martes, 21 de octubre de 2025

Israel roba órganos de prisioneros palestinos asesinados

 

Israel roba órganos de prisioneros palestinos asesinados


Umberto Mazzei

Rebelion

21/10/2025 

Fuentes: Rebelión

“Acusamos formalmente al ejército israelí de robar órganos a los mártires”, declaró el doctor Ismail al-Thawabta, Director General de la Oficina de Prensa, al tiempo que exigió una investigación internacional sobre la “tortura, mutilación y robo de órganos” por parte de Israel.

Los 120 cuerpos “llegaron en condiciones extremadamente precarias y angustiantes, incluyendo ojos vendados, atados, aplastados por tanques y sin córneas, hígados ni extremidades», declaró Thawabta.

“La ocupación israelí ejecutó a muchos de ellos a sangre fría. Un gran número fueron encontrados con los ojos vendados, con las manos y los pies atados, y otros mostraban señales de haber sido ahorcados o de haber recibido disparos a corta distancia”, añadió.

“También encontramos cuerpos con claras evidencias de severas torturas hasta la muerte”.

La Oficina de Prensa del Gobierno de Gaza acusó formalmente a Israel el 17 de octubre de robar órganos a palestinos tras la devolución de 120 cuerpos mutilados tras el reciente alto el fuego, incluyendo algunos que habían sido torturados hasta la muerte.

El 17 de octubre, la Oficina de Prensa del Gobierno de Gaza acusó formalmente a Israel de robar órganos a palestinos tras la devolución de 120 cuerpos mutilados tras el reciente alto el fuego, incluyendo algunos que habían sido torturados hasta la muerte.

Hay pruebas contundentes que apuntan al robo de órganos de los cuerpos de 120 rehenes palestinos devueltos por la ocupación israelí como parte del acuerdo de alto el fuego. El doctor Ismail Al-Thawabteh, Director General de Medios Gubernamentales en Gaza, confirmó que  a muchos de los cuerpos de los mártires entregados les faltan corneas, órganos y  tienen miembros amputados.

Israel se negó a entregar los nombres de los prisioneros asesinados y sus cuerpos están tan destrozados que  la identificación de los cadáveres es imposible de modo que serán enterrados en fosas comunes.

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DIRECTO.TRAGEDIA EN UCRANIA.TRUMP PRESIONA A KIEV.RUSIA GANA. ZELESNKI A...

lunes, 20 de octubre de 2025

¿Prepara Estados Unidos una guerra contra Venezuela?

 

¿Prepara Estados Unidos una guerra contra Venezuela?

 

 

Marc Vandepitte

Rebelion

20/10/2025 

 


Fuentes: Rebelión

Traducido del neerlandés por el autor

Estados Unidos ha desplegado una enorme flota de guerra frente a la costa de Venezuela y ha llevado a cabo ya ataques mortales bajo el pretexto de la «guerra contra las drogas». La verdadera apuesta es tanto el cambio de régimen para hacerse con las gigantescas reservas de petróleo de Venezuela como su política soberana.

Tambores de guerra en el Caribe

Supongamos que una flota rusa o china se estacionara frente a nuestras costas en Europa y torpedeara barcos. Estaríamos en el más alto estado de alarma y prepararíamos todo para rechazar un ataque militar.

Esto no es ficción, sino exactamente lo que ocurre actualmente frente a las costas de Venezuela, donde Estados Unidos ha desplegado en las últimas semanas una flota de guerra formada por destructores, buques de guerra con instalaciones de misiles, cazas F-35, aviones de reconocimiento, un submarino de ataque, más de 4.000 infantes de Marina e incluso un submarino nuclear.

Además, se calcula que 10.000 militares estadounidenses se encuentran en la región, sobre todo en Puerto Rico y en buques anfibios.

Esta flota de guerra no es un desfile. En las últimas semanas el gobierno de Trump ordenó al menos cinco ataques mortales contra barcos que, sin pruebas, llama «barcos de la droga». Hubo 27 muertos. En estos ataques no hay detención ni juicio. El New York City Bar Association [Colegio de Abogados de la Ciudad de Nueva York] condena estos actos de guerra como «ejecuciones extrajudiciales ilegales – asesinatos».

Por si los ataques marítimos no fueran suficientes, se avistaron bombarderos B-52 cerca del espacio aéreo venezolano. Al mismo tiempo el presidente Trump admitió abiertamente que había dado luz verde a la CIA para operaciones secretas en Venezuela, según fuentes estadounidenses con un mandato amplio que va desde la colaboración con grupos opositores locales hasta acciones letales en territorio venezolano.

El despliegue bélico y los ataques contra las embarcaciones se venden como una «guerra contra las drogas», pero esa excusa no es válida por dos razones. En primer lugar, Colombia y Ecuador constituyen las principales rutas de la cocaína hacia Estados Unidos. Como mucho, Venezuela desempeña un papel secundario en este tráfico de drogas.

En segundo lugar, es evidente que un despliegue militar de tal envergadura es totalmente inapropiado para una operación contra el narcotráfico. Aquí se persigue un objetivo mucho más agresivo. El gobierno de Trump no lo dice abiertamente, pero está claro que mantiene abierta la opción de ataques terrestres con el objetivo de un cambio de régimen.

Motivos declarados

A ojos de Washington Venezuela combina tres «pecados»: las mayores reservas de petróleo del mundo sobre las que Estados Unidos no tiene control, una política exterior soberana —con alianzas con China, Rusia, Irán, la OPEP y redes Sur-Sur— y un proyecto social que destina las riquezas naturales a fines públicos.

Por eso, desde 1998, cuando Hugo Chávez fue elegido presidente, Estados Unidos ha hecho todo lo posible para llevar a cabo un cambio de régimen e instalar un gobierno títere, lo que incluye sanciones económicas, guerra diplomática, intentos de golpe de Estado, influencia y manipulación de elecciones, incluso operaciones secretas.

Recientemente, la general Laura Richardson, la antigua comandante del Comando Sur estadounidense, que dirige las operaciones militares estadounidenses en el Caribe y alrededor de Venezuela, admitió abiertamente lo que Washington suele ocultar tras palabras como «democracia» y «derechos humanos». Según ella, la política de Estados Unidos en América Latina en realidad trata de controlar las enormes riquezas naturales de la región —petróleo, litio, oro y tierras raras— necesarias para el poder militar y tecnológico occidental.

