Los esclavos negros de Sevilla
Por Gabe Abrahams
Rebelion
25/08/2021
Fuentes: Rebelión
“Hay infinita
multitud de negras y negros de todas las partes de Etiopía y Guinea, de los cuales
nos servimos en Sevilla y son traídos por la vía de Portugal”, explicaba el
cronista Luiz de Peraza, en el primer tercio del siglo XVI.
En Sevilla,
fueron tan numerosos los esclavos negros que un contemporáneo de Luiz de Peraza
también escribió que los habitantes de la ciudad “se parecían a los
trebejos del ajedrez: había tantos prietos -negros- como blancos”.
Los cronistas
de la época dejaron testimonio de que, por Sevilla, uno se encontraba a cada
paso con esclavos negros, mulatos, blancos de color loro que recorrían calles,
plazas, mercados, fuentes, puertas y las Gradas de la Catedral, entre otros
lugares.
Y es que
Sevilla, junto a Lisboa, fue la ciudad de Europa con más esclavos negros
durante el siglo XVI, porque tuvo el mayor mercado de esclavos de Europa. Las
Gradas de la Catedral y la Plaza de San Francisco fueron los principales
lugares en los que se desarrolló la actividad esclavista en la capital
sevillana.
El negocio de
los esclavos negros provocó que estos fueran muy numerosos en Sevilla,
alcanzando una cifra altísima. Según un censo realizado por funcionarios
eclesiásticos en 1565, había en aquel momento cerca de 7.000 negros esclavos en
su censo, sin incluir a los negros que practicaban el Islam, a negros o mulatos
libres, etc. Una población que, contando a todos esos grupos, se acercaba al
veinte por ciento del total.
En el siglo XV,
las rutas esclavistas que nutrían el mercado de Sevilla procedían de Portugal
vía el Algarbe, mientras que en el siglo XVI las rutas fueron las africanas, portuguesas
y americanas.
El trabajo del
esclavo negro sevillano era de diferente signo. La mayoría se dedicaban al
servicio doméstico y a tareas propias de los criados. Había porteros, amas de
cría, fundidores, curtidores, olleros, albañiles…
No fue el esclavo
un “lujo” reservado a la nobleza. Cualquier artesano sevillano, por ejemplo,
era dueño de uno o más esclavos negros a los que explotaba en su negocio o por
medio del trabajo en su casa.
La Iglesia
católica no pidió, en un principio, erradicar la esclavitud, justificando su
postura en que esta era aceptada por la Biblia, tanto en el Antiguo Testamento
como en el Nuevo Testamento. Pablo pidió a los esclavos: “Obedeced en
todo a vuestros amos terrenales”. Y exigió a los amos: “Amos, haced
lo que es justo y recto con vuestros esclavos” (Epístola a los
Colosenses 3, 22 ss.). Con el pasar del tiempo, la Iglesia católica suavizó su
postura y se esforzó en ayudar a los esclavos.
En 1393, el
arzobispo sevillano Gonzalo de Mena fundó la Hermandad de los Negritos para
auxiliar a los esclavos negros de Sevilla e hizo construir un hospital y una
capilla para ellos, junto a la actual calle del Conde Negro. Este clérigo,
además, defendió en muchos casos los intereses de los esclavos negros
sevillanos contra sus amos.
En los siglos
XVI y XVII, la Iglesia católica intentó integrar a los esclavos negros de
Sevilla en el resto de la sociedad sevillana, por medio de su participación en
las celebraciones religiosas. En la celebración del Corpus, algunas mujeres de
color tocaban y bailaban, pagadas por el propio Cabildo de la ciudad. Están
documentados al menos 21 grupos de danzas de esta naturaleza en la capital
sevillana desde mediados del siglo XVI hasta mediados del XVII, con los
significativos nombres de Los Negros, Los Negros de Guinea, La cachumba de los
negros, Los Reyes Negros, etc.
También se
formaron cofradías integradas por negros y mulatos que desfilaron por las
calles de Sevilla durante la Semana Santa. Basta enumerar a la Hermandad de los
Negros de Triana, la Hermandad de los Mulatos de San Ildefonso y la Hermandad
de Nuestra Señora de los Ángeles Coronada, vulgo “Negritos”.
Algunas de las
hermandades de negros y mulatos perduraron a través de los siglos. Aún hoy
existe en Sevilla una de las hermandades citadas, la famosa Hermandad de los
Negritos, que fundó en 1393 Gonzalo de Mena. Hasta mediados del siglo XIX, solo
participaron en ella negros y mulatos.
Con el pasar de
los siglos, la esclavitud que tantas injusticias y sufrimientos causó a
millones de seres humanos en todo el mundo fue abolida y los esclavos negros de
Sevilla y sus descendientes, por medio de matrimonios mixtos, se integraron en
la sociedad sevillana y en ella se difuminaron.
Los esclavos
negros de Sevilla forman parte de la historia de la esclavitud. Representan un
pasado incómodo para la ciudad, sobre el que se pasa de puntillas, sobre el que
no se quiere profundizar. Hasta la fecha, no ha habido ningún gobierno de la
ciudad, de Andalucía o del Estado español que haya querido reconocer este capítulo
oscuro de la historia de la capital andaluza.
La historia de
los esclavos negros de Sevilla contiene lecciones para el presente. La más
importante de todas ellas es la necesidad de respetar la igualdad. Nadie
debería ser discriminado por pertenecer a una raza o etnia determinada, y mucho
menos ser esclavizado o explotado por ello.
Todos,
absolutamente todos, tenemos una deuda pendiente con los esclavos negros de
todo el mundo, también con los injustamente olvidados esclavos negros
sevillanos.
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