Cuando los emigrantes éramos
nosotros
Por José Iván Suárez
Rebelion / España
26/12/2024
Fuentes: El Diario [Foto: Una de las imágenes que puede verse en la exposición «Huir de la miseria. Temporeros españoles en Europa, 1948-1990» (Foto cedida)]
La exposición ‘Huir de la miseria’ recupera la realidad de miles de
temporeros españoles en Europa: “Estos movimientos fueron claves para la
construcción de la democracia porque ayudaron a que la ciudadanía española que
salía al extranjero conociera las libertades y derechos”.
Quien estuvo lo
sabe. A quien le tocó marcharse, no lo olvidará jamás. Más de cincuenta años
después, aún recuerdan: “Era de madrugada, cientos de personas salimos de
aquellos vagones abarrotados y, en fila india, fuimos entrando a una
dependencia donde se nos hacía lo que se supone que era un reconocimiento
médico y, otra vez, al tren. Recuerdo las caras sin lavar ni peinar de la
gente, la incertidumbre, cargados hasta los trenques de todo lo que nos podía
hacer falta; para mí fue tremendo”, nos cuenta una temporera de la vendimia en
Francia en los años setenta. Tras unas cuantas horas de tren, habían llegado a
la frontera procedentes de la provincia de Albacete.
Este testimonio
encierra la realidad de miles de españoles durante décadas: la emigración.
“Estos movimientos fueron claves para la construcción de la democracia porque
ayudaron a que la ciudadanía española que salía al extranjero conociera las
libertades y derechos que se vivían en la democracia”, explica el historiador
Sergio Molina.
El profesional castellanomanchego es el comisario de una exposición itinerante que acaba de instalarle en la sala de tránsito del Ministerio de Inclusión, Seguridad Social y Migraciones, en la calle José Abascal, 39 de Madrid, en horario de lunes a viernes de 9 a 17.30 horas. Se trata de Huir de la miseria. Temporeros españoles en Europa, 1948-1990. Tras su paso por diversos lugares como la Facultad de Humanidades de Albacete o Ciudad Real, la muestra puede verse ahora hasta el 31 de enero y en próximas fechas llegará a varias localidades de Castilla-La Mancha.
Foto: La
exposición sobre los migrantes españoles en la Facultad de Humanidades de
Albacete. Foto: José Iván Suárez
Volvemos a
escuchar al impulsor de la expo: “La historia siempre da claves para entender
el presente. España ha pasado de ser un país de emigrantes a otro de
inmigrantes. Y, a pesar de la transformación de los contextos, hay algunos
patrones de comportamiento que se repiten. La exposición muestra las difíciles
condiciones de trabajo, alojamiento y desplazamiento que sufrieron estas
españolas y estos españoles cuando iban a Europa a trabajar de manera
temporera. Esa situación se repite hoy en España con parte de la emigración
circular que viene a España a labores agrícolas como la vendimia, la recogida
de la fresa o del espárrago, entre otras tareas”.
Sergio Molina
es profesor en la Facultad de Comunicación de Cuenca y doctor en Historia por
la Universidad de Castilla-La Mancha que se ha especializado en las relaciones
bilaterales franco-españolas, la construcción europea y la emigración española
a Francia.
Describe Molina la doble motivación para esta exposición. Por un lado, nació en un pueblo agrícola vinculado a la vid, Fuente-Álamo (Albacete), del que muchos partieron a Francia a la vendimia y desde pequeño había escuchado estas historias. Por otra parte, su dedicación profesional: “He vivido y consultado numerosos archivos históricos en Francia (la mayoría en París). Allí, casi por casualidad, empecé a encontrar numerosa información sobre la relevancia de este movimiento de población, de cómo trataban los gobiernos de gestionarlo, de cuáles eran los principales problemas”. Así, como conocía el tema por cuestiones personales, decidió comenzar a trabajar sobre esta cuestión y “el resultado final es la exposición, un libro colectivo y numerosos artículos de investigación”, detalla el historiador albaceteño.
Foto: Una de
las imágenes que puede verse en la exposición ‘Huir de la miseria. Temporeros
españoles en Europa, 1948-1990’. Foto cedida
El trabajo
forma parte del nuevo concepto de Memoria Democrática. En el catálogo de la
exposición, de acceso gratuito y libre descarga, se afirma que “estos relatos
de memoria deben incluir nuevos ángulos de estudio para lograr un mejor
conocimiento de nuestro pasado y, sobre todo, para continuar construyendo
sociedades más tolerantes”.
