martes, 2 de noviembre de 2021

El problema es el capitalismo y no el clima. [El deterioro de Medio ambiente que puede llegar a ser irreversible, lo cual significa caput, chiquet, caput, a tomar por el culo todos, los proto super poderosos del capital y sus criados y criadas también, no es una tontada, sino un asunto serio (lo que requiere seriedad) que hay que tener presente (pero que a pesar del dicharacho palabrero reinante fomentado por mengano, zutano, prensa, radio, televisión, partidos políticos y otros que parecen más listo que el hambre, no parece que se tenga muy en cuenta). Y para ello hay que empezar por desteologizar la noción de ECOLOGIA, o sea, quitarle la corona de deidad artificial e interesada que políticamente se le ha llegado a poner, para centrarnos en el a, b y c de la causa originaria (primigenia) del problema que se concreta y se manifiesta en el deterioro al que ha llegado actualmente el Medio ambiente, del que hasta es posible que no sepamos a nivel general de la misa la mitad, porque vamos a ver y veamos, camarada, compañero, colega, compañero del metal y compañeros especímenes míos de esto de de la Ecología y tal, ¿cómo a vamos a poder solucionar problema alguno si previamente no conocemos la causa que origina ese problema?, ¿si no sacamos de cuajo, de raíz –que eso es ser radical y no los rompedores de cristales de los escaparates ni los que le pegan una paliza a otros llevando una bandera atada al pescuezo- la causa primigenia que origina el problema cómo se va a solucionar el problema? Esta primera causa de la que se deriva el deterioro del Medio ambiente no es ni más ni menos que las relaciones de producción capitalistas basadas en la explotación de unos por otros, cuya explotación se generaliza y llega a todos los órdenes de la vida, a las relaciones sexuales también. Verbigracia, tío: hay que cambiar esas relaciones de explotación en las que se basa el modo de producción capitalista por nuevas relaciones de producción socialistas basadas en la colaboración. ¡Hostias, la cagué otra vez! Perdonen, que eso del socialismo me ha salido sin querer. Que oiga que un fallo lo tiene cualquiera. Yo creo que hasta la próxima vez ya no me vuelve a salir.]

 

El problema es el capitalismo y no el clima

 

Por Julio C. Gambina

Rebelion / España

02/11/2021 


Fuentes: Rebelión

Coincidieron este fin de semana dos cónclaves mundiales centrados en el debate sobre el “calentamiento global”, la COP 26 en Glasgow, Escocia y el G20 en Roma, Italia.


La preocupación común es el clima, en un marco de crisis económica evidente, con desigualdad social creciente, precios en alza preocupante y el deterioro ambiental derivado de la emisión de gases de efecto invernadero producido por la forma de producción contemporánea. El impacto sobre el ambiente es un problema acelerado desde tiempos de la revolución industrial (1750), agigantada luego de la segunda posguerra (1945) y de manera descontrolada en las últimas tres décadas (1990-2021). La forma capitalista de producción conlleva estos resultados.

Un resumido y didáctico análisis nos presenta Michael Roberts en su blog[1], graficando las estadísticas de las responsabilidades en la emisión de CO2, con China a la cabeza en la actualidad y EEUU lejos, en el acumulado histórico del desarrollo capitalista. Señala el autor británico que China “es el mayor emisor de CO2 del mundo” desde su lugar de país con mayor población en el planeta y fabricante exportador del mundo. Agrega que “las emisiones acumuladas en la atmósfera en los últimos 100 años provienen de los ricos anteriormente industrializados y ahora consumidores de energía del Norte”. Destaca que EEUU es responsable de acumular la emisión “del “20% del total mundial. China ocupa un segundo lugar relativamente distante, con un 11%, seguida de Rusia (7%), Brasil (5%) e Indonesia (4%).” En esa estadística aparece Argentina en el 14° lugar.

