EL MARXISMO
(Folleto sin concluir, dedicado a mi querido Sachin TendulKar, del grupo URUGUAYOS POR LA REVOLUCIÓN SOCIALISTA, que me quiere eliminar el hombre por haber publicado un documental acerca de la División Azul Española, calificándome de facho, fachín y bruto, con lo que hace gala del simplismo mental y unilateralidad, que era como Ortega y Gasset definía la esencia del fascismo)
Por
marxismo hay que entender todas las teorías contenidas en las obras de Marx y
sus seguidores, cuyas obras se fueron configurando a lo largo de más de
cuarenta años de estudios y prácticas. Por tanto, el marxismo no nace por
generación espontánea como un todo hecho de una vez y para siempre como
producto de la feliz ocurrencia de nadie, ni
se puede afirmar objetivamente que, una vez configurado y asentado
socialmente como marxismo, haya quedado
constituido como dogma, una serie de verdades absolutas establecidas e inamovibles
hasta el fin de los días.
“Las grandes revoluciones filosóficas siguen
siempre a las grandes revoluciones científicas. A las matemáticas griegas sigue
la filosofía de Platón; a la constitución de la física de Galileo, la filosofía
cartesiana; a la física newtoniana, la filosofía kantiana; a la lógica
matemática, la filosofía de Husserl, y a la ciencia de la historia fundada por
Marx, una nueva filosofía: el materialismo dialéctico.” [[1]].
El
marxismo de lo que más alejado está es del establecimiento de dogmas, como le
atribuyen quienes peor lo han entendido o más ignorantes son al respecto. El
marxismo es una teoría que se vale de una ciencia, el materialismo histórico,
para el conocimiento del hombre, de las sociedades y de su historia con el fin
de transformarlas. Y esta ciencia, como todas las ciencias se basa en
conceptos, no en opiniones o suposiciones.
Antes
del marxismo no existía la ciencia histórica porque no se conocía el mecanismo
de funcionamiento de las sociedades que es lo que Marx hace con su crítica al
capitalismo. Lo que hasta ese momento
existía, en relación a la sociedad y su historia, eran: o bien teorías
filosóficas acerca de la historia, o bien narraciones históricas y análisis
sociológicos que se limitaban a describir los hechos que ocurrían en ls
distintas sociedades (Marta Harnecker. Los
conceptos elementales del materialismo histórico).
Con el
materialismo histórico se instaura la ciencia histórica que rompe con todas las
teorías anteriores acerca del hombre, la sociedad y la historia que se
limitaban a la contemplación e interpretación del mundo, siendo incapaces de
transformarlo, que es el objetivo que se propone el marxismo.
El
marxismo se vale de una teoría basada en conceptos, igual que cualquier otra
ciencia que se precie de serlo, para el conocimiento del hombre, de la sociedad
y de su historia, que es el paso necesariamente obligado y previo antes de su
transformación, dado que sin el conocimiento riguroso y previo del objeto a
transformar es imposible cualquier transformación.
Las
teorías se basan en conceptos. “Este cuerpo de conceptos del materialismo histórico (que constituye
la ciencia del marxismo) comprende los siguientes conceptos: proceso de
producción, fuerzas productivas, relaciones técnicas de producción, relaciones
sociales de producción, relaciones de producción, infraestructura,
superestructura, estructura ideológica, estructura jurídico-política, modo de
producción, formación social, coyuntura política, determinación en última
instancia por la economía, autonomía relativa de los otros niveles, clases
sociales y lucha de clases relacionadas con las relaciones de producción,
transición, revolución, etc.
Los
primeros fundamentos de este cuerpo de conceptos, aunque todavía muy frágiles,
se encuentran en la Ideología alemana (1845-1846). Por ello, se considera que
esta obra marca una verdadera revolución teórica en el pensamiento de sus autores. Marx y
Engels inauguran una ciencia nueva allí donde antes reinaban las filosofías de
la historia; allí donde no existían sino filosofías de la historia y
narraciones de hechos históricos empíricos.” [[2]]
A lo
largo de la historia del marxismo se han tenido que variar conceptos y
reinterpretar o adaptar a la práctica otros, lo que no implica en modo alguno
que el marxismo haya dejado de tener validez como muchos han afirmado. La
naturaleza del marxismo en absoluto ha variado, y no es pensable lógicamente
que pueda perder su validez, dado que su esencia: el conocer para transformar
permanece en vigor, puesto que siempre hay algo y siempre habrá algo que
necesite ser conocido y transformado, a fin de crear las condiciones
económicas, políticas e ideológicas que posibiliten la realización plena del
individuo, como persona humana, tanto material como espiritualmente.
Evidentemente
los conceptos se expresan con las palabras del lenguaje habitual, puesto que no
existen otras, pero los conceptos tienen un sentido que normalmente no expresan
las palabras del lenguaje habitual, por lo que estas se diferencian
radicalmente del contenido del concepto.
Las
palabras habituales expresan la opinión, los sentimientos, los estados de
ánimos, etc., del sujeto que las emite, no tienen más punto de referencia que
los establecidos por el propio emisor, y por ello el sentido que imprima a las
palabras pueden tener el sentido contrario para otro sujeto y, además, ambas
posiciones contrarias podrían resultar ser igualmente “verdaderas” dentro del
sentido de las palabras habituales.
