Hoy hace 50 años
asesinaron al Che, un hombre nuevo en un mundo todavía viejo. Su lucha tuvo
sentido ayer, hoy y para siempre. Conocer su pensamiento es reivindicarlo como
el pensador de la praxis que fue, como un revolucionario con cabeza propia.
El socialismo en la obra y la vida del Che
El Viejo Topo
9 octubre, 2024
Las diversas
biografías de que disponemos sobre Ernesto Che Guevara se han caracterizado por
subestimar el estudio de su pensamiento1 a pesar de tratarse de una de las
figuras históricas en quien la consecuencia entre sus ideas y su conducta se
nos manifiesta con mayor fuerza. Se hace de notar la falta de una biografía
intelectual que dé cuenta de la formación y evolución de sus ideas en los
distintos contextos de su azarosa existencia y como parte inseparable de su
extraordinaria personalidad.
Precisamente, un rasgo señalado por todos sus biógrafos ha sido su fuerte vocación intelectual, que finalmente se plasmaría en una brillante reflexión sobre la práctica y la teoría revolucionaria. Es importante señalar que en esa biografía intelectual será necesario distinguir periodos cuyos criterios de demarcación suelen coincidir aproximadamente con importantes hitos de su vida, a saber: periodo de formación, hasta su involucramiento en la expedición del Granma; marxista leninista, hasta 1961; de marxismo crítico, hasta 1964; y de un marxismo propositivo, entre 1964 y 1966. Por otra parte, esta biografía intelectual del Che podría ser reconstruida de manera genealógica o en una forma retrospectiva. Esta ultima ha sido la utilizada por Manuel Monereo en este muy valioso estudio, al encontrar en la descon truc ción de la ultima obra del revolucionario argentino, El hombre y el socialismo en Cuba, el punto de partida para una interpretación de su pensamiento. Si bien Monereo no ha pretendido realizar una biografía intelectual del Che, su incursión en algunos contextos, su lectura de los distintos, desiguales y dispersos escritos y discursos del Che —aportándoles una unidad de interpretación, situándolos en una perspectiva actual y a la vez en los escenarios y motivaciones de los que surgieron— ha resultado una inestimable contribución a élla.
Las tesis con
que Monereo inicia su estudio a la vez que imponen el sesgo polémico de su
trabajo, explicitan la conformación que dará al conjunto de los temas
guevarianos, así como la convergencia que hallará en sus distintas líneas de
pensamiento hacia sus textos de madurez. La lectura de Monereo contribuye, no
obstante cierta sincronía y su evidente simpatía con los ideales del Che, a un
cierto distanciamiento critico, tal como se expresa en sus conclusiones.
Algunas de las
preguntas centrales a las que debiera responder la biografía intelectual que se
demanda, se relacionan con el nivel de conocimiento acumulado por el Che como
base de sus reflexiones, así como acerca de las influencias que podemos
identificar a lo largo de su desarrollo. En el primer caso, se trata del
conocimiento que sobre el mundo, la historia y las sociedades del so cialismo
real había alcanzado en sus estudios y observaciones directas; en el segundo,
de las corrientes de pensamiento que influyeron en los distintos periodos de su
desarrollo.
En ese último caso, cabría identificar el carácter del leninismo incorporado por el Che —evidente en el papel que le asigna a la práctica revolucionaria en la creación de nuevas tendencias y realidades sociales— así como la influencia práctica e ideológica de Fidel Castro, su compañero y jefe en tantos años compartidos de enormes desafíos y continuadas luchas.
La interpretación
del pensamiento del Che, su lectura, ha de partir de la dificultad de agotar,
de una sola vez, sus sentidos; tam bién, de las tensiones que a sus
concepciones impone el ámbito en que se apliquen, sea Cuba, América Latina, el
orden internacional o las experiencias del socialismo real. Cada uno de estos
espacios plantea realidades históricas específicas y admiten distintos niveles
de generalización. Por otra parte, esa lectura del Che necesitaría del dominio
de su biografía y de los referentes reales de su pensamiento como elementos
indispensables a una hermenéutica de sus ideas.
Cabe observar
que para algunos autores como Kiva Maidanik, en algunos temas guevarianos
subyace la tesis leninista de una practica política orientada a acelerar el
proceso histórico. Monereo encuentra en su lectura una dimensión mas precisa de
la percepción del Che sobre la coyuntura histórica, sobre la correlación de
fuerzas en el escenario mundial y regional de los sesenta. Se trataba de una
situación transitoria que imponía al movimiento revolucionario “prisas” en su
práctica y en su teoría. Con su lectura Monereo nos da una versión más rica de
los condicionamientos de ese pensamiento cuyo desafío no era que pudiese
empujar la historia, sino apenas aprovechar sus oportunidades.
