Refugiados
sirios, intereses alemanes
23.09.2015
Ampliar demasiado el zoom impide percibir el escenario
en el que se encuentra aquello sobre lo que el objetivo de la cámara se centra.
Y convendremos en pensar que algo similar ha ocurrido con respecto a la
fotografía que nos mostraba al pequeño Aylan Kurdi yaciendo en una playa turca
tras naufragar el bote en el que su familia trataba de llegar a la isla griega
de Cos. Su caso, pese a lo escandaloso que pueda ser, o precisamente por ello
mismo, ha comportado que los medios de comunicación se vuelquen sobre la crisis
migratoria en Europa y, colateralmente, aparten las implicaciones de fondo de
la misma. Decía Albert Camus que, al nacer de una elección y de un límite que
no tiene, nunca una fotografía llega a ser una misma con la realidad que
representa: entre ambas media un mínimo de interpretación y arbitrariedad.
Aislado de su contextualización, el elemento observado es despojado de su
sentido. La sobreexposición de lo particular acaba por encubrir una realidad
cuya aproximación requiere del uso de una razón con tentativas holísticas: el
pensamiento explica los fenómenos en términos causales, y ello exige pensar en
movimiento y teniendo la totalidad como punto de vista, algo que impide una
imagen fija. Ciertamente, el apego en exceso sobre una dimensión particular del
fenómeno (el desplazamiento irregular de refugiados sirios y otros migrantes en
situación de vulnerabilidad hacia territorio europeo) dificulta la aprehensión
de su compleja integridad: la crisis humanitaria en Siria, pero también en
Libia, Iraq y Afganistán, lugar de procedencia de la mayoría de los desplazados
que tienen Europa como destino.
De resultas de
ello se plantea de forma acuciante la necesidad de una reflexión que trascienda
lo inmediato de aquello que observamos al encender el televisor o abrir el
periódico: la marabunta de personas que, sin más enseres que los puestos,
tratan de pisar suelo comunitario hacinadas en botes precarios y a través de
largas caminatas. Allá donde la frontera se vuelve un umbral capaz de dirimir
acerca de la vida y la muerte, esto es sobre lo que ocurre en los límites
surorientales de la Unión Europea, gravitan pesadamente ciertos interrogantes:
¿Cuáles son las causas que llevan a esas gentes a salir de sus países?
Presuponiendo que la crisis humanitaria que afecta a su territorio de origen
sea provocada por la guerra, ¿cuáles son los motivos que ocasionaron el
conflicto? ¿Por qué se dirigen a Europa y no a otros países de Oriente Medio? A
sabiendas de que la guerra en Siria se prolonga durante más de cuatro años,
¿a qué se debe que la gran afluencia de refugiados sirios se produzca ahora y
no antes? ¿Cuáles serán las consecuencias del masivo flujo de refugiados?
¿Habrían pensado en ellas los artífices de la crisis humanitaria?
Debido a la
prolijidad que entrañaría la cuestión, no resulta ahora pertinente examinar los
factores geopolíticos que soliviantaron la guerra en Siria, al igual que
ocurrió en Libia. Pero si bien los motivos que le serían propios a Occidente [1] por desestabilizar
ciertos países de la región, y hacer caer el régimen de al-Asad en lo concreto
al caso sirio, ya han sido señalados en cuantiosas ocasiones, en tales
artículos se encuentra a faltar la consideración por la cual las consecuencias
del conflicto sobre el propio suelo occidental formarían parte, de igual forma,
de los propósitos que pudiera tener Occidente. Habida cuenta de ello, en
adelante me referiré a la crisis de refugiados (término que alude a los
migrantes con derecho de asilo por factores bélicos, políticos o ideológicos
entre otros) tratando de esbozar una interpretación acerca de su posible
naturaleza premeditada.
Redondeando las
cifras que proporciona ACNUR, aparte de los aproximadamente 8 millones de
desplazados internos, el conflicto armado sirio ha comportado alrededor de 5
millones de refugiados fuera de las fronteras nacionales. Sabemos que los
países vecinos refugian la mayor parte de desplazados sirios: se estima que
Turquía acoge a prácticamente 2 millones de sirios que han abandonado su país a
causa del conflicto, mientras que el Líbano alberga a más de 1 millón y
Jordania a aproximadamente 700.000. Otros centenares de miles se encuentran en
suelo iraquí y egipcio. Recientemente algunos países latinoamericanos se han
ofrecido a asilar refugiados sirios aunque en cantidades más bien
testimoniales. Por su parte, las teocracias árabes de la península, cuyas
rentas per cápita son de las más elevadas del mundo debido a los ingresos del
petróleo, no acogen a un solo desplazado: la división entre la rama sunita y
chiita del islam opera como un factor elemental al respecto.
Por lo que
concierne a Europa, durante el segundo trimestre del año Alemania es el país
que ha recibido un número mayor de solicitudes de asilo (80.935), lo cual representa
cerca del 38% de los 213.200 solicitudes recibidas a países miembros de la
Unión Europea durante el periodo en cuestión. Estas cifras suponen 420
solicitudes de asilo por cada millón de habitantes residentes en la UE. Del
total de peticiones de asilo, la nacionalidad con mayor número de demandas
correspondía a Siria (21%), seguida a cierta distancia de Afganistán (13%).
