Noción de
concepto ([1])
Por Manuel Sogas Cotano
Corresponsal del Pollo Urbano en República Dominicana
El concepto es un término, una
palabra, que define específicamente el significado de ese término o palabra y
las relaciones o las formas de relaciones que tiene o puede tener con otros
conceptos en condiciones determinadas.
Los objetos desde el punto de
vista científico o filosófico no deben tener innumerables definiciones ni
múltiples sentidos que obedezcan a las apetencias subjetivas de cada cual según
sus gustos o deseos personales, ni que respondan a los intereses particulares
de ningún grupo social en particular. Tienen que tener como norma general una
definición y un único sentido, salvo casos particulares que por tales
representarían la excepción, a fin de que todos puedan entender lo mismo para
hacer posible el entendimiento.
Las palabras utilizadas en el lenguaje
común habitual no son necesariamente conceptos de por sí, en la medida que a
través de ellas no se puede llegar al conocimiento objetivo y profundo de los
objetos.
La expresión común de “tengo frío” puede
tener la misma veracidad que la contraria de “no tengo frío”, porque lo único
que expresan ambas es la sensación personal subjetiva respectiva de quienes la
expresan, porque parece fuera de toda duda y discusión que en un mismo lugar y
al mismo tiempo no puede hacer frío y simultáneamente no hacerlo.
Si estas dos personas a partir de la
premisa de que una tiene frío y la otra no lo tiene, y sobre este caso concreto
de si “hace” o “no hace” frío establecieran entre ellas una discusión para
determinar cuál de las dos lleva razón al respecto, el acuerdo sencilla y
categóricamente sería imposible por mucho tiempo que mantuvieran la discusión y
por muchos argumentos que ambas pudieran esgrimirse en defensa de sus
respectivas tesis, porque ni el tiempo que dudara la discusión ni los
argumentos utilizados podrá evitar que la una sienta frio y la otra no. Esta
contradicción es irresoluble a través de la utilización del lenguaje habitual.
Únicamente puede ser dirimida a través del auxilio que presta la ciencia, el
concepto. Acudiendo al instrumento que objetivamente sea capaz de medir el
objeto sobre el que se discute: la temperatura, a cuyo concepto no ha apelado
ninguna de las dos personas referidas en el caso expuesto.
El termómetro, que es el instrumento
científico capaz de medir la temperatura marcará una cifra: por ejemplo, 14º
C., cifra que no será cuestionada por ninguna de las dos personas y por tanto
ambas estarán de acuerdo: ¡cuestión resuelta!, porque a continuación ambas se
mostrarán igualmente de acuerdo, sin necesidad de que ninguna de ellas tenga
que abandonar el punto de vista inicial de sus respectivas tesis de partida,
porque a ello añadirá la una “pero a 14º C. yo tengo sensación de frío” y la
otra dirá “pero yo a 14º C no tengo sensación de frío”, con lo que
necesariamente ambas mostrarán un absoluto acuerdo. El lenguaje
científico es el único que puede lograr consensos. Siendo cierto que el
lenguaje científico fuera del contexto científico que es donde debe ser
utilizado podría llegar a la ridiculez. Por ejemplo, si el que quiere presumir
de científico se acerca a un grupo de personas que estando a 45º C. a la sombra
él dice que no hace ni frio ni calor sino 45º C. sin duda moverá a risas. La
escala en la que cinéticamente puede ser medida la temperatura política es el
que representa el concepto de clase social.
Los conceptos se expresan pues con las
palabras existentes en el lenguaje habitual puesto que no existe otro. Pero a
diferencia de ellas no expresan sensaciones de tipo subjetivo personal ni
estados de ánimo, sino realidades objetivas concretas.
El instrumento científico que mide la
“temperatura” económica, política e ideológica desde el punto de vista de de
los intereses de los trabajadores es el marxismo.
El marxismo como ciencia (el materialismo histórico),
se sustenta en conceptos, al igual que cualquier otra ciencia, al igual que su
filosofía (el materialismo dialéctico) tiene los suyos, para poder
realizar el conocimiento del hombre, de las sociedades y de su historia.
