jueves, 15 de mayo de 2025
Adiós, amigo
Nos
ha dejado un hombre bueno. Un hombre honesto. Íntegro. Ejemplar. Fue
consecuente con sus ideas hasta el final. Aquí lo recordamos con este discurso
pronunciado en la Universidad Federal de Rio Grande do Sul el 10 de septiembre
de 2014.
Adiós, amigo
El Viejo Topo
14 mayo, 2025
Nos ha dejado
un hombre bueno. Un hombre honesto. Íntegro. Ejemplar. Fue consecuente con sus
ideas hasta el final. Aquí lo recordamos con este discurso pronunciado en la
Universidad Federal de Rio Grande do Sul el 10 de septiembre de 2014.
Texto
seleccionado por Miguel Riera
Amigos
permítanme dos aclaraciones previas, ustedes perdonen la luz en los ojos me
recuerda a los interrogatorios policiales. Dos, aunque seguramente en mi
juventud había gotas de sangre jacobinas, como dice el poeta, a esta altura de
la vida me tendría que definir filosóficamente algo así como un neoestoico. Por
mi manera de pensar, la política abrazaba demasiado el recetario de la economía
y abandonó el campo de la filosofía. Yo soy antiguo. Un poco para comenzar,
¿Qué es el mundo en el que estamos viviendo? Nunca el hombre tuvo tanto, nunca
tuvo tal arsenal de conocimiento, nunca tuvo tanta acumulación de riqueza.
Nunca pudo ser en función de los medios que tiene lo que podría ser en el
tiempo presente. Ha averiguado el código genético y empieza a tener las claves
fundamentales de la vida, por momentos parece un aprendiz de Dios, para los que
creen en Dios y para los que nos creemos nos deja absortos a lo que ha llegado
la criatura humana. Sin embargo, nos toca vivir un tiempo donde decimos que
hay, por ejemplo, crisis ecológica. Vengo sosteniendo y sigo pensado que esta
crisis es consecuencia, no es causa, la causa es de orden político, tenemos una
crisis de orden político porque hemos entrado en una época donde inequívocamente
se precisa gobernanza mundial, que puede venir solo por la vía de los acuerdo.
Pero hay un conjunto de temas que se acumulan en el horizonte de la especie
humana, que ninguna sociedad puede hacerle frente por sí sola. Pero el hombre
puede, si razona como especie no si sigue razonando como país, o como clase.
Tengo que abreviar, problemas como este, un continente de bolsas de nailon más
grande que Europa organizándose en el Pacífico, el tercer Polo, la meseta del
Tíbet derritiéndose, y el 30% de la tierra desierto sin agua dulce. Crisis de
agua mientras los glaciares se derriten, crisis de agua dulce, no tenemos
contrafuerte. Sin embargo, gastamos dos millones de dólares por minuto en
presupuestos militares en el mundo, decir que no tenemos recursos es no tener
vergüenza. Entonces, sabemos lo que pasa, sabemos lo que hay que hacer, tenemos
la ciencia y tenemos la tecnología, tenemos los medios económicos y sin embargo
nos hacemos los distraídos, seguimos mirando para otro lado. ¿Eso es crisis
ecológica? No, eso es crisis de alta política. Los gobiernos están preocupados
en quién gana las próximas elecciones y metidos en su agenda y de ahí no salen
y cuanto más grandes los países peor; coqueteando con disputas de poder que “si
te como Ucrania o no te como Ucrania” y que me lo paso para acá y me lo paso
para allá, mientras se derriten los polos. ¡Mirá qué inteligente que somos! Por
eso necesitamos un orden de carácter mundial que establezca prioridades. Nos
hemos pasado 40 años discutiendo la miserable Tasa Tobin y no se pudo. No le
podemos poner freno a la especulación financiera, una punta de bancos timberos
que juegan con la suerte de la pobre gente, y no le podemos parar el carro, no
hay caso. Si eso no se llama crisis política, no sé qué es la política. Segundo
aspecto que quería señalar, esta civilización es funcional, las costumbres que
ha desatado son esencialmente funcionales a la acumulación de capital, por
encima de todas las cosas. El altar que está priorizado es la acumulación de
capital y hay que consumir y consumir y consumir, inventar porquerías para
consumir y que te pases toda la vida pagando cuotas y consumiendo como un bobo
mirando la fiambrera mientras se te va la vida, lo que no puedes comprar.
Valores, nuestro mundo es “arreligioso” o fanáticamente religioso, pero al
aparecer la primera religión, la programación de nuestras tripas, la
programación de nuestra naturaleza de carne de biología, desesperadamente
querer la vida, no la transformamos en conciencia, nos dedicamos a asesinar
nuestra propia vida y la vida ajena. Presos de cuánta cosa y no le damos valor
a esto que se nos está yendo, cada uno de nosotros tiene una única oportunidad
arriba de la tierra, es casi un milagro el estar vivo, y no creo que este mundo
sea un valle de lágrimas para el otro mundo. No compagino con esa idea de que
la gente tenga que sufrir en este mundo para ganarse el derecho en el otro
mundo, no jodan con eso. Entonces, si este es el valor fundamental hay que
hacer jugar todo lo demás en función de este valor: la vida
¿Pero qué es la
vida humana, haber nacido? La naturaleza nos dotó de una conciencia, tal vez
para recrearse, para repensarse, para autoanalizarse, somos parte de la
escalera de la propia naturaleza viva. Y entonces, acá viene otra idea olvidada
o sustituida por cláusulas grandiosas: la libertad, esa libertad de los
derechos humanos y del hombre, de la declaración francesa imponente. No, hay
una libertad al alcance de tu mano que es tener tiempo para gastarlo en las
cosas que te gustan y que a ti te motivan, que a tí será una cosa y a mí será
otra y a Juancito será otra, por eso es libertad, porque es de libre elección.
Esto es simple y es elemental pero es lo que cada día que pasa menos tenemos.
Tienes que pasarte veinte años estudiando y dentro de poco van a ser treinta
años estudiando, porque el mundo y el desarrollo tecnológico de la humanidad
requieren eso, treinta años. Y cuando seas un viejo reumático y abombado que ya
no puedas con tus huesos habrás logrado la meta. No, tampoco sirve, estas cosas
son elementales, las tenemos delante de los ojos y no las cuestionamos y se nos
escapa la vida. Entiéndanme, no quiere decir que en este mundo no haya que trabajar
y esforzarse, porque si no trabajás, no te esforzás, es porque estás viviendo a
costillas de otro y en ese caso esto es lo peor, son un parásito. Pero eso
tiene un límite y el límite es tu vida, no puedes dejar que te la roben para
pagar cuotas. Han dicho que soy el presidente pobre, yo no soy pobre un carajo,
no soy. Pobre es, y lo repito mil veces, pobre es el que precisa mucho porque
entonces no alcanza nada. Consumo lo justo porque defiendo mi libertad y
defender mi libertad es gastar el menos tiempo posible en los cacharros
materiales para sostener mi vida y tener tiempo para hacer lo que me gusta. Soy
militante no porque me paguen un sueldo, sino porque desde los catorce años
puse mi vida al servicio de mi sueño, aunque soy un viejo arruinado. Y eso no
tiene precio, no pretendo convencer, lo que pretendo es que piensen, porque la
liberación posible primero está adentro de vuestras cabezas, o se dejan que la
sociedad, el uso y las costumbres les roben la libertad o se las ingenian para
defenderla. En este marco nuestro América, porque no podemos extraer ésta
nuestra América y sufrida América Latina, rica y pobre, injusta, llena de
recursos naturales y de gente postergada, no la podemos extraer de nuestro
tiempo, llegamos tarde, venimos corriendo de atrás. Hemos pasado un par de
siglos mirando hacia Europa, hacia Estados Unidos, hacia cualquier lado, menos
mirándonos entre nosotros, como extranjeros de espaldas. Acaso nos unió algún
partido de fútbol que otro y también nos desunió. Nuestros poetas tenían que
ser reconocidos en París, si no estaban fritos y así buena parte de nuestra
cultura. Hace unos años que nos empezamos a mirar. Hay un conjunto de
presidentes que parecen gente común, son como el resto de los latinoamericanos,
no tienen pinta de estatua, están ahí y esto ha sido un progreso y hay que
defenderlo. Pero muy grande la herencia que tenemos. ¿Hasta cuándo va a estar
divorciada nuestra inteligencia? ¿Quién dijo estudiantes que son solo de
Brasil? Son de América, son de todos nosotros ¿Hasta cuándo los ingenieros o
médicos brasileros no van a poder trabajar en el Uruguay y viceversa, o en la
Argentina? Y estamos poniéndoles trabas en la frontera y se van a trabajar por
ahí en cualquier parte del mundo. ¿Hasta cuándo? ¿Hasta cuándo los programas
universitarios no son comunicativos con el conjunto de las necesidades de
nuestra América? Porque no va haber integración, y lo vuelvo a repetir, si
previamente no se integra la inteligencia. Pero la inteligencia tiene dos
derroteros, uno ser funcional al signo brutal de nuestra época: la acumulación.