1. EL CHE COMO
PENSADOR
El Che ha sido identificado como un pensador de la praxis, es decir, como uno que piensa la revolución que hace y hace la revolución que piensa. Pero la sola intención de transformar al mundo nos interroga más concretamente sobre el mundo que que remos instaurar y sobre los medios o maneras de cambiar aquel realmente existente. Al respecto, el Che nos revela en su lectura el paulatino abandono de su “sueño dogmático” y la creciente necesidad de repensarlo todo. Esta dimensión dramática de su pensamiento, aunque solo apuntada, no escapa a la lectura de Monereo, quien logra persuadirnos de un despertar del Che aun más re volucionario, si cabe.
El Che es un
racionalista, es decir, su pensamiento se desenvuelve “acorde a principios”,
pues aunque en sus ideas pesaron mu cho su experiencia inmediata y
convicciones, siempre manifestó la necesidad de un marco general en el cual
ubicar al conjunto de su experiencia revolucionaria. Sin embargo, sus
reflexiones sobre distintos temas parecieron rebasar con mucho a esas
experiencias, caso de sus escritos sobre Cuba, América Latina, los socialismos
históricos, etc., Sus ideas mostraron un salto injustificado desde la
experiencia que le servía de justificación: a) si eran generalizaciones, porque
descansaban sobre experiencias o informaciones insuficientes; b) si parte de
totalidades o de formulaciones teóricas generales en las que incluía las
experiencias consideradas, porque estas totalidades son construcciones más
ricas, connotan mucho mas, y en ellas se incluyen no solo conjuntos de
relaciones sociales observadas sino sistemas históricos a los que corresponden
ciertas estructuras, instituciones y grupos sociales. Este es el caso de sus
ideas sobre la transición socialista. De todas maneras, la justificación de ese
salto racionalista se ha llaba en la función de explicar las practicas
políticas que eran po sibles y las realidades sociales que eran deseables.
El Che es un
pensador marxista, de inclinación subjetivista, es decir integrante de las
corrientes de pensadores que como Lukács, Bloch o la Escuela de Francfurt, han
enfatizado la importancia de los factores subjetivos en la constitución de una
práctica revolucionaria. Pero más importante es identificar al Che como un
marxista tercermundista que asume como otros —Ma riátegui, Fa non, Fidel
Castro— la insalvable dicotomía que la realidad mundial polarizada en un centro
de países desarrollados y dominantes por un lado, y una mayoría de países subdesarrollados
y dependientes por el otro, impone al pensamiento social en general y al
marxismo en particular. De ella se deriva la necesidad de una vanguardia
teórica con una voz y un pensamiento propios.
Ese marxismo de
la subjetividad y esa posición tercermundista determinaron el énfasis
antropológico de su pensamiento. Monereo ha descubierto en las proposiciones de
El Socialismo y el Hombre en Cuba premisas teóricas implícitas en las ideas gue
va rianas más tempranas.
Otro aspecto a
tener en cuenta en el Che como pensador de la pra xis, es su visión
estratégica, su creciente perspectiva mundial en los problemas que estudia. En
esta visión se destaca su comprensión geopolítica de los procesos en curso,
particularmente en los países centrales. Si bien visto desde los
acontecimientos posteriores nos puede parecer que el Che subestimó en sus
análisis las capacidades evolutivas del capitalismo y de Estados Unidos, así
como sobreestimó las del llamado campo socialista, su percepción de las
contradicciones entre el centro —capitalista o socialista— y la periferia del
mundo, sobre el imperialismo y acer ca de un diseño internacional de la defensa
de Cuba, conserva total validez.
Como a
cualquier pensador también cabe interrogar al Che por las condiciones y
restricciones bajo las que se desarrolló su pensamiento. En su caso se muestran
claramente sus limitaciones personales como alto dirigente político en Cuba y
por sus responsabilidades administrativas. También por las políticas puestas en
curso por la Revolución Cubana, en cuyo diseño e implementación participó en
mayor o menor medida. No menos restrictivo al desarrollo de sus ideas fueron
las posiciones de Fidel Castro en los temas de su reflexión. En todo caso,
muchas lagunas, omisiones o coincidencias de sus exposiciones públicas tendrían
que ver con estas restricciones.
