Imperialismo del siglo XXI (I)
La
teoría clásica del imperialismo
2/6
18.05.2011
RUPTURA
DE LA SOCIALDEMOCRACIA
El
líder bolchevique encabezaba el ala izquierda de la socialdemocracia rusa, que
a su vez integraba la II Internacional. Participaba activamente en las
discusiones de ese agrupamiento, cuyo epicentro era Alemania. El partido
socialista germano era una organización obrera de masas, con gran predicamento
sindical y fuerte protagonismo parlamentario.
Los
debates sobre el imperialismo desataron una fuerte polémica interna, cuando
gobierno presionó a los socialistas para que aprobaran los créditos de guerra,
necesarios para el financiamiento de la acción colonial. La corriente
derechista influenciada por Bernstein aceptó esta exigencia, argumentando que
el país debía protegerse frente a las agresiones externas, asegurando la paz
desde una “posición de fuerza”. Justificaba, además, la expansión imperial,
afirmando que Europa debía contribuir a la civilización de los pueblos más
atrasados.
La
vertiente centrista encabezada por Kaustky se opuso. Denunció los crímenes
coloniales y presagió terribles consecuencias de una escala bélica. Explicó,
además, que Alemania intentaba contrarrestar su arribo tardío al reparto
mundial, con acciones militaristas desenfrenadas . Pero esta crítica no le
impidió cambiar de actitud frente al acrecentamiento de las presiones
oficiales, para alinear a los parlamentarios socialistas con la causa
patriótica.
Para
evitar el inminente desangre, Kautsky propuso arrastrar a las clases dominantes
a una perspectiva de paz. Consideraba que la guerra era un proyecto exclusivo
de los financistas y proveedores de armamentos, resistido o aceptado con
desgano por la mayoría de los capitalistas . Estimaba que el gasto militar
constituía un privilegio de las burocracias y una carga para la burguesía.
Consideraba que el imperialismo no era una necesidad económica del capitalismo,
sino tan sólo un curso ruin de ese sistema, que podía revertirse con el
concurso de los empresarios [4] .
Con
este enfoque convocó a evitar la guerra, mediante un desarme internacional
acordado entre las principales potencias. Esperaba frenar la escala militar a
través de conferencias internacionales, cortes de arbitraje y negociaciones
inter-gubernamentales. Apostaba a un liderazgo británico-alemán, que sería
auspiciado en ambas partes por las fracciones industriales (interesadas en la
prosperidad de los negocios) y enfrentadas con los financistas (que lucraban
con la guerra). Estas caracterizaciones eran compartidas por muchos teóricos
socialdemócratas [5] .
Luego
de muchas vacilaciones Kautsky avaló la aprobación de los créditos de guerra.
Esta decisión precipitó una ruptura definitiva con la izquierda del partido.
Lenin compartió este rechazo y propició junto a este sector la construcción de
una nueva Internacional, opuesta a la capitulación socialdemócrata. Retomaron
la denuncia del colonialismo y proclamaron el apoyo activo a la resistencia
antiimperialista de los pueblos invadidos.
Este
nuevo agrupamiento adoptó un perfil revolucionario. Cuestionó la ilusión de
mitigar los conflictos internacionales mediante el desarme y subrayó el
carácter efímero de los acuerdos concertados entre las potencias. Destacó que
las apetencias coloniales conducían a confrontaciones bélicas, que expresaban
necesidades (y no opciones) del capitalismo.
Esta
postura fue encabezada en Alemania por Luxemburg, que subrayaba la
imposibilidad de congelar la expansión de ultramar. Describía cómo la dinámica
competitiva conducía a la sistemática violación de los pactos acordados entre
los beligerantes. Cuestionaba especialmente la expectativa de desactivar los
preparativos bélicos, con exhortaciones morales o llamados al respeto del
derecho internacional.
Luxemburg
cuestionaba las políticas exteriores capitalistas basadas en ambiciones de
lucro, que corroían la estabilidad de todos los acuerdos internacionales.
