miércoles, 15 de mayo de 2019


EL MARXISMO

(Folleto sin concluir, dedicado a mi querido Sachin TendulKar, del grupo URUGUAYOS POR LA REVOLUCIÓN SOCIALISTA, que me quiere eliminar el hombre por haber publicado un documental acerca de la División Azul Española, calificándome de facho, fachín y bruto, con lo que hace gala del simplismo mental y unilateralidad, que era como Ortega y Gasset definía la esencia del fascismo)




Por marxismo hay que entender todas las teorías contenidas en las obras de Marx y sus seguidores, cuyas obras se fueron configurando a lo largo de más de cuarenta años de estudios y prácticas. Por tanto, el marxismo no nace por generación espontánea como un todo hecho de una vez y para siempre como producto de la feliz ocurrencia de nadie, ni  se puede afirmar objetivamente que, una vez configurado y asentado socialmente como marxismo,  haya quedado constituido como dogma, una serie de verdades absolutas establecidas e inamovibles hasta el fin de los días.
 “Las grandes revoluciones filosóficas siguen siempre a las grandes revoluciones científicas. A las matemáticas griegas sigue la filosofía de Platón; a la constitución de la física de Galileo, la filosofía cartesiana; a la física newtoniana, la filosofía kantiana; a la lógica matemática, la filosofía de Husserl, y a la ciencia de la historia fundada por Marx, una nueva filosofía: el materialismo dialéctico.” [[1]].
El marxismo de lo que más alejado está es del establecimiento de dogmas, como le atribuyen quienes peor lo han entendido o más ignorantes son al respecto. El marxismo es una teoría que se vale de una ciencia, el materialismo histórico, para el conocimiento del hombre, de las sociedades y de su historia con el fin de transformarlas. Y esta ciencia, como todas las ciencias se basa en conceptos, no en opiniones o suposiciones.
Antes del marxismo no existía la ciencia histórica porque no se conocía el mecanismo de funcionamiento de las sociedades que es lo que Marx hace con su crítica al capitalismo. Lo que hasta ese momento existía, en relación a la sociedad y su historia, eran: o bien teorías filosóficas acerca de la historia, o bien narraciones históricas y análisis sociológicos que se limitaban a describir los hechos que ocurrían en ls distintas sociedades (Marta Harnecker. Los conceptos elementales del materialismo histórico).
Con el materialismo histórico se instaura la ciencia histórica que rompe con todas las teorías anteriores acerca del hombre, la sociedad y la historia que se limitaban a la contemplación e interpretación del mundo, siendo incapaces de transformarlo, que es el objetivo que se propone el marxismo.
El marxismo se vale de una teoría basada en conceptos, igual que cualquier otra ciencia que se precie de serlo, para el conocimiento del hombre, de la sociedad y de su historia, que es el paso necesariamente obligado y previo antes de su transformación, dado que sin el conocimiento riguroso y previo del objeto a transformar es imposible cualquier transformación.
Las teorías se basan en conceptos. “Este cuerpo de conceptos del materialismo histórico (que constituye la ciencia del marxismo) comprende los siguientes conceptos: proceso de producción, fuerzas productivas, relaciones técnicas de producción, relaciones sociales de producción, relaciones de producción, infraestructura, superestructura, estructura ideológica, estructura jurídico-política, modo de producción, formación social, coyuntura política, determinación en última instancia por la economía, autonomía relativa de los otros niveles, clases sociales y lucha de clases relacionadas con las relaciones de producción, transición, revolución, etc.
Los primeros fundamentos de este cuerpo de conceptos, aunque todavía muy frágiles, se encuentran en la Ideología alemana (1845-1846). Por ello, se considera que esta obra marca una verdadera revolución teórica  en el pensamiento de sus autores. Marx y Engels inauguran una ciencia nueva allí donde antes reinaban las filosofías de la historia; allí donde no existían sino filosofías de la historia y narraciones de hechos históricos empíricos.” [[2]]
A lo largo de la historia del marxismo se han tenido que variar conceptos y reinterpretar o adaptar a la práctica otros, lo que no implica en modo alguno que el marxismo haya dejado de tener validez como muchos han afirmado. La naturaleza del marxismo en absoluto ha variado, y no es pensable lógicamente que pueda perder su validez, dado que su esencia: el conocer para transformar permanece en vigor, puesto que siempre hay algo y siempre habrá algo que necesite ser conocido y transformado, a fin de crear las condiciones económicas, políticas e ideológicas que posibiliten la realización plena del individuo, como persona humana, tanto material como espiritualmente.
Evidentemente los conceptos se expresan con las palabras del lenguaje habitual, puesto que no existen otras, pero los conceptos tienen un sentido que normalmente no expresan las palabras del lenguaje habitual, por lo que estas se diferencian radicalmente del contenido del concepto.
Las palabras habituales expresan la opinión, los sentimientos, los estados de ánimos, etc., del sujeto que las emite, no tienen más punto de referencia que los establecidos por el propio emisor, y por ello el sentido que imprima a las palabras pueden tener el sentido contrario para otro sujeto y, además, ambas posiciones contrarias podrían resultar ser igualmente “verdaderas” dentro del sentido de las palabras habituales.
