viernes, 28 de febrero de 2025

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La ODS y la educación

 

Para cambiar el mundo hemos de empezar por cambiarnos a nosotros mismos, y para ello no hay mejor herramienta que la educación. Cosa que también saben los que no pretenden cambiarlo, ya les está bien como está.


La ODS y la educación

 

Rosa Cañadell

El Viejo Topo

28 febrero, 2025 

 


LOS OBJETIVOS DE DESARROLLO SOSTENIBLE (ODS) Y LA EDUCACIÓN

 

La Organización de Naciones Unidas (ONU) define la Agenda 2030 sobre el Desarrollo Sostenible como “un plan de acción a favor de las personas, el planeta y la prosperidad, que también pretende fortalecer la paz universal y el acceso a la justicia”. La Asamblea General de la ONU –compuesta por los Estados miembros– aprobó por unanimidad este plan en 2015, TÑUTULOque contiene los 17 Objetivos de Desarrollo Sostenible (ODS)

Estos objetivos incluyen la erradicación de la pobreza, el fin del hambre, la promoción de la salud y el bienestar, la educación de calidad, la igualdad de género, el acceso al agua potable y saneamiento, el acceso a energía asequible y no contaminante y el fomento del crecimiento económico inclusivo.

Uno de los fines clave de los ODS y la Agenda 2030 es implicar a las nuevas generaciones en el desarrollo sostenible. Siempre se dice que los jóvenes son el futuro. Y, sin lugar a duda, los pequeños y las pequeñas de ahora serán determinantes a la hora de diseñar el mundo que habitaremos mañana.

Todas estas declaraciones serían un buen paso adelante para hacer frente a la gran desigualdad, pobreza y guerras de la sociedad actual, así como para combatir el cambio climático y sus consecuencias. Sin embargo, los mismos gobiernos que se comprometieron a estos objetivos son los que mantienen políticas que van, justamente, en la dirección contraria y que son, en muchos aspectos, totalmente contradictorias. Por lo que, unos objetivos del todo necesarios y deseables, terminan siendo totalmente inútiles.

1. Para reducir la pobreza, se propone un crecimiento más industrial, lo que implica mayor extracción, producción y consumo, lo que es totalmente negativo para parar el calentamiento global. Menos consumo y mayor repartición de la riqueza es lo que hace falta. Sin decrecimiento no habrá forma de hacer frente al cambio climático.

Señala el crecimiento para reducir la pobreza. Pero el crecimiento no reduce la pobreza, sino que aumenta la desigualdad y ésta es la mayor fuente de pobreza. No proponen más regulación de los bancos o de los mercados y se niegan a pedir la cancelación de la deuda, a pesar de que ésta supone para los países en desarrollo más de 700.000 millones de dólares al año, dinero que podría destinarse a la reducción de la pobreza.

Se admite que estamos ante una emergencia climática y que para detener el calentamiento global sería necesario reducir un 6 % las emisiones CO2 de los combustibles fósiles, pero cada año se está aumentando un 1%, en vez de disminuir.

Se habla de la necesidad de salvar los bosques, pero en la Amazonia ya se ha perdido un 17 % y no se habla de ninguna medida para detener la deforestación.

También se propone un aumento de la agricultura extensiva olvidando que ésta es una de las que más emisiones de CO2 emiten. Así como la agro-exportación que significa que algunos alimentos viajen más de 4.000 Kms. desde el cultivo a la nevera, con la cantidad de energía que ello supone.

Se recurre a las Nuevas Tecnologías como una salvación, sin mencionar el consumo de agua y energía que ellas suponen. Se calcula que sólo dos Centros de Datos consumen el agua de 28.000 hogares. Igualmente sucede con la llamada “transición energética”, con coches eléctricos que necesitan una gran cantidad de minerales (litio, cobalto…) para su fabricación y sus grandes baterías. Minerales que están sólo en algunos países, donde ahora ya mueren los niños en las minas, como en el Congo.

Se obvia la “injusticia ecológica”, que nos dice que no todos somos iguales de responsables. De hecho, el 1% más rico emite el mismo CO2 que dos tercios de los más pobres. Así, el 10 % más rico emite el 50 % y el 50 % más pobre, sólo emite el 8 %.

Y todo ello tiene consecuencias negativas, sobre todo para la población más pobre que es, además, la que sufre mayoritariamente las consecuencias. El calentamiento hace disminuir la lluvia, y sin lluvia no hay agua, y sin agua no hay alimentos.

Se propone fortalecer la paz, pero se aumentan los presupuestos militares, se envían armas para que continúe la guerra en Ucrania y los países con más poder no son capaces de parar un genocidio como el que está sucediendo en Palestina y en algunos países de África.

2. Los Objetivos en la educación

Los ODS dan mucha importancia a la educación y sostienen que una mejor educación permite salir antes de la pobreza. También señalan que la educación es clave para alcanzar los demás objetivos: reducción de la pobreza, la paz y la sostenibilidad.

Pero, en realidad, se ha avanzado muy poco y en el 2018 todavía había 260 millones de niños y niñas (sobre todo niñas) sin escolarizar. Más de la mitad de los niños y niñas del mundo no alcanzan las competencias de lectura y matemáticas, y si se sigue como hasta ahora, en 2030 habrá 84 millones de niños y niñas fuera de la escuela y 300 millones sin los conocimientos básicos para prosperar.

Es evidente, y con ello estamos todos de acuerdo, que la educación es básica, el problema es que:

¿Cómo vamos a educar para la paz en un mundo con guerras constantes y con un genocidio cruel en Palestina? Cómo podemos aspirar a que nuestros alumnos y alumnas aprendan a resolver sus conflictos sin violencia, si el mundo les dice que la violencia es la que sirve para resolver los conflictos.

¿Cómo podemos educar para parar el cambio climático si no hay medidas contra las empresas y las personas más ricas, que son los causantes del desastre medio-ambiental? No podemos engañar a nuestro alumnado diciéndoles que si consumen menos agua y echan los plásticos en la basura de reciclaje van a parar el calentamiento global.

¿Cómo educar para la igualdad y la cooperación si los que tienen el poder no erradican la desigualdad? ¿Cómo educar en la igualdad entre hombres y mujeres y contra la violencia de género, si los partidos de derecha (cada vez más mayoritarios) lo niegan, si las redes están llenas de videos y mensajes machistas y los niños ven pornografía desde los 8 años?

