El informe de
Expertos sobre el Cambio Climático lanza un estridente grito de alarma: la
catástrofe es más grave de lo que proyectan los modelos, sus efectos se
manifiestan más pronto y todos los riesgos aumentan.
Impactos del calentamiento global: más rápidos y
graves de lo previsto
El Viejo Topo
19 marzo, 2022
El informe del
Grupo de Trabajo II (GTII) del Grupo Intergubernamental de Expertos sobre el
Cambio Climático (GIECC) sobre los impactos y la adaptación al cambio climático
lanza un estridente grito de alarma: la catástrofe es más grave de lo que
proyectan los modelos, sus efectos se manifiestan más pronto y todos los
riesgos aumentan. La gente pobre, los pueblos indígenas, las mujeres, las niñas
y niños y las personas mayores están cada vez más amenazadas, sobre todo en los
países del Sur global. Las políticas que se aplican para limitar los daños son
inadecuadas, van en sentido contrario a la sostenibilidad e incrementan las
desigualdades sociales. El informe reclama un enfoque inclusivo para
transformar la sociedad en todos los niveles.
Hechos
constatados
Los ecosistemas
están siendo alterados en todas partes por el cambio climático. En algunos de
ellos se han rebasado los límites de la adaptación (en particular en las
regiones polares y ecuatoriales) y no podrán regenerarse de forma natural.
Determinados fenómenos extremos superan los valores medios proyectados para
finales de siglo. Ya desaparecen especies debido al calentamiento global.
Las
consecuencias humanas son preocupantes. Los incendios de bosques y turberas, el
drenaje de los humedales y la deforestación hacen que determinados sumideros de
carbono se conviertan en surtidores (la selva amazónica, especialmente). La
productividad de la agricultura, de los bosques y de las pesquerías disminuye,
amenazando la seguridad alimentaria. El veredicto de la ciencia es categórico:
el sistema alimentario mundial está en trance de tornarse incapaz de afrontar
el reto de la inseguridad alimentaria y de la malnutrición de una manera
sostenible.
Los problemas
del agua son particularmente inquietantes. Mientras que la mitad de la
población mundial sufre una grave penuria de agua durante por lo menos un mes
al año, 500 millones de personas viven en regiones en que las precipitaciones
medias se sitúan a partir de ahora en un nivel en que conocerán lluvias que
antes solo se producían cada seis años. La fusión de los glaciares de montaña
provoca inundaciones o penurias río abajo y las enfermedades causadas por el
agua afectan a millones de personas adicionales en Asia, África y
Centroamérica.
De una manera
general, las consecuencias sanitarias del calentamiento global son graves e
incrementan las desigualdades. El los países más vulnerables al calentamiento
(donde viven 3.300 millones de seres humanos), la mortalidad debida a
inundaciones, sequías y tempestades es quince veces más elevada que en el resto
del mundo. Ciertas regiones del globo se acercan o experimentan ya un nivel de
estrés térmico incompatible con el trabajo. Varios fenómenos asociados al
calentamiento global (calor, frío, polvo, ozono troposférico, partículas finas,
alérgenos) favorecen enfermedades crónicas de las vías respiratorias. La
destrucción de los hábitats naturales y las migraciones de especies propician
las zoonosis.
El cambio
climático se ha convertido en un importante impulsor de las migraciones y
desplazamientos de poblaciones humanas. Desde 2008, 20 millones de personas se
han visto obligadas a desplazarse cada año debido a acontecimientos
meteorológicos extremos (en particular, tempestades e inundaciones). Estos
dramas humanos golpean sobre todo al sur y sureste de Asia, al África
subsahariana y a los pequeños Estados insulares. Otras poblaciones se ven
incapaces de abandonar regiones que se han vuelto inhóspitas porque carecen de
medios o por otras razones.
Las grandes
concentraciones urbanas del Sur global están especialmente expuestas a los
impactos combinados del cambio climático y de los factores sociales de
vulnerabilidad. Es el caso sobre todo de las periferias informales ‒carentes de agua corriente y alcantarillado, en muchos
casos situadas en pendientes expuestas a corrimientos de tierras‒, donde la mayoría son mujeres y menores. En el África
subsahariana, el 60 % de la población urbana vive en ensanches informales de
las ciudades; 529 millones de personas asiáticas viven en las mismas
condiciones precarias.