Objetaba las ilusiones de Kautsky y convocaba a la lucha por el socialismo,
como única forma de impedir la matanza de los pueblos. Esta visión sintonizaba
plenamente con el enfoque de Lenin [6] .
LAS
CAUSAS DEL MILITARISMO
El
líder bolchevique encaró una polémica más frontal contra Kaustky. Consideraba
que las guerras inter-imperialistas eran inevitables, en cierto estadio de la
acumulación. Estimaba que los capitalistas debían lanzarse a la conquista
exterior, una vez completado el desenvolvimiento de los mercados internos. Esta
compulsión derivaba en confrontaciones por los mercados y las fuentes de
abastecimiento.
El
carácter violento de estas pugnas obedecía a juicio de Lenin al agotamiento de
extensiones coloniales, ya repartidas entre las viejas potencias. Esa
distribución reducía los márgenes de cualquier negociación. Los imperialismos
emergentes estaban obligados a disputar territorios, al tener bloqueado su
ascenso. La intensidad de la acumulación y la estrechez de las regiones
apetecidas imponían estos desenlaces bélicos.
En
estos choques se jugaba el manejo de las materias primas necesarias para el
desenvolvimiento industrial de cada metrópoli. Todas las tratativas ensayadas
para evitar las confrontaciones, fracasaban por esa imposibilidad de acordar el
reparto de las áreas que proveían insumos.
Lenin
resaltaba el desinterés de todas las potencias por estabilizar soluciones de
compromiso. Se indignaba frente a la ceguera que exhibían los socialdemócratas,
ante la hipocresía oficialista. Consideraba que esa retórica anestesiaba la
conciencia popular, al generalizar ilusiones que enmascaraban la preparación de
la guerra. También estimaba que las rivalidades económicas se transmitían a la
esfera militar y cuestionaba tanto las utópicas expectativas de desarme, como
los llamados a la cooperación de los industriales.
Con
el mismo argumento objetaba la presentación del militarismo, como un simple
acto electivo de las clases dominantes. Entendía que el armamentismo era
indisociable del capitalismo y de las consiguientes confrontaciones entre
potencias. Consideraba absurdo presentar al imperialismo como una “política
preferida del capital”, al estimar que esa orientación constituía una necesidad
para el conjunto de los opresores.
Siguiendo
esta caracterización, Lenin destacaba la inutilidad de cualquier intento de
persuasión de los acaudalados. Consideraba que estos sectores discutían en la
mesa de negociación, lo que resolvían en las trincheras. Por esta razón los
acuerdos de un periodo se transformaban en confrontaciones de la fase ulterior.
Cuestionaba las ingenuas creencias en la primacía del primer curso y alertaba
contra las falsas expectativas pacifistas.
Lenin
no aceptaba la presentación de la guerra como una decisión aberrante de las
elites. Estimaba que el curso belicista correspondía a tendencias objetivas del
capital, derivadas de la competencia por la ganancia. Sostenía que el único
sendero de pacificación genuina era el inicio de una transición al socialismo.
El estallido de la Primera Guerra confirmó las caracterizaciones de Lenin y
puso de relieve todos los errores de la apuesta pacifista de Kautsky.
Esta
diferencia de percepciones obedeció a causas y posturas políticas. El dirigente
bolchevique detectó las principales contradicciones del capitalismo de su época
y mantuvo una actitud revolucionaria. El líder socialdemócrata privilegió sus
deseos a la consideración de las tendencias reales y demostró una gran
permeabilidad a las exigencias de los poderosos.
Estas
asimetrías ilustraron también la distancia que separaba a los políticos
revolucionarios y reformistas de ese período. El punto en discordia era el
rechazo o la resignación frente a una guerra inter-imperialista. Lenin encabezó
la resistencia al desangre bélico e impulsó el internacionalismo. Su teoría del
imperialismo se cimentó en esta estrategia política.
*++
No hay comentarios:
Publicar un comentario