 3. ¿Qué hacer?

Ante esta situación, ¿qué puede hacer la educación? ¿Qué efectos tiene la educación? ¿Cómo fomentar en nuestros jóvenes ideales y actitudes que puedan ayudar a conseguir algunos de los objetivos que señalan los ODS?

Hay que formar-se, organizar-se, luchar y dar una educación en valores. Porque, como decía Paulo Freire, “la educación no puede cambiar el mundo, pero puede cambiar las personas que cambiarán el mundo”

Debemos luchar contra la privatización, la segregación escolar y la falta de igualdad de oportunidades. Hay que luchas para disminuir los presupuestos en armamento, que promocionan guerras, muertes, dolor y destrucción, y aumentar los presupuestos en educación pública.

Y debemos dar una educación que promocione la paz, la igualdad, la no discriminación, la solidaridad, la indignación ante la injusticia y la conservación de la naturaleza.

Para ello es preciso:

  • Menos pantallas y más profesorado. La educación presencial permite la socialización, el aprendizaje a partir de la interacción y los contenidos que ayuden a entender el mundo y poder mejorarlo. Las pantallas dificultan el aprendizaje y la adquisición del espíritu crítico, y las redes sociales aumentan el aislamiento en nuestros jóvenes, la incomunicación, la dependencia, el acceso rápido a la pornografía y las falsas informaciones.
  • Transmitir conocimientos que ayuden a entender cómo funciona el mundo y den herramientas para poder cambiarlo.
  • Educar para la paz, hablando de lo que suponen de inhumanidad las guerras y ayudando a evitar la violencia y la discriminación. Hay que explicarles que las guerras no son justas, que siempre son por intereses de una minoría, pero que siempre pagan la gran mayoría de los que tienen menos dinero y menos poder.
  • Educar los hábitos individuales que impliquen el respeto a la naturaleza, reduciendo el consumo, aumentando el reciclaje y apostando por una alimentación sana y ecológica. Que sean conscientes que el mundo nos pertenece a todos y todas y que si no lo cuidamos nos espera un futuro lleno desastres. Que el crecimiento infinito en un planeta finito es del todo imposible.
  • Transmitir valores de solidaridad, antirracismo, feminismo, cooperación e indignación contra todo tipo de injusticias y violencias.
  • Estimular la implicación en la sociedad, la participación en las acciones y organizaciones que luchan por un mundo mejor y presionar a los gobiernos y a las empresas.

4. Para terminar

Es importante que los chicos y chicas salgan del Instituto y la Universidad con la convicción de que es necesario luchar contra todo tipo de violencias y que hay que defender los derechos humanos, que no se acostumbren a que las guerras y las masacres son normales, que no terminen insensibles ante el dolor ajeno, que se preocupen por la destrucción del planeta y sus consecuencias y que sean capaces de indignarse ante las injusticias y ante la violencia. Que se sientan solidarios con las personas que sufren y tengan ganas de implicarse en detener todo tipo de agresiones, guerras y violencias.

Éste debería ser el mandato ético de todas las personas implicadas en la educación. Porque no se trata de educar para que el día de mañana, nuestros alumnos y alumnas, se “adapten” lo mejor posible a un mundo injusto, violento y lleno de injusticias y desigualdades, sino para que tengan información y conocimientos que les permitan entender cómo funciona el mundo y tengan elementos y voluntad de mejorarlo.

Sólo así podemos ayudar a cumplir los objetivos que marcaron los ODS para un futuro mejor.

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El enfrentamiento entre EE.UU y la UE. Nuevas oportunidades se abren

 


El enfrentamiento entre EE.UU y la UE. Nuevas oportunidades se abren

 

KAOSENLARED /  27 de febrero de 2025 / Por Comunicados

 

Declaración de la Coordinación de Núcleos Comunistas

Para las organizaciones revolucionarias es importante analizar las líneas de tendencia que rigen el desarrollo de las crisis del capitalismo en su etapa imperialista y que la burguesía ha intentado resolver históricamente mediante la destrucción y la guerra. Pero, tan crucial o más, es identificar adecuadamente las contradicciones entre las clases dominantes, que se muestran de forma muy aguda en periodos de crisis, precisamente cuando el sistema no puede ocultar su incapacidad para resolver los problemas más acuciantes de las masas. En estos momentos de duras luchas internas, cuando el capital pierde toda máscara de legitimidad, es más fácil que las clases oprimidas comprendan con claridad la necesidad ineludible de la revolución.

Las contradicciones entre el imperialismo norteamericano y el imperialismo subordinado europeo (este último sometido económica y militarmente desde el final de la II Guerra Mundial), que se han ido bandeando mal que bien durante décadas, se muestran ahora con crudeza. Y lo hacen, cuando la UE, gobernada por una oligarquía que ha aplicado disciplinadamente las medidas dictadas por EE.UU, ve hundirse en un tiempo récord sus economías, ya afectadas gravemente por la crisis y cuando además, enfrenta una fractura política sin precedentes.

Desde el primer momento fue evidente que las políticas adoptadas “conjuntamente” por EE.UU y la UE, hacían de la economía norteamericana la gran beneficiaria de la voladura del Nord Stream y de las sanciones a Rusia. Washington ha aumentado en gran medida la venta a los países de la UE de gas licuado, peor y más caro que el ruso, y ha aprovechado la ruina de la industria europea por el encarecimiento de la energía para incentivar el traslado de sus fábricas a EE.UU.

El hundimiento económico de Europa, acelerado espectacularmente con el cierre de la economía en 2020 con el pretexto del Covid y que acabó con buena parte de la pequeña y mediana expresa, se ha intentado enmascarar recurriendo cada vez más a la Deuda pública. Con la excusa del Covid primero “para mejorar la sanidad pública”, del cambio climático y las políticas “verdes” después, y finalmente declarando que el envío masivo de armas y dinero a Ucrania para asegurar su victoria sobre Rusia era vital para la seguridad europea, se han destinado cantidades ingentes de dinero público a la gran banca, multinacionales y fondos de inversión.

