Reflexiones sobre los
resultados electorales en la Comunidad de Madrid
Vientosur
7 MAYO 2021
Manifestación
en Vallecas
Los resultados de las elecciones de la Comunidad de
Madrid han sido históricos, y de los que podrán realizarse extensas tesis
doctorales en los campos de la sociología y ciencia política. Las derechas han
arrasado con una alta participación de una forma generalizada en la inmensa
mayoría de pueblos y ciudades de todo Madrid. Una victoria electoral de la
reacción siempre tiene consecuencias negativas. Para empezar, supone un impacto
negativo en el electorado de izquierdas e inevitablemente conlleva un efecto de
desánimo y frustración entre el activismo social, sindical, vecinal y político.
Pero para dar un vuelco a la situación actual, primero hay que entenderla con
rigurosos análisis de clase. Al éxito en imponer un modelo económico y
sociopolítico radicalmente neoliberal en Madrid contribuyen diversos factores.
No podemos profundizar en todos ellos a la vez. Podemos hablar del uso
demagógico de la inmigración, la gestión de la pandemia y el auge del
nacionalismo españolista como aglutinante de la derecha. Pero son factores que
no lo explican todo. Es muy probable que algunos de ellos ya existieran antes
de la irrupción de Vox y de la extensión de la trágica pandemia del
coronavirus. Por ejemplo, el carácter centralista de nuestro sistema, que se
traduce en la concentración de sedes de grandes empresas, organismos de la
cúpula judicial y militar, alto funcionariado del Estado, etc. En Madrid viven
buena parte de las elites económicas y políticas españolas de diferentes
rangos.
Existe una combinación
de causas, algunas de ellas estructurales y particularmente complejas. No
podemos olvidar que la Comunidad de Madrid ha estado durante décadas a la
vanguardia en políticas conservadoras, reaccionarias y neoliberales. Durante
muchos años se han aplicado privatizaciones y un debilitamiento constante de lo
público en beneficio de lo privado. Esta política la han protagonizado
gobiernos al servicio de los intereses empresariales en una escandalosa defensa
del sector más rico de la sociedad. Las políticas neoliberales han supuesto
profundos cambios sociológicos, ideológicos, urbanísticos, laborales, de
pensamiento, etc., que han tenido consecuencias políticas e ideológicas
perjudiciales para la izquierda y beneficiosas para la derecha. Hablamos de hegemonía
ideológica de la derecha, y de que muy a nuestro pesar, hoy Madrid es turbocapitalismo, donde el capital
privado ha conseguido ganar fuerza y terreno en todo. Hemos tenido a una
alcaldesa de Madrid, Ana Botella, con continuas declaraciones menospreciando
los efectos del cambio climático. Hemos soportado a un presidente de la CEOE,
Díaz Ferrán, hoy en la cárcel, diciendo abiertamente que “Esperanza Aguirre es
cojonuda”. Hemos tenido a un expresidente de la Comunidad en la cárcel, Ignacio
González, al que encontraron en casa 900.000 euros en metálico cuando fue
detenido. Sin olvidar que un consejero y ex alcalde del PP soltó en público que
las feministas eran mujeres “amargadas y fracasadas”. Ni que decir de la trama
Gurtel, o la Púnica, con la financiación de empresarios al PP y sus campañas
electorales.
Gobiernos
al servicio de la sanidad y educación privada y concertada
Si analizamos el ámbito
educativo, encontramos que en España la educación privada y concertada ha
aumentado frente a la pública. Un estudio de 2017 señalaba que en España hay
menos alumnos en la educación pública que la media europea. Mientras en Europa
la media de estudiantes en la pública era del 81 % en España era del 68 %1/.
Entre 2007 y 2017 la inversión en educación pública creció un irrisorio 1,4 %,
mientras que la concertada se benefició de un aumento del 25 %2/.
