SOCIOLOGÍA
CRÍTICA DE LA CATÁSTROFE
Boaventura
de Sousa Santos
Sociología
Crítica
02.05.2012
No
hay un consenso europeo sobre las políticas presupuestarias ni los programas de
austeridad en curso. Lo que sí hay, en cambio, es un consenso de la derecha y
una incapacidad temporal de las izquierdas europeas para presentar una
alternativa creíble a escala de cada país. Hasta que esto ocurra, el tiempo es
el factor más incierto y decisivo en la solución de la crisis europea.
Cuanto
mayor sea, más se consolida el nuevo orden postsocialdemócrata pensado mucho
antes de la crisis y que ahora la derecha quiere imponer y consolidar durante
las próximas décadas. El nuevo orden es un paraíso para el capital financiero,
un purgatorio (ahora sin bendición eclesial) para el capital productivo y un
infierno para la inmensa mayoría de los ciudadanos, la catástrofe de las
expectativas de vida que hasta ahora parecían razonables y merecidas. La
catástrofe está siendo administrada en dosis supuestamente homeopáticas para
que la parálisis de las alternativas dure más tiempo (hoy, un recorte, mañana
un aumento del precio del agua y la energía, pasado mañana, el cierre de un
servicio). ¿Qué se puede hacer para reducir este tiempo?
1.
Saber hacia dónde vamos. Está en marcha el fin la convergencia. El plan A de la
política de rescate en curso (PREC) consiste en crear las condiciones para que
los países con dificultades regresen a la “normalidad de los mercados”. Esto
sólo es posible a costa de más reducciones salariales, más recortes en el gasto
público y la sujeción de estos países a una disciplina no negociada que
compromete y vacía su soberanía. Se consolida, así, la dualidad entre países
desarrollados y países menos desarrollados en el interior de Europa. Portugal,
Grecia, Irlanda y (¿quizá?) España serán el México de Europa. Si no queremos
esta Europa, es urgente lucha para que esto no siga ocurriendo.
2. El PREC sólo puede producir dos resultados: más
PREC o la expulsión del euro. Los informes y blogs sobre fondos financieros
prevén (saben, porque son ellos los que realizan las previsiones) que, como en
Grecia, al primer rescate le sigue un segundo con más restricciones, más
austeridad y alguna reestructuración de la deuda de los acreedores. Esta
significa que Portugal podría estar bajo tutela unos cuantos años más (¿hasta
2018?) y, en caso de ser así, una generación entera habría vivido bajo un
régimen colonial disfrazado de democracia, pero controlado, en la práctica, por
una empresa majestuosa, Goldman Sachs.
Si,
no obstante, el plan A no funciona, está el plan B: la expulsión del euro o una
solución que produzca el mismo efecto. Es algo de lo que ya se habla para
Grecia. Si el plan A es devastador para nuestras aspiraciones de país europeo,
la expulsión del euro no lo sería menos debido a las condiciones en las que se
produciría, después de que el PREC haya destruido nuestra base económica (que
hasta hace poco daba señales de un cambio cualitativo de especialización
productiva), haya despedazado nuestra riqueza, nuestros ahorros, nuestro oro.
Admitamos que el Partido Socialista (PS) se sintiera prisionero del PREC 1,
pero no es admisible que no se declare contrario a cualquier PREC 2 ó 3. Esta
es su oportunidad para desvincularse de herencias espurias y comenzar a
construir una alternativa.
3.
Desobediencia dentro del euro. Parece increíble que, a pesar de todo esto,
tenga que encontrarse una solución no catastrófica para nuestro país a escala
europea. Pero debe ser así, aunque para ello sean necesarias dos condiciones
muy exigentes. La primera son actores políticos que exploren todas las brechas
del sistema. El derecho internacional general y la gran mayoría de los tratados
internacionales prevén cláusulas de derogación en caso de emergencia nacional.
Esta derogación puede implicar el control temporal de capitales e
importaciones, así como la moratoria en servicio de la deuda. ¿Puede esta
desobediencia por parte de un pequeño país ser castigada con la expulsión
inmediata? Todo depende de las alianzas que entretanto se fueran forjando. Tres
cosas son ciertas: quien expulsa no deja de correr grandes riesgos; alguien
tendrá que desobedecer y alguien tendrá que ser el primero; es impensable que
el eje París-Berlín siga siendo el único en la Unión Europea y que no sea posible
crear alianzas entre otros países, entre ellos, mañana, la propia Francia.
La
segunda condición tiene que ver con el sistema político europeo. Las propuestas
que impliquen a Europa en su conjunto deben formularse a una escala política
que las haga creíbles. Como se ha visto, esta escala no puede ser la nacional.
Hay, por tanto, que refundar el sistema político europeo con la creación de una
circunscripción electoral europea única y de listas transnacionales de las que
surjan los nuevos dirigentes de una Europa verdaderamente democrática. Dentro o
fuera del euro, por elección o imposición, habrá desobediencia; el problema es
saber qué nivel de desastre alcanzará.
Artículo
original del 25 de abril de 2012.
Fuente:
http://jornal.publico.pt/noticia/24-04-2012/a-sociologia-critica-da-catastrofe-24419878.htm
Boaventura
de Sousa Santos es sociólogo y profesor catedrático de la Facultad de Economía
de la Universidad de Coímbra (Portugal).
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