Asimismo, señaló especialmente que las enormes reservas de recursos de Venezuela es la verdadera razón detrás de los intentos desde hace décadas de producir un cambio de régimen y de las sanciones económicas contra el país.

La «paloma de la paz» como tapadera de la guerra

Mientras tanto, en el teatro político aparece un rostro «aceptable» para Estados Unidos para sustituir al actual presidente Maduro: la líder opositora de extrema derecha María Corina Machado.

Con el apoyo de figuras de primer nivel en Washington y un Premio Nobel de la Paz en el bolsillo, se la pule internacionalmente como alternativa democrática, a pesar de su papel en el intento de golpe de 2002, su apoyo abierto a las sanciones y a las protestas callejeras violentas de 2014 y 2017.

La postura de Machado es clara desde hace años: no negociar, aumentar la presión, endurecer las sanciones y, si es necesario, intervención militar. Su Premio Nobel llega precisamente en un momento en que Washington prepara la guerra contra Venezuela. ¿Será casualidad?

En todo caso, es francamente cínico que en Occidente se la utilice como icono de la paz en el momento en que Trump habla abiertamente de ataques terrestres que ella aprueba y alienta.

Enérgica condena

El gobierno venezolano solicitó una sesión de emergencia del Consejo de Seguridad de las Naciones Unidas debido a esta amenaza militar. Allí se hizo un llamado a la desescalada y al respeto del derecho internacional. El subsecretario general de la ONU señaló que los Estados miembros deben llevar a cabo sus operaciones antidroga en conformidad con el derecho internacional.

El presidente Nicolás Maduro responde en el propio país con ejercicios de defensa nacional, el plan “Independencia 200″ y, al mismo tiempo, subraya el llamado al diálogo. En Caracas y en el estado Miranda, milicias civiles, policía y ejército entrenan conjuntamente para proteger infraestructuras estratégicas, como la electricidad, el abastecimiento de agua y los hospitales.

Entretanto, en América Latina se trabaja en la formación de brigadas internacionalistas para apoyar a Venezuela. Según João Pedro Stédile, líder del Movimiento de los Trabajadores Rurales Sin Tierra (MST) de Brasil, organizaciones sociales de distintos países de América Latina coordinan sus esfuerzos para enviar activistas que se pongan a disposición para ayudar a Venezuela a defenderse de la agresión de Estados Unidos. Se inspira en las Brigadas Internacionales de la guerra civil española, cuando voluntarios de muchos países acudieron a defender a la República española.

Varios presidentes de la región se han pronunciado contra la amenaza de guerra de Washington. Gustavo Petro, presidente de Colombia, advirtió que cualquier ataque a Venezuela sería considerado una agresión contra toda América Latina y el Caribe. «América Latina y del Sur, y el Caribe debe unirse ya para rechazar y reaccionar, más allá del discurso, contra cualquier agresión a la patria de Bolívar y al territorio latinoamericano y caribeño. Venezuela es de los venezolanos», afirmó Petro.

También el presidente brasileño Lula se pronunció con firmeza contra la agresión de Estados Unidos: “El pueblo venezolano es dueño de su destino. Y no es ningún presidente de otro país quién debe opinar cómo será Venezuela”.

China condenó toda amenaza o uso de la fuerza en las relaciones internacionales. Beijing rechaza rotundamente toda injerencia extranjera en los asuntos internos de Venezuela, bajo cualquier pretexto. Condena toda acción que ponga en peligro la paz y la estabilidad en la zona.

En Estados Unidos un grupo de senadores de ambos partidos presentó una resolución para impedir que el presidente Trump lleve a cabo acciones militares contra Venezuela sin la aprobación del Congreso. Buscan así restablecer la competencia constitucional del Congreso para declarar la guerra y detener la expansión del poder militar de Trump en el Caribe bajo el pretexto de la «guerra contra las drogas».

También es muy llamativo que el almirante Alvin Holsey, jefe del Comando Sur estadounidense, haya presentado su renuncia. Según The New York Times, Holsey se opone al despliegue masivo de tropas en la región y al bombardeo de cinco embarcaciones venezolanas, ataques para los cuales no se aportó ninguna prueba de que se tratara de barcos de la droga. Dentro del Pentágono habrían surgido graves discrepancias entre Holsey y el ministro de Guerra Pete Hegseth, y según Reuters el almirante dimitió justo antes de un posible despido.

Petróleo, ideología y mentiras

Quien recuerda 2003 ve fácilmente paralelos. En aquel momento las armas de destrucción masiva debían justificar la invasión de Irak. El objetivo real era rediseñar geopolíticamente la región y controlar del petróleo.

El «narcoterrorismo» y una «amenaza para Estados Unidos» sirven hoy de pretexto retórico. El objetivo final sigue siendo el mismo: cambiar de régimen y desmantelar la Revolución Bolivariana, un importante referente anticolonial en América Latina.

La historia enseña que las intervenciones militares tienen un alto coste: miles y miles de personas muertas, países devastados y una región en permanente inestabilidad. Basta recordar Irak y Libia. Por lo tanto, el actual despliegue bélico frente a las costas de Venezuela es extremadamente inquietante y se debe rechazar de la manera más enérgica posible.

Texto original: https://www.dewereldmorgen.be/

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Venezuela amenazada

 

Con la suspensión del diálogo entre los EE. UU. y Venezuela, el avistamiento de bombarderos B-52 en el espacio aéreo venezolano y los nuevos ataques letales en el Caribe, parece que los Estados Unidos está acelerando su marcha hacia la guerra con Venezuela.


Venezuela amenazada

 

Manolo De Los Santos

El Viejo Topo

20 octubre, 2025 



LA ESCALADA MILITAR DE TRUMP CONTRA VENEZUELA REPITE EL MODELO DE LA GUERRA EN IRAK

El ambiente en el Caribe se vuelve cada vez más tenso, a medida que los Estados Unidos intensifica sus amenazas militares. Bajo el engañoso velo de la “guerra contra las drogas”, los Estados Unidos está ejecutando activamente un plan de intervención militar en Venezuela, empleando fuerza letal y proyectando su poder de una manera que las instituciones legales y los líderes regionales han condenado como una profunda amenaza al orden internacional. Esta agresión no es una operación de aplicación de la ley; es la negación de la ley, un renacimiento neocolonial de la Doctrina Monroe, diseñado para destruir la soberanía de Venezuela, tomar el control de las mayores reservas de petróleo del mundo e instalar un régimen dócil.