En 2019 se publicó un estudio señalando que los colegios privados y concertados
duplicaron sus ingresos en 13 años. No hablamos de un problema exclusivamente
madrileño, pero no olvidemos que la Comunidad de Madrid suele estar a la cabeza
en los estudios y estadísticas respecto a colegios privados, concertados y
alumnos matriculados en dichos centros. En el año 2011 la Plataforma Soy
Publica, realizó un estudio señalando que Madrid era la única Comunidad
Autónoma que tenía más colegios privados que públicos, concretamente 1.605
públicos frente a 1.651 concertados o privados. Datos de la propia Comunidad de
Madrid de 2018 indicaban que en diez años, del curso 2007/08 al de 2017/2018,
de los 167.057 nuevos alumnos, 128.937 se matricularon en centros privados o
concertados, lo que supone el 77,7 % del total3/.
Bajo la excusa de libertad de elección y
mientras se reducían los centros públicos, la inversión de gasto público en
convenios con colegios concertados ha amentado año tras año. En 2006 se publicó
que centros educativos madrileños del Opus Dei que segregan a los alumnos por
sexo eran subvencionados con dinero público4/.
El gasto público educativo destinado a la concertada en Madrid ha pasado del 13
% en 2002 al 19,7 % en 2017, quedando lejos del 8% que destina Canarias. Madrid
ocupaba el segundo puesto en el ranking de gasto público en conciertos
educativos, siendo solo superada por el País Vasco. Por el contrario un informe
del BBVA ha señalado que Madrid es la Comunidad con menor gasto público en educación,
siendo el País Vasco la primera5/.
Es decir, de 17 CC AA, hay 16 que invierten más en educación que Madrid. Por
tanto, el esquema madrileño se basa en disminuir inversión en educación
pública, gastando en ella menos que nadie, y a su vez aumentar la inversión en
la concertada hasta quedar de los primeros. Por si fuera poco también se regala
dinero a la privada. El País publicó
el año pasado que la Comunidad de Madrid gastaba dinero público en becar plazas
de bachillerato de centros privados6/.
Es sencillamente el colmo que un gobierno pague a quien quiera cursar estudios
en una etapa educativa no obligatoria en centros privados. Proliferan y
aumentan los cheques escolares para pagar a quienes no estudian en la red
pública. En 2018, el gasto en estos cheques aumentó un 28 % llegando a los 1100
millones de euros7/.
El año pasado se regalaron 51,2 millones de euros más de lo previsto en
presupuestos a la concertada8/.
Además, los gobiernos de la Comunidad de Madrid han estado cediendo edificios,
terrenos y parcelas públicas para la construcción de centros concertados y
privados. UGT denunció que con esta práctica9/ se
habían entregado 82 parcelas entre el año 2000 y 2013, a precios irrisorios,
con blindaje para varias décadas y en ocasiones con el Opus Dei de
beneficiario. Hablamos de casi dos millones de metros cuadrados cedidos. Se ha
degradado a la educación pública hasta niveles muy preocupantes, mientras que
se ha potenciado la privada y concertada, creando una red de intereses
favorables a la derecha. Se ha potenciado una falsa sensación de estatus y
elitismo entre un sector de familias con hijos en educación privada y
concertada, que se acompaña de “temor a la izquierda”. Un reciente artículo en
el periódico La Razón se
titulaba “La escuela concertada teme un gobierno de izquierdas”, en el que el
secretario general de Escuelas Católicas de Madrid expresaba: “Si hay un cambio
de gobierno, lo vamos a pasar mal”, añadiendo que la izquierda iba a entrar “a
gobernar con el cuchillo entre los dientes contra la concertada”10/.
