1/2
Después de Snowden
eldiario.es
REBELION
08-11-2013
|
Las revelaciones de Edward Snowden han
puesto en marcha una reacción en cadena que acabará por cambiar el mundo. Ya
nada será lo mismo, porque los cambios se han iniciado ya. ¿Para bien o para
mal?
|
EFE
Lo que estamos viendo a
cámara lenta tras las sucesivas publicaciones de los materiales recopilados por
Edward Snowden (y aún hay más) es el fracaso de un sueño geek. Lo
que quiso hacer la NSA bajo el general Alexander fue automatizar el espionaje,
reemplazando las complejidades y dudas del mundo real por las puras matemáticas.
Con un sistema de
recogida tan eficiente como Internet, con los matemáticos y técnicos
informáticos de mayor calidad del planeta, con cantidades ingentes de dinero y
sin limitación moral o legal apreciable, la NSA podría acumular el mayor pajar de información del
planeta. Y luego ya verían cómo encontrar y sacar
las agujas; era cuestión de echarle ordenadores y programas hasta resolver el
problema.
El elemento humano
quedaba, nunca mejor dicho, fuera de la ecuación. Y el error que ha acabado con
todo, lo que ha iniciado la cadena que acabará por destruir el programa ha
sido, como siempre, humano: la conciencia de un hombre. Porque Snowden ha
puesto en marcha un proceso imparable que tiene ya consecuencias, y tendrá
muchas más en diferentes ámbitos e interactuando unas sobre otras. Para
comprenderlas, lo más eficiente es ir enumerando cada una de las partes
ofendidas y cuáles pueden ser las consecuencias que surjan de cada una.
El público en general (fuera de EEUU):
Desde luego que afecta,
y desde luego que se siente afectado. Pero mucha sorpresa no es que muestre la
gente, dado que al menos las partes más interesadas en este tipo de temas
sospechaban algo así desde hace décadas. La mano terriblemente dura que siempre
han mostrado los poderes con los hackers, incluso con los que no tenían intenciones aviesas y
apenas eran capaces de algo más grave que travesuras, y los numerosos indicios de la
querencia del aparato militar gubernamental de espionaje estadounidense por
acaparar enormes cantidades de información eran hechos probados.
Y existía el temor de
que algo de este tipo se materializara; ya lo habían intentado alguna vez. De hecho, en la reacción a las revelaciones de
Snowden se puede detectar un cierto 'cansinismo' en los sectores más
implicados, un inevitable aire de ‘ya lo sabíamos, y os lo dijimos’. Habrá
quejas, y presiones, sobre los Gobiernos locales. Obviamente, el aparato de
seguridad (estadounidense y local) alegará razones de seguridad, pero, dados
los abusos ya conocidos y la flagrante intromisión que representan las últimas
revelaciones, y que fuera de los EEUU la gente se siente mucho más violada que
protegida, la indignación es real. Y también está el tema de las leyes locales
ignoradas, que siempre escuece.
Consecuencias:
habrá presión política sobre los dirigentes locales para que ‘se haga algo’,
como veremos más adelante. También
aumentará la conciencia de que es necesario protegerse y, con ella, crecerán la
demanda y el uso de programas y sistemas de protección online. A más demanda, mayor oferta. El mercado de este tipo
de protecciones aumentará y, si bien es dudoso que se llegue a generalizar un
nivel de protección que pueda garantizar seguridad al cien por cien contra un
atacante decidido y sofisticado como la NSA, la extensión de sistemas de
protección acabará por dificultar hasta la ineficacia; es el tipo de masiva
recolección de datos que ahora se practica.
Las empresas (fuera de EEUU):
Muchas de ellas, las más
grandes y dependientes de los datos, ya eran conscientes del problema. Los
bancos, por ejemplo, no pueden estar felices sabiendo que los datos del sistema
de transferencias internacional SWIFT han sido espiados por la NSA y, de hecho,
han hecho tan patente su infelicidad que hasta el Parlamento Europeo ha
protestado seriamente. Pero después de Snowden, la cosa es
pública y notoria: los EEUU espían a discreción, y nunca ha habido una muralla
china entre los secretos de índole estratégica y los comerciales. Mucho menos,
en el confuso mundo del espionaje estadounidense, donde se entremezclan
organismos oficiales y contratistas privados que tienen negocios a su vez con
otros sectores económicos.
Las empresas dependientes de datos, o sea, cada vez
más todas, ya no pueden negar que se encuentran en inferioridad de condiciones
comerciales al competir con sus contrapartes de EEUU si éstas cuentan con
información secreta. Por tanto, las empresas no
estadounidenses habrán comenzado ya a reforzar sus defensas en el ciberespacio.
Y a no usar productos provenientes de EEUU, que han de darse todos ellos por
comprometidos. Esto implica la aparición de nuevos mercados de productos
tecnológicos en los que se pueda garantizar que no están preparados para
aceptar el espionaje estadounidense.
La simple oferta de
cumplir de verdad con la legislación de la Unión Europea, mucho más protectora
con la privacidad y los datos, representará una ventaja competitiva para las
empresas de Internet de fuera de EEUU. Además, habrá presión sobre los
dirigentes políticos para que los mecanismos del Estado trabajen para proteger
las ventajas comerciales frente a la competencia desleal.
