sábado, 16 de noviembre de 2013

UN ESBOZO DE COMO QUEDARÁ EL MUNDO


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Después de Snowden


eldiario.es
REBELION
08-11-2013
Las revelaciones de Edward Snowden han puesto en marcha una reacción en cadena que acabará por cambiar el mundo. Ya nada será lo mismo, porque los cambios se han iniciado ya. ¿Para bien o para mal?





EFE

Lo que estamos viendo a cámara lenta tras las sucesivas publicaciones de los materiales recopilados por Edward Snowden (y aún hay más) es el fracaso de un sueño geek. Lo que quiso hacer la NSA bajo el general Alexander fue automatizar el espionaje, reemplazando las complejidades y dudas del mundo real por las puras matemáticas.

Con un sistema de recogida tan eficiente como Internet, con los matemáticos y técnicos informáticos de mayor calidad del planeta, con cantidades ingentes de dinero y sin limitación moral o legal apreciable, la NSA podría acumular el mayor pajar de información del planeta. Y luego ya verían cómo encontrar y sacar las agujas; era cuestión de echarle ordenadores y programas hasta resolver el problema.

El elemento humano quedaba, nunca mejor dicho, fuera de la ecuación. Y el error que ha acabado con todo, lo que ha iniciado la cadena que acabará por destruir el programa ha sido, como siempre, humano: la conciencia de un hombre. Porque Snowden ha puesto en marcha un proceso imparable que tiene ya consecuencias, y tendrá muchas más en diferentes ámbitos e interactuando unas sobre otras. Para comprenderlas, lo más eficiente es ir enumerando cada una de las partes ofendidas y cuáles pueden ser las consecuencias que surjan de cada una.

El público en general (fuera de EEUU):

Desde luego que afecta, y desde luego que se siente afectado. Pero mucha sorpresa no es que muestre la gente, dado que al menos las partes más interesadas en este tipo de temas sospechaban algo así desde hace décadas. La mano terriblemente dura que siempre han mostrado los poderes con los hackers, incluso con los que no tenían intenciones aviesas y apenas eran capaces de algo más grave que travesuras, y los numerosos indicios de la querencia del aparato militar gubernamental de espionaje estadounidense por acaparar enormes cantidades de información eran hechos probados.

Y existía el temor de que algo de este tipo se materializara; ya lo habían intentado alguna vez. De hecho, en la reacción a las revelaciones de Snowden se puede detectar un cierto 'cansinismo' en los sectores más implicados, un inevitable aire de ‘ya lo sabíamos, y os lo dijimos’. Habrá quejas, y presiones, sobre los Gobiernos locales. Obviamente, el aparato de seguridad (estadounidense y local) alegará razones de seguridad, pero, dados los abusos ya conocidos y la flagrante intromisión que representan las últimas revelaciones, y que fuera de los EEUU la gente se siente mucho más violada que protegida, la indignación es real. Y también está el tema de las leyes locales ignoradas, que siempre escuece.

Consecuencias: habrá presión política sobre los dirigentes locales para que ‘se haga algo’, como veremos más adelante. También aumentará la conciencia de que es necesario protegerse y, con ella, crecerán la demanda y el uso de programas y sistemas de protección online. A más demanda, mayor oferta. El mercado de este tipo de protecciones aumentará y, si bien es dudoso que se llegue a generalizar un nivel de protección que pueda garantizar seguridad al cien por cien contra un atacante decidido y sofisticado como la NSA, la extensión de sistemas de protección acabará por dificultar hasta la ineficacia; es el tipo de masiva recolección de datos que ahora se practica.

Las empresas (fuera de EEUU):

Muchas de ellas, las más grandes y dependientes de los datos, ya eran conscientes del problema. Los bancos, por ejemplo, no pueden estar felices sabiendo que los datos del sistema de transferencias internacional SWIFT han sido espiados por la NSA y, de hecho, han hecho tan patente su infelicidad que hasta el Parlamento Europeo ha protestado seriamente. Pero después de Snowden, la cosa es pública y notoria: los EEUU espían a discreción, y nunca ha habido una muralla china entre los secretos de índole estratégica y los comerciales. Mucho menos, en el confuso mundo del espionaje estadounidense, donde se entremezclan organismos oficiales y contratistas privados que tienen negocios a su vez con otros sectores económicos.  

Las empresas dependientes de datos, o sea, cada vez más todas, ya no pueden negar que se encuentran en inferioridad de condiciones comerciales al competir con sus contrapartes de EEUU si éstas cuentan con información secreta. Por tanto, las empresas no estadounidenses habrán comenzado ya a reforzar sus defensas en el ciberespacio. Y a no usar productos provenientes de EEUU, que han de darse todos ellos por comprometidos. Esto implica la aparición de nuevos mercados de productos tecnológicos en los que se pueda garantizar que no están preparados para aceptar el espionaje estadounidense.

