Cuando lo ‘científico’ se
transmuta en mercantil: los ‘bodyoids
DIARIO OCTUBRE / abril 12, 2025
Josep Cónsola (mpr21).— En un artículo que publiqué en el mes de enero que llevaba
por título “Inteligencia artificial genética” hacía mención a la película “La
isla” del director Michael Bay, que refleja un universo en el cual unos seres
semi-humanos nacidos de úteros artificiales, a los que les han castrado los
sentimientos, son una mercancía, son clones de gentes adineradas puestos en
reserva con la finalidad de servir de órganos de recambio en cualquier momento.
En este relato, el fin justifica los medios.
A primera vista
parece ficción. Personalmente me parecía ficción hasta el pasado día 25 de
marzo de 2025 que la MIT Technology Review (1) incluyó un artículo en inglés
con el nombre de “Human ‘bodyoids’ could reduce animal testing, improve drug
development, and alleviate organ shortages”. (Los “corporoides” humanos podrían
reducir las pruebas en animales, mejorar el desarrollo de fármacos y aliviar la
escasez de órganos).
Dicho artículo
está firmado por Carsten T. Charlesworth, investigador postdoctoral en el
Instituto de Biología de Células Madre y Medicina Regenerativa (ISCBRM) de la
Universidad de Stanford. Henry T. Greely, profesor de Derecho y director del
Centro de Derecho y Biociencias de la Universidad de Stanford y Hiromitsu
Nakauchi, profesor de genética y miembro del profesorado del ISCBRM de la
Universidad de Stanford.
Los
experimentos sobre control humano de la Universidad de Stanford ya se hicieron
famosos en 1971 con el llamado Experimento de la prisión de Stanford,
financiado por la Armada de Estados Unidos. El experimento liderado por el
profesor de psicología Philip Zimbardo, pretendía investigar el efecto
psicológico de la percepción de poder (2). Recientemente solicitó subvenciones
a los Departamentos del Ejército, la Armada y las Fuerzas Aéreas, la
Administración Nacional de la Aeronáutica y del Espacio (NASA) y la Fundación
Nacional de la Ciencia (NSF) para sus nuevas investigaciones (3).
De dicho
artículo, “científico” como es de suponer, vale la pena extraer algunos
pasajes. El primero de ellos dice así: “Los materiales biológicos humanos son
un producto esencial en la medicina, y la escasez persistente de estos materiales
crea un importante cuello de botella para el progreso. Crean un desequilibrio
entre la oferta y la demanda”.
Con lo cual lo
“científico” se transmuta a mercantil. Y sigue: “Los recientes avances en
biotecnología ofrecen una vía para producir cuerpos humanos vivos sin los
componentes neuronales que nos permiten pensar, ser conscientes o sentir dolor…
la tecnología de úteros artificiales avanza rápidamente, y podrían estar
abriéndose otras vías para permitir el desarrollo de fetos fuera del cuerpo… Estas
tecnologías, junto con técnicas genéticas establecidas para inhibir el
desarrollo cerebral, permiten imaginar la creación de ‘corporoides’, una fuente
potencialmente ilimitada de cuerpos humanos, desarrollados totalmente fuera de
un cuerpo humano a partir de células madre, que carecen de sensibilidad o de la
capacidad de sentir dolor”.
“Los bodyoides
desarrollados a partir de células del paciente también podrían permitir el
cribado personalizado… que refleje con precisión la genética y la fisiología personales
del paciente”. (Debe entenderse el paciente con recursos) “¿Acaso los bodyoides
—creados sin embarazo, esperanzas parentales o, incluso, sin padres—
desdibujarían esa línea (ética)? ¿O consideraríamos a un bodyoid un ser humano
con derecho al mismo respeto? De ser así, ¿por qué? ¿Solo porque se parece a
nosotros y está vivo? ¿Porque está vivo y tiene nuestro ADN? Gobiernos,
empresas y fundaciones privadas deberían empezar a considerar los
bodyoides como una posible vía de inversión… El momento de iniciar esas
conversaciones es ahora, cuando el camino científico parece lo suficientemente
claro… Se justifica la cautela, pero también una visión audaz; la oportunidad
es demasiado importante como para ignorarla”.
De este modo,
tanto al iniciar el citado artículo, como al finalizar el mismo podemos leer
los conceptos “oferta, demanda e inversión”, con lo cual, sin lugar a dudas, no
estamos ante el artículo de unos científicos neutros, sino ante unos mercaderes
que plasman, bajo el manto curricular, las órdenes emanadas de las grandes
corporaciones biotecnológicas siguiendo el catecismo del Foro Económico Mundial
llamado “The fourth industrial revolution” firmado por Klaus Schwab (4).
En dicho libro
“La cuarta revolución industrial”, se realizan unas suculentas premoniciones:
“La cuarta revolución industrial no solo está cambiando lo que hacemos, sino
quién somos. El impacto que tendrá en nosotros como individuos será múltiple, y
afectará nuestra identidad y sus múltiples facetas relacionadas… y, seguramente
más pronto de lo que pensamos, podría dar lugar a formas de un engrandecimiento
humano que haga que cuestionemos la naturaleza misma de la existencia humana…
No solo está cambiando el ‘qué’ y el ‘cómo’ hacer las cosas, sino ‘quién
somos’”.
Según el sueco Nik
Bostrom, fundador de la Asociación Transhumanista Mundial, mediante el uso de
la tecnología podemos llegar a transcender lo humano, llegando a ser algo
diferente, lo posthumano. Según él, la naturaleza humana es totalmente
modificable: “A través del uso de la ciencia aplicada y otros métodos
racionales, que pueden hacer posible aumentar la duración de la salud humana,
ampliar nuestras capacidades intelectuales y físicas, y darnos un mayor control
sobre nuestros propios estados mentales y anímicos” (“through the use of
applied science and other rational methods, which may make it possible to
increase human health-span, extend our intelectual and physical capacities, and
give us increased control over our own mental states and moods” (5).
Y la “ciencia”
fabricará seres, mejor dicho “cuerpos”. ¿Qué es un cuerpo? En su diccionario,
como primera acepción, María Moliner lo define así: “Cualquier porción de
materia” (6). Y así se transforma la persona humana en “cosa” sobre la cual es
posible efectuar transformaciones al igual que en cualquier materia orgánica
inerte.
Una tarea
estrechamente ligada a la des-humanización y comercialización. Nos encontramos
ante un discurso, denominado científico, cuando en realidad es solamente una
aplicación técnica patentable y comercializable, con su correspondiente
cotización en las bolsas de valores.
(1)
https://www.technologyreview.com/2025/03/25/1113611/ethically-sourced-spare-human-bodies-could-revolutionize-medicine/
(2) https://www.bbc.com/mundo/noticias-44155389
(3) https://www.theepochtimes.com/
(4)
https://www.weforum.org/stories/2016/01/the-fourth-industrial-revolution-what-it-means-and-how-to-respond/
(5) https://nickbostrom.com/ethics/dignity
(6) https://archive.org/details/diccionario-de-uso-del-espanol-maria-moliner
Fuente: mpr21.info
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