UE-Mercosur,
cheque en blanco para violar derechos humanos y devastar el planeta
Rebelión
El Salto
22.07.2019
Aclamado por
Pedro Sánchez, el acuerdo comercial entre la Unión Europea y los países del
Mercosur está recibiendo muchas críticas por blanquear a la ultraderecha
brasileña o por las consecuencias devastadoras del comercio entre ambas
regiones para las personas y el clima.
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"Histórico”
fue el adjetivo manoseado hasta el infinito para anunciar a bombo y platillo un
acuerdo comercial de la Unión Europea (UE) con los gobiernos del Mercosur
(Brasil, Argentina, Uruguay, Paraguay). Primero se publicó el acuerdo en
principio, con tan sólo 17 páginas y que no era un “texto legal", con la
intención de confundir a la opinión pública mientras aún se está terminando de
redactar el tratado final, que tendrá más de 1.500 páginas.
Como en las últimas dos semanas se habían multiplicado
las críticas por la falta de transparencia de las negociaciones, el Gobierno de
Uruguay empezó a publicar partes de los textos consolidados del tratado.
Presionada por esta circunstancia, la Comisión Europea tuvo que publicar
también una parte de los textos legales en su página web. Lo hizo el viernes a
las 23:00.
Una vez finalizada la letra pequeña, habrá una
revisión legal del tratado, la traducción a los idiomas de la UE y luego
comenzará el proceso de ratificación que puede durar años.
En una entrevista en El Mundo, la comisaria de
comercio de la UE, Cecilia Malmström, dijo que "El acuerdo con Mercosur no
se puede reabrir ni mejorar". Afirmando así la naturaleza antidemocrática
de la política comercial de la UE y enviando una señal clara de que los
parlamentos no pintan nada (ni el europeo ni los nacionales) y que ni siquiera
los gobiernos puedan modificarlo.
Una cosa parece segura: cuando en octubre se retire la
actual Comisión Europea dejará un regalo envenenado. Y se está viendo ya.
UNA SEMANA CALIENTE
Las protestas y el debate político en Francia se están
extendiendo. El Parlamento holandés ha adoptado dos mociones sobre el
acuerdo comercial, instando al Gobierno que se haga público todo y obligándole
a evaluar el impacto para la agricultura familiar antes de que el tratado se
discuta en el Consejo de la UE.
También hubo movilizaciones de agricultoras/es en
Irlanda y Bélgica. La manifestación de miles de personas en Dublín fue decisiva
en el voto simbólico del Parlamento de Irlanda que expresó mayoritariamente su
oposición al acuerdo con Mercosur.
Por su parte el presidente valenciano Ximo Puig, ha
viajado a Bruselas para trasladar a la comisaria de Comercio, Cecilia
Malmström, el temor del sector citrícola por los perjuicios económicos que el
acuerdo provocaría a la región de Valencia.
EN CLAVE GEOPOLÍTICA
No fue casual que la noticia se divulgase justo el día
que empezó en Osaka la cumbre del G20. La UE, y muy especialmente la canciller
alemana Angela Merkel, pretendían restar protagonismo al presidente
estadounidense, Donald Trump, y a su política de amenazas constantes, en un
momento en el que toda la atención mundial está centrada en las negociaciones
EE.UU.-China. Las élites europeas intentan —desesperadamente— recuperar cierto
poder económico y político y muy concretamente para el capital transnacional
europeo y la economía digital (incluso asumiendo los riesgos por hacerse la
foto con el ultra Bolsonaro el mismo día, por cierto, del Orgullo LGTBIQ+).
UN REGALO PARA LA OLIGARQUÍA LATINOAMERICANA
El retorno de la derecha a los gobiernos de Argentina
y Brasil —gobernados por políticos neoliberales, autoritarios y sumisos a los
intereses extranjeros— así como la expulsión ilegal de Venezuela del bloque,
habían permitido acelerar el proceso negociador con Bruselas. Pero la mayoría
de sus poblaciones sufre una crisis económica que sacude la región y va a
peor.
Al presidente argentino Mauricio Macri le puede ayudar
a mejorar sus posibilidades en las elecciones presidenciales el 27 de octubre
de 2019. En el contexto brasileño, este acuerdo forma parte de un proyecto del
golpe institucional contra Dilma Rousseff que continúa. Y al presidente ultraderechista
brasileño, Bolsonaro, le ayuda a limpiar su pésima imagen internacional cuando
enfrenta varios escándalos. Entre ellos, las revelaciones sobre Sérgio Moro,
ministro de Justicia, su falta de parcialidad como juez y amaños con la
fiscalía para encarcelar a Lula da Silva. O la detención de un militar de la
comitiva presidencial con 39 kilos de cocaína cuando viajaba a Osaka. Ambos
utilizan ahora el acuerdo como medio para evitar que la izquierda vuelva a
gobernar y blindar las reformas neoliberales que impulsan en la región (como
las privatizaciones).
NEOCOLONIAL
El mandato con el que la Comisión Europea negocia con
Mercosur es de 1999 y se basa en la vieja doctrina que busca reafirmar el papel
dominante y neocolonial de la UE en el mundo a través de su política comercial
común.
