Las sanciones son las nuevas
armas de inanición masiva
Por Anis Chowdhury, Jomo Kwame Sundaram
Rebelion/ España
| 04/06/2022 |
Fuentes: El
salto [Imagen: Un campo cultivado de trigo. DAVID F. SABADELL]
Las sanciones económicas contra países en conflicto, una medida de moda
tras la invasión rusa pero que ha crecido a lo largo de la última década, están
exacerbando el hambre, especialmente en África.
Las sanciones
económicas impuestas por Estados Unidos y sus aliados contra Rusia por su
invasión ilegal de Ucrania no han logrado sus objetivos declarados. Por el
contrario, están empeorando el estancamiento económico y la inflación a escala
mundial. Y lo que es peor aún, están exacerbando el hambre, especialmente en
África.
Las sanciones son bidireccionales
A menos que
sean aprobadas por el Consejo de Seguridad de la ONU, las sanciones no están
autorizadas por el derecho internacional. Con el veto de Rusia expresado en
este organismo, las sanciones unilaterales impuestas por Estados Unidos y sus
aliados han aumentado tras la invasión de Ucrania. Durante el período
1950-2016, las sanciones comerciales “integrales” han reducido como promedio el
comercio bilateral entre los países sancionadores y sus víctimas el 77 por 100.
Estados Unidos ha impuesto más regímenes de sanciones, y durante más tiempo,
que cualquier otro país del mundo. La imposición unilateral de sanciones se ha
acelerado en los últimos quince años. Durante el periodo comprendido entre 1990
y 2005, Estados Unidos impuso aproximadamente un tercio de los regímenes de
sanciones aplicados a escala global, desempeñando la Unión
Europea (UE) un papel importante en este ámbito.
Desde 2016
Estados Unidos ha aumentado la aplicación de sanciones, imponiendo como
promedio anualmente diversos paquetes sancionatorios a más de mil entidades o
individuos, lo cual arroja un incremente de casi el 80 por 100 entre 2016 y
2020 respecto a las sanciones impuestas durante el periodo 2008-2015. Durante
el único mandato de Trump, la participación estadounidense en el total de las
nuevas sanciones impuestas a escala mundial pasó de un tercio a
representar la mitad de
las mismas. Durante el periodo transcurrido entre enero y mayo de 2022,
75 países
aplicaron 19.268 medidas comerciales restrictivas. Las medidas
aplicadas a los alimentos y los fertilizantes (85 por 100) superan ampliamente
a las que afectan a las materias primas y los combustibles (15 por 100). No es
de extrañar, pues, que el mundo se enfrente ahora a una menor oferta de
productos alimenticios y al aumento de los precios de los combustibles y los
alimentos. Las autoridades monetarias han subido además los tipos de interés
para frenar la inflación, pero estas medidas no abordan las principales causas
de la actual subida de precios y, peor aún, es probable que profundicen y
prolonguen el estancamiento, aumentando la probabilidad de “estanflación”.
La hipótesis
inicial de la aplicación del actual régimen sancionatorio presuponía que las
sanciones pondrían a Rusia de rodillas. Menos de tres meses después del
hundimiento de la moneda rusa, sin embargo, su tipo de
cambio ha vuelto a los niveles registrados antes de la guerra,
recuperándose de la supuesta “escombrera del rublo” prometida por los
belicistas occidentales partidarios de la guerra económica. Gozando de
suficiente apoyo público, el régimen ruso no tiene prisa por rendirse ante las
sanciones.
Las sanciones hacen subir los precios de los alimentos
La guerra y las
sanciones son ahora los principales impulsores del aumento de la inseguridad
alimentaria. Rusia y Ucrania producen casi un
tercio de las exportaciones mundiales de trigo, casi el 20 por 100
de las de maíz y cerca del 80 por 100 de los productos derivados de las
semillas de girasol, incluido el aceite. Los correspondientes bloqueos del
transporte marítimo impuestos en el Mar Negro han contribuido también a
mantener bajas las exportaciones rusas. Todo ello ha hecho
subir los precios mundiales de los cereales y las semillas
oleaginosas, elevando el coste de los alimentos de modo generalizado. El 19 de
mayo, el Índice de
Precios Agrícolas había subido el 42 por 100 desde enero de
2021, alcanzando el aumento de los precios del trigo el 91 por 100 y el 55 por
100 los del maíz.