Licencia para matar: el precedente del asesinato de Estado

La escalada actual se ha caracterizado por una escalofriante adopción de la violencia extrajudicial. La administración Trump ha ordenado ataques militares unilaterales contra buques privados cerca de la costa venezolana, supuestamente para detener el tráfico de drogas. Para lanzar estos alarmantes ataques, el ejército estadounidense ha desplegado una enorme fuerza naval compuesta por buques de guerra, drones y fuerzas de operaciones especiales.

Estos ataques han provocado la ejecución sumaria de al menos 27 personas, según informes recientes. El más reciente ataque letal en el Caribe provocó la “eliminación” de seis personas más. Esto no es aplicación de la ley, es asesinato extrajudicial y una campaña que ahora forma parte de un plan de guerra contra Venezuela. La administración ha calificado a las víctimas, sin pruebas creíbles, de narcotraficantes y “terroristas”, una afirmación que, aunque fuera cierta, no da autoridad legal al presidente de los Estados Unidos para ejecutar a quien decida.

Las organizaciones jurídicas y de derechos humanos han condenado de manera inequívoca esta política profunda y peligrosa, que sustituye los procedimientos policiales establecidos por la fuerza letal premeditada. La Asociación de Abogados de la Ciudad de Nueva York (NYCBA), una voz clave en materia de ética jurídica internacional, ha denunciado enérgicamente estas acciones. La NYCBA declaró explícitamente que “dado que los recientes ataques contra buques venezolanos y sus tripulaciones no estaban autorizados por la legislación estadounidense y violaban el derecho internacional vinculante, se trataba de ejecuciones sumarias ilegales, es decir, asesinatos”. Además, argumentó que estas acciones violan el principio internacional fundamental de que “nadie será privado arbitrariamente de su vida”, recogido en el Pacto Internacional de Derechos Civiles y Políticos.

El Gobierno de los Estados Unidos posee amplia autoridad legal para que la Guardia Costera intercepte y registre los buques sospechosos de transportar narcóticos, seguido de un enjuiciamiento en los tribunales estadounidenses de acuerdo con los requisitos del debido proceso. Sin embargo, en el caso de los buques venezolanos, se eludió la función policial de la Guardia Costera autorizada por el Congreso; en su lugar, las tripulaciones fueron simplemente atacadas y ejecutadas por una fuerza militar abrumadora. Los líderes regionales, entre ellos el presidente colombiano Gustavo Petro, han condenado los asesinatos extrajudiciales, destacando la profunda inquietud que existe en toda América Latina por el retorno de la acción militar unilateral de los Estados Unidos bajo el pretexto de la política antinarcóticos.

Escalada: los B-52 y la amenaza de guerra

Más allá de los ataques letales, el Gobierno de los Estados Unidos ha adoptado una postura militar significativa que supone un desafío directo a la soberanía venezolana. El avistamiento de bombarderos B-52 estadounidenses en el espacio aéreo venezolano, volando a corta distancia, supone una escalada significativa. Este belicismo no tiene nada que ver con la “guerra contra las drogas” y sí con el cambio de régimen para saquear el petróleo de Venezuela. Este imprudente impulso hacia la guerra es un acto criminal de agresión internacional.

Los ataques unilaterales con drones de la Administración Trump en el Caribe, combinados con la terminación por parte de la Casa Blanca de todas las negociaciones con Venezuela, parecen ser el precursor de una operación de cambio de régimen a gran escala. Este es un momento crítico. Debemos dar la voz de alarma: existe el riesgo de un nuevo y catastrófico conflicto en la región.

Los propios funcionarios del Gobierno de los Estados Unidos siguen agravando la crisis con retórica y acciones belicosas. El secretario de Estado Marco Rubio, uno de los principales artífices de la política de cambio de régimen, se ha negado sistemáticamente a descartar la opción militar, afirmando que el régimen de Maduro se ha convertido en una “amenaza para la región e incluso para los Estados Unidos”.

La respuesta de Venezuela ha sido una defensa basada en principios de su soberanía. El embajador ante la ONU, Samuel Moncada, ha dado repetidamente la voz de alarma en la escena internacional, argumentando que el despliegue militar estadounidense en el Caribe es una operación propagandística a gran escala que busca “excusas para fabricar un conflicto” con el fin de apoderarse de la riqueza petrolera del país. Moncada afirmó que “los Estados Unidos cree que el Caribe le pertenece porque lleva más de 100 años aplicando la expansionista Doctrina Monroe, que no es más que un vestigio del colonialismo”.

El presidente Nicolás Maduro ha pedido a Washington que reanude el diálogo, afirmando que “nuestra diplomacia no es la diplomacia de los cañones, de las amenazas, porque el mundo no puede ser el mundo de hace 100 años”, al tiempo que moviliza ejercicios de defensa nacional para garantizar que el país esté preparado para cualquier ataque directo. La NYCBA advirtió que los ataques contra buques venezolanos y las amenazas denunciadas contra el Gobierno venezolano violan las obligaciones de la nación en virtud de la Carta de las Naciones Unidas, con el riesgo de que se intensifiquen hasta convertirse en hostilidades abiertas.

Paralelismos con la guerra de Irak: petróleo, ideología y engaño

La situación actual recuerda de forma escalofriante los prolegómenos de la invasión de Irak en 2003. En ese caso, la administración Bush justificó la acción unilateral basándose en las “armas de destrucción masiva”, pero esto fue un pretexto. Los verdaderos objetivos no se limitaban al petróleo, sino que también incluían la consecución de profundos objetivos ideológicos y políticos: derrocar a un gobierno para remodelar la política de Oriente Medio y afirmar su dominio.

Washington debe aprender las lecciones de esta historia. La administración Bush prometió una rápida victoria en Irak. En cambio, las invasiones y la ocupación se cobraron innumerables vidas iraquíes, provocaron la muerte o heridas a decenas de miles de soldados estadounidenses y desestabilizaron la región. La idea de que los Estados Unidos puede llevar a cabo invasiones militares en el corazón de América Latina sin sufrir un contragolpe masivo es descabellada.

