Silicon
Valley Bank era el decimosexto mayor banco de Estados Unidos. El segundo en
proveer de financiación a decenas de miles de empresas. Su hundimiento en bolsa
provoca la segunda mayor quiebra bancaria en la historia de ese país.
El corralito que viene…
El Viejo Topo
14 marzo, 2023
fotoUn dato señala su importancia: el Silicon Valley Bank aseguraba prestar sus servicios a cerca del 50% de las compañías estadounidenses. Es el gran financiador de empresas como YCombinator, una incubadora de firmas tan conocidas como Airbnb, DoorDash y Dropbox. Sus inversores son grandes compañías, como el gigante de la comunicación Discovery o empresas de capital riesgo como Andreessen Horowitz o Beyond Meat, el mayor fabricante de carne artificial del mundo. Estas empresas punteras representaban el 44% de su cartera el año pasado.
De nuevo el
fantasma de la crisis financiera se cierne sobre Occidente. Nuevamente los ecos
de la crisis del 2008 resuenan en nuestros oídos. Una vez más nos enteramos de
que las grandes calificadoras de riesgo bancario vuelven a mentir. Son las
mismas que dos días antes de que quebrara Lehman Brothers afirmaban que era un
banco solvente. En este caso sólo una gran entidad había colgado el cartel de
“venta” como recomendación para sus inversores, otras 15 gestoras de fondos
aconsejaban “comprar” dada la “solvencia” del banco. Son miles y miles de
millones de dólares diarios los que movía esa empresa para todo tipo de transacciones;
desde abrir pequeñas cuentas, pagar nóminas o asesorar a inversionistas. Todo
ese flujo se ha cortado de repente; el alcance del efecto dominó ahora mismo es
imprevisible.
El día 15 será
una fecha crítica, miles de empleados tienen que cobrar sus nóminas. Los
gestores de las empresas andan como locos buscando capital puesto que de no
pagar las nóminas, según la normativa norteamericana, te pueden achacar
responsabilidades legales. La quiebra del banco hará imposible acceder a la
liquidez que necesitan las empresas. El contagio es previsible, aunque será a
partir de los próximos días cuando comenzaremos a intuir la gravedad de la
situación. Las grandes tecnológicas, Google, Apple, Facebook, iniciaron hace
meses un proceso de reducción de personal con el despido de más de 50.000
trabajadores. Su valor de mercado se redujo en 4 billones de dólares, dado que
la salida de la pandemia provocó una reducción en las ventas on-line. La crisis
de las “Big tech” explica en parte el escenario. El Silicon Valley Bank (SVB)
era el banco de las startups, aunque la ola provocada por su quiebra será muy
potente y afectará a múltiples sectores. Sus repercusiones se han sentido
inmediatamente en las bolsas de Londres, Milan, Franfurtk, París o Madrid. Una
de las consecuencias previsibles será un proceso acelerado de mayor
concentración empresarial en torno a las grandes compañías.
Como en 2008,
los altos directivos, los reguladores nacionales o internacionales (que deben
velar por la transparencia del sistema) estaban nuevamente ausentes. Directivos
del Silicon Valley Bank afirmaban el día 9 de febrero que la salud del banco
era excelente, mientras, retiraban a hurtadillas cerca de 5.000 millones de
dólares en acciones.[1] La
descapitalización promovida por sus gestores no pasó inadvertida: con problemas
de liquidez, el banco tuvo que vender un paquete de acciones a pérdidas. Eso
provocó el pánico entre los inversores, que quisieron retirar su dinero. Es así
como el día 10 se producía la mayor quiebra bancaria de EEUU tras la crisis del
2008. Están afectadas unas 30.000 empresas (sólo en EEU). SVB es un prestamista
crucial en empresas emergentes no sólo del sector tecnológico, sino del
socio-sanitario. La liquidez la proporcionaba el capital riesgo. La enorme
afluencia de papel (los ingresos en la pandemia fueron extraordinarios)
permitió al banco impulsar la inversión en bonos del tesoro y deuda a largo
plazo por un valor, se supone, superior a los 85.000 millones de euros. En la
actualidad valen unos 60.000 millones de dólares (14.000 millones de euros
menos). Al encarecer la Reserva Federal el precio del dinero se ha puesto en
muchas dificultades a los endeudados, sean empresas o particulares,
cuestionando la solvencia del sector bancario que haya invertido en bonos. Otra
consecuencia de la subida de tipos ha sido la pérdida de otros 52.000 millones
por parte de los grandes bancos y el retroceso generalizado de las bolsas
internacionales. Como las inversiones del banco han respaldado proyectos en
Canadá, China, Dinamarca, Alemania, Irlanda, Israel, Suecia y el Reino Unido el
riesgo ya no es local, sino sistémico.