En realidad, sucede que los gobiernos madrileños aseguran en público que
defienden por igual la escuela concertada, privada y pública. Luego, en la
práctica desprestigian y degradan la pública, y privilegian a la concertada
para que tenga más atractivos (muchas veces falsos y engañosos),
infraestructuras, recursos, menos masificación, etc., para crear la sensación
de que meter a los hijos en la pública o volver a ella debe ser un horror,
pensando que las diferencias son abismales. Por tanto, se intenta forjar una
mentalidad común para despreciar y/o huir de lo público. Crean el caldo de
cultivo a través de los medios reaccionarios para sembrar el pánico de que
“viene la izquierda a obligarte a llevar a tus hijos a la pública”. Esta
situación construida y calculada a través de decisiones políticas planificadas
solo tiene una salida que se resume en una apuesta de izquierdas y valiente por
acabar de una vez con los conciertos y aumentar drásticamente la inversión en
la educación pública y su calidad en todos los sentidos.
En la sanidad también
se ha potenciado lo privado frente a lo público. Madrid está a la cabeza en
seguros sanitarios privados, no siendo superada por ninguna Comunidad Autónoma.
Una cuarta parte de todos los seguros médicos privados en España son de
madrileños. Por otro lado, estamos a la cola en gasto sanitario público, tanto
en PIB como en euros por habitante, dedicando el 3,6 % del PIB. Ninguna
Comunidad invierte menos en Sanidad en dichos términos. A su vez, uno de cada
dos euros invertidos en sanidad es destinado a la privada11/.
Más de la mitad de los hospitales madrileños son privados. Además, hay diversos
estudios señalando que la privatización y gestión privada conlleva sobrecostes
para el erario público. El Tribunal de Cuentas señalaba en 2018 que la
asistencia a pacientes en hospitales madrileños concertados costaba seis veces
más que la asistencia en un hospital público. Por otro lado, se ha normalizado
que empresas controladas por Florentino Pérez consiguieran constantemente
adjudicaciones de contratos millonarios con la Comunidad de Madrid, en
ocasiones gracias a la privatización de servicios hasta entonces realizados en
la red sanitaria pública. Ayuso adjudicó siete millones de euros a Clece,
filial de ACS, para la limpieza de hospitales como el de IFEMA. Hablamos de
prácticas naturalizadas que cada vez causan menor escándalo. Lo mismo ocurre
sobre la relación del fútbol y los intereses empresariales. Un ex directivo del
Real Madrid aseguraba en el diario As en
diciembre de 2013 que en el palco del Bernabéu coincidían “los personajes más
importantes del mundo de la política, de la judicatura, de la administración,
de las grandes empresas y de los medios de comunicación”, y que “Florentino
enarbola la bandera del Madrid para que le concedan una reunión con el
presidente de cualquier país o con las empresas más importantes”, e incluso que
“utiliza las giras para hacer negocios para ACS”12/.
En este sentido, es preocupante que ante una situación tan evidente, no haya
habido apenas protestas contra la propuesta de Superliga europea apoyada por
Florentino. Nada que ver con la rebelión producida entre aficionados ingleses
de equipos como el Liverpool, Chelsea o Manchester United.
El
movimiento obrero madrileño ayer y hoy
La clase trabajadora de
la Comunidad de Madrid ha cambiado significativamente en los últimos 40 años.
La sociología urbana, vida social, el paisaje físico, urbano e industrial,
modos de vida y pensamiento, dispositivos culturales, etc., han cambiado
notablemente. Apenas quedan restos de aquellas concentraciones industriales en
numerosos barrios y pueblos de la periferia, caracterizados por polígonos con
grandes fábricas que empleaban a un elevado número de trabajadores, en donde la
actividad y organización sindical era significativa. Existian numerosas
empresas manufactureras en las que se fabricaban galletas, juguetes, ropa, etc.
Incluso en empresas medianas de este tipo existía organización sindical. En los
barrios había un movimiento y organización vecinal fuerte. El sindicato,
barrio, lugar de trabajo, Asociación de Vecinos eran lugares de encuentro
colectivos en los que el apoyo mutuo estaba significativamente extendido.
