viernes, 5 de mayo de 2023

Economía USA: datos y perspectivas

 

También en Estados Unidos la inflación ha crecido más que los salarios. Si a ello se suma el creciente número de personas inactivas, resulta evidente que la economía estadounidense no pasa por un buen momento. Y eso sin citar la crisis bancaria…


Economía USA: datos y perspectivas


Giacomo Gabellini

El Viejo Topo

5 mayo, 2023 

 


En marzo, la economía estadounidense creó unos 236.000 empleos. Una cifra considerada alentadora por las autoridades estadounidenses, ya que aunque es inferior a la registrada en los dos meses anteriores (alrededor de 311.000 nuevos puestos de trabajo generados en febrero y 504.000 en marzo), lleva no obstante a una caída de la tasa de paro mensual (del 3,6 al 3,5%) y va acompañada de un ligero aumento de la producción industrial.

Los expertos no se cansan de recordar que el aparato económico estadounidense necesita no menos de 100.000 nuevos puestos de trabajo cada mes para mantener el ritmo de crecimiento de la población activa del país, que ya supera los 266 millones de personas y representa el 62,6% del crecimiento económico del país.

También se registraron cifras prácticamente similares hace cuarenta años, cuando la tasa se situaba firmemente entre el 62% y el 63%. Pero con dos diferencias importantes con respecto a entonces: en primer lugar, la participación de las mujeres ha aumentado considerablemente, mientras que la de los hombres ha seguido disminuyendo. En segundo lugar, la tasa de desempleo era entonces del 6,7%.

Una señal de que, en comparación con entonces, han aumentado los llamados «inactivos», es decir, los que no buscan trabajo a pesar de estar en edad de trabajar. Actualmente, esta categoría incluye a casi 96 millones de personas, más 6 millones de subempleados.

Por supuesto, una contribución al aumento de la tasa de inactividad procede del incremento de las personas que prosiguen sus estudios, pero el fenómeno ha adquirido tales dimensiones que no puede explicarse por la mera aparición de tendencias cíclicas como ésta. De hecho, el número total de inactivos se mantuvo sustancialmente estable a lo largo de los años ochenta y noventa, para aumentar muy rápidamente a partir del nuevo milenio. En concreto, entre 1980 y 2000, la tasa de inactividad permaneció invariable frente a un aumento de la población en edad de trabajar de unos 40 millones de personas. En las dos décadas siguientes, la población en edad de trabajar –que aumentó en más de 20 millones– creció prácticamente en la misma proporción que el número de personas inactivas, que pasó de 56 a 76 millones.

Al no haber entrado en la población activa, estas personas inactivas no se contabilizan ni en el cómputo de empleados ni en el de parados. Esto explica que la tasa de desempleo calculada hoy sea mucho más baja que a finales de los años 70, cuando los inactivos apenas superaban la barrera de los 50 millones.

Así pues, la recuperación del mercado laboral estadounidense tiende a ir acompañada de un alto nivel de inactividad y, en consecuencia, de una baja tasa de participación. Por tanto, el problema tiende a trasladarse al terreno de la productividad, como corrobora el hecho de que la tasa de crecimiento del PIB per cápita por trabajador se haya desplomado hasta los niveles registrados a principios de los años ochenta. Esto puede contribuir –junto con el continuo crecimiento del sector servicios, que por su naturaleza intensifica las presiones para precarizar– a explicar el estancamiento de los salarios estadounidenses, que cada vez tienen más dificultades para seguir el ritmo del coste de la vida.

Entre 2021 y 2022, el poder adquisitivo real en Estados Unidos se desplomó verticalmente porque la inflación creció mucho más que los salarios nominales a pesar de la subida gradual de los tipos de interés por parte de la Reserva Federal. Esto se ha traducido en un drástico aumento de los costes de endeudamiento de los hogares, que ha erosionado unos ingresos ya diezmados por la subida generalizada de los precios. La combinación de ambos fenómenos tiene consecuencias especialmente insidiosas, porque está destinada a erosionar inexorablemente el consumo, que, en un país como Estados Unidos, pesa entre el 70 y el 75% del PIB.

Fuente: l’Antidiplomatico.

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