Por
ejemplo, la afirmación de que el hierro es un metal duro en un principio podría
ser aceptada por cualquiera y por tanto ser tenida como verdadera. Pero
igualmente verdadera podría ser la afirmación contraria de que el hierro es
blando, porque efectivamente, el hierro es un metal demasiado blando si con una
varilla de ese mineral se pretende taladrar una plancha de acero de medio metro
de espesor. ¿Es, pues, el hierro un metal duro o blando? Este respuesta no
tiene solución, salvo que, alguien, el científico, establezca un índice para
medir la dureza de los metales, y de esta manera, el hierro no es duro ni
blando, sino que posee un grado determinado de dureza que, para un uso concreto
del mismo resultará adecuada; para otros insuficiente, etc. Y este índice de
dureza introducida por el científico al que queda referida la dureza de los
metales es el que dirime la cuestión. Y esto es un concepto, algo que queda
definido previamente y establecidas las relaciones con otros conceptos para que
su significado sea único a fin de que pueda ser entendido inequívocamente de la
misma manera por todos.
El
concepto de clase social en el marxismo es esencial y se define por el lugar
que se ocupa dentro del proceso de producción, y que fundamentalmente son dos
clases sociales: la capitalista que es la que posee los medios de producción y
los asalariados, que son los que no poseyendo más que su fuerza de trabajo se
ven necesariamente obligados a venderla a los que poseen los medios de
producción, los capitalistas. Entre estas dos clase sociales existen otras, así
como fracciones de clases en las que intervienen para su definición, además de
lso dicho, el grado de conciencia social y política qe se tenga y otros
factores psicológicos, pero en lo esencia, existen dos clases sociales que
forman el núcleo central de las mismas: la clase capitalista y la clase
asalariada.
Ahora
bien, si a este concepto de clase social (exactamente igual que con cualquier
otro concepto) se le vacía de contenido y se ignoran las relaciones que tiene
con otros conceptos queda convertido en una expresión vulgar sin conenido
alguno, y en base a esa expresión vulgar sin contenido en el que queda convertido
el concepto, se afirma como muchos hacen de que las clases sociales no existen,
porque el proletariado del siglo XIX hoy no existe. Afirmación que tiene tanta
veracidad como la de mantener que hoy el ferrocarril no existe, dado que es
evidente que la máquina tractora ya no la mueve el vapor como en el siglo XIX.
También
al concepto vaciado de contenido y convertido en expresión vulgar, para asentar
su invalidez como elemento de conocimiento, se le puede revestir de un cierto
cientifismo a través de la Sociología.
Se sabe
que la sociología como ciencia no busca la veracidad del hecho que investiga,
sino la interpretación social del hecho investigado, por lo tanto el sociólogo
puede plantearle una serie de preguntas a un determinado grupo social que
ningún miembro de ese grupo se planteó jamás, y el resultado de su estudio
revelará qué porcentajes de ese grupo se manifiesta a favor o en contra de las
preguntas que se le hicieron, ocultando, porque no aparecerá en ninguna parte
de su estudio, que las preguntas formuladas jamás llegó a planteárselas y nunca
le preocupó al grupo en cuestión. Sin embargo el resultado del estudio se
presentaré como respuesta social a una necesidad o problema que nunca existió,
salvo en la cabeza del sociólogo. Y así, de la nada, se produce un problema y
una solución a la nada que nada aporta al conocimiento, excepto la capacidad de
la ciencia sociológica al servicio ed la burguesía para evitar el
cuestionamiento del sistema fomentando la alienación social, que esta sí, se
corresponde con las necesidades del propio sistema.
La BBC
británica realizó un estudio de las clases sociales que determinó la existencia
de siete clases sociales. [[3]]
El
periódico lusitano ___________ realizó otro estudio en relación al mismo asunto
y determinó que las clases sociales son cinco. [[4]]
¿Por
qué no podríamos realizar nosotros un estudio sociológico para determinar que
las clases sociales son cuarenta y cinco?
O Mejor todavía, ¿por qué no podríamos realizar un estudio sociológico
para determinar que no existe más que una clase social, la que formamos todos
los hijos de Dios que habitamos en la tierra?
La
filosofía representa un punto de vista de clase, la expresión de la lucha de
clases a nivel teórico. La filosofía explica, y esta explicación se realiza
siempre desde un punto de vista de clase, es decir, defendiendo los intereses
de un grupo social frente a los intereses contrarios de otros grupos sociales.
Así, el
grupo social que forman en España 1.400 familias que constituyen el 0,0035 % de
su población y que controlan más del 80% de toda la riqueza nacional [[5]],
cuentan con filósofos, economistas, ideólogos y propagandistas burgueses para
defender sus intereses contra los intereses del grupo social que representando
más del 99% de la población disponen de menos del 20% de la riqueza nacional.
La
filosofía marxista toma partido para defender los intereses del grupo social
que representa más del 99% de la población española, frente y en contra de los
intereses de la exigua minoría representado por 1.400 familias.