Hablamos de un contexto sociopolitico que hemos perdido, y que cada vez se
encuentra más olvidado. En Madrid contamos con ejemplos de Memoria Histórica
muy recientes. Nunca se debería olvidar que en Parla, en una manifestación
vecinal en 1979 contra la escasez de agua, un chaval de 14 años, Ursino Gallego
murió a causa de las cargas policiales13/.
Por otro lado, hoy,
cuando se percibe con naturalidad, e incluso como algo positivo, la
construcción de centros comerciales, se olvida la masiva lucha vecinal de los
años 70 y 80 contra la construcción del centro comercial la Vaguada. Vecinos,
trabajadores y pequeños comerciantes exigían que la prioridad fueran los
equipamientos sociales. Se creó el movimiento La Vaguada es nuestra, y
se protagonizaron movilizaciones extraordinariamente masivas. Existía un
sentimiento colectivo de que el centro comercial no era una necesidad social
para el barrio, y tendría efectos negativos en el pequeño comercio. Aunque no
se pudo paralizar su construcción, un movimiento organizado y reivindicativo
consiguió que se arrancaran concesiones, como la construcción de biblioteca,
parque, zonas verdes, piscina municipal, centro de salud, etc., como
contrapartida. Hoy algo así sería impensable. En este sentido, el modelo de
urbanismo actual no es impugnado lo suficiente, habiendo aspectos que no se
cuestionan. Se ha impulsado un modelo de viviendas cerradas y aisladas del
exterior en corralas, con equipamientos exclusivos. De esta forma se puede
acudir al centro comercial usando el coche al que se llega al garaje desde el
ascensor, sin necesidad de conectar con la calle. Este tipo de modelo de
vivienda se equipara con una identidad de elitismo y estatus que conlleva una
serie de implicaciones ideológicas. Mientras tanto, seguimos sin disponer de un
parque público de viviendas masivo, bien dotado y de calidad. Y sigue siendo
imposible acceder a la vivienda sin endeudarse en un contexto de precios de
vivienda escandalosamente altos y salarios bajos.
Los planes
empresariales de reconversión de los años 80 se sucedieron con éxito. La
fábrica de Neveras Kelvinator de Getafe cerró en 1984 dejando en la calle a
2.400 trabajadores. Entre 1982 y 1984 hubo 6.090 despidos por cierres de
empresa solo en Getafe14/.
La fábrica de ascensores Boetticher de Villaverde cerró en 1992. Las fábricas
que no cerraron sufrieron reestructuraciones y conocieron procesos de
subcontratación y de degradación de condiciones laborales, y en muchos casos
terminaron cerrando. Un ejemplo que podemos citar de este tipo es Standard
Eléctrica, situada en la carretera de Toledo a la altura de Villaverde, que
cerró definitivamente en el año 2001. El movimiento obrero y vecinal era capaz
de realizar convocatorias de huelgas sectoriales y locales de seguimiento
extraordinariamente masivo contra el paro y los cierres, como la de 1980 en
Fuenlabrada, y Getafe en 198115/,
y mayo de 198216/.
Pero pese a la masividad de las luchas, la mayoría terminó en derrota. A la vez
que se cerraban centros y fabricas emblemáticas, se configuraban nuevos
polígonos industriales, aumentaban empresas del sector servicios, y se abrían
centros comerciales. Estas transformaciones industriales cambiaron radicalmente
diversos barrios y municipios. Poco se parece el barrio de la famosa Colonia
Marconi de Villaverde a como era hace décadas. No podemos decir que estas
transformaciones crearan mejores empleos, con más derechos y socialmente mas
útiles. El paro aumentaba, y el empleo a su vez se precarizaba. La estabilidad
laboral se reducía drásticamente, y la organización sindical también disminuía.
