LOS FONDOS PRIVADOS DE EMPRESA: EL MODELO ESCRIVÁ
El Viejo Topo
11 febrero, 2021
El modelo de
pensiones del País Vasco (las denominadas EPSV o Entidades de Previsión Social
Voluntarias) es una apuesta personal de José Luis Escrivá, actual ministro de
Inclusión, Seguridad Social y Migraciones. Es el proyecto de pensiones privadas
que pretende impulsar. Se apoya en las recomendaciones del Pacto de Toledo,
especialmente la número 16.
El sistema de
pensiones que el ejecutivo de Pedro Sánchez tiene en la cabeza tiene tres
patas: una, pública (como la actual pero con un carácter progresivamente
residual); una segunda articulada en torno a las Pensiones Privadas de
Empresa y una tercera alrededor de las Pensiones Privadas. En
estos días José Luis Escrivá está concretando sus propuestas: quiere que en el
período 2021-2025 hayan suscrito estos planes 9.000.000 de trabajadores y para
el 2050 pretende que la mayoría de los asalariados tengan como referencia esos
Planes Privados de Empresa. El objetivo enunciado estos días de reducir la
cuantía de las pensiones en 30.000 millones de euros va en esa dirección.
¿Que son las EPSV?
Las EPSV son un
modelo de pensiones privadas de empresa que sólo existe en el País Vasco. Esas
EPSV habrían de ser el núcleo de un sistema propio de pensiones que se
implementaría definitivamente una vez conseguida la independencia. En su
momento, se publicitó que sería el propio gobierno autonómico quien aseguraría
su supervisión y control. Las buenas palabras han quedado en eso; en la
práctica se ha ido desnaturalizando de forma tal que los gestores tienen una
gran capacidad para decidir dónde invierten. La filosofía neoliberal que
destilan estos fondos privados empuja a reducir el control público a la mínima
expresión; para hacerlo, entre otros métodos, se recurre al cambio de estatutos
si es necesario. La representación en el caso del País vasco se canaliza a
través de los sindicatos (CCOO, UGT, LAB, ELA…), la patronal y el
ejecutivo autonómico. Sabemos del escaso o nulo control que ejercen estas
instituciones sobre sus representantes en las mesas de negociación. En el
escándalo de las tarjetas Black, de Bankia, vimos como algunos representantes
sindicales estaban tan implicados en el fraude y la corrupción como los demás.
El ejecutivo,
con José Luis Escrivá al frente, pretende generalizar este modelo. Se introduce
de esta forma un factor de ruptura en la solidaridad intergeneracional. El
modelo público de reparto y de prestación definida (modelo de pensiones
públicas actual), aún con todas sus deficiencias, pretende no dejar a nadie
atrás; promueve una salida colectiva, cosa que no hace el modelo de Fondo
Privado de Empresa (modelo de capitalización individual) donde cada uno mira
para sí exclusivamente.
Este modelo se
publicita como la fórmula para “compensar” la futura bajada de las pensiones
creando una “bolsa individual” ligada a los convenios de empresa que, en
el caso actual y a pesar de su nombre (Entidades de Previsión Social
Voluntarias o EPSV), serían obligatorias. Curiosamente, y nos volvemos a
remitir a las declaraciones del ministro Escrivá, las empresas podrán
voluntariamente adherirse o no al protocolo; los trabajadores no podrán
escoger.
¿Como se organizan en el País Vasco?
En el País
vasco existen unos 77 Fondos Privados de Empresa. Por número de socios, aunque
no por capital gestionado, el primero sería GEROA; el segundo Lagun Aro; el
tercero, Hazia Elkarkidetza (para los funcionarios y trabajadores de las
tres diputaciones vascas y los ayuntamientos); y el cuarto, Itzarri
(trabajadores del Gobierno vasco, donde están incluidos por ejemplo la
Ertzaintza y los trabajadores del Servicio Vasco de Salud). El negocio de las
EPSV es importante y ha representado una fuente de financiación para el propio
gobierno: a 31 de diciembre del 2019[1] las
EPSV acumulaban 25.939 millones de euros. De esta cifra, el 60% correspondería
a Planes de Empleo colectivos y el resto, hasta un 40%, son Planes de Pensiones
Individuales. Los Fondos Privados de Empresa existen en otros países pero junto
a la figura de la autoafiliación, como en Reino Unido, Italia o Polonia:
en esos países los trabajadores pueden decidir si quieren ser socios o no de
esos fondos. No parece ser esa la idea del señor José Luis Escrivá.