La gran estafa que todo esto ha supuesto cada vez es más difícil de ocultar. La pandemia y todos los estados de alarma y emergencias, además de servir para llevar a cabo un gigantesco experimento de control social, permitieron unos niveles de corrupción escandalosos en las administraciones públicas. Mientras tanto, la sanidad pública, no sólo no han mejorado sino que se ha acelerado su desmantelamiento, a mayor gloria de la industria farmacéutica y la sanidad privada. Por su parte, la pequeña y mediana empresa industrial, agrícola o ganadera, no sólo no ha recibido apenas nada de los fondos europeos (dinero público) que, una vez más, se ha embolsado el gran capital, sino que las drásticas medidas del capitalismo “verde” les han dado el empujón definitivo a la ruina.

Las contradicciones, ahora las de clase, se agudizan. La caída en picado de las condiciones de vida de millones de personas arroja cifras espectaculares1 que ocultan el dolor y la desesperación de quienes no sólo se dejan la vida y la salud en el trabajo, sino que no pueden siquiera satisfacer sus necesidades básicas, la primera, la vivienda. El malestar social que, dadas su dimensiones, apenas se transforma en protesta, intenta ser aplastado con un desproporcionado aumento de la represión2 y la censura. Los mismos métodos de control absoluto de la información y de imposición del pensamiento único implantados con el Covid, han continuado su trabajo con la guerra de la OTAN contra Rusia.

Por otro lado, como los nichos de negocio son cada vez más escasos, a la intensificación de la explotación con el alargamiento de la edad de jubilación (cuando en las dos últimas décadas de la vida laboral se disparan los accidentes mortales de trabajo), se añade el robo de los planes de pensiones privados en los Convenios Marco de la mano de la patronal, la banca y CC.OO y UGT, amparados por el gobierno.

Y así pensaban seguir….

La continuación de la guerra “hasta el último ucraniano “ debía seguir sirviendo a la Comisión Europea y a sus gobiernos de pretexto ante sus pueblos para justificar, en aras de la “economía de guerra”, el aumento del ya desmesurado gasto militar. Hace pocos días se anunciaba el levantamiento de las reglas fiscales para permitir un endeudamiento sin precedentes, en torno a los 500.000 millones de euros. Por otra parte, la OTAN presionada por EE.UU, exige a Europa que asuma sus propios gastos militares y que cada país aumente sus presupuestos hasta el 5% del PIB.

El agonizante capitalismo europeo, que hace décadas se nutre del dinero público vía subvenciones y privatizaciones, ha colocado ahora prácticamente todos sus huevos en la cesta del gasto militar. “Reindustrializar España con la industria armamentística”, anuncia Robles, ministra de la guerra, a unos pueblos asolados por la desertificación industrial, agrícola y ganadera; pero sobre todo se lo ofrece a los grandes capitalistas – principalmente fondos de inversión de EE.UU – a los que este gobierno y los anteriores han vendido las empresas públicas de armamento y a los que riega generosamente con nuestro dinero.

Para dar una idea de las dimensiones actuales del presupuesto militar del gobierno PSOE-Sumar valgan estos datos referentes a 2025. Techo de Gasto Público: 195,353 millones de euros. Gasto militar total real: 60.000 millones, Pago de intereses de la Deuda: 36.000 millones que irán a parar a los bancos a los que “rescatamos” con 100.000 millones, de los que no han devuelto nada. Como puede verse, la suma de los intereses de la Deuda más el gasto militar equivale a más más de la mitad del Techo de Gasto Público.

La causa del desconcierto y del terror que recorre los despachos de la UE y los de los gobiernos reside en que la administración republicana, una vez hundida Europa, trata a sus vasallos como trastos inservibles, sin dejarles sentar siquiera en las negociaciones para el final de la guerra en Ucrania. Pero lo más grave para ellos es que les deja sin “la amenaza rusa” para justificar los gastos de guerra, que por otro lado es la única fuente de beneficios segura y el siniestro motor con el que pretenden mover la agonizante economía europea.

El grave problema que tiene ahora la oligarquía europea, y la gran debilidad que debemos aprovechar las organizaciones de clase, es que va a ser muy difícil convencer a una población que ve hundirse cada día más sus condiciones de vida de que su prioridad sea destinar cada vez más fondos públicos a la fabricación de armamento. La gente sólo acepta medidas brutales como fue el confinamiento o la prioridad absoluta del gasto militar, si previamente se la ha aterrorizado y se han silenciado o desacreditado las voces contrarias. Y ahora, aun contando con todo el control de los medios de comunicación y el enorme aparato represivo, el enfrentamiento con EE.UU. y el cambio de prioridades de la administración republicana, debilita significativamente el belicismo de la UE. Hoy por hoy, una guerra de la UE contra una Rusia que ha derrotado a la OTAN , más allá de las bravuconadas del grupo de Weimar3, del que forma parte el gobierno “progre” PSOE-Sumar, no tiene fundamente alguno. Máxime cuando tanto la UE como la OTAN están profundamente divididas.

La guerra seguirá estando en el horizonte del capitalismo en crisis y la clase obrera debe saberlo y prepararse para ello, pero el análisis concreto de la situación concreta, nos exige hoy actuar con toda la fuerza posible sobre el punto más débil del fantoche belicista, en la UE y en el Estado español.

La denuncia del gasto militar debe estar presente en las movilizaciones de la clase obrera y ocupar un lugar prioritario de la lucha antiimperialista, además de la exigencia de salir de la UE y de la OTAN, que cobra más sentido que nunca.

Hoy es más evidente que antes que el imperialismo europeo tiene los pies de barro y que “el capitalismo de rostro humano” del que presumía la UE, es un cadáver que sólo la coraza militar mantiene en pie. La tarea ahora es saber fortalecer a sus enterradores.

1[1] Casi cuatro millones de personas viven en situación de pobreza severa (hogares con ingresos inferiores a 611 euros/mes) y más de ¼ de la población española, casi 13 millones de personas, viven con menos de 840 euros/mes. Informe oficial de la Red Europea contra la Pobreza https://www.eapn.es/estadodepobreza/ARCHIVO/documentos/14_informe_AROPE_2024_avance_resultados.pdf

2[1] https://static1.ara.cat/ara/public/content/file/original/2025/0220/13/dqd-derecho-a-la-protesta-2024-pdf.pdf

3[1] https://www.ukrinform.es/rubric-polytics/3959539-declaracion-conjunta-de-weimar-en-paris-estamos-dispuestos-a-reforzar-el-apoyo-a-ucrania.html

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jueves, 27 de febrero de 2025

🚨 TRUMP ACORRALADO: MEXICO Y CANADÁ lo Obligan Ceder con la AMENAZA de U...