El proceso ha sido imparable. Hoy existen numerosos polígonos industriales de
empresas pequeñas y medianas e incluso grandes, en donde apenas hay secciones
sindicales, comités de empresa, o comités de seguridad y salud. A veces,
únicamente se dan conflictos puntuales y se opta por la vía judicial donde la
defensa legal no la llevan abogados laboralistas de un sindicato, sino el
abogado de Legalitas o de otro seguro privado. Es importante insistir en los
parques de ocio y
comerciales, con grandes concentraciones de trabajadores a quienes se explota
descaradamente, con intensas jornadas laborales, turnos cambiantes, horarios
que imposibilitan la conciliación, trabajo en domingos y festivos, bajos
salarios, sensación de inseguridad e incertidumbre, etc. Son lugares con alta
concentración de trabajadores, en los que existe una escasa implantación
sindical, con empresas y convenios colectivos diferentes, subcontratas, etc.
Por tanto, en la mayoría de los lugares de trabajo se ha perdido capacidad para
organizarse, fomentar la conciencia de clase y tejer redes de apoyo, defensa mutua
y solidaridad. Es necesario potenciar las secciones sindicales y la
organización en las innumerables empresas y trabajos donde no existe presencia
sindical. No es un problema de Madrid, sino mundial. En todo caso, apenas se ha
hablado de cuestiones laborales en la campaña. Muchas veces se dice “La
izquierda lo ha hecho mal”, lo que suele ser correcto, aunque no se suele decir
por qué. En este sentido no hemos oído a nadie decir que entre enero y febrero
de este año se han producido 11.422 accidentes laborales en jornada en la
Comunidad, 84 de ellos graves, y que en esos dos meses 16 trabajadores han
muerto en Madrid por sufrir un accidente de trabajo, siendo la Comunidad con
más accidentes laborales mortales. En 2020 murieron 55 trabajadores, en 2019
fueron 43 y en 2018 murieron 65. En Madrid hay serios problemas de explotación
laboral y pobreza, sobre los que debemos insistir. Hay más de un millón de
madrileños en riesgo de pobreza17/.
El 7,8% de la población madrileña sufre la pobreza extrema18/.
La
campaña electoral
La campaña electoral se
ha caracterizado por ser la derecha quien ha llevado la iniciativa en todo
momento. Incluso en el debate en torno de la hostelería, nadie ha señalado que
las nuevas franquicias de bares y restaurantes están devorando los pequeños
bares y restaurantes locales de toda la vida. Se ha debatido de lo que ha
querido la derecha, eligiendo los temas con los que más cómoda se sentía, con
grandes dosis de hipocresía, contradicciones y demagogia. No es nuevo el lema
reaccionario de “yo o el caos”. Se ha hablado en exceso de los disparates y
propuestas de Vox, sin señalar sus puntos débiles y contradicciones. Decir que
el “fascismo es malo” no es suficiente, y hay que argumentar el por qué. En
primer lugar, señalando y ridiculizando sus contradicciones. Vox ha insistido
en que “la gente no quiere salir de casa porque te la ocupan, y además te
atracan y violan por la calle los extranjeros”, y a su vez decían “la gente
quiere libertad, salir a la calle sin restricciones y toque de queda”. Nadie
les ha señalado para empezar que el primer discurso se contradice radicalmente
con el segundo. Se ha levantado la bandera de “fascismo o democracia” en
abstracto, sin que conectase con capas amplias de población. El principal
problema de la campaña de la izquierda ha sido caer en las trampas de la
derecha para que se hablara siempre de lo mismo y en abstracto. PSOE, Podemos y
Más Madrid han compartido un comportamiento: no hablar de contenidos concretos
del programa electoral y contraponerlo y compararlo con el de la derecha.