Consecuencias:
cabe prever una fuerte
tendencia hacia el nacionalismo digital –redes
propias, almacenes de nube nacionales y, en general, protección con estándares
locales de la información local–. En los casos más extremos, se crearán redes
nacionales (aunque no sin polémica) pero,
como mínimo, habrá una reorientación estratégica hacia leyes, protocolos y
sistemas de protección de datos nacionales, en la que empresas y Estados irán
necesariamente de la mano. Esto tendrá consecuencias políticas, pero también
económicas, como veremos después.
Los servicios secretos (fuera de EEUU):
Las cloacas de todos los
Estados aliados de EEUU deben de estar ahora mismo que fuman en pipa. No sólo la NSA ha desarrollado un
topo que ha hecho públicas todas las componendas y enjuagues subterráneos del
espionaje sin que hayan podido pararlo, sino que, para justificarse, el
director de la Agencia de Seguridad Nacional de EEUU ha dejado en bolas a todos sus aliados y
en público. Al comunicar que en realidad han sido
los servicios secretos de sus aliados (franceses, españoles, etc.) quienes les
han servido los datos, los espías estadounidenses han cometido un pecado
imperdonable en el mundo del espionaje: dejar en ridículo a un servicio
hermano.
Pasarán años antes de
que se recuperen las relaciones de confianza viales para el tipo de intercambio
de información que se llevaban a cabo anteriormente. Además, los servicios
aliados recibirán órdenes por parte de sus autoridades políticas para que tomen
un papel mucho más proactivo en la defensa de las redes nacionales y, en
especial, de los activos estratégicos y gubernamentales, con singular hincapié
en sus antiguos aliados.
Así que las agencias
secretas no anglosajonas se verán obligadas a desarrollar sus propios sistemas
de análisis, una actividad que antessubcontrataban a la NSA, y a proteger a
sus administraciones, empresas y ciudadanos de cualquier intrusión, incluidas
las intrusiones de suquerido
aliado. La presión política desde abajo y desde
arriba será fuerte; tendrán que actuar.
Consecuencias: esperen contrataciones
de matemáticos, físicos e informáticos por parte del CNI y servicios de este
tipo en Europa. También
el estrechamiento de lazos y el refuerzo de infraestructuras comunes entre los
servicios secretos españoles, franceses, alemanes, italianos y, en general, no
anglosajones. Habrá cambios estratégicos en las
relaciones entre servicios secretos y empresas tecnológicas y de
telecomunicaciones. Tenderá a haber menor cooperación con los espías anglos. La
época de cederle el control del ciberespacio a los estadounidenses porque sí se
habrá terminado.
Los dirigentes (fuera de EEUU):
Aquí vemos un genuino
cabreo que acabará por generar acción, con nuevas leyes, protecciones o
garantías. Porque se juntan tres fuerzas que animan a los afectados a actuar.
Por un lado, está la indignación popular y la de los poderes económicos, que ya
hemos comentado; real e innegable. Por el otro, hay una cierta sensación de
violación personal, dado que a algunos dirigentes de los países aliados se les
ha nombrado personalmente como receptores de las atenciones de la NSA.
Y por mucho que un
presidente sea consciente de que le pueden espiar, y por muy dentro de las
reglas del juego que esté el asunto, no hace gracia. Sobre todo cuando no sólo
te han violado las comunicaciones, sino que lo sabe todo el planeta: la
humillación pública es poderosa en política. Incluso si el espionaje a sus
ciudadanos se ha hecho con la connivencia del aparato local de poder, el hecho
de que se conozca les deja en una posición muy desairada. De modo que, por muy
cómplices que hayan podido ser (cuanto más cómplices hayan sido), tendrán que
tomar medidas visibles. El bochorno les impulsará a ello. De hecho, ya está
sucediendo; se están despertando las muy populistas fuerzas del nacionalismo
ofendido.
Consecuencias: pueden esperarse
endurecimientos de la legislación de protección de datos en aquellos países que
hayan resultado afectados. Además, los poderes del Estado reforzarán sus
defensas y en la estrategia nacional se incluirá una mayor capacidad de
supervivencia y protección contra este tipo de ataques. En combinación con las empresas nacionales
afectadas, nacerá una poderosa tendencia a la nacionalización estratégica de
activos digitales. Si hasta ahora el coste era el factor clave para tomar
decisiones, a partir de ahora habrá que tener en cuenta el riesgo de escuchas
irregulares y la protección de datos.
Algunos
países, como Brasil, están considerando la posibilidad de crear redes
nacionales cerradas a otros países, fragmentando así la Internet mundial o, al
menos, ofreciendo espacios nacionales protegidos. Otros, como Venezuela, abogan
por crear sus propias redes sociales, como ya ha hecho China. Los intereses
comerciales, la estrategia nacional y el orgullo herido se alían. Tal vez los
días de una Internet única de libre y abierta navegación para todos se estén
terminando.
*++
No hay comentarios:
Publicar un comentario