O tiene el otro camino, ser servidores del pueblo que le dio origen, causa y
cometido. Universidad para multiplicar el capital o universidad para combatir
la pobreza y la miseria y no hay posiciones objetivas, independiente o hacia un
lado o hacia el otro y cada cual ocupará su lugar en la cancha. ¿A quién sirve
la inteligencia? Este es un desafío que tenemos todos por delante. Naturalmente
que tengo que hablar esquemáticamente, no tengo más remedio, la vida es mucho
más compleja, pero no se puede ser universitario y haber tenido el privilegio
de ser y tener una formación de carácter académico y no sentir la
responsabilidad que se tiene para con nuestro pueblo casi analfabeto. Esa
conciencia de la deuda social no la tiene por qué tener los hombres de empresa,
la tiene que tener el mundo de la academia, que a la larga es la memoria de la
cultura y es la construcción de la cultura del futuro. Por esto, entonces,
queridos, tenemos una época brutal de desafío, juntarnos los latinoamericanos
en todo lo que podamos. ¿Por qué? Porque como decía el amigo, estamos en un
cambio de época, el mundo se está agrupando en gigantescas unidades de carácter
continental por encima de las diferencias de fronteras, de lengua, de historia.
Critiquemos, digamos lo que queramos de la Comunidad Económica Europea que
tiene crisis, pero es el grupo humano más importante organizado que existe en
el planeta hoy. Contradicción científica y con un sinnúmero de divisiones
internas superiores a la que tiene toda América Latina, hasta por historia. Y
sin embargo ese ser se está construyendo en el Oriente, la más portentosa
superpotencia que se ha alumbrado bajo los rayos del sol está apareciendo y es
inevitable, está allí. Una gigantesca nación trasnacional que hace cuatro mil
años está allí, parada en el horizonte. Estados Unidos todos sabemos lo que es,
los recursos y la reserva que tiene junto a su casi Canadá, con su mano
generosa tendida hacia México. Pobre México, como decía Porfilio Díaz “tan
cerca y tan lejos de Dios”. Todo eso que hacemos los latinoamericanos. Estoy en
el marco del país más gigantesco, una futura potencia mundial Brasil, pero
llega tarde. Se ha dedicado demasiado a sus problemas internos y hay hasta
buenas corrientes internas que piensan cómo nos vamos a integrar con el resto
si nos tenemos que integrar adentro. Tarde piaste hermano, la historia viene
marcando el paso o conducís esta integración o no se da, pero no salgas
capitalista de San Pablo a colonizar, salí a buscar aliados, a construir las
empresas de corte latinoamericano. Precisás juntar fuerza no juntar
adversarios, porque la pelea es mucho más grande. ¿O no te das cuenta que
llegamos tarde? Pero esto no lo pueden pensar los empresarios, lo tiene que
pensar la alta política, porque la historia hay que adivinarla 30 o 40 años
antes en sus trazos más importantes y pelear para que se alumbre. Lo que ha de
ser inevitable lo mejor es organizarlo a tiempo para poder enfrentar sus
consecuencias, que también tiene, negativas. No podemos seguir haciendo
discursos a Bolívar mientras lo asesinamos todos los días, nuestras fronteras
son una engañifa ¿A qué estamos jugando? ¿Es esto crisis ecológica? No, esto es
crisis política. Por eso es el tiempo de la política más que nunca, porque por
ausencia, si no hay decisión y voluntad política entonces primará la política
que imponga el mercado y el juego libremente económico y no las necesidades de
la gente y de los hombres. Mejor dicho, o nos apretamos y combatimos para
conducir o nos conducen. Entonces este problema del Estado, este problema de la
cultura, del conocimiento, del papel de las universidades, todo hay que
colocarlo en el marco de la época que nos toca vivir y los desafíos que tenemos
por delante. Pero pienso que han aparecido algunos otros fantasmas. Es posible
que en algún momento de la historia del hombre se pueda teorizar. Ha habido
guerras justas y guerras injustas, pero de un tiempo a esta parte, con el
avance de la tecnología, todo lo que podemos contemplar en materia de guerra
significa el peor precio para los más débiles. El avance tecnológico ha
significado una muerte asegurada a control remoto y a larga distancia, donde
precisamente la guerra la padecen los más pobres y los más débiles, nunca los
responsables de la guerra. Por eso más que nunca hay que estar contra la guerra
somáticamente, lo que no significa transformarse en un cordero balador. Se
puede y se debe de luchar pero renunciando al recurso de la guerra y tratando
de apagar todas las guerras que puedan existir, porque significa lo contrario:
que sufran y que pierdan siempre los más débiles, como lo estamos viendo en el
mundo. Me parece que esto es algo importante, pero más importante el
despilfarro de recursos humanos a través de la energía de guerra. Hace unos
años cuando estaba preso, en el momento que me dejaron leer algunas revistas
científicas, había gente que había estudiado en una de las universidades de
California la posibilidad de construir un río de agua dulce por adentro de las
rocallosas, con el deshielo de Alaska. Un río que debía morir en el desierto
mexicano y calmar la sed de todo el oeste norteamericano y de una parte de
México. Recuerdo perfectamente que estaban los cálculos y los cálculos eran el
presupuesto militar de Estados Unidos en un año. ¿Por qué les pinto esta
anécdota? Porque este homo sapiens es capaz de transformar el clima de la
Mongolia, es capaz de transformar el Sahara, es capaz de llevar fertilidad a la
Patagonia, la humanidad puede. Si hubo hombres que se propusieron hace miles de
años una cordillera de piedra como la Muralla China y la hicieron. ¿Qué no
puede hacer este hombre hoy si se lo propone? ¿Por qué dejar que este barco del
cual depende nuestra vida navegue inconscientemente por el mundo sin hacer nada
para defenderla y prolongarle la existencia y defender toda la forma de vida
que hay arriba del planeta? Yo pertenezco a un montón de muchachos que peleaban
por el socialismo y por un mundo sin clase y me doy cuenta que hay que pelear
por la vida hoy, que por supuesto supone sociedades socializantes y mucho más.
Pero más que nunca hay que pelear por la existencia del planeta. Hay que darle
causa a la existencia humana como especie, hay que empezar a discutir esto,
porque el hombre es un bicho curioso, es inteligente y es una bestia, un burro,
un animal, es el único que tropieza varias veces con la misma piedra, curioso
animal maravilloso. Lo tienen que discutir ustedes muchachos, hay que ponerle
candela a la juventud, pero los sueños de ustedes no son los de nuestro tiempo.
Ustedes tienen que recoger de nuestras derrotas, de nuestros dolores, de
nuestros partos, de nuestras impotencias y tienen que apuntar a defender el
mundo en el cual les toca vivir, en el cual han nacido. Pero tienen un peligro:
que les roben la vida y los transformen en pagadores de cuota. Así de sencillo,
desesperados por cambiar el auto todos los años. No crean que yo soy un viejo
que hago una apología de la pobreza y de la miseria. No, es exactamente lo
contrario, pero vuelvo al principio: defiendan la vida, organícense para
defender la vida. Todo lo que he dicho se encierra en eso: defender la vida. En
primer término la vida humana, pero la vida humana para ser posible tiene que
cargar con la defensa de todas las vidas que nos acompañan en este barco que
anda dando vueltas en el silencio sideral.