“La filosofía de Marx […] representa una protesta contra la
enajenación (una absoluta carencia de conocimiento profundo de sí
mismo –conciencia personal- y del papel que desempeña el sujeto en la vida y en
la historia –conciencia social-) , su pérdida de sí mismo y su
transformación en cosa; es un movimiento contra la deshumanización y automatización
del hombre, inherente al desarrollo del industrialismo occidental. Es
despiadadamente crítica de todas las “respuestas” al problema de la existencia
humana que tratan de aportar soluciones por la negación o simulación de las
dicotomías inherentes a la existencia humana […] y cuya
esencia misma es la preocupación por el hombre y la realización de sus
potencialidades […] Marx contempla al hombre en toda su
concreción, como miembro de una sociedad y una clase dada y, al mismo tiempo,
como cautivo de estas. La plena realización de la humanidad del hombre y su
emancipación de las fuerzas sociales que lo aprisionan está ligado, para Marx,
al reconocimiento de estas fuerzas y al cambio social basado en este
reconocimiento.
[…] La filosofía de Max (el materialismo
dialéctico) es una filosofía […] imbuida de fe en el
hombre […] para liberarse y realizar sus
potencialidades […] Si el pensamiento Occidental, del siglo XIII al
XIX (o quizás, para ser más exacto, hasta el estallido de la primera Guerra
Mundial en 1914), fue un pensamiento de esperanza, una esperanza enraizada en
las ideas de los profetas y el pensamiento greco-romano, los últimos cuarenta
años han sido de un pesimismo y una desesperanza crecientes (ha de tenerse
en cuenta que esta afirmación fue realizada en la década de 1960, por lo que de
actualizarse en 2018, habría que cifrar tales pesimismo y desesperanza en un
siglo aproximadamente) […]. Si no podemos salir de esta desesperanza, es
posible que aún podamos sostenernos algún tiempo sobre la base de nuestra
fuerza material pero, a la larga, la perspectiva histórica de Occidente estará
condenada a la extinción física o espiritual.
[…] La crítica
a Marx es, sin embargo, algo muy distinto del juicio acostumbrado, fanático o
condescendiente, tan característico de las opiniones actuales sobre él. Estoy
convencido de que sólo si entendemos el sentido real del pensamiento de Marx y
podemos diferenciar, en consecuencia, del seudomarxismo ruso y chino, seremos
capaces de entender las realidades del mundo de hoy y estaremos preparados para
enfrentarnos realista y positivamente a su reto […], la persona de
Marx, como sus ideas, han sido calumniadas y difamadas por muchos autores.
[…] Se hacen
continuas referencias a Marx y a marxismo en la prensa, los discursos
políticos, los libros y artículos escritos por estudiosos de las
ciencias sociales y filósofos respetables; no obstante, con pocas
excepciones, parece que los políticos y periodistas jamás han echado siquiera
una mirada a una línea escrita por Marx y que los estudiosos de las ciencias
sociales se contentan con un conocimiento mínimo de Marx. Aparentemente se
sienten seguros actuando como expertos en este tema, puesto que nadie con
prestigio y posición en el reino de la investigación social pone en cuestión
sus ignorantes afirmaciones.
“Las
fuentes teóricas del marxismo son: 1) la filosofía clásica alemana, en
particular la dialéctica idealista de Hegel y el materialismo antropológico de
Feuerbach; 2) la economía política inglesa clásica, ante todo las doctrinas de
Smith y Ricardo; 3) el socialismo crítico utópico de comienzos del siglo XIX,
en primer término las doctrinas de Saint-Simon y Fourier.” [[6]].
Se
puede afirmar junto a Erich Fromm (Marx y su concepto del hombre) que la
filosofía marxista tiene sus raíces en el humanismo occidental desde Spinoza a
Goethe y Hegel, pasando por los filósofos franceses y alemanes de la
Ilustración, teniendo como eje central al individuo y la realización de sus
potencialidades, encontrándose sus elementos fundamentales en su forma más
articulada y definida en su obra temprana Manuscritos
económicos-filosóficos, [[7]]
escrita cuando contaba 26 años de edad (1844), en la que se ocupa del individuo
del individuo real que se desarrolla y revela en la historia, en la que actúa
como producto de la misma y a la vez como creador de ella.
“Marx
constituye, con Freud y Darwin –los tres con sus respectivas limitaciones que
ha sido preciso subsanar ulteriormente- uno de los tres hitos más
significativos de este siglo XIX investigador y científico en el que arraiga
nuestra cultura de occidentales de la segunda mitad del siglo XX […] Las
aportaciones de Marx, como las de Freud o Darwin, constituyen un capítulo
imprescindible, convenientemente corregidas y revisadas, de nuestra tradición
occidental: es un hecho irreversible.” [El Pollo Urbano, número 187].
El marxismo “abarca materias tan dispares como
pueden ser la estética, la política, el psicoanálisis, la demografía, la
metafísica, las ciencias humanas (antropología, sociología, etnología,
urbanismo, etc.) la técnica económica. Tal amplitud de temas tan diversificados
están motivados por una Obra básicamente especializada, por una obra
estrictamente limitada a los conceptos de economía política (El Pollo Urbano,
número 187).