El Sur global y la nueva vía ártica

 

La apertura del corredor que conecta Rusia con China a través de la Ruta del Mar del Norte (NSR), no es sólo un asunto de interés para las grandes potencias mundiales. Este proyecto también tiene implicaciones significativas para el Sur Global.


El Sur global y la nueva vía ártica

 

El Viejo Topo / 27 febrero, 2025



Por Fabricio Verde

La apertura del corredor multimodal » Arctic Express No. 1 «, que conecta Rusia con China a través de la Ruta del Mar del Norte (NSR), no es sólo un asunto de interés para las grandes potencias mundiales. Este proyecto también tiene implicaciones significativas para el Sur Global, en particular para países como Malasia, India, Arabia Saudita, Brasil y otras naciones emergentes que buscan diversificar sus rutas comerciales y reducir la dependencia de las rutas de transporte tradicionales dominadas por Occidente. La participación de diplomáticos de estos países en la ceremonia inaugural en Arkhangelsk y las declaraciones del embajador de Malasia, Cheong Loon Lai, resaltan la importancia estratégica de esta nueva ruta para el Sur Global.

El Sur Global, compuesto por economías emergentes y en desarrollo, busca cada vez más liberarse de los patrones tradicionales de dependencia logística y económica de Occidente, gracias también al surgimiento del bloque BRICS+. La actual globalización multipolar está empujando a estos países a buscar alternativas a las rutas comerciales tradicionales, a menudo controladas por potencias occidentales o sujetas a tensiones geopolíticas. En este contexto, “Arctic Express N° 1” representa una oportunidad única para diversificar las rutas de transporte y acceder a nuevos mercados.

El embajador de Malasia en Moscú, Cheong Loon Lai, destacó que la Ruta del Mar del Norte podría ampliarse aún más, haciendo accesibles a países como Malasia e India. Esta afirmación no es casualidad: Malasia, un centro logístico clave en el sudeste asiático, está estudiando cómo aprovechar esta ruta para mejorar su conectividad con Europa y Rusia, reduciendo los tiempos de transporte y los costes logísticos.

Malasia: un puente entre Asia y el Ártico

Malasia, con su ubicación estratégica en el Estrecho de Malaca, ya es un actor clave en el comercio marítimo mundial. Sin embargo, la creciente competencia en la región Asia-Pacífico y las tensiones geopolíticas en el Mar de China Meridional están empujando a Kuala Lumpur a buscar alternativas. La participación de la delegación de Malasia en la ceremonia de inauguración del “Arctic Express No. 1” demuestra el interés del país en esta nueva ruta del Ártico.

El Embajador Cheong Loon Lai dijo que Malasia está estudiando la posibilidad de ampliar el uso de la Ruta del Mar del Norte, aprovechando las oportunidades que presenta el calentamiento global. Esto no sólo abriría nuevas oportunidades comerciales para Malasia, sino que también podría posicionar al país como un puente logístico entre Asia y el Ártico, fortaleciendo su papel en el comercio global.

Implicaciones para el Sur Global: acceso a nuevos mercados

Para muchos países del Sur Global, “Arctic Express No. 1” representa una forma de acceder a nuevos mercados y reducir la dependencia de las rutas tradicionales. Por ejemplo, India, que busca diversificar sus fuentes de suministro de energía y sus rutas comerciales, podría aprovechar esta ruta para fortalecer sus lazos con Rusia y Europa. De la misma manera, países como Arabia Saudita y Brasil, que son importantes exportadores de energía y recursos agrícolas, podrían utilizar esta ruta para llegar de manera más eficiente a los mercados asiáticos y europeos.

Además, la participación de países como Kazajstán y Uzbekistán en la ceremonia inaugural (2024) subraya la importancia de esta ruta para las economías de Asia Central, que buscan integrarse más en el comercio global. Para estos países, la ruta del Ártico representa una oportunidad de evitar las rutas tradicionales a través de Europa Occidental, reduciendo los tiempos de transporte y los costos logísticos.

Desafíos y oportunidades para el Sur Global

A pesar de las oportunidades, el Sur Global enfrenta varios desafíos para explotar plenamente el potencial del “Expreso del Ártico Nº 1”. En primer lugar, muchos de estos países carecen de la infraestructura necesaria para integrarse eficazmente en esta nueva ruta. Por ejemplo, la falta de puertos adecuados o de enlaces ferroviarios eficientes podría limitar la capacidad de estos países de beneficiarse de la ruta del Ártico.

Una nueva era de colaboración

El «Arctic Express No. 1» no es sólo una ruta comercial, sino un símbolo de la creciente multipolaridad del sistema global. Para el Sur Global, esta ruta representa una oportunidad para diversificar las rutas de transporte, reducir la dependencia de las rutas tradicionales y fortalecer los vínculos con nuevas regiones como el Ártico. Sin embargo, para aprovechar plenamente estas oportunidades, los países del Sur Global deben invertir en infraestructura y abordar los desafíos ambientales y logísticos que conlleva esta nueva ruta.

La participación de países como Malasia, India y Brasil en esta iniciativa demuestra que el Sur Global se está convirtiendo en un actor cada vez más importante en el comercio global, capaz de influir en los equilibrios geopolíticos y económicos. En un mundo cada vez más interconectado, el «Arctic Express No. 1» podría convertirse en un pilar de cooperación entre el Norte y el Sur, ayudando a crear un nuevo orden global basado en la diversificación y la conectividad.

Fuente: Lantidiplomatico

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miércoles, 26 de febrero de 2025

RUINA EN UCRANIA:TRUMP LE SACA A ZELENSKI 1 BILLÓN $.RUSIA NO CEDE ANTE ...

AHORA! MASIVA RETIRADA UCRANIANA EN KURSK! LOS RUSOS TOMAN MÁS PUEBLOS.C...

Trump, hijo legítimo de Europa

 

Ya no es posible ocultar más la subordinación (militar, económica, militar, cultural) de Europa a EEUU. Trump no lo permite: ha decidido dejar las cosas claras y obviar los eufemismos. Y Europa está paralizada por el estupor.