En el caso de Venezuela, la “guerra contra las drogas” y la calificación del Gobierno como “amenaza” sirven como nuevos pretextos retóricos. Los intereses de los Estados Unidos son múltiples: se trata de asegurar las mayores reservas probadas de petróleo del mundo y de alcanzar el objetivo ideológico y político de derrocar a un Gobierno socialista para afirmar su dominio y remodelar la política latinoamericana. Los Estados Unidos busca desmantelar la Revolución Bolivariana y eliminar un importante centro de política antiimperialista en el hemisferio.

La actual escalada no tiene que ver con la aplicación de la ley o la lucha contra el narcotráfico, sino con el cambio de régimen y el saqueo. Aunque los miembros del Congreso, tanto del Partido Demócrata como del Republicano, así como voces clave de la opinión pública, se pronuncian cada vez más sobre la ilegalidad de estos ataques y la ausencia de información creíble por parte de la administración, esta situación requiere mucha más urgencia, ya que una vez que se sube la escalera de la escalada, puede que no haya vuelta atrás. La comunidad internacional debe reconocer esta agresiva campaña por lo que es: un acto criminal de agresión internacional. El mundo debe oponerse a esta amenaza de un nuevo y catastrófico conflicto.

Fuente: Globetrotter y Peoples Dispatch

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domingo, 19 de octubre de 2025

Un Nobel desprestigiado

 

Pues sí, esta vez el Nobel de la Paz se lo han dado a otra “pacifista”, la sionista María Corina Machado, la ferviente aliada de Washington que ha participado en los intentos de derrocar al gobierno bolivariano. El Comité del Nobel se retrata una vez más.


Un Nobel desprestigiado

Nikos Mottas

El Viejo Topo

19 octubre, 2025



PREMIO NOBEL DE LA PAZ O CÓMO ENMASCARAR EL IMPERIALISMO

Cuando el Comité Noruego del Nobel otorgó el Premio Nobel de la Paz 2025 a María Corina Machado, líder de la oposición venezolana, respaldada por Estados Unidos, los periódicos occidentales expresaron su aprobación unánime. La llamaron un «faro de la democracia», un «símbolo de la resistencia pacífica».

Pero tras el coro de autocomplacencia moral se esconde una verdad bien establecida: el Premio Nobel de la Paz nunca ha sido un galardón neutral. Ha funcionado como un arma ideológica, un instrumento ceremonial para legitimar el imperio, santificar a sus agentes y desacreditar a quienes se le oponen. De Marshall a Kissinger, de Sájarov y Gorbachov a Lech Walesa, Obama y Al Gore, el Comité Nobel ha recompensado sistemáticamente a representantes del poder imperialista y a sus secuaces ideológicos. El premio Nobel de la Paz 2025 a Machado no es una discontinuidad; al contrario, es una continuación de esta práctica, que comenzó tempranamente. En 1953, el Comité otorgó el Premio Nobel de la Paz al general George C. Marshall, jefe del Estado Mayor del Ejército estadounidense y entonces secretario de Estado, por el llamado Plan Marshall. En la narrativa oficial, el Plan se presentó como un acto benéfico: Estados Unidos reconstruyó con magnanimidad una Europa devastada.

En realidad, el Plan Marshall fue un acto de guerra económica: una transferencia masiva de capital diseñada para consolidar la dependencia de Europa Occidental de las finanzas estadounidenses, revivir el capitalismo bajo la supervisión estadounidense y aislar al bloque socialista. Fue la primera gran ofensiva de la Guerra Fría, un mecanismo para prevenir la influencia comunista en Francia, Italia y otros países, al tiempo que sometía la base industrial europea a los dictados de Washington.

Al otorgarle a Marshall el Premio Nobel de la Paz, el Comité Nobel santificó el brazo económico del imperialismo. Un general cuya estrategia transformó a Europa en un protectorado capitalista fue reinterpretado como un visionario humanista. A partir de ese momento, el Premio dejó de representar la paz y se convirtió en una herramienta para adornar la conquista imperialista.

Si el premio otorgado a Marshall fue cínico, el otorgado en 1973 a Henry Kissinger fue escandaloso. Como Asesor de Seguridad Nacional y Secretario de Estado, Kissinger orquestó algunos de los crímenes más sangrientos del siglo XX: el bombardeo masivo de Vietnam, Camboya y Laos; el golpe de Estado en Chile, respaldado por Estados Unidos, que llevó al poder a la dictadura fascista de Pinochet; la masacre en Indonesia y Timor Oriental; la subversión de los movimientos de liberación africanos; y el apoyo a regímenes genocidas desde Pakistán hasta Argentina, entre otros.

El hecho de que un hombre así fuera declarado paladín de la paz revela el verdadero propósito del Comité Nobel. El premio de Kissinger no fue un reconocimiento a la diplomacia, sino un intento de encubrir acciones despreciables con moralidad. El Comité absolvió al imperialismo, reescribió el genocidio como una negociación y transformó a un criminal de guerra en un estadista. Le Duc Tho, el vietnamita co-ganador del premio, lo rechazó con disgusto: un acto de integridad que expuso toda la farsa.

Incluso hoy, el premio de 1973 sigue siendo uno de los ejemplos más grotescos de inversión moral en la historia política moderna: el Premio de la Paz como un trofeo sangriento de la victoria imperialista.

Dos años después, el Comité Nobel encontró otro ícono útil en Andrei Sajarov. Ex físico soviético, Sajarov fue encumbrado por los medios occidentales como un profeta de los derechos humanos, pero solo porque su disidencia servía a los intereses imperialistas. Su crítica a la Unión Soviética fue explotada por el mundo capitalista como prueba de que el socialismo en sí mismo era una tiranía.

Occidente honró a Sajarov no porque se opusiera a la represión, sino porque rechazaba el socialismo. Su elevación a la santidad proporcionó una cobertura moral para la violencia global del imperialismo, desde el napalm lanzado sobre Vietnam hasta los golpes de Estado en América Latina y las masacres en Indonesia. La aceptación de Sajarov del Comité Nobel no se trataba de libertad, sino de usar la disidencia como arma. Se transformó en la figura espiritual del anticomunismo, una demostración viviente de que traicionar al socialismo podía ser el camino más corto hacia la canonización occidental.