La
ciencia marxista, el materialismo
histórico, sustituye a la filosofía de la historia reinante hasta ese momento, pasando así de la
simple interpretación de la realidad, función de la filosofía de la historia, a
la transformación de la realidad mediante la acción consciente del hombre, que
es el objeto y al que se dirige el materialismo
histórico. Lo que representa el hecho transformador por parte del marxismo
de la realidad social capitalista (que es en la que nos encontramos) por la
socialista, explica que los ideólogos y economistas al servicio del capital al
no poder refutar seria y objetivamente las teorías marxistas, no les queda otro
remedio que descalificarlas y criminalizarlas para lograr su desprestigio ante
la sociedad, cosa que les resulta relativamente fácil dada la complejidad que
en sí mismo representa el marxismo para su comprensión, a la que se añaden los
motivos políticos, algunos procedentes de las propias filas “marxistas” y las
revoluciones socialistas emprendidas y no realizadas por diferentes y complejas
razones, entre ellas, la más importante la errónea interpretación del marxismo.
Con
tener en cuenta tan solo la amplitud de temas que abarca y el largo periodo de
tiempo (más de 40 años) que transcurre hasta su configuración como tal
marxismo, ya da cuenta de las dificultades que ello entraña para su
comprensión, y que la misma no puede quedar fiada a una simple lectura mecánica
de sus textos.
Únicamente
la correspondencia entre Marx y Engels la constituyen más de tres mil caratas
de gran extensión sobre multitud de temas, de las cuales más de 300 ([8]) se refieren exclusivamente a El Capital, y
que resultan de gran utilidad para la comprensión del mismo.
Una
prueba de la dificultad para la comprensión de algunos textos marxistas la
encontramos en la carta que Engels dirige a V. Adler el día 16 de marzo de 1858
[[9]]
con el objeto de facilitarle la comprensión de El Capital, en la que empieza diciendo: “Puesto
que quieres estudiar a fondo El Capital II y III, voy a proporcionarte algunas
pistas para facilitarte las cosas…”, y termina diciendo: “…De esta forma, si
estudias a fondo lo esencial que te he señalado y recorres superficialmente,
para empezar, lo que es menos importante (lo mejor sería volver a leer primero
los capítulos esenciales del tomo I), tendrás una visión general del conjunto y
después podrás trabajar con más facilidad los pasajes que has dejado aparte.”
Otros
hechos antes aludidos dentro del campo marxista y de sus realizaciones
prácticas que han contribuido a dificultar la comprensión marxista o a desacreditar
sus intentos re realizaciones prácticas del socialismo pueden ser considerados
los siguientes: por un lado, la obra temprana de Marx, Manuscritos económicos
filosóficos, no aparece publicada en la URSS hasta después de la muerte de
Stalin, por tanto el contenido filosófico marxista en la misma contenido no
podía ser aplicado, puesto que se desconocía, lo que unido a otros acontecimientos
de la práctica política, alimentaba y proporcionaba bases, ciertamente
objetivas, a los detractores del
marxismo que, deformando la realidad podía criticar todo lo que se refiriera al
marxismo sin límite alguno, y por otra parte,
en “Francia como ejemplo más próximo, nos será fácilmente comprobar como
las editoriales de filiación comunistas ha evitado la publicación de ciertas
obras del joven Marx (prácticamente todas), que es preciso buscar en otras
casas de edición: tampoco Marx, su obra, ha escapado a las “depuraciones de los
PPCC.” [[10]].
Concebir,
pues, al marxismo (el materialismo
histórico que constituye su ciencia, y al materialismo dialéctico que constituye su filosofía) como una serie
de verdades establecidas de una vez y para siempre como base para sustentar sus
dogmas, significaría una supina ignorancia acerca del mismo, y considerar al marxismo
como un simple tratado de economía supondría la confirmación de dicha
ignorancia.
Todo
ello se inscribe en un contexto histórico en el que la URSS, China y otros
Estados, pero especialmente la URSS, se presenta al mundo con la Revolución de
Octubre de 1917 como la encarnación del marxismo y la plena realización del
comunismo, a pesar de que “la verdad es qu ene la Unión Soviética es un sistema
capitalismo conservador de Estado y no la realización de un sistema marxista y
aunque China niegue, por los medios que emplea, esa emancipación de la persona
humana que es el fin mismo del socialismo, ambas utilizan la fuerza del
pensamiento marxista para a atraer los pueblos de Asia y África (…), e
identificando a marxismo y al socialismo con el capitalismo de Estado soviético
y el totalitarismo chino.“[[11]].
La naturaleza humana desde el
punto de vista marxista
“La concepción del socialismo en Marx depende
de su concepto del hombre (…). Evidentemente, el fin del socialismo es el
hombre.” [1]
Muchos
sociólogos y psicólogos contemporáneos de Marx creían que no existía una
naturaleza humana como tal, sino que “el hombre, al nacer, es como una hoja de
papel en blanco, sobre la que la cultura escribe su texto.”[2]
Para la próspera burguesía en la época en la que Marx escribe
los Manuscritos económicos-filosóficos (1844), como consecuencia teórica de la
separación del hombre del medio en que vive y se reproduce, “la miseria obrera
-no la crea nadie-, que ya nadie puede ignorar y que la literatura de la época
comienza insistentemente a describir, es atribuida lisa y llanamente a la
carencia de virtudes de quienes la padecen. Con el progreso de los tiempos la
sociedad se ha espiritualizado, y si los nobles del Antiguo Régimen necesitaban
recurrir a una supuesta diferencia social para gozar tranquilos de sus
privilegios, los beati possidentes.de
la monarquía burguesa disfrutan en paz de los suyos, como resultado de una
feliz superioridad espiritual que los justifica.” [Karl Marx. Manuscritos económicos y filosofía. Alianza Editorial,
Cuarta edición en español. El Libro de Bolsillo, 1972, págs. 7-8]
Marx niega esta
noción de “no” naturaleza del hombre de su tiempo, para mantener que es un ser
reconocible y determinable que puede ser reconocido no solo biológicamente,
anatómicamente y fisiológicamente, sino también psicológicamente, y con
“características necesarias, constantes de todos los individuos humanos (el trabajo,
la sociabilidad, la consciencia y la universalidad)” [3]
en cualquier circunstancia de espacio, lugar y tiempo, siendo su característica
esencial la forma en que realiza su actividad vital, que es precisamente la que
le diferencia y separa del resto de los animales.