No estén de
acuerdo, pero piensen.
Gracias.
miércoles, 14 de mayo de 2025
La doctrina social de la Iglesia
La Iglesia es lo que es,
y no hay papa que lo remedie. Pero, eso sí, León XIV puede atenuar las
consecuencias más negativas y reforzar las positivas, que también las hay.
Francisco lo hizo, aunque algo menos de lo que probablemente desearía.
La doctrina social de la Iglesia
El Viejo Topo
14 mayo, 2025
EL PAPA, LOS
PAPAS Y LA DOCTRINA SOCIAL DE LA IGLESIA
La elección de
un nuevo papa suscita inevitablemente un gran interés por el papel
internacional que desempeña esta figura, en particular en Italia, aunque la
tendencia reciente es elegir papas no italianos1.
Es evidente que, aunque se compartan determinados principios fundamentales, se
pueden adoptar posturas muy diferentes (digamos que los comunistas saben algo
al respecto). En lo que respecta a la llamada doctrina social de la Iglesia,
estos principios fundamentales están muy claros, expresados en numerosos
documentos y desarrollados con coherencia a lo largo del siglo XX. Permiten un
amplio abanico de «apoyos» posibles que pueden desplazar la labor pontificia
más hacia la derecha o hacia la izquierda; sin embargo, ningún papa ha puesto
nunca en duda las bases generales de ese sistema. Por lo tanto, si bien hay que
saludar con el debido reconocimiento las posiciones más a la izquierda de unos
frente a otros, tampoco hay que confundirse en las cuestiones de principio.
La segunda precisión es que lo que se intenta explicar se refiere a la posición
oficial de la jerarquía eclesiástica y no concierne necesariamente a las mil
almas populares del catolicismo social. Sin embargo, es bien sabido que las
jerarquías controlan estrictamente la cara «oficial» de la Santa Iglesia
Romana.
1) Las
premisas: Pío IX2
En la
encíclica Quanta cura (1864) y en el Silabario adjunto
a ella, Pío IX no combate simplemente el Estado moderno, sino la modernidad
como tal. He aquí un primer elemento que hay que tener muy presente: el
contenido antiliberal de la crítica de la Iglesia católica es anterior a la
llegada de la burguesía al poder y a la difusión mundial del capitalismo y, por
lo tanto, es totalmente antimodernista, es decir, no pretende ir más allá del
capitalismo, sino volver a un antes. Al hacerlo, Pío IX retoma a su predecesor
Gregorio XVI, que consideraba una «locura» lo siguiente:
«La libertad de
conciencia y de iniciativa es un derecho personal de todo hombre que debe ser
proclamado y afirmado en toda sociedad constituida según el derecho; y que el
derecho a una libertad absoluta reside en el ciudadano, que no debe ser
limitado por ninguna autoridad, ni eclesiástica ni civil, ya que deben poder
manifestar y declarar abierta y públicamente cualquier opinión suya, mediante
la palabra, la prensa o cualquier otro medio». 3.
Según Pío IX,
esto no es libertad de pensamiento, sino «libertad de perdición».
La crítica al
individualismo solo aparentemente podría considerarse superponible a la
realizada por los comunistas: de hecho, se ataca desde la derecha. Esto se ve
claramente en el Silabario, donde los primeros artículos están
dedicados a la desautorización de la capacidad de la razón para comprender la
realidad, los dogmas de la CC, etc. (art. 3-5). Solo a través de Dios el hombre
conoce verdaderamente, pero para los católicos romanos, a través de Dios
significa a través del Papa. El pensamiento debe estar así sometido a la verdad
revelada y no someter a prueba racional la fe (art. 10). La tercera sección
está dedicada a sostener que solo la fe católica conduce a la salvación, las
demás no, con una postura explícita contra los protestantes (art. 18). A
continuación, se declara la necesaria subordinación del Estado de derecho a la
CC (art. 20 y ss.). Sigue luego un tema muy querido por la CC actual: el
control de la educación (art. 45 y ss.). Los artículos 67 y siguientes están
dedicados a la nulidad del matrimonio civil frente al religioso según las
sanciones del Concilio de Trento.
Cito
directamente los últimos cuatro principios censurables para darles el sabor y
el estilo de los nuestros; están dirigidos contra el reconocimiento legal de la
libertad de culto4:
«77. Hoy en día
ya no hay motivo para que la religión católica sea considerada la única
religión del Estado, con exclusión de todas las demás formas de culto…
78. Por lo
tanto, se ha decidido sabiamente por ley, en algunos países católicos, que las
personas que vengan a residir en ellos puedan disfrutar de la práctica pública
de su culto particular…
79. Además, es
falso que la libertad civil de toda forma de culto y el pleno poder otorgado a
todos para manifestar abierta y públicamente cualquier opinión y pensamiento
conduzcan más fácilmente a la corrupción moral del pueblo y a propagar la plaga
del indiferentismo…
80. El
pontífice romano puede y debe reconciliarse y llegar a un acuerdo con el
progreso, el liberalismo y la civilización moderna».
En resumen, Pío
IX niega la libertad de pensamiento, de culto, de acción, la soberanía popular
(ya que el Estado, que la encarna, debe responder ante la Iglesia, que es independiente
de él) y sostiene la sumisión del pensamiento y la ciencia a la religión, etc.
Me parece que esto basta para esbozar el perfil de los contenidos políticos de
la posición antiliberal del papado.
2. El catecismo
actual
Algunos podrían
pensar que esta es la posición de la Iglesia de entonces, que hoy todo es
diferente y que también ha cambiado la situación social. Sin embargo, evaluemos
estas consideraciones a la luz de los dictados del Catecismo, redactado bajo la
dirección del entonces cardenal Ratzinger. El artículo 872 dice:
«Entre todos
los fieles, en virtud de su regeneración en Cristo, existe una verdadera
igualdad en la dignidad y en el comportamiento, y por esta igualdad todos
cooperan en la edificación del Cuerpo de Cristo según la condición y las tareas
de cada uno».
Veamos también
lo siguiente:
«Las mismas
diferencias que el Señor ha querido establecer entre los miembros de su Cuerpo
están al servicio de su unidad y de su misión».
Si, por una
parte, todos son hijos de Dios y, por lo tanto, iguales, por otra, cada uno
tiene una cualidad específica, también querida por Dios, que le asigna una
función determinada.
Así, el art.
1936 afirma:
«Se observan
diferencias relacionadas con la edad, las capacidades físicas, las aptitudes
intelectuales o morales, los intercambios de los que cada uno ha podido
beneficiarse, la distribución de las riquezas. Los talentos “no están
distribuidos en igual medida”».
Aquí las
diferencias físicas y sociales se sitúan en el mismo plano, todas ellas
enmarcadas en el proyecto divino global, como se deduce también del art. 1937:
«Estas
diferencias forman parte del plan de Dios… Las diferencias animan y a menudo
obligan a las personas a la magnanimidad, a la benevolencia, al compartir».
Así, la
desigualdad social, al igual que la física, es voluntad de Dios. El art. 1938
habla luego de «desigualdades injustas», que representan la superación del
límite de las desigualdades justas.
El razonamiento
expuesto implica que, por naturaleza (voluntad de Dios), no solo todos los
hombres son efectivamente diferentes biológicamente, sino que esta diferencia
se sitúa en el mismo plano que la estructuración social, cultural, caracterial,
incluso la posesión de la riqueza. Así, la igualdad de los individuos, afirmada
en virtud de su participación en el plan global de Dios (todos son hijos de
Dios), no excluye que se les clasifique en una escala jerárquica según su
naturaleza particular. Su dimensión social, al igual que el color de su piel,
está divinamente establecida: hay «naturalmente» roles sociales más o menos
importantes y, con la misma «naturalidad», personas más o menos aptas para
desempeñarlos; es decir, desde un punto de vista conceptual, no se distingue lo
que es natural de lo que es social5.