El tema es importante y en el blog del FMI se puede leer un análisis relativo al tema y América Latina y el Caribe.[2] En el texto señalan que “Las emisiones netas de gases de efecto invernadero (GEI) de la región concuerdan con su tamaño económico y población, alrededor del 8 por ciento del total mundial. Pero la composición de las emisiones en ALC es muy diferente que la de otras regiones.” Se enfatiza a continuación que “El sector energético contribuye mucho menos a las emisiones totales en ALC (43 por ciento) en comparación con la media mundial (74 por ciento). La agricultura, en cambio, contribuye 25 por ciento, frente a una media mundial de 13 por ciento. El uso de la tierra, el cambio del uso de la tierra y la silvicultura (UTCUTS) contribuyen 19 por ciento, mucho más que la media mundial apenas superior a 1 por ciento.”

Ultima oportunidad

Pueden utilizarse otras fuentes informativas y queda claro que no se puede ocultar la catástrofe que amenaza a la humanidad, y los Estados nacionales y sus articulaciones globales transitan de cumbres en cumbres para definir compromisos que no cumplen. El resultado es alarmante al punto que el Secretario General de Naciones Unidas sostiene que “Si no se actúa con determinación, nos estamos jugando nuestra última oportunidad, literalmente, de cambiar el rumbo de las cosas”.[3]

La alarma es un llamado de atención al orden productivo, sustentado en la explotación creciente de la fuerza de trabajo, con menos seguridad social, y en el recurrente y extendido saqueo de los bienes comunes en el orden global, estimulando un consumo en las élites que afecta las condiciones de vida del conjunto de la sociedad. No hay solución al “calentamiento global” si no se asumen medidas sobre ámbitos estratégicos de la producción mundial, caso de la energía, la agricultura, el transporte, los servicios públicos esenciales, la salud, la educación, tendientes a limitar y reducir la emisión de gases de efecto invernadero, algo que no puede quedar en manos del “mercado”, es decir de los inversores privados, las corporaciones transnacionales, en busca de ganancias y rentabilidad de sus capitales.

El cometario apunta tanto hacia el poder de las transnacionales petroleras y gasíferas, de la alimentación y la biotecnología, entre muchas otras, como a la discusión sobre las políticas de los Estados nación y los organismos mundiales relativos al para qué, cómo y cuanta energía y producción, orientada a que necesidades satisfacer. Son comentarios extensivos hacia la alimentación y, por ende, más pensamiento y acción en satisfacer demandas sociales y derechos a la alimentación y a la energía que estimular mercados, precisamente en un momento donde el alza de precios se concentra en ambas producciones estratégicas para la reproducción de la cotidianeidad social y natural.

La solución provendrá más de las luchas y resistencias populares, especialmente de formas alternativas de producción y reproducción socioeconómica que, de decisiones públicas de los Estados Capitalistas, en cumbres como las del G20 en donde se proponen discutir sobre las desigualdades y el aceleramiento de la recuperación económica. Ambas cuestiones son resultado de la forma capitalista de organización de la sociedad. Es lógico que el régimen del capital promueva el restablecimiento de la tasa de ganancia antes que la satisfacción de millones de empobrecidos en los pueblos del mundo. Eso es la desigualdad, producto del orden capitalista. Cambiar el modelo productivo y de desarrollo es la base para organizar un orden económico y social que remedie el daño ecológico y asegure la reproducción metabólica del planeta.

Notas:

[1] Michael Roberts. “Cop-out 26”, en: https://thenextrecession.wordpress.com/2021/10/28/cop-out-26/

[2] Anna Ivanova, Julie Kozack, Sònia Muñoz, y Jorge Roldos. Blog del FMI. “Cambio climático en América Latina y el Caribe: Retos y oportunidades”, en: https://blog-dialogoafondo.imf.org/?p=16475

[3] Antonio Guteres, en: https://news.un.org/es/story/2021/10/1499162

Julio C. Gambina. Doctor en Ciencias Sociales, UBA. Profesor Titular de Economía Política en la UNR. Integra la Junta Directiva de la Sociedad Latinoamericana y caribeña de Economía Política y Pensamiento Crítico, SEPLA.

Rebelión ha publicado este artículo con el permiso del autor mediante una licencia de Creative Commons, respetando su libertad para publicarlo en otras fuentes.

 

 

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