Por ejemplo, la afirmación de que el hierro es un metal duro en un principio podría ser aceptada por cualquiera y por tanto ser tenida como verdadera. Pero igualmente verdadera podría ser la afirmación contraria de que el hierro es blando, porque efectivamente, el hierro es un metal demasiado blando si con una varilla de ese mineral se pretende taladrar una plancha de acero de medio metro de espesor. ¿Es, pues, el hierro un metal duro o blando? Este respuesta no tiene solución, salvo que, alguien, el científico, establezca un índice para medir la dureza de los metales, y de esta manera, el hierro no es duro ni blando, sino que posee un grado determinado de dureza que, para un uso concreto del mismo resultará adecuada; para otros insuficiente, etc. Y este índice de dureza introducida por el científico al que queda referida la dureza de los metales es el que dirime la cuestión. Y esto es un concepto, algo que queda definido previamente y establecidas las relaciones con otros conceptos para que su significado sea único a fin de que pueda ser entendido inequívocamente de la misma manera por todos.
El concepto de clase social en el marxismo es esencial y se define por el lugar que se ocupa dentro del proceso de producción, y que fundamentalmente son dos clases sociales: la capitalista que es la que posee los medios de producción y los asalariados, que son los que no poseyendo más que su fuerza de trabajo se ven necesariamente obligados a venderla a los que poseen los medios de producción, los capitalistas. Entre estas dos clase sociales existen otras, así como fracciones de clases en las que intervienen para su definición, además de lso dicho, el grado de conciencia social y política qe se tenga y otros factores psicológicos, pero en lo esencia, existen dos clases sociales que forman el núcleo central de las mismas: la clase capitalista y la clase asalariada.
Ahora bien, si a este concepto de clase social (exactamente igual que con cualquier otro concepto) se le vacía de contenido y se ignoran las relaciones que tiene con otros conceptos queda convertido en una expresión vulgar sin conenido alguno, y en base a esa expresión vulgar sin contenido en el que queda convertido el concepto, se afirma como muchos hacen de que las clases sociales no existen, porque el proletariado del siglo XIX hoy no existe. Afirmación que tiene tanta veracidad como la de mantener que hoy el ferrocarril no existe, dado que es evidente que la máquina tractora ya no la mueve el vapor como en el siglo XIX.
También al concepto vaciado de contenido y convertido en expresión vulgar, para asentar su invalidez como elemento de conocimiento, se le puede revestir de un cierto cientifismo a través de la Sociología.
Se sabe que la sociología como ciencia no busca la veracidad del hecho que investiga, sino la interpretación social del hecho investigado, por lo tanto el sociólogo puede plantearle una serie de preguntas a un determinado grupo social que ningún miembro de ese grupo se planteó jamás, y el resultado de su estudio revelará qué porcentajes de ese grupo se manifiesta a favor o en contra de las preguntas que se le hicieron, ocultando, porque no aparecerá en ninguna parte de su estudio, que las preguntas formuladas jamás llegó a planteárselas y nunca le preocupó al grupo en cuestión. Sin embargo el resultado del estudio se presentaré como respuesta social a una necesidad o problema que nunca existió, salvo en la cabeza del sociólogo. Y así, de la nada, se produce un problema y una solución a la nada que nada aporta al conocimiento, excepto la capacidad de la ciencia sociológica al servicio ed la burguesía para evitar el cuestionamiento del sistema fomentando la alienación social, que esta sí, se corresponde con las necesidades del propio sistema.
La BBC británica realizó un estudio de las clases sociales que determinó la existencia de siete clases sociales. [[3]]
El periódico lusitano ___________ realizó otro estudio en relación al mismo asunto y determinó que las clases sociales son cinco. [[4]]
¿Por qué no podríamos realizar nosotros un estudio sociológico para determinar que las clases sociales son cuarenta y cinco?  O Mejor todavía, ¿por qué no podríamos realizar un estudio sociológico para determinar que no existe más que una clase social, la que formamos todos los hijos de Dios que habitamos en la tierra?
La filosofía representa un punto de vista de clase, la expresión de la lucha de clases a nivel teórico. La filosofía explica, y esta explicación se realiza siempre desde un punto de vista de clase, es decir, defendiendo los intereses de un grupo social frente a los intereses contrarios de otros grupos sociales.
Así, el grupo social que forman en España 1.400 familias que constituyen el 0,0035 % de su población y que controlan más del 80% de toda la riqueza nacional [[5]], cuentan con filósofos, economistas, ideólogos y propagandistas burgueses para defender sus intereses contra los intereses del grupo social que representando más del 99% de la población disponen de menos del 20% de la riqueza nacional.
La filosofía marxista toma partido para defender los intereses del grupo social que representa más del 99% de la población española, frente y en contra de los intereses de la exigua minoría representado por 1.400 familias.