El Commodity
Markets Outlook del Banco Mundial de abril de 2022 señala que
la guerra ha transformado la producción, el comercio y el consumo mundiales y
aventura que los precios serán históricamente altos al menos hasta 2024, lo
cual empeorará la inseguridad alimentaria y el comportamiento de la inflación.
Las prohibiciones occidentales impuestas sobre el petróleo ruso han aumentado
considerablemente los precios de la
energía. Tanto Rusia como su aliado, Bielorrusia, país también
afectado por las sanciones económicas, son importantes proveedores de
fertilizantes agrícolas, incluyendo el
38 por 100 de los fertilizantes potásicos, el 17 por 100 de los fertilizantes
compuestos y el 15 por 100 de los fertilizantes nitrogenados.
Incluso cuando son supuestamente selectivas, las sanciones son instrumentos
romos, que a menudo generan consecuencias imprevistas, a veces contrarias a las
planificadas
Los precios de
los fertilizantes se dispararon en marzo de este año, ¡subiendo casi el 20
por 100 respecto a su precio dos meses antes y siendo casi tres
veces superiores a los vigentes en marzo de 2021! Un menor suministro a precios más
elevados hará retroceder la producción agrícola durante años.
Con una agricultura menos sostenible debido, entre otras cosas, al
calentamiento global, las sanciones están reduciendo aún más la producción y
los ingresos, además de aumentar los precios de los alimentos a corto y largo
plazo.
Las sanciones perjudican más a los pobres
Incluso cuando
son supuestamente selectivas, las sanciones son instrumentos romos, que a
menudo generan consecuencias imprevistas, a veces contrarias a las
planificadas. Por ello, las sanciones
suelen fracasar a la hora de conseguir sus objetivos
declarados. Muchos países pobres y afectados por la inseguridad
alimentaria son grandes
importadores de trigo de Rusia y Ucrania. La producción conjunta de
ambos países proporciona el 90 por 100 de las importaciones de trigo de
Somalia, el 80 por 100 de las de la República Democrática del Congo y cerca del
40 por 100 de las de Yemen y Etiopía. De acuerdo con las informaciones disponibles
el bloqueo financiero impuesto a Rusia ha perjudicado a sus vecinos
centroasiáticos, más pequeños y vulnerables: 4,5 millones de uzbekos, 2,4
millones de tayikos y casi un millón de kirguises trabajan en Rusia. Las
dificultades para enviar remesas causan enormes dificultades a sus familias
residentes en estos países. Aunque no era su intención declarada, las medidas
impuestas por Estados Unidos durante el periodo 1982-2011 perjudicaron más a
los pobres. Los niveles de pobreza en los países sancionados han sido el 3,8
por 100 más elevados que los sufridos en países similares no afectados por las
sanciones.
A pesar del descenso de las cifras de pobreza registrado por el Banco
Mundial, el número de personas desnutridas ha aumentado entre 2013 y
2020 pasando de 643 a 768 millones
Las sanciones
también perjudican mucho
más a los niños y niñas y a otros grupos desfavorecidos. Una investigación sobre
sesenta y nueve países publicada en 2010 reveló que las sanciones reducen el
peso de los bebés y aumentan la probabilidad de muerte antes de los tres años.
No es de extrañar, pues, que las sanciones económicas violen la Convención de
la ONU sobre los Derechos del Niño. Un estudio de
2018 realizado sobre noventa y ocho países menos desarrollados y recientemente
industrializados concluyó que la esperanza de vida se reducía en los países
afectados en torno a 3,5 meses por cada año adicional de sanciones aplicadas
por el Consejo de Seguridad de la ONU. Así, un episodio medio de cinco años de
sanciones aprobadas por este organismo reducía la esperanza de vida entre 1,2 y
1,4 años.