Hablamos de programas muy moderados, insuficientes, pero que incluían
propuestas atractivas e interesantes, de las que no se han enterado ni siquiera
buena parte de sus votantes y seguidores. De esta forma el argumentario para
convencer cada uno a su entorno se ha reducido a “que vienen los fascistas”, o
en una defensa de la educación y sanidad pública en abstracto sin propuestas
concretas. Podemos se ha encontrado con el desgaste de estar en un gobierno, el
cual no ha aplicado reformas y políticas de izquierdas de calado. No se ha
derogado la reforma laboral, se ha alejado cualquier posibilidad de banca
pública, mientras día si y día no se habla de endurecer el acceso a la
jubilación. Algunas de las conquistas más positivas han sido aprobadas por
pactos entre PSOE y Podemos cuando estos últimos no estaban en el gobierno:
permiso de paternidad a 16 semanas y subida del SMI a 900 euros. Prueba de que
se podían arrancar concesiones importantes sin necesidad de participar en el
gobierno. En definitiva, que Podemos forme parte del gobierno estatal no les ha
beneficiado electoralmente, incluso al contrario. Aquí puede estar una de las
claves de la subida electoral de Más Madrid. Y volviendo a la escasa difusión
de su programa, no se ha difundido que la candidatura de Pablo Iglesias
proponía crear una banca pública autonómica. Hablamos de una propuesta muy
positiva e interesante que no ha sido objeto de debate con la derecha, ni de
difusión pública. Aunque tampoco olvidemos que Manuela Carmena llevaba en su
programa la creación de una banca pública municipal, y tan solo dos días
después de ser investida alcaldesa anunció que no iba a cumplir con dicha
promesa, dado que su programa era “un conjunto de sugerencias”19/.
En este sentido, no podemos olvidar que aquel gobierno municipal se caracterizó
por renuncias programáticas, como la remunicipalización del servicio de
basuras. Se claudicó ante la intervención de Montoro, pese a que el
Ayuntamiento presentaba superávit. Vergonzoso episodio que provocó la dimisión
del concejal Sánchez Mato. Otra gestión diferente del ayuntamiento hubiese
podido ser un buen antídoto frente a las derechas. Precisamente era lo que
quería Montoro: evitar un ejemplo de gestión municipal positiva con éxito y
atractivo social y electoral.
Nadie ha recordado que en 2011 el consejero de
Transportes nos aseguraba que el metrobus no existía, y que en una década los
precios del transporte público han subido exponencialmente. En esta importante
cuestión Podemos no ha difundido lo suficiente su propuesta de unificar el
precio de los abonos sociales a 30 euros para no perjudicar a quienes vivan
lejos de la capital, aumentar el abono joven de 25 a 30 años, abono gratuito
hasta los 18 (ahora es hasta los 6), rebaja del 75% del precio en jubilados,
etc. Sin ser intención de hacer propaganda al PSOE, tampoco han explicado que
proponían abono gratuito hasta los 14 años y transporte público gratuito los
días de alta contaminación. Eran propuestas más atractivas y avanzadas que las
del PP, que solo proponían transporte público gratuito para mayores de 65 años.
Y qué decimos de Vox, que no proponía en un programa electoral de una página
con 10 puntos, uno de ellos sobre la defensa de la caza en Madrid, frente a las
84 páginas del programa del PSOE, 26 de Más Madrid y 162 de Podemos. Haber
dedicado unos minutos en el debate electoral televisivo a estos puntos hubiese
conectado más que los llamamientos en abstracto sobre el peligro de la
ultraderecha. Al igual que hubiese sido útil explicar la propuesta de Podemos
de incorporar la salud bucodental, asistencia psicológica, fisioterapia y otras
prestaciones a la cartera de servicios sanitarios públicos y gratuitos. Incluso
el PSOE incluía en su programa una Ley de Salud Bucodental que, aunque
insuficiente, incluía evidentes mejoras. De todo esto nada decía Vox y el PP.
Podemos incluía en su programa limitar los precios del alquiler al 30 % del
salario, 40.000 viviendas sociales, rebajar los precios de matrículas
universitarias a niveles de 2008, ratio de 15 alumnos por aula y profesor,
aumentar la plantilla de profesores con 10.000 más, etc. Pese a ser propuestas
moderadas, e incluso insuficientes en algunos casos, si se hubiese enfrentado a
la derecha en estos términos, el debate hubiese despertado mayor interés, y el
propio debate y diálogo al día siguiente en los centros de trabajo, en la calle
y en el entorno de cada uno. Urge armarse de propuestas, programas y argumentos
concretos, genuinamente de izquierdas, sobre los que unirse colectivamente. Y
que estos supongan claras mejoras en las condiciones de vida y trabajo, y se
difundan, debatan y conecten con trabajadores, parados, pensionistas, jóvenes.