Proyecciones
Las
proyecciones son todavía más inquietantes que los hechos constatados y se
resumen con pocas palabras: escalada de amenazas. Según los autores y autoras
del informe, todo calentamiento adicional a corto plazo aumenta los riesgos para
los ecosistemas en todas las regiones. El porcentaje proyectado de especies en
grave peligro de extinción con aumentos de 1,5 °C, 2 °C y 3 °C es del 9 %, del
10 % y del 12 %, respectivamente (el grado de incertidumbre es elevado y la
realidad podría ser más grave), con un salto cualitativo entre +1 °C y +3 °C[1].
Los fenómenos
meteorológicos extremos y otros factores de estrés aumentarán en amplitud y
frecuencia, acelerando la degradación de los ecosistemas y la pérdida de
servicios de los mismos. Con 4° C de calentamiento, la frecuencia de los
incendios aumentará, por ejemplo, entre un 50 y un 70 %. Los cambios de
estratificación de las aguas oceánicas reducirán los flujos de nutrientes. Los
desfases en el tiempo del desarrollo del fitoplancton amenazan con reducir los
recursos pesqueros.
Todo
calentamiento adicional aumentará asimismo la presión sobre el sistema
alimentario y sobre la seguridad alimentaria. Los impactos negativos del
calentamiento global pasarán a ser determinantes de todos los sistemas
alimentarios y las desigualdades regionales en materia alimentaria aumentarán,
según las investigaciones. En función de las distintas hipótesis, la biomasa
global de los océanos disminuirá entre un 5,7 % y un 15,5 % en 2080-2099 en
comparación con 1995-2014, y el número de seres humanos subalimentados
aumentará varias decenas de millones de aquí a 2050.
La cuestión del
agua cobrará importancia en términos de sostenibilidad. En las hipótesis
intermedias, de aquí a 2100 los glaciares de alta montaña desaparecerán en un
50 % en Asia. Con un calentamiento de 1,6 °C, el número de personas desplazadas
en África a causa de inundaciones aumentará un 200 % (y un 600 % con un
calentamiento de 2,6 °C). Con un calentamiento de 2° C, las sequías agrícolas
extremas aumentarán entre un 150 y un 200 % en la cuenca mediterránea, en el occidente
de China y en altas latitudes de Norteamérica y Eurasia. Con 2,5 °C, del 55 %
al 68 % de las especies de peces de agua dulce explotadas comercialmente en
África estarán en peligro de extinción.
La crecida del
nivel de los océanos vendrá cada vez más cargada de amenazas: los riesgos en
las regiones costeras aumentarán especialmente más allá de 2050 y después
continuarán creciendo, aunque se detenga el calentamiento. El riesgo aumentará
un 20 % con una subida de 15 cm, se duplicará con una subida de 75 cm y se
triplicará con una subida de 1,4 metros (esa subida es probable en el curso de
este siglo). África también está muy amenazada en este terreno: de 108 a 116
millones de personas afectadas a partir de 2030, y hasta 245 millones en 2060.
Los países desarrollados no están a salvo: el riesgo se multiplicará por diez
en Europa de aquí a 2100, e incluso más pronto y en mayor medida si se mantiene
la misma política.
Las
consecuencias para la salud están en consonancia y se agudizan debido a “la
degradación y la destrucción de los sistemas sanitarios”. Una hipótesis de
emisiones elevadas incrementaría en 9 millones, en 2100, el número anual de
muertes climáticas. Bajo una hipótesis intermedia, este número aumentaría en
250.000 muertes al año en 2050. Las filas de víctimas de la malnutrición
aumentarán sobre todo en África, el sur de Asia y Centroamérica. Bajo todas las
hipótesis, las regiones del planeta densamente pobladas pasarán a ser
peligrosas o inhabitables.
Si se mantienen
las políticas inigualitarias, el número de seres humanos que viven en la
extrema pobreza pasará de 700 a 1.000 millones a partir de 2030. Las autoras y
autores hablan a este respecto de “puntos de inflexión sociales”.
Principales preocupaciones
Al igual que en
los informes precedentes, el GTII especifica cinco “principales motivos de
preocupación” (major Reasons for Concern, RFC): los ecosistemas únicos
amenazados, como los arrecifes de coral y las zonas de montaña (RFC1); los
fenómenos meteorológicos extremos (RFC2); la distribución social de los
impactos (RFC3); determinados efectos globales agregados, como el número de
fallecimientos climáticos (RFC4); acontecimientos aislados de gran amplitud,
como la dislocación de los casquetes glaciares (RFC5).