“La filosofía de Marx […] representa una protesta contra la enajenación (una absoluta carencia de conocimiento profundo de sí mismo –conciencia personal- y del papel que desempeña el sujeto en la vida y en la historia –conciencia social-) , su pérdida de sí mismo y su transformación en cosa; es un movimiento contra la deshumanización y automatización del hombre, inherente al desarrollo del industrialismo occidental. Es despiadadamente crítica de todas las “respuestas” al problema de la existencia humana que tratan de aportar soluciones por la negación o simulación de las dicotomías inherentes a la existencia humana […] y cuya esencia misma es la preocupación por el hombre y la realización de sus potencialidades […] Marx contempla al hombre en toda su concreción, como miembro de una sociedad y una clase dada y, al mismo tiempo, como cautivo de estas. La plena realización de la humanidad del hombre y su emancipación de las fuerzas sociales que lo aprisionan está ligado, para Marx, al reconocimiento de estas fuerzas y al cambio social basado en este reconocimiento.
[…] La filosofía de Max (el materialismo dialéctico) es una filosofía […] imbuida de fe en el hombre […] para liberarse y realizar sus potencialidades […] Si el pensamiento Occidental, del siglo XIII al XIX (o quizás, para ser más exacto, hasta el estallido de la primera Guerra Mundial en 1914), fue un pensamiento de esperanza, una esperanza enraizada en las ideas de los profetas y el pensamiento greco-romano, los últimos cuarenta años han sido de un pesimismo y una desesperanza crecientes (ha de tenerse en cuenta que esta afirmación fue realizada en la década de 1960, por lo que de actualizarse en 2018, habría que cifrar tales pesimismo y desesperanza en un siglo aproximadamente) […]. Si no podemos salir de esta desesperanza, es posible que aún podamos sostenernos algún tiempo sobre la base de nuestra fuerza material pero, a la larga, la perspectiva histórica de Occidente estará condenada a la extinción física o espiritual.
[…] La crítica a Marx es, sin embargo, algo muy distinto del juicio acostumbrado, fanático o condescendiente, tan característico de las opiniones actuales sobre él. Estoy convencido de que sólo si entendemos el sentido real del pensamiento de Marx y podemos diferenciar, en consecuencia, del seudomarxismo ruso y chino, seremos capaces de entender las realidades del mundo de hoy y estaremos preparados para enfrentarnos realista y positivamente a su reto […], la persona de Marx, como sus ideas, han sido calumniadas y difamadas por muchos autores.
[…] Se hacen continuas referencias a Marx y a marxismo en la prensa, los discursos políticos, los libros y artículos escritos por estudiosos de las ciencias sociales y filósofos respetables; no obstante, con pocas excepciones, parece que los políticos y periodistas jamás han echado siquiera una mirada a una línea escrita por Marx y que los estudiosos de las ciencias sociales se contentan con un conocimiento mínimo de Marx. Aparentemente se sienten seguros actuando como expertos en este tema, puesto que nadie con prestigio y posición en el reino de la investigación social pone en cuestión sus ignorantes afirmaciones.
“Las fuentes teóricas del marxismo son: 1) la filosofía clásica alemana, en particular la dialéctica idealista de Hegel y el materialismo antropológico de Feuerbach; 2) la economía política inglesa clásica, ante todo las doctrinas de Smith y Ricardo; 3) el socialismo crítico utópico de comienzos del siglo XIX, en primer término las doctrinas de Saint-Simon y Fourier.” [[6]].
Se puede afirmar junto a Erich Fromm (Marx y su concepto del hombre) que la filosofía marxista tiene sus raíces en el humanismo occidental desde Spinoza a Goethe y Hegel, pasando por los filósofos franceses y alemanes de la Ilustración, teniendo como eje central al individuo y la realización de sus potencialidades, encontrándose sus elementos fundamentales en su forma más articulada y definida en su obra temprana Manuscritos económicos-filosóficos, [[7]] escrita cuando contaba 26 años de edad (1844), en la que se ocupa del individuo del individuo real que se desarrolla y revela en la historia, en la que actúa como producto de la misma y a la vez como creador de ella.
“Marx constituye, con Freud y Darwin –los tres con sus respectivas limitaciones que ha sido preciso subsanar ulteriormente- uno de los tres hitos más significativos de este siglo XIX investigador y científico en el que arraiga nuestra cultura de occidentales de la segunda mitad del siglo XX […] Las aportaciones de Marx, como las de Freud o Darwin, constituyen un capítulo imprescindible, convenientemente corregidas y revisadas, de nuestra tradición occidental: es un hecho irreversible.” [El Pollo Urbano, número 187].
El  marxismo “abarca materias tan dispares como pueden ser la estética, la política, el psicoanálisis, la demografía, la metafísica, las ciencias humanas (antropología, sociología, etnología, urbanismo, etc.) la técnica económica. Tal amplitud de temas tan diversificados están motivados por una Obra básicamente especializada, por una obra estrictamente limitada a los conceptos de economía política (El Pollo Urbano, número 187).
La ciencia marxista, el materialismo histórico, sustituye a la filosofía de la historia  reinante hasta ese momento, pasando así de la simple interpretación de la realidad, función de la filosofía de la historia, a la transformación de la realidad mediante la acción consciente del hombre, que es el objeto y al que se dirige el materialismo histórico. Lo que representa el hecho transformador por parte del marxismo de la realidad social capitalista (que es en la que nos encontramos) por la socialista, explica que los ideólogos y economistas al servicio del capital al no poder refutar seria y objetivamente las teorías marxistas, no les queda otro remedio que descalificarlas y criminalizarlas para lograr su desprestigio ante la sociedad, cosa que les resulta relativamente fácil dada la complejidad que en sí mismo representa el marxismo para su comprensión, a la que se añaden los motivos políticos, algunos procedentes de las propias filas “marxistas” y las revoluciones socialistas emprendidas y no realizadas por diferentes y complejas razones, entre ellas, la más importante la errónea interpretación del marxismo.