Así, por
ejemplo, en la organización social en la que predominan las relaciones de
producción capitalistas, se producen impulsos relativos como incentivos humanos
principales “el deseo e dinero y propiedad; otras condiciones económicas pueden
producir exactamente los deseos opuestos, como el ascetismo y el desprecio por
los bienes terrenales, como sucede en muchas culturas orientales” [5].
Sin duda son
los hombres, desde que son hombres, seres conscientes. Pero desde los comienzos
de la división social del trabajo, de la escisión y la contraposición entre el
trabajo intelectual y el trabajo corporal y a consecuencia de esta división, la
consciencia empírica cotidiana de los individuos se separa cada vez más de la
evolución de las esferas sociales conjuntas de la producción intelectual, de la
evolución de la ciencia y el arte, y se convierte en esclava de las
representaciones fetichistas que deforman la realidad, mientras, por otro lado,
se producen en los planos del pensamiento abstracto y de la consciencia social
conjunta las ideologías, reflejos deformados e invertidos de la realidad.”[9]
“En contraste
con Kierkegaard y otros, Marx contempla al hombre en toda su extensión, como
miembro de una sociedad y una clase dadas y, al mismo tiempo, como cautivo de
éstas. La plena realización de la humanidad del hombre y su emancipación de las
fuerzas sociales que le aprisionan está ligada, para Marx, al reconocimiento de
estas fuerzas y al cambio social basado en este reconocimiento.” [6].
Dado que el
marxismo considera que el hombre no es un ser abstracto que pulule por las
nubes en un lugar indeterminado, sino concreto, que vive y se reproduce en un espacio y en un tiempo determinados y
concretos, para conocer su esencia hay que conocer previamente ese lugar y ese
tiempo, puesto que estos son anteriores al nacimiento del hombre.
La forma social
más desarrollada que se conoce es la que nace como consecuencia del orden
socioeconómico impuesto históricamente por el modo de producción capitalista,
que es donde se encuentra el hombre moderno que Marx estudia, por lo que para
conocer la esencia humana hay que empezar por conocer el funcionamiento
objetivo del modo de producción capitalista, para llegar verdaderamente al
conocimiento de la naturaleza humana.
La ciencia
nuclear del modo de producción capitalista es la Economía Política (el
capitalismo es una forma de economía, pero en absoluto encarna todos los tipos
de economías), la ciencia de la producción y de la distribución, de la riqueza
y de la miseria, que constituyen el eje central de todas las teorías y estudios
marxistas.
“La unión de la
Economía y Filosofía (fundamento de materialismo dialítico de Marx) es el
primer paso ineludible para comenzar a estudiar seriamente la sociedad moderna
y este avance epistemológico, al que cabe calificar como fundamental en todos
sus restantes hallazgos, lo hace Marx precisamente en los Manuscritos.” [11]
Estudiando la
dinámica interna del funcionamiento del modo de producción capitalista, y dadas
las contradicciones que operan en su propia dinámica de funcionamiento, se
extraen datos que muestran de manera evidente la imposibilidad material de su
continuidad histórica como modo de producción dominante, y en consecuencia su
extinción, una vez alcanzado el máximo grado de desarrollo históricamente puede
alcanzar, hecho que viene a poner de manifiesto la crisis de 2007, así como
predecir el nuevo modo de producción que históricamente está llamado a
sustituirle: el modo de producción socialista, que no constituye un fin en sí
mismo, como erróneamente ha venido presuponiendo el marxismo vulgar, sino un
medio instrumental al servicio del hombre que facilite y potencia el ejercicio
práctico de su pleno desarrollo personal, tanto material como espiritual. Pero
también esos mismos datos proporcionados por el conocimiento del funcionamiento
del modo de producción capitalista, pueden ser aplicados a la génesis y devenir
histórico del mismo y para el conocimiento de la naturaleza del hombre que es
lo que hace Marx.
“Como punto de
partida sabemos que los individuos producen en sociedad, y por consiguiente su
producción es socialmente determinada. De ahí que el cazador y el pescador
aislados y dispersos, de que hablan Smith y Ricardo, sean sencillamente
producto de la imaginación (…) Cuanto más nos remontamos en la historia más
aparece el individuo, y por tanto el productor individual, como dependiente y
formando parte de un conjunto más vasto; en primer lugar, muy naturalmente y de
una tribu; más tarde de una comunidad en sus diversas estructuras, mediante el
choque y de la fusión de las tribus.” [13]
Tanto el
individuo como el animal tienen que realizar determinadas actividades para la
satisfacción de sus necesidades, pero la actividad del animal se limita a
procurarse lo necesario para la satisfacción de sus necesidades biológicas
inmediatas que son heredadas en función de la especie a la que pertenecen, cuya
herencia permanece inamovible, salvo que por determinados circunstancias, todas
ellas siempre ajenas al propio animal, le obliguen a realizar determinados
cambios para poderse adaptar a las nuevas condiciones de vida que le han llegado
impuestas desde fuera de él.