Trump, hijo legítimo de Europa


Boaventura de Sousa Santos

El Viejo Topo

26.02.2025


Trump es un hijo legítimo, no bastardo, de la Europa moderna. Como lo fue Hitler en su tiempo. La madre que dio a luz a estos hijos dará a luz a otros hasta que sea devorada por uno de ellos, tal vez por el propio Trump. En lugar del Saturno de Goya devorando a sus hijos, Europa será devorada por sus hijos. En esta metáfora, ser devorada no significa extinguirse. Significa volver a ser lo que fue hasta el siglo XIV, un rincón insignificante de la Gran Eurasia en el que el Mediterráneo oriental se erigía como puente entre los mundos oriental y occidental conocidos entonces. Trump comenzó a desestabilizar Europa en 2016, devorándola para mitigar las peores consecuencias del declive del imperialismo estadounidense. El proceso no empezó con él y continuó después, con Biden y por otros medios: en lugar de la guerra comercial, la guerra de Ucrania. Estamos, pues, ante un proceso histórico que analizamos con la dificultad de quien analiza la corriente de las aguas mientras es arrastrado por ellas.

A partir del siglo XV, Europa se llamó a sí misma la educadora del mundo. Y la cartilla de los educadores estaba dominada por la idea de que educar al otro es devorar al otro. Devorar es un progreso para los que devoran y un destino común para los que son devorados. Devorar es siempre progreso, ya sea devorar mediante la evangelización, la compra, el robo, la ocupación, la guerra o la asimilación. Por devorar entendemos una forma de antropofagia. La forma europea se autodenominó civilización y, en consecuencia, todas las demás formas de antropofagia que los educadores europeos encontraron en el mundo fueron declaradas bárbaras y, como tales, proscritas y demonizadas. Trump no es sólo un hijo legítimo, sino también un alumno que ha aprendido bien la lección que le dieron los educadores europeos.

Por llamativas que sean las rupturas entre la política de siempre y el tsunami Trump, tiendo a ver continuidades y son éstas las que significan el peligro de los tiempos que vivimos. El hecho de que se enfaticen las rupturas nos hace pensar que una vez que Trump sea historia, todo volverá a ser como antes. No será así. Trump es históricamente el espectáculo del declive de lo que llamamos Occidente. No es el declive de EEUU, es el declive de Europa y del mundo occidental. El largo ciclo que comenzó en el siglo XV está llegando a su fin. La inconsciencia de este hecho por parte de la socialdemocracia europea (que lleva suicidándose desde 1980) queda bien expresada en la reciente publicación de Social Europe, de la Fundación Friedrich-Ebert, titulada «EU Forward: Shaping European Politics & Policy in the Second Half of the 2020s» (2025). Las ruinas explicadas por quienes las provocaron se limitan a proponer soluciones que ellos mismos rechazaron en un momento en que podrían haber sido posibles y evitado el desastre. Desde 1945, el pacto colonial entre Europa y Estados Unidos se ha invertido. La autonomía concedida a la Europa dividida y la generosidad de su defensa (OTAN) tenían como objetivo contener el peligro comunista. Europa ha interiorizado tanto este papel que ahora no tiene más remedio que inventar el inexistente peligro comunista para sobrevivir. Europa es ahora una colonia de su antigua colonia, sin que ninguna de ellas haya pasado por un verdadero proceso de descolonización.

La matriz europea de Trump

La matriz europea tiene los siguientes componentes: superioridad civilizatoria; racionalidad instrumental; exclusividad epistémica de la ciencia y la tecnología; íntima relación entre comercio y guerra; conquista o contrato desigual; pacta sunt servanda cuando conviene; línea abisal entre seres plenamente humanos y seres infrahumanos; la naturaleza nos pertenece, nosotros no pertenecemos a la naturaleza; soberanía, enemigos internos y enemigos externos; dialéctica revolución/contrarrevolución. Esta matriz no bajó de los cielos, ni fue revelada a ningún descendiente tardío de Moisés. Es constitutiva de la estructura de dominación (explotación, opresión, discriminación) de la modernidad occidental, compuesta por tres pilares de dominación principales e intrínsecamente vinculados: capitalismo, colonialismo y patriarcado. Esta tríada ha variado mucho a lo largo de los siglos, pero permanece intacta, ayer como hoy, y siempre se ha servido de dominaciones satélites, ya sean de casta, de capacitismo, de etarismo, de religión, de política, etc.

Esta matriz no es exhaustiva, ha tenido múltiples interpretaciones y versiones y ha producido efectos contradictorios. La modernidad europea también permitió a dos grandes intelectuales malditos, uno al principio del ciclo y otro al principio del fin del ciclo, ver como nadie las contradicciones de las interpretaciones dominantes de esta matriz y las catástrofes que produciría. Me refiero a Baruch Espinosa y a Karl Marx.

La superioridad civilizatoria

En la modernidad occidental, la superioridad civilizatoria presupone la superioridad racial. A su vez, la superioridad racial presupone que no se pueden utilizar los mismos procedimientos e instituciones con los inferiores que con los iguales. Según la lógica secular, de Aristóteles a Nietzsche, sería una contradicción tratar a los desiguales como iguales. El racismo y el militarismo han sido siempre los subtextos de la superioridad civilizatoria. Devorar en nombre de la superioridad civilizatoria, sea cual sea el instrumento utilizado, provoca una forma específica de ansiedad derivada de la posible reacción de aquellos destinados a ser devorados. El racismo deshumaniza para legitimar la brutalidad de la represión, el militarismo elimina. Trump prefiere el racismo extremo porque le permite combinar la deshumanización con la eliminación. A diferencia de los indios, los inmigrantes no tienen que ser eliminados. Se les traslada a sus países de origen o a nuevas reservas, ya sea en Guantánamo o en El Salvador. Los inmigrantes son esposados para dramatizar el contraste con la liberación de los verdaderos estadounidenses.