El Silicon
Valley Bank (SVB) era el preferido de las empresas de alta tecnología y de las
grandes firmas relacionadas con el mundo de las “startups”. Las grandes
tecnológicas apuestan por una mayor concentración empresarial y bancaria. Serán
las grandes beneficiarias. Es una quiebra oportuna dado que la lucha
geopolítica se libra también, y sobre todo, en el ámbito de la comunicación y
las Redes sociales. No es casual que en este momento se esté expulsando del
mercado norteamericano y europeo a los actores chinos, desde Huawei hasta Tick
Tock. Las compras, ventas o absorciones entre las grandes tecnológicas se han
sucedido en los últimos meses. La quiebra del banco californiano conllevará una
mayor concentración empresarial. Las empresas que quiebren, como consecuencia
de la fallida bancaria, se venderán a precios de saldo, como sucedió en la
anterior crisis.
La quiebra está
provocando –las jornadas que vienen serán muy movidas– una agitación enorme en
las finanzas internacionales. El hundimiento del banco arrastró la bolsa de
California provocando el pánico financiero en el resto del mundo. La situación
es tan grave que el propio gobierno estatal anunció la liquidación de la
entidad. Los activos han sido transferidos tal y como anuncia el Departamento
de Protección Financiera de California al Banco Nacional de Depósitos
Asegurados de Santa Clara. El objetivo teórico es proteger el dinero de los
clientes, digo teórico porque evidentemente ningún banco tiene dinero
suficiente para cubrir el 100% del capital de sus inversores. Sería como si
creáramos un banco con el mismo o superior capital al quebrado y dejar ese dinero
inmovilizado por si se produce una crisis. En nuestro país, por ejemplo, los
100.000 euros que dice proteger el Estado es desde el punto de vista numérico
una entelequia. No hay activos suficientes ni capital para cubrir la quiebra
del BBVA o La Caixa, pongamos como ejemplo.
La consecuencia
inmediata ha sido la imposición de un “corralito financiero”. Los inversores
sólo recuperarán sus ahorros por debajo de los 250.000 dólares (234.000 euros
al cambio actual), y siempre condicionados a que haya liquidez. Se supone que
las cantidades inferiores serán devueltas a los clientes. Otra nueva mentira
para intentar apaciguar el pánico bancario. Los depósitos mayores deberán
esperar a liquidar los activos del banco para poder cobrar. Se ignora el número
de afectados directos.
El gran riesgo
es el contagio a otros bancos. En un solo día los cuatro bancos más grandes de
Norteamérica (JP Morgan Chase, Citigroup, Wells Fargo y Bank of America) han
perdido 49.000 millones de euros sólo en la jornada del viernes 10. Además se
considera, según los datos del gobierno federal, que esas mismas instituciones
atesoran otros 600.000 millones de dólares en pérdidas puesto que
compraron bonos a tipos de interés muy bajos en los últimos años. Al subir los
tipos se han depreciado enormemente. El miedo a las quiebras en cadena está
ahí. Los cierres y los despidos masivos de trabajadores serán la consecuencia.
Todo el ecosistema de las Tech muestra que es una enorme burbuja financiera.
Nos están vendiendo humo.
[1] Paradójicamente su Director administrativo fue en su momento Director
financiero de Lehman Brothers antes del histórico colapso de ese
banco, según reveló la
gestora de fondos Genevieve Roch-Decter.
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