La misma lógica guió al Comité Nobel cuando coronó a Mijaíl Gorbachov en 1990. Las élites occidentales lo aclamaron como el hombre que trajo la «paz» al poner fin a la Guerra Fría. Pero el verdadero papel histórico de Gorbachov fue desmantelar el primer estado socialista del mundo y abrir su territorio al saqueo capitalista.

Bajo la bandera de la perestroika y la glásnost, Gorbachov desarmó a la clase obrera soviética, desmanteló la propiedad colectiva y entregó la URSS a los oligarcas y financieros occidentales. La supuesta «paz» que logró fue en realidad la paz de la sumisión, el silencio de una revolución derrotada. Al otorgarle el premio, el Comité Nobel celebró el mayor triunfo geopolítico del imperialismo desde 1945: la destrucción del campo socialista. La medalla de Gorbachov no se otorgó por salvar a la humanidad del conflicto, sino por asegurar el dominio indiscutible del capitalismo.

En 1983, el Premio Nobel de la Paz fue otorgado a Lech Walesa, líder del movimiento Solidaridad en Polonia. Los comentaristas occidentales lo describieron como un humilde héroe obrero que se enfrentó a la «tiranía comunista». Sin embargo, la dirección de Solidaridad, fuertemente financiada y dirigida por la CIA, el Vaticano y las redes de inteligencia occidentales, se convirtió en un ariete contra el socialismo.

La política de Walesa no era el internacionalismo proletario, sino el nacionalismo clerical; su ascenso no marcó la liberación de los trabajadores, sino su incorporación a la cruzada anticomunista. El Premio Nobel de Walesa, al igual que el de Sájarov, fue una intervención ideológica, un mensaje a la clase trabajadora de Europa del Este de que su camino hacia la dignidad no residía en la renovación del socialismo, sino en su destrucción. Sus últimos años como político neoliberal confirmaron este punto: había sido un vehículo para la restauración imperialista, no para la emancipación obrera.

Cuando Barack Obama recibió el Premio de la Paz en 2009, la farsa era total. Acababa de asumir el cargo, pero el Comité del Nobel lo declaró la personificación de la esperanza. Poco después, su administración expandió la guerra con drones, destruyó Libia bajo el pretexto de una intervención humanitaria y armó a representantes reaccionarios en todo Oriente Medio. El Premio Nobel de Obama fue una medida preventiva, una excusa moral para la continuación de la guerra imperialista bajo la retórica liberal.

Aún más significativo fue el premio otorgado en 2007 a Al Gore por su activismo ambiental. El Comité lo elogió por concienciar a la opinión pública sobre el cambio climático, olvidando convenientemente que, como vicepresidente de Estados Unidos, Gore había sido cómplice directo del bombardeo de Yugoslavia por la OTAN en 1999, que condujo a la destrucción de un estado soberano en los Balcanes. El hombre que una vez justificó la «guerra humanitaria» desde el podio del Pentágono fue reinterpretado como el salvador del planeta. Su premio marcó el giro ecológico en la ideología imperialista: la devastación de la tierra por el capitalismo disfrazada de cruzada para salvarla.

En 2012, el Comité alcanzó nuevos niveles de absurdo al otorgar el Premio Nobel de la Paz a la Unión Europea. No se trataba de una persona, sino de una institución imperialista, responsable del empobrecimiento de millones de personas mediante la austeridad, el fortalecimiento de regímenes racistas en sus fronteras y la guerra económica contra la periferia global. La «paz» de la UE es la paz de banqueros y burócratas: la disciplina de la deuda, el silencio del desempleo, la quietud de las tumbas de los migrantes en el Mediterráneo.

Otorgar el premio a la UE significó canonizar al propio capitalismo, presentando el mecanismo de explotación como un logro humanitario: un himno al orden imperialista, no a la paz.

En todos estos casos, la función del Premio Nobel de la Paz se vuelve inconfundible. No es un reconocimiento de la conciencia, sino un mecanismo de propaganda imperialista. Recompensa a quienes se oponen a la revolución, pero nunca al capitalismo, a quienes sirven a la jerarquía global hablando el lenguaje de la virtud. Rehabilita a criminales de guerra, eleva a colaboradores y coopta a disidentes cuya oposición permanece inofensiva para la agenda imperialista.

A través de estos íconos cuidadosamente seleccionados, el Comité Nobel define la paz como sumisión, el mantenimiento ordenado del dominio capitalista. El Premio transforma la violencia del imperialismo en moralidad y a sus cómplices en santos.

El Premio Nobel de 2025, otorgado a María Corina Machado, continúa esta tradición sin fisuras. Ferviente aliada de Washington y la burguesía venezolana, Machado participó activamente en los intentos de derrocar al gobierno bolivariano mediante sanciones, golpes de Estado e injerencia extranjera. Presentar a una figura así como defensora de la paz es un insulto al pueblo venezolano y al concepto mismo de soberanía nacional.

Su Premio Nobel no se trata de democracia. Se trata de la reafirmación del dominio ideológico del imperialismo sobre América Latina. El mensaje del Comité es claro: quienes sirvan a los intereses imperialistas serán canonizados; quienes se resistan, demonizados. El proceso bolivariano iniciado por Chávez, con todos sus méritos y defectos, debe ser deslegitimado, no con bombas esta vez, sino con medallas.

El Premio Nobel de la Paz no es un instrumento de paz, sino de poder de clase. Pertenece a la superestructura ideológica del imperialismo, a la red de instituciones que fabrican el consentimiento para la explotación y la guerra. Le dice al mundo que la paz es lo que el imperialismo decide que sea: la calma de las naciones subyugadas, el silencio de las revoluciones aplastadas, el orden de los mercados y los monopolios.

Pero la verdadera paz, la paz de la liberación, no la puede garantizar el imperialismo. Se forjará en la lucha: en el desafío de los trabajadores, campesinos y naciones que se niegan a doblegarse ante el orden capitalista.

En la gran mayoría de los casos, el Premio Nobel de la Paz recompensa a quienes se reconcilian con el imperialismo. La historia recompensará a quienes lo derroquen.