Aumento del hambre en el mundo
Mientras se
intensifican las recriminaciones polémicas entre Rusia y
la coalición
liderada por Estados Unidos en torno al aumento de los precios
de los alimentos y el combustible, el mundo se precipita hacia una “catástrofe” humana “apocalíptica”. El aumento
de los precios, la escasez prolongada y la recesión pueden desencadenar
levantamientos políticos o algo peor. El secretario general de la ONU ha subrayado:
“Tenemos que garantizar el flujo constante de alimentos y energía a través de
mercados abiertos mediante el levantamiento de todas las restricciones
innecesarias a las exportaciones, el suministro de los excedentes y las
reservas a quienes tengan necesidad de ellos y el mantenimiento del control de
los precios de los alimentos para frenar la volatilidad del mercado”.
A pesar del
descenso de las cifras de pobreza registrado por el Banco Mundial, el número de
personas desnutridas ha aumentado entre 2013 y 2020 pasando de
643 a 768 millones. Más de 811
millones de personas padecen hambre crónica, mientras que el número
de quienes se enfrentan a una situación de “inseguridad alimentaria aguda” se
ha duplicado con creces desde 2019, pasando de 135 a 276 millones. Cuando
estalló la pandemia de la covid-19, Oxfam advirtió que
el “virus del hambre” podría resultar aún más mortal que esta, que ha empujado
desde entonces a decenas de millones de personas a una situación de inseguridad
alimentaria. En 2021, antes del estallido de la guerra de Ucrania, se estimaba
que 193 millones
de personas localizadas en cincuenta y tres países se
enfrentaban a una situación de “crisis alimentaria o algo peor”. Con el inicio
de la guerra y la imposición de las sanciones, se calcula que 83 millones de
personas más, lo cual supone un incremento adicional del 43 por 100, serán
víctimas de esta situación de crisis alimentaria a finales de 2022.
Las sanciones
económicas son el equivalente moderno de los antiguos asedios, que intentan
someter a las poblaciones por hambre. Los efectos
devastadores de los asedios en el acceso a los alimentos, la
salud y otros servicios básicos son bien conocidos. Los asedios son ilegales a
tenor del derecho internacional humanitario. El Consejo de Seguridad de las
Naciones Unidas ha adoptado
por unanimidad resoluciones que exigen el levantamiento
inmediato de los mismos como queda reflejado, por ejemplo, en su Resolución
2139 de 2014 sobre las poblaciones civiles en Siria. En estos momentos, sin
embargo, diversos miembros permanentes del Consejo de Seguridad con derecho a
veto son responsables de la invasión de Ucrania y de la imposición unilateral
de sanciones. Por lo tanto, este organismo no actuará con toda seguridad sobre
el impacto de las sanciones sobre miles de millones de civiles inocentes. No
parece que nadie vaya a protegerlos contra las sanciones, que son las actuales
armas de inanición masiva.
Anis
Chowdhury es Adjunct
Professor, Western Sydney University, Australia. Director
editorial, Asia-Pacific Sustainable Development
Journal. Coeditor, Journal of the Asia Pacific
Economy. Exdirector, UN-ESCAP, Macroeconomic Policy & Development
Division and Statistics Division (julio de 2012-mayo de 2015). Director,
UN-DESA (Financing for Development Office, Multi-Stakeholder Engagement &
Outreach; junio de 2015-enero de 2016). Profesor de Economía, University of
Western Sydney, Australia (2001-2012).
Jomo Kwame Sundaram es
Visiting Senior Fellow en el Khazanah Research Institute, Visiting Fellow en el
Initiative for Policy Dialogue, Columbia University, y profesor adjunto de la
International Islamic University in Malaysia. Antiguo director general adjunto
y coordinador de Desarrollo Económico y Social de la FAO (2012-2015), ha sido vicesecretario
general para el Desarrollo Económico en el Departamento de Asuntos Económicos y
Sociales de Naciones Unidas (2005-2012) y coordinador honorario de
investigación del Intergovernmental Group on International Monetary Affairs and
Development del G24 (2006-2012). En 2007 recibió el Wassily Leontief Prize for
Advancing the Frontiers of Economic Thought.
Artículo traducido por El Salto con permiso de sus autores.
Fuente: https://www.elsaltodiario.com/analisis/sanciones-nuevas-armas-inanicion-masiva-guerra-ucrania
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