Con tener en cuenta tan solo la amplitud de temas que abarca y el largo periodo de tiempo (más de 40 años) que transcurre hasta su configuración como tal marxismo, ya da cuenta de las dificultades que ello entraña para su comprensión, y que la misma no puede quedar fiada a una simple lectura mecánica de sus textos.
Únicamente la correspondencia entre Marx y Engels la constituyen más de tres mil caratas de gran extensión sobre multitud de temas, de las cuales más de 300 ([8])  se refieren exclusivamente a El Capital, y que resultan de gran utilidad para la comprensión del mismo.
Una prueba de la dificultad para la comprensión de algunos textos marxistas la encontramos en la carta que Engels dirige a V. Adler el día 16 de marzo de 1858 [[9]] con el objeto de facilitarle la comprensión de El  Capital, en la que empieza diciendo: “Puesto que quieres estudiar a fondo El Capital II y III, voy a proporcionarte algunas pistas para facilitarte las cosas…”, y termina diciendo: “…De esta forma, si estudias a fondo lo esencial que te he señalado y recorres superficialmente, para empezar, lo que es menos importante (lo mejor sería volver a leer primero los capítulos esenciales del tomo I), tendrás una visión general del conjunto y después podrás trabajar con más facilidad los pasajes que has dejado aparte.”
Otros hechos antes aludidos dentro del campo marxista y de sus realizaciones prácticas que han contribuido a dificultar la comprensión marxista o a desacreditar sus intentos re realizaciones prácticas del socialismo pueden ser considerados los siguientes: por un lado, la obra temprana de Marx, Manuscritos económicos filosóficos, no aparece publicada en la URSS hasta después de la muerte de Stalin, por tanto el contenido filosófico marxista en la misma contenido no podía ser aplicado, puesto que se desconocía, lo que unido a otros acontecimientos de la práctica política, alimentaba y proporcionaba bases, ciertamente objetivas,  a los detractores del marxismo que, deformando la realidad podía criticar todo lo que se refiriera al marxismo sin límite alguno, y por otra parte,  en “Francia como ejemplo más próximo, nos será fácilmente comprobar como las editoriales de filiación comunistas ha evitado la publicación de ciertas obras del joven Marx (prácticamente todas), que es preciso buscar en otras casas de edición: tampoco Marx, su obra, ha escapado a las “depuraciones de los PPCC.” [[10]].
Concebir, pues, al marxismo (el materialismo histórico que constituye su ciencia, y al materialismo dialéctico que constituye su filosofía) como una serie de verdades establecidas de una vez y para siempre como base para sustentar sus dogmas, significaría una supina ignorancia acerca del mismo, y considerar al marxismo como un simple tratado de economía supondría la confirmación de dicha ignorancia.
Todo ello se inscribe en un contexto histórico en el que la URSS, China y otros Estados, pero especialmente la URSS, se presenta al mundo con la Revolución de Octubre de 1917 como la encarnación del marxismo y la plena realización del comunismo, a pesar de que “la verdad es qu ene la Unión Soviética es un sistema capitalismo conservador de Estado y no la realización de un sistema marxista y aunque China niegue, por los medios que emplea, esa emancipación de la persona humana que es el fin mismo del socialismo, ambas utilizan la fuerza del pensamiento marxista para a atraer los pueblos de Asia y África (…), e identificando a marxismo y al socialismo con el capitalismo de Estado soviético y el totalitarismo chino.“[[11]].
La naturaleza humana desde el punto de vista marxista
 “La concepción del socialismo en Marx depende de su concepto del hombre (…). Evidentemente, el fin del socialismo es el hombre.” [1]
Muchos sociólogos y psicólogos contemporáneos de Marx creían que no existía una naturaleza humana como tal, sino que “el hombre, al nacer, es como una hoja de papel en blanco, sobre la que la cultura escribe su texto.”[2]
Para la próspera burguesía en la época en la que Marx escribe los Manuscritos económicos-filosóficos (1844), como consecuencia teórica de la separación del hombre del medio en que vive y se reproduce, “la miseria obrera -no la crea nadie-, que ya nadie puede ignorar y que la literatura de la época comienza insistentemente a describir, es atribuida lisa y llanamente a la carencia de virtudes de quienes la padecen. Con el progreso de los tiempos la sociedad se ha espiritualizado, y si los nobles del Antiguo Régimen necesitaban recurrir a una supuesta diferencia social para gozar tranquilos de sus privilegios, los beati possidentes.de la monarquía burguesa disfrutan en paz de los suyos, como resultado de una feliz superioridad espiritual que los justifica.” [Karl Marx. Manuscritos económicos y filosofía. Alianza Editorial, Cuarta edición en español. El Libro de Bolsillo, 1972, págs. 7-8]
Marx niega esta noción de “no” naturaleza del hombre de su tiempo, para mantener que es un ser reconocible y determinable que puede ser reconocido no solo biológicamente, anatómicamente y fisiológicamente, sino también psicológicamente, y con “características necesarias, constantes de todos los individuos humanos (el trabajo, la sociabilidad, la consciencia y la universalidad)” [3] en cualquier circunstancia de espacio, lugar y tiempo, siendo su característica esencial la forma en que realiza su actividad vital, que es precisamente la que le diferencia y separa del resto de los animales.