Nikos Mottas es el editor jefe de En Defensa del Comunismo.

Fuente: Resistenze

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sábado, 18 de octubre de 2025

TRAGEDIA PARA UCRANIA. DURO GOLPE A ZELENSKY. RUSIA AVANZA IMPARABLE. TR...

¿Para qué sirve nuestro sistema educativo? [España]

 

Ante la inexistencia –en España– de un proyecto de país, es hasta cierto punto lógico que no exista un proyecto educativo potente y coherente. Pero lo de lógico no es, en este caso, un atributo positivo. Más bien es lamentable. Y lleva tiempo siendo así.


¿Para qué sirve nuestro sistema educativo?


Miguel Ángel Cerdán Pérez

El Viejo Topo

18 octubre, 2025 



En cualquier Instituto de Enseñanza Secundaria de España hay una enorme concentración de talento. Una concentración de talento muy superior a la que pueda haber en una empresa media de nuestro país. No sé si los españoles son muy conscientes de que en un IES pueden encontrarse con economistas, ingenieros, arquitectos, matemáticos, físicos, periodistas, filólogos, filósofos, químicos, informáticos, biólogos, etc., trabajando y prestando sus servicios.  Son los profesores de los jóvenes españoles. Y ahí están subempleados, digámoslo alto y claro. Y lo están por dos motivos. Por un lado,  por nuestro propio sistema educativo. Y por otro lado,   por una estructura productiva como la española, con una penosa clase empresarial que no da muchas más opciones al talento español.

En el total de institutos públicos  de nuestro país hay un total de más de 250.000 profesores, de los que aproximadamente el 60 % son mujeres. Están subempleados, es decir empleando menos talento del que sus conocimientos, aptitudes y habilidades les permite, por dos razones. En primer lugar por un muy deficiente sistema educativo, diseñado por leyes cada una de ellas peor que la anterior, con el que nuestros alumnos y alumnas salen cada vez peor formados y con menos conocimientos. No es que lo diga yo. Es que lo dicen todas las estadísticas internacionales, como las de la OCDE, o diversos estudios como el último del IVIE, que indican que los jóvenes españoles tienen peor formación que los que cursaron en su momento la EGB. Además de una inversión en relación al PIB siempre por debajo de la media de la Unión Europea, todo esto es consecuencia de unas leyes y de un sistema educativo que únicamente busca la mediocridad y tener “estabulados” a los jóvenes, si se me permite la expresión. Lo importante es no repetir. No los conocimientos. Todo ello aderezado con una fraseología y una terminología obtusa y oscura para encubrir lo evidente. No interesa formar “ciudadanos  críticos” más allá de usar ese lema como mero marketing de cara a la galería. Y en segundo lugar tenemos que mencionar  que todo esto ocurre porque el profesorado está despojado de toda autoridad, y nuestros centros de enseñanza se han convertido en una mezcla de heterogeneidad, ruido e indisciplina que hacen que dos de cada 10 docentes se planteen abandonar la enseñanza y que el pensamiento predominante sea llegar sano y salvo a un nuevo día.

Debemos incidir en el mismo sentido que además de un prestigio social que se ha derrumbado en las últimas décadas, el profesorado español ha perdido un 30 % de poder adquisitivo en los últimos 25 años, lo que se dice pronto. Aún así, es una opción que sigue teniendo un enorme tirón entre nuestros licenciados, arquitectos e ingenieros. Y aunque no me gusta hablar de vocación, porque la vocación considero que es cosa de curas, es algo claro que a muchos aspirantes a docentes les gusta enseñar. También buscan, y aquí tendremos que hablar de la empresa española, estabilidad, una conciliación de la vida laboral y familiar y poder formar una familia y tener hijos, algo especialmente valorado por las mujeres. Y esto es algo que sólo encuentran en los centros públicos. Como también encuentran allí la seguridad de que no te despedirán a los 50 años, algo cada vez más frecuente en la empresa privada de nuestro país.

Tenemos que hablar pues de por un lado el penoso sistema productivo español. Y por otro lado de una clase empresarial en buena medida lamentable. Así, nuestros empresarios no buscan retener talento. Lloriquean pero pagan salarios miserables y explotan hasta la extenuación, acostumbrados y en busca de competir sólo en base a mano de obra barata y llenarse así los bolsillos. De esta manera nos encontramos con ingenieros o ingenieras de caminos que ganan de sueldo, después de cinco años de permanencia en la empresa,  menos que un reponedor de supermercado. O de ingenieros aeroespaciales que cobran 1.000 euros al mes como becarios. Sí, eso pasa y está pasando en nuestro país. Y es que si los salarios en general de los españoles están a la cola de Europa, los sueldos de los titulados universitarios de nuestro país son el hazmerreir del mundo. Así, el salario de un licenciado español apenas es un 60 % superior a alguien que no tenga estudios. En Europa son muy superiores, y así el salario de un licenciado alemán por ejemplo supera en un 177 % el sueldo de alguien que no tenga estudios. No es extraño pues que ahora que tienen idiomas y saben moverse por el mundo muchos de nuestros jóvenes mejor formados opten por irse a trabajar al extranjero. Otros prefieren dedicarse a enseñar en nuestros IES. Algo que indica que nuestro sistema económico, que nuestro sistema productivo está muy enfermo y que por supuesto subemplea y desprecia el talento.

Todo esto no debería extrañarnos ya que, como han demostrado Carreras y Tafunell, el supuesto milagro económico español de principios de siglo se hizo en base a la construcción y a un sector servicios de muy escaso valor añadido, mientras que la supuesta recuperación de la Crisis, como indican los mismos autores, se ha conseguido en base a salarios muy bajos y mano de obra de abundante en sectores de escaso o nulo valor añadido. Ese es nuestro sistema productivo.

Entonces, respondiendo a la pregunta del principio: ¿Para qué sirve nuestro sistema educativo? Para formar cada vez peor a nuestros jóvenes y que se conformen con trabajos y salarios pésimos por un lado y para subemplear a buena parte del talento que produce nuestro país. Así son las cosas, y así las contamos.

