José Enrique de Ayala, General de Brigada retirado
«No necesitamos más armas»
Por José María
Alfaya González, Miguel Medina
Fernández-Aceytuno
Rebelion / España
16/03/2024
Fuentes: Hojas
de Debate
«Es esa mayoría la que tiene que decir, en las urnas, en los medios, en las
calles, que no queremos más guerras, que no queremos más armas. Que queremos
definitivamente la paz.»
Para
reafirmarnos en un No a las guerras imperialistas, vamos a empezar nuestro
texto asumiendo el rotundo titular del artículo escrito por José Enrique
de Ayala: “No necesitamos más armas“. [1]
Constatamos en
los últimos tiempos un fuerte incremento de la presión política -y mediática-
para que los países europeos aumenten su gasto en defensa. Lo que en principio
era una exigencia de Washington, indica José Enrique de Ayala, «para
repartir las cargas de la Alianza, se ha convertido en un mantra que repiten
las autoridades europeas, y que tiene ya un impacto real en los presupuestos de
muchos países, incluida España.»
El Diario.es publicó el pasado día 9 de marzo un artículo
con el título arriba indicado en el que el autor aborda tres cuestiones: a) desmontando
el relato belicista, b) más gasto no equivale a más seguridad
y c) la paz es posible.
En el primero,
Ayala resalta una afirmación que aparece de manera continua en los medios sobre
la existencia de «una amenaza de que Rusia ataque a países de la UE o de la
OTAN», un tema que invoca repetidamente Volodimir Zelensky y que han hecho
suyo otras autoridades europeas, nacionales o comunitarias. José Enrique de
Ayala entiende que es «una posición gravemente irresponsable, porque en
estos casos existe la posibilidad de que se genere una psicosis de guerra que
dé lugar a una profecía autocumplida.»
Una supuesta
agresión de Rusia a un país de la OTAN sería un «ataque a toda la
organización e implicaría el inicio de la III Guerra Mundial. ¿Cómo iba a
enfrentarse Rusia a la potencia de la OTAN si no puede con Ucrania?», se
pregunta el analista. Una guerra de este tipo implicaría el uso de armas
nucleares y constituiría «un suicidio para Rusia, ya que si Moscú diera el
primer paso nada podría evitar la respuesta de EEUU por su propia supervivencia.»
Solo en el
supuesto de una invasión de la OTAN a Rusia que pusiera en peligro la
existencia y la integridad misma de su Estado podría ser motivo de que este
país tuviera que hacer uso del armamento nuclear, una alternativa escasamente
viable «porque los dirigentes occidentales tampoco están tan locos, aunque a
veces desvaríen.» Ayala señala que por mucho que sea el esfuerzo para el
rearme militar occidental, éste no serviría para evitar o neutralizar un ataque
nuclear ruso y añade «y si se trata de fuerzas convencionales, ya estamos
viendo en Ucrania hasta dónde llega la debilidad militar rusa.»
El miedo a un
ataque ruso a Europa, además de no tener fundamento, se utiliza como argumento
para incrementar el gasto de defensa y contribuir de este modo a vencer la
reticencia habitual de la ciudadanía hacia los presupuestos de guerra.
Un rearme militar, además, señalamos nosotros, constituye un
suculento negocio para las empresas dedicadas a la fabricación
de armas. En este sentido, la Comisión Europea presentó la semana
pasada su plan estratégico para incentivar el crecimiento de las fábricas de
armamento y, desde el inicio de la operación militar rusa en Ucrania,
apuesta por «una economía de guerra», en palabras del comisario de
Mercado Interior, el francés Thierry Breton.
Pese a las
dificultades económicas tras la pandemia, el negocio de la fabricación de armamento crece sin parar. Las
americanas Lockheed Martin, Reaytheon Technologies, Northrop Grumman,
General Dynamics y las francesas Dasaault Aviation y Thales, la
italiana Leonardo, la británica BAE Systems o las alemanas
MTU Aero Engines y Rheinmetall AG están obteniendo beneficios
escandalosos.
Se supone que
la amenaza contra la que no podríamos defendernos sin gastar más sería Rusia,
revela el articulista. Pues bien, «el presupuesto de defensa de Rusia el
último año ha sido de 108.500 millones de dólares (según ‘The Military Balance
2024’), después de casi haberlo duplicado en los dos últimos años a causa de la
guerra en Ucrania, una cantidad que difícilmente podrá sostener la economía
rusa en el futuro. El gasto de Alemania fue en ese año de 63.700 millones y el
de Francia 60.000. O sea, solo entre estos dos países superan ampliamente el
gasto ruso. Si sumamos el de los 27, lo multiplican por más de dos veces y
media. Y si añadimos los del Reino Unido y Noruega, que siguen siendo europeos
(sin contar el de Turquía), nos vamos a casi tres veces y media.»