La racionalidad instrumental y la exclusividad epistémica de la ciencia y la tecnología

El principio moderno de que el conocimiento es poder sólo sería un principio benévolo si se reconociera la pluralidad de conocimientos existentes en el mundo y se celebraran las posibilidades de enriquecimiento mutuo. En lugar de ello, se dio prioridad exclusiva a la ciencia y, más tarde, a la tecnociencia. Esto tuvo las siguientes consecuencias: un desarrollo científico y tecnológico sin precedentes; el epistemicidio masivo, es decir, la destrucción, supresión o marginación de todos los conocimientos considerados no científicos; la construcción de un sentido común según el cual ser racional es adaptar los medios a los fines propuestos sin que éstos sean objeto de discusión (eficacia); la devaluación de la ética resultante de la sustitución de lo razonable por lo racional; creciente discrepancia entre la conciencia técnica y la conciencia ética, en detrimento de esta última; rechazo de los límites externos del conocimiento científico, es decir, de las preguntas que la ciencia nunca podrá responder por mucho que avance, por la sencilla razón de que esas preguntas no pueden formularse científicamente (por ejemplo, ¿cuál es el sentido de la vida? ); la tendencia a convertir los problemas políticos en técnicos y a reducir las cuestiones cualitativas a cuantitativas. Elon Musk es la cara visible y caricaturesca del extremismo al que puede conducir este tipo de racionalidad. Pero él no es la causa, sino la consecuencia. Quienes le critican por su triunfalismo delirante son los mismos que celebran la inteligencia artificial sin darse cuenta de que son dos manifestaciones del mismo tipo de inteligencia y del mismo tipo de artificialidad. Llevada a su extremo, la racionalidad instrumental implica irracionalidad ético-política. El crecimiento actual de la extrema derecha es una de las muestras de ello.

El uso racional de los recursos naturales y humanos

La racionalidad instrumental de la dominación capitalista, colonialista y patriarcal moderna se fijó como objetivo la maximización de la acumulación de recursos como condición para maximizar los beneficios; los medios para lograrlo fueron los que cada época posibilitó, frente a la resistencia de los «desacumulados» o desposeídos, fueran seres humanos o naturaleza. Antes de ser utilizado por los marxistas para caracterizar las relaciones laborales, el concepto de explotación se había utilizado durante mucho tiempo para explotar la naturaleza según el mismo principio de que el conocimiento es poder. El neoliberalismo en las relaciones laborales y el colapso ecológico son dos caras de la misma moneda. Del mismo modo que «¡perfora, bebé, perfora!» (“drill, baby, drill!”) y el trato a los trabajadores inmigrantes son dos caras de la misma moneda.

En la lógica de la racionalidad moderna, todo lo que es racionalmente utilizable es naturaleza. Parece contradictorio porque la distinción entre naturaleza y humanidad ha sido central al menos desde la Ilustración: la naturaleza nos pertenece; nosotros no pertenecemos a la naturaleza. De hecho, no hay contradicción porque la definición de cada uno de los términos siempre permanece abierta, de modo que todo lo que puede utilizarse racionalmente como recurso acumulativo se convierte en naturaleza. Los pueblos indígenas eran naturaleza, como lo eran las mujeres, como lo eran los esclavos. Y si observamos hoy cómo se industrializan los cuerpos humanos para funcionar eficazmente en las nuevas configuraciones del trabajo, lo que está en juego es la re-naturalización de lo humano.

Íntima relación entre comercio y guerra

Desde sus inicios, el comercio y la guerra han sido las dos caras de la expansión colonial europea. Francisco de Vitoria (1483-1546), el gran defensor del libre comercio, la propiedad individual y el derecho internacional, es también el partidario de la guerra justa cada vez que se violan los valores mencionados. De hecho, en opinión de los críticos del universalismo liberal, éste siempre ha llevado el estigma de justificar la guerra en nombre de principios que sólo favorecen a una parte, la que tiene el poder, en un momento histórico dado, de definir lo que es el universalismo liberal. El doble rasero como principio de gobierno es inherente a la modernidad occidental. El principio de que los pactos deben cumplirse (pacta sunt servanda) siempre se ha aplicado con una cláusula invisible (para los incautos): «siempre y sólo cuando convenga a los poderosos»

En la matriz de la dominación moderna, la guerra es el principio y el fin, el primer y el último recurso. Entre medias, la desposesión o la acumulación primitiva (y permanente), el robo, el comercio, el intercambio desigual, la esclavitud, el trabajo femenino no remunerado, etc. Para que todo se desarrolle en el marco de la civilización y no de la barbarie, se inventaron la diplomacia y los contratos desiguales. Adam Smith advertía de la existencia de contratos desiguales siempre que hubiera una desigualdad de condiciones materiales o de otro tipo entre las partes del contrato. La mayor desigualdad se produce cuando la parte más débil no tiene más remedio que aceptar el contrato con las condiciones ofrecidas por la parte más fuerte. Desde los contratos laborales y de servicios entre particulares y empresas multinacionales hasta los contratos de explotación de recursos naturales y los acuerdos comerciales entre países centrales y periféricos, existe una larga historia de contratos desiguales en la modernidad occidental.

La línea abisal entre seres plenamente humanos y seres infrahumanos

La jerarquía entre civilización y barbarie ha adoptado características diferentes a lo largo de los siglos. A partir del siglo XVI, esta jerarquía se utilizó para justificar el colonialismo, primero justificado por la religión y luego, con la Ilustración, justificado por la ciencia. La superioridad civilizatoria se convirtió en racial, blanca. Como dice Frantz Fanon en Pieles negras, máscaras blancas, es el racista quien crea a su inferior. A partir de entonces, la idea de humanidad universal, tan cara a la Ilustración, pasó a depender de los límites del universo de lo que se considera humano. Y, por definición de superioridad civilizatoria, este universo no abarca a todos los humanos. Surge una línea abisal entre los seres plenamente humanos (los que pertenecen a la sociabilidad metropolitana) y los seres infrahumanos (los que pertenecen a la sociabilidad colonial). La demarcación de exclusión/inclusión es tan radical que, aunque se institucionalizó durante el periodo del colonialismo histórico (la esclavitud, el código negro de 1695, las leyes segregacionistas de Jim Crow de finales del siglo XIX y principios del XX, los códigos de indigenismo portugueses a partir de la década de 1920), se convirtió en la segunda naturaleza de la civilización occidental y, como tal, sobrevivió al final del colonialismo histórico y al final de toda legislación discriminatoria.