Existe, por tanto, una jerarquía de funciones en cuya cúspide se encuentra
evidentemente la eclesiástica (la más cercana a Dios) y en el nivel más bajo la
menos espiritual (la material)6.
3. León XIII y
la Rerum novarum
Ahora sabemos
que existen diferencias «sociales» que son «naturales», por lo que no tiene
sentido luchar por su eliminación; es más lógico que cooperen las fuerzas
encargadas de ello. Sobre estos fundamentos se escribe la primera encíclica
social, la famosísima Rerum novarum (1891) de León XIII. Esta
se enfrenta al tema de la dinámica social una vez que el capitalismo ha creado
algunas de sus condiciones fundamentales, es decir, la oposición conflictiva
entre capitalistas y trabajadores asalariados. Por lo tanto, su articulación,
en coherencia con el razonamiento expuesto, no está ligada a factores
estructurales de la organización reproductiva, sino a la escala social-natural
de las funciones, como lo estaban amo-esclavo, señor-siervo de la gleba. Las
desigualdades justas son tales por voluntad de Dios o de la naturaleza, como se
quiera, y no hay nada que hacer contra ellas. Sin embargo, lo que hay que hacer
—y en esto la Iglesia se distingue claramente del liberalismo individualista
radical— es tener en cuenta que todos son hijos de Dios; esto implica
obligaciones morales de mutualismo interclasista: el empresario no debe ser un
amo, sino un padre benevolente que vela por el bienestar de sus trabajadores y
se preocupa por su progreso económico y moral. La propiedad privada debe tener
una función pública, el beneficio no puede ser un fin en sí mismo, sino que
debe coordinarse con el progreso social. Esto dio lugar a una difusa y próspera
iniciativa empresarial católica, especialmente en el norte de Italia.
La perspectiva
política de este enfoque era claramente antisocialista: el conflicto de clases
no debía fomentarse, sino apaciguarse, el orden jerárquico de la sociedad era
natural (obviamente con la Iglesia a la cabeza como guía moral de la empresa
ilustrada). León XIII se posicionó expresamente contra el socialismo con la
primera encíclica oficial de condena, la Quod apostolici muneris de 1878,
varios años antes que la Rerum novarum, que ofrece la verdadera
respuesta a la cuestión social7.
4. Pío XI, el
salto de calidad
Si León XIII había
sentado las bases de un espíritu empresarial organicista dirigido desde arriba
y de carácter paternalista como respuesta al socialismo, un importante salto
cualitativo se produjo con la Revolución Rusa, el advenimiento del fascismo y
el agravamiento del conflicto de clases y interimperialista en el plano
internacional. El papa que se enfrentará a este nuevo nivel de confrontación y,
por tanto, a la formulación teórica correspondiente, es Pío XI. La condena
oficial del comunismo como movimiento político y del materialismo histórico
como doctrina filosófica por parte del papado sigue siendo su encíclica Divini
Redemptoris de 19378.
La primera parte de la encíclica está dedicada a la refutación del materialismo
histórico y no se puede profundizar en ella porque ocuparía demasiado espacio;
se puede afirmar brevemente que lo que se ataca es una versión parcial y
conveniente. En la segunda parte, Pío XI hace algo que sus colegas rara vez
hacen: además de condenar el comunismo, declara qué práctica
político-organizativa se ajusta mejor a la orientación teórica desarrollada en
las décadas anteriores. Por un lado, la condena del capitalismo y del mundo
liberal sigue en pie, por lo que no puede representar una vía posible; pero
entonces, ¿qué? La solidaridad, la misericordia, la colaboración mutua. Estas
formulaciones abstractas no tienen en realidad ningún contenido, porque se
adaptan a una miríada de configuraciones posibles, las más diversas entre sí, y
ahí radica precisamente la superioridad de Pío XI: da una indicación
extremadamente precisa. En primer lugar, sin falsas hipocresías, dice
textualmente en el § 33:
«No es cierto
que todos tengan los mismos derechos en la sociedad civil. No es cierto que no
exista en ella una jerarquía social legítima».
Y él mismo
remite a León XIII. Gracias al análisis del Catecismo sabemos por qué. Pero lo
interesante es reiterar por qué se reivindica la desigualdad: porque los
comunistas, perniciosamente, reivindican la igualdad desde su punto de vista:
«En las
relaciones humanas con otros individuos, los comunistas aceptan el principio de
la igualdad absoluta, rechazando toda jerarquía y autoridad constituida
divinamente, incluida la autoridad de los padres».
Dado que la
desigualdad es divina y los comunistas quieren eliminarla, Pío XI acepta que el
Estado haga respetar el orden jerárquico natural-social (§ 33) creando un orden
particular. Pero, ¿qué tipo de Estado? Pío XI no se esconde: el corporativismo.
Veamos el § 32:
«Hemos indicado
cómo se puede restaurar una prosperidad sólida de acuerdo con los verdaderos
principios de un sistema corporativo sano, que respete la estructura jerárquica
propia de la sociedad; y cómo todos los grupos ocupacionales deben fusionarse
en una unidad armoniosa inspirada en el principio del bien común. Y la función
genuina y principal de la autoridad civil consiste precisamente en la promoción
eficaz de esta armonía y en la coordinación de todas las fuerzas sociales».
Y si alguien
pensara que se refiere a un corporativismo hipotético, también en este caso se
disipa toda duda. El § 54 dice:
«Si, por lo
tanto, consideramos toda la estructura económica de la sociedad, como hemos destacado
en nuestra encíclica Quadragesimo anno, el reino de la colaboración mutua entre
la justicia y la caridad en las relaciones socioeconómicas solo puede
alcanzarse gracias a un conjunto de organizaciones profesionales e
interprofesionales, fundadas sobre una base cristiana sólida, que trabajen
juntas para poner en práctica, en formas adaptadas a los diferentes lugares y
circunstancias, lo que se ha llamado corporación».
Si recordamos
que la encíclica es de 1937, «lo que se ha llamado corporación» tiene claras
referencias históricas]. Es el mismo papa quien dijo que Mussolini era el
«hombre de la Providencia».
Corriendo hacia
hoy, o mejor, hacia ayer
Si el fascismo
es la versión «dura» del corporativismo, lo que ocurre en Italia después de la
Segunda Guerra Mundial, en la República Democrática, puede definirse como la
versión «blanda». La organización industrial y productiva del país pasa del
fascismo a la República con gran continuidad; el IRI no solo sigue siendo un
gigante económico, sino que incluso amplía su ámbito de actuación. El Estado
empresario gusta a los católicos, pero naturalmente también gusta a los
comunistas, que con el plan de reformas estructurales quieren llevar el proceso
gradualmente hasta sus últimas consecuencias. No se trata ciertamente de un
Estado liberal puro: aunque sea a costa de sangrientas luchas, se arranca toda
una serie de derechos a los trabajadores. Sin embargo, la presencia
asistencialista del Estado y su uso paternalista y clientelista no contradicen
el sistema teórico descrito anteriormente. El peligro comunista es el
desarraigo del sistema dirigista-católico-paternalista, no la idea del
mutualismo social; basta con que el mutualismo no conduzca al desmantelamiento
del sistema. Por lo tanto, conceder derechos a medias es aceptable; sin
embargo, el temor es que, a fuerza de ceder pedazos, al final se ceda todo el
pastel, por lo que es mejor proceder con parsimonia y con un control extremo9.
Sería ingenuo e
incorrecto concluir de lo anterior que todos los papas (y las orientaciones
políticas del Vaticano) son iguales y que, por lo tanto, es indiferente quién
sea el papa; sería un extremismo ingenuo que perdería de vista las muchas
posiciones posibles, con grados muy diferentes de dramatismo social, que
existen entre la versión dura y la versión blanda. Por lo tanto, si el
horizonte de referencia general sigue siendo el mismo, hay una gran diferencia
entre atacar o defender el imperialismo financiero, respaldar o oponerse a las
guerras que se derivan de él, ser drástico o benevolente con quienes se
encuentran en situaciones de indigencia o migración.