Una vez
satisfechas las necesidades biológicas inmediatas del animal, incluida la de la
reproducción, cesan las actividades realizadas para ello, y no la vuelve a
ponerlas en movimiento hasta que no vuelvan a aparecer nuevamente las
necesidades vitales que las pusieron en marcha.
Así, pues, el
animal para su subsistencia y reproducción no utiliza sino un número limitado
de elementos, que son los que directamente satisfacen sus necesidades, al igual
que limitados son los elementos que reincorpora a su propia naturaleza, no
siendo libre para realizar ninguna otra actividad que no esté directamente
ligada y determinada por el organismo del animal en función de la especie a la
que pertenezca.
El hombre en
tanto que animal se ve impelido necesariamente a realizar las mismas
actividades que este, pero se separa del mismo y aumenta su diferencia con
respecto de él en el momento en que empieza a producir sus propios medios de
vida, dado que estos no responden ya a la satisfacción de las necesidades
biológicas inmediatas.
Los medios que
necesita el individuo para la subsistencia se halla todos en la naturaleza. Al
trabajar lo que hace es apropiarse de ésos medios que están en la naturaleza y
que no son aptos para su consumo directo, de manera que con el trabajo lo que
hace es adaptarlos para poderlos consumir y satisfacer sus necesidades cada vez
más numerosas.
El trabajo, la
producción humana, origina objetos que satisfacen necesidades humanas. Estos
objetos producidos por el individuo con su trabajo se hacen cada vez más
numerosos y variados a medida que se van desarrollando las fuerzas productivas,
creadas también por el propio trabajo humano, y como cada objeto producido
responde a la satisfacción de una necesidad, resulta por el propio desarrollo
histórico que impulsa el desarrollo de las fuerzas productivas, que las
necesidades humanas crecen ilimitadamente.
El instrumento
que utiliza el individuo como medio de trabajo para producirse lo que necesita:
la piedra, el palo, el cuchillo, la lanza, el vestido, la hitación confortable,
el teatro, el ferrocarril, el automóvil, el cine, el teléfono, la televisión,
el ordenador…, etc., son medios de vida que no estaban dados en ninguna parte,
pero que sin embargo el hombre se ha procurado mediante su actividad
específica, el trabajo, realizado libre y voluntariamente, y que en el
transcurso del tiempo los ha ido incorporando como elementos vitales de vida a
su naturaleza humana.
En suma. La
actividad vital del hombre es ilimitada porque ilimitada son sus necesidades
frente y opuestamente a la actividad del animal, que está limitada y
determinada por su propio organismo. En su actividad para producir objetos el
hombre transforma la naturaleza al tomar de ella necesariamente la materia
bruta que transforma para adaptarla a su consumo, y al incorporar los objetos
producidos a su modo de vida los “humaniza” al convertirlos en elementos
“naturales de su propia existencia, por lo que se puede afirmar que el hombre
se crea a sí mismo al igual que crea la sociedad en la que vive, a diferencia
del animal que no sufre cambio en su vida, excepto los que le llegan impuestos
por la naturaleza contra su voluntad que en cualquier caso son insignificantes.
Por ejemplo, un animal, el perro. Desde que es perro y hasta hoy no ha cambiado
ni su naturaleza ni su forma de vida, sigue haciendo lo que hacía y de la forma
que lo hacía.
Un
planteamiento de este tipo exige necesariamente un conocimiento previo tanto
del hombre como el de la sociedad en la que vive, es decir, de una filosofía
que conduzca a esos fines, y esta filosofía en sus aspectos fundamentales está
contenida desde los inicios del marxismo en los Manuscritos
filosóficos-económicos.
Obra que
escribió Marx en 1844 contando 26 años de edad, pero que permaneció “oculta”
hasta 1956 en que se publicó en lengua rusa tras la muerte de Stalin,
apareciendo publicada en Europa en lengua inglesa a partir de 1959, fechas que
marcan el inicio para la plena comprensión del marxismo como teoría general
universal del conocimiento y método efectivo para la transformación social, que
es en realidad el último objetivo, como medio, a fin de que el hombre encuentre
el camino para su plena realización como ser libre y consciente, con lo que se
sobrepasa en mucho la noción vulgar del marxismo.
El objeto del
modo de producción capitalista y el espíritu que lo mueve no es la de producir
objetos para satisfacer necesidades humanas (bienes de uso) sino el
acrecentamiento de los capitales invertidos, paro lo que tiene que producir
valores de cambio, esto es, objetos que poder llevar al mercado para
intercambiarlos por dinero que es lo que le permite el crecimiento de los
mismos, aunque evidentemente, los valores de cambio (las mercancías) que
produce tienen que responder a la satisfacción de una necesidad determinada,
puesto que si no fuera así nadie querría cambiar su dinero por algo que no vale
para nada, pero el fin primordial del capitalismo es acrecentar los capitales
invertidos.