Hoy es una línea tan radical como invisible en el plano de la normatividad institucional. Es la base del racismo, del robo continuado de los recursos naturales del Sur global y del intercambio desigual entre los países centrales y periféricos del sistema mundial. En la modernidad eurocéntrica, la humanidad no es posible sin la infrahumanidad. Al tratarse de una línea abisal, su existencia no depende de leyes o demarcaciones físicas (como el apartheid) porque está inscrita en lo más profundo del inconsciente colectivo de la modernidad occidental. Esto no significa que no esté siempre disponible para ser visualizada cuando conviene a los poderes políticos encargados de reproducir la dominación moderna. Los muros que cierran las fronteras y las deportaciones masivas de presuntos delincuentes son las dos formas más visibles en la actualidad.

Recordemos que las deportaciones, aunque tienen una historia muy larga, fueron una de las principales formas de castigo-población en el primer periodo de expansión colonial europea. Los portugueses la utilizaron a partir del siglo XVI, enviando convictos a los territorios «descubiertos»; a partir de 1717, los británicos deportaron a unas 40.000 personas a las colonias, primero a Norteamérica y luego a Australia (entre 1787 y 1855). A la luz de esta historia, se entiende por qué Trump insiste tanto en que los inmigrantes son todos criminales. Aprendió bien la lección europea.

Conquista

El principio de conquista es inherente a la modernidad occidental. No se limita a la conquista territorial; también incluye la conquista de la religión, la espiritualidad, la mente, las emociones y la subjetividad. La conquista utiliza múltiples armas, desde las militares hasta las económicas, educativas, discursivas, religiosas y lúdicas. La conquista «sabe» que encontrará mayor o menor resistencia y por ello opera según la lógica de la neutralización preventiva. El uso más eficaz y económico de la fuerza es amenazar. La conquista implica robo, compra, apropiación, diplomacia y violencia. Si observamos el actual territorio estadounidense, veremos que es el resultado del ejercicio más radical del moderno plan de conquista. Trump sigue fiel a este ejercicio cuando imagina sus nuevas conquistas territoriales

Soberanía, enemigos internos y enemigos externos

La idea de soberanía moderna que surge del Tratado de Westfalia (1648) está en el origen tanto del nacionalismo como del internacionalismo modernos. Cada uno de ellos fue tanto una realidad como una invención y sus significados políticos fueron diferentes e incluso contradictorios a lo largo del tiempo y según las circunstancias. La exacerbación del nacionalismo entre los países colonizadores fue siempre el presagio de la guerra, mientras que el nacionalismo de los países colonizados fue una condición para la independencia. Como EEUU es una colonia que se independizó sin descolonizarse, el nacionalismo ha estado al servicio tanto de la guerra como del aislacionismo.

Esta ambigüedad del concepto de soberanía, al tiempo que creaba una distinción entre enemigos internos y externos, permitía manipularlo al servicio de los intereses políticos del momento. Así, los inmigrantes son, según Trump, una entidad híbrida, entre el enemigo interno y el enemigo externo. La misma manipulación es posible con los amigos internos y externos. A muchos les habrá sorprendido que Trump empezó castigando con aranceles a sus amigos más cercanos (Canadá, México, Europa). En la lógica de Trump, como en la de Francisco de Vitoria, cualquiera que sea un rival económico es un enemigo político, por muy amigo que parezca.

Dialéctica revolución/contrarrevolución

Debido a su incesante e incondicional expansionismo, la modernidad occidental está constituida por la dialéctica entre insurgencia y contrainsurgencia. Ambas utilizan métodos más o menos violentos en distintos momentos y según las circunstancias. Estamos en un periodo en el que la insurgencia utiliza métodos no violentos (democracia, sistema judicial, opinión pública), mientras que la contrainsurgencia utiliza cada vez más métodos violentos (discurso del odio, auge de la extrema derecha, amenaza de guerra). Nadie puede prever las consecuencias de esta discrepancia. En el pasado, esta discrepancia condujo a la prevalencia de la contrainsurgencia.

 

¿Y ahora?

¿Está desconfirmado el excepcionalismo estadounidense?

Sí. Como Europa y todos los países del mundo, Estados Unidos puede producir héroes y villanos, puede crear democracias y destruirlas. La diferencia en beneficio o perjuicio radica en el poder de cada país en el sistema mundial moderno

¿Puede volver el fascismo?

Sí y no. Hitler dio un golpe de Estado en 1933 tras ganar las elecciones de 1932. Trump ganó las primeras elecciones en 2016 para preparar el golpe institucional (los nombramientos en el Tribunal Supremo) y ahora está ejerciendo el nuevo mandato como si fuera un golpe democrático. La extrema derecha mundial está muy atenta para definir en cada país qué estrategia, en la misma línea, conducirá a los mismos resultados

¿Habrá una guerra mundial?

Es probable. En el caso de guerras anteriores, algunos de los mayores defensores de la paz fueron los que más prepararon la guerra y luego la libraron. Si hay una guerra, será con China, y esta vez el territorio estadounidense será el escenario de la guerra. Creo que los estadounidenses son tan adictos a la idea del excepcionalismo que aún no se han dado cuenta.

¿Puede la izquierda estar ocasionalmente de acuerdo con Trump?

Esta respuesta es sin duda la más controvertida. Pero tomemos el ejemplo de USAID. Durante años, los analistas críticos han criticado a la USAID como el lado benévolo de la contrainsurgencia de la CIA. Se creó en 1961 para evitar que la revolución cubana se extendiera por el subcontinente. La ayuda humanitaria siempre ha consistido en desarrollar actitudes y comportamientos favorables al imperialismo estadounidense. Los comentaristas al servicio del imperio (que siempre se equivocan sobre las intenciones del imperio) se lamentan todos de este último golpe de Trump a la benevolencia de la ayuda estadounidense a los pueblos más desfavorecidos. Sin duda, esta ayuda ha sido preciosa para las poblaciones y su corte abrupto creará mucho sufrimiento. Pero China y sus aliados no tardarán en llenar el vacío dejado por USAID. ¿Con mejores condiciones para los países beneficiarios? Probablemente sí, mientras China sea el imperio ascendente. Entonces ya veremos.

FuenteOthernews

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Gastos militares y pobreza

 

Gastos militares y pobreza

 

Rebelion / España

26/02/2025 


Fuentes: Comité de Coordinación de la Campaña "Que no nos arrastren a la guerra" [Ilustración: Fernando Francisco Serrano]


39 Aniversario del Referéndum de la OTAN. En el seno de la OTAN, solo en Europa hay cerca de 100 millones de pobres que no tienen nada para invertir, pero la OTAN y su secretario general han encontrado una solución: “aceptar hacer sacrificios”, “gastar menos en otras prioridades”, refiriéndose a “pensiones, sanidad, seguridad social”, dice Mark Rutte.

