En Sevilla ya no hay huelga de limpieza, pero el alcalde y la dirección de la empresa LIPASAM (que han puesto en peligro la salud pública) no han dimitido
Tras once días de huelga en el servicio de limpieza en Sevilla, que ha dejado en sus calles unas 7.000 toneladas de basura sin recoger, trabajadores y empresa llegaron ayer a un acuerdo para desconvocar la misma y reanudar el trabajo, después de una accidentada asamblea de trabajadores en la que la votación tuvo que ser repetida.
El acuerdo final ha sido rebajar el salario un 3,6% (1,4 menos de lo
pretendido por la empresa) y la contratación de trabajadores eventuales
en épocas punta como Semana Santa, Feria, Navidad y Verano para reforzar
a la plantilla.
Es decir que han logrado los trabajadores perder menos en sus
salarios y, obligar a la empresa LIPASAM a que realice nuevas
contrataciones de trabajadores eventuales, algo que no debería ser
pasado por alto ni por los trabajadores que no pertenezcan al sector de
la limpieza ni por los pequeños comerciantes, que directa o
indirectamente se pueden ver favorecidos por ese acuerdo, a pesar y por
encima de las molestias ocasionadas y por el peligro evidente para la
salud pública que ha existido, de lo que no son culpables los
trabajadores (que tienen en la huelga un solo instrumento de defensa de
sus intereses) sino el alcalde de la Ciudad, como máximo representante
de la misma, y la dirección de la empresa LIPASAM, que fijado el punto
de mira en los beneficios económicos, relegan a un segundo o tercer o
cuarto plano, la salud pública, no previendo debidamente los recursos
necesarios, tanto humanos como materiales para que ese servicio de
limpieza, vital para todos los ciudadanos, pueda ser realizado sin
contratiempo alguno y para que los que lo llevan a cabo puedan vivir
dignamente.
No es, pues, a mi juicio, que los trabajadores de la limpieza tengan
que pedir perdón a la Ciudad de Sevilla, como desafortunadamente ha
señalado Antonio Bazo, unos de los representantes sindicales, sino el
alcalde y el equipo de dirección de la empresa LIPASAM, causantes de la
huelga. Y, en todo caso, deben pedir perdón a todos los ciudadanos,
todos los responsables políticos, fiscales y policías por no haber
evitado la corrupción ni apresado a los responsables de haber vaciado de
fondos el cajón de los dineros públicos que tan bien vendrían ahora
para mantener adecuadamente todos los servicios públicos, incluido el de
la limpieza pública de Sevilla.
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