gran noticia. Los Planes de Pensiones de Empleo van camino del naufragio

 

Una gran noticia. Los Planes de Pensiones de Empleo van camino del naufragio

 

DIARIO OCTUBRE / mayo 13, 2025

 

La lucha es el único camino porque, si bien la victoria es difícil, sin combate la derrota está garantizada.



Ángeles Maestro
.— Los cinco consejeros propuestos por el Gobierno para integrar la comisión de control del macrofondo creado para gestionar los Planes de Pensiones de Empleo de Promoción Pública, han dimitido por “desacuerdo con las retribuciones” y “parálisis del fondo”.

La gestión del dinero la realizan VisaCaixa, BBVA, Santander, Ibercaja y Caser. Los consejeros, los cinco designados por el gobierno (todos ellos exdirectivos de grandes bancos), cuatro representantes de la patronal y cuatro de los sindicatos, deberían recibir jugosas retribuciones, en parte vinculadas al desarrollo de los Planes. En concreto: 40.000 euros por las reuniones que se llevaran a cabo, más una cantidad extra por cada reunión adicional, con un máximo de 22 al año.

Esos Planes, creados por el Gobierno PSOE -Sumar mediante reforma de la Ley General de Seguridad Social que se incluirían en los Convenios Marco mediante acuerdo de la patronal y los sindicatos, debían ser, tanto un instrumento de privatización de las pensiones, como de captación de dinero fresco para el capital financiero, sacándolo de los bolsillos de los trabajadores.

Este procedimiento, que ya está vigente para los empleados del Estado y grandes empresas como Telefónica, se incluyó en 2023, en el Convenio Marco de la Construcción, sin que los más de un millón de trabajadores afectados tuvieran noticia de ello.

La complicidad de CCOO y UGT, que participan en la gestora junto a la patronal y se reparten cantidades anuales en torno al millón de euros (sólo por lo que respecta a la gestión del Fondo de empleados públicos) ha hecho posible el secretismo, clave para la ejecución de los planes.

La ocultación y el engaño no han podido mantenerse mucho tiempo. Numerosos sindicatos de clase en desacuerdo con dichos planes han venido realizando asambleas y difundiendo información, sobre todo en el sector del Metal, mucho más organizado que el de la Construcción, y el siguiente candidato a incluir esos Planes en el próximo Convenio Marco.

Además, dichos sindicatos han firmados recientemente un importante documento en el que, además de denunciar colectivamente los Presupuestos de Guerra, se comprometen a impedir que esos Planes se lleven a cabo en las empresas y sectores en los que intervienen.

El documento completo se puede consultar aquí. https://encuentromo.org/

La noticia de la dimisión de esos gestores pone de relieve la parálisis del proyecto, que “pretendía sumar más de 2.500 millones de euros en tres años, pero han pasado más de dos años y medio y aún no ha entrado ni un euro”.

Tampoco cabe duda de que la lucha de la clase obrera, máxime cuando se lleva a cabo de forma unitaria, consigue frutos y paraliza proyectos que como éste y como tantos otros, se basan en la ignorancia cuidadosamente amasada por “agentes sociales” que son verdaderos agentes de la burguesía en el movimiento obrero y por un gobierno que representa directamente los intereses del imperialismo.

La lucha es el único camino porque, si bien la victoria es difícil, sin combate la derrota está garantizada.

Fuente: insurgente

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