En definitiva, tras el batacazo electoral debemos huir del “no hay nada que
hacer”. Todo lo contrario. Quienes defendemos con firmeza la perspectiva de
transformación social de carácter anticapitalista sabemos que quedan muchas
cosas por hacer, y que urge impulsar tareas y batallas de concienciación,
reflexión, debate y de luchas para vencer al fascismo, la ultraderecha, el
neoliberalismo y el propio sistema capitalista, en primer lugar aprendiendo y
sacando lecciones de los errores.
Notas
1/ Sánchez
Caballero, D “España, entre los países de Europa con menos escuela pública y
más concertada”. Eldiario.es,
16/03/2017. España, entre los países de Europa
con menos escuela pública y más concertada (eldiario.es)
2/ Sistema
estatal de indicadores de la educación 2019. Ministerio de Educación y
Formación Profesional. seie-2019.pdf (educacionyfp.gob.es)
3/ González,
M: “La escuela concertada y privada creció en Madrid 3,5 veces más que la
publica en la última década”. El
boletín, 18/06/2018. La escuela concertada y privada
creció en Madrid 3,5 veces más que la pública en la última década | EL BOLETIN
4/ Hidalgo,
S; Sanchez, E: “Seis colegios que separan a sus alumnos por sexos reciben
ayudas de educación”. El País, 19/03/2006.
5/ Silió,
E: “El gasto público en educación difiere hasta en un 63% entre
comunidades”. El País,
18/09/2018.
6/ Grasso,
D; Mateo, J.J; Ferrero, B “Madrid paga con fondos públicos plazas de
bachillerato en al menos 15 centros privados”. El País, 13/02/2020.
7/ Grasso,
D; Mateo, J.J; Ferrero, B “Madrid paga con fondos públicos plazas de
bachillerato en al menos 15 centros privados”. El País, 13/02/2020.
8/ Torres
Benayas, V: “La Comunidad de Madrid trasvasó 51,2 millones más a la concertada
en el último año”. El País,
01/12/2020.
9/ “UGT
denuncia concesión alegal de terrenos públicos a colegios concertados”. La Vanguardia, 12/03/2015.
10/ Ruiz,
R: “La escuela concertada teme un gobierno de izquierdas en Madrid”. La Razón, 28/04/2021.
11/ Hidalgo,
J.C: “El sector privado ya absorbe uno de cada dos euros del dinero destinado a
la sanidad publica de Madrid”. Publico,
27/01/2021.
12/ Ruiz,
M: “Florentino utiliza las gitas para hacer negocios para ACS”. As, 05/12/2013. “Florentino utiliza las giras para
hacer negocios para ACS” - AS.com
13/ “Ursino
Gallego, de catorce años, muerto en Parla por el impacto de una bola de goma”. El País, 06/03/1979.
14/ Monteira,
F: “El experimento industrial de Getafe”. El País, 13/04/1986.
15/ Serrano,
R: “Huelga general en Getafe en solidaridad con los trabajadores de la empresa
John Deere”. El País,
20/11/1981.
16/ Serrano,
R; Monteira, F: “Getafe, totalmente paralizado ayer por la huelga
general”. El País,
19/05/1982.
17/ Valdes,
I; Sosa Troya, M: “Madrid, un millón de personas en riesgo de pobreza. El País, 18/04/2021.
18/ “El
7,8% de la población de Madrid vive en pobreza extrema”. La Vanguardia. 16/07/2021.
19/ “Carmena
renuncia a crear un banco público como iba en su programa”. El País, 16/06/2015.
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