Ambas regiones ya sufren ese modelo comercial depredador. Los países del Mercosur exportan mayoritariamente materias primas —que generan por ejemplo importantes impactos sobre la agricultura y el mundo rural europeos—. A su vez son inundados con productos y servicios de las empresas transnacionales europeas, lo que genera más desempleo, desigualdades, desequilibrios económicos y una concentración de la riqueza.
EL MODELO BRUMADINHO
El 25 de enero la empresa minera brasileña VALE, la
mayor productora de mineral de hierro del mundo, causó la rotura de una de sus
represas con desechos en el estado de Minas Gerais, provocando la muerte de más
de 300 personas y derramando millones de metros cúbicos de lodo tóxico que afecta
a más de 100 municipios. Sólo tres años antes, una negligencia similar de la
multinacional en un pueblo llamado Mariana provocó el peor desastre ecológico
en la historia de Brasil y dejó 20 muertos. No son casos aislados. Es el modelo
de extractivismo que impera en el Mercosur y el mundo. Los accionistas de VALE,
aseguradoras como Mapfre o la industria que compra el hierro (una buena parte
llega a Europa), se llenan los bolsillos y las comunidades cargan con todos los
impactos sociales y ambientales.
El gobierno español y el IBEX35 sólo piensan en la
venta de coches, farmacéuticas o bienes de consumo, la importación barata de
soja y minerales o en sacar petróleo en las costas de Brasil o la “Vaca Muerta”
de Argentina, sin preocuparles las poblaciones, sus derechos, ni el etorno.
Esto completa una forma de genocidio que comenzó con el colonialismo español a
partir del siglo XIV.
UE CÓMPLICE DE BOLSONARO
El acuerdo es una amenaza para los derechos humanos.
En el caso de Brasil ampara a Bolsonaro, quien desde el 1 de enero de 2019 ha
arremetido contra los defensores de los derechos humanos y los movimientos
sociales, cumpliendo su promesa electoral de "poner un punto final a todos
los activismos" del país. Se ha registrado un aumento dramático de los
ataques contra pueblos indígenas, comunidades afrobrasileñas, líderes
comunitarios, campesinos y activistas.
Es muy sintomático que la policía brasileña haya
encontrado vínculos entre el asesino de Marielle Franco y la familia Bolsonaro.
La feminista, política brasileña y militante de los derechos humanos, fue
asesinada el 14 de marzo de 2018 por criticar e investigar la intervención
militar y policial en las favelas de Río de Janeiro y asesinatos y abusos
contra sus habitantes.
VIOLENCIA MACHISTA Y HOMOFOBIA
Bolsonaro ha declarado la guerra contra las personas
LGTBIQ+ y defiende un proyecto político contra las mujeres que busca lapidar
derechos y conquistas del movimiento feminista y LGTBIQ+. En su primer discurso
tras jurar el cargo, ha prometido “combatir la ideología de género” igual que
la extrema derecha en Europa. Pregona impunemente su homofobia (“Brasil no
puede ser un paraíso para el turismo gay”) y misoginia (reivindicó el turismo
sexual). Sus discursos y políticas que fomentan el odio y la violencia deberían
ser perseguidos y no premiados con un acuerdo de asociación.
UNA BOMBA CLIMÁTICA
El acuerdo comercial exacerbará la deforestación al
legitimar el desmontaje de regulaciones ambientales y seguir exportando
masivamente productos agrícolas a Europa. Por el otro lado, favorecerá la
explotación y la quema de combustibles fósiles así como la exportación de
automóviles europeos al Mercosur, especialmente de vehículos 4x4 que tienen una
gran huella ecológica. La Asociación de Fabricantes Europeos de Automóviles
(ACEA) está encantada.
DEFORESTAR LA AMAZONÍA
Se prevé aumentar la exportación de carne, soja y
agrocombustibles a Europa. En 2018, el 78,5 % de las importaciones de vacuno de
la UE ya procedían del Mercosur, uno de los mayores impulsores agrícolas de la
pérdida de bosques y un sector responsable además de trabajo esclavo.
Más de 600 científicos europeos y 300 grupos indígenas
alertaron a la UE de la deforestación en Brasil. Bolsonaro ha desmantelado
protecciones ambientales y ha facilitado el dramático incremento en las tasas
de deforestación en la Amazonía, socavando así años de progreso en la materia.
Solo el procesador de carne más grande del mundo, la multinacional brasileña
JBS, emitió en 2016 más gases de efecto invernadero que Holanda.
LAS MENTIRAS DE MACRON
El presidente francés Emmanuel Macron prometió ante la
asamblea general de la ONU que no firmaría más acuerdos que comprometieran la
lucha contra el cambio climático. En mayo su Gobierno dijo en el Parlamento
francés que no permitiría un tratado con Mercosur.