El “cuerpo de conceptos del materialismo
histórico comprende entre otros los siguientes: modo de producción, proceso
de producción, proceso de trabajo, relaciones de producción, fuerzas
productivas, relaciones técnicas de producción, relaciones sociales de
producción, , plusvalía, tasa de ganancia, capital fijo, capital variable,
capital orgánico, infraestructura, superestructura, estructura ideológica,
estructura jurídico-política, formación social, coyuntura política,
clases sociales, fracción de clase, conciencia de clase, instintos de clase,
intereses de clase, dictadura del proletariado, revolución, etc.
Los primeros fundamentos de este cuerpo
de conceptos aunque todavía muy frágiles, se encuentran en la Ideología alemana
(1845-1846). Por ello, se considera que esta obra marca una verdadera
revolución teórica en el pensamiento de sus autores, Marx y Engels,
inauguran una ciencia nueva allí donde antes reinaban las filosofías de la
historia; allí donde no existían sino filosofías de la historia y narraciones
de hechos históricos empíricos.” [[2]]
Al nacer el materialismo histórico (ciencia)
de la observación, estudios y análisis (crítica) de la realidad social
concreta, que es la que demanda la necesidad del concepto como instrumento de
conocimiento teórico objetivo y profundo (conciencia) como paso
necesariamente obligatorio para la realización de la transformación social (realización
de la filosofía), no pueden aparecer ni variar en tanto no aparezca o varíe
la realidad de la que nacen y a la que sirven. Es en la realidad social
concreta donde se enraízan los conceptos marxista para su conocimiento y
transformación.
La práctica política (aplicación de la
teoría-realización de la filosofía) en su acción transformadora (dialéctica)
y en la medida que resulte transformada la realidad social da lugar a una nueva
realidad social como consecuencia de la transformación, y de aquí puede surgir
la necesidad de un nuevo concepto, bien sea mediante la creación nueva de un
concepto no existente, la reinterpretación de uno ya existente o deducirlo de
uno ya existente para el conocimiento de la nueva realidad social surgida como
consecuencia de la transformación social realizada.
Una de las dificultades para la
comprensión del marxismo, como veremos en el capítulo correspondiente, viene
dada precisamente, por la necesidad permanente del marxismo de proveer de
nuevos conceptos capaces de poder entender y explicar a las clases trabajadoras
las nuevas realidades que se van presentando originadas por el propio
desarrollo de las formaciones capitalistas, lo que ha dado lugar también a la
aparición de los denominados post o neo marxismos, expresiones
que aparte de constituir nuevos términos semánticos, no han contribuido
absolutamente a nada que tenga que ver con el conocimiento del marxismo.
A nadie se le ocurre hoy llamar post
avión o neo avión al moderno avión actual de reactores y controles electrónicos
para diferenciarlo del primer avión de hélice y con controles mecánicos
de los hermanos Wright, Wilbur y Oliver, quienes desarrollaron el primer
avión a inicios del siglo XX, nos referimos al primer avión
funcional, que voló un 17 de diciembre de 1903, se llamaba Flyer. [[3]].
Esta característica inherente a la
naturaleza del marxismo de tener que estar continuamente elaborando o
modificando conceptos en función de los cambios realizados en la realidad
social, siempre cambiante, debería bastar por sí misma para deshacer la
supuesta dogmática del mismo con que sus detractores, incluidos los post
y los neo marxistas pretenden estigmatizarlo para darlo como cosa del
pasado y por tanto sin ninguna vigencia ni posibilidad de tenerla actualmente,
cuando es el propio desarrollo del modo de producción capitalista el que más a
gritos lo está paciendo, y especialmente tras la crisis del sistema capitalista
mundial de 2008.
([1]) Del libro del autor, en preparación, La crisis de
2008. Apuntes para la Nueva Revolución Social, Capitulo II, NOCIÓN DE CONCEPTO.
- Siglo XXI Editores, México, España, Argentina, 28ª edición, marzo 1975 (4ª ed. España).
*++
No hay comentarios:
Publicar un comentario