Así, por ejemplo, en la organización social en la que predominan las relaciones de producción capitalistas, se producen impulsos relativos como incentivos humanos principales “el deseo e dinero y propiedad; otras condiciones económicas pueden producir exactamente los deseos opuestos, como el ascetismo y el desprecio por los bienes terrenales, como sucede en muchas culturas orientales” [5].
Sin duda son los hombres, desde que son hombres, seres conscientes. Pero desde los comienzos de la división social del trabajo, de la escisión y la contraposición entre el trabajo intelectual y el trabajo corporal y a consecuencia de esta división, la consciencia empírica cotidiana de los individuos se separa cada vez más de la evolución de las esferas sociales conjuntas de la producción intelectual, de la evolución de la ciencia y el arte, y se convierte en esclava de las representaciones fetichistas que deforman la realidad, mientras, por otro lado, se producen en los planos del pensamiento abstracto y de la consciencia social conjunta las ideologías, reflejos deformados e invertidos de la realidad.”[9]
“En contraste con Kierkegaard y otros, Marx contempla al hombre en toda su extensión, como miembro de una sociedad y una clase dadas y, al mismo tiempo, como cautivo de éstas. La plena realización de la humanidad del hombre y su emancipación de las fuerzas sociales que le aprisionan está ligada, para Marx, al reconocimiento de estas fuerzas y al cambio social basado en este reconocimiento.” [6].
Dado que el marxismo considera que el hombre no es un ser abstracto que pulule por las nubes en un lugar indeterminado, sino concreto, que vive y  se reproduce en un  espacio y en un tiempo determinados y concretos, para conocer su esencia hay que conocer previamente ese lugar y ese tiempo, puesto que estos son anteriores al nacimiento del hombre.
La forma social más desarrollada que se conoce es la que nace como consecuencia del orden socioeconómico impuesto históricamente por el modo de producción capitalista, que es donde se encuentra el hombre moderno que Marx estudia, por lo que para conocer la esencia humana hay que empezar por conocer el funcionamiento objetivo del modo de producción capitalista, para llegar verdaderamente al conocimiento de la naturaleza humana.
La ciencia nuclear del modo de producción capitalista es la Economía Política (el capitalismo es una forma de economía, pero en absoluto encarna todos los tipos de economías), la ciencia de la producción y de la distribución, de la riqueza y de la miseria, que constituyen el eje central de todas las teorías y estudios marxistas.
“La unión de la Economía y Filosofía (fundamento de materialismo dialítico de Marx) es el primer paso ineludible para comenzar a estudiar seriamente la sociedad moderna y este avance epistemológico, al que cabe calificar como fundamental en todos sus restantes hallazgos, lo hace Marx precisamente en los Manuscritos.” [11]
Estudiando la dinámica interna del funcionamiento del modo de producción capitalista, y dadas las contradicciones que operan en su propia dinámica de funcionamiento, se extraen datos que muestran de manera evidente la imposibilidad material de su continuidad histórica como modo de producción dominante, y en consecuencia su extinción, una vez alcanzado el máximo grado de desarrollo históricamente puede alcanzar, hecho que viene a poner de manifiesto la crisis de 2007, así como predecir el nuevo modo de producción que históricamente está llamado a sustituirle: el modo de producción socialista, que no constituye un fin en sí mismo, como erróneamente ha venido presuponiendo el marxismo vulgar, sino un medio instrumental al servicio del hombre que facilite y potencia el ejercicio práctico de su pleno desarrollo personal, tanto material como espiritual. Pero también esos mismos datos proporcionados por el conocimiento del funcionamiento del modo de producción capitalista, pueden ser aplicados a la génesis y devenir histórico del mismo y para el conocimiento de la naturaleza del hombre que es lo que hace Marx.
“Como punto de partida sabemos que los individuos producen en sociedad, y por consiguiente su producción es socialmente determinada. De ahí que el cazador y el pescador aislados y dispersos, de que hablan Smith y Ricardo, sean sencillamente producto de la imaginación (…) Cuanto más nos remontamos en la historia más aparece el individuo, y por tanto el productor individual, como dependiente y formando parte de un conjunto más vasto; en primer lugar, muy naturalmente y de una tribu; más tarde de una comunidad en sus diversas estructuras, mediante el choque y de la fusión de las tribus.” [13]
Tanto el individuo como el animal tienen que realizar determinadas actividades para la satisfacción de sus necesidades, pero la actividad del animal se limita a procurarse lo necesario para la satisfacción de sus necesidades biológicas inmediatas que son heredadas en función de la especie a la que pertenecen, cuya herencia permanece inamovible, salvo que por determinados circunstancias, todas ellas siempre ajenas al propio animal, le obliguen a realizar determinados cambios para poderse adaptar a las nuevas condiciones de vida que le han llegado impuestas desde fuera de él.
Una vez satisfechas las necesidades biológicas inmediatas del animal, incluida la de la reproducción, cesan las actividades realizadas para ello, y no la vuelve a ponerlas en movimiento hasta que no vuelvan a aparecer nuevamente las necesidades vitales que las pusieron en marcha.