En su
encíclica Fratelli tutti10,
el papa Francisco adopta una posición clara contra la economía financiera y sus
especulaciones, situándolas en la base de la actual crisis mundial (§§ 12, 52,
53, 75, 109, 144). Son sus efectos perversos los que determinan las relaciones
desequilibradas con los países más pobres y, por lo tanto, su explotación (§§
122, 125, 126), así como la causa de la cultura globalista vacía y
homogeneizadora (§ 100) y del individualismo paradójico que la refleja (§§ 12,
105, 144). Llega a sostener que el problema de fondo es el mercado, que es una
mera ilusión pensar que puede autorregularse (§§ 33, 109), posición que se
define duramente como «dogma neoliberal» (§ 168). Se invocan instituciones que
lo regulen a nivel mundial (§ 138), porque sin este tipo de regulación la
libertad y la justicia siguen siendo palabras vacías (§§ 103, 108, 170-172).
Afirma incluso que la propiedad no es sagrada, sino un derecho secundario (§
120) y debe tener una función social (§ 118).
Sin embargo,
también critica el populismo, estigmatizando la política de cierre hacia los
migrantes (§ 39); condena la esclavitud a la que están condenados por el mismo
sistema mencionado anteriormente (§§ 86, 130-132), trata de distinguir entre
las reivindicaciones populares legítimas y el populismo (§§ 157 ss.), critica
la pseudocomunicación vinculada al mundo de las redes sociales (§ 42) y el
horror de la violencia y la agresividad que produce (§ 44).
Quienes han
tenido la paciencia de llegar hasta aquí saben que en estas posiciones no hay
nada innovador ni revolucionario; todo lo afirmado se inscribe más o menos con
precisión en el marco reconstruido. Sin embargo, esto no debe llevar a errores
de signo contrario: el primero es creer que el Papa ha sido un «comunista» o
considerar el planteamiento teórico general que se deduce de sus posiciones
como algo deseable. Por otra parte, sin embargo, sería igualmente absurdo no
identificar los elementos de posible convergencia estratégica, la fructífera
posibilidad de colaboración.
Esta es la
cuestión: el llamado «rojo-marrón» no capta las diferencias y lo mezcla todo
indistintamente en el «estar en contra». No captar las diferencias es un error
garrafal, porque se acaba trabajando de todos modos para otro enemigo diferente
del actual, pero enemigo al fin y al cabo. Esto no excluye que se pueda
colaborar estratégicamente para determinados objetivos comunes, es decir,
teniendo plena conciencia teórica y práctica del momento en que hay que
detenerse y seguir llamando a las cosas por su nombre.
En cuanto al
papa recién elegido, es obviamente imposible predecir lo que hará. Sin duda,
seguirá moviéndose en el marco de referencia trazado en lo que respecta a las
coordenadas generales, esperemos que inclinando la balanza hacia soluciones
«suaves» de concertación global. La elección del nombre podría sugerir
precisamente un vínculo con el León del siglo pasado y su intento «pacificador»11.
En los tiempos que corren, sería una actitud apreciable.
Notas
1 A
partir de Juan Pablo II (polaco), hemos tenido un papa alemán (Benedicto XVI,
Ratzinger) y ahora uno estadounidense. Antes de Wojtila, el último papa no
italiano había sido Adriano VI (1522-1523), cuyo nombre de pila era Adriaan
Florensz, flamenco de Utrecht.
2 A
continuación, retomo partes del texto de una contribución mía de hace unos 25
años, eliminando las partes más polémicas y beligerantes que la animaban en su
momento para centrarme en las cuestiones de fondo.
3 El
texto reproducido está traducido de la versión inglesa, por lo que es posible
que haya pequeñas diferencias con respecto a la versión italiana
comercializada. Lo mismo ocurre con las citas de encíclicas que siguen.
4 Se
recuerda que el silabo no desarrolla críticas, sino que simplemente enumera y
censura 80 conceptos presentados con las palabras de quienes los defienden.
5 Esto
se ve también en Dante, Paradiso, VIII, vv. 115-126 y 138-148, pero también en
XXVI, vv. 64-66; pero para la fuente filosófica, véase Tomás de Aquino, Summa
Theologica, I. q. VI, 4 y II. II, q. XXVI.
6 Aquí
es evidente el fundamento de este razonamiento en la teoría aristotélica de la
esclavitud.
7 Pío
X, sucesor de León XIII, retomará la crítica de la modernidad condenando sus
«intrusiones» en el contexto católico con la igualmente famosa encíclica
Pascendi domini gregis de 1907, dirigida precisamente contra el movimiento
«modernista».
8 Juan
Pablo II, en su encíclica social Fides et Ratio de 1998, en el § 54, hace
referencia explícita a toda esta estratificación documental; la función de este
párrafo es remitir a todos los documentos anteriores sobre temas filosóficos,
siempre en aras de la continuidad y la condena.
9 Reitero,
para evitar equívocos, que no se está hablando aquí del cristianismo social
básico, sino solo de las perspectivas de la jerarquía.
10 También
aquí retomo partes del texto desarrolladas en otro artículo escrito en su
momento sobre esta encíclica.
11 Robert
Francis Prevost es el primer papa agustino de la historia. A pesar de la
referencia a San Agustín, los agustinos, al igual que los dominicos y los
franciscanos, son una orden medieval, originalmente de naturaleza ermitaña
mendicante, pero que progresivamente se convirtió también en conventual. Además
del vínculo «ideológico», otra razón que explica la elección del nombre podría
ser más prosaicamente que León XIII inició la canonización de algunas figuras
de la orden, creó cardenales y apoyó su relanzamiento vocacional, devolviendo
vitalidad al movimiento tras la profunda crisis que había vivido con las
supresiones ilustradas en Europa y América Latina.
Fuente: Marx
dialectical studies
Artículo
seleccionado por Carlos Valmaseda para la página Miscelánea de
Salvador López Arnal
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martes, 13 de mayo de 2025
Paradoja del mentiroso
La verdad subjetiva se
opone a la verdad fáctica de un modo análogo a la oposición entre la histeria y
la neurosis obsesiva: la primera es una verdad en forma de mentira, la segunda
una mentira en forma de verdad.
Paradoja del mentiroso
El Viejo Topo
13 mayo, 2025
BIENVENIDOS A
LA CIVILIZACIÓN DE LA PARADOJA DEL MENTIROSO
La llamada
paradoja del mentiroso (“lo que digo es falso”) ha sido discutida hasta la
saciedad desde la antigua Grecia hasta la India y la filosofía del siglo XX. La
paradoja implica que si mi afirmación es verdadera, entonces es falsa (“si
lo que estoy diciendo es falso, entonces lo que estoy diciendo no es falso”), y
viceversa. En lugar de perder el tiempo en la interminable red de argumentos y
contraargumentos, dirigiremos nuestra mirada a Jacques Lacan, quien propuso una
solución especial a este problema al distinguir entre enunciado y enunciación,
es decir, entre el contenido del enunciado y la posición
subjetiva implicada o expresada en el acto de enunciación. Tan pronto como
introducimos esta distinción, notamos inmediatamente que en sí misma una
afirmación como “todo lo que digo es falso” puede ser al mismo tiempo verdadera
y falsa, pero también que una frase como “siempre digo mentiras” puede
representar perfectamente mi percepción subjetiva de vivir una existencia
inauténtica o falsa. Lo mismo ocurre a la inversa: la afirmación «sé que soy un
pedazo de mierda» puede ser literalmente cierta en sí misma ,
pero falsa en el nivel de la posición subjetiva que pretende mostrar; podría
ser, por ejemplo, algo que digo para presentarme ante los demás como alguien
que es al menos honesto consigo mismo y que NO es completamente «un pedazo de
mierda»… Nuestra respuesta a este último orador podría ser parafrasear un
famoso chiste de Groucho Marx: «Actúas como un pedazo de mierda y admites que
eres un pedazo de mierda, pero eso no nos engañará, ¡eres un pedazo de
mierda!».