La simple oferta de cumplir de verdad con la legislación de la Unión Europea, mucho más protectora con la privacidad y los datos, representará una ventaja competitiva para las empresas de Internet de fuera de EEUU. Además, habrá presión sobre los dirigentes políticos para que los mecanismos del Estado trabajen para proteger las ventajas comerciales frente a la competencia desleal.

Consecuencias: cabe prever una fuerte tendencia hacia el nacionalismo digital –redes propias, almacenes de nube nacionales y, en general, protección con estándares locales de la información local–. En los casos más extremos, se crearán redes nacionales (aunque no sin polémica) pero, como mínimo, habrá una reorientación estratégica hacia leyes, protocolos y sistemas de protección de datos nacionales, en la que empresas y Estados irán necesariamente de la mano. Esto tendrá consecuencias políticas, pero también económicas, como veremos después.  

Los servicios secretos (fuera de EEUU):

Las cloacas de todos los Estados aliados de EEUU deben de estar ahora mismo que fuman en pipa. No sólo la NSA ha desarrollado un topo que ha hecho públicas todas las componendas y enjuagues subterráneos del espionaje sin que hayan podido pararlo, sino que, para justificarse, el director de la Agencia de Seguridad Nacional de EEUU ha dejado en bolas a todos sus aliados y en público. Al comunicar que en realidad han sido los servicios secretos de sus aliados (franceses, españoles, etc.) quienes les han servido los datos, los espías estadounidenses han cometido un pecado imperdonable en el mundo del espionaje: dejar en ridículo a un servicio hermano.

Pasarán años antes de que se recuperen las relaciones de confianza viales para el tipo de intercambio de información que se llevaban a cabo anteriormente. Además, los servicios aliados recibirán órdenes por parte de sus autoridades políticas para que tomen un papel mucho más proactivo en la defensa de las redes nacionales y, en especial, de los activos estratégicos y gubernamentales, con singular hincapié en sus antiguos aliados.

Así que las agencias secretas no anglosajonas se verán obligadas a desarrollar sus propios sistemas de análisis, una actividad que antessubcontrataban a la NSA, y a proteger a sus administraciones, empresas y ciudadanos de cualquier intrusión, incluidas las intrusiones de suquerido aliado. La presión política desde abajo y desde arriba será fuerte; tendrán que actuar.

Consecuencias: esperen contrataciones de matemáticos, físicos e informáticos por parte del CNI y servicios de este tipo en Europa. También el estrechamiento de lazos y el refuerzo de infraestructuras comunes entre los servicios secretos españoles, franceses, alemanes, italianos y, en general, no anglosajones. Habrá cambios estratégicos en las relaciones entre servicios secretos y empresas tecnológicas y de telecomunicaciones. Tenderá a haber menor cooperación con los espías anglos. La época de cederle el control del ciberespacio a los estadounidenses porque sí se habrá terminado.

Los dirigentes (fuera de EEUU):

Aquí vemos un genuino cabreo que acabará por generar acción, con nuevas leyes, protecciones o garantías. Porque se juntan tres fuerzas que animan a los afectados a actuar. Por un lado, está la indignación popular y la de los poderes económicos, que ya hemos comentado; real e innegable. Por el otro, hay una cierta sensación de violación personal, dado que a algunos dirigentes de los países aliados se les ha nombrado personalmente como receptores de las atenciones de la NSA.

Y por mucho que un presidente sea consciente de que le pueden espiar, y por muy dentro de las reglas del juego que esté el asunto, no hace gracia. Sobre todo cuando no sólo te han violado las comunicaciones, sino que lo sabe todo el planeta: la humillación pública es poderosa en política. Incluso si el espionaje a sus ciudadanos se ha hecho con la connivencia del aparato local de poder, el hecho de que se conozca les deja en una posición muy desairada. De modo que, por muy cómplices que hayan podido ser (cuanto más cómplices hayan sido), tendrán que tomar medidas visibles. El bochorno les impulsará a ello. De hecho, ya está sucediendo; se están despertando las muy populistas fuerzas del nacionalismo ofendido.

Consecuencias: pueden esperarse endurecimientos de la legislación de protección de datos en aquellos países que hayan resultado afectados. Además, los poderes del Estado reforzarán sus defensas y en la estrategia nacional se incluirá una mayor capacidad de supervivencia y protección contra este tipo de ataques. En combinación con las empresas nacionales afectadas, nacerá una poderosa tendencia a la nacionalización estratégica de activos digitales. Si hasta ahora el coste era el factor clave para tomar decisiones, a partir de ahora habrá que tener en cuenta el riesgo de escuchas irregulares y la protección de datos.


Algunos países, como Brasil, están considerando la posibilidad de crear redes nacionales cerradas a otros países, fragmentando así la Internet mundial o, al menos, ofreciendo espacios nacionales protegidos. Otros, como Venezuela, abogan por crear sus propias redes sociales, como ya ha hecho China. Los intereses comerciales, la estrategia nacional y el orgullo herido se alían. Tal vez los días de una Internet única de libre y abierta navegación para todos se estén terminando.

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