GEROA
La EPSV vasca
GEROA copia su modelo del Reino Unido, Noruega y Suecia. Nace un año después de
la firma del Pacto de Toledo (1996) y coincide con una de sus recomendaciones.
Fue creada por la patronal vasca y los sindicatos (ELA, LAB, CCOO y UGT).
Curiosamente, y es una crítica que se hace desde los afectados por la crisis de
esta EPSV, los problemas financieros de GEROA no han provocado una reacción
sindical, bien al contrario estas fuerzas sindicales que están representadas en
el Consejo de Administración han preferido hacer “mutis por el foro” y ponerse
de perfil.
En GEROA, que
hace de gestora de esos fondos, el poder en ese órgano de dirección está
dividido al 50% entre sindicatos y patronal. La crítica más común es la
opacidad en la toma de decisiones y los cambios de estatutos como hemos
señalado.
Las Entidades
de Previsión Social Voluntarias tienen un peso considerable en la economía del
País Vasco. Si hacemos caso a sus datos, se acogen a alguna de las modalidades
de previsión social más o menos el 31% del total de trabajadores activos,
aunque el porcentaje llega al 61% en Guipúzcoa. Otra singularidad, como hemos
señalado, es que no son voluntarias: si el trabajador realiza su actividad en
alguno de los veinte sectores adheridos queda incluido de forma obligatoria en
este Plan. Las empresas pueden entrar o salir a voluntad, los trabajadores no.
Se da el caso de que alguna gran multinacional, para presionar a los sindicatos
en la negociación colectiva, ha llegado a amenazar con retirar sus
aportaciones.
GEROA cuenta en
este momento con unos 113.298 socios (las cifras lógicamente pueden fluctuar)
estructurados en 9.294 empresas y 20 sectores productivos. En 2018 recibió por
parte de sus aportantes unos 92,34 millones de euros y gestionó un patrimonio
de 2.028 millones. Ese mismo año pagó en prestaciones complementarias de
jubilación 52,98 millones de euros a 2.597 jubilados, con un importe mínimo
mensual de 173 euros y una media de 182,47 euros/mes.
Lo que hace
diferente a GEROA es que las aportaciones a la EPSV se realizan al 50% entre la
empresa y el trabajador. En otras EPSV no se funciona así. Los trabajadores de
esos 20 sectores presentes entran automáticamente en GEROA en el momento en el
que firman un contrato laboral aportando según indique el convenio
colectivo; no se pueden realizar aportaciones voluntarias. El aporte máximo,
más o menos, ronda el 4,60% del sueldo bruto, al 50% el trabajador y la
empresa. Lo define el sector del metal (que es el que creó GEROA) y el mínimo
el 0,4% del sector de oficinas o despachos y el comercio general.
Cada trabajador
percibirá a la hora de jubilarse una cantidad complementaria en función del
dinero aportado. En estos momentos, la aportación media de un trabajador del
metal es de 109,99 €/mes, lo que supone una expectativa de complemento de
pensión en torno a los 250 €/mes (tras haber cotizado 40 años o más y haber
acumulado en la hucha cerca de 50.000 euros) siempre y cuando las inversiones
que realice el fondo sean rentables. Un trabajador del comercio, en cambio,
apenas aporta para su plan 4,58 €/mes y su expectativa futura sería de 10,5
euros.
El órgano de
gobierno de GEROA es paritario entre la patronal, 13 miembros, y los
sindicatos, otros 13. El fondo que gestiona Geroa invierte en activos
financieros de renta fija y variable en todo el mundo y se publicita afirmando
que obtiene más rentabilidad que los Planes Privados. Afirman que desde su
creación en 1996 la media de rentabilidad ha sido del 6,5%. Según la
publicidad, los trabajadores que “ahorran” en GEROA tienen de media un
patrimonio de 36.479 euros (el 42% son beneficios generados y el resto
aportaciones).
