ESPAÑA SE ABSTIENE DE VOTAR CONTRA EL RACISMO
enero 21, 2021
Escrito por Youssef M. Ouled Fuente: https://www.lamarea.com/
España, entre los 44 Estados que se abstuvieron en la
votación de la Asamblea General de la ONU que aprobó, el 31 de diciembre 2020,
una resolución para intensificar los esfuerzos en la lucha contra el racismo,
la discriminación racial, la xenofobia y otras formas de intolerancia. La
Tercera Comisión de la Asamblea General aprobó el texto con 124 votos a favor y
12 en contra.
“Si eres neutral en situaciones de injusticia, has
elegido el lado del opresor”, esta pertinente frase fue pronunciada por Desmond
Tutu, clérigo pacifista sudafricano que adquirió fama internacional en la
década de 1980 por su lucha contra el Apartheid en Sudáfrica. Recibió el Premio
Nobel de la Paz en 1984.
Siguiendo sus postulados, se puede decir que el Estado
español habría elegido, una vez más, el lado opresor con su abstención. Sin
embargo, este posicionamiento no es solo una impostura ni una actitud pasiva,
es la postura política que se ha elegido para no participar de forma activa en
la lucha contra el racismo, lo que se traduce en la legitimación y fomento de
su impunidad, reforzando todavía más su carácter estructural, ya que el racismo
es, ante todo, institucional. Es decir, si nos apartamos de la lectura
tradicional del racismo como una actitud interpersonal, vinculada a una idea
moralista que lo reduce al prejuicio y el estereotipo que se alberga de manera
individual, nos queda un poder que se institucionaliza y estructura en base a
la idea de raza.
¿Qué supone abstenerse de intensificar esfuerzos
contra el racismo?
Hacer acto de presencia, pero abstenerse, evidencia la
doble vara de medir de un país que pone el grito en el cielo ante los casos de
racismo mediatizados en los EE.UU. pero silencia, o, en el mejor de los casos,
evita pronunciarse sobre los que suceden en su territorio, al tiempo que
bloquea resoluciones internacionales contra el mismo. Otra oportunidad perdida.
Cabe recalcar que Países Bajos, que también se abstuvo,
se encuentra hoy sumido en una crisis política después de la dimisión en bloque
del gobierno tras haber investigado supuestas estafas de miles de familias que
buscaban beneficiarse de una prestación social para el cuidado de sus hijos.
Investigaciones centradas interesadamente en familias de origen turco y
marroquí a las que esta criminalización racial institucionalizada obligó a
devolver a Hacienda grandes sumas de dinero, contrayendo deudas, llegando a
perder su trabajo e incluso su casa. La investigación iniciada en 2014 por la
abogada Eva González Pérez muestra, además, cómo los funcionarios públicos
anotaban en los expedientes la nacionalidad de los demandantes, vulnerando
leyes de protección de datos y evidenciando la intencionalidad lesiva de esta
práctica.
Sin embargo, Alemania y Francia, votaron junto a otros
diez países en contra de este acuerdo, titulado “Llamamiento mundial para la
adopción de medidas concretas para la eliminación total del racismo, la
discriminación racial, la xenofobia y las formas conexas de intolerancia y para
la aplicación y el seguimiento generales de la Declaración y el Programa de
Acción de Durban”.
Es fundamental reconocer la existencia del racismo y
posicionarse en contra como paso previo e indispensable para combatirlo. La
abstención manifiesta una falta de voluntad política a la hora de abordar el
racismo que afecta a las poblaciones no blancas en toda Europa. Aunque esta
resolución no tiene un carácter vinculante, tanto abstenerse como votar en
contra, refuerza aún más las estructuras que sostienen y legitiman el racismo.
En un contexto de crisis sanitaria y económica como el actual, a consecuencia
de la COVID-19, donde la población racializada ha sido, de nuevo, el foco
mediático y político de criminalización, lo que ha agudizado de forma extrema
la discriminación racial y las desigualdades ya existentes.