De un tiempo a esta parte, y de forma creciente, somos “bombardeados” con propaganda belicista los 365 días del año: la guerra y nuestros “enemigos”; la criminalización de Irán, China, República Popular Democrática de Corea y, sobre todo, de Rusia.

          En contraposición, hay otros asuntos casi ocultos y que, cuando aparecen, apenas sí se les presta atención durante unos pocos días. Este es el caso de la pobreza, elemento disruptivo del discurso del “jardín” occidental, de su “prosperidad” y de su “modo de vida”, que tan solo emerge cuando se publican los informes anuales que muestran las cifras de una realidad incómoda, que se quiere invisibilizar desvinculándola de sus causas y consecuencias.

          El reciente informe núm. 14 de la EAPN (Red Europea de Lucha contra la Pobreza) sobre la pobreza en Europa deja las cosas claras: en Europa hay 95 millones de pobres, uno de cada cinco ciudadanos no cubre sus necesidades básicas, es decir, sufre carencias graves que le impiden alcanzar la “prosperidad” y formar parte del “modo de vida” del que alardea Occidente: son los excluidos.

          El Reino de España ocupa un lugar destacado en esta clasificación. Es el tercer país más pobre de Europa, cuenta con 12 millones de pobres, la cuarta parte de su población, a lo que hay que añadir la pobreza infantil, que se acerca al 30%.

          Estas cifras ponen en evidencia que ni técnica, ni ética, ni moralmente podemos hablar de desarrollo, ni de progreso, ni de modo de vida ejemplar.

          Mientras esto sucede, el peligroso y temerario nuevo secretario general de la OTAN hace campaña para aumentar los gastos militares, intentando asustar a la gente para que lo consideren necesario, imprescindible, prioritario.

          Es la lógica belicista: si el otro se rearma, yo también tengo que hacerlo. No importa quién sea el otro, ni que se rearme por estar siendo hostigado. Tampoco si se trata de una posible amenaza real o inventada, o de anteponer soluciones diplomáticas cuando haya intereses en juego. Lo que se busca es el conflicto, alimentar el complejo militar industrial, gastar en armas, municiones y tropas para expandir el dominio de la potencia que encarna esa lógica belicista: EE.UU.

          “Invertir en defensa es invertir en nuestra seguridad” dice el secretario general de la OTAN, Mark Rutte. ¿La guerra es una inversión? ¿Qué esperamos ganar? Estamos pasando del antiguo mecenazgo al posmoderno mercenariazgo. Para dejarlo claro: ganar dinero pagando a quienes me aseguran seguir ganándolo.

          En el seno de la OTAN, solo en Europa hay cerca de 100 millones de pobres que no tienen nada para invertir, pero la OTAN y su secretario general han encontrado una solución: “aceptar hacer sacrificios”, “gastar menos en otras prioridades”, refiriéndose a “pensiones, sanidad, seguridad social”, dice Mark Rutte. Los pobres no pueden ganar dinero invirtiendo, pero pueden contribuir a la guerra reduciendo sus gastos sociales.

          Este personaje ignora, o finge ignorar que, según los especialistas, el aumento de la pobreza ha creado una situación en la que cualquier restricción de ayudas a este colectivo tendría graves consecuencias. Se estima que, solo en el Reino de España, en poco tiempo el número de pobres aumentaría en más de un millón, aunque no se concreta qué ayudas serían las afectadas ni en qué medida. Lo que pretende Mark Rutte es que asumamos la necesidad de entrar en economía de guerra, donde la prioridad son los recursos militares, sean cuales sean sus consecuencias.

          Mientras, las capas medias altas se han visto afianzadas, pero eso no significa que acepten de buen grado el aumento del gasto militar. Lo que más les atrae es la consigna de la seguridad; por ello hay que seguir convenciéndolas de que desatar una guerra es lo más seguro. Tomándolas en conjunto, dado que el belicismo entraña riesgos, no mejorarán su nivel actual; una contradicción que no se podrá resolver, aunque se puede amortiguar con la propaganda del terror.

          Este fenómeno es universal. Según los datos de la revista Science, 4.400 millones de personas, el 50% de la población mundial, no tiene acceso al agua potable segura, cifra que Naciones Unidas rebaja a 2.200 millones. En cualquier caso, se estima que esta situación ocasiona entre quinientos mil y un millón de muertes anuales, de los que 365.000 son niños menores de 5 años. Esta cifra supera con mucho el número de víctimas de los conflictos armados, con una media de 232 mil víctimas anuales.

          La situación es aún más escandalosa si comparamos los gastos militares con la inversión necesaria para eliminar esta lacra. El gasto anual militar declarado en el mundo es de 2,44 billones de dólares, cifra inferior a la real por las partidas camufladas y porque los presupuestos realmente ejecutados son siempre superiores a los previstos. La OTAN gasta el 55% del total, 1,34 billones, con un crecimiento sostenido desde hace 9 años, que en 2023 fue del 6,8%. Frente a ello, los gastos necesarios para suministrar agua potable a toda la humanidad se estiman en 140 mil millones anuales, es decir, 17,5 veces menos que el gasto militar. Si la OTAN desapareciera y el gasto militar se redujera al 1% del PIB, este problema desaparecería y sobrarían varios cientos de miles de millones.

          Ocultar esta situación es prioritario. Por eso, el secretario general de la OTAN no tiene ningún pudor en mentir cuando afirma que “Rusia y China lideran la inversión militar”, contrariamente a las cifras oficiales publicadas. En ellas, China aparece con 296.000 millones y Rusia con 109.000 millones. En total, 405.000 millones, frente a los 916.000 millones de EE.UU., más del doble, y los 1,34 billones del conjunto de la OTAN, más del triple.

          El verdadero terror es pensar que un manipulador, ignorante, mentiroso y cínico sea el que hoy está al frente del mayor aparato militar del mundo.

Comité de Coordinación de la Campaña

«Que no nos arrastren a la guerra»

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Fuente: Comité de Coordinación de la Campaña «Que no nos arrastren a la guerra»

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