2. ACTUALIDAD
DE SU PENSAMIENTO
Cualquier lectura del Che nos plantea la interrogante de la actualidad de su pensamiento. De hecho, se ha debatido mucho sobre la mayor o menor contextualidad de sus ideas; desde aquellos que las caracterizan como expresiones de las circunstancias y acontecimientos de los sesenta, hasta los que pretenden su total vigencia. Algunos autores como Massari (1993) han optado por un balance de las fallas y aciertos presentes en sus diagnósticos y propuestas sobre los escenarios y tendencias de los años sesenta y para los actuales.
Es importante
destacar en el pensamiento teórico del Che, la centralidad de la economía
política, rasgo que lo sitúa en la más estricta tradición marxista. La lectural
de Monereo mostraría este carácter. En este sentido, diversos temas tratados
por el Che parecerían mantener plena vigencia, a saber:
—El capitalismo
como un orden económico basado fundamentalmente en la ley del valor, el mercado
y la explotación. Nuestros tiempos de mercado total y explotación global
confirmarían esta interpretación.
—Una economía
socialista alternativa basada en la regulación democrática de los procesos
económicos, la socialización de la producción y las prioridades sociales del
desarrollo. Las experiencias del socialismo real y las contradicciones del
capitalismo actual sostendrían esta alternativa. Vale observar en este punto
que las propuestas del Che tendrían que ser matizadas de cualquier pretensión
de un plan total y de cualquier simplificación de la problemática del
desarrollo.
—La dependencia
económica como un rasgo inseparable de la mayor parte de las sociedades del
planeta. Las tendencias contemporáneas no solo estarían reforzando esta
condición sino agravándolas con tendencias a la marginalización.
—La centralidad
del desarrollo científico técnico en cualquier estrategia de desarrollo
capitalista o socialista, central o periférica. La revolución
científico-técnica en curso haría mas patente esta condición del desarrollo
—La eficiencia
económica, vista como un componente de la eficiencia del sistema social y por
ende como un componente de otras resultantes políticas, sociales y culturales.
Hoy habría que incluir la resultante ecológica, de manera que la economía deba
garantizar no tan solo la subsistencia sino la vida plena.
Otro tema del
Che que ya no pareciera tan actual, es el del socialismo, el que si bien puede
no ser una alternativa táctica al capitalismo dominante en este comienzo de
siglo, sigue siendo la alternativa ética y teórica al mismo. Esta alternativa
se presenta inseparable de la superación de las experiencias de los socialismos
históricos, así como de la creación de nuevas concepciones de transición
socialista. En este tema, la lectura que nos presenta Monereo revela la
trascendente aunque inacabada crítica del Che al socialismo real, así como sus
concepciones sobre las exigencias de una transición orientada al comunismo.
Quizás lo más relevante en esta concepción del socialismo del Che sea la
recuperación de la centralidad del hombre en el proyecto socialista y el
rescate de la tradición humanista del marxismo.
También resalta
en el pensamiento guevariano la centralidad de la política en su concepción de
la transición socialista. En ella se hizo patente la influencia leninista con
sus nociones de vanguardia organizada, partido, dictadura del proletariado,
etc. En este tema, si bien se reveló la sensibilidad democrática del Che
en su reclamo de un orden social igualitario y un sistema político que
incluyese la participación, el debate, la desburocratización, etc., le faltó,
como bien apunta Monereo, un tratamiento del tema de la democracia con la
centralidad que le correspondería a una alternativa al capitalismo, como era
obligado en cualquier superación de las experiencias socialistas y como se
imponía en la evolución de la conciencia universal contemporánea. Queda sin
embargo en pie la actualidad de su crítica a una democracia burguesa basada en
la explotación, la desigualdad y la enajenación.
La cuestión
democrática aparece implícita en otro tema central en el pensamiento maduro del
Che, particularmente desarrollado en su ultimo texto de reflexión, El
Socialismo y el Hombre en Cuba, pero presente a lo largo de un gran número de
sus es critos; nos referimos al tema de la creación de un “Hombre nue vo” como
condición y garantía de una sociedad comunista, tema que en parte entronca a su
pensamiento con toda la tradición utópica. Solo una sociedad revolucionada
puede crear un hombre nuevo, pero ésta es una condición necesaria pero no
suficiente. Ese hombre nuevo ha de ser el resultado de un proceso consciente,
dirigido y siempre inacabado. La actualidad de este tema se hace patente frente
a las tendencias de las sociedades actuales a reforzar el individualismo, la
despolitización, la pasividad y el consumismo.
Un último tema a mencionar es el de la conciencia o de la subjetividad en el Che, emparentado con los actuales temas de la re levancia de los factores subjetivos en el proceso social, así como en el papel de los sujetos sociales en la conservación y el cambio del orden existente.