Puede que
Europa no tenga las capacidades militares adecuadas, añade Ayala, «pero
desde luego no será por falta de dinero. Lo que tiene que hacer la Unión
Europea no es gastar más, sino poner en común sus recursos para utilizarlos
mejor y aprovechar las sinergias derivadas de la unión, además de crear su
propia estructura de mando y fuerzas para no depender necesariamente de su
poderoso aliado transatlántico.»
En el segundo
apartado “más gasto no equivale a más seguridad”, el General José
Enrique de Ayala apunta «que para que la violencia entre
naciones o grupos organizados desapareciera, habría que suprimir antes las
fronteras, la acumulación de riqueza, el odio al diferente, el miedo, la
avaricia, la ambición de poder. Porque esas son las causas de las guerras, no
la existencia de los ejércitos; si no los hubiera nos pelearíamos con palos y
piedras. Los ejércitos no empiezan las guerras, solo las llevan a cabo bajo las
órdenes del poder político.» La cuestión no es si necesitamos las armas, «sino
si estamos haciendo algo para no necesitarlas en el futuro, y cuántas
necesitamos en el presente.» Tener más armas, añade Ayala, «no significa
estar más seguro, como se demostró con los ataques a las torres gemelas del 11
de septiembre de 2001, que asestaron un duro golpe a la primera potencia
militar del mundo.»
En la tercera
parte de su texto, Ayala afirma que la paz es posible. Una magnífica
aseveración que formula un alto militar profesional. Todo el mundo, sostiene
Ayala, «tiene derecho a defenderse si es agredido, pero la obligación de los
responsables políticos no es trabajar para ser más fuerte que el vecino o el
posible oponente, ni para ser capaz de causar más destrucción que él (…) La
dirección debe ser justamente la contraria: puedes dejar claro que te
defenderás si eres agredido, pero estás obligado a hacer todo lo necesario para
que el posible adversario adquiera progresivamente conciencia de que tú no le
amenazas ni supones ningún peligro para él, y de que va a tener la posibilidad
de desarrollarse en paz y prosperidad sin necesidad de pelear. Si ambos toman
ese camino, nunca habrá guerra entre ellos. Y esto es posible, como demuestra
la historia.»
Francia y
Alemania, por ejemplo, «han descubierto que les va mejor cooperando que
peleando. ¿Por qué no se puede hacer lo mismo entre EEUU y Rusia, o entre
israelíes y árabes, o entre las dos Coreas, o en cualquier otro lugar donde la
violencia pueda prosperar? Una cooperación amistosa y productiva entre Rusia y
Ucrania, o entre la República Popular China y la República de China (Taiwán),
haría probablemente irrelevantes las fronteras a medio plazo -como lo ha hecho
en Europa-, y aumentaría el bienestar de ambas partes, rebajando la tensión y
haciendo innecesario el rearme continuo.»
Añade
finalmente Ayala: El miedo es el sentimiento más fácil de despertar, y
el egoísmo también. Es verdad que, a veces, hay intereses contrapuestos que
pueden conducir al enfrentamiento. Pero siempre se puede intentar hacer
compatibles o complementarios esos intereses, antes de llevarlos al límite.
¿Hay algún interés más importante que la paz? Tal vez lo haya para ciertas
minorías que tienen algo que ganar -poder, dinero- con la guerra, pero no para
la mayoría que ha de sufrir la muerte, el dolor y la destrucción que siempre
trae consigo (…) Es esa mayoría la que tiene que decir, en las urnas, en los
medios, en las calles, que no queremos más guerras, que no queremos más armas.
Que queremos definitivamente la paz.
Nos congratula
que un militar de alta graduación dé un paso al frente y se dirija a la
ciudadanía manifestando su rechazo al rearme militar y nos invite a todos y
todas al ejercicio intenso de los derechos y libertades democráticas para
proclamar en voz alta, en las instituciones y en la calle, que no
queremos más armas, que lo que queremos definitivamente es la Paz.
Nota
[1] José
Enrique de Ayala, General de Brigada del Ejército, retirado. Diplomado en
Estado Mayor y Estados Mayores Conjuntos. Diplomado en Altos Estudios
Internacionales por la Sociedad de Estudios Internacionales. Fue agregado
militar en la Embajada de España en Alemania, y Jefe de Estado Mayor del Cuerpo
de Ejército Europeo. Analista de política internacional. Es miembro del Consejo
Editorial del Instituto Universitario Gutiérrez Mellado y de los Consejos de
Asuntos Europeos y de Defensa de la Fundación Alternativas.
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