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DIRECTO.LA OTAN EN PÁNICO. ZELENSKI HUMILLADO.TRUMP GOLPEA.UCRANIA SIN T...

viernes, 17 de octubre de 2025

Algo de lo que quizá no hayas oído hablar producirá una crisis financiera: las monedas estables

 

Algo de lo que quizá no hayas oído hablar producirá una crisis financiera: las monedas estables

 

Por Juan Torres López

Rebelion

17/10/2025



Fuentes: Ganas de escribir

Apostaría a que la mayoría de las personas que lean este artículo no han oído hablar nunca de las «monedas estables» (stablecoins, en inglés), a pesar de que son una de las innovaciones financieras más importantes de los últimos tiempos y, sobre todo, a pesar de que su uso mal regulado entraña un gran peligro, como voy a tratar de explicar a continuación de la forma más clara y resumida posible.

¿Qué es una moneda estable?

Una moneda estable es un tipo de criptomoneda con una característica singular.

Como criptomoneda, una moneda estable es lo que hoy día se llama un token, es decir, algo sin soporte físico que representa un valor, como una ficha (token, en inglés) o un código. Su existencia se basa en algo inmaterial como un algoritmo (un conjunto de tareas u operaciones definidas para plantear o resolver algún problema) o una «cadena de bloques» (blockchain, en inglés) que es un gran conjunto de datos (una especie de gran libro de contabilidad digital) organizados en bloques entrelazados con operaciones complejas que le proporcionan seguridad.

Como todas las demás criptomonedas, las monedas estables son un activo (cualquier cosa en poder de alguien y que puede proporcionar rendimiento) de naturaleza digital, cuyo propietario tiene la clave para poder desbloquearlo y realizar así transacciones por un precio equivalente al que tenga en ese momento.

La característica singular de las monedas estables es que su precio no va a variar (de ahí su nombre). Eso es posible porque, a diferencia de lo que sucede con las demás criptomonedas -que depende de la oferta y demanda que de ellas haya en el mercado-, las monedas estables fijan su precio en relación con algún otro activo (una moneda oficial u otra criptomoneda) y lo mantienen siempre constante.

Para que eso sea posible, quien las emite (en principio, cualquier sujeto) crea al mismo tiempo herramientas de estabilización. Su funcionamiento es complejo y no lo voy a explicar aquí. Baste saber que pueden ser los llamados «activos de reserva» que se pueden ir canjeando en cualquier momento para asegurar que la moneda estable mantiene su valor, o bien algoritmos que automáticamente llevan a cabo operaciones de compra y venta para estabilizarlo.

Crecimiento vertiginoso

Aunque empezaron como algo anecdótico y de poco alcance, la expansión de estas monedas estables es hoy día extraordinaria. Según los datos que proporciona la plataforma Allium Labs, el valor total de las que están en circulación a primeros de octubre de 2025 era de 260.000 millones de dólares (según coingecko, 312.000 millones), 65 veces más que hace tan sólo 5 años. En los últimos doce meses se habrían utilizado para realizar 9.600 millones de transacciones por un valor total de 46,8 billones de dólares. De ser así (otras estimaciones dan valores más bajos) significa que casi triplican el valor de las realizadas con tarjetas Visa.

¿Para qué usar monedas estables?

Cuando se conoce la extraordinaria expansión de las monedas estables es inevitable que surja una pregunta: ¿qué sentido o interés tiene utilizarlas si están referenciadas en dólares o en cualquier otra moneda por un valor que no va a cambiar? Es decir, ¿no es lo mismo que usar estas monedas?

Podría decirse que se usan porque hoy día pueden ser más rápidas y menos costosas que las transacciones realizadas, por ejemplo, con tarjetas de crédito o débito. Aunque eso quizá no sea del todo exacto y sea una ventaja que seguramente desaparecería si estas últimas tuvieran que competir con las monedas estables, porque el retraso y las comisiones que cobran sólamente son el resultado de su poder de mercado y no de razones tecnológicas insuperables. 

También se podría justificar su uso por la estabilidad, pero en su breve historia ya se ha podido comprobar que las monedas estables no son tan estables como dice su nombre. Ha habido un buen número de casos de desvinculación del dólar o de imposibilidad de liquidar. Sencillamente porque, como diré enseguida, carecen de garantía o de una institución que las respalde.

Igualmente, podría argumentarse que se utilizan pero básicamente en operaciones específicas y no en las transacciones comerciales más habituales. De hecho, su uso principal (90 %) es la compra y venta de criptomonedas y la realización de operaciones en las llamadas finanzas descentralizadas, es decir, las que se mueven al margen de la banca y la bolsa tradicionales. Pero la opinión generalizada es que su próxima e inmediata batalla será la de superar las dificultades que su utilización supone hoy día para el comercio generalizado y expandirse también entre las transacciones más convencionales.

Algunos economistas, como Paul Krugman, creen que esto último no tiene sentido: «No hay nada que se pueda hacer con ellas que no se pueda hacer de forma más económica y sencilla con tarjetas de débito, transferencias bancarias, etc. Es decir, ¿por qué no usar dólares en lugar de tokens que supuestamente están respaldados por dólares?».

El verdadero interés de las monedas estables

A pesar de las desventajas y limitaciones que acabo de señalar, la pregunta de Krugman tiene respuestas. Sí que hay razones por las que está interesando impulsar el crecimiento de las monedas estables, aunque no son las que habitualmente se están dando por quienes las defienden.

Por supuesto y en primer lugar, la que el propio Krugman señala: con las monedas estables se pueden hacer operaciones sin dejar rastro, puesto que su uso es completamente anónimo. Según un informe de Chainanalysis, el 60 % de las transacciones ilegales de criptomonedas (estafas, evasión fiscal y de controles de capital o blanqueo) y en el 80 % de todas las transacciones de criptomonedas por regímenes sancionados y grupos terroristas llevadas a cabo en 2023 se realizaron con monedas estables.

En segundo lugar, las monedas estables van a seguir expandiéndose porque lo desean las grandes corporaciones que dominan el mundo e imponen la agenda de los gobiernos porque serán ellas las que hagan un gran negocio creándolas a su antojo. Cuando las emitan, cuando creen sus propios medios de pago, podrán desentenderse (al menos, en muy gran medida) de las restricciones monetarias que establecen los bancos centrales o los gobiernos, crear sus propios medios de pago, y convertirse en auténticas entidades financieras, dando créditos y financiando a otros o a sí mismas, libremente y con rentabilidad. Además de tener una gran cantidad de datos e información personal de quienes las utilicen.