¿Por qué perder
el tiempo con estas trilladas y cansadas paradojas lógicas? Porque en la era de
la “posverdad” del populismo de derecha, la explotación de esta paradoja ha
alcanzado un verdadero auge: el discurso político actual ya no puede entenderse
sin introducir la distinción entre enunciado y enunciación. Entramos en el
mundo real . Tras la reelección de Trump en 2024, Alexandria
Ocasio-Cortez, que conservó su escaño en el Congreso, hizo un llamamiento
público a sus electores que votaron por ella en el Senado pero por Trump como
presidente para que intentaran comprender por qué tomaron una decisión tan
extraña y divisiva. La congresista consideró que la razón principal,
contrariamente a los cálculos manipuladores de Kamala Harris y otros
demócratas, fue que ella y Trump parecían más sinceros a los ojos de los
votantes. Esta es también la razón por la que, cuando Trump se ha contradicho o
ha sido descubierto mintiendo descaradamente, paradójicamente estas
revelaciones sólo le han servido de algo: para sus partidarios, sus mentiras
son prueba de que simplemente está actuando como un ser humano normal que no se
basa únicamente en sus asesores expertos, sino que dice sin rodeos lo que le
viene a la mente. En otras palabras, las mismas inconsistencias y falsedades de
las declaraciones de Trump funcionan como una señal de que, a nivel de la
declaración, él habla como cualquier otro ser humano auténtico y sincero: una
demostración perfecta de cómo es posible falsificar incluso la posición
subjetiva implícita en una declaración.
La verdad
subjetiva se opone a la verdad fáctica de un modo análogo a la oposición entre
la histeria y la neurosis obsesiva: la primera es una verdad en forma de
mentira, la segunda una mentira en forma de verdad. Tanto el populismo de
derecha como la corrección política de la izquierda liberal practican estas dos
formas complementarias de mentira (que reflejan la distinción entre histeria y
neurosis obsesiva). Por una parte, la afirmación histérica afirma la verdad en
forma de mentira: lo que se dice no es literalmente cierto,
sino que la mentira expresa de forma engañosa una denuncia auténtica. Por otra
parte, lo que la afirmación obsesiva expresa como literalmente verdadero
no es más que una verdad al servicio de una mentira más compleja y articulada.
Tanto los populistas como los liberales políticamente correctos hacen un uso
extensivo de ambas estrategias.
Primero: todo
el mundo miente sobre los hechos si eso ayuda a corroborar lo que los
populistas llaman “la Verdad superior” de sus respectivas Causas. Por ejemplo,
algunos fundamentalistas religiosos afirman “mentir por Jesús”: para prevenir
el “horrible crimen” del aborto, consideran aceptable difundir falsas
“verdades” científicas sobre la vida de los fetos y los riesgos de interrumpir
un embarazo; o bien, para apoyar la lactancia materna, estos fundamentalistas
consideran aceptable presentar como un “hecho científico” la teoría que
identifica una correlación entre la abstención de la lactancia materna y el
cáncer de mama. El manifestante populista anti-inmigración promedio difunde sin
vergüenza historias no verificadas sobre violaciones y otros crímenes cometidos
por refugiados, con el fin de reforzar y difundir la opinión de que los
inmigrantes representan una amenaza seria para nuestra forma de vida. Pero
incluso los partidarios liberales de la corrección política a menudo operan de
manera similar: por ejemplo, cuando omiten deliberadamente las diferencias
objetivas entre los “estilos de vida” de los inmigrantes y los europeos, porque
mencionarlas podría exponerlos a críticas de eurocentrismo.
Recordemos el caso de Rotherham, en el Reino Unido, donde hace una década la
policía descubrió que un grupo de paquistaníes estaba en el centro de una red
de abusos a menores que, según algunos informes, afectó a más de mil niñas británicas
muy jóvenes, en su mayoría blancas, a lo largo de varias décadas: los datos
fueron ignorados o minimizados para no provocar una reacción islamófoba…
La estrategia
opuesta –la de mentir diciendo la verdad– es utilizada con
igual frecuencia por ambos polos. Si bien es muy claro que los populistas
antiinmigración propagan estratégicamente falsedades descaradas, también es
cierto que utilizan migajas de verdad factual para dar un aura de veracidad a
sus mentiras racistas; Por otra parte, también es cierto que los propios
partidarios de la corrección política practican este sutil arte de mentir
a través de la verdad : en su lucha contra el racismo y el sexismo, de
hecho, a menudo se refieren a hechos cruciales, a los cuales, sin embargo, a
menudo dan un significado engañoso. Mientras que por un lado la protesta
populista proyecta sobre el enemigo externo la frustración real y el
sentimiento generalizado de confusión del pueblo, por otro lado la
izquierda liberal de la corrección política utiliza sus
verdaderos valores y principios emancipadores (como la denuncia del sexismo y
el racismo en el lenguaje, etc.) para reafirmar su superioridad moral, y
obstaculizar así un verdadero cambio socioeconómico.
La ironía
suprema es que la derecha populista, aunque condena el relativismo histórico en
teoría (si sus autojustificaciones merecen ser llamadas teorías),
lo utiliza en la práctica incluso más brutalmente que la izquierda liberal.
En cualquier caso, la postura correcta no es atenerse a la simple realidad de
los hechos: en cierto sentido, de hecho, HAY “hechos alternativos”, ciertamente
no en el sentido de discutir sobre si el Holocausto ocurrió o no. Por cierto,
todos los revisionistas del Holocausto que he conocido, desde David Irving en
adelante, afirman de manera rigurosamente empírica que están comprobando “los
datos”: ¡ninguno de ellos habla de relativismo posmoderno! Los “datos”
constituyen un dominio cada vez más vasto e impenetrable, el problema es que
los observamos desde lo que la hermenéutica llama un cierto horizonte
de comprensión, privilegiando algunos y omitiendo otros. Todas nuestras
Historias no son más que eso: cuentos, combinaciones de datos (seleccionados)
en narrativas coherentes; nunca son reproducciones fotográficas de la realidad.
Por ejemplo, un historiador antisemita podría fácilmente escribir un resumen
del papel de los judíos en la vida social de Alemania en la década de 1920,
mostrando cómo en realidad eran mayoría en muchos campos profesionales
(abogados, periodistas, artistas): todo –probablemente– más o menos cierto,
pero claramente al servicio de una mentira. Las mentiras más efectivas son
aquellas que mezclan falsedad y verdad, mentiras que reproducen –o pretenden
reproducir– sólo datos factuales.
Tomemos la
historia de un país: puede contarse desde un punto de vista político
(centrándose en los caprichos del poder), o puede centrarse en el desarrollo
económico, las luchas ideológicas, la miseria social o los movimientos de
protesta. Cada uno de estos enfoques puede estar respaldado con precisión por
hechos, pero eso no los hace a todos igualmente “verdaderos” en el pleno
sentido de la palabra. No hay nada de “relativista” en el hecho de que la
historia humana siempre haya sido narrada desde un determinado punto de vista y
apoyada por ciertos intereses ideológicos. Lo más difícil es mostrar cómo estos
puntos de vista “interesados” no son todos igualmente verdaderos,
que algunos de ellos son en realidad más “verdaderos” que otros. Por ejemplo,
si uno cuenta la historia de la Alemania nazi desde el punto de vista del sufrimiento
de los oprimidos y si uno se deja guiar por un interés universal en la
emancipación humana, ya no se trata simplemente de otro punto de vista
subjetivo: esa interpretación de la historia es también inmanentemente “más
verdadera”, porque describe adecuadamente la dinámica de la totalidad social
que dio origen al nazismo. Los “intereses subjetivos” no son equivalentes, y no
sólo porque unos sean éticamente preferibles a otros, sino sobre todo porque
los “intereses subjetivos” no existen fuera de una sociedad: son en sí mismos
momentos de la sociedad, formados por participantes activos (o pasivos) en los
mismos procesos sociales. Por eso no puede haber narrativas “neutrales” u
“objetivas” de la guerra en Medio Oriente o de la agresión rusa contra Ucrania:
la verdad sobre estos acontecimientos sólo puede contarse desde la
perspectiva de una víctima. El título de una de las primeras
obras maestras de Habermas, Conocimiento e interés , es quizás
más relevante que nunca.