En el proceso
de producción P que realiza el capitalista invierte un dinero inicial D
con el que compra una mercancía M (Instalaciones, maquinaria, materia
prima, salarios…) que somete a un proceso productivo P (que ponen en
marcha y mantienen en funcionamiento los asalariados) para transformarla en una
nueva mercancía M´ (con mayor valor que la mercancía M) que será
la que lleve el capitalista al mercado para su venta y obtener una cierta
cantidad de dinero D´ suficiente para poderse resarcir de todos los
gastos originados para obtener la mercancía M´, y además otra parte que
será la que le permita acrecentar sus capitales.
Lo
anteriormente dicho queda representado en la siguiente expresión que representa
en esencia el funcionamiento del modo de producción capitalista:
D – M … P … M´
– D´
La diferencia
entre el dinero D´ obtenido en el mercado por la venta de la mercancía
M´ y el dinero inicial D representa la plusvalía PV obtenida
por el capitalista:
D´- D = PV
Mediante la plusvalía
PV obtenida por el capitalista este recupera todo el dinero inicial D
invertido que puede volver a reinvertir para repetir un nuevo proceso de
producción P y otra parte que le permite acrecentar y acumular sus
capitales, en tanto que al asalariado le llega lo justo para no perecer por
inanición y su reproducción a fin de poder seguir produciendo.
La forma de
trabajo asalariado constituye “una actividad constrictiva, externa, que
unilateralita y deforma al individuo, esto es, “solo la apariencia de una
actividad […] El trabajador asalariado no aparece, según lo subraya Marx en El
Capital, más que como “una máquina productora de plusvalía, y su trabajo no es
por tanto, verdadero trabajo en el sentido en que usa Marx ese concepto en los
Manuscritos económicos-filosóficos.” [12].
El esclavo y el
siervo, al igual que el asalariado también trabajan. Pero no son formas de
trabajo humano, puesto que ninguno de ellos realiza su trabajo voluntariamente,
ni se apropian íntegramente del producto de sus respectivos trabajos para
satisfacer sus propias necesidades y la de los suyos, tan sólo una mínima
parte, aquella que le permite no perecer y poder reproducirse ni deciden en qué
trabajar, ni en qué producir para satisfacer sus necesidades ni cómo ni cuánto.
El modo de
producción capitalista que Marx critica, contra lo formalmente establecido y
tomado como verdad inamovible, absoluta, de que es algo consustancial a la
naturaleza humana no tiene nada de natural, sino algo creado por el propio
individuo como consecuencia del desarrollo histórico de las fuerzas productivas
de las que el capitalismo a sido su principal agente impulsor, cuyo
protagonismo histórico no puede ser juzgado bajo ningún tipo de concepto moral
ni en función de su maldad o bondad, sino como hecho histórico, puesto que esto
y ninguna otra cosa es. Y no solamente el capitalismo no es consustancial a la
naturaleza humana, sino que además es contrario a la naturaleza de la misma.
Cuando Marx
critica al capitalismo no lo hace tanto por la desigualdad de ingresos que crea
y fomenta entre el capitalista y el asalariado, sino por la forma de
producción, que al estar basada en la división social del trabajo, separando el
trabajo corporal y el trabajo intelectual cada vez más, y de la propiedad
privada de los medios de producción, conduce al individuo necesariamente a la enajenación,
la alienación social y personal, a la pérdida de conciencia de sí mismo hasta
convertir al asalariado en un objeto más, en una mercancía como cualquier otra
ligada al proceso de producción P.
“Es imprescindible decir y subrayar que la
alienación es para Marx un proceso de determinada tendencia histórica, no un
medio estático, y, además, que la tendencia universalizadora de la alienación
no significa en modo alguno (…) que la alienación pueda llegar a ser nunca
absoluta y a aniquilar toda autonomía de lso individuos que componen la
sociedad. Como la evolución histórica de la alienación es al mismo tiempo el
camino necesario para la génesis histórica de la individualidad humana, el
desarrollo de la alienación es al mismo tiempo creación de los presupuestos
subjetivos necesarios de su abolición.” [10]
“Pero el hombre
no es simplemente un ser natural; es un ser humano
natural. Es un ser para sí y, por tanto. Un ser genérico y como tal tiene
que expresarse en el ser y el pensamiento. En consecuencia, los objetos humanos no son objetos naturales
como se presentan directamente, y el sentido humano, tal como se da inmediata y objetivamente, no es
sensibilidad humana ni objetividad
humana. Tampoco la naturaleza objetiva ni la naturaleza subjetiva se presentan
directamente en una forma adecuada al ser humano.
Y como toda cosa natural debe tener su origen, el hombre tiene su proceso de
génesis, la historia, que es para él,
sin embargo un proceso consciente y, como tal, que se supera conscientemente a
sí mismo.” [E.F. O.C., pág. 189],
reconocible y determinable que puede ser reconocido no solo biológicamente,
anatómicamente y fisiológicamente, sino también psicológicamente, y con
“características necesarias, constantes de todos los individuos humanos (el trabajo, la sociabilidad, la consciencia
y la universalidad)” [3] en
cualquier circunstancia de espacio, lugar y tiempo, siendo su característica
esencial la forma en que realiza su actividad vital, que es precisamente la que
le diferencia y separa del resto de los animales.