Macron creía que enfatizando con que Brasil cumpliera
con el Acuerdo de París iba ser suficiente para esquivar las críticas por
apoyar el tratado con Mercosur. Pero no. El debate en Francia está cogiendo
impulso. Manifestaciones de agricultores, protestas de ecologistas, sindicatos
y ONG de derechos humanos y división interna en la mayoría gubernamental. La
extrema derecha de Le Pen e incluso los republicanos critican el texto como
"traición". Acusan a Macron de desproteger la agricultura familiar
francesa, un tema muy sensible en el país. Solo el fallido acuerdo comercial
con Estados Unidos (TTIP) había suscitado tanta oposición en Francia.
LA TRAMPA CON EL ACUERDO DE PARÍS
El preacuerdo habla de “implementar efectivamente el Acuerdo
de París”, pero no es vinculante, como tampoco las alusiones a la deforestación
o la biodiversidad. Incluir un lenguaje engañoso sobre clima, derechos
laborales y género en los tratados comerciales, proporciona a las élites una
coartada perfecta para decir que han abordado el problema, sin realmente hacer
nada.
Aunque Bolsonaro haya dicho a Macron que Brasil
permanecerá en el Acuerdo de París (a pesar de la presión de Washington), tanto
el Ministerio de Medio Ambiente como el Ministerio de Asuntos Exteriores están
encabezados por quienes niegan el calentamiento global. Es improbable que tomen
las medidas necesarias para implementar el Acuerdo.
En estos acuerdos comerciales las medidas para frenar
la emergencia climática son consideradas "barreras no arancelarias".
Penalizan, por ejemplo, la salida de las energías fósiles, el fomento de la
agricultura sostenible o favorecer empresas locales en la contratación pública
para los planes de transición energética.
NEGOCIOS PARA LA AGROINDUSTRIA, POBREZA PARA EL RESTO
Todos los países involucrados en el Acuerdo se
encuentran en una situación agronómica catastrófica, con cierre de
explotaciones y pérdida masiva de empleos, con la concentración y conflictos
por la tenencia de tierras, con suelos esterilizados por el uso masivo de
productos fitosanitarios, impactos del cambio climático, así como graves
problemas para la salud y la biodiversidad por los pesticidas tóxicos.
Este acuerdo complace los intereses de las
multinacionales de la agricultura industrial, pero mina los esfuerzos por una
la agricultura sostenible. Cuestiones urgentes como la soberanía alimentaria,
la transición al modelo ecológico, el vaciamiento del territorio rural, planes
para adaptación al cambio climático o los derechos campesinos son vendidas en
el altar del comercio internacional. Se rebajarán o incumplirán aún más las
normas sanitarias y ambientales. Las organizaciones agrarias españolas
advierten de que muchos sectores quedarán desprotegidos.
¿QUIÉN PUEDE TUMBAR EL ACUERDO?
Aunque la política comercial sea una competencia
exclusiva de la UE, el Acuerdo de Asociación UE-Mercosur será en principio de
competencia compartida, al incluir elementos de diálogo político y cooperación.
Eso significa que debe ser adoptado primero por el Consejo de la UE (los
gobiernos) y por unanimidad (si un sólo gobierno se opone, el tratado cae).
Luego, el Parlamento Europeo decide por mayoría. Finalmente, al igual que con
el acuerdo comercial con Canadá (CETA), los parlamentos nacionales (y
regionales en el caso belga) tendrán la posibilidad de pararlo.
Podría pasar que la Comisión Europea divida el acuerdo
en dos partes para acelerar la ratificación. Los gobiernos de la UE decidieron
en mayo de 2018 que Bruselas puede dividir los acuerdos comerciales para
aprobar sus partes de comercio por una vía rápida excluyendo a los parlamentos
nacionales. Este procedimiento ya se aplicó para los acuerdos con Japón,
Singapur y Vietnam. Sin embargo, el Consejo decidió el año pasado que México,
Mercosur y Chile sigan siendo acuerdos mixtos.
La trampa está en que mientras llegue a los
parlamentos nacionales (pueden pasar años e incluso décadas), las partes de
“competencia exclusiva” podrían aplicarse de forma provisional después del voto
del Parlamento Europeo, sin esperar a la decisión del poder legislativo. Antes
de eso, los gobiernos y los parlamentos del Mercosur tendrán que ratificarlo y
no está nada claro que eso ocurra sin dificultades.
En marzo el Parlamento Europeo rechazó abrir
negociaciones comerciales con Trump. ¿Por qué no puede repetirlo?
NECESITAMOS MOVILIZARNOS
Es posible frustrar el acuerdo y hay muchas
oportunidades. Primero, de cara al Consejo de la UE (donde decide el gobierno
de Pedro Sánchez), luego en el Parlamento Europeo (donde Iratxe García preside
al grupo socialdemócrata S&D) y, si no ha dado frutos, en Las Cortes. Si
hay una mayoría para investir a Sánchez como presidente del Gobierno, debe
haber una mayoría para vetar a estos tratados neoliberales. Necesitaremos un
frente amplio entre movimientos ecologistas, feministas, LGTBIQ+, campesinos y
organizaciones en defensa de los derechos humanos. Nuestros aliados son los
movimientos de resistencia en Europa y América Latina.
Tom Kucharz, investigados y activista. Miembro de
Ecologistas en Acción y de la campaña “NO A LOS TRATADOS DE COMERCIO E
INVERSIÓN”
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