En cada uno de
estos RFC, el informe compara el nivel de riesgo actual con el nivel de riesgo
evaluado en el informe precedente (5º informe de evaluación del GIECC, 2014).
El nivel de riesgo tiene como referencia el objetivo de la Convención Marco de
Naciones Unidas sobre el Cambio Climático (UNFCCC) adoptada en Rio (1992):
“evitar una perturbación antrópica peligrosa del sistema climático”. La
conclusión de la comparación debería sonar como una sirena de alarma: el riesgo
ha pasado a ser alto o muy alto en los cinco RFC en todas las hipótesis
(incluso si el grado de calentamiento se mantiene bajo). No rebasar los 1,5 °C
permitiría mantener el riesgo en el nivel moderado en el caso
de los RFC 3, 4 y 5, pero ya es alto en el RFC 2 y está a punto de pasar de
alto a muy alto en el caso del RFC1.
Es sabido que
determinadas hipótesis de atenuación de las emisiones apuestan por un rebasamiento
temporal del umbral de 1,5 °C, aunque sin llegar a los 2° C (acuerdo
de París). Esto comportaría riesgos graves e impactos irreversibles, sostiene
el informe. Además, aumentaría el riesgo de que se liberen enormes cantidades
de carbono almacenado en los ecosistemas (debido a incendios, fusión del
permafrost, etc.), lo que aceleraría la catástrofe climática.
Límites de la adaptación, injusticia de las políticas
Los gobiernos
pretenden aplicar una política de adaptación a la parte inevitable de los
cambios climáticos, tal como prevén los acuerdos internacionales. El informe
del GTII analiza y califica esta política en los términos siguientes: 1) es
injusta e ineficaz y beneficia más a los sectores acomodados que a los más
pobres; 2) en lugar de complementar la indispensable reducción drástica y
rápida de las emisiones de gases de efecto invernadero, plantea un sucedáneo,
de manera que el calentamiento se agrava, reduciendo las posibilidades de
adaptación en detrimento de la gente pobre; 3) estos márgenes de maniobra se
ven todavía más reducidos debido a la aplicación de medidas ideadas para evitar
la reducción de las emisiones (por ejemplo: captura-secuestro del carbono,
plantaciones de árboles, grandes presas hidroeléctricas), en detrimento de los
pueblos indígenas, las poblaciones pobres y las mujeres.
El informe dice
claramente que “las estrategias de desarrollo dominantes son contrarias a un
desarrollo sostenible desde el punto de vista climático”. Aduce varias razones:
el aumento de las desigualdades de renta, la urbanización salvaje, las
migraciones y desplazamientos forzosos, el aumento continuo de las emisiones de
gases de efecto invernadero, la continuación de los cambios de uso de los
suelos, la inversión de la tendencia a largo plazo a la prolongación de la
esperanza de vida.
Según el
informe, es crucial desarrollar una política inclusiva, equitativa y justa,
especialmente con respecto a los pueblos indígenas, cuyos conocimientos hay que
aprovechar. El empoderamiento de las comunidades marginadas es decisivo para la
coproducción de una política climática sostenible. La falta de justicia social
de los gobiernos se señala como en mayor obstáculo, en particular frente a los
desafíos del nexo alimentación-energía-agua.
Los servicios
sanitarios, la educación y los servicios sociales básicos con vitales para
aumentar el bienestar de las poblaciones y la sostenibilidad del desarrollo,
dice el informe. Por tanto, es prioritario incrementar los medios económicos
del Sur global, donde el coste de la adaptación al calentamiento global
superará muy pronto los 100.000 millones de dólares al año que el Norte ha
prometido donar (pero no ha donado) al Fondo Verde para el Clima. El informe
menciona importes de 127.000 a 290.000 millones de dólares al año en 2030-2050,
pudiendo llegar hasta el billón.
El informe del
GTII del GIEC no formula, desde luego, una estrategia social de lucha contra la
catástrofe climática capitalista: el tono general rezuma buenas intenciones y
deseos piadosos de incluir a todos los agentes sociales. Sin embargo, los y las
activistas de los movimientos sociales hallarán en él dos cosas útiles para su
lucha: una confirmación científica de la extrema gravedad de los impactos del
calentamiento global y una demostración rigurosa de la injusticia sistémica de
las políticas climáticas.
Nota
[1] Un 9 % de extinción representa más de mil veces la tasa natural de
extinción de especies.
Fuente: Europe Solidaire Sans Frontières. Traducido
por Viento Sur.
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