Andrea Zhock
Sociología
Crítica
01.08.2022
1) Después de
la invasión Europa tenía dos opciones.
Podría haber
acompañado las necesarias sanciones con una doble petición a Zelensky y Putin,
encaminada a iniciar negociaciones inmediatas sobre la base de los dos
requisitos fundamentales del conflicto: la neutralidad de Ucrania y el respeto
a los acuerdos de Minsk. Si Zelensky no se hubiera sentido cubierto y su paso
no hubiera sido garantizado si continuaba la guerra, probablemente se hubiera
logrado la paz en una semana.
O, y esta es la
elección que se hizo, Europa empezó a decir que Putin era el nuevo Hitler, era
un loco, un animal; entonces podría empezar a abastecer a Ucrania de dinero,
instructores y armamento pesado, podría desatar una ola de rusofobia bochornosa
y podría perseverar así hasta decir (como Borrell) que la guerra debía
resolverse sobre el terreno (diplomáticos improvisando su papel como guerreros
pero exponiendo el culo ajeno).
2) Al
suministrar a Ucrania toneladas de armas sin ninguna garantía en cuanto a su
destino, Europa ha creado una zona de guerra loca a sus puertas, en la que no
solo participan el ejército regular y las milicias mercenarias, sino también
grupos paramilitares y grupos de irregulares incontrolables. Combatientes
actuando de forma autónoma, a menudo con intenciones más terroristas que
militares (como el bombardeo de una escuela en Donetsk ayer), y que nunca
obedecerán a ninguna paz firmada por Zelensky. Existe la perspectiva (y ha sido
un desiderátum estadounidense desde el principio) de un conflicto prolongado, o
tal vez después de una declaración de tregua de un conflicto de baja
intensidad, que comprometerá al ejército ruso durante mucho tiempo y conducirá
a la destrucción total de Ucrania, al menos de la parte de este país al este
del Dnieper.
3) Como
siempre, cuanto más dura el conflicto, más duelo se acumula, más irrevocable
odio invade las almas y más se abandonarán los últimos escrúpulos en la
conducción de la guerra (Rusia ha aumentado gradualmente el peso de los tipos
de armas utilizadas, Ucrania comenzó a apuntar al territorio ruso en la
provincia de Belgorod). Veremos cuál será el límite en la escalada.
4) Mientras
tanto, todos hemos pasado felizmente por alto el hecho de que en Ucrania,
además de los gasoductos y las plantas de energía nuclear, existen algunos de
los depósitos de plutonio y uranio enriquecido más grandes del mundo. En
definitiva, estamos jugando a la guerra, que poco a poco va escalando, en una
de las zonas más peligrosas del planeta en cuanto a posibles repercusiones
generales. Vale la pena recordar que la distancia entre Italia y Ucrania es de
1500 km en línea recta, que entre Ucrania y Estados Unidos es de 7500 km (con
un océano de por medio).
5) En el plano
económico Europa ha apostado por el acceso a fuentes de energía abundantes y de
precio moderado. Siendo Europa la zona del mundo más entregada a la
transformación industrial y la menos dotada de recursos naturales, la actual
política ucraniana de Europa equivale a haberse atado una soga y pasársela al
cuello. Europa apoya y alimenta una guerra en su propia puerta, y no solo eso,
sino que hace todo lo posible para que dure mucho tiempo y para romper
definitivamente todas las relaciones con el resto de Eurasia. En esencia, nos
separamos de la parte del mundo a la que somos económicamente complementarios
(Rusia por los recursos, China por la base de fabricación, todos los BRICS como
el mercado más grande del mundo). Al mismo tiempo, volvemos a subordinarnos a
un competidor primario con el que competimos directamente a nivel industrial,
pero que, a diferencia de Europa, es energéticamente autosuficiente.
6) Habiendo
llegado a este punto, Rusia ya no tiene un interés primordial en lograr una paz
rápida. Desde un punto de vista económico sí está pagando un precio, pero desde
un punto de vista estratégico se está convirtiendo en la referencia mundial de
la «venganza» de esta parte mayoritaria del mundo que se ha sentido maltratada
por el tirano estadounidense durante décadas. Esta victoria estratégica permite
a Rusia cultivar una alianza sustancial con China, una alianza absolutamente
invencible e inquebrantable desde todos los puntos de vista: territorial,
demográfico, económico y militar.
7) Europa, en
cambio, cavó su propia tumba. Si los gobiernos europeos no logran de alguna
manera (y por ahora a un gran costo) restaurar las relaciones con la parte
restante de Eurasia, el destino de nuestro subcontinente está sellado . Los dos
siglos de ascenso global que comenzaron a principios del siglo XIX llegarán a
un final sin gloria. A partir del otoño empezaremos a ver los primeros síntomas
de lo que promete ser una nueva contracción económica de largo plazo, una
contracción que, involucrando al conjunto de los países europeos, tendrá unas
características sin precedentes, mucho más fuertes que la crisis de 2008,
porque aquí no habrá «garantías de fiabilidad financiera» que ofrecer.
Mirando a
Draghi, Macron, Scholz y sus títeres parlamentarios hoy (en Italia casi todo el
arco parlamentario), la única pregunta que queda es: ¿alguien va a pagar?
¿Quién pagará
la operación más autodestructiva del continente europeo desde la Segunda Guerra
Mundial? ¿Pagarán los periodistas mercenarios y descerebrados que han fabricado
y repetido la narrativa propagandística para alimentar la guerra? ¿Pagarán a
los políticos que apoyaron activamente la guerra o se arrodillaron ante los
dictados del Primer Ministro?
¿O frente a los
nuevos desempleados y trabajadores pobres, volverán a hacer el truco de
explicar que no había alternativa?
Fuente: Andrea
Zhok y https://www.ariannaeditrice.it/articoli/chi-paghera-per-l-operazione-piu-autodistruttiva-sul-continente-europeo-dalla-seconda-guerra-mondiale
Traducción:
Carlos X. Blanco
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