Para
profundizar en esta dimensión, conviene movilizar otra noción que juega un
papel fundamental en el análisis actual de la ideología: la noción de
interpasividad introducida por Robert Pfaller. La interpasividad se opone
a la List der Vernunft (astucia de la razón) de Hegel, según
la cual yo soy activo a través del otro: es decir, puedo permanecer pasivo,
sentado cómodamente en un segundo plano, mientras el Otro actúa en mi lugar. En
lugar de golpear el metal con un martillo, la máquina puede hacerlo por mí; En
lugar de hacer girar el molino yo mismo, el agua puede hacerlo por mí: logro mi
objetivo interponiendo otro objeto natural entre mí y el objeto sobre el que
estoy trabajando. Lo mismo puede suceder a nivel interpersonal: en lugar de
atacar directamente a mi enemigo, inicio una pelea entre él y otro, de modo que
puedo observar cómodamente cómo ambos se hacen pedazos. En el caso de la
interpasividad, en cambio, soy pasivo gracias al otro: le concedo el aspecto
pasivo (el goce) de mi experiencia, mientras que yo puedo permanecer activamente
involucrado (por ejemplo, puedo seguir trabajando por la noche mientras el VCR,
mirando la televisión en mi lugar, disfruta pasivamente en mi lugar, o puedo
hacer arreglos financieros para la herencia del difunto mientras los otros
presentes en el funeral lloran al difunto en mi lugar).
Esto nos lleva
al concepto de actividad falsa: las personas no sólo actúan para
cambiar algo, sino que también pueden actuar para evitar que algo suceda, de
modo que nada cambie. He aquí la estrategia típica del neurótico obsesivo: se
activa frenéticamente con el único objetivo de impedir que suceda algo real. En
una situación de grupo donde la tensión amenaza con estallar, el obsesivo habla
todo el tiempo para evitar ese momento de silencio incómodo que obligaría a los
participantes a confrontar abiertamente la tensión en el aire. Durante el
tratamiento psicoanalítico, los neuróticos obsesivos hablan incesantemente,
inundando al analista con anécdotas, sueños e ideas: su actividad incesante se
sostiene por el temor subyacente de que si dejan de hablar aunque sea por un
momento, el analista podría hacerles la pregunta que realmente importa; en
otras palabras, hablan para mantener al analista paralizado. En la mayor parte
de la política progresista actual, el peligro no es la pasividad, sino la
pseudoactividad, la compulsión de ser activo y participar. La gente interviene
en cada momento con la intención de “hacer algo”; Los intelectuales se
involucran en debates sin sentido sin fin, mientras que lo realmente difícil
sería dar un paso atrás y retirarse de todo esto…
Los que
ostentan el poder a menudo prefieren la participación crítica al silencio,
porque a través de ella pueden implicarnos mejor en su diálogo, garantizando
así que se rompa nuestra pasividad perturbadora. El énfasis absoluto en la
necesidad de actuar, de hacer algo, delata la posición subjetiva de no querer
realmente hacer nada. Cuanto más hablamos de la inminente catástrofe ecológica,
menos preparados estamos para hacer algo al respecto. En contraste con ese modo
interpasivo, en el que estamos activos todo el tiempo para asegurarnos de que
nada cambie realmente, el primer paso verdaderamente crítico sería retirarnos a
la pasividad y negarnos a participar. Este primer paso sería de hecho el único
que podría allanar el terreno para una actividad real, para un acto que
cambiaría efectivamente las coordenadas de nuestra constelación.
Las cosas se
vuelven aún más complejas cuando se trata del acto particular de disculparse:
si he lastimado a alguien con un comentario grosero, lo correcto para mí es
ofrecer una disculpa sincera, y lo correcto para la otra persona es decir algo
como: «Gracias, lo aprecio, pero no me ofendí, sabía que no lo decías en serio,
así que realmente no me debes una disculpa». La cuestión, por supuesto, es que,
si bien el resultado final es que no es necesaria una disculpa, aun así hay
que pasar por todo el proceso; “No tienes que disculparte” sólo puedo decirlo
después de haber ofrecido mis disculpas. Así es, incluso si formalmente “no
pasó nada” y una disculpa es innecesaria, esta dinámica produce una ganancia
real (y quizás hasta salve una amistad). Las disculpas tienen éxito cuando se
proclaman superfluas. Una estrategia similar se pone en juego cuando una
admisión rápida sirve como justificación para evitar una disculpa real (“¡Dije
que lo sentía, así que cállate y deja de molestarme!”).
El Partido
Comunista Chino (entre muchos otros actores políticos) ha proporcionado un
modelo similar de manipulación de la brecha entre declaración y enunciación.
Los chinos han aprendido la lección del fracaso de Gorbachov: el reconocimiento
pleno y total de los “crímenes fundamentales” sólo hace caer todo el sistema.
Por tanto, hay que seguir negando los «crímenes fundamentales» del régimen: es
cierto que se denuncian algunos «excesos» y «errores» maoístas (el Gran Salto
Adelante y la hambruna devastadora que siguió, o la Revolución Cultural), pero
al mismo tiempo se establece como fórmula oficial la evaluación que Deng hace
de la obra de Mao (setenta por ciento positiva y treinta por ciento negativa).
Esta evaluación funciona como una conclusión formal que hace superflua
cualquier reelaboración posterior. Aunque Mao es treinta por ciento malo, el
impacto simbólico total de esta admisión queda neutralizado: él continúa siendo
celebrado como el padre fundador de la nación, con su cuerpo en un mausoleo y
su imagen en cada billete. Se trata de un claro caso de negación fetichista:
aunque sabemos muy bien que Mao cometió errores y causó un sufrimiento inmenso,
su figura permanece mágicamente indemne ante estos hechos. De este modo, los
comunistas chinos han conseguido tener todo a mano: los cambios radicales
introducidos en la política social (en primer lugar, la liberalización
económica) combinan perfectamente con la aparente continuación de la línea
anterior del Partido. El procedimiento aquí es el de la neutralización (o
mejor, lo que Freud llamó Isolierung): admitir las cosas horribles
pero prohibir cualquier reacción subjetiva (el horror ante lo sucedido) –
millones de muertes se convierten en un hecho neutral. Cuando los medios
israelíes (y occidentales) hablan hoy de la destrucción de Gaza, ¿no están
practicando este tipo de neutralización? Los terroristas de Hamás torturan y asesinan,
mientras que las víctimas de las FDI siempre son simplemente eliminadas o neutralizadas …
Luego
están los rumores (me refiero aquí al libro de Mladen
Dolar, Rumors , publicado por Polity Press en 2024), que
funcionan de manera extraña en lo que respecta a la verdad: el hecho como tal,
la verdad fáctica de un rumor, queda en suspenso (o más bien se trata con
indiferencia – “No sé si es verdad, pero esto es lo que oí…”), mientras que su
contenido conserva intacta su eficacia simbólica: disfrutamos contando
indiscreciones, nos fascinan. Se trata de un fenómeno distinto de la negación
fetichista (“sé muy bien que no es verdad, pero aun así… lo creo”), casi una
especie de inversión de esta, es decir: “no puedo decir que creo que esto sea
verdad, que realmente ocurrió, pero aun así… esto es lo que sé”. En lo que
respecta al ejercicio del poder, el espacio para las indiscreciones es ambiguo.
Los rumores “sucios” pueden apoyar al poder y su autoridad (desde Ataturk hasta
Tito), pero a veces también juegan un papel decisivo en disturbios y
disturbios, incluidas las protestas contra la inmigración (Europa está ahora
llena de rumores sobre inmigrantes que violan a nuestras mujeres y cómo las
autoridades censuran las noticias sobre estas violaciones). Luego están también
lo que uno podría verse tentado a llamar “buenas voces”, que a veces son
necesarias para desencadenar una explosión revolucionaria. Un ejemplo de ello
es el Gran Miedo (la Grande Peur), el pánico general que tuvo lugar
entre el 17 de julio y el 3 de agosto de 1789, al comienzo de la Revolución
Francesa.