Así, pues, el animal para su subsistencia y reproducción no utiliza sino un número limitado de elementos, que son los que directamente satisfacen sus necesidades, al igual que limitados son los elementos que reincorpora a su propia naturaleza, no siendo libre para realizar ninguna otra actividad que no esté directamente ligada y determinada por el organismo del animal en función de la especie a la que pertenezca.
El hombre en tanto que animal se ve impelido necesariamente a realizar las mismas actividades que este, pero se separa del mismo y aumenta su diferencia con respecto de él en el momento en que empieza a producir sus propios medios de vida, dado que estos no responden ya a la satisfacción de las necesidades biológicas inmediatas.
Los medios que necesita el individuo para la subsistencia se halla todos en la naturaleza. Al trabajar lo que hace es apropiarse de ésos medios que están en la naturaleza y que no son aptos para su consumo directo, de manera que con el trabajo lo que hace es adaptarlos para poderlos consumir y satisfacer sus necesidades cada vez más numerosas.
El trabajo, la producción humana, origina objetos que satisfacen necesidades humanas. Estos objetos producidos por el individuo con su trabajo se hacen cada vez más numerosos y variados a medida que se van desarrollando las fuerzas productivas, creadas también por el propio trabajo humano, y como cada objeto producido responde a la satisfacción de una necesidad, resulta por el propio desarrollo histórico que impulsa el desarrollo de las fuerzas productivas, que las necesidades humanas crecen ilimitadamente.
El instrumento que utiliza el individuo como medio de trabajo para producirse lo que necesita: la piedra, el palo, el cuchillo, la lanza, el vestido, la hitación confortable, el teatro, el ferrocarril, el automóvil, el cine, el teléfono, la televisión, el ordenador…, etc., son medios de vida que no estaban dados en ninguna parte, pero que sin embargo el hombre se ha procurado mediante su actividad específica, el trabajo, realizado libre y voluntariamente, y que en el transcurso del tiempo los ha ido incorporando como elementos vitales de vida a su naturaleza humana.
En suma. La actividad vital del hombre es ilimitada porque ilimitada son sus necesidades frente y opuestamente a la actividad del animal, que está limitada y determinada por su propio organismo. En su actividad para producir objetos el hombre transforma la naturaleza al tomar de ella necesariamente la materia bruta que transforma para adaptarla a su consumo, y al incorporar los objetos producidos a su modo de vida los “humaniza” al convertirlos en elementos “naturales de su propia existencia, por lo que se puede afirmar que el hombre se crea a sí mismo al igual que crea la sociedad en la que vive, a diferencia del animal que no sufre cambio en su vida, excepto los que le llegan impuestos por la naturaleza contra su voluntad que en cualquier caso son insignificantes. Por ejemplo, un animal, el perro. Desde que es perro y hasta hoy no ha cambiado ni su naturaleza ni su forma de vida, sigue haciendo lo que hacía y de la forma que lo hacía.
Un planteamiento de este tipo exige necesariamente un conocimiento previo tanto del hombre como el de la sociedad en la que vive, es decir, de una filosofía que conduzca a esos fines, y esta filosofía en sus aspectos fundamentales está contenida desde los inicios del marxismo en los Manuscritos filosóficos-económicos.
Obra que escribió Marx en 1844 contando 26 años de edad, pero que permaneció “oculta” hasta 1956 en que se publicó en lengua rusa tras la muerte de Stalin, apareciendo publicada en Europa en lengua inglesa a partir de 1959, fechas que marcan el inicio para la plena comprensión del marxismo como teoría general universal del conocimiento y método efectivo para la transformación social, que es en realidad el último objetivo, como medio, a fin de que el hombre encuentre el camino para su plena realización como ser libre y consciente, con lo que se sobrepasa en mucho la noción vulgar del marxismo.
El objeto del modo de producción capitalista y el espíritu que lo mueve no es la de producir objetos para satisfacer necesidades humanas (bienes de uso) sino el acrecentamiento de los capitales invertidos, paro lo que tiene que producir valores de cambio, esto es, objetos que poder llevar al mercado para intercambiarlos por dinero que es lo que le permite el crecimiento de los mismos, aunque evidentemente, los valores de cambio (las mercancías) que produce tienen que responder a la satisfacción de una necesidad determinada, puesto que si no fuera así nadie querría cambiar su dinero por algo que no vale para nada, pero el fin primordial del capitalismo es acrecentar los capitales invertidos.
En el proceso de producción P que realiza el capitalista invierte un dinero inicial D con el que compra una mercancía M (Instalaciones, maquinaria, materia prima, salarios…) que somete a un proceso productivo P (que ponen en marcha y mantienen en funcionamiento los asalariados) para transformarla en una nueva mercancía M´ (con mayor valor que la mercancía M) que será la que lleve el capitalista al mercado para su venta y obtener una cierta cantidad de dinero D´ suficiente para poderse resarcir de todos los gastos originados para obtener la mercancía M´, y además otra parte que será la que le permita acrecentar sus capitales.