“Toda la
sabiduría de los economistas modernos que aseguran que todas las relaciones
sociales existentes son eternas y armoniosas, no es más que una forma de este
olvido (separación del hombre del medio en que vive y se reproduce)… Para los
profetas del siglo XVIII, que todavía consideran que Smith y Ricardo encarnan
todas las ideas, este individuo aparece como un ideal cuya existencia pertenece
al pasado. No constituyen para ellos el resultado de la historia, sino su punto
de partida. No es una creación de la historia, sino un hecho natural conforme a
las ideas que ellos se hacen de la naturaleza humana. Esa mistificación ha sido
hasta ahora el caso de toda nueva época.” [Carlos
Marx. El método en la economía política.
EDICIONES GRIJALBO, S.A. Barcelona-Buenos Aires-México, D.F., 1974, pág. 8 y
16]
Diferencia Marx
entre “la naturaleza humana en general” y “la naturaleza humana condicionada”,
distinguiendo a la vez “dos tipos de impulsos y apetitos humanos”: los
constantes e invariables, como el hambre y el instinto sexual, que sin
modificar su esencia pueden variar sus formas de realización y tendencias en
función de las culturas de las que se trate, y los apetitos relativos, los que
no siendo integrantes de la naturaleza humana “deben su origen a ciertas
estructuras sociales y a ciertas condiciones de producción y comunicación…, la
necesidad de dinero es, pues, la necesidad real creada por la economía moderna
y la única necesidad que esta crea…, se convierte (así esta necesidad) en una
servidumbre ingeniosa y siempre calculadora a los instintos inhumanos,
depravados, antinaturales e imaginarios” [4], que en el transcurso del tiempo y
por falta de reflexión, el individuo las llega a tomar, efectivamente, como
elementos naturales de su propia naturaleza.
Así, por
ejemplo, en la organización social en la que predominan las relaciones de producción capitalista, se producen impulsos
relativos como incentivos humanos principales “el deseo de dinero y propiedad;
otras condiciones económicas pueden producir exactamente los deseos opuestos,
como el ascetismo y el desprecio por los bienes terrenales, como sucede en
muchas culturas orientales” [5]
(DIFICULTADES PARA INTERPRETAR A MARX Y EL MODO DE
INTERPRETARLO)
Esta sería una
de las razones, pero no todas, que podrían explicar la tergiversación del
marxismo vulgar mecanicista, determinista y economicista, que era el que se
había aplicado fundamentalmente en la URSS de la mano de Stalin.
Tras la
publicación de los Manuscritos filosófico-económicos el marxismo empieza a ser
estudiados por marxistas no comunistas, católicos en Francia y protestantes en
Alemania.
“Una de las
ironías peculiares de la historia es que no hay límites para el
melentendimiento y la deformación de las teorías, aun en una época donde hay
acceso ilimitado a las fuentes; no hay un ejemplo más definitivo que lo que ha
sucedido con la teoría de Karl Marx en las últimas décadas.” [7]
“No hay mayor
malentendido o malinterpretación de Marx que aquella que se encuentra,
implícita o explícitamente, en el pensamiento de los comunistas soviéticos, los
socialistas reformistas y los opositores capitalistas del socialismo, todos los
cuales suponen que Marx sólo quería el mejoramiento económico de la clase
trabajadora y que quería abolir la propiedad privada para que el obrero pudiera
poseer lo que ahora tiene el capitalista. La verdad es que para Marx, la
situación de un trabajador en una fábrica “socialista” rusa, una fábrica
británica propiedad del Estado o una fábrica norteamericana tal como la General
Motors equivaldría esencialmente a lo mismo… El tema central de Marx es la
transformación del trabajo sin sentido, enajenado, en un trabajo productivo,
libre, no el mejor pago de un trabajo enajenado por un capitalismo privado o un
capitalismo “abstracto” de Estado.”[8]
*
Manuel Sogas
Cotano, Mao /30.03.2019
[1] Erich
Fromm. Marx y su concepto del hombre. Pág. 69. Fondo de Cultura Económica,
México, 1962.[2] Erich Fromm. Obra citada, pág. 36.
[3] Giörgy
Márkus. Marxismo y “antropología”, pág. 51. Traducción y redacción: Manuel
Sacristán. Ediciones Grijalbo, S.A., 1973, Barcelona.
[5 ] Erich
Fromm. Obra citada, pág. 24.
[6] Erich Fromm. Marx y su concepto del hombre. Págs. 7-8. Fondo de Cultura
Económica, México, 1962.
[7] Erich
Fromm. Obra citada, pág. 13.
[11] Karl Marx.
Manuscritos: económicos-filosóficos, pág. 15. Traducción, introducción y notas
de Francisco Rubio Llorente. Alianza Editorial, 4ª edición, Madrid, 1972.
[12] Giörgy
Márkus. Obra citada, pág. 51.
[13] Carlos Marx. El método en la economía política. Págs. 15-16. Ediciones
Grijalbo, S.A., Barcelona, 1974.
5. Siglo XXI Editores, México, España,
Argentina, 28ª edición, marzo 1975 (4ª ed. España).
No hay comentarios:
Publicar un comentario