En este volumen
también participan los historiadores Manuel Ortiz Heras y Damián. A. González
Madrid. Y avanza Molina: “Estamos centrados en los temas de emigración. En este
sentido, los trabajos están tratando de incidir en la importancia que tuvieron
estos movimientos tanto en las sociedades de origen como en las de destino. Es
decir, que si queremos tener una radiografía completa de la historia más reciente
de España, se tiene que incorporar este tema a gran parte de los análisis
científicos y divulgativos que tratan sobre España”.
El comisario de
la exposición se cuestiona: “De lo contrario, ¿cómo comprender la economía de
las zonas rurales que subsistieron, en parte, por el dinero que traían esos
temporeros? ¿Cómo comprender el ascenso social de una parte de estos temporeros
y de sus familias, sino se hace referencia a que a la fuente de ingresos eran
los trabajos temporeros en Europa? ¿Cómo comprender la politización de la
sociedad de pequeños municipios si no se analiza el momento en el que adquieren
esas ideas de democracia?”.
Con este
proyecto histórico se ‘ensancha’ el término Memoria Democrática y se acerca al
público general una realidad poco contada. Para ello, se valen de fotografías y
documentos de época y un espíritu que no deja lugar a dudas. “El desprecio a
las migraciones es negarnos a nosotros mismos”, declaran en el libro.
La exposición
se ha organizado en cuatro secciones atendiendo a los principales movimientos
temporeros de España hacia Europa. Especialmente a Francia, donde primaron las
labores agrícolas de la vendimia, el entresaque de la remolacha y la plantación
del arroz. Aunque estas fueron las tareas más conocidas, existieron otras
faenas como la recogida de cereza, albaricoque, fresa, diversos trabajos
forestales o la cosecha del maíz. Estos últimos sectores, parecen ser el
origen, en los años cincuenta, de la multitudinaria emigración temporera que
vendría después y en la que, respecto a las provincias que hoy conforman
Castilla-La Mancha, Albacete destacó de forma relevante.
“Todavía queda
mucho por investigar”, asevera Sergio Molina y lanza otra pregunta: “¿Por qué
hay tantos temporeros de Albacete y, sin embargo, no los hay de Ciudad Real o
Cuenca?”. Al menos, con esta exposición y el catálogo que la acompaña, ya se ha
abierto el camino al conocimiento.
Este proyecto,
financiado por la Universidad de Castilla-La Mancha, a través de fondos FEDER,
es un primer paso para derribar ciertos mitos sobre la emigración española de
aquellas décadas. Atendemos por última vez al historiador: “Es falso que todos
los temporeros y temporeras llevaran su contrato.
De hecho,
muchas estimaciones indican que la mitad de los temporeros y temporeras acudían
de manera ilegal; no hay que olvidar que este movimiento cíclico de población
aparece incluso antes que la fundación del Instituto Español de Emigración
(1956), por lo que no había canales oficiales en este país para favorecer la
legalidad del movimiento. Otra prueba de que no todos iban con contrato es que,
en la actualidad, no todo el mundo recibe una paga en su jubilación por sus
trabajos realizados en Francia“.
Así lo confirman algunos temporeros de entonces. Trabajaron a destajo, se alojaban según las posibilidades y consideraciones de cada patrón y, sobre todo, ahorraron para una vida mejor en nuestro país. Como decía el refrán: “Más vale un duro en paz que cien en la guerra”.
Foto: Temporeros en la región francesa de Camarga, en 1954 . Foto cedida
Por eso, además
de un buen puñado de francos, los temporeros de nuestra tierra trajeron
raciones de democracia. Pero como ocurre casi con todo, también esta historia
ha sido empujada al olvido. ¿Quién recuerda que el largo viaje de la emigración
española empezó hace siglos? Cuando ni si quiera existía el concepto de patria,
los ciudadanos de las Españas ya se habían lanzado al océano al encuentro de
una vida mejor en la Indias.
El Nuevo
Mundo se convirtió en el destino de desheredados y buscavidas. Durante
décadas y décadas, miles de personas abandonarán España. A finales del siglo
XIX y principios del XX, esta oleada alcanzó proporciones considerables. “Una
interminable procesión de gente; obreros, campesinos, mujeres con niños al
pecho”, decía un cronista sobre las masas humanas y la misera que llenaban los
puertos.
O como escribía
un periodista de la revista Vida Manchega, en 1913: “La emigración
es una sangría suelta, por la que se pierden las energías de la patria, poco a
poco, pero en progresión constante”. Otro tiempo que igualmente engulló la
amnesia colectiva. Sin embargo, quien tuvo que marcharse, bien lo sabe y jamás
podrá olvidarlo.
Fuente: https://www.eldiario.es/castilla-la-mancha/social/emigrantes_1_11914185.html