Lo anteriormente dicho queda representado en la siguiente expresión que representa en esencia el funcionamiento del modo de producción capitalista:
D – M … P … M´ – D´
La diferencia entre el dinero D´ obtenido en el mercado por la venta de la mercancía M´ y el dinero inicial D representa la plusvalía PV obtenida por el capitalista:
D´- D = PV
Mediante la plusvalía PV obtenida por el capitalista este recupera todo el dinero inicial D invertido que puede volver a reinvertir para repetir un nuevo proceso de producción P y otra parte que le permite acrecentar y acumular sus capitales, en tanto que al asalariado le llega lo justo para no perecer por inanición y su reproducción a fin de poder seguir produciendo.
La forma de trabajo asalariado constituye “una actividad constrictiva, externa, que unilateralita y deforma al individuo, esto es, “solo la apariencia de una actividad […] El trabajador asalariado no aparece, según lo subraya Marx en El Capital, más que como “una máquina productora de plusvalía, y su trabajo no es por tanto, verdadero trabajo en el sentido en que usa Marx ese concepto en los Manuscritos económicos-filosóficos.” [12].
El esclavo y el siervo, al igual que el asalariado también trabajan. Pero no son formas de trabajo humano, puesto que ninguno de ellos realiza su trabajo voluntariamente, ni se apropian íntegramente del producto de sus respectivos trabajos para satisfacer sus propias necesidades y la de los suyos, tan sólo una mínima parte, aquella que le permite no perecer y poder reproducirse ni deciden en qué trabajar, ni en qué producir para satisfacer sus necesidades ni cómo ni cuánto.
El modo de producción capitalista que Marx critica, contra lo formalmente establecido y tomado como verdad inamovible, absoluta, de que es algo consustancial a la naturaleza humana no tiene nada de natural, sino algo creado por el propio individuo como consecuencia del desarrollo histórico de las fuerzas productivas de las que el capitalismo a sido su principal agente impulsor, cuyo protagonismo histórico no puede ser juzgado bajo ningún tipo de concepto moral ni en función de su maldad o bondad, sino como hecho histórico, puesto que esto y ninguna otra cosa es. Y no solamente el capitalismo no es consustancial a la naturaleza humana, sino que además es contrario a la naturaleza de la misma.
Cuando Marx critica al capitalismo no lo hace tanto por la desigualdad de ingresos que crea y fomenta entre el capitalista y el asalariado, sino por la forma de producción, que al estar basada en la división social del trabajo, separando el trabajo corporal y el trabajo intelectual cada vez más, y de la propiedad privada de los medios de producción, conduce al individuo necesariamente a la enajenación, la alienación social y personal, a la pérdida de conciencia de sí mismo hasta convertir al asalariado en un objeto más, en una mercancía como cualquier otra ligada al proceso de producción P.
 “Es imprescindible decir y subrayar que la alienación es para Marx un proceso de determinada tendencia histórica, no un medio estático, y, además, que la tendencia universalizadora de la alienación no significa en modo alguno (…) que la alienación pueda llegar a ser nunca absoluta y a aniquilar toda autonomía de lso individuos que componen la sociedad. Como la evolución histórica de la alienación es al mismo tiempo el camino necesario para la génesis histórica de la individualidad humana, el desarrollo de la alienación es al mismo tiempo creación de los presupuestos subjetivos necesarios de su abolición.” [10]
“Pero el hombre no es simplemente un ser natural; es un ser humano natural. Es un ser para sí y, por tanto. Un ser genérico y como tal tiene que expresarse en el ser y el pensamiento. En consecuencia, los objetos humanos no son objetos naturales como se presentan directamente, y el sentido humano, tal como se da inmediata y objetivamente, no es sensibilidad humana ni objetividad humana. Tampoco la naturaleza objetiva ni la naturaleza subjetiva se presentan directamente en una forma adecuada al ser humano. Y como toda cosa natural debe tener su origen, el hombre tiene su proceso de génesis, la historia, que es para él, sin embargo un proceso consciente y, como tal, que se supera conscientemente a sí mismo.” [E.F. O.C., pág. 189], reconocible y determinable que puede ser reconocido no solo biológicamente, anatómicamente y fisiológicamente, sino también psicológicamente, y con “características necesarias, constantes de todos los individuos humanos (el trabajo, la sociabilidad, la consciencia y la universalidad)” [3] en cualquier circunstancia de espacio, lugar y tiempo, siendo su característica esencial la forma en que realiza su actividad vital, que es precisamente la que le diferencia y separa del resto de los animales.
