En
Doñana, el matorral y el pinar han colonizado las cubetas de las lagunas
TERCERAINFORMACION / 15.04.2023
- Más de la mitad de las lagunas del Parque Nacional de Doñana han desaparecido en las últimas décadas. Estas se asientan sobre arenas permeables y su inundación se produce anualmente cuando la lluvia recarga el acuífero, que cubre un área aproximadamente cinco veces mayor que la del parque. En esta zona se desarrollan otras actividades económicas como la agricultura y el turismo.
Imagen aérea de la laguna
de Santa Olalla el pasado mes de septiembre, cuando se secó por completo. Se
trata de la única laguna de agua permanente que queda en Doñana / EBD-CSIC
“Nos atrevemos a rogar que proteja el coto de su
inminente industrialización”. Con esta frase, parte de una misiva enviada a
Franco, dio comienzo la aventura con la que José Antonio Valverde, Francisco
Bernis, y Mauricio González-Gordon se propusieron salvar Doñana de su
desecación y cultivo en 1952.
Su plan para proteger este espacio único los
llevó a organizar una serie de expediciones, en las que trajeron a los
naturalistas más ilustres de Europa. Entre ellos, se encontraba la élite de los
ornitólogos ingleses, el considerado mejor fotógrafo de naturaleza de la época
e incluso el primer director de la UNESCO.
Las llamaron Doñana Expedition y el plan era
claro: salvar Doñana a toda costa.
Fruto de estas expediciones surgió el Retrato de
una Tierra Salvaje (Guy Mountfort, 1958). El libro fue un éxito inmediato en
Europa, y sirvió como propaganda para crear la WWF e iniciar el crowdfunding
internacional con el que más tarde se lograría comprar y proteger Doñana, ya en
1969.
Lo que ya
no cubre el agua
Más de 50 años después de aquel propósito, nos
encontramos ante una Doñana diferente, pero igual de amenazada. Lagunas como el
Charco del Toro, en las que la Doñana Expedition describía la reproducción de
aves acuáticas amenazadas mundialmente, hace años que desparecieron.
Matorrales, pinos y lavandas cubren lo que en
otro tiempo hiciera el agua, mientras que, a menos de un kilómetro, las
estaciones de bombeo de Matalascañas se afanan en abastecer al turismo de playa
del agua que otrora alimentara a las lagunas.
Doñana es probablemente el humedal más
importante de Europa. Su posición estratégica, a caballo entre Europa y África,
hace que albergue una biodiversidad única en el mundo. Si bien Doñana es
conocida fundamentalmente por su marisma, el Parque posee asimismo una red de
más de 3.000 lagunas muy heterogéneas e interconectadas entre sí.
Estas características son responsables de que
más de 600 especies distintas se encuentren presentes en ellas. Algunas de esas
especies también se hallan amenazadas o son raras en el resto de su rango de
distribución mundial. Y por esta razón, sus lagunas se encuentran protegidas
como Hábitats Prioritarios (Código 3170) en la Unión Europea.
Las lagunas se asientan sobre arenas permeables,
de modo que su inundación se produce anualmente cuando la lluvia recarga el
acuífero de Doñana.
Al elevar su nivel freático, este acuífero
inunda las pequeñas depresiones interdunares del Parque, creando esta extensa
red.
Sin embargo, el acuífero cubre un área
aproximadamente cinco veces mayor que el del Parque Nacional, y sobre ella se
han desarrollado exponencialmente dos actividades socioeconómicas de gran
importancia en la región: el cultivo de las llamadas berries y el resort
turístico de Matalascañas.
Cuantificar
el impacto en un territorio extenso
Durante décadas, numerosos artículos e informes
científicos han advertido del riesgo que representan las extracciones para las
lagunas de Doñana.
Ya en 1989, una misión conjunta de WWF, la Unión
Internacional para la Conservación de la Naturaleza UICN y ADENA advirtió de la
desecación de las primeras lagunas asociadas al funcionamiento del resort
turístico.
No obstante, todos estos trabajos siempre se han
visto limitados por abordar solo unas pocas lagunas y no cuantificar el impacto
conjunto de la agricultura y el resort. Por ello, investigadores ligados a la
convención Ramsar reconocían, en 2022, que no había evidencias científicas que
apoyasen la afección de Doñana por las extracciones de agua, salvo en aquellas
zonas más cercanas a Matalascañas.
Esto nos ha llevado a investigarlo, durante el
último año. Para ello, usamos imágenes del satélite Landsat tomadas entre 1984
y 2018, así como cartografías de las lagunas, a fin de estudiar sus tendencias
y evaluar cuál es el papel del clima y el del hombre en lo que está sucediendo.
El resultado más inmediato que hemos obtenido es
que, de todas las lagunas estudiadas que existían durante la década de los años
80 y los 90, el 59 % ha desaparecido. No solo es que ya no se inunden, es que
el matorral y el pinar han colonizado las cubetas de las lagunas.
Hemos encontrado también que la climatología es
muy importante, ya que determina cuánto y hasta cuando tendrán agua las
lagunas. Pero una vez considerado el clima, la superficie cultivada de
invernaderos se relaciona con una reducción del área máxima inundada de las
lagunas de aproximadamente el 70 %.
El crecimiento del resort turístico también
tiene un efecto negativo sobre las lagunas. Y más intenso cuanto más cerca
están las lagunas a las estaciones de bombeo. Incluso la actividad del club de
Golf de Matalascañas tuvo un efecto negativo que nuestros modelos detectaron.
La consecuencia de todo esto es que entre el 80
% y el 83 % de las lagunas de Doñana se están inundando menos y por menos
tiempo del que explica la climatología anual, siendo las extracciones de agua
las causantes de esta anomalía.
Por ello, en el reciente artículo “34 años de
seguimiento con Landsat revelan los efectos a largo plazo de las captaciones de
aguas subterráneas en un humedal declarado Patrimonio de la Humanidad”, que
firmamos junto a David Aragonés y Carmen Díaz Paniagua, de la EBD-CSIC, y
publicado a principios de abril en la revista científica Science of the total
environment, concluimos que:
El sistema de lagunas de Doñana está gravemente
afectado por las extracciones de agua, aumentando su susceptibilidad al cambio
climático.
Es necesaria la adopción de medidas urgentes
para impedir la pérdida de las especies que necesitan de este humedal para su
supervivencia.
La regularización de más tierras para cultivo de
frutos rojos, como pretende aprobar el gobierno autonómico, es incompatible con
la conservación de este humedal.
Miguel de Felipe Toro es investigador
predoctoral en la Estación Biológica de Doñana EBD–CSIC. Actualmente analiza
las respuestas de la biodiversidad a las tendencias de desecación que presenta
Doñana, mediante el uso combinado de experimentos, datos históricos y series
temporales largas.
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