“En España no hay racismo”
El pasado mes de junio, fue remitido a la ONU un
informe que documentaba más de 70 incidentes y prácticas institucionales
racistas en España, detectadas únicamente durante el primer estado de alarma
decretado, como consecuencia de la pandemia, entre marzo y mayo de 2020. El
informe ‘Crisis sanitaria COVID-19: racismo y xenofobia durante el estado de
alarma’ fue elaborado por el Equipo del Decenio Afrodescendiente y Rights
International Spain en el marco de una iniciativa global de recogida de datos
para visibilizar el impacto de las medidas implementadas durante el
confinamiento sobre población no blanca, así como la situación del racismo en
España.
La investigación recoge la cotidianidad del uso
policial del perfil racial; la brutalidad y la desproporcionalidad con la que
actúan las Fuerzas y Cuerpos de Seguridad del Estado cuando se trata de
personas racialmente diversas; la desprotección de las mujeres migrantes que
copan de forma mayoritaria los trabajos del hogar y cuidados; la
criminalización y el odio contra la población gitana desde las
administraciones, las redes sociales y los medios de comunicación; el abandono
de las personas temporeras migrantes que viven hacinados en chabolas; así como
el de mujeres víctimas de explotación sexual y laboral.
Consecuencia de este documento remitido a la ONU, El
Grupo de Trabajo de Expertos sobre Afrodescendientes, publicó ‘Covid-19,
racismo sistémico y protestas mundiales’, una investigación en la que expresaba
su preocupación por el racismo sistémico en la crisis actual y avisaba de la
urgencia con la que los gobiernos debían actuar. Además, el informe hacía
especial hincapié en la violencia policial y su impunidad durante la pandemia;
la falta de datos desglosados por raza y etnia y las condiciones “inhumanas” de
retención de personas migrantes y solicitantes de asilo, entre otros, e
insistía en que “pasar por alto la raza ha llevado a cometer errores críticos”
en la respuesta al Covid-19. Naciones Unidas señaló a España, como el segundo
país que más veces había vulnerado los derechos de la población
afrodescendiente, solo por detrás de los Estados Unidos.
Precisamente, el texto aprobado por la Asamblea
General de la ONU y en el que España se abstuvo el pasado 31 de diciembre
condenaba, entre otras, la violencia policial y las prácticas de carácter
racista por parte de las fuerzas del orden contra personas africanas y
afrodescendientes. También subrayaba la necesidad de apoyo institucional al
Decenio Internacional para los Afrodescendientes y desarrollar acciones de
conmemoración del 20º aniversario de la Declaración y Programa de Acción de
Durban, por parte de los países.
Abstención en otra resolución contra la glorificación
del nazismo
En 2019 ya se votó sobre una resolución contra el racismo. Los resultados
fueron sensiblemente mejores. Hubo 185 participantes -en lugar de los 178 de
2020-, 44 abstenciones y 10 votos en contra. Votaron a favor 131 gobiernos.
Este tipo de resoluciones de la ONU expresan formalmente la voluntad de la
Asamblea General, integrada por los 193 Estados Miembros de las Naciones
Unidas. A este respecto, durante el mismo periodo de sesiones, se votó el 23 de
diciembre de 2020 sobre una resolución contra la glorificación del nazismo y el
neonazismo, en la que España también se abstuvo. Evidenciando nuevamente
hipocresía política debido a que, en la actualidad, España participa en el
recuerdo del Holocausto que se celebra durante el mes de enero con un acto de
Estado, un concierto online y el testimonio de varios supervivientes judíos.
Una conmemoración que como ya sucedió en Núremberg, no hace ni una sola mención
al exterminio de la población gitana europea, el Samudaripen.
La irrupción de la extrema derecha ha traído consigo un cambio en las
reglas de juego de la política. Sus ideas le permiten deformar la realidad para
adecuarla a sus intereses e instaurar sus discursos racistas en la agenda
pública y, como señala el periodista Miquel Ramos, haber permitido la institucionalización
del odio por parte de la extrema derecha es lo que nos ha llevado a que la
voluntad de luchar contra el racismo y el fascismo haya disminuido este 2020 o
a que países como España, gobernados por una coalición de izquierdas, se
abstengan en la lucha contra el racismo y el nazismo al tiempo que condenan el
asesinato racista de George Floyd y señalan la necesidad de acabar con las
políticas que lo permiten y participan con homenajes nacionales en el recuerdo
a las víctimas del Holocausto. No se puede estar a favor del oprimido y del
opresor. No se puede defender los derechos humanos mientras se defienden las
estructuras que sistemáticamente los socavan.
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