“Toda la sabiduría de los economistas modernos que aseguran que todas las relaciones sociales existentes son eternas y armoniosas, no es más que una forma de este olvido (separación del hombre del medio en que vive y se reproduce)… Para los profetas del siglo XVIII, que todavía consideran que Smith y Ricardo encarnan todas las ideas, este individuo aparece como un ideal cuya existencia pertenece al pasado. No constituyen para ellos el resultado de la historia, sino su punto de partida. No es una creación de la historia, sino un hecho natural conforme a las ideas que ellos se hacen de la naturaleza humana. Esa mistificación ha sido hasta ahora el caso de toda nueva época.” [Carlos Marx. El método en la economía política. EDICIONES GRIJALBO, S.A. Barcelona-Buenos Aires-México, D.F., 1974, pág. 8 y 16]
Diferencia Marx entre “la naturaleza humana en general” y “la naturaleza humana condicionada”, distinguiendo a la vez “dos tipos de impulsos y apetitos humanos”: los constantes e invariables, como el hambre y el instinto sexual, que sin modificar su esencia pueden variar sus formas de realización y tendencias en función de las culturas de las que se trate, y los apetitos relativos, los que no siendo integrantes de la naturaleza humana “deben su origen a ciertas estructuras sociales y a ciertas condiciones de producción y comunicación…, la necesidad de dinero es, pues, la necesidad real creada por la economía moderna y la única necesidad que esta crea…, se convierte (así esta necesidad) en una servidumbre ingeniosa y siempre calculadora a los instintos inhumanos, depravados, antinaturales e imaginarios” [4], que en el transcurso del tiempo y por falta de reflexión, el individuo las llega a tomar, efectivamente, como elementos naturales de su propia naturaleza.
Así, por ejemplo, en la organización social en la que predominan las relaciones de  producción capitalista, se producen impulsos relativos como incentivos humanos principales “el deseo de dinero y propiedad; otras condiciones económicas pueden producir exactamente los deseos opuestos, como el ascetismo y el desprecio por los bienes terrenales, como sucede en muchas culturas orientales” [5]
(DIFICULTADES PARA INTERPRETAR A MARX Y EL MODO DE INTERPRETARLO)
Esta sería una de las razones, pero no todas, que podrían explicar la tergiversación del marxismo vulgar mecanicista, determinista y economicista, que era el que se había aplicado fundamentalmente en la URSS de la mano de Stalin.
Tras la publicación de los Manuscritos filosófico-económicos el marxismo empieza a ser estudiados por marxistas no comunistas, católicos en Francia y protestantes en Alemania.
“Una de las ironías peculiares de la historia es que no hay límites para el melentendimiento y la deformación de las teorías, aun en una época donde hay acceso ilimitado a las fuentes; no hay un ejemplo más definitivo que lo que ha sucedido con la teoría de Karl Marx en las últimas décadas.” [7]
“No hay mayor malentendido o malinterpretación de Marx que aquella que se encuentra, implícita o explícitamente, en el pensamiento de los comunistas soviéticos, los socialistas reformistas y los opositores capitalistas del socialismo, todos los cuales suponen que Marx sólo quería el mejoramiento económico de la clase trabajadora y que quería abolir la propiedad privada para que el obrero pudiera poseer lo que ahora tiene el capitalista. La verdad es que para Marx, la situación de un trabajador en una fábrica “socialista” rusa, una fábrica británica propiedad del Estado o una fábrica norteamericana tal como la General Motors equivaldría esencialmente a lo mismo… El tema central de Marx es la transformación del trabajo sin sentido, enajenado, en un trabajo productivo, libre, no el mejor pago de un trabajo enajenado por un capitalismo privado o un capitalismo “abstracto” de Estado.”[8]
*
Manuel Sogas Cotano, Mao /30.03.2019

[1] Erich Fromm. Marx y su concepto del hombre. Pág. 69. Fondo de Cultura Económica, México, 1962.[2] Erich Fromm. Obra citada, pág. 36.
[3] Giörgy Márkus. Marxismo y “antropología”, pág. 51. Traducción y redacción: Manuel Sacristán. Ediciones Grijalbo, S.A., 1973, Barcelona.
[4] Erich Fromm. Obra citada, pág. 37.
[5 ] Erich Fromm. Obra citada, pág. 24.
[6] Erich Fromm. Marx y su concepto del hombre. Págs. 7-8. Fondo de Cultura Económica, México, 1962.
[7] Erich Fromm. Obra citada, pág. 13.
[8] Erich Fromm. Obra citada, págs. 53-54.
[9] Giörgy Márkus. Obra citada, pág. 52.
[10] Giörgy Márkus. Obra citada, págs. 60-61.
[11] Karl Marx. Manuscritos: económicos-filosóficos, pág. 15. Traducción, introducción y notas de Francisco Rubio Llorente. Alianza Editorial, 4ª edición, Madrid, 1972.
[12] Giörgy Márkus. Obra citada, pág. 51.
[13] Carlos Marx. El método en la economía política. Págs. 15-16. Ediciones Grijalbo, S.A., Barcelona, 1974.





[[1]] Marta Harnecker. Obra citada, pág. 7.
[[2]] Marta Harnecker. Los conceptos elementales del materialismo histórico, pág.

5. Siglo XXI Editores, México, España, Argentina, 28ª edición, marzo 1975 (4ª ed. España).
[[3]]

[[4]]

[[5]] Revista solidaria con los empobrecidos de la tierra. Febrero-Marzo 2012, nº 92.
[[6]] Historia de la filosofía marxista-leninista, Tomo I, pág. 10. Progreso Moscú, 1978.

[[7]] Datos de la publicación. Cuando se publica y el por qué de la tardanza de su publicación.

([8]) Marx / Engels. Cartas sobre El Capital. EDITORIAL LAIA, BARCELONA, 1974.

[[9]] Marx / Engels. Obra citada, pág. 315.

[[10]] Marx / Engels. Obra citada, pág. 7
[[11]] Erich Fromm. Marx y su concepto del hombre.

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