Los Problemas de GEROA
Al margen de la
publicidad, los problemas de GEROA han aflorado, como no podía ser otra forma,
en medio de la Pandemia. La primera cuestión es la rentabilidad, que se ha
hundido. GEROA invierte en mercados financieros. Las inversiones en bolsa o
depósitos, en una situación de marasmo económico, se han desplomado haciendo
caer la rentabilidad. El segundo problema es que según los estatutos solo se
puede dedicar ese dinero acumulado para pagar pensiones. Los trabajadores con
largos años de cotización que se ven empujados al paro, aunque por edad aún no
puedan jubilarse, no pueden utilizar esos ahorros para solucionar una situación
que en muchos casos es angustiosa.
Según los
estatutos sólo por debajo de 11.280 euros de aportación es posible recuperar el
dinero en forma de capital o de renta. Si el importe supera los 45.210 euros
sólo se podrá recuperar en forma de renta mensual que puede ser temporal o
vitalicia, en función de la edad y del importe exacto. Los casi 1.600
trabajadores que, de momento, se han organizado en contra de estas políticas
exigen a GEROA cambiar los estatutos para poder retirar su capital; la cantidad
que se reclama es modesta (unos 65 millones de euros en total) y GEROA presume
de solidez financiera; aun así la entidad se niega a cambiar los estatutos. Los
trabajadores descontentos también señalan situaciones dramáticas. Por ejemplo,
la viuda o viudo de un/a aportante no puede retirar todo el capital de su
cónyuge fallecido sino que sigue recibiendo esa compensación mensual; lo mismo
pasa en el caso de los huérfanos. Pero más sangrante es que los trabajadores
afectados por un ERE o ERTE[2] no
pueden compensar la reducción de ingresos con los ahorros que se tienen en el
Fondo Privado de Empresa porque no pueden rescatarlo; cosa que otros fondos de
pensiones sí han permitido.
Las consecuencias del proyecto Pedro Sánchez.
Las propuestas
de José Luis Escrivá y el gobierno de coalición contribuirán a debilitar las
pensiones públicas. Fueron los cuatro sindicatos mayoritarios quienes apoyaron
el proyecto desde el inicio. Aunque hubo oposición sindical, ésta no prosperó.
La gran contradicción la ofrecen los grandes sindicatos que por la mañana
hablan de defender el sistema Público de Pensiones y por la tarde firman las
EPSV. La posición sindical no deja de ser incómoda; unos días actúan como
“brokers” en bolsa buscando la rentabilidad a cualquier precio, incluso con
inversiones especulativas en fondos buitre, y por la tarde se ponen la banda
roja reivindicativa.
También es una
anomalía que las propias Administraciones Públicas participen de un sistema
privado que debilita al Sistema Público de Pensiones. Al detraer dinero de la
contribución de los trabajadores y entregarlos a entidades financieras, estas
aumentan sus beneficios a costa del Estado. El gobierno progresista recorre una
vía ya explorada por la derecha, la de ayudar al sector privado con los
recursos públicos, puesto que los ingresos de la SS vienen de los impuestos y
cotizaciones que pagamos todos.
El objetivo a
medio plazo, como estamos viendo en Europa, es debilitar el sistema público
recortando los gastos. Si la pensión pública disminuye hasta llegar a ser
meramente asistencial, se querrá imponer a continuación un sistema de
capitalización a través de las EPSV y de los planes privados. La reforma de
José Luis Escrivá es insolidaria, elitista y sobre todo regresiva ¿Qué tiene
eso de transformación progresista como dicen algunos?
Notas
[1] https://revistas.eleconomista.es/pais-vasco/2020/abril/las-epsv-podran-complementar-las-prestaciones-de-afectados-por-la-crisis-CA2570141
[2] https://revistas.eleconomista.es/pais-vasco/2020/abril/las-epsv-podran-complementar-las-prestaciones-de-afectados-por-la-crisis-CA2570141
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