No puedo dejar
de añadir a esta lista un caso único en la historia del cine. La obra
cinematográfica de Luchino Visconti se caracteriza por una tensión entre el
compromiso político comunista y una fascinación por la Cosa incestuosa. Esto
último tiene para él un evidente peso político, como lo tiene también el
disfrute decadente de las antiguas clases dominantes en ruinas. Los dos
ejemplos supremos de este encanto mortal son sin duda Muerte en Venecia y
la obra maestra en blanco y negro menos conocida Vaghe stelle dell’Orsa ,
una joya del cine de cámara. Lo que ambas películas tienen en común no es sólo
la pasión “privada” y prohibida que lleva a la muerte (la pasión del compositor
por el bello muchacho en Muerte en Venecia , la pasión
incestuosa de hermano y hermana en Vaghe stelle por otro
lado), sino también el dualismo entre el compromiso político del artista de
izquierdas (hasta su muerte Visconti fue miembro del Partido Comunista
Italiano) y su fascinación por el disfrute decadente de la clase dominante
arruinada (un placer en el dolor); un dualismo que actúa como una división elemental
entre enunciado y enunciación. Es como si Visconti, como un típico
revolucionario puritano moralista, condenara públicamente aquello que disfruta
y le fascina personalmente, como si su apoyo público a la abolición política de
la vieja clase se hubiera “transfuncionalizado” en una herramienta a través de
la cual procurarse un placer decadente en el dolor, observando el espectáculo
de su propia ruina. ¿No se aplica lo mismo a distopías como El cuento
de la criada? ¿No nos fascinan secretamente las descripciones detalladas de
la opresión de las mujeres que todos, por supuesto, condenamos?
Los rumores parecen
encajar perfectamente con la situación actual, que muchos caracterizan
erróneamente como la era de la “muerte de la verdad”. La implicación de quienes
usan este término es que alguna vez (digamos hasta los años 1980), a pesar de
todas las manipulaciones y distorsiones, la verdad siempre prevalecía de alguna
manera, mientras que la «muerte de la verdad» representaría un fenómeno de
fecha reciente. Sin embargo, un rápido vistazo nos dice que no es así en
absoluto: ¿cuántas violaciones de los derechos humanos y crisis humanitarias
han permanecido invisibles, desde la guerra de Vietnam hasta la invasión de
Irak? Basta recordar los tiempos de Reagan, Nixon, Bush… El pasado no era en
absoluto más “veraz”, la cuestión es más bien que antes la hegemonía ideológica
era mucho más fuerte: en lugar de la gran confusión actual de “verdades
locales”, en el pasado una única “verdad” (o, más bien, una gran Mentira) prevalecía
fácilmente y durante mucho tiempo sin ser alterada. En Occidente, ésta ha sido
la Verdad liberal-democrática (con sus versiones de izquierda y de derecha). Lo
que está sucediendo hoy con la ola populista, que ha sacudido al establishment
político occidental, es precisamente el colapso de esa Verdad/Mentira que
durante décadas ha funcionado como la base ideológica de ese establishment. Y
la razón última de este colapso no fue en absoluto el ascenso del relativismo
posmoderno, sino más bien el fracaso político del establishment gobernante, su
incapacidad para mantener su hegemonía ideológica.
Ahora
comprendemos mejor qué es lo que en realidad deploran quienes lamentan la
“muerte de la verdad”: la desintegración de una gran Narración, más o menos aceptada
por la mayoría, que trajo estabilidad ideológica a la sociedad. El secreto de
quienes maldicen el “relativismo histórico” es que han perdido la base sólida
bajo los pies de una gran Verdad (o una gran Mentira) que proporcionaba a todos
un “mapa cognitivo” de partida común. En resumen, son precisamente aquellos que
deploran la “muerte de la verdad” los verdaderos y más radicales agentes de
esta muerte: su lema implícito es el atribuido a Goethe, “besser Unrecht als
Unordnung” –mejor injusticia que desorden; Más vale una gran mentira que
una realidad compuesta de una amalgama de mentiras y verdades. Por eso, cuando
escuchamos que, bajo el continuo “colapso del ecosistema informativo”, nuestra
sociedad se está desmoronando, debemos tener muy claro lo que esto significa:
no solo que abundan las noticias falsas, sino que lo que se está desintegrando
es la gran Mentira que ha mantenido unido nuestro tejido social hasta ahora. La
“muerte de la verdad” abre así la posibilidad de una nueva verdad auténtica… o de
una nueva Gran Mentira aún peor. ¿No es esto lo que está sucediendo con el
retroceso de la democracia liberal, su gradual eclipsamiento por las múltiples
figuras del neofascismo, desde el populismo neofeudal hasta el autoritarismo
religioso?
Fuente: Charta Sporca
Una gran noticia. Los Planes de Pensiones de Empleo van camino del naufragio
Una gran noticia. Los Planes
de Pensiones de Empleo van camino del naufragio
DIARIO OCTUBRE / mayo 13, 2025
La lucha es el único camino porque, si bien la victoria es difícil, sin combate la derrota está garantizada.
La gestión del
dinero la realizan VisaCaixa, BBVA, Santander, Ibercaja y Caser. Los
consejeros, los cinco designados por el gobierno (todos ellos exdirectivos de
grandes bancos), cuatro representantes de la patronal y cuatro de los
sindicatos, deberían recibir jugosas retribuciones, en parte vinculadas al
desarrollo de los Planes. En concreto: 40.000 euros por las reuniones que se
llevaran a cabo, más una cantidad extra por cada reunión adicional, con un
máximo de 22 al año.
Esos Planes,
creados por el Gobierno PSOE -Sumar mediante reforma de la Ley
General de Seguridad Social que se incluirían en los Convenios Marco mediante
acuerdo de la patronal y los sindicatos, debían ser, tanto un instrumento de
privatización de las pensiones, como de captación de dinero fresco para el
capital financiero, sacándolo de los bolsillos de los trabajadores.
Este
procedimiento, que ya está vigente para los empleados del Estado y grandes
empresas como Telefónica, se incluyó en 2023, en el Convenio Marco de la
Construcción, sin que los más de un millón de trabajadores afectados tuvieran
noticia de ello.
La complicidad
de CCOO y UGT, que participan en la gestora junto a la patronal y se reparten
cantidades anuales en torno al millón de euros (sólo por lo que respecta a la
gestión del Fondo de empleados públicos) ha hecho posible el secretismo, clave
para la ejecución de los planes.
La ocultación y
el engaño no han podido mantenerse mucho tiempo. Numerosos sindicatos de clase
en desacuerdo con dichos planes han venido realizando asambleas y difundiendo
información, sobre todo en el sector del Metal, mucho más organizado que el de
la Construcción, y el siguiente candidato a incluir esos Planes en el próximo
Convenio Marco.
Además, dichos
sindicatos han firmados recientemente un importante documento en el que, además
de denunciar colectivamente los Presupuestos de Guerra, se comprometen a
impedir que esos Planes se lleven a cabo en las empresas y sectores en los que
intervienen.
El documento
completo se puede consultar aquí. https://encuentromo.org/
La noticia de
la dimisión de esos gestores pone de relieve la parálisis del proyecto, que
“pretendía sumar más de 2.500 millones de euros en tres años, pero han pasado
más de dos años y medio y aún no ha entrado ni un euro”.
Tampoco cabe duda
de que la lucha de la clase obrera, máxime cuando se lleva a cabo de forma
unitaria, consigue frutos y paraliza proyectos que como éste y como tantos
otros, se basan en la ignorancia cuidadosamente amasada por “agentes sociales”
que son verdaderos agentes de la burguesía en el movimiento obrero y por un
gobierno que representa directamente los intereses del imperialismo.
La lucha es el
único camino porque, si bien la victoria es difícil, sin combate la derrota
está garantizada.
Fuente: insurgente
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