En tercer lugar, también están interesados en la utilización de las monedas estables quienes realizan remesas transfronteras de cierto valor (un 6 % del total de su uso) y gobiernos y empresas de países con alta inflación, divisas frágiles o inestables, y sistemas bancarios poco fiables. Aunque es cierto que otros, sin embargo, las rechazan precisamente por los motivos que señalo a continuación.

En cuarto lugar, no se puede olvidar que, hoy día, el 97,4% por las monedas estables está referenciado en dólares. Eso quiere decir que, en la práctica totalidad de los casos, disponer de monedas estables equivale a ser titular de un depósito en esa moneda; usar monedas estables vinculadas al dólar sería lo mismo, en realidad, que utilizar dólares.

Por tanto, es Estados Unidos quien está claramente interesado en que se incremente lo más posible la circulación de monedas estables, emitidas como he dicho por todo tipo de grandes empresas, porque eso es lo mismo que incrementar el uso del dólar cuando este, como ya es bien sabido, está siendo mucho menos deseado o incluso rechazado por muchos países. Fue el propio presidente Donald Trump quien reconoció expresamente en su orden ejecutiva de 23 de enero de 2025 que era política de su Administración «promover y proteger la soberanía del dólar de los Estados Unidos, incluso mediante acciones para promover el desarrollo y el crecimiento de monedas estables respaldadas por dólares legales y legítimas en todo el mundo».

Y con ese fin, Trump firmó el pasado18 de julio la llamada ley Genius (Ley de Orientación y Establecimiento de Innovación Nacional para Stablecoins de Estados Unidos) que había sido aprobada en el Senado y la Cámara de Representantes, no sólo con el voto republicano sino también con el de un buen número de legisladores demócratas.

Y es precisamente esta ley la que ha abierto la espita para que las monedas estables (como vía que Estados Unidos quiere utilizar para evitar su declive como potencia monetaria imperial) se conviertan en una bomba financiera de relojería. Entre otras, por las siguiente razones:

– La ley permite que las empresas emisoras de monedas de estables se conviertan en depositantes de fondos y de reservas que no van a estar asegurados de ninguna forma, a diferencia de lo que ocurre con los bancarios que lo están hasta 250.000 dólares, en Estados Unidos.

– El régimen regulatorio que establece para las monedas estables creadas por las grandes empresas es muy débil y no contempla los riesgos que conlleva lo anterior, ni medidas suficientes para evitarlos y hacerles frente.

– En lugar de impedirlo, la ley da amplios poderes a las autoridades para permitir que las empresas emisoras vendan derivados de las monedas estables y todo tipo de productos especulativos, difundiendo el riesgo por todo el sistema financiero.

– No se crea ningún fondo de seguro, ni prestamista de última instancia que pueda garantizar el reembolso si las monedas estables se encuentran con problemas. En realidad, más bien incentiva las quiebras, de modo que al menor problema los emisores se retirarán del mercado.

– No se establecen garantías para que la emisión de monedas estables se sostenga en tecnologías que permitan pagos rápidos, confiables, subsanables en caso de error, y capaces de operar con transacciones de gran volumen al mismo tiempo.

– Aunque la ley establece que los emisores de monedas estables no pueden proporcionar rendimiento a quienes las posean, lo cierto es que esa posibilidad no está claramente prohibida, y de hecho hay plataformas que lo proporcionan. Eso podría ser un mecanismo adicional de drenaje de fondos desde la banca tradicional que puede debilitarla extraordinariamente. A lo cual hay. que añadir que los emisores podrían utilizar la liquidez obtenida para depositarla en los bancos por cantidades superiores a las que están aseguradas, lo que igualmente agranda la vulnerabilidad del sistema financiero.

– Finalmente, la ley no contempla los riesgos que conlleva la gran concentración que se produce hoy día en el sector y la que igualmente habría incluso cuando las grandes empresas comiencen a emitirlas. Si en algún momento hubiera que rescatar a los emisores, lo que antes o después ocurrirá en las condiciones que acabo de señalar, sería extraordinariamente costoso hacerlo, pero no habrá manera de evitar rescatarlos porque se dirá, como en 2008 con los bancos, que son demasiados grandes para dejarlos caer.

Una irresponsabilidad que, eso sí, hace aún más ricos a los multimillonarios, empezando por Donald Trump

El impulso a las monedas estables con la regulación que está estableciendo Estados Unidos comporta un riesgo financiero muy grande y sistémico, porque cualquier crisis se extendería al conjunto de la economía. Su enorme expansión se asume sólo para tratar de evitar el inevitable declive del dólar por un procedimiento que, mientras tanto, dará enormes beneficios a las grandes corporaciones y a los ya multimillonarios.

Donald Trump, quien hasta poco se había mostrado muy enemigo de las criptomonedas, ha sido inteligente asumiendo que son un instrumento adecuado para aliviar el declive del dólar como moneda imperial. Lo ha aprovechado para convertir el apoyo legal que le presta su Administración en un gran negocio personal y familiar, creando algunas y especulando con información privilegiada. Según Forbes, su fortuna en criptomonedas ya supera todas las propiedades de su cartera inmobiliaria y puede haber ganado unos 1.000 millones de dólares en los últimos nueves meses. 

No está solo. Según Henley & Partners y New World Wealth, en todo el mundo hay 450 personas con activos en criptomonedas por valor de más de 100 millones de dólares y 36 con más de 1.000 millones. Añadan a eso y háganse una idea de lo que ganarán, a las grandes empresas cuando comiencen a emitir en masa monedas estables.

Es para ellos para quien se pone en marcha un negocio colosal. Tan colosal como la crisis que traerá consigo cuando caiga sobre su base, construida sobre humo y especulación constantes, y que volverá a pagar el resto de la población. Salvo que la gente no se deje atontar, despierte, se entere de estas cosas, las difunda y se movilice para evitarlas.

Fuente: https://juantorreslopez.com/algo-de-lo-que-quiza-no-hayas-oido-hablar-producira-una-crisis-financiera-las-monedas-estables/

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