Es conocida la importancia que el Che concedía a la conciencia socializada en la creación de una nueva sociedad alternativa a la del capitalismo y al dominio de la ideología burguesa2. Se trataba de nuevos contenidos de conciencia —capital simbólico diría Bourdieu— integrada por valores y normas fundantes de una ética y una cultura de la igualdad y la solidaridad. Esta nueva conciencia, de los dirigentes y de las masas, debía ser el fundamento de hombres nuevos y de una nueva sociedad. En palabras del Che, el socialismo debe ser “!un hecho de conciencia” y es también “una moral revolucionaria”.
Esa conciencia
debía ser un parte de aguas entre dos lógicas: la lógica asentada sobre
intereses individuales y la lógica fundada en los intereses colectivos.
Para el Che los
procesos de transición al socialismo debían ser conducidos y sustentados por
una conciencia revolucionaria de los fines y los medios. El internacionalismo
sería un componente inseparable de esta conciencia. La lectura de Monereo
contribuye a esclarecer la unidad conceptual que alcanza en Che su concepción
del hombre, del sujeto revolucionario y de la conciencia socialista.
3. LEER AL CHE
EN ESTOS TIEMPOS
El texto
precedente es a la vez una aguda lectura y una invitación a leer al Che.
Monereo ha leído al Che desde estos años y para estos tiempos. Alguien ha
levantado la incógnita de cual sería su pensamiento frente a los problemas
actuales. Se trata de una pregunta superflua pero no sin sentido, si como creo,
nos hallamos en un escenario peor que el de los años sesenta en la perspectiva
del Che, a saber:
—Los procesos
sociales se han “globalizado” y estos se hallan bajo el dominio de políticas
neoliberales.
—El sistema
internacional ha perdido su correlación de fuerzas y se encuentra hegemonizado
por los Estados Unidos como única superpotencia económica y militar.
—La desigualdad
entre el centro y la periferia del sistema mundial se ha agravado en todas
sus consecuencias.
—Las
experiencias anticapitalistas han quedado reducidas a unos pocos países
atrasados.
—El movimiento
popular y revolucionario se halla en pleno reflujo. El capital se halla en una
nueva fase de dominación hegemónica.
—América Latina
ha visto deteriorarse aun más su situación social y acrecentarse su dependencia
en condiciones de alta desmovilización social y política y del dominio
hegemónico de las fracciones transnacionalizadas.
—Se ha impuesto
un pensamiento único basado en la uniformidad cultural, valores neoliberales y
la falta de alternativas.
—La expansión
del capitalismo y sus secuelas ha dado lugar a una crisis ecológica de magnitud
planetaria.
Este escenario
va dejando como única salida una alternativa revolucionaria cuya conciencia se
impondría más temprano que tarde. A ello contribuirán las potencialidades de
cambio presentes en las nuevas condiciones, tales como el surgimiento de un
sujeto revolucionario complejo; la formación de una cultura emancipatoria en la
que se unifiquen el conjunto de las reivindicaciones sociales; el impacto y la
potencialidad del desarrollo científico-técnico; los procesos de interconexión
e interdepen den cia que conlleva la globalización; el surgimiento de un nuevo
internacionalismo, etc. En ese momento revolucionario y frente a los nue vos
escenarios de transición la voz del Che alcanzará toda su re sonancia.
Mientras llegue
la gran transformación, leer al Che será útil y necesario para las nuevas
generaciones de esa “inmensa humanidad”, para los revolucionarios de todas las
latitudes y para a los soñadores de un mundo mejor. Con él aprenderemos que
donde aún no tiene lugar la utopía siempre es posible un quehacer utópico.
Pero desde
ahora y hasta ese momento, hay algo mas que aprender en la lectura del Che y en
el ejemplo de su vida, algo que encuentra en el cristianismo revolucionario
mejor expresión que en el marxismo, y es la idea de compromiso. Como dice Löwy
(1997) para el Che “la acción revolucionaria es inseparable de cier tos
valores”, lo que sugiere que ciertos valores implican su rea lización, la
necesidad de hacerlos reales. De cierta manera, el compromiso es tener que
realizar los valores en los que creemos. Como él.
- Notas:
- 1. Quizás la excepción la tenemos en la obra de Roberto Massari: Che
Guevara: Grandeza y Riesgo de la Utopía. 1993
- 2. En la Cuarta Parte de su “Índice de un proyecto de Estudio…” la
mayor parte de los problemas del socialismo se refieren a temas de la
conciencia individual y colectiva. Cf. GUEVARA, 1998.
Epílogo al
libro de M. Monereo. Con su propia cabeza. El socialismo en la obra y la vida
del Che
No hay comentarios:
Publicar un comentario