Prácticamente uno de cada cuatro solicitantes de asilo es sirio. En cualquier
caso, cabe reiterar que los datos publicados por Eurostat [2] se refieren a los meses
comprendidos entre abril y junio, de modo que no reflejan el persistente flujo
de refugiados, en mayor medida procedentes de Siria, que ha llegado a
territorio europeo durante los últimos meses del verano. A todo esto, la
Comisión Europea se ha puesto manos al asunto para establecer un reparto de los
120 mil asilos que de entrada piensa conceder, estableciendo para ello cuotas
de refugiados a los países miembros de la Unión que se encuentran sujetos a la
totalidad del Acuerdo de Schengen. El cálculo de cuotas que fija la Comisión
Europea se basa en cuatro criterios: la población, el producto interior bruto,
la media de solicitudes de asilo y la tasa de desempleo. E xcluidos los estados
danés, irlandés y británico del reparto de refugiados, Alemania es el país al
que le corresponde una cuota mayor, debiendo acoger a 31.433 refugiados, el 26%
de los 120.000 refugiados contemplados por la Comisión. La singularidad del
asunto se halla en que la canciller alemana, Angela Merkel, está dispuesta a
recibir un número de refugiados muy superior a los solicitantes de asilo
asignados por Europa: Berlín expresó que facilitaría la llegada de 800.000
refugiados este año, y 500.000 al año durante años posteriores.
En procura de
ello sería oportuno preguntarse acerca de la relación entre hecho e intención a
sabiendas que la clave de bóveda para comprenderla se encuentra en los
intereses de la parte con respecto al fenómeno en cuestión. Bien visto,
podríamos empezar por observar la estructura demográfica alemana toda vez que
la de llegada de importantes flujos de población en edad fértil y con patrones
reproductivos distintos es susceptible de contribuir a su alteración. Resulta
sencillo advertir que, c omo consecuencia de una baja tasa de fertilidad que no
garantiza el remplazo generacional, se estime en 10 millones la reducción de la
población alemana en 2060. Para esa fecha, la población en edad laboral
únicamente duplicaría a la población dependiente (teniendo en cuenta que la
proporción actual es de cuatro a uno), ocasionando vastas implicaciones en lo
que atañe a la tasa de ganancia llamada a ser apropiada por la clase
propietaria: a razón de una mano de obra sumamente escasa, la parte empleada
asumiría una importante fuerza negociadora en relación a la parte contratante.
Ante lo cual, la llegada masiva de refugiados anunciada por el Gobierno alemán
suscita que la patronal alemana se frote las manos al tiempo que trata de
encubrir sus motivaciones apelando a un discurso altruista y solidario. Que
sirvan como ejemplo las declaraciones de Ulrich Grillo, presidente de la
Federación de Industrias Alemanas (BDI), al expresar que "si somos capaces
de integrar rápidamente en el mercado de trabajo a los refugiados, no solo
vamos a ayudarlos también nos ayudaremos a nosotros mismos" [3] . Por lo que una
hipótesis al respecto del último interrogante que nos formulábamos con
anterioridad (acerca del carácter intencional de las consecuencias para Europa
de la crisis humanitaria en Siria, a saber, la crisis de refugiados) nos
llevará a concluir que los flujos masivos de migrantes podrían llegar a constituir
una consecuencia deliberada de la implicación occidental en la región.
Visto de este
modo la contribución en una crisis humanitaria, a la que le sigue una crisis
migratoria, sería el paso previo por el cual inyectar en la economía a un
grueso contingente de trabajadores que, por su condición de provisionalidad, se
halla en mayor medida dispuesto a emplearse en condiciones de precariedad
laboral. Puede que no esté de más recordar que por encima de cualquier
concepción ética o legalidad jurídica, al margen de todo ideal europeo que
anteponga los derechos humanos universales a la rigidez de los pasaportes, la
llegada de centenares de miles de refugiados a Europa se encuentra en plena
sintonía con el modelo de austeridad imperante en la UE: la devaluación interna
por medio de la presión a la baja de los salarios que supondrá la incorporación
masiva de una fuerza de trabajo en condiciones de aceptación de empleos
insuficientemente remunerados (o, en su defecto, una reserva estratégica de
mano de obra deseosa por incorporarse al mercado laboral), resulta concomitante
con la pretensión neoliberal de impulsar la economía sorteando el aumento de
demanda agregada del mercado interno. Al fin y al cabo, el descenso de los
costes laborales haría más competitiva la producción alemana en vistas a un
modelo de crecimiento exógeno por el cual la expansión del poder adquisitivo de
la población y, a la par de éste, la satisfacción de las necesidades
intrínsecas al ser humano se supedita a las capacidades exportadoras de la economía,
la verdadera variable independiente.
Y aunque es
preciso admitir que la aquí presentada no es la única interpretación posible
acerca del oportunismo con el que el Gobierno alemán se dispone a albergar a
una cantidad de refugiados considerablemente superior a la estipulada por la
Comisión Europea, si las proposiciones sugeridas convergen con lo cierto, las
consecuencias que se desencadenan de la guerra en Siria, si más no en lo
relativo al flujo masivo de refugiados, podrían contemplarse bajo la posibilidad
de ser igualmente deliberadas.
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