Reseña de Tres días del 33, de Ramón Pérez Montero (Los libros
de la herida, 2022)
Literatura para descifrar la
tragedia de Casas Viejas
Por Jesús Aller
Rebelion / España
| 14/03/2023 |
Fuentes: Rebelión
En aquel mundo
de equilibrios precarios que fue la Segunda República Española, lo ocurrido del
10 al 12 de enero de 1933 en la aldea gaditana de Casas Viejas supuso un
desencuentro, que resultaría casi definitivo, entre las autoridades y los
sectores más empobrecidos y concienciados del campesinado. La sombra de la
masacre persiguió a Manuel Azaña, entonces al frente del ejecutivo, y
contribuyó unos meses después a su dimisión, que llevó a las derechas al poder,
pero sobre todo demostró a las claras que a la hora de reprimir revueltas en
poco se diferenciaban los nuevos gobernantes de los de viejo cuño.
Los incidentes
de aquellos días fueron ampliamente conocidos gracias sobre todo al trabajo de
dos jóvenes periodistas, Ramón J. Sender y Eduardo de Guzmán, que investigaron
sobre el terreno y publicaron documentados informes desmontando la versión
oficial. A partir de entonces, la bibliografía al efecto no ha dejado de
crecer, y existe también un largometraje de 1984, titulado Casas Viejas y
dirigido por José Luis López del Río. Tres días del 33 (Libros de la herida, 2022) es una novela de
Ramón Pérez Montero que con magnífica literatura explora la dimensión humana de
la tragedia. A través de sus páginas intuimos, como origen de todo, la miseria
del campo andaluz y la desgracia de un país sin vías reales de progreso social
y condenado a un abismo de violencia.
Los hechos y sus consecuencias
A comienzos de
1933, los sectores más impacientes del anarquismo español, cuya cabeza visible
era Juan García Oliver, estaban decididos a impedir “la consolidación de la
república burguesa”, sobrepasándola por vía insurreccional. En esta tesitura y
como forma de ejercitar lo que denominaban “gimnasia revolucionaria”,
convocaron una huelga general para el día 8 de enero, que no fue respaldada por
el comité nacional de la CNT. La acción tuvo no obstante amplio seguimiento,
sobre todo en Cataluña, Madrid, Asturias, Valencia y Aragón, pero también en
Andalucía, como vamos a ver.
En el contexto
de estas tentativas a nivel estatal, en la mañana del día 11 un grupo de
campesinos, armado de escopetas y pistolas, tras proclamar el comunismo
libertario en el pueblo, asaltó el cuartel de la guardia civil de Casas Viejas,
localidad que contaba por entonces con unos dos mil habitantes. En el
enfrentamiento resultaron gravemente heridos dos agentes, que morirían poco
después, y a lo largo del día fueron llegando fuerzas de la benemérita y de
asalto, que rodearon la vivienda de Francisco Cruz Gutiérrez, apodado
Seisdedos, un carbonero de setenta y dos años responsabilizado de lo ocurrido,
junto a sus dos hijos y su yerno, en las declaraciones obtenidas por los
uniformados.
Ante la
resistencia armada que se les oponía desde la choza, las tropas al mando del
capitán Manuel Rojas de la guardia de Asalto optaron por incendiarla, con lo
que seis personas perecieron calcinadas en su interior, entre ellos Seisdedos,
sus dos hijos, su yerno y su nuera. Un hombre y una mujer que trataron de
escapar del fuego fueron acribillados, pero la nieta de Seisdedos, que salió
con un niño en brazos, salvó la vida. Durante el día 12, Rojas decidió hacer un
escarmiento y trece personas fueron fusiladas. El cómputo total de víctimas de
la masacre asciende a veintiocho si se contabiliza a varios fallecidos por
ataques al corazón en los días siguientes.
El relato de
los hechos ofrecido por las autoridades defendía que no se habían producido
ejecuciones a sangre fría, pero en seguida afloraron testimonios que las
confirmaban. El jefe de gobierno, Manuel Azaña, respaldó en un principio la
versión oficial y aunque fue exonerado de las acusaciones vertidas por el
capitán Rojas de haber ordenado “disparar a la barriga”, sintió que su
reputación quedaba muy maltrecha. Este militar fue condenado a veintiún años de
reclusión por catorce homicidios, pero la pena fue reducida a sólo dos años
poco después, de forma que cuando se produjo el golpe de estado en 1936, estaba
ya en libertad y tuvo ocasión de continuar su labor represiva, en este caso en
su Granada natal.
La aproximación literaria
Tras un
monólogo en el que Seisdedos nos describe su trabajo de carbonero y su visión
de la época incierta que le ha tocado vivir, Tres días del 33 reconstruye
pormenorizadamente el desarrollo de los acontecimientos en las jornadas de
autos. En todo el libro los protagonistas hablan su propio idioma, rico en
expresiones coloquiales, y en el acercamiento s sus vivencias hay que destacar
la empatía del autor y su conocimiento profundo de la vida y las faenas del
campo andaluz. De esta forma, la obra permite captar lo esencial de la
historia, el asalto a los cielos de los desposeídos en un mundo sin
alternativas, abismado en su inercia. Era un momento aquél en que la lucha
sindical prometía un alivio real de la miseria secular de los campesinos, y con
este espíritu arranca la movilización en el pueblo. Sin embargo, pronto
naufraga todo en un mar de sangre cuando el máximo responsable de las fuerzas
destinadas a aplastar la revuelta ordena numerosas ejecuciones extrajudiciales.
La novela nos
ofrece también una aproximación a las secuelas de aquellos sucesos, como el
proceso judicial que va a focalizar la culpa en el capitán Rojas, aunque la
rebaja de condena no tardaría en llegar. No deja de recordarse tampoco a los
estudiosos que en la época más reciente y con un intenso trabajo sobre el
terreno han contribuido a esclarecer lo ocurrido. Es el caso del norteamericano
Jerome R. Mintz con su The Anarchists
of Casas Viejas, publicado por la Universidad de Chicago en 1982 y
del que hay una versión castellana de 2006.
Más allá de los
hechos que la historiografía despliega ante nosotros, obras como Tres días del 33, de Ramón
Pérez Montero, tienen la virtud de abrirnos a un paisaje humano y un caudal de
experiencias que de otra forma apenas podríamos adivinar. El autor de este
libro muestra un respeto escrupuloso por la “verdad histórica”, pero su labor
demuestra fehacientemente que sin caer en la falsedad existe un vasto
territorio que la literatura puede explorar para enriquecer nuestra visión.
Iluminados de esta manera, estaremos mucho más cerca de unas víctimas inocentes
cuya tragedia no deja de interpelarnos.
Blog del
autor: http://www.jesusaller.com/.
En él puede descargarse ya su último poemario: Los libros muertos.
Rebelión ha publicado este artículo con el permiso del autor mediante
una licencia de Creative Commons,